Romántico La frialdad de un despertar [Maksim Novikov]

Contenido oculto: Nota importante

La historia, creación de mundo y la mayoría de los personajes a los que se puede relacionar esta historia, son producto y creación de la hermosa e imaginativa quem , así que pos nada, cualquier cosa le deben agradecer a ella uwu

Eso sí, no deja de ser un trabajo en conjunto, a pesar de que es un constante intercambio de ideas y ayudas desde que me sumé a su pequeño gran proyecto, pues nada: Maksim y Jelena son de mi autoría o responsabilidad, no sé jsjsjs. Era eso uwu

Ahora sí, linda, ¡sorpresa! Espero que disfrutes de este relato, Quem, que de no tener incongruencias con tu línea temporal, ocurriría entre los 24 y 15 años de Maksim uwu <3 Sin más que agregar, te adoro y espero con ansias cualquier comentario al respecto <3

La frialdad de un despertar
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A mediados de mi veintena terminé los doces años de violín, la satisfacción era grande y entendía a la perfección todo lo que implicaba haber terminado en parte los estudios... lo real es que nunca dejaría de estudiar la música, de practicarla y perfeccionarme, pero... Haber terminado la carrera con notas en general buenas, a pesar de mis altibajos, era un logro que la misma academia reconoció.

Y celebramos, sonreí incluso más de lo que acostumbraba, a pesar de que siempre era por mera cortesía y para no dar una muy mala impresión a otros... la verdad era que solo quería llegar a casa. A mi cuarto, disfruté de las ceremonias, pero cuando todo terminó y estuve encerrado en ese gran lugar donde había pocos muebles, pero un gran piano y el violín rebotaba sus ondas en las paredes de manera preciosa cuando le tocaba lucirse... Ahí dentro comprendí que podría ser un poco más libre.

Instrumento en mano observé como la luz cálida entraba por las ventanas, era un buen día, era... un gran día, pues estaba viviendo un maravilloso momento. Me posicione, me acomodé y tras estar bien seguro de que la puerta tras mío con cerrojo estaba estancada, que nadie podría atreverse a molestarme por los patrones y reglas sobre mí que fui formando con el tiempo...

Toqué, toqué como nunca. Toqué Capricho n.° 24 de Paganini, ese compositor Italiano bastante reconocido...

Qué decir, fue hermoso, por lo que cuando terminé di un suspiro que me liberaba del peso enorme que significaba querer hacerlo todo de la mejor manera, de esforzarme al máximo, de no decepcionar a nadie a pesar de que en el fondo era solo para no decepcionarme a mí mismo.

No podía decir que tuve una infancia difícil, tras ser acogido por los Novikov se podría decir que Vladimir e incluso luego, tras conocer a Ágata, ellos en verdad la tuvieron difícil. Mirando entre el techo y la luz de las ventanas, terminé por bufar a ojos cerrados, resignado. Cabizbajo me sacudí el cabello blanquecino recordando de paso un montón de cosas, y aunque al inicio la expresión era bastante frustrada e incluso reflejo de mi irritanción...

La sonrisa resignada no demoró en aparecer. Puede que en verdad los apreciara más de lo que nunca sería capaz de decir, porque yo no era de dar halagos e incluso rechazaba los que se dirigían a mí cuando sentía que no los merecía en realidad. Era desagradable, ser tierno, carismático y qué sé yo que otras cosas.

Mi infancia no fue compleja y en la adolescencia yo era el que más me perjudicaba a mí mismo... pero esos primeros cuatro años de vida parecían imborrables, eternos, por mucho tiempo me condenaron...

Pero ya no, se acabó y ni siquiera los enfrenté directamente, mejor así. Sonriendo aún más como bobo, apoyándome sobre el marco super elaborado de la ventana, se acercaba julio y en verdad nunca me agradó el verano, me ponía aún más de malas al igual que la primavera y sus colores, pero, ¡sorpresa! Solté una pequeña risa más similar a un arroyo que energía brotada sin control, cabizbajo, tal vez riéndome por una verguenza que empezaba a sentir de la nada.

Sonreí ladino y observé el paisaje. Era difícil que otros me entendieran, al menos con el tiempo Jelena logró descifrar muchas cosas, era una gran hermana mayor... y tan solo eso. Que estaba por primera vez alegre, satisfecho y pleno, imagino que se me quitaría el sentimiento a penas me propusiera otra gran meta y volcara mi vida y alma para lograrlo...

Mi sonrisa se tornó algo tímida, de solo pensar en la situación, cabizbajo como sí intentara ocultarlo sin siquiera sacar las manos del marco de la ventana. Que al menos me sirviera para estirar los músculos, ¿no?

De acuerdo, lo sinceraria: Quería que un par de atolondrados volvieran de su viaje de estudios, ya era tiempo, aquí era su hogar y la verdad es que... siempre los extrañé. Negué resignado.

—Serás idiota, Mak...sim— La voz tranquila que musite llenó el silencio de la habitación que yo solo tenía el derecho de cubrir estando solo.

Puede que nunca fuera lo mejor de lo mejor... pero al menos era incluso menos escoria que de más joven y, supongo, que eso siempre se debía de apreciar. Puede que incluso y me animara a dar regalos por primera vez en mi condenada y jodida vida, que solo yo me empeñaba en manchar y oscurecer, pero bueno.

Que la noche es joven, la juventud rápida y yo a los mediados de mi veintena me sentía preparado para arriesgarme en todo, por tener la confianza de que con mi suerte y habilidad, podría ganar el premio mayor...

Incluso si este era una cursilería como el amor.​