Interior Casilleros

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Era medio consciente de la cara que debía tener, por lo que al oír su risilla me detuve brevemente y arqueé una ceja en un gesto inquisitivo. No hice nada más que eso, me distraje en el colorinche de sus uñas y acabé con el mejor apodo que vería esta Academia en su entera existencia. Mi objetivo se cumplió, la estupidez la sacó de base y asentí, sonriéndome muy orgulloso. Recibí su golpecito con un pestañeo, no más.

    —Me ofendes —sentencié, con una pequeña sonrisa revoloteando en mis labios, y exageré un suspiro al cruzarme de brazos—. Mírame, y mírame bien: ¿tengo cara de poner apodos basados en cualquier cosa y sin relación con la otra persona?

    Era como preguntar si parecía preferir desayunar arroz frito cuando la temperatura descendía los quince grados en otoño, pero me hacía gracia mantener el absoluto despropósito de la conversación. También, no iba a mentir, quería ver si era capaz de responderme algo que me mantuviera entretenido. Y, por supuesto, el elemento esencial: negarme a explicarle de buena gana mi tren de pensamientos.

    Le solté en la cara que me estaba halagando y pestañeé sin prisa, una sonrisa ampliándose en mi rostro conforme la oía exacerbarse y negar todo el asunto. Pensaba que tendría que ingeniármelas un poco más hasta que acabó dejándome una brecha en bandeja.

    —¿Y no estoy lindo esta mañana? —le repliqué al instante, tranquilo, casi sobre sus últimas palabras.
     
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    Zireael

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    No creía que despeinarse un poco fuese un gran sacrificio ni nada, teniendo en cuenta había dado con Bea me parecía más importante acompañarla ya que había tenido que venir justo con el tumulto de estudiantes. Si la chica apenas podía hablar con una persona, meterse a la multitud no debía ser mejor, así que quizás una cara conocida la ayudara un poco.

    Me alegró que fuese sincera, también que dijera que conmigo estaría bien y me dispuse a eso, ofrecerle mi compañía. Recordé a Vero diciéndome que le tuviera paciencia a Cay y que nos acompañáramos. En cierta medida Beatriz parecía menos... resistente, por decir algo, así que eso facilitaba la tarea.

    Cuando reiniciamos nuestro camino accedió al plan de empezar por su casillero, pero también a acompañarme al mío y sonreí con suavidad, aunque mantuve la vista al frente. Incluso en medio de su ansiedad, Bea demostraba chispazos de valentía para luchar contra sí misma, para no dejarse doblegar, al menos no sin dar pelea. No sabía si ella lo veía así.

    —Está bien —respondí, emocionada.

    Entramos a los casilleros, el ruido de las personas se hizo más notorio y me di cuenta que ella se acercaba más a mí. La miré un instante, pensé en ofrecerle mi mano, pero en su lugar también corté algo de distancia en su dirección y me aseguré de avanzar a su ritmo.

    —¿Un contable? ¿Y te gustó o llamó la atención algo en particular de la entrevista? —pregunté para hacer un poco de conversación—. Seguro que les fue muy bien, ya verás.

    Tomé una pausa para darle tiempo de contestar, también para dejarle espacio de procesar un poco el momento e irnos acercando a su casillero.

    —Yo también ya hice mi proyecto, entrevistamos a mi tío que trabaja en una empresa de tecnología. Espero que nos vaya bien, creo que fue una buena entrevista. Al menos a mí me gustó.
     
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  3.  
    Amane

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    Si debía intentar adivinar algo de la personalidad de Yuta, lo primero que diría es que el chico parecía ser casi tan dramático como yo. Cualquiera lo diría, con las pintas de macarra que traía, pero yo lo había podido ver con mis propios ojos y sabía que era la realidad. Enarcó una ceja en un claro gesto inquisitivo cuando muy evidentemente me reí de su cara y, como no podía faltar, dejó salir un suspiro de lo más exagerado cuando saqué a relucir que su apodo no tenía ni pies ni cabeza. Cuando el chico me preguntó si de verdad tenía cara de eso, no dudé ni un segundo en aprovechar la oferta que me extendió y me acerqué a centímetros de su rostro, inspeccionándolo a consciencia antes de volver a separarme con una sonrisa decidida.

    —Así es, Yutarín. Tienes cara de tontín~ —sentencié en un tono de completa convicción, asintiendo con la cabeza para remarcar todavía más mi punto.

    Mi berrinche no pareció hacer demasiado efecto sobre él, que mantuvo la calma en todo momento y actuó como si no hubiera soltado la mayor barbaridad del mundo mundial. No reaccionó de ninguna manera relevante y lo único que decidió hacer fue preguntarme si no estaba lindo aquella mañana, como si aquello hubiera sido el punto más importante de toda la conversación. Mantuve el ceño fruncido mientras clavaba mi mirada sobre él, incluso llegando a inflar un poco los mofletes por la molestia.

    >>No —acabé por decir, completamente seria, aunque no pude evitar apartar la vista con algo de vergüenza—. Estás... normal. Con cara de dormido. Así que en realidad estás normal tirando a regular, ¿sabes? Yo que tú me esforzaría un poco más antes de salir...

    anoche tuvieron que ser sacrificados, los pobres :( al final la interacción se quedó super corta, but it was suuuuuper fun just with this... i kinda love them already u//u <3
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Recibí a Yumemi en mi espacio sin problema y me mantuve en sus ojos mientras ella analizaba mi rostro o la mierda que estuviera haciendo. Al final concluyó que tenía cara de imbécil, sólo que lo dijo de forma cute, y yo meneé la cabeza, decepcionado.

    —Tienes razón, el apodo definitivamente no salió de ninguna parte ni tiene ninguna historia interesante detrás que valga la pena contarte...

    Luego le solté la pregunta interesante y lo negó enfurruñada como una cría. Desvió la mirada, sin embargo, y esperé a que terminara de formar su idea. Como invocado por mis pensamientos, noté que detrás de la chica había cierto alguien cambiándose los zapatos.

    —Normal, no te gustan los tíos como yo —destaqué, y alcé un poco el tono—. A ti te van más los príncipes, preferiblemente de cabello castaño, ojos miel, como metro setenta y cinco, siempre impecables, siempre perfumados...

    Había ido enumerando aquellas características fingiendo desentenderme del asunto. Shinomiya acabó por mirar, reparó un breve instante en cada uno, esbozó una pequeña sonrisa llena de suficiencia y nos rebasó sin más para subir a clases. Dios, qué tipo aburrido. Aburrido y estirado.

    —Me han dicho que recién despierto me veo bastante atractivo —seguí hablando como si nada, y suspiré—, pero la pequeña Konpecchi es muy orgullosa. Una pena que no sea un príncipe, no podré acompañarte arriba.

    Junté dos dedos al costado de mi frente y así me despedí de ella, girando sobre mis talones y disponiéndome a subir primero.


    Había planeado colar a Kou si nos daba el tiempo, así que al final sólo hizo aparición estelar JAJAJA

    then again, muchas gracias por caerme, bebita <3 los amo, they so funny JAJAJAJA
     
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    Bruno TDF

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    Abrumada por el repentino oleaje de presencias, con sus voces y pasos incesantes, estuve a punto de no notar que Jez imitaba mi ligero acercamiento. Me había aproximado a ella por reflejo, sin querer, impulsada por el arranque de nervios que me desataban los espacios concurridos. Pero ahora que fui más consciente de su cercanía, y sabiendo que ésta no le incomodaba, yo… aprovech{e para recortar un poco más la distancia, hasta que sentí el ínfimo roce de nuestros hombros. Éste fue el único punto de contacto que hubo entre nosotras, me sirvió de límite para no pegarme más de lo permitido.

    Mi intento de conversación fluyó. Jez quiso saber si la entrevista me gustó o si, en su defecto, existió algún punto específico que captó mi interés. Me sirvió escucharla decir que a Satoko y a mí nos iría bien; en el fondo lo sabía, hicimos un buen trabajo entrevistando a su padre, pero… necesitaba confiar más en mí misma.

    —E-Era un hombre muy… apasionado por su profesión, ¿tal vez? —respondí, pensativa— A-al menos esa impresión me dio… Se lo veía muy contento al hablar de su trabajo… tanto sobre lo bueno… Como sobre las dificultades… —nos detuvimos frente a mi casillero— Sentí que… me alegré por él…

    Además de eso, quizá era correcto pensar que la actitud del señor Shichimiya fue inspiradora. Me pregunté si en el futuro podría hallar una profesión que me hiciera sonreír de esa forma… Si yo sería lo suficientemente útil para mostrar, a los demás, en el futuro, algo que pudiese servirles de impulso… ¡P-p-pero es m-muy pronto para pensar en eso…! Me aparté de tales divagaciones para prestar atención a Jez, quien también había completado su proyecto.

    —Tu tío… ¿cómo se llama? —pregunté con honesta curiosidad y, a la vez, para continuar extendiendo la conversación; hablarle me ayudaba a no pensar en mis nervios— M-me alegra que lo hayas disfrutado. C-creo que aprendimos… bastantes cosas, ¿tal vez? Este proyecto… fue interesante…

    Asentí cuando Jez me respondió, con la mano ya posada sobre la puerta de mi casillero. Fue entonces cuando lo abrí, esperando encontrar sólo mis zapatos en su interior. Como siempre… Como cada día... Sin esperar nada que rompiese con la sólida estructura de las mañanas. Pero yo… me quedé muy quieta en mi lugar, atenazada por un repentino desconcierto. Y mis ojos se abrieron mucho, lentamente. Posados sobre lo que tenía enfrente.

    Una caja pequeña, luciendo el logo de una pastelería. Y sobre ella, láminas de stickers, que eran tapados por un papel escrito. Reconocí las figuras de algunos Pokémon, personajes de Hollow Knight, a Planta Piraña; asomaban desde los bordes de la nota, como si fueran escoltas de las palabras plasmadas con tinta de bolígrafo.

    Mi corazón latió muy fuerte, al darme cuenta de que esto era real. Intercambié una mirada con Jez, sin poder disimular mi sorpresa, antes de volver a depositar la atención en el casillero.

    Tomé el papel en mi mano, un poco dudando, como si se fuese a romper y… lo leí. Cuando los nombres de Rowan y Cayden circularon frente a mis ojos, el corazón volvió a latirme fuerte, con una contundencia que no era dolorosa… sino, lo contrario.


    “Quería dejarte algo, son de una pastelería cerca de casa”

    “Los stickers los encontré y pensé en ti”


    Intercambié otra mirada con Jez. La sorpresa se mantenía en mi semblante, pero se había suavizado con creces. No dije nada, si no que le extendí el papel para que lo tomara y, tras eso, revisé los stickers. Eran muy bonitos, y de repente estaba preguntándome dónde podría pegarlos, si tal vez quedarían bien junto al gato que me había dibujado. Me movía despacio, todavía procesando la situación, pero en mi pecho se desató una emoción que… era difícil de contener. Y cuando abrí la caja de Rowan, vi un cupcake…

    Acompañado de unos dorayakis.

    Se me escapó una risa muy leve, y fue allí cuando supe que estaba sonriendo involuntariamente. Los labios me temblaban, justo como me había pasado ayer, y eso significaba que, también… Mis ojos se habían humedecido. Me ruboricé al ser consciente de esto y me apresuré en secármelos, con la manga del uniforme.

    Me sentí terriblemente avergonzada por estar mostrándome así, pero mi sonrisa se mantuvo cuando volví a mirar a Jez. Las personas a nuestro alrededor, las voces, el sonido de cientos de pasos… En este momento, ya no me afectaban. Le mostré de cerca la caja, y los stickers.

    —Perdón… Yo… Nunca me dejaron regalos… en mi casillero —confesé, apenada, pero sabía que podía confiarle algo como esto a ella, era mi muestra de confianza—. ¿Los conoces, Jez? Rowan es el senpai que me saludó el día que te invité a almorzar… Y Cayden… compartimos el receso ayer… Es un buen chico… Yo… Eeeh… Ahora… m-me cambio…

    Así lo hice. Intercambié mi calzado y, con mucho mimo y cuidado, guardé los obsequios de Rowan y Cayden entre mis pertenencias. Esos segundos me permitieron regular la emoción, por suerte no hubo más lágrimas. Así que, cuando cerré la taquilla y volví a encarar a Jez, se me veía más… tranquila.

    Mis labios se curvaron nuevamente. En una sonrisa que, en esta ocasión, iba dedicada especialmente a ella.

    —Estoy lista… para acompañarte —dije.

    Me refería a seguirla hasta su casillero, pero quizás… Quién sabe… También sonaban a la promesa de una amistad inquebrantable.


    Creo que esto sirve como cierre *big inhales* a

    Gracias por aceptar rolear a las muchachas, otra vez terminé emocionado por Bea lpm. Las quiero mucho <3
     
    Última edición: 15 Octubre 2024
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    La mano de Jez dibujó en el aire un arco, en referencia al Seoi Nage con el que vencí a Ryuu-kun en el segundo round. Me reí junto con ella, asintiendo con entusiasmo por su comentario. Había sido un enfrentamiento intenso, y me seguía fascinando lo duro y musculoso que era Ryuu-kun. Me di cuenta de eso al tocarlo durante nuestro combate: que su cuerpo, así como el mío, había pasado por largos años de entrenamiento, probablemente desde una temprana edad. Eso hacía de mi victoria algo aun más extraordinario, y en eso debía darle las gracias a mi sensei de Vancouver: en su dojo, organizaba días especiales donde las chicas entrenábamos con los muchachos, algunos de los cuales eran bastante más grandes que nosotras; esto nos hacía mucho más fuertes, además de que ampliaba el horizonte de nuestras habilidades.

    Por lo que se podía decir que estaba un poquitito acostumbrada a luchas como la que tuve con Ryuu-kun.

    Mientras alcanzábamos la fila, Jez admitió no conocer cómo funcionaba mi examen. Sonreí de lo más contenta al recibir su pregunta, que me abría la posibilidad de transmitir parte de mi pasión por las artes marciales, así fuese en este aspecto puntual. Antes que nada, carraspeé.

    —Los exámenes de judo se rinden ante un Tribunal de maestros judokas —expliqué—. Primero me harán algunas preguntitas que debo responder oralmente, sobre los fundamentos del judo. Básicamente, son conocimientos teóricos; pero tan variados y amplios, que debo tenerlos todos bien estudiados para que no me agarren con la guardia baja —me reí—. Luego pasamos a la parte práctica: demostrar que domino un conjunto de técnicas (y todas sus variantes) relacionadas con el Cinturón marrón, que es el cinturón al que busco promocionar; las hago sobre un compañero que también me designan. Y ya al final, viene la parte por la que preguntaste: el randori, que consiste en un enfrentamiento libre contra diferentes oponentes, aplicando todo lo que sé hasta el momento.

    Tomé aire. Ah, me había convertido en un pequeño torbellino de palabras otra vez, ¿no? La explicación duró parte de nuestro corto avance por la fila, fue alrededor de este punto cuando quise comprarle un postrecito a Jez. ¿Por qué? Pues... ¡porque la quiero mucho!

    Ella volvió a reírse bajito, esperé expectante su respuesta y, cuando propuso también comprarme algo como regalo de buena suerte, asentí con una sonrisa alegre.

    —Que así sea.

    Se compró un bento completo, nos hicimos con los postrecitos y, así, salimos de la cafetería con todo el sabroso botín. Atravesamos el pasillo por el que habíamos venido, para luego dirigirnos a la zona de los casilleros, rumbo a la puerta que daba al patio frontal. Pero justo antes de llegar a su umbral, mi mano se posó con delicadeza en el hombro de Jez, en un gesto silencioso y amable que le pedía detenerse.

    —¿Me lo tienes un momentito, por favor? —le pedí, alcanzándole mi bento.

    Cuando ambas manos las tuve libres, me las llevé al cuello. Me quité la bufanda en pocos movimientos, rápidos y precisos. Distinto fue cuando, tras intercambiar una mirada con Jez, empecé a envolverle el cuello con mi prenda; fui muy suavecita en cada movimiento, cariñosa y delicada. Recorté un paso nuestra distancia, cuando debí pasarle las manos por detrás de la cabeza, acomodando a su vez el blanco cabello para que la bufanda no la incomodara. Al regresarle parte de su espacio, le hice un nudo sencillo pero bonito, y le abroché los botones del blázer.

    Me alejé un poquito más para admirar mi trabajo, luego de lo cual volví a apropiarme de mi bento. Fue aquí cuando le dirigí una sonrisa cargada de dulzura.

    —Como no llevas el cárdigan, mi bufanda te tendrá bien protegida —le dije, con la mano en el picaporte de la puerta— ¿Preparada para despeinarnos un poco?
     
    Última edición: 20 Octubre 2024
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    Gigi Blanche

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    Colgué la llamada con papá y suspiré en voz baja, ingresando finalmente a los casilleros. Dejé caer el móvil en el bolsillo de la falda y eché un vistazo alrededor en lo que me dirigía a mi locker. Era una mañana preciosa y había disfrutado mucho el viaje en tren, aún si los lunes siempre acababa aquí con pocas horas de sueño. El buen clima y el calorcito del sol me ponían de buen humor. Además... bueno, suponía que las cosas habían mejorado un poco.

    No había tenido que volver a ver a Frank desde la noche del incidente, esa de la que recordaba poco y nada, y me había echado toda la semana preocupada de que... no sé, que me fueran a despedir o algo. No creía poder permitirnos interrumpir esa entrada de dinero justo ahora. Recién apareció en el Paraja ayer, domingo, me invitó a cenar y me pidió disculpas por lo sucedido, que bajo ningún concepto había ocurrido con su consentimiento y que no se repetiría. Sabía que él no había tenido nada que ver, era Aria quien me había dado las pastillas y yo quien había decidido tomarlas. Sus intenciones, suponía, estaban claras. Quería que me callara la boca, ¿no? Y estaba dispuesto a comprar mi silencio.

    El incidente, mal que mal, me había traído algunas ventajas. Frank se comportó menos agobiante de lo usual y reconoció que su presencia en el club había dificultado en parte mi trabajo, que me permitiría relajarme un poco más. Habló un montón, la comida corrió y eventualmente aflojé las resistencias. Me daba bastante igual la naturaleza de sus intenciones en tanto cumpliera con su palabra. Además, me aliviaba enormemente saber que no planeaba darme una patada en el culo.

    Aún tenía algunas cosas encima. Papá me estresaba un poco, había ocurrido todo lo de Suiren y Joey parecía haber recordado mi existencia, pero el Paraja y Frank me consumían la cabeza de a mordiscos y me aliviaba poder correrlos de mi foco de atención por un rato. Ahora hasta el jueves podría obviar su existencia, tal vez, fingir que era una adolescente un poco más normal.

    Abrí mi casillero, pues, y me dispuse a hacer el cambio de calzado.


    update que necesitaba de las tramas y ya JAJAJA
     
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  8.  
    Amane

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    Bueno, bueno, aquel fin de semana había sido... intenso. El viernes por la noche, cuando ya estaba metido en la cama y me disponía a dormir (quizás o quizás no después de haber llorado un poco), me acordé de aquello tan importante que sabía que me estaba olvidado de aquel día: el cumpleaños de Kouchii. ¡Había sido el cumpleaños de Kouchii y yo ni siquiera me había acordado de mandarle un mísero mensaje felicitándolo! Me sentí tan mal por ello que apenas pude dormir, porque encima no tenía ni idea de qué regalarle y me tuve que comer la cabeza hasta altas horas de la noche.

    Aparte de eso, el sábado había invitado a Joey a mi casa y, claro, no podía cancelarle a último minuto por culpa de aquello... mucho menos sabiendo lo ilusionado que se había quedado al saber que podría usar el jacuzzi. No, claramente no iba a joder nada de eso, ¡además de que no iba a hacer falta! Era una chica con recursos, ¡podía hacerlo todo a tiempo! Estuve toooooda la mañana preocupada del regalo de Kou, pero acabé a tiempo y pude prepararme para la cita con Joey, a quién afortunadamente recibí mucho más relajada de lo que había estado hasta aquel momento. ¡Nos lo pasamos bien! Joey sí que me cocinó una cena riquísima, así que consideré su pago por el jacuzzi más que cumplido, y luego... bueno, digamos que me quedé absolutamente KO después del polvo.

    Para mi sorpresa, Joey se quedó para hacerme el desayuno a la mañana siguiente, ¡y eso también estuvo muy rico! Le agradecí el detalle, porque realmente había asumido que se iría en cuanto despertara, y el resto del domingo me quedé finalizando algunos detalles del regalo de Kou y descansando todo lo que no había podido el día anterior. Al final... suponía que había sido para mejor que papá no se quedara durante el fin de semana...

    ¡Sea como fuere! Era lunes por la mañana, el sol había vuelto a brillar y yo salí bien temprano de casa, pues pretendía esperar a Kou en su casillero y el chico era siempre taaaan puntual que no me había quedado más remedio que madrugar. ¡Pero estaba ahí! Plantada en su casillero con la caja entre las manos, moviéndome constantemente de aquí para allá porque... ¡Dios! ¡Estaba un poco nerviosa! ¡Y quien decía un poco decía un montón! ¿Y si estaba enfadado conmigo por haberme olvidado...? Entre que claramente se había molestado por mi numerito con Yuta y eso... ay...

    bueno, ya me estaba quedando larguillo so corto por aquí para que llegue el niño uwu aaa Gigi Blanche aaaa

    also, bebi, asumí que Joey se quedaba el domingo a desayunar con Riri para alimentar mis delusiones, hope you don't mind u///u
     
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  9.  
    Gigi Blanche

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    Se me había ido una buena parte del fin de semana dándole vueltas a la conversación con Kakeru. No era algo que me ocurriera seguido ni que me resultara cómodo o placentero; era, de hecho, bastante molesto. No dudaba de sus intenciones, en sí dudar de las intenciones de ese chico sonaba absurdo, el problema era... bueno, yo. Había aceptado la mano que me extendió sin ningún pero, sin ninguna aclaración al pie de página, y probablemente fuera por egoísmo; porque, al menos por ese día, no quería que me mirara como tantas veces lo había hecho. No lo culpaba, le había dado motivos de sobra para creerme un monstruo, y había aún más que él desconocía.

    Y se lo tenía que decir, lo sabía. Si aceptaría sinceramente su amistad debía ser honesto con él.

    Estaba lo de Ishikawa en invierno, lo que había visto de Anna y la hiena, y también el reciente descubrimiento de la niña. Me agobiaba un poco la idea de sentar a Kakeru y soltarle la lista completa de pecados, no por mí, sino por él; pero había dicho que se sentía mejor, que se creía más fuerte, y debía confiar en su palabra. Era lo correcto.

    Había llegado a esa conclusión, claro, el asunto era cuándo decírselo. De momento me lo tomaría con calma. Esa mañana descendí del coche y alcancé los casilleros sin prisas, y al notar a Riamu apostada junto a mi casillero recordé un par de cosas de repente: que el viernes había sido mi cumpleaños y que ella no me había contactado de ningún modo. La fecha había transcurrido sin penas ni gloria, me había llegado un regalo de mamá y papá me había palmeado el hombro durante la cena. Teruaki-san me escribió y no pasé por el club en todo el fin de semana. Ni siquiera estaba seguro de que Akira y los demás tuvieran esa información.

    Por la noche había notado que no hubieron ni señales de Riamu y sí me llamó la atención, mas lo dejé correr. Lo habría entendido si se olvidaba o no le daba importancia, de por sí yo tampoco lo hacía. ¿Qué se suponía que festejara, exactamente? ¿El haber nacido? ¿El que estaba más cerca de morirme? Todo eso me daba igual. Tal vez, muy en el fondo, sólo fuese otro escudo para no acabar decepcionándome, pero tampoco me apetecía pensar en eso. Era infructuoso.

    Conforme me acercaba noté la caja que llevaba en sus manos y me detuve frente a ella, deslizando los dedos por la tira del bolso tras haberlo acomodado en mi hombro. ¿Sentía algo específico? ¿Un leve resabio de expectativa? No estaba seguro. Mantenía todo bajo demasiados candados.

    —Ri-chan —la saludé con calma—. Buen día.


    ningún problema, señorita
     
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    Zireael

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    Me acordé con un retraso digno de récord Guinness que cuando le dejé galletas Verónica ni siquiera le di una pista de que había sido yo, pero ya ni modo, con que no creyera que estaban envenenadas me bastaba. ¿Qué iba a hacer yo con aquella tanda de dulce? Ya le había dado un montón a Sasha, me había comido yo otra parte, me arrastré a Jezebel y Fujiwara y todavía quedaban, Dios. Mejor iba pensando en otro tipo de postre, porque ya estaba alcanzado el borde del empacho.

    ¿Tal vez brownies? ¿Panecillos de frutos rojos? ¿Algo con crema batida? Pero tendría que mantenerlo frío, qué pereza. Con la cabeza metida en esas divagaciones, para no pensar en que seguía con una conversación seria pendiente, pasé la entrada principal, el patio y entré a los casilleros agradeciendo también que el viento se hubiese quitado. El viernes nos había querido mandar a todos volando.

    Antes de doblar para ir a los casilleros empecé a tararear una canción muy bajito, no fui realmente consciente de ello en el resto del trayecto. Bastó que entrara a la fila de tercero para que notara el cabello de Sasha, detuve el tarareo y estiré una sonrisa sin darme cuenta, tampoco modulé muy bien el hecho de que le puse prisa a mis pasos con tal de alcanzarla.

    Morning, dear —dije y le eché los brazos encima, apachurrándola con algo de fuerza—. No podía dejar a una chica tan bonita irse sin saludarla, ¿te parece?


    i have no self control and no shame
     
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  11.  
    Gigi Blanche

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    Ya había acabado el cambio de zapatos y estaba irguiéndome tras engancharlos en mis talones cuando noté a Maze aproximándose desde mi izquierda. Giré el cuerpo al mismo tiempo que cerraba mi taquilla y mi sonrisa se equiparó a la suya. Estaba respondiéndole el saludo con un "morning, love" cuando se coló en mi espacio para abrazarme y se me escapó una risa liviana. Envolví su espalda con mis brazos, la fuerza que le imprimió me ensanchó la sonrisa y volví a reírme ante su comentario.

    —Hmm, yo creo que habría estado muy feo, sí —convine por la gracia, separándome.

    Puse sólo la distancia necesaria para dejarle un montón de besos en la mejilla, uno encima del otro. Cuando parecía que había terminado, exhalé por la nariz y le di el último con más suavidad y dulzura. Sostuve el contacto unos pocos segundos y finalmente retrocedí hasta encontrar sus ojos, suspendiendo las manos a los costados de su cuerpo.

    —Buen día, cielo, ¿viste qué bonito está? ¿Qué tal tu fin de semana?


    what am i seeing si no serán dos absolute gorgeous beautiful bbys
     
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  12.  
    Amane

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    Kouchii estaba haciéndose de rogar aquella mañana, ¿o sería que a mí se me estaba pasando el tiempo especialmente lento? ¡Un segundo! ¿Acaso me había visto esperando desde la entrada, había decidido que no quería verme y se había dado la vuelta porque prefería faltar a tener que...? Ah, no, ahí estaba... tan tranquilo como siempre. Eso era una buena señal, ¿verdad? ¡Tenía que serlo!

    —¡Buenos días! —exclamé al verlo, con la voz quizás algo más elevada de lo que había pretendido en un inicio—. Kouchii, yo... mira, estoy muy nerviosa y no sé cómo decirlo, así que simplemente te voy a decir lo que se me vaya por la cabeza, ¿vale? ¡Vale! Antes de nada, ¡felicidades atrasadas! Y lo siento muchísimo por no habértelo dicho el viernes... ¡porque sé que fue el viernes! Tuvimos la entrevista ese día, así que mi padre estaba aquí y bueno... ¡pero eso a ti no te importa, de todos modos! Uhm... te he traído un regalo, aunque no sé si te va a gustar... ¡es muy difícil hacerte regalos, ¿sabes?! Claramente tienes un montón de cosas y no hay mucho que pueda comprarte que tú no puedas conseguirte, así que estuve pensando y... ¡te traigo esto!

    Me tomé una pequeña pausa para respirar después de toda la charla que le había soltado, aprovechando el momento que estaba usando para sacar un papelito alargado de debajo del lazo que le había puesto a la caja, y por supuesto extendí dicho papelito en su dirección nada más sacarlo. Tenía forma rectangular y encima estaba escrito "Vale para cualquier cosa" en diferentes colores, además de que todo el papel estaba... bastante decorado. ¡Menos de lo que habría sido normal, claro! Porque sabía que Kouchii era bastante más sobrio que yo, ¡así que lo había tenido en cuenta!

    >>¡Es un vale para que me pidas lo que quieras durante todo un día! Y mira, mira, le he puesto un +18, ¡porque cumples dieciocho años! Así que puedes usarlo para pedir cualquier cosa para mayores de edad, también~. Te prometo hacer lo que sea que me pidas ese día, sin quejas. ¡Y, y! Como un día entero conmigo seguro te agota, también te he preparado... ¡esto! —añadí, obviamente en aquella ocasión extendiendo la caja hacia él—. Son un par de cosas para que te tomes tu momento de relax, ¿qué te parece? ¡Y para decorar un poco tu cuarto, que está muy soso! Bueno... también puedes usar el vale para que no te moleste durante todo un día, en cuyo caso... ¿puedes usar lo otro para relajarte cuando Akira te estrese? ¡Estoy segura que Eguchii te estresa un montón!

    No hacía falta aclarar lo rápido que había hablado y el poco espacio que le había dado al chico a interrumpirme, ¿cierto? Incluso lo último lo había añadido en un momento de pánico para seguir atrasando su reacción. De verdad que no sabía si le iba a gustar o no, pero... tenía que parar de hablar en algún momento, ¿no?

    >>¿Me perdonas por haberme olvidado... y por haberte avergonzado con Yutarín el otro día? —acabé por decir en un murmullo, bajando la vista y llevándome las manos tras la espalda.

    fa, i'm actually nervous, tf JAJAJAJA bueeeeeno, pues como bien ha dicho riri, primero le da un vale así bien bonito que ella misma ha hecho para pedirle lo que sea, no tengo una imagen específica pero imagina que está bien bonito y colorido aunque ella diga que no (?), y el regalo de la cajita es eso: ta-da (??)
     
    Última edición: 31 Octubre 2024 a las 7:16 AM
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Riamu parecía haber desayunado una sobredosis de azúcar. Aunque, por supuesto, la respuesta razonable era que algo la tenía nerviosa y enchufada a dos veinte. Lo dijo al instante, de hecho, y asumiendo que le daría play sin retorno al monólogo simplemente me quedé en silencio. Asentí en cuanto me pidió que la dejara parlotear y una pequeña sonrisa asomó en mis labios al extenderme sus felicitaciones. Me hacía algo de gracia imaginarla comiéndose la cabeza todo el fin de semana, porque definitivamente había ocurrido, ¿verdad? Entre su desliz al olvidarse y el dilema de qué regalarme debía haber caminado por las paredes.

    Acepté el papelito en cuanto me lo extendió, bajando la vista a él. ¿Vale para cualquier cosa? Bueno, eso era... bastante poco creativo, pero seguía estando la caja así que aún no me quejaría. Además no podía ponerme tan quisquilloso, ¿verdad? Aunque, pensándolo dos veces, considerando la tardanza de su saludo...

    Pestañeé con calma y regresé los ojos a ella, dándome cuenta que ya estaba de mejor humor. Qué cosas. El vínculo entre el vale y la caja fue bastante ingenioso, se lo iba a reconocer. La abrí e inspeccioné su contenido por encima, siendo que ya tenía ambas manos ocupadas. Eso era... ¿una cuchara dorada? Luego había una vela seguramente aromática, una taza, una pequeña suculenta y lo que parecía una manta. Me hizo gracia imaginarme encendiendo la velita y todo el rollo, pero ¿por qué no? Relajarse no venía mal de vez en cuando.

    Estaba listo para responderle cuando trajo a colación algo que no entendí. ¿Yutarín? ¿Haberme avergonzado? La miré con el ceño fruncido, confundido, y acabé ladeando la cabeza en un gesto involuntario. Me quedé con la caja en una mano, su tapa en la otra, y el vale colgando entre dos dedos.

    —¿De qué hablas?
     
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  14.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado

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    Kou me permitió soltar toda la verborrea de turno sin interrumpirme en ningún momento, tal y como le había pedido que hiciera, y lo cierto era que no podía negar el alivio que sentí al decirle todo lo que había estado pensando hasta el momento. Quizás no le gustaba lo que le había traído, quizás seguía molesto... o quizás no, pero al menos le había hecho saber que me arrepentía y que me había preocupado por todo el asunto, ¡que me interesaba! Lo último que quería era que pensara que no tenía interés en él o en su cumpleaños, ¡porque sí que lo hacía!

    Sea como fuere, después del discurso me quedé mirando mis zapatos como si fueran la cosa más interesante del mundo, y cuando Kou finalmente abrió la boca para decir algo... bueno, me sorprendió bastante. Me había preparado para recibir un simple sí o un no con un montón de razones válidas para ello, y en su lugar lo que escuché fue... ¿una pregunta? Levanté un poco la cabeza para mirarlo, con el ceño fruncido en un claro gesto de confusión, y lo que vi en Kou fue un gesto que parecía indicar todavía más confusión que la mía. Se veía bastante tierno, de hecho... ¡pero no! Aquel no era el asunto a tratar en esos momentos.

    —Uhm... el otro día, cuando fui a devolverte tus apuntes y reconocí a Yuta... te fuiste al poco rato sin decir nada, ¿cierto? Fue porque te molestaste conmigo, ¿no? Puedo llegar a ser muy escandalosa y a veces acabo montando escenas que... bueno, te avergüenzan, ahora lo sé. Pero estoy dispuesta a comportarme a partir de ahora, ¿sabes? Si es lo que hace falta para que sigamos siendo amigos... —murmuré aquello último mientras apartaba la mirada hacia el pasillo, notando como las mejillas se me encendían sin poder evitarlo.

    Dios... ¿por qué parecía aquello peor que una confesión de amor?
     
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  15.  
    Gigi Blanche

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    Por un momento nos atoramos en lo que parecía una competencia de confusión. Al ver su expresión supuse que, bueno, tal vez hubiera ocurrido algo que ella malinterpretó, algo que yo ni siquiera había almacenado en mi memoria. Hattori apareció en el relato y recordé por fin aquel día en mi clase, cuando Riamu había venido y se distrajo con el albino. De mi retirada sacó mil y un conclusiones erróneas. Que me había molestado, que ella era escandalosa... Me removí ligeramente y abrí la boca para aclarar el asunto, pero noté cómo se había ruborizado y acabé soltando el aire en una risa nasal ligera.

    Bajé la vista a la caja, deposité el cupón dentro y la cerré con cuidado.

    —Tenía que hacer mi entrevista, por eso me fui —murmuré, tranquilo—. Y parecías muy enfrascada en tu discusión con Hattori, por eso no los interrumpí. El resto de la historia, Ri-chan, lamento decir que te la inventaste toda aquí.

    Le di unos toquecitos al costado de la cabeza, y al retirar la mano acaricié las puntas de su cabello. Detallé el movimiento antes de regresar a sus ojos.

    —Pero ¿qué es eso de aprender a comportarte? —tanteé, con claras intenciones de picarla—. ¿Qué estarías dispuesta a hacer~?
     
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  16.  
    Zireael

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    Tampoco era que me echara la vida pretendiendo ser una piedra o algo así, pero sin duda ya llevaba un tiempo usando menos filtros alrededor de Sasha y en cierta manera era tranquilizador. Si había algo que podía hacer, si había una sola que estaba bajo mi control, era el afecto que podía mostrarle y no dejaría que nadie me quitara eso, ni ahora ni nunca. Había flotado mucho tiempo como para solo ignorar la mano que sujetaba la cuerda de mi globo de helio o para ponerme demasiado tonto.

    Me devolvió el saludo, la escuché reír, devolverme la tontería y mantuve el abrazo hasta que sentí que ella pretendía poner distancia, así que la dejé. Me dejó un montón de besos en la mejilla, cada uno me fue estirando la sonrisa y acabé cerrando los ojos, bastante satisfecho con el derroche de cariño. El último fue más suave, se me antojó hasta más cálido que el resto, y cuando retrocedió abrí los ojos de nuevo, sin haberme quitado la sonrisa del rostro.

    —Está super bonito —secundé y aunque dejé una mano anclada a su cuerpo, usé la otra para acomodar algunos de sus rizos. Quizás fue el capricho de tocarla y ya—. Casi igual de bonito que tú, pero ese concurso lo tienes ganado siempre. Mi fin de semana estuvo bien, paseé a los perros de los vecinos, fui a hacer la compra de la semana y poco más, ¿tú qué tal? ¿Cómo les terminó de ir con el proyecto el otro día?

    A la pasada noté a Ilana que nos saludó a los dos con un movimiento de mano bastante enérgico y una sonrisa, pero no se detuvo seguro para no interrumpirnos y siguió su camino a su casillero. También parecía de buen humor, aunque si debía ser sincero daba la sensación de que siempre era el caso.


    my heart is fluttering they so sweet, so beautiful
     
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  17.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Pestañeé con algo más de suavidad al disfrutar la sensación de su mano contra mi cabello; no eran caricias como tales, pero se sentían muy parecido. Acordó lo bonito del día y luego me soltó otro cumplido bien fresco, aún más grande que el anterior. O al menos a mí me lo parecía así. La sonrisa se me ensanchó mucho y volví a reírme en voz baja, desviando la vista sólo un instante.

    Feeling like a charmer, hon? —lo molesté, aunque se me notaba a kilómetros que no me jodía en lo más mínimo.

    Mientras me contaba de su proyecto, deslicé las manos desde sus costados, pasando por su pecho y derivando en sus hombros. Allí me anclé y tamborileé los índices, relajada. Antes de responderle desvié mi atención un segundo para devolverle el saludo a Ilana.

    —Normal. La tarde para la tarea y los niños, la noche para el trabajo. El proyecto estuvo bien, entrevistamos al papá de Ilana, que es detective y trabaja en la policía. —Arrugué apenas el ceño—. ¿Tu proyecto de qué fue? Creo que nunca te pregunté.

    Se me deslizó por completo, ni siquiera recordaba si le había llegado a comentar a Maze sobre mi cambio de trabajo. Entre el tiempo transcurrido, los eventos apilados y lo poco que habíamos hablado últimamente, algunos hilos se me escapaban.
     
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  18.  
    Amane

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    La situación desde fuera debía verse algo cómica, a decir verdad, y el tiempo que Kou se tomó para responderme me hizo replantearme si quizás su confusión no significaba que yo había hecho una montaña de un grano de arena con todo el asunto; admitiría que quizás no sería la primera ni la segunda vez que me pasaba algo así... Kou me respondió super calmado, de hecho, lo que me permitió volver a buscar su mirada mientras me explicaba lo que había sucedido en realidad. Se había ido por la entrevista y no me había querido interrumpir, el resto había sido cosa de mi cabeza... bueno, eso... tenía bastante sentido, suponía.

    —P-podrías haberme avisado, aun así... —me quejé junto a un mohín de labios, más por aportar algo e intentar disimular toda la vergüenza que estaba sintiendo en esos momentos—. ¿Entonces no estás enfadado conmigo...?

    Mi voz fue perdiendo algo de fuerza a medida que iba formulando la pregunta, en parte porque seguía dándome cosilla el asunto y en parte porque me distraje con el movimiento de su mano, y cuando finalmente nuestras miradas volvieron a conectar, mi reacción fue... bueno, la reacción más típica que yo podía llegar a tener. Fruncí de nuevo el ceño, aunque en aquella ocasión el gesto fue de puro berrinche, e inflé las mejillas con molestia. ¡Se estaba burlando de mí! ¡Qué injusto!

    >>¡Pues no sé! Supongo que haría lo contrario a lo que se me ocurriera hacer en el momento, como una aburrida. ¿Que me apetece llamarte Kouchii en público? ¡Pues no! Pasarías a ser Shinomiya-kun. ¿Que me apetece darte un beso? ¡Pues no hay besos, señor! ¡Solo reverencias respetuosas! Y así con todo, supongo...
     
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  19.  
    Zireael

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    No tenía mucha dificultad para endulzarle la oreja, eso ya los dos lo teníamos claro, pero no por ello perdía su encanto. En cierta manera surgía de la simple realidad de que me gustaba decirle cosas bonitas, ni más ni menos, pero también me gustaba ver sus reacciones. Se le ensanchara la sonrisa, se riera o cualquier otra cosa, solo me gustaba verla.

    Oh, darling, I'm always a charmer —solté con todo el descaro que pude encontrar, que no fue poco.

    Parpadeé despacio al sentir el recorrido de sus manos, la dejé anclarse y aunque le devolví el saludo a Ilana, pronto tuve los ojos en Sasha de nuevas cuentas, prestándole toda la atención del mundo. Se me ocurrió preguntarle por el trabajo, pero no parecía la charla que uno quisiera tener un lunes a las ocho de la mañana, y cuando dijo lo del padre de Ilana me alcanzó un recuerdo bastante lejano. La chica era del otro vecindario, del más acomodado quería decir, pero creía recordaba haber visto a su padre entrando al bar del pueblo varias veces. Era un tipo alto y seguro por el oficio solía llevar cara de póker, daba un poquillo de miedo.

    Scary, ¿y no fue como interrogar al...? No creo que interrogador sea la palabra, ¡pero tú entiendes! El de las preguntas siendo interrogado —apañé con algo de risa colada en la voz, la vi arrugar el ceño y cuando me preguntó por mi proyecto me incliné para darle un beso en la mejilla—. Y yo no te conté, estamos mal con el flujo de chisme. Nosotros entrevistamos a la mamá de Abigail, que es compañera mía de clase, la mujer es actriz y modelo así que ya te podrás imaginar. She was very charming, just like me, of course.

    La tontería la dije porque sí, estirando una sonrisa, y luego le piqué la mejilla con cariño.

    —Por cierto, venía pensando en ampliar mis horizontes culinarios o acabaré empachándonos de las mismas cosas ¿A los niños o a ti se les apetece comer algo diferente? Un postrecito en particular o lo que sea.
     
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  20.  
    Gigi Blanche

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    Omití la primera queja, dudaba que explicaciones de ningún tipo fuesen necesarias y tampoco me creía en falta, quería decir, ya le había expuesto mis motivos. Aún así buscó saber explícitamente si no estaba enfadado con ella y solté el aire por la nariz.

    —¿Tengo motivos para estarlo? —repliqué, sin perder la compostura en ningún momento, y seguí hablando con seriedad y sin moverme de sus ojos—. Tal vez seas más escandalosa que yo, pero ¿no te conocí porque interrumpiste un juego entero para pedirme un beso? No soy alguien que se espante fácilmente, Riamu, y no creo haberme hecho nunca una idea errónea de tu personalidad.

    Cuando la molesté frunció el ceño y soltó una sarta de escenarios hipotéticos que acabaron aflojándome una risa breve. No se lo creía ni ella. Bajé un poco la caja y me incliné en su dirección, depositando un beso suave en sus labios.

    —¿Alguna vez dije que te prefiriera aburrida? —murmuré, aún cerca de su rostro, y me separé para rebasarla con lentitud y abrir mi casillero.

    Deposité la caja dentro y dejé una mano apoyada allí al girar el torso hacia ella.

    —Gracias por el regalo. —Le sonreí—. Y estás perdonada.


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    Su respuesta, más allá de lo predecible, conservaba cierto encanto, por lo que murmuré un sonido afirmativo bastante entretenido y lo dejé correr, meciéndonos apenas de lado a lado. Luego se hizo un poco de cacao con mi respuesta y reí, enternecida.

    —A mí interrogador me suena bien, y no tuvo nada de raro, supongo. El tipo está trabajando como cualquier otro, ¿no? Qué será de este mundo si los policías son quienes nos asustan. —Solté un suspiro exagerado y recibí su beso en la mejilla con una pequeña sonrisa—. Tenemos mal el flujo en general, baby. Just for the record, no he olvidado mi promesa. Sólo no la preparé hoy porque no tuve mucho tiempo.

    Volví a reírme al verlo dándose tantos aires y le pasé los brazos por el cuello, entrelazando mis manos detrás suyo sin pensarlo demasiado. Alcé las cejas en cuanto abrió un nuevo tema de conversación y lo miré con una chispa de curiosidad impregnada en mi semblante. ¿Algo que me apeteciera comer en particular...? Barajé las posibilidades de los niños también, aunque ellos eran bastante simples. Bueno, yo misma no me consideraba particularmente difícil en ese aspecto tampoco.

    —¿Algo de aquí, tal vez? No como muchos dulces japoneses, ahora que lo pienso. ¿Daifukus?

    Con la respuesta seria a un lado, esbocé una sonrisilla entre suave y divertida.

    —¿Vas a seguir malcriándome? Mira que puede ser peligroso...
     
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