Gifu Sekigahara

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 1 Marzo 2025.

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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

    Piscis
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    Kohaku Ishikawa

    Su respuesta me alivió de una forma que no me permití demostrar. Había temido que su noción de venganza fuese... posesiva, y que la idea de compartir su objetivo generara una grieta entre nosotros. Quizá había sido exagerado de mi parte pensar así, no tenía idea. Me costaba comprender esta clase de emociones tan intensas, tan arraigadas y envolventes. No pretendía juzgarlo, sólo entenderlo. Asentí, serio, y lo seguí escuchando.

    Tal vez fuese la cercanía al final de la guerra lo que comenzaba a desbaratar su compostura. Desde el mismo instante en que lo había conocido había pretendido quedarse en Shima sólo para encontrarse con Saizo. Muerte, venganza, rencor. No tenía idea cómo había sido su vida en Kioto, no conocía un solo detalle, pero las emociones que lo desbordaban, que habitaban su mirada, bastaron para comprimirme el pecho. Mi recelo hacia la venganza radicaba en sus consecuencias. No le temía al momento donde Hachi clavara su flecha en el corazón de ese hombre, sino a lo que vendría después. Cuando el éxtasis se drenara, cuando la explosión mitigara y las cenizas se asentaran, entonces ¿qué? ¿Aprendería a vivir sin esa energía alimentando su cuerpo? ¿O la profundidad del abismo a sus pies lo devoraría?

    Me preocupaba, sí, pero ¿qué sentido tenía? Era imposible detenerlo. Siempre lo había sospechado y ahora lo sabía con certeza.

    No estás salvando mi vida tomando esta decisión de alejarme; eso puedo asegurártelo.

    Mi semblante se comprimió, y sin embargo le sostuve la mirada, siempre en silencio. No podía decirlo. No podía decirle que lo creía equivocado, que más allá de lo que me ocurriera a mí, creía que él sería capaz de afrontarlo y seguir viviendo sin problema. No podía decirle que había crecido quieto, callado e invisible, y que los Ancianos habían logrado un trabajo tan impecable conmigo que aún dudaba de la importancia de mi vida. No podía, pues al menos entendía que sería terriblemente injusto y egoísta de mi parte. El cariño de Hachi era real, tan real como todas sus otras emociones. Era intenso, se arraigaba y envolvía.

    —Descuida —murmuré, apenas lo oí disculparse.

    Intenté concederle una sonrisa, por pequeña que fuera. Dijo que en Kioto lo habían pisoteado y humillado, y mi pecho volvió a comprimirse. La sonrisa desapareció. Lo seguí escuchando, fue como si un fino cristal comenzara a quebrarse, y al entender que la venganza no era la única de sus preocupaciones se me desplomó el corazón.

    No debo permitir que nadie te lastime, y mucho menos cualquiera de ellos.

    No lo entendía en absoluto, ¿cierto?

    Primero tomo nuestras vidas antes de dejarte caer ante ellos.

    No entendía una sola de sus emociones.


    Absorbí la tristeza en sus ojos, me dolió en el cuerpo y estaba por incorporarme cuando él se hincó, interrumpiendo mis intenciones. Lo abracé con fuerza, con la mirada muy amplia, clavada en la tierra, y poco a poco mis facciones se comprimieron. Dioses, era un imbécil. Un auténtico imbécil incapaz de entender nada. ¿Por qué insistía en mis propias ideas? ¿Por qué no podía escuchar, y escuchar de verdad, lo que él me decía? Llevaba tiempo diciéndomelo, y aún así...

    Te amo.

    Mi corazón se detuvo, atónito. ¿Qué... acababa de decir? Pensé en Rengo, sus palabras sobre Akihito repitiéndose en mi mente. Pensé en mis padres, en Murai y su esposa, en Takeda y Shinrin. Pensé en Tomoe, en Yuzuki y Takano. Tamura y Yume. Pensé... en Hotaru, y pasé saliva, apoyando una mano en su cabello azabache para acariciarlo. Empezaba a reconocer su silueta, la línea de sus hombros, la forma de sus orejas. Reconocía el color de su voz, su aroma. Mi mirada buscó a mi padre, al espíritu de Kumiko, aún intentando procesar la situación. ¿Me... amaba? ¿Acababa de decir que me amaba?

    ¿Se suponía que... dijera lo mismo?

    Tenía la garganta seca y lo abracé con aún más fuerza, hundiendo el rostro en su cuello. Mi mente había quedado en blanco y no podía pensar, y su cuerpo temblaba y su llanto me partía el corazón. Y no podía pensar. Tenía que decirlo, ¿verdad?

    Pero ¿lo amaba? ¿Amaba a este chico?

    —Lamento haberte pedido algo tan egoísta. —Apoyé la frente en su hombro mientras le acariciaba la espalda, deseando que sus temblores se mitigaran—. Lamento aún no entenderte en absoluto. Lo intento, de verdad, yo sólo... todo esto es muy nuevo para mí.

    Perdóname por no poder decirlo.

    —Por favor, perdóname.

    Retrocedí levemente, lo vi a los ojos y sonreí, enternecido. Recogí su rostro y empecé a secarle las mejillas con ambos pulgares, despacio.

    —Se trata de encontrar un nuevo sentido, ¿cierto? —murmuré, supe que sonó inconexo y me repasé los labios con la lengua; aún estaba nervioso—. Una vez... cumplas tu venganza, una vez hayas matado a Saizo. ¿Crees que podrás hacerlo, Hachi? ¿Encontrarle un nuevo sentido a la vida? Porque yo creo en ti. Creo que eres capaz de lograr cualquier cosa que te propongas, desde lo más simple hasta lo más complejo. Creo en tu inteligencia, en tu astucia y en tu bondad.

    Bajé la vista sólo para presionar el índice en su pecho, sobre su corazón.

    —Creo en lo que tienes aquí, en el nombre que te dieron tus padres. Pese a todo lo que te hicieron, a todo lo que hiciste... —Apoyé la mano completa en su pecho—. No eres débil, no eres malvado, ni eres un estorbo. Eres una persona increíble y agradezco a los Dioses el haberte conocido. Ahora ven, levántate.

    Lo tomé de las manos y me puse en pie junto a él, después me agaché y le quité la tierra que le hubiera quedado en su ropa a la altura de las rodillas por hincarse.

    —Ya está, como nuevo. —Erguido, volví a recoger su rostro entre ambas manos y esbocé una sonrisa incipiente, zarandeándolo con suavidad; igual bromear un poco no nos mataría—. Muy bien, permíteme reformular: Tachibana Hachi, ¿irías a la guerra conmigo?

     
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    Zireael

    Zireael kingslayer Comentarista empedernido

    Leo
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    Yuzuki Minami

    La explicación de Takano no me tranquilizaba ni un poco y no era en sí porque dudara de las decisiones de Takeda o algo parecido, era... De alguna forma era similar a la culpa que sentía al darme cuenta que iba de un lado al otro por Rengo, mientras Hayato no recibía tanta atención. Me habría gustado estar allí no para cuestionarlo, si no para sostenerlo, pero no era posible. Los Dioses habían tenido otros planes.

    Lo que sí me ayudó a regularme un poco fue sentir su mano en mi hombro, pero de todas formas arrugué los gestos, contrariada, y asentí despacio a la idea de ir por un té. Si la memoria no me fallaba, el último té que había bebido en relativa calma me lo había hecho Ko antes de desembarcar en las islas. Todo se sentía lejano y confuso.

    Caminé de su mano y Hayato que refunfuñaba cuando otros lo cargaban como si fuese un niño pequeño, seguía en brazos de Takano. Hicimos así el camino hasta Satoshi que nos extendió los tazones, momento en que me liberé la mano para tomar el mío. Percibía las inclinaciones de los soldados aquí y allá y de hecho procuré responderlas hasta donde me fuese posible, pues de no ser por ellos, por confiar en mi liderazgo, no habríamos logrado nada.

    Sin embargo, el lugar junto a Takeda y haberme convertido en General me habían costado una mano.

    —Huele bien —dije respecto al caldo y sentí un vacío en el estómago, de haber estado solos seguramente me habría empinado el tazón.

    Los ánimos del ejército saltaban a la vista y al ver a Takano comer despacio, lo imité aunque había sentido bastante hambre de pronto. Era nuestra última comida juntos antes de la guerra, ¿qué prisa teníamos? Quería conservar este recuerdo, las caricias, los abrazos e incluso las lágrimas. Hasta el regaño a Hayato que ya iba a sorber el caldo del tazón.

    El cuadro me sacó una risa, fue suave, cristalina y me llenó el cuerpo de calidez. Dejé de comer un momento y estiré la mano para acariciarle el cabello al niño, lo hice con mucho cariño y hasta se me olvidó el hambre un momento. No interrumpí su comida, si el pobre estaba hambriento y se nota, pero me quedé haciéndole ese mimo un rato, al menos así fue hasta que una voz se escuchó y corazón me golpeó el pecho.

    Gracias por cuidar tanto de nuestro Hayato.

    Recordé el peso de la cabeza en mis manos en Fujimi, el llanto del niño que me había llevado a él y lo que me habían confiado Shino y Noishi en el barco. Giré el cuerpo despacio y di con dos siluetas, dos... así como Hashimoto y se me llenaron los ojos de lágrimas también, busqué a Takano con la vista y sentí que se me desbarataba el mundo por incontable vez. Hayato ya se había deshecho en llanto y yo di un respingo al ver a los Sugawara inclinarse ante nosotros, dejé el tazón de forma repentina y alcé la mano en un gesto que pretendió atajar el de ellos.

    —No es necesario que nos agradezcan —solté en tropel, sorprendida y afectada por la aparición de sus padres. Las lágrimas del niño me partían el corazón, de forma que estiré la mano hacia él y tomé una de las suyas, estrechándola con fuerza—. No hay nada que agradecernos, ¿cómo habríamos podido hacer algo diferente? Hayato es el niño más dulce y valiente que he conocido.

    Las lágrimas que habían llenado mis ojos se deslizaron en silencio, incapaces de opacar el dolor de mi niño. Moví su manita, la atraje a mí y le dejé un beso en el dorso, luego lo solté con delicadeza y aunque como tal no podía tocarlos, lo animé a quedarse cerca de ellos.

    —Y el mejor arquero, también. Sus flechas protegen mi espalda, le debo la vida a Hayato —dije junto a una sonrisa y entonces fui yo quien se inclinó, el gesto fue bastante pronunciado de forma que el cabello negro y blanco descendió también, deslizándose fuera de mis hombros—. Gracias a ustedes, señores Sugawara, por haber criado un niño tan maravilloso. No sé si jamás estemos a la altura, pero lo amamos muchísimo. Lo amo como si fuese mi propia sangre, por eso no es necesario agradecer.
     
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    Ikoma-kun

    Ikoma-kun Rolero, dibujante

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    Misato Aoyama

    En el camino de Sekigahara estaba reunido todo el contingente para dar la última batalla, el momento decisivo para ver un nuevo Japón más próspero y justo o dejar que sea una tierra arida donde los más fuertes harán olvidar la piedad, decidí ir directo con Yin a un área para descansar, junto a mi estaba Tojomaru mi gato rastreador por suerte había estado oculto en una habitación del castillo de Otsu.

    Al llegar repase en mi mente varios momentos, particularmente en como Noishi dirigió aquellas palabras a mi y el resto...fuimos traidores.

    Solo uno por aquel momento era el que podía recordar apenas.. Kuroki, hubo un momento que me aleje de el, aún nunca supe porque ¿Sería para evitar apegarme a un niño y no sentir la perdida de hace años con mi compañero de escuadrón más joven? Podía ser.

    —Yin es increíble como ha dado vuelta todo, seguro recuerdas la primera vez en Nagoya cuando nos conocimos me viste muy preocupada por...el—me referí a Kuroki sobre mi preocupación tras ser separada de Matsuda y Kuroki al caer en un río.

    —Es increíble que lo último que escuchamos fue "no te preocupes ya he aprendido bastante"—hice una suerte de imitación de la voz confiada de Kuroki luego deje salir un suspiro de pesar —si...nos vemos pronto...pero será de lados que nunca habría deseado ver en realidad.

    Me quedé callada un rato.

    —Pensaba en contarle nuestra relación, deseaba compartir la noticia luego de su asunto en Shima pero...está vez no hubo nadie como en Chiryu para evitar que todo termine como ahora.

    Luego de otro silencio decidí rodear a Yin en un abrazo.

    —Lo siento pero debía decirlo, ahora solo importa que pasemos estos últimos instantes de paz juntos lo mejor que podamos—aquellas palabras me resultaron funestas pero debía aceptar la realidad y disfrutar y exprimir el breve momento juntos en tranquilidad— para así puedas vivir conmigo aquí en Japón y ver como prospera, será un inicio nuevo para mi...para ambos—Agregué para mejorar el ánimo. Después de todo ahora tenia la oportunidad de levantar Iga de nuevo.

    >>Somos ahora lo bastante fuertes para asegurar algo de esperanza para el resto, podemos hacerlo.
     
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    Monpoke

    Monpoke Absol

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    Fujiwara no Riku

    "Gracias". Acepte y agradecí a Kirara por respectse esa decisión, aunque implicará arruinar este momento. "Pronto descubriras lo sucedido". Le dije al entender su confusión.

    Durante el trayecto hasta Takeda me perdí en mis pensamientos sobre que debería decir exactamente. Creo que está es la decisión que debo tomar, en vez de escapar, pero no tenía algo planificado en el como llevar la conversación.

    Me sorprendí un poco al encontrarme a Togashi en el camino, ambos yendo hacia la misma dirección, y por qué parecía el mismo destino.

    Asentí en su dirección, aunque en el fondo lamentaba que probablemente llegue a agriar su visita.

    Antes de entrar, encontré que varias personas pasaban. Entre ellas Akihito de la mano con Rengo. Me relaje un poco, porque al menos podría significar que todo salió de manera razonable.

    Diría que lo hice fue algo diferente a armarme de valor, pero luego de detenerme unos instantes, me acerque hasta Takeda.

    "Takeda". Le hice una reverencia al acercarme, lenta, como un portador de malas noticias que nada más imparte lamentos. "Me disculpo por mi visita no inmediata al llegar, pero, realmente, lamento tu perdida. Comparto un grado de culpa con Akihito sobre los eventos que llevaron a la muerte de Noishi".

    Me enderece, para tratar de mirarlo de frente mientras comenzaba a hablar de lo sucedido en aquello dojo, con esas tres personas. "Me mantuve al margen, o así me quiero ver a mi mismo. Akihito tomo su postura en base a su generosidad y Noishi en base a su odio. No quise involucrarme, mi intención estaba en respetar la decisión de ambos. Creí, que si la situación escalaba, podría detener lo peor. Fui demaciado crédulo".

    No anduve con rodeos desde ese momento, y empecé a relatarle los hechos de la manera en que los había visto. Aquella parte que Noishi no fue conciente, y solo me quedaba creer que Akihito no le contó.

    El comienzo de esa cadena de eventos desafortunados.

    Noishi cayendo ante provocaciones de Bokuzo, en lo que terminó en que este sea noqueado.

    Mi intención de tomar a algo prisionero a ambos, con el fin de llegar algún equilibrio entre ambas partes. Pedí desarmarlo, pero fue insuficiente.

    En ese momento Mei despertó el cadáver de Wu para atacarnos y pronto la llegada de los guardias del piso superior, abrumandonos en números. Del como Seikaiji se preparaba en dar su vida para defender a Noishi de los guardias, pero el término siendo salvado por Bokuzo que se interpuso entre él y Wu.

    Bokuzo siendo regresado por Mei, para esta última luego caer entre Akihito y yo... Ahí me detuve unos segundos, pensando en que si la pelea hubiera quedado ahí, tal vez significaría que la situación estaba bajo control...

    Pero no fue así, Mei misma regreso como una de esas criaturas que estaba controlando.

    La próxima caída de Akihito y Seikaiji, mientras los demás acumulabamos heridas peligrosas. La muerte del arquero misterioso.

    Noishi despertando. Pero a pesar de eso, realmente estuvimos cerca de morir todos.

    La única suerte a nuestro favor fue cuando finalmente pude ponerle fin a Mei, y con ello la liberación de esas marionetas que nos estaban hostigando...

    Fue demaciado tarde. Demaciado. Hasta ese momento justo, Noishi había muerto. Cayendo luego de luchar a pesar de que probablemente no debió de haber podido.

    Termine de contar de esa manera. Respirando luego de contar todo aquello. "Lo que casi acabo con todos no se trato solo de estos desacuerdos, creo, la manera en la cual nos organizamos fue un detonante en que todo terminara de la manera en que lo hizo".
     
    Última edición: 30 Noviembre 2025
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    Nekita

    Nekita Amo de FFL

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    Akihito Shishio

    Apenas sintió el tacto de Rengo se aferró a él con fuerza y sin duda, aunque el hecho de que se disculpara lo confundió mucho más al no entender realmente la razón. Con respecto al comentario de Tomoe y la expresión que claramente entendió volvió a hacerle una pequeña reverencia para expresar que lo sentía nuevamente, pero con ya la promesa que escuchó sobre ir a presentarse con Murai y Shino no agregó nada más, solo se limitó a asentir a las palabras de Takeda y con una reverencia corta se despidió para salir de allí, arrastrando a Rengo con él y saludando, con un leve asentimiento a Riku que iba entrando.

    Caminó y caminó sin ningún rumbo específico con todas las emociones revueltas y con su corazón alterado, todo había salido bien para su sorpresa y era raro que no supiera como sentirse pese a saber que en su mayoría estaba aliviado.

    —¿Por qué dijiste que eras el problema? —Fue lo primero que pudo decir una vez que se detuvo, girándose para estar frente a él todavía manteniendo los nervios de aquella reunión —¿Por qué tendrías que ver tú con lo que sucedió? —Dio un paso al frente para cerrar todavía más la cercanía y con la mano que tenía libre acunó su mejilla, preocupado.

    —No puedes decir eso, porque si crees que realmente lo eres entonces... ¿qué implica para las decisiones que has tomado? —Apretó su mano —¿Considerarías que entonces esto, lo nuestro, sería problemático, malo, que no debía de pasar? —Acarició su mejilla —¿Dirías que no debiste acercarte a mí física y emocionalmente? ¿O que no debías hacerme quererte de a poco porque eso desencadenaría algo malo? No lo creo... como tampoco creo que tengas que pensar que influenciaste algo de lo que pasó. Así que por favor, no digas eso, ni te disculpes por lo que pasó dentro, dijiste lo que tenías que decir y... me tranquilizaba saber que estabas allí.
     
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    Ayeah

    Ayeah Shinobi

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    Aoi Nobunaga

    No dudaba de Ryoshi. Nunca lo haría.
    Su mirada ansiosa se centraba en Dozan, quien sonrió y se volvió para mirar al primero.

    "Si llevas el ritmo yo no me opondré."

    Ya lo sabía y, aun así, la confirmación de aquel hecho hizo que una sonrisa de alivio se extendiera por su rostro.

    Iba a replicar cuando sintió el abrazo de Dozan rodearlos a ambos. Nuevamente se dejó desarmar por aquel gesto, bajando la guardia como sólo podía permitirse hacer con aquellos hombres.

    Tan baja estaba su guardia que aquel beso la tomó completamente por sorpresa. Se envaró de inmediato al sentir aquellos labios sobre los suyos y su rostro se tiñó de escarlata mientras Ryoshi y Dozan reían.

    Sentir unos labios desconocidos fue extraño. Hasta la fecha únicamente había besado a Ryoshi, había costado mucho pero ahora era algo que conocía y aceptaba. Su olor, su textura, su sabor, le eran tan familiares como los propios pero aquello fue completamente nuevo.

    Enterró el rostro entre sus manos para darse unos segundos y se asomó entre los dedos para observar el rostro moreno de Dozan mientras sentía cómo un aluvión de mariposas se retorcían en su estómago.

    Lo s-siento... — Susurró con la voz entrecortada por la vergüenza. — Me va a costar un poco acostumbrarme a esto.

    Se armó de valor y tomó el rostro de Ryoshi entre sus manos para depositar un beso en sus labios que pretendía transmitir todo lo que no podía expresar con palabras.

    Acto seguido se acercó a Dozan y, tras buscar una confirmación en su mirada, se aproximó lentamente hasta juntar sus labios de nuevo, ésta vez plenamente consciente de sus actos. Fue un beso más tímido y suave. Diferente sí, pero no por ello había menos sentimientos implicados.

    No había dudas, así es como debía de ser.

    Se separó finalmente y entrelazó las manos de los tres.
    Gracias por dejarme amaros. — Susurró con una sonrisa, aún ruborizada. Se llevó la mano de Ryoshi a los labios. — Sé que aquí no hay dudas. — Afirmó, volviéndose hacia Dozan para repetir el gesto con su mano. — Me esforzaré porque aquí tampoco las haya.
     
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    rapuma

    rapuma Maestre

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    Seikanji

    —Noishi eligió. Yo también tomé mi decisión. —hablo en voz baja, mirando en dirección a Tsubaki. Había estado escuchando en silencio, sintiendo como la tensión se podía cortar con una cuchilla afilada en aquél instante. —Podemos seguir con esto y terminar de una vez y por todas esta guerra... o podemos convertir su sacrificio en una excusa para atacarnos entre hermanos. Estás intentando culpar a cualquiera para no aceptar que duele. Te entiendo. Pero no puedo permitir que vengas a pisotearnos con ese dolor como excusa. —Seikanji estaba realmente molesto por las palabras de Tsubaki, él también cargaba con dolor y mucha culpa pero no dejaba que lo hundiera en la tristeza. Cabeza fría, del mismo modo que tuvo que tener en Uji cuando le dijeron que su madre y Jiro, su hermano, habían muerto.

    Suspiró y se frotó los ojos con cansancio, estaba completamente cansado, le apetecía enjuagarse el cuerpo con agua y jabón para quitarse la mugre de días de viaje y peleas. Mentalmente se encontraba agotado por completo.

    —Sólo quiero... descansar un poco. —levantó el rostro al eclipse, sonriendo con tristeza. —Me hubiera encantado en este último día volver a de nuevo la luz del sol. —miró a Aki y le sonrió. —¿Me ayudas a encontrar un sitio para cerrar los ojos un rato?


    Amelie utilizo la forja mágica de Bruno TDF !!!!

    monedas: 3035

    Adaptación 1: Flechas incendiarias. (1000 coins)
    Adaptación 2: Flechas incendiarias (1000 coins)
    Adaptación 3: + 3 defensa en arco (1000 coins)

    y con los 35 me compro flechas normales (si es que me alcanza o hay inflación)
     
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    Bruno TDF

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    Togashi

    Togashi sonrió al recibir las palabras de Benkei. No dejaba de ser doloroso que sólo le quedaran los espíritus del monje y la pequeña Kawa a su lado, pero hubo algo tranquilizador, hasta reconfortante, en la certeza de que lo acompañarían durante la batalla de Kioto. No estaba dispuesto a morir, pues deseaba presenciar en cuerpo y alma el triunfo de la justicia de Takeda; y seguir metas personales relacionadas con su oficio. Pero pensaba que, si su vida era tomada en la guerra, al menos no tardaría en reunirse con Benkei y Kawa en el otro plano, al ya tenerlos cerca. Si aquel destino lo alcanzaba, al menos podría buscar a Kanade y presentárselo, las chicas podrían encontrar a su primera amiga en la otra, así fuesen sólo espíritus.

    El grupo permaneció cerca del río cuando se encaminó a la tienda de Takeda. En la entrada se cruzó con Rengo y Akihito; a Togashi no le extrañó verlos tomados de la mano, ya que estuvo presente durante el beso. Llegó a dedicarle una leve sonrisa al primero, la cual retrocedió apenas creyó notar, en el otro, cierta aflicción. Los siguió con la mirada algo preocupado, hasta que no le quedó más que continuar, encontrándose con Riku y Kirara en el camino. La inclinación de cabeza con la que los saludó estuvo desprovista de sonrisa, pues también notó afectado a su compañero. Evitó preguntas que tal vez fuesen respondidas en su destino, por lo que los acompañó en silencio hasta donde Matsuda vigilaba.

    Togashi entró con su semblante sereno, enfocando la vista en su líder. Se detuvo casi al instante en la ausencia de un ojo, marcado por una cicatriz; tampoco podía obviar la ausencia del brazo, la cual había notado por primera vez en Nagano, donde tuvieron un último encuentro en el que no fue posible concretar una conversación como tal. El herrero se adelantó un paso para saludarlo con una reverencia informal, pero la cual no estuvo desprovista de respeto; lo mismo hizo hacia Shinrin y ante la chica que estaba allí presente, a la cual reconoció como la princesa Tomoe. Togashi no se vio descortés en su presentación, pese a que no veía a la Taira como su futura emperatriz.

    Optó por dejar que Riku hablara primero, por instinto creía que se trataba de algo de gran importancia. Lo supo al instante, con la primera frase: se trataba de la muerte de aquel a quien llamaban Noishi, quien tuvo gran influencia en la alianza entre los Minamoto y los Taira. Entendió el estado en el que vio a Akihito, pues el relato de Riku lo involucraba, junto con otras personas, en una misión consistente en retomar Shiga.

    Togashi se mantuvo impasible durante el relato, aunque no pudo evitar fruncir el ceño ligeramente al saber que habían actuado sin seguir el lineamiento del líder de la misión. Podía llegar a entender la situación comprometida de Akihito y Seikanji, pues él mismo no habría sabido cómo obrar, por ejemplo, hubiese estado Gonsake como su enemigo. Tal vez, como Riku, habría tenido la ilusa esperanza de llegar a una solución equilibrada con que no implicara más muertes de las necesarias.

    Tampoco habría contado con que existía la habilidad de reanimar cuerpos.

    Cerró los ojos, guardando silencio en señal de respeto hacia Noishi, Takeda y Tomoe. No intervino, porque estuvo seguro de que correspondía dejar que su señor respondiera en primer lugar. Aguardó junto a sus compañeros.
     
    Última edición: 1 Diciembre 2025
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    Amelie

    Amelie Game Master

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    [Takano; Yuzuki; Hayato;]
    [Yurei: Hashimoto; Sugawara]


    Los Sugawara también lloraban a esas alturas mientras Hayato los miraba y no apartaba la mano de Yuzuki, se recargó en ella unos momentos antes de dejarla ir.

    —Es egoísta pedirlo— inició el padre —Pero ahora ustedes vivirán más tiempo con él del que nosotros podamos; por favor, cuiden de él.

    Takano lo miró; era una promesa que no podía firmar, justo marchaban por la mañana a la guerra. Tal vez, ellos no regresarían.

    Hayato sacó el tarro con miel y sus padres rieron al verlo tan contento —Yo cuido de ellos —respondió Hayato, levantando el arco de la familia —Junto a ustedes.

    —El mejor arquero —repitió Takano y miró a Yuzuki con una sonrisa. Yuzuki era la mejor mujer, de eso no tenía duda alguna; pero no podía ser descortés y decirlo frente a otras mujeres ¿Cierto? Terminaría regañado.





    [Yin; Misato]

    Que Misato le contara todo eso le hizo esbozar una leve sonrisa; sabía que era difícil para ella, había estado guardando demasiado por tanto tiempo; era bueno que desahogara esos pensamientos; aceptó el abrazo con calidez.

    —Yo jamás hubiera imaginado que pelearía por una Tierra dónde no nací —se sinceró — Pero ahora la siento parte de mí, y deseo verla florecer a tu lado — se separó ligeramente de Misato para poder besarla sin importarle nada — Si algo tengo que agradecerle a Kuroki, si es que volvemos a verlo; es que pude conocerte. Y desde ese momento no fui capaz de separarme de ti. La mujer más inteligente, elegante y hermosa que he conocido —acarició la mejilla de Misato — A dónde vayas, yo iré. Siempre.

    Sonrió —Pero a nuestros hijos los tenemos que llevar a conocer China con su tío — le advirtió —Y aprenderán chino junto al japonés —soltó una risa sincera — Van a ser tan cultos.




    [Hachi; Kohaku]
    [Yurei: Kumiko; Taiki]


    —Tendremos una vida para entendernos si es que— se detuvo aun abrazado por Kohaku —Tendremos una vida para entendernos — dijo ante la disculpa por no entenderlo en absoluto. Para Hachi aquello no era un problema, él sabía que para conocer a alguien se debía tomar tiempo —No te preocupes, no debes disculparte — Para él era distinto; a diferencia de Kohaku, él había conocido a muchas personas todos esos años, había entablado infinitas conversaciones, descubierto las motivaciones y anhelos de los demás. Pero Kohaku era distinto al resto, muy distinto a sus ojos.

    Kohaku retrocedió y el se limpió el rostro sacando una tela de entre sus prendas.

    La pregunta de Kohaku sobre un nuevo sentido hizo que Hachi limpiara sus lágrimas esbozando una leve sonrisa; y sin darse cuenta se estaba escondiendo entre sus manos sintiendo una vergüenza nueva, no estaba acostumbrado a que le dijeran esas palabras de frente y con tanta soltura. ¿Encontrarle un sentido a la vida? Por supuesto.

    Tomó sus manos y se levantó a su lado; aun temblaba cuando se soltaron, había sido muy emocional en ese breve instante. Miró hacia su madre quién tenía las manos juntas mientras sonreía, aquello lo avergonzó de una manera que no esperaba y aquello se acrecentó cuando Kohaku sacudía su ropa.

    Le reformuló la pregunta. Y sonrió afirmando —Solo por que me lo estás pidiendo — bromeó.

    —Sabes, cuando aun estaba con Tomoe creía que después de mi venganza tendría que ascender con ella a la cima, ser asesor del futuro Emperador; eso me hizo planificar a futuro cosas que ya no me corresponden —cerró los ojos y dejó escapar el aire con tranquilidad —No sabes lo feliz que soy al no tener eso sobre de mí; y desde que decidí seguirte, he pensado tantas cosas —volvió a abrir sus ojos — Mi vida no termina después de mi venganza. ¿Sabes cuánto tiempo he pensado en tirarme al pasto y saber que se siente no pensar en que haré al día siguiente? Anhelo eso —afirmó —Mi propósito será limpiarme, recuperar lo que fui; ya no voy a organizar sueños ajenos, me toca a mí... soñar por mí.



    [Rengo; Akihito]
    [Yurei: Rei]


    Rengo pensó que iba a regañarlo; pero al sentir su mano en la mejilla vio la preocupación de Akihito. Espero a que Akihito terminara y sonrió.

    —Costumbre, por eso lo hice —soltó una risa nerviosa; no quería sonar descortés pero siempre lo hacía — Pensé que eso estaría pensando Takeda —Contó con los dedos de su mano —Natsu, Mao, Kuro, y cómo olvidar a Mara. Siempre me ha sido más sencillo echarme la culpa— se intentó explicar con livianidad — No pienso las cosas, Aki. Ese es mi problema. Hablo rápido porque me enseñaron que contestar siempre era mejor que quedarse callado —Imitó el látigo de Itami, ya comenzaba a burlarse de aquellas vivencias, comenzaba a sanar.

    Señaló a Aki —Tú piensas de más — le dio un beso rápido en los labios — Me disculpé por ponerte más nervioso. No ayudé en nada; pero ayudé. Eso es bueno, se balancea ¿Me doy a entender?

    —A veces creo, que el que tortura mi mente eres tú — se quejó Mara.

    —Y terminaron huyendo a final de cuentas — dijo Rei mirando a sus alrededores.

    —Caminar sin rumbo no es huir — le dijo Rengo — Cuando huyes sabes que no quieres volver —miró hacia dónde se encontraba el refugio —Takeda es una persona de la que jamás huiría —afirmó y miró a Akihito —¿Verdad que es buen tipo? A pesar de que se ha vuelto más serio. Y perdió un ojo, pobre.

    [Takeda; Shinrin; Tomoe; Riku; Kirara; Togashi]
    [Yurei: Kozaemon; Kenzaburo; Rei; Dazai; Inosuke; Benkei, Kawa]

    Akihito y Rengo salieron después entró Riku y Kirara. Tomoe frunció el ceño al instante. Togashi también ingreso; a la distancia venían Benkei y Kawa; ver a aquella niña obligó a Takeda a esbozar una sonrisa.

    Los presentes escucharon el desarrollo de los hechos, y Takeda los tomó con gran pesar; la verdad de las cosas es que no estaba preparado para escuchar tales detalles, lo abrumaron al punto en el que se sentó para cerrar su ojo y masajear sus sienes mientras la imagen visual se dibujaba en su mente sin detenerse.

    Kirara también parecía sorprendida, negaba ante la idea de haber perdido a un Minamoto más.

    Tomoe lo miró, al menos aquel Fujiwara era honesto; pero no perdonaba sus acciones. Miró a Takeda y al verlo en tal estado pensó que debía intervenir, volvió la vista a Riku.

    —La benevolencia de Akihito y el odio de mi hermano no fueron los únicos culpables — sentenció Takeda antes de que Tomoe lo hiciera; volvió a levantarse y tomó aire antes de proseguir — En el mar de dudas y emociones; aquellos con lucidez deben imponerse para evitar que los demás caigan. Eso han hecho los míos conmigo, y agradezco que lo hicieran o hubiera enfrentado el mismo destino que mi hermano — Takeda miró con dureza a Riku pero recargó su mano en su hombro —Actuar ante eventos que desconocemos nos altera; hemos tenido suficiente de este eclipse. Debemos detenerlo, juntos—afirmó soltándolo — Has demostrado tu lealtad, tu fuerza y valor; por ello te estoy agradecido. Yo perdí un hermano que creyó morir traicionado por personas en las que yo aun confío. Sólo les pido que se detengan a pensar un poco en él, quién murió pensando que dejaba a los suyos en las manos equivocadas.

    Kirara parecía molesta —Recuerda que yo perdoné a un asesino para que esta alianza funcionara.

    Takeda miró a Kirara —Y no fuiste la única —le recordó Takeda —No pienso perder más. He perdido lo suficiente. Vayan a descansar, recuperen fuerza; no gastemos energía peleando entre amigos. Pueden retirarse —ordenó.

    Ella lo sabía bien, él también había perdido mucho a manos de Murai y su clan. Había perdido mucho por el silencio de Noishi. Había perdido mucho al castigar una traición. Y no sólo Takeda, los Sugita también perdieron mucho a nombre de los Fujiwara. No había nada por lo que pelear y se sintió avergonzada de brincar casi de inmediato al sentir que Riku estaba siendo atacado. Tomó la mano de Riku y la apretó con fuerza, miró a Takeda y afirmó —Si, tendremos el miedo de Noishi muy presente en nuestro corazón, y desde nuestras acciones le demostraremos que estaba equivocado.

    Takeda le sonrió.

    Shinrin se acercó a Takeda y le sonrió conciliadora. Takeda esperó a que Kirara y Riku salieran para por fin mirar a Togashi —Oh Togashi, amigo —afirmó y después sonrió hacia Benkei y Kawa — Lamento mucho lo sucedido.

    Tomoe miró a Takeda y se dio cuenta en una gran diferencia entre ella y él. Los suyos jamás se dirigían a ella con los problemas, siempre era a Matahachi o Murai; miró al suelo, derrotada. Takeda había aprendido rápido, Noishi se lo dijo bien, el sobreprotegerlo no le ayudaría a aprender.

    "La montaña no disminuye para adaptarse a ti. Eres tú quién crece para superar su altura"

    Levantó la vista hacia Takeda; porque ya era muy tarde para mirarlo desde arriba.





    [Aoi; Ryoshi; Dozan]
    [Yurei: Kaori]


    La interacción entre los tres era natural, tan espontánea que en la mente sólo les recorría la idea de por que se habían tardado tanto. No había competencia entre ellos a diferencia de la riña que Ryoshi tenía con Kojiro, el ave expulsada de aquella parvada por uno de sus miembros. Pero siempre fueron unidos, al grado de que Kaori los observaba sonriendo y no con sorpresa o repudio.

    Kaori pensaba que si ella siguiera con vida, ella estaría allí de la mano con Kojiro.

    —Ya nadie podrá dudar que somos el equipo más fuerte— aseguró Ryoshi — La parvada crecerá, nos oirán.

    —¡En el mar!— gritó Dozan.

    —En el mar, la tierra y dónde sea. ¡Ni los yokai pudieron hundirnos! ¿Qué pretenden estos que caminan en tierra? —Se envalentonó Ryoshi.

    —¿Pisarnos? ¡Ja!— se burló Dozan — El golpe de una ola es mucho más fuerte; el silencio del océano más abrumador; la profundidad infinita que nadie puede imaginar. La tierra la puedo ver ¿Por que debería temerle?

    Ambos estaban listos, se sentían correspondidos. Estaban completos.




    [Seikanji; Konan, Aki, Oshin y Haku]

    Tsubaki apretó los puños oyendo las palabras de Seikanji; pero no reviró, siguió su camino hacia el refugio; dónde lo esperaba Takeda, un hombre que compartía las mismas palabras de Seikanji. Pero Tsubaki no era como ellos; había crecido cómo lo había hecho Noishi.

    El entrenamiento de Ogen era cruel. No había manera de escapar del odio.

    Tsubaki negó sin que alguien pudiera verlo.

    Su padre; él superó el odio que Ogen le inyectaba día con día. Y creció amando a su hermano menor; y creció para rescatar a ese niño que ahora era un hombre.

    —Takeda— repitió para sí —¿Cómo no puedes odiarlos? ¿Cómo?




    Aki le sonrió orgullosa de él y afirmó —La lluvia siempre cae ¿No es así? No puedes evitar mojarte; pero si puedes evitar un resfriado— Usó aquella frase de Hoshi ahora que veía a Seikanji reaccionar con tanta madurez ante la provocación de Tsubaki — Vamos, se dónde resguardarnos un rato.

    Aki lo llevó hacia su campamento; allí podrían estar solos, descansando.

     
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    Amelie

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    [KATO]
    [Yurei:SORA]


    Kato ingresó al campamento aun sangrando. Se topó con un guardia y le exigió que lo llevaran con Takeda. Este accedió por miedo. Pero Sora llamó a lo lejos a Ginko quien parecía estar aprendiendo de un boticario.

     
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    Slam

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    Ginko Harutomo

    La mujer de la herbolaria no quería venderle ingredientes, pero un boticario se acercó para explicarle lo básico y finalmente pudo comprar lo que quería.

    Luego, mientras estaba descansando, escuchó a Sora llamándolo y vio llegar a su espíritu junto con Kato ensangrentado. Ginko se incorporó rápidamente y corrió a atenderlo. Le pidió que se detuviera antes de ir con Takeda para que pudiera curarle las heridas y ya que estaba aprovechó para hablarle.

    Kato, hay algo que quería decirte, yo...— le dijo, mientras chasqueaba los dedos con una mano y comenzaba a entonar una pegajosa melodía.


    No voy a sobrevivir separado de ti
    Eres tú el ideal en la guerra final

    Yo te necesito como al opio que respiro
    Como un cuerpo mi tío, como Mara al mal
    Te necesito
    Como Kato a la violencia y como Aoi un trío

    Yo te necesito como Takeda una mano
    Como Yuzuki a Takano, como Hachi esnifar
    Te necesito
    En Kyoto yo me muero si no vas conmigo


    Terminó de cantar, pero siguió hablando, mientras acababa de coser la última herida de Kato.

    ¿Qué dices? ¿Hacemos equipo? Necesitarás un médico, un Harutomo— sonrió con aire triunfal y los brazos en jarra.
     
    Última edición: 2 Diciembre 2025
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    rapuma

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    Seikanji Yamagawa

    Con Aki de la mano se internaron al improvisado campamento que la médico le había dicho unos minutos atrás; alejados de la incertidumbre de la guerra y las penas, de los ruidos de tanta gente concentrada en un solo punto. Se dejó guiar hasta una tienda pequeña, empujaron la pequeña lona que hacía de puerta improvisada y Seikanji sintió como si aquél lugar hubiera sido pensado para que el mundo exterior quedara fuera un rato. Reiko también ingresó justo detrás de ellos, echándose a un lado del brasero que seguía ardiendo.

    Lo único que deseaba era dejarse caer sobre cualquier superficie medianamente cómoda y dejar de pensar. Pero frunció el ceño cuando vio un objeto en una esquina de la tienda, cubierto por un pañuelo y polvo; era su koto. Se acercó con confusión, creyendo perdido su olvidado instrumento musical. Recordaba haberlo tomado cuando Gendo Mori asaltó Koga pero luego entre las prisas y los escapes... pero allí estaba, con sus cuerdas tensas y con la madera golpeada y rasguñada.

    —¿Cómo...? —se dijo a sí mismo en voz alta, con la boca abierta, acariciando la madera con la yema de sus dedos, dejando la marca sobre el polvo que salpicaba al instumento. —Lo había creído perdido para siempre. Es increíble que lo encuentre justo ahora. —su madre cantando, Jiro riendo mientras bebía sake, la casa iluminada por la luz cálida del atardecer; otro fragmento de una vida que ya no le pertenecía, arrancado por la guerra, por el deber y por la muerte. Acarició las cuerdas con torpeza y sonaron desafinadas, como si no las recordara y ni ellas a él. Se sentó frente al koto, la postura volvió a él con cierta naturalidad pero sus manos se sentían extrañas. —Quizá suene un poco mal al principio.

    Se miró las manos antes; los dedos largos, resecos, con pequeñas cortaduras en las falanges, en los nudillos. Las uñas sucias. No eran manos de artista, la vida lo había llevado a empuñar otros instrumentos, olvidando la m´usica. La primera nota fue torpe, corta, casi fea. La segunda salió un poco mejor. Con la tercera sus manos comenzaron a recordar lo que su mente había olvidado. Era una melodía incompleta, fragmentada; no tenía dirección, era solo él intentando encontrar otra vez el ritmo. Los dedos se le acalambraron por la falta de costumbre y sonrió.

    —Ya tendré tiempo de practicar otra vez una vez termine la guerra. —con rostro solemne dejó el koto a un costado con delicadeza, como si temiera dañar los recuerdos que aquél instrumento tenía consigo. Miró a Aki a los ojos. —Lo que mas echo de menos de la luz del día es ver tus ojos con aquél brillo que me cautivó en Koga. Quiero vivir para poder volver a verte otra vez con la luz del atardecer o con la caída de la noche, en el amanecer. Pero quiero que todos mis amaneceres y atardeceres que me queden de vida sean a tu lado.

    Y a dormir! zzzz
     
    Última edición: 2 Diciembre 2025
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    Amelie

    Amelie Game Master

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    [Kato; Ginko]
    [Yurei: Sora; Ujihisa]


    Ujihisa siguió el ritmo de los chasquidos mientras su sobrino suturaba. Sora no sabía bajo que piedra meterse .

    Hace ya tanto tiempo que no escuchaba un canto, tal vez oír nuevamente a Hana le traería paz; pero la voz de Ginko lo hizo recordar el por qué le molestaba tanto el canto. Allí estaba Ginko ventilando a medio clan entre rimas y sangre.

    Kato despreciaba lidiar con palabrería ajena, le frustraba el llanto y la falta de entrenamiento; con Ginko tenía que aguantar dos de esos malos hábitos, y ahora agregaría el canto a su lista. Pero al menos Ginko no era un llorón a pesar de que lo irritaba tanto que sentía verdadera paz cuando sus caminos se separaban.

    —Además...—le susurró su tío a Ginko —Si se desmaya vuelvo a usar su cuerpo.

    Kato los miró mientras volvía a colocarse el haori, preguntándose si ese hombre también era homosexual cómo casi todos los que veía últimamente. ¿Le había dedicado un poema? Un desperdicio de potencial.

    Kato miró a Sora esperando que ella dijera algo pero no lo hizo, estaba impactada.

    Él sabía que necesitaba un médico, pero también sabía que sería un objetivo principal para el enemigo. La falta de miedo en Ginko era lo que lo obligaba a orbitar cerca de él; porque por más molesto, irritante, vegano, débil, terco, desesperante, extraño, drogadicto y homosexual que fuera. Sus sentimentalismos no iban a estorbarle en el combate.

    Volvió a mirar a Ginko, pensando que no quería que nadie le estorbara; el médico se veía enfermo por su complexión cada día más mediocre; pero un animal enfermo aleja a otros en cacería, tal vez sería buena idea. —Si vuelves a cantar, estarás junto a tu tío más pronto de lo que esperas.

    Kato lo sabía, a Ginko se le resbalaría aquella amenaza.

    Ginko Harutomo no temía a la muerte. Y por eso a pesar de todos sus defectos, a Kato le agradaba... un poco.
     
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    Monpoke

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    Fujiwara no Riku

    Asenti ante sus palabras, tratando de notar aquella emociones que esconde bajo esa superficie, por respecto a eso no dije mi más palabras.

    "Me disculpo por venir a contar todo de esa manera, pero considere impropio dejarte en la obscuridad sobre esto". Me incline torpemente con pesar, en arrepentimiento y aceptando nos despidiera. "Si había un momento para que lo sepas, tenía que ser ahora, no habría ningún otro momento a partir de aquí".

    Me ergui y le hice señas a Kirara para que guiará el camino al exterior, empecé a seguirla de inmediato.

    "Una última cosa". Me detuve, volviendo me hacía Takeda. "Al completar la misión y salir del castillo, lo hice con el cuerpo de Noishi, en el exterior me encontré con Kato Harima". Di esa explicación resumida, omitiendo la parte del sueño que caímos todos. "Se quedó atrás para cremar el cuerpo, puede que regresé en el algún momento". Podía suponer que estaba recibiendo muchas visitas alrededor del mismo tema, nomás podía aligerar la siguiente al hacerle saber que esperar.

    "Es todo". Con esos dicho, está vez si nos alejamos del lugar.

    Tomando distancia del campamento cercano la Takeda, mire hacia Kirara y le sonreí. "Agradezco me defendieras". Pueda contar con ella de esta manera también, atreviéndose a vocabulario vulgar sin importar la situación o la persona. "Pero sería impropio que deba esperar recibir palmaditas ante este tipo de equivocacion. E igualmente han sido solo palabras, las he soportando lo suficiente para dejarme tirar ahora".

    Suspiré con un tipo diferente de pesar, sabiendo que las horas avanzaban y se acercaba el momento del final. "Lamento si debí utilizar así nuestro tiempo juntos eso, casi es como si encontrará la manera de siempre acabar en los mismos temas".

    La mire directamente a los ojos, queriendo y luchando por palabras. Por ideas que no llegan y pensamientos sin concretarse.
     
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    Zireael

    Zireael kingslayer Comentarista empedernido

    Leo
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    Yuzuki Minami

    Hayato se recargó en mí un momento, allí aproveché para darle un abrazo y consolarlo, al menos un poco. No había manera de que no llorara, si hasta sus padres en esas formas lloraban, así que estaba bien. Me alegraba de cierta manera que pudiera verlos una última vez, que pudiera hablarles y sobre todo que ellos vieran que el niño estaba vivo y sano más allá de su ojo.

    Las palabras de su padre me hicieron mirar a Takano discretamente, pues ambos sabíamos que no podíamos prometer algo así, no cuando marchábamos a la guerra. Quizás no regresáramos, pero haría todo lo posible para evitar ese desenlace. Teníamos amaneceres que ver juntos, ¿no? Takano, Hayato, Rengo y yo. A pesar de eso no crearía falsas esperanzas para nadie, por lo que me limité a dedicarle una sonrisa al hombre.

    Una que quizás decía lo que yo no quería externalizar.

    Ver al pequeño sacar el tarro de miel me hizo reír, el sonido quedó algo ahogado por mis lágrimas que aumentaron su grosor al oírlo decir que nos cuidaba junto a ellos, mostrando el arco que había recuperado gracias a la alianza, gracias a Murai. Era lo único que conservaba de su vida en su Fujimi, de su familia. Takano, por su parte, secundó mi argumento de que era el mejor arquero y me sonrió, gesto que le regresé.

    Me acerqué a él, busqué el cobijo de su abrazo y me quedé allí un momento, solo viendo la escena de los Sugawara. Yo necesitaba... este niño tenía que hacerme caso por una vez, incluso si le dolía terriblemente, incluso si lo enloquecía de preocupación, pero no podía. No podía llevarlo a la guerra sabiendo lo que podía pasar con él, un destino que parecía haber evitado ya muchas veces.

    —No puede ir con nosotros —le dije a Takano en un murmuro, aprovechando la cercanía para que no nos oyeran—. No puedo correr el riesgo de perder a dos de mis niños en el campo, no puedo. Ayúdame a convencerlo para que se quede, me ha seguido incluso cuando le he pedido que se quede al margen, pero esto es diferente.

    Pasé saliva.

    —No puedo perderlo allí, no puedo acercarlo a Gendo, jamás.

    más a la noche envío lo que me falta por el MP, compras y el team
     
    Última edición: 2 Diciembre 2025
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Kohaku Ishikawa

    La interrupción autoimpuesta de Hachi me ciñó el pecho y presioné las manos en su espalda, acercándolo más a mí. Fue, también, para mitigar el leve temblor en la punta de mis dedos. Creía empezar a verlo. Todo lo que había perdido recientemente, la intensidad del carmín en su mirada, la plena convicción de su voz. Sus emociones eran fuertes y no encontraba el espacio para expresar las propias, no como había sentido junto a la calma de Hotaru.

    Tenía miedo. La idea de entrar a Kioto, de enfrentarnos a Gendo Mori y los demás... me aterraba. No quería, no podía morir. Si caía, el clan Ishikawa desaparecería para siempre.

    Se adecuó a mi broma y reí, relajando parte del cuerpo. Me gustaba verlo sonreír. Lo escuché con calma, recibí su mirada y mi propia sonrisa se amplió lentamente. Le di un apretón en la mano y la alcé, dejándole un beso sencillo en el dorso.

    —Respuesta correcta —bromeé.

    Le solté la mano y lo miré un rato antes de que mi sonrisa se suavizara con un tinte diferente.

    —Pasa conmigo esta noche. —Fue un pedido y una oferta, y le eché un vistazo fugaz a sus labios—. Creo recordar haberte pedido que me enseñaras a besarte, Hachi, pero no te tomaste el trabajo muy en serio.

    Luego de eso, le sugerí que buscáramos a Yume y Tamura. En el camino, sólo por si acaso, le pedí que si topábamos con Rei no le mencionara que su supervivencia había acabado relacionada a Ebisu. Rei había decidido sacrificarse por él, lo hizo con la esperanza de salvar su vida y, así fuera una pequeña mentira, creía que merecía sentirse así. Como el héroe en el cual se había convertido.

    —Sólo lo sabemos tú, yo y mi padre, y prefiero que se mantenga así —finalicé, divisando a los chicos a la distancia.

    Sonreí de oreja a oreja y troté hasta alcanzar a Yume, a quien abracé con fuerza e incluso despegué del suelo un par de segundos; era tan pequeñita. Decidí permanecer junto a ellos, charlando y rememorando la épica, asombrosa, increíble batalla que había dado Tamura contra su shinigami. Pasado un instante de silencio, miré a los dos y les sonreí. Fue un gesto menos efusivo, pero aún así colmado de honestidad.

    —Gracias por ser mis amigos —murmuré, sentí un pequeño nudo en la garganta y dejé caer la cabeza sobre el hombro de Yume, tal y como había hecho en el barco—. No he hecho muchas amistades a lo largo de mi vida y varias de ellas acabaron mal. He tenido que despedirme de... demasiadas personas. Pero confío en esto, en los recuerdos que hicimos juntos y los que haremos en el futuro. No por nada somos el Equipo Shijin, ¿cierto? —Me reí, algunas lágrimas me salpicaron los ojos y extendí ambos brazos a los lados—. ¿Abrazo grupal?

    Con todo, no cargaba arrepentimientos. Había oído a mi corazón, había confiado en lo que creía correcto, y las semillas germinaban en un hermoso campo de flores. Ahora sólo quedaba el último esfuerzo, el último paso para arrancar a la inmundicia del corazón del país. Y si moría en batalla, lo haría luchando por un futuro mejor.

    No podía ser tan malo.

     
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    Bruno TDF

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    Togashi

    El relato contenía detalles dolorosos, que abrumaron a Takeda hasta un punto que necesitó sentarse en el suelo, masajeándose las sienes. Él lo observó con detenimiento, manteniendo su porte y su expresión respetuosa. Ver a su señor adoptar esa postura podría haberlo alarmado, como si fuese una señal de debilidad. Pero Togashi no pensaba de tal manera, pues en Nagano fue consciente de la fortaleza en los ojos del Minamoto, y en su corazón llevaba grabado a fuego el discurso que dio ante el ejército que lo seguiría a Kioto. Además, comprendía a la perfección lo dolorosa que era la partida de un hermano al que, por tanto tiempo, creyó perdido. Ninguno estaba al tanto de los detalles, pero Noishi y Gonsake compartían historias similares: hombres que habían renunciado a sus propios nombres para moverse en las sombras, en pos de un bien mayor. Togashi sabía que, si perdía a su hermano en aquella guerra, el golpe sería tan terrible como cuando presenció el último aliento de Kanade.

    Por eso, no hizo ademán de intervenir, a diferencia de Tomoe. Demostraba su confianza sin recurrir a la palabra.

    Takeda no sólo se levantó, sino que respondió con claridad y contundencia. No fue especialmente condescendiente, Togashi atestiguó la dureza con la que miró a Riku, afirmando que Noishi partió considerando traidores a personas en las que aún confiaba, y pidió que pensaran en él. El herrero se mantuvo impasible en aquella suerte de audiencia, salvo cuando la intervención de Kirara le sacó una reacción: Togashi la miró, con el ceño fruncido, pero pronto relajó el semblante por la intervención de Takeda, por lo que todo terminó en un suspiro de su parte. Con unas palabras finales sobre Noishi y un aviso de la inminente llegada de Kato, Riku y la Fujiwara se retiraron a descansar; los despidió con un gesto desenfadado, algo cortés.

    Takeda lo recibió como a un amigo y sonrió hacia Benkei y Kawa, quienes, como él, habían acompañado en silencio la reunión. Cuando el Minamoto lamentó sus destinos, Togashi bajó ligeramente la cabeza, también con pesar. Se sentía en paz con la compañía del monje y la niña, pero en sus ojos se vislumbraba el dolor de estas pérdidas.

    Lo mismo digo —le respondió—. Todos hemos perdido mucho a lo largo del camino. Hasta nos han arrebatado la luz del cielo —elevó la mirada a los ojos de su señor, mostrando una serena firmeza a pesar de todo—. Pero estamos aquí, de pie. No dejamos de levantarnos, tal como has hecho ahora.

    Finalmente, Togashi le dedicó una leve sonrisa.

    He aprendido mucho en el sendero de la fragua y el martillo, pues mis pasos me llevaron ante valiosos maestros —continuó—. Uno de ellos sostenía la importancia de tener nuestras almas templadas. Dijo que debemos ser como el sable —cerró los ojos con solemnidad y recitó las palabras de Keisho Okudera—. “Que el calor imperdonable de la fragua, que el dolor de los golpes y que la agonía del temple sean su impulso, no su quiebre; y así puedan obtener su verdadera forma”.

    Recortó la distancia con pasos tranquilos y apoyó una mano en el hombro de Takeda. Togashi no se llevaba bien con las formalidades, y confiaba en que al Minamoto no le molestaría su gesto. Habían viajado un tiempo juntos desde que partieron de Tsu y se ayudaron mutuamente al principio, ya fuese prestando monedas o legando katanas; tampoco olvidaba la conversación en el mercado de Gifu. Siempre estaría agradecido por su confianza y por Asahi, la espada que seguía presente en su cinturón.

    Veo en ti a un hombre que ganó fortaleza en su forma, sin perder por ello la humanidad de su corazón —afirmó; oprimió amistosamente el hombro de Takeda, para después soltarlo— Por fin puedo decírtelo de frente. Me alegra verte, amigo mío, y te acompaño en el dolor.
     
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    Nekita

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    Akihito Shishio

    No debía conocer del todo a las tres personas para entender que estaba queriendo decir Rengo, y si lo ponía de esa forma, bueno... era mala suerte, una coincidencia que podía llegar a verse demasiado sospechosa pero dudaba demasiado que tuviera que ver con él, quizás tan solo a Rengo le gustaba pasar tiempo cerca de personas que podían llegar a ser muy imprudentes por creerse demasiado listos o creer que sabían mejor, como él mismo como había comprobado con Shiga.

    Aun así no quiso dar ningún comentario y se limitó a negar con suavidad para que supiera que no estaba de acuerdo con que se chara la culpa porque era lo más sencillo.

    —Podemos aprender cosas nuevas o reinterpretar las enseñanzas viejas —Dijo algo esperanzado después de darle de vuelta su espacio luego del beso que le dio, era algo que costaba trabajo, pero confiaba que ahora que se tenían uno a otro podían ayudarse con eso —. Lo entiendo, pero en serio no debes disculparte por ponerme nervioso en esa situación, no se compara para nada cuando me pusiste nervioso sobre a mi padre. —Señaló con un movimiento de cabeza a Rei con una ligera risa por el comentario de Mara, los recuerdos borrosos del estado de ebriedad todavía le permitían sentir el bochorno de tratar de justificar la razón por la cual lo había visto desnudo.

    Hablando de su padre, no pudo evitar agitar con su mano frente a su rostro como si quisiera molestarlo por decir eso, porque coincidía con Rengo, eso no había sido huir, Takeda les dijo que se retiraran y él se retiró... muy lejos.

    —Escucha a Rengo, no huimos, solo busqué algo de espacio... —Para evitar a los demás, por un momento. —Y sí, me sorprendió como llevó todo, es una persona admirable. —Añadió con una pequeña sonrisa, de eso si su cabeza no estaba confundido, para manejar la situación como lo hizo en serio hacía a Takeda una persona admirable.

    Miró al cielo momentáneamente, la batalla final ya se acercaba y no sabía donde estaban los dioses viéndolos pero le hacía algo de sentido que fuera desde allí, pero para este caso en particular, su mirada poco a poco se fue desviando hacia Shi —Mara, quiero agradecerte por haberme hecho compañía durante la misión, me ayudó a sentirme algo más acompañado con toda la incertidumbre dentro del castillo y claro, me dio esperanza saber que tú y Rengo ya venían a ayudarme.

    Era un gran privilegio tener a un dios como Mara a tu lado tratando de que te aferraras a la vida o decidiera hacerte compañía porque sientes incertidumbre de algo.

    Luego su siguiente punto focal fue Rei, el dolor seguía pero podía manejarlo —Se que tu preocupación por mi es más grande que lo que pasó en el castillo, pero... en serio lo siento, lo intenté con todas mis fuerzas hasta que fue imposible. —Mordió su labio inferior con cierta frustración —Pero, cuando acabe la guerra veré como puedo apoyarlos o apoyarlas... —Estaba la familia de su hermana y la esposa de su hermano pero, aun así, quería que supiera que buscaría apoyarlos si así lo permitían las circunstancias —Estarán bien... y yo también, en especial porque ya no estaré solo. —Alzó la mano que tenía entrelazada con Rengo y la beso con una pequeña sonrisa.

    Aunque tuviera que trabajar para sentirse mejor y soltar el peso de lo sucedido en el castillo, saber que mínimo no estaría solo en el proceso le brindaba confort, y estaba seguro que a Rei también se lo daría en parte por la personalidad de Rengo, quizás podría estar seguro que simplemente no iría a perderse por su cuenta o algo similar.

    Finalmente se giro a ver a Rengo —Y a ti... en serio muchas gracias por ser ese viento que me mueve a actuar —Se lanzó a abrazarlo con fuerza —, parece desde que simplemente apareciste frente a mi he podido animarme a hacer tantas cosas...yo se que gracias a ti pude volar por primera vez, hiciste que volviera a recordar que soy importante, me viste. —Apretó un poco más su abrazo por unos segundos y antes de separarse por completo besó su frente y luego sus labios.

    —Así que, antes de que siga hablando por ser un desastre emocional, ¿me acompañarías a descansar antes de toda la locura inicie? Necesito un buen baño... y en serio quisiera que pasáramos la noche juntos.
     
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    Amelie

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    [Takano; Yuzuki; Hayato;]
    [Yurei: Hashimoto; Sugawara]


    Takano la recibió con naturalidad, abrazándola y acercándola a él —Es un niño, debe entender. Pero la idea de que debe esperar le será difícil. Tal vez podamos enviarlo con tus hermanas, mientras todo esto se resuelve. Hay algunos que se quedarán en el campamento, muchas madres vinieron a alimentar al ejército, regresarán y pueden llevarse a los niños con ellas.

    Hashimoto los miró —Es un niño inteligente, no sólo fuerte. Sabrá que es necesario.


    [Hachi; Kohaku; Yume; Tamura; Kumo]
    [Yurei: Kumiko; Taiki]


    La propuesta de Kohaku hacia Hachi lo hizo sonreír de manera distinta —Entonces lo tomaré más en serio, si el estudiante no está satisfecho.

    Taiki y Kumiko querían desprenderse de ellos en aquel momento, simplemente se pusieron a conversar entre ellos, presentándose y hablando de nimiedades para distraer la mente.

    Cuándo llegaron con Tamura y Yume; Tamura acercó sus manos a la cintura de Yume por si trastabillaba al ser cargada brevemente; pero no pasó nada y comenzaron a hablar como si nunca se hubieran separado. Tamura se sintió muy orgulloso al ver cómo Kohaku narraba su pelea. Yume sonreía y miraba también a Hachi esperando un reclamo que nunca llegó.

    El equipo shijin la pasaba muy bien, e deseaban poder hacer muchas más memorias después de la guerra. Se abrazaron y sintieron unas manos unirse a aquel abrazo.

    —¡¿Kumo?!— preguntó Tamura mirando al muchacho que al instante se alejó por el grito.

    —Yo también quería unirme al abrazo, pero en silencio — agregó Kumo para volver a ser jalado del brazo por Hachi y unirse al abrazo de manera más formal.

    —Formamos un muy bonito grupo —decía Yume entre lágrimas, sabiendo que no podría seguirlos por su impedimento físico.

    Permanecieron en aquel abrazó hasta que sus brazos necesitaron descanso.

    [Takeda; Shinrin; Tomoe; Togashi]
    [Yurei: Kozaemon; Kenzaburo; Benkei, Kawa]

    Takeda sonrió al escuchar la frase de uno de los maestros de Togashi y cuando culminó diciendo que lo acompañaba en su dolor obligó a Takeda a apretar los labios; ya no era un punto de contener sus lágrimas, era más una reacción para poder forzar aquellos recuerdos a permanecer dentro de él, a no olvidarlos.

    —Esta fortaleza no es sólo mía — dijo con seguridad, dijo llevando su mano al pecho —Este acero no se forjo solo — dijo con una sonrisa, tomando la analogía del herrero, su amigo frente a él — Sin ustedes yo no hubiera sido nada, y eso es lo que olvidan aquellos que suben a lo más alto del poder. Yo me niego a olvidarlo. Y espero que la vida me alcance para demostrarlo.





    [Riku; Kirara]
    [Yurei: Inosuke, Dazai]


    Kirara sonrió avergonzada —Lo sé, reaccioné sin pensar. Ya también me disculparé con Takeda — afirmó — Una pena lo de Noishi.

    Abrazó a Riku —Habrá mucho tiempo más después de la guerra; después de que repartan tierras y podamos descansar un poco de todo esto —dijo separándose mientras miraba como Inosuke corría a su alrededor para evitar el contacto visual con Riku.

    —Tal vez podamos pensar en formar una familia.




    [Seikanji; Aki]

    Aki compartía los mismos sentimientos por Seikanji, el frío en ese mundo cada vez empeoraba, todo a su alrededor moría lentamente. Ellos también lo harían si el sol no volvía —Volveremos ¿Cierto? — preguntó tomando su mano y afirmó con seguridad —Lo haremos, y pasaremos todos los amaneceres juntos —sonrió — aunque a veces no los veamos por quedarnos dormidos hasta tarde — soltó una risa para después abrazarlo con fuerza.





    [Rengo; Akihito]
    [Yurei: Rei]


    —Te preocupas mucho, Akihito — respondió Rei — Yo me preocupé por ti no porque los demás me preocupen menos. Lo hice porque a ti no te dí lo que a los otros si. Ellos crecieron conociendo su valor, su fuerza; a ellos les di armas que sé que saben usar; yo por mi imprudencia acrecenté tus inseguridades en lugar de tus virtudes; pero créeme, a ellos los levanté alto, tan alto que sé que las piedras que les lancen no los alcanzarán —miró a Akihito — Mei cometió el error de subestimarlos, de creer que ellos no podrían defenderse solos. Seguramente abandonándolos por querer protegerlos, dañándolos más — cerró los ojos —Todos somos padres que creían hacer lo mejor por sus hijos, sin detenerse a escucharlos, decidiendo por ellos —negó y abrió los ojos — Tu única obligación con ellos es ser su hermano —soltó una risa — Ellos estarán bien. Son mis hijos; así como tú.

    Rei les dio la mayor privacidad posible.

    Rengo aceptó el abrazo con fuerza, le gustaban mucho los abrazos; y cuando se separó para besarlo aprovechó para hablar —¿Cómo no iba a verte? Tú confiaste en mí sin preguntar nada, necesitaba eso. Es muy difícil acomodar mis ideas, por eso soy imprudente; aun así, me gusta que los demás confíen en mí. Porque lo que importa es que hagas las cosas de buena fe ¿No es cierto? Ya si salen mal pues... no sé — soltó una risa. Era tan difícil la moralidad.

    —Vamos por ese baño y pasemos la noche juntos después— dijo soltándolo —¡El último en llegar al río tendrá que desenredar el cabello del otro! —Rengo no esperó a Akihito; ganaría aunque tuviera que hacer trampa en el proceso. Ambos tenían el cabello demasiado largo.

     
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    Ginko Harutomo

    —¡Trato hecho!— exclamó el médico en respuesta a la condición que Kato le ponía —Te encantará el resto del equipocomentó finalmente, pensando en Hinata y Oki, las dos personas más fortachonas que había conocido en su vida. Si lograba mantener con vida a los tres tanques, la guerra estaba ganada.
     
    Última edición: 3 Diciembre 2025
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