Tristes recuerdos... Que no quiero olvidar

bueno esta es un historia que cree mistras estaba de vacaciones... espero les guste, es uan historia medio dramatica.. Boff! solo espero que sea de su agrado ^.^U
Título: tristes recuerdo...Que no quiero olvidar
Resumen: es la narracion de un chico que narra la historia que su abuela mikoto siempre le contaba antes de dormir, una historia de amor pero algo triste
Advertencias: Rompimiento de corazones
Género: Romántico




Es difícil vivir en las calles, bueno eso me contaba mi abuela Mikoto. Recuerdo cuando me contaba esa historia que siempre empezaba con un:

Recuerdo aquel día que lo conocí, un chiquillo de apenas 7 años, tan lindo, grandes ojos de color negro, cabello lacio, castaño y suave como el terciopelo; era bajito, una estatura de aproximadamente 1, 35 cm. Un chico con mira angelical que me pedía algo, algo que comer, no me podía negar a tan lindo rostro y le di la mitad del único panecillo que tenía. Nos sentamos arriba en la banqueta, para poder comer el pequeño trozo de pan, mientras lo hacíamos no pronunciamos ninguna palabra pero pareciese que nos entendíamos, tal vez porque los teníamos una difícil vida a tan corta edad, bueno yo solo 4 años más que él.

Observábamos pasar a la gente, todas con sus propios problemas, tal vez ellos ni nos notaban pero nosotros 2 notábamos a cada uno de ellos.

Yo era una niña de tan solo 11 años, pelo largo y negro, estatura de 1.43 cm. ojos color verde, nariz achatada; mi madre… no tengo muchos recuerdos de ella pues me abandono cuando yo apenas tenia la edad de 5 años, por lo tanto he tenido que vagar durante 6 largos años, pasando desprecio, humillaciones, hambre y maltratos, siempre he tenido la duda de porqué me abandono, no era tan mala hija.

Cuando terminamos de comer decidí irme y seguir mi camino, cuando el pequeño me jalo de mi camisa ya vieja y rota…

— ¿Puedo… puedo quedarme contigo? — Nunca se me van a olvidar esas palabras que me dijo el pequeño Daisuke, así se llamaba el niño, y desde ese día él y yo viajamos juntos, si yo reía, él reía, si yo lloraba, él lloraba. Éramos como madre e hijo, era gracioso pero yo lo veía como mi pequeño hijo.
Su pasado era triste, él vivía con su madre y padre en una humilde casa en un pueblo lejos del gran Tokio, hasta que un día su padre llegó ebrio y comenzó a soltarle golpes al chiquillo de 5 años, su madre se metió a defenderlo y murió en el acto, pues los golpes eran bastantes duros, después de eso su padre decidió quitarse la vida por haber cometido tal crimen. Perdiendo a sus padres y sin tener a ningún familiar más, el pequeño decidió salir a buscar algo de comida y fue recogido por un señor de aspecto misterioso, el cual le ofreció comida durante un año pero el huésped de este señor decidió irse ya que éste lo maltrataba y lo obligaba a trabajar. Así que tuvo que volver a vagar por las peligrosas calles que amenazaban de muchas maneras hasta que me encontró o mejor dicho lo encontré a él.

Desde el día en que nos encontramos tuvimos que buscar comida, por lo cual tuvimos una idea TRABAJAR. Descubrimos que él, aparte de tener un angelical rostro, tenía una voz igual de encantadora por lo cual cantábamos a donde fuéramos, bueno yo solo tocaba el pandero que compramos después de ahorrar, pues ya llevábamos un mes haciéndolo.

Mucha gente iba a escucharlo, desde niños, jóvenes, ancianos y siempre iban exclusivamente por una canción que iba algo así:

Shizuke kimori no ue
Kagayakeru hoshi hitotsu
Ai no uta kanaderu
Makiba no kaze yasashiku
Kotori mo koyagi mo haha ni idakare
Yume mite asobu no wa
Hana hiraku kaguwashiki niwa.. Uhn
Sugiyuku kyou no hi no
Hohoemi wo tenohira ni
Oyasumi oyasumi kono te ni itoshigo yo.​

Recuerdo que un señor con rostro amable, empezó a aplaudir y mientras lo hacía se iba acercando lentamente a donde nos encontrábamos, se quitó el sombrero negro y elegante que traía puesto y pronunció unas palabras con tono casi perceptible.


— Hola, mi nombre es Rafael Hamilton, y les tengo una muy buena propuesta —

Daisuke y yo nos quedamos viendo entre sí y decidimos escuchar dicha propuesta con un poco de inseguridad. El hombre llevaba puesto un elegante traje de color negro, un zapatos muy bien boleados y del mismo color que su traje, era alto y delgado, llevaba consigo un bastón para poder caminar mejor, bueno eso me imagino, su cabello era ya canoso y se notaba que de joven fue rubio pues aun se podía notar algo, a su rostro aparte de bigote igual de canoso se le añadían unas arrugas bastantes visibles, yo le calculaba una edad de 74 años, pero a pesar de su edad tenía unos ojos llenos de vida color azul celeste y a los cuales los cubrían unos lentes.

Su propuesta cambio nuestras vidas, p…ues nos invitó a cantar en su elegante restaurante que se encontraba ubicado en el centro de Tokio, nosotros aceptamos, pues pensamos que era nuestra oportunidad de salir del hambre y esas oscuras y frías calles y nuestras conclusiones fueron ciertas, Daisuke triunfó como cantante y fue reconocido en Japón con el nombre del Ángel de la Música, y bueno yo no me quedaba atrás, aparte de que yo era como su madre también era como su mánager y no nos podían separar.

Rafael tenía un sobrino llamado Francis, el cual tenía mi edad, él era igual de apuesto que su tío-abuelo, era alto, tez blanca, ojos azul celestes, tenía una cabellera rubia y siempre vestía muy elegante, aparte tenía preferencias por la música clásica. No se llevaba muy bien con Daisuke porque siempre me pretendía, bueno solo era atento conmigo pero por alguna razón Dai, solía decirle así de cariño, tenía celos o mas bien los dos se tenían celos.

Cuando crecí a la edad de 18 años el señor Rafael falleció de una enfermedad de la que jamás nos dijo que tenía, su muerte nos afecto mucho, fue muy dolorosa su partida. Él había dejado su testamento listo y a Francis le heredo su restaurante y toda su fortuna que tenía bueno a excepción de 2 millones de euros que nos dejo a Daisuke y a mí, un millón a cada uno.

Solo nos quedamos 3 meses con el rubio ya que el castaño y yo decidimos irnos en busca de otras aventuras, Francis me prometió que un día me buscaría y no me dejaría ir, después de eso no lo volví a ver hasta la edad de 25 años. Bueno pero antes de eso me fui con Daisuke a América ahí conseguimos trabajo en un teatro llamado Los Angeles Theatre, donde cada obra el pequeño castaño cantaba, toda la gente lo admiraba por esa encantadora voz, incluso chicas de mi edad (22 años) iban a pedir autógrafos. Conseguimos un lujoso apartamento en una ciudad llamada Los Ángeles. Un día, lo recuerdo muy bien, eran como las 8 de la noche y estaba lloviendo, decidimos prender una fogata en la chimenea, para que aparte de calentarnos iluminara un poco aquel oscuro lugar ya que se nos había ido la luz por lo mismo de la tormenta, yo preparaba unos ricos fideos y hervía el agua para tomarnos un café.

Mientras esperábamos a que llagara la luz, nos sentamos a comer eso exquisitos fideos y después de haber terminado decidimos quedarnos en el sillón, yo recargada en su pecho varonil del que portaba, tapados con una ligera cobija. Él ya tenía 18 años y ya era todo un hombre, era delgado pero tenía un cuerpo atlético, era mas alto que yo y era un joven muy apuesto, ese día fue el comienzo de un amor… un amor imposible, mientras yo me quede dormida él me observaba de una forma muy dulce y suavemente me acariciaba mi cabeza, recuerdo que cuando abrí mis ojos lo primero que vi fue su rostro muy cerca del mío y sentí como sus labios rozaban los míos, mi reacción fue empujarlo, no podía creer lo que hacía, pues yo era como su madre, aunque una sensación muy cálida y rara se había quedado en mi interior. Durante una semana no lo mire ni le dirigí la palabra pero por dentro quería volver a sentir eso labios dulces que habían tocado los míos, quería volver a ese momento cuando me quede dormida y él me despertaba con ese beso cálido.

No se como paso, pero un segundo beso llegó, mis recuerdos son borrosos, puedo recordar que yo subía las latas de comida que habías traído a la alacena, cuando sen querer se me volteó la escalera y cuando sentía que un tremendo golpe me recibiría en el suelo fui abrazada por unos brazos fuertes, voltee a mirar al dueño de esas calida manos y por un segundo me quede sin respirar, hasta que éste besó, besó mis frágiles labios, esta vez cerré mis ojos color verde y correspondí a esa acción, que al principio fue tímida pero después se dio con mas intensidad, era cálido, hermoso, todos los problemas desaparecían, mi corazón hacía pum, pum rápidamente y la respiración era rápida pero suave. Yo no sabia lo que él pensaba, lo que él sentía, pues por el trabajo no podíamos hablar mucho, pero ese día nos entendimos muy bien, desde aquel día, un 3 de agosto, estuvimos mas cerca que nunca.

Un día llegó con unos tulipanes grandes y blancos, blancos como su corazón, me pidió ser su… novia, yo no podía decir que si, bueno no en ese momento, así que le pedí unos días, paso toda una semana y Dai me volvió a preguntar, y esta vez correspondí con un abrazo. Yo sabía que lo quería o tal vez lo amaba, pero eso lo descubriría conforme pasara el tiempo. No se si tuvo que ver con el beso pero ahora platicábamos más, nos reíamos muy seguido, íbamos a mas lugares, teníamos muchos planes para la vida futura. Todos esos momentos los disfrutaba, cada segundo lo grababa en mi corazón, hubo un día en el que fuimos a Chicago, fue tan divertido, hacia tanto frío que me hacía recordar aquella vez cuando se fue la luz y nos quedamos en el sofá. Conocimos a una pareja de chicos, Ana y Luis, los dos muy amables y carismáticos, puedo confesar que ese tiempo que conviví con ellos les tome cariño y cuando me tuve que despedir de ellos se me salieron una pequeñas lagrimas acompañadas de una sonrisa.

Exactamente nos les puedo decir como era el castaño, era en su momento, tierno, amable, caballeroso, pero la mayor parte era serio, bueno conmigo siempre fue lindo, platicaba y reíamos juntos, pero con otras personas era mas reservado, me gustaba como era, su forma en que hacía las cosas, lo único que no me agradaba era que nunca pedía ayuda en sus problemas, nunca me los contaba, tal vez era para que no me preocupara pero aun así me hubiera agradado que tuviera esa confianza conmigo, pero aun así respetaba su decisión. Una vez lo vi sentado en la cama, llorando, no a llanto, solo se le veían correr las lagrimas por la mejilla, no quise entrar, por miedo a… la verdad no se a que le tenía miedo.

Cuando cumplimos un año de novios decidí hacer una pequeña comida, aparte de que una semana después también sería su cumpleaños de él (el 24 de agosto), y tuve la idea de invitar a Luis y Ana, solo tardaron unas cuantas horas en llegar y cuando lo hicieron nos felicitaron. Hablamos de viajes, les contamos aquella vez que nos conocimos, Daisuke platicaba de las obras en las estuvo y bueno me dedicó una canción:

Yume no naka de amaoto wo kiki
boku wa me wosamashita
kawa ita daichi ni megumi no ame
kusa ki ga kansei woageru
koe wo nakushita boku no kawari ni​

Miage ta yami wa fukaku nanimo mie nai
tada ame ga furu nageku youni
konna yoru wa inori mo kooru​

Me agradaba que ellos estuvieran con nosotros, pues a pesar se como era mi pequeño ojinegro, se entendía bien con Luis. Pasaron unos días con nosotros, ana y yo íbamos casi, casi todos los días de compras, comprábamos ropa, comida, zapatos y juguetes, ¿juguetes? Si, iban a tener un bebé ¡Alegría! Tendríamos un sobrino, bueno es que los veíamos como hermanos, fue una noticia estupenda, me alegre mucho por ellos, y Daisuke prometió componer una canción al pequeño Ariel que venía, se llamaría así ya que el padre de mí querida amiga Ana tenía ese nombre.

Esperamos 6 meses más, y cuando llego el día Daisuke me gritaba desde abajo en la casa para que bajara de mi alcoba y nos fuéramos hacía Chicago, iríamos a visitar a nuestros nuevos padres, bueno a Luis, Ana y el pequeño crío que ya había nacido unas horas antes. Llevábamos una cuna muy mona y una cobita de regalo para nuestro sobrinito.

Hicimos una hora y media para llegar a nuestro destino y cuando llegamos nos pedimos, pues ya habían pasado casi 2 años desde que fuimos a dicho lugar, llamamos por teléfono a Luis y le dimos nuestra ubicación, no tardo mucho en encontrarnos ya que estábamos a 3 cuadras de su casa. Conocimos al pequeño Ariel, era encantador, no se podía ver el color de sus ojos ya que los tenía todavía cerrados, se notaba que su cabello sería claro, tez blanca y tal vez pesaba 1.500 Kg. estaba pequeñito. Darían de alta a Ana y su bebé en un día más. Luis nos hospedo en su elegante casa, era enorme, había cambiado mucho desde la última vez, esta vez ya tenían un hermoso piso de madera, abajo en la planta baja tenían, la cocina integral, un comedor de color entre café y rojizo, una sala de color negro, era de piel; y un pequeño baño, cuando subíamos lo hacíamos por unas escaleras en forma de caracol y ya estando en el primer piso se notaban 4 habitaciones: una era de ellos, otra era del bebé, ésta era amplia, estaba hermosa, tenia un color azul con pequeñas estrellas pintadas en el techo, su cunita la acomodamos en una esquina a lado de la ventana para que así le diera luz y habían varios peluches, chicos, grandes todos adornaban la habitación. Y las otras dos habitaciones eran para visitas, en una de ellas nos quedaríamos Dai y yo.

El día llego y esperábamos con ansias a Ana, que llegaba por fin. Cuando los dos chicos llegaron, el ojiazul cumplió su promesa, cantar una canción exclusiva para Ariel

Yoru no sora ni matataku​

Tooi kin no hoshi​

Yuube yume de miageta​

Kotori to onaji iro​

Nemurenu yoru ni​

Hitori utau uta​

Wataru kaze to issho ni​

Omoi wo nosete tobu yo​

Tener un bebé era mucha responsabilidad pero daba un toque de felicidad a la familia.
El día de nuestra partida llego y antes de irnos Daisuke me dio la sorpresa más grande de mi vida, enfrente de Ana y Luis me propuso matrimonio, mis lágrimas salieron de mis ojos, no lo podía creer, solo recuerdo que lo abrase y de regalo le di un pequeño beso. Ana se alegro mucho y los 4 quedamos en un acuerdo, que la boda sería el mismo día del bautizo del recién nacido y que lo haríamos dentro de 3 meses
Fui la mujer mas feliz del mundo, el castaño había mostrado la parte mas linda y correcta que tenía. Cada fin de semana me llevaba tulipanes, mis favoritos; siempre me respeto y jamás intento hacerme otra cosa. Teníamos una canción en especial, que a los dos nos gustaba mucho

yondeiru muneno dokoka okude
itsumo kokoro odoru yume wo mitai
kanashimi wa kazoe kirenai keredo
sono mukoude kitto anataniaeru
yondeiru muneno dokoka okude
itsumo kokoro odoru yume wo mitai
kanashimi wa kazoe kirenai keredo
sono mukoude kitto anataniaeru ​

Llamaba a Ana cada semana para ponernos de acuerdo en la comida que haríamos, la ropa, música, todo era cansado pero siempre estuvo conmigo Daisuke, incluso él fue el que me acompaño a escoger mi vestido, que por cierto fue él mejor que pudo haber escogido ya que él tenía un buen gusto. No tuvimos complicaciones en encontrar su traje, fue algo muy rápido y lo mismo pasó con las invitaciones pues fueron muy pocos amigos que hicimos en los teatros y sin olvidarlo a Francis.
Solo faltaban 2 semanas para el día esperado y Daisuke, como siempre caballeroso, me llevo a un lugar muy hermoso, no recuerdo el nombre pero si recuerdo como era, a un lado de la carretera había un enorme lago, el agua que tenía estaba completamente clara, alrededor de él, tenía unos árboles de todos los tamaños, grandes, chicos y arriba de ellos se podían notar varios animalitos, sobre todo eso alegres pájaros que cantaban tan lindo que incluso mi castaño se ponía a cantar. Ese día hacía una brisa muy fresca que acariciaba suavemente nuestras mejillas; nos sentamos a la sombra de un árbol, nos quedamos mirando entre sí y él me sonrió coquetamente atrayéndome a esos finos labios que portaba, sentía que lo amaba y que daría todo por él, no quería que ese momento se acabara, no quería parar de besarlo pero el aire se nos acabo y rápidamente baje la mirada haciendo que un sonrojo apareciera en mis mejillas, me recosté sobre su varonil pecho esperando la noche y después de unas horas llegó. Una luna creciente se reflejaba en el agua pura del lago, acompañada de una intensas estrellas que competían por ser la mas brillante en el cielo, poco rato después regresamos a la casa y dormimos muy bien, pues al día siguiente Daisuke estaba muy feliz. Pero esa felicidad fue en vano cuando unos días antes de la boda cayó, Daisuke cayó al suelo, lo lleve rápido a un hospital donde me dijeron que tenia una enfermedad desconocida que había heredado de un familiar suyo y que en la actualidad es VIH (sida), yo no sabia como reaccionar pues pensé que se recuperaría y un día antes de la boda, los médicos me avisaron que había fallecido.
Me quería morir, él… él era mi vida, que pasaría conmigo, rápidamente mis ojos se habían inundado de lágrimas, porqué me había abandonado, mis llantos no se podían ocultar, todo ese día me la pase recordando todos, pero todos los momentos que pase con él, recordaba sus ojos llenos de sueños, su voz infalible, su sonrisa tan encantadora que siempre me mostraba, aquella vez que nos conocimos. No pude dormir, sentía que en cualquier momento él vendría y me llevaría con él, pero no fue así. Tuve que irme sola hasta Chicago, no tenia ánimos, ya no me importaba nada, pero aun así no podía abandonar a mi amiga. Llegando a dicho festejo Ana y Luis me dieron su pésame y no pude contenerme a llorar, ellos me entendieron y me consolaron con un abrazo.
Ahora que haría, el castaño y yo éramos padrinos de Ariel, en cuanto vi entrar a Francis le pedí por favor que me acompañara en la ceremonia. En cuanto termino la misa me despedí para siempre de mi amiga Ana y de su amado Luis sin olvidarme de mi pequeño Ariel le deje una pequeña cadena con su nombre. Me regrese rápido a Los Ángeles a recoger las cenizas de mi amado Daisuke, no quería separarme de él y por eso tome la decisión de cremarlo y quedarme sus cenizas pero Francis me convenció de dejarlo dormir bien y dejar sus cenizas, enterré las cenizas en aquel lugar que unos días antes habíamos ido bajo el árbol donde nos habíamos refugiado, donde fue mi… mi último beso. Después de eso regrese a Tokio, el lugar de mi nacimiento y donde conocí y pase cosas con mi castaño Daisuke, me fui con Francis y todo el viaje no pronuncie ni una sola palabra, pues iba recordando toda la vida que pase con el ojinegro.
Después de un mes de no estar con mi amado Daisuke empecé a salir mas, ya que no quería estar encerrada en tanto sufrimiento y yo creo que a él no le hubiera gustado verme así. Luego de unos meses empecé a salir con Francis y fue con el que me case después de unos años, con él tuve con encantador hijo llamado Rafael, a petición de Francis.
Un día tuve un sueño donde Daisuke venia a visitarme y me decía que él estaba bien, que yo fuera feliz y que jamás lo olvidara, fue la ultima vez que me despedí de él y poco a poco iba desvaneciendo mientras que se me salían una leves lagrimas, fue nuestro ultimo adiós.

Esa fue la historia, una historia de un amor imposible, un amor donde hubo dolor, felicidad, lágrimas, sonrisas pero al fin y al cabo fue amor

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— Daisuke, ya bajate, es tarde —

— Voy madre —

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Bueno esa fue la triste historia de amor de mi abuela Mikoto, siempre me la contaba cuneado me iba a dormir y me pusieron Daisuke en nombre, pues de su amado, ella falleció apenas hace unas horas a la edad de 83 años, y ahora vamos a su velatorio, ella me decía siempre que cuando ella muriera la enterráramos en los Ángeles, donde están las cenizas del Sr. Daisuke.

Bueno me tengo que ir, extrañaré a mi querida abuela Mikoto, espero se encuentre con el famoso Ángel de la Música

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— Por fin estamos juntos, Daisuke —

— Te estuve esperando todo este tiempo, querida Mikoto, ven vamonos —

Fin ********************