Pasillo

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 10 Abril 2020.

  1.  
    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    — Oh, ¿así que empezamos el tour ante la mítica y antigua máquina de refrescos? Dicen que es una tradición japonesa ponerlas en sus escuelas. ¿Me podrías indicar bajo que emperador comenzó esta costumbre?— dije, fingiendo un increíble interés en la máquina, frotándome la barbilla. La miré de soslayo, con una sonrisa burlona.— O tal vez no tienes idea, teniendo en cuenta que eres igual de extranjera que yo.

    Me puse las manos en los bolsillos, mientras ella daba cuenta de su pequeño jugo. Había que ver la cara de mierda que tenía en estos momentos. Ya ni parecía enojada. Parecía como drenada de energías. Que feliz me hacía. Ahora solo quedaba disfrutar de mi cosecha.

    — ¿Demás mierdas que no usas? Ahora no hiciste más que levantar mi curiosidad. Tendremos que ir a verlas luego. Imagina que luego voy con nuestro profesor y le digo que hay lugares en la escuela que no conozco. La decepción del tipo.— dije, encogiéndome de hombros.— ¡Y una casucha abandonada! Me imagino para que la usarán la verdad.

    Sonreí, mientras ella volví a caminar, a paso lento, disfrutando absolutamente cada pequeño rincón y mota en la pared. Preguntaba absolutamente por todo. POR TODO. Cada cuadro, aula, letrero, escalera. Absolutamente todo. Por estúpido que pareciera. Y fingía un interés que daba gusto. Ni miraba la cara de la muchacha. Cada dos por tres me frenaba, haciendo que todo el trayecto fuera tortuoso.

    Cuando lo hube torturado lo suficiente, volví a interponerme al frente.

    >> Estás yendo muy rápido, my girl. Mira que me van a quedar cosas por ver. Y eso no hará más que aumentar mi curiosidad. ¿Segura que quieres aguantarme luego? Aunque mañana para ser un muy lindo día para hacer otro recorrido. ¿Qué me dices?

    Me di vuelta, con las manos en la espalda, y comencé a caminar alrededor de ella.

    — Por lo tanto, te propongo un trato. Estar contigo fue de lo más delicioso que me había pasado en estos últimos días, pero hay otros peces en el mar para molestar. No puedo gastar todo mi material en tí, ¿verdad? Ahora bien, prefieres librarte de mí y de esa tarea, y eso obviamente no corre por cuenta tuya, como bien pudiste notar. Tengo dos condiciones para que te libres de mi presencia, al menos de manera momentánea. La primera, muéstrame algo que de verdad valga la pena de toda esta escuela: un lugar oculto en donde uno pueda saltarse clases, o donde los estudiantes vayan a liarse o a participar en otras actividades ilícitas, o donde haya habido un asesinato o haya un dealer o algo, no sé. Incluso si no existe, puedes inventártelo. Yo juzgaré cuan interesante puede ser.

    Me detuve frente a ella, agachándome, mirándola directamente a los ojos. Saqué de mi chaqueta la invitación dorada, sin romper el contacto visual.

    >> Supongo que sabes lo que es esto, ¿verdad? Si apareció en mi casillero, debe haber aparecido en el de todos. Mi segunda condición es relacionado con esto. Seguramente será una fiesta interesante y multitudinaria, y perdón si me equivoco, pero tú no pareces muy party animal que digamos. Sin embargo, por ahora, eres la única persona que conozco de toda esta institución. Así que, vas a ir, conmigo obviamente, y vas a servirme como nexo. No sé cuantos amigos tendrás, pero sé que al menos te deben conocer por tu cara de culo, así que algo famosa debes ser. Te prometo que te dejaré sola para que insultes al mundo y lo malo que debe ser contigo en cuanto haya conocido a más personas allí.

    Me enderecé, mirando alrededor, guardando de vuelta la invitación.

    — Esas son mis condiciones. Hazlo, y prometo no molestarte... por un tiempo. Es lo mejor que podrías logra conmigo.— dije, alzando una mano solemne, como si estuviera haciendo un juramento, y le dediqué una sonrisa interesada, esperando su respuesta.
     
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  2.  
    Ikoma-kun

    Ikoma-kun Rolero, dibujante

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    Ayame Sabaku

    La clase habia concluido, para Ayame, habia sido un dia genial y provechoso habiendo recibido ayuda de una compañera rubia, muy deseosa por la recompensa de unos bocadillos unicos.

    —Los Dangos ya tienen tu nombre ¡solo esperalos!

    A pesar de lo estricto que aparentaba ser el ambiente del Sakura, tuvo la fortuna de conocer una atenta y amable profesora, podia sentirse segura de algun profesor gruñon...solo por el momento.

    —Bien, ahora empieza mi desafio...un proyecto de ¿historia? Mmmm...meh no podia ser peor que matemáticas, solo tendria que desenpolvar mis libros y...—interrumpio su monólogo al ver una chica aproximarse, su cabello era igual llamando poderosamente su atención.

    —Uh pues claro suena muy interesante oh ¡Por cierto lindo color de cabello!—halago a la chica entre risas por la curiosa casualidad de compartir color de cabello— Me pareció escuchar a la profe decir tu nombre...Akizu ¿Eh? Pues no perdamos tiempo ¡seguro seremos más que bienvenidas!

    Decidió marchar hasta el invernadero, le resultó extraño que ella misma no conciera el famoso invernadero, pues aquello le sentaba bien...no quería un sabelotodo jactandose de cualquier nimiedad conocida frente a una supuesta ignorante. Aunque la otra pelirroja distaba mucho de serlo.
     
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  3.  
    Hygge

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    Y ahí iba de nuevo. El muy cabrón debía tener un máster en tocarle los cojones a la gente porque su dedicación era por demás surrealista. Insistía y preguntaba idioteces, me detenía a cada paso tan solo para joderme más y más, y si quería que me diese un venazo estaba muy cerca de hacerlo. No respondí a ninguna de sus preguntas, en cualquier caso; seguí caminando sin siquiera volver a verle, a veces me detenía para sorber otro poco y enfriarme los ánimos antes de que cometiese una estupidez, y continuaba avanzando como una olla a presión, dándole la espalda en todo momento. La mandíbula apretada, los dedos tensos en torno al zumo de naranja.

    Era eso lo que quería, ¿no? Cabrearme. No había que ser un genio para darse cuenta. Había dado con una de las personas más volubles de la academia pero mi orgullo era férreo, y me negaba sistemáticamente a darle ese placer. A seguir creando un espectáculo para su entretenimiento. De modo que opté por ignorarle. Cumpliría con el tour a mi manera o se cansaría de no obtener nada de mi parte, lo que sucediese primero.

    Hasta que me detuvo de nuevo. Hasta que me miró a los ojos y tuvo la osadía de chantajearme, de intentar manejarme como una puta muñeca de trapo cuando no sabía con quién cojones estaba hablando.

    Era la misma mierda, ¿cierto?

    La misma con la que Zuko se había aprovechado de mí durante meses. Dándome información de Tori, de la persona que más quería en el mundo y de la que no sabía nada desde hacía años por mi culpa a cambio de cumplir con sus jodidas demandas. De controlar los hilos de mi vida, mis pensamientos y mis emociones en beneficio propio.

    Pero ya no más.
    Había tenido suficiente de cabrones como él.


    Y no volvería a reprimirme.

    Le sostuve la mirada en todo momento, recrudeciéndola en el acto, y cuando terminó de hablar aproveché la cercanía para sostenerle de la corbata, atrayéndolo hacia mí para que pudiese oírme bien y retuviese la información en lo poco que le quedase de neurona. No iba a repetirlo dos veces.

    —Creo que no me has entendido bien, sweetie —torcí una sonrisa, arrastrando y escupiendo las palabras con sorna. Cerré los dedos con algo más de fuerza en torno a la corbata, tirando de ella con desprecio—. No estás en posición de exigir ni condicionarme nada. Mi expediente no depende de este puto tour y deberías estar agradecido de que aún no te hubiese mandando a la mierda —Lo solté con brusquedad al poco tiempo, y lo rodeé lentamente antes de darle una palmada en el pecho con la caja del zumo aún sin acabar; el líquido manchó ligeramente su uniforme y lo miré de soslayo con severidad—. Pero acabas de agotar la poca paciencia que me quedaba. Felicidades.

    La caja cayó al suelo, esparciendo su contenido por el suelo y comencé a alejarme, notando la mirada de los alumnos volverse hacia la escena. Poco me importaba mi reputación a esas alturas. Alcé una mano, de espaldas a él, soltando mi voz en una clase de advertencia.

    >>Ah, y no te atrevas a seguirme. No querrás que toda esta gente y la propia directora se enteren de que me estás acosando, ¿verdad? —solté una risa ronca y sin gracia—. No sería la primera vez. Me pregunto a quién creerían.

    Barajar la moralidad de aquella amenaza explícita me importaba menos que la mierda, sinceramente. Estaba hasta los ovarios de dejarme pisotear de esa forma, y era hora de que asimilasen las consecuencias de sus actos. Sobre todo aquel idiota, que desde luego necesitaba una buena hostia en toda la cara para espabilar un poco. Había tenido suerte de que estuviésemos dentro de la academia.

    Me abrí paso entre los alumnos de mala gana y terminé por perderme de vista entre ellos, sin ningún rumbo aparente. Iba a necesitar más de una caja de cigarrillos para quitarme toda la ira de encima.

    Im sorry, pero estoy orgullosa del develop de la niña la verdad (??
     
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  4.  
    Nekita

    Nekita Amo de FFL

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    Catherine Whitman

    Asintió segura cuando escuchó a Kohaku hablar, ella también esperaba que todo siguiera su curso y estuviera perfecta para el día de la fiesta para poder hacer todo muchísimo más fácil sin temor a lesionarse nuevamente y poder disfrutar sin problemas. Cuando sintió a Morgan abrazarse a su brazo su sonrisa se amplió sin que pudiera evitarlo y con cuidado posó su mano libre sobre su brazo, acariciándolo con delicadeza para complementar de alguna forma el tacto que estaban teniendo.

    —Claro~ no quiero arruinar la posibilidad de salir a una fiesta contigo —rio con suavidad para distraerse de la sensación de mariposas que tuvo cuando Morgan se le pegó, si perdía la fiesta perdía la posible cita y realmente no lo deseaba en lo absoluto —. A decir verdad no tendría una pregunta muy interesante que hacer solo soy una observadora más~

    Era mucho más fácil esa clase de vida.

    —Quizás...y esto es muy básico, ¿cómo se conocieron senpai?~
     
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    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    En ningún momento la sonrisa socarrona se me borró de mi rostro. Ni cuando tomó mi corbata, ni cuando espetó aquellas palabras cargadas de odio. Tampoco cuando la caja explotó contra mi pecho, manchándome de jugo, y luego el piso. Simplemente me quedé en silencio, con las manos en los bolsillos y la postura algo desgarbada. Lo bueno es que mi sombrero no se había manchado. No era muy caro, pero sí era invaluable. Al menos para mí. Era uno de los pocos recuerdos que tenía de casa.

    Suspiré, mientras sacudía mis zapatos, para sacarle un poco de jugo que tenían encima. Observé la mancha que ahora cubría mi pecho. Bueno, iba a tener que cambiarme. Una lástima que Castañuelas no me hubiera mostrado en donde estaban los baños. Le guiñé un ojo a los alumnos que estaban observando, y con una sonrisa tranquila, giré media vuelta sobre mis talones, puse las manos en mis bolsillos, y me alejé de allí.

    — Vaya, que chica tan interesante.— murmuré para mí mismo, en español, mientras me dirigía con paso tranquilo hacia los casilleros.

    Obviamente que tenía uniformes de respaldo. Era un profesional, que se jactaba de sus habilidades. Lo venía haciendo por años. Sabía las consecuencias que traía. Así como también conocía todas las maneras de quitar manchas de la ropa, desde jugo, grasa, y hasta sangre. El limón era muy bueno para lo último, y el azúcar para la grasa. Aunque acá en Japón debían tener como un robotito o algo que fuera específicamente para esto. Los japoneses inventaban mierda muy loca. No me sorprendería si hubiera algo así, la verdad. Tendría que averiguarlo cuando volviera a casa.

    Meneé la cabeza, mientras soltaba una risita. Que interesante había sido mi primer contacto con los estudiantes de aquí. Bueno, podía respetar eso.

    Y era muy gracioso que la primera persona que conocía en todo Japón que tuviera huevos suficientes como para plantarse así fuera una mujer.... y ni siquiera fuera japonesa. Ah, las vueltas de la vida.
     
    Última edición: 4 Febrero 2021
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  6.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master sixteen k. gakkouer

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    La chica seguía sin rechazarme en lo más mínimo, de hecho era todo lo contrario y no hacía más que alimentar mis pretensiones. Había ido avanzando con pies de plomo, precavida por cualquier paso en falso o rechazo de su parte, pero lo cierto es que aún no ocurría nada de eso y, vaya, ¿debía hacerme ilusiones?

    Me estás tentando, Cathy~

    Recibí sus caricias en mi brazo sin mayor cambio en mi expresión, de hecho eso vino al advertir que Kohaku le echaba un vistazo al contacto. Luego subió hasta encontrar mis ojos y ensanché la sonrisa, con los ojos entrecerrados y todo. Estaba en mi puta salsa y el chico, bueno, me dejó. Siempre me dejaba hacer lo que quisiera, a decir verdad.

    Al final Catherine le hizo una pregunta y decidí no intervenir, fijando mi mirada en Ishikawa. El muchacho le había sonreído a Whitman y luego regresó la vista al frente.

    —En la preparatoria, la anterior a la que íbamos —respondió con simpleza—. Nos tocó en la misma clase y bueno, nos hicimos amigos.

    Sí, a grandes rasgos se podría decir que Kohaku era el único capricho que había resultado duradero. Y eso que al final nunca había conseguido lo que en un primer momento pretendía~

    —Es una historia muy aburrida —intervine, aún pegada a Catherine como una lapa—, así que, hmm... Ko, cariño, ¿por qué no nos cuentas sobre tu primer beso?

    ¿Y eso a qué venía? Ya sonaba como una adolescente hormonal y estúpida. Kohaku soltó una risa algo hueca, meneando la cabeza, y entorné la mirada al recibir sus ojos. Eh~ ¿Lo había cabreado un poquito?

    ¿De qué iba, de todos modos?

    —Ya gastaron su pregunta, señoritas —se libró con soltura, apurando el paso hacia la cafetería—. Ahora usen el cupón entre ustedes.

    Bueno, me daba bastante igual. Giré el rostro hacia Catherine y utilicé la mano libre para buscar su cabello y correrlo detrás de su oreja.

    Very well, sweetie —murmuré, prendada a sus ojos de plata líquida—. ¿Quieres preguntarme algo~?
     
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  7.  
    Amane

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    No es que a nadie le importe, pero mi five necesita ponerlo en algún lado so (?)
    Long story short, hice este fic hace ya un tiempazo y, en fin, ya se sabe que pasaron muchas cosas hasta que el viernes llegó pero aun así quería hacerlo canon así que lo que he hecho es pasar los eventos al domingo y ya. So este post uniría lo que pasa en ese fic con el lunes in rol, así que no tenéis que leer el post ni nada cuz it's not that interesting (?)

    Thank you for coming to my ted talk uwu (?)

    Alisha 2.png

    ¿Cuántos lunes llevaría ya prometiéndome a mí misma que dejaría de beber los domingos por las noches? Honestly, había perdido la cuenta y ni siquiera sabía por qué seguía creyendo que en algún momento me haría caso.

    Llegué a casa con un dolor de cabeza de campeonato, con los tacones en las manos e intentando por todos los medios hacer el menor ruido posible. ¿Lo conseguí? More or less, I guess. No desperté a mi abuela, o por lo menos hizo como si no la hubiese despertado, y realmente era lo único que pretendía con todo el quilombo así que... ¿win-win?

    Tiré los tacones a la cama en cuanto alcancé mi cuarto y solté un suspiro de lo más pesado al comprobar la hora en el móvil. Que mi abuela no saliese de la habitación no solo implicaba que me salvaba de cualquier posible regaño, también significaba que no me iba a justificar una posible falta en la academia así que me tocaba aparecerme por ahí, aunque solo fuese a las clases de la tarde.

    Al menos había llegado relativamente temprano a casa, así que me dio tiempo a darme una buena ducha que me ayudó bastante a mitigar la resaca (eso, y el ibuprofeno que me tomé antes de entrar al baño, claro). No tenía yo mucho problema con el dolor, eso había quedado bastante claro, y aun así no fue una tarea divertida colocarme el uniforme después de dejar el tatuaje al aire al fin. Tampoco tenía que ser la mejor decisión dejarlo como si nada apenas un día después, pero la verdad era que no me importaba mucho y, mira, si al final acababa teniendo alguna excusa para llamar al tipo de anoche pues ni tan mal.

    Me recogí el pelo en una coleta alta, tuve que tirar de un poco de maquillaje para parecer presentable y volví a salir de casa apenas una media hora después de llegar a la misma; la historia de todos los días, para qué mentirnos. Había guardado la hierba en algún lado seguro el sábado, cuando volví después de las copas extras que me había tomado con Shiori, y me la hubiese llevado conmigo el domingo o ese mismo lunes si tan siquiera recordase el susodicho lugar seguro o tuviese tiempo de buscarla. Al menos me quedaba algo de tabaco, así que un cigarro sí que me acabé fumando de camino a la estación de tren.

    Hablando de estupideces que hice borracha el sábado, también le había mandado unos mensajes a Aiden que no tenía manera de descifrar ya y que acabé borrando mientras llegaba a la academia porque, para sorpresa de nadie, no me contestó nada.

    En fin, entré al edificio como si nada, aprovechando que había llegado justo para el receso y había algo de tumulto que me hiciese pasar desapercibida. Me dirigí hacia las máquinas expendedoras después de cambiarme los zapatos y miré las opciones que tenía tarareando una canción cualquiera que se me había quedado en la cabeza desde el domingo por la noche.

    Ah, my favorites~

    Estaba un poco feo por mi parte haberle robado el suelto que tenía por ahí al tipo antes de irme de su casa, sin siquiera dignarme a despedirme o algo, pero teniendo en cuenta que iba a poder comprarme mis patatas favoritas gracias a ello... ¡hacía que no fuese para tanto! Al menos algo bueno tenía que sacar del lunes de mierda.

    Bueno, la dejo por ahí. Luego si me aburro le tiraré a joder a alguien, ya que es su pasatiempo favorito (?)
     
    Última edición: 13 Mayo 2021
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  8.  
    Gigi Blanche

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    Salté desde el tercer escalón y literalmente aterricé en el pasillo de planta baja, con las piernas flexionadas y los brazos estirados. El ruido de los zapatos llamó la atención de unos estudiantes a la redonda, japoneses en su mayoría, que me vieron como si tuvieran enfrente un fenómeno de circo y yo me hice el cabello hacia atrás, aún sujeto en la media coleta.

    Por lo general Matty y yo siempre cocinábamos de más en la cena para llevarnos un par de almuerzos al otro día, pero ayer por la noche el señorito había desaparecido de casa y los cálculos me fallaron. ¿Qué era toda esa hambre? ¿Acaso estaría mutando en una forma de vida alienígena? ¿Sería una ETS?

    En el camino a la cafetería noté sin mayor esfuerzo la presencia de Alisha frente a una máquina expendedora. Llevaba el cabello sujeto en una coleta, se veía húmedo y, sumándole que no había estado en las clases de la mañana, no quedó más que sacar a relucir mis talentos detectivescos.

    Le eché un brazo sobre los hombros al llegar junto a ella y seguí caminando hacia la cafetería, total ni iba muy rápido.

    Rise and shine, peach —murmuré con una amplia sonrisa, dándole un apretón en el hombro contrario al buscar sus ojos por primera vez—. ¿Duele mucho la luz? Vamos a comprarte un café para combatir a hangevil.

    ¿Acababa de inventar una palabra? Bueno, sí.

    whatsssup homie

    holi i miss them uwu
     
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  9.  
    Amane

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    Pues hablando de cosas buenas que sacar del lunes, Joey no podía ser más oportuno. Tenía que admitir que, técnicamente, no lo había escuchado saltando las escaleras ni acercándose, y aun así giré la cabeza hacia su dirección justo en el momento en el que se estaba acercando a mí, como si simplemente lo hubiese sentido aparecer y ya.

    Lo recibí con una sonrisa y dejé que me echase el brazo por encima sin mayor problema, siguiendo su ritmo para hacer el recorrido que tuviese en mente. Supuse que hacia la cafetería, y después comprobé que estaba en lo cierto. También me di cuenta en ese momento que el chico había había llegado justo cuando estaba a punto de meter la primera moneda, lo que significaba que había acabado quedándome con la misma entre los dedos y sin mis patatas favoritas, jo~.

    Morning~ —le devolví el saludo con el mismo tono de voz bajo y solté el aire por la nariz en un risa cuando lo seguí escuchando—. And here comes saint Joey to save me, right?

    Me guardé las monedas de vuelta en el bolsillo de la falda, sin apartar la mirada de la suya en ningún momento. Tampoco me iba a quejar, que ahora que lo había dicho, de repente me apetecía un iced americano o algo.

    >>¿Y bien? ¿Qué tal tu finde? —pregunté, picándole un poco el costado con aire juguetón.

    Wow did i miss them like hell? of course i did
     
    Última edición: 13 Mayo 2021
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  10.  
    Gigi Blanche

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    Detallé la sonrisa suave que me dedicó, adivinando sin mayor problema la de mierdas que debían estar pasándole por la cabeza y cómo no, cuando éramos el mismo tipo de hijo de puta. No sólo a ella le había dado algo de calor~

    Seguí sus movimientos en silencio y separé los labios como el niño obediente de hacía un rato cuando me acercó el mochi a la boca. Lo alejó, sin embargo, y me sacó de base por un sólido segundo hasta adiviné sus intenciones. Las tenía escritas en toda la puta cara. Mi sonrisa se amplió al recibir su disculpa y observé la mano a la cual se estaba refiriendo, permitiéndome una ligera risa nasal.

    Loca de mierda.

    De un movimiento seco me hice con su muñeca, fue rígido pero de inmediato recuperó la suavidad general que me estaba cargando. Algo había chispeado en mis ojos, prendados de los suyos, en ese preciso instante. Algo muy similar a la oscuridad fétida que desprendía el jodido infierno.

    Me llevé su pulgar a la boca con movimientos lentos, lo apreté ligeramente entre mis labios y, una vez dentro, lo repasé con la lengua sin una puta pizca de pudor. De un momento al otro mis dedos enroscados en su muñeca apretaron con maña, fue apenas un relámpago que murió en cuanto retiré el rostro y me relamí, dedicándole una sonrisa inocente.

    Thank you, honey. It was really tasty.

    Me removí debajo de su cuerpo, acomodando los brazos para engancharlos a su espalda y debajo de las rodillas, y me puse en pie sin mucho problema. Me la llevé de la cafetería cargándola como una princesa pues porque sí.

    —Ya vamos a clases, Ali-chan, que tienes que recuperar la mañana.

    Digamos.

    Tras llegar al pasillo la regresé al suelo con movimientos suaves, y en lo que me erguía eché un vistazo alrededor. Fue breve y eficiente, lo suficiente para concluir que no había gran movimiento y sólo me tomó un segundo, un maldito segundo, cernirme sobre su silueta hasta encerrarla contra la pared. Afirmé ambas palmas a los costados de su cuerpo y me incliné hasta atrapar sus labios. Empujé con una maña estúpida, me hice con un montón de cabello dorado y volví a empujar, esta vez en mi dirección, para colar la lengua dentro. La besé como me salió del puto culo y de un momento al otro, así como lo había iniciado, lo detuve.

    Era ese cabrón.

    Retrocedí, repasando el borde de mis labios con la yema de los dedos, y le concedí una sonrisa de mierda que no tardé en deformar hasta imprimirle inocencia.

    —¿Vamos~?
     
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  11.  
    Gigi Blanche

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    ¿Era idea mía o me estaba, bueno, mirando mucho? No que se me iría a subir a la cabeza ni nada, pero era parte de las manías que tendían a intensificarse cuando forzaba las murallas a mi alrededor. Era extraño, incluso paradójico, el hecho de rodearte de concreto y que fuera precisamente en esos momentos donde más vulnerable, expuesto y desnudo te sintieras. Y eso era.

    Sentía que me estaba leyendo.

    Y era un poco agobiante.


    Me las arreglé para disimularlo como un campeón, al fin y al cabo jamás pretendí ni pretendería echarle mis mierdas encima a Cay. Lo entendía, poseíamos demasiadas similitudes como para no acabar viendo en él una suerte de espejo. Lo entendía y gracias a eso sabía que probablemente, de no desviarnos de nuestros caminos, las rutas jamás consiguieran entrecruzarse. Sin importar cuánto estúpido cariño albergáramos por el otro.

    ¿Quería que eso cambiara? No tenía idea.

    Era un poco... aterrador.


    Se me escapó una risa floja con el comentario que hizo de Anna, y un poco de repente conecté los cables suficientes para regresar la mirada a él, ligeramente contrariado. O más bien confundido.

    —Espera, ¿la conoces?

    El plan maestro que se andaba urdiendo seguro involucraba a Hodges o Sonnen, si me empujaban a arriesgar, diría que el segundo. Ni idea por qué, sexto sentido y ya. Como fuera, esa información no le interesaba a nadie, ni siquiera a mí. En lo que me concernía, mi trabajo acabaría al colgar ese puñetero cartel.

    Vaya, andaba más borde de lo usual.

    Creí reconocer cierta pesadez en el suspiro que soltó justo antes de acomodarse sobre los casilleros, mantuve la vista encima suyo mientras bebía de su café y me pregunté si acaso no estaría haciendo todas las malditas mierdas mal. Su respuesta me distrajo lo suficiente para quitarme el ruido de la cabeza y arrugué la nariz cuando me picó la mejilla, sonriendo un poco contra mi voluntad.

    Yo también prefería dormir, la verdad.

    Llevaba dos noches sin volver a casa, a este paso a mi pobre madre le daría un ataque de nervios, pero ¿cómo mierda iba a aparecerme, con esta peste a porro que no me la quitaba ni Dios?

    Como fuera, seguí los movimientos de Cayden y alcé las cejas en cuanto el montón de caramelos apareció frente a mí. Me pregunté qué mierda hacía con tanta azúcar encima y pensé que el café debía saber estúpidamente amargo en contraposición, pero me limité a sonreír de nueva cuenta y agarrarlos. Me los quedé mirando un par de segundos, ni siquiera me di cuenta que lo hacía como un crío que ha recibido un juguete en Navidad, y su voz me hizo regresar la mirada a él. La garganta se me retorció otra vez como un jodido trapo húmedo, y sus palabras se solaparon con el par de ojos miel que había atrás. Unos parchones negros aparecieron aquí y allá, me embotaron los oídos y sentí el sabor metálico de la sangre en la boca. Me repasé los dientes con la lengua de pura manía nerviosa.

    Ko, ¿confías en mí?

    Me alcanzó desde una dirección diferente, rebotó en el espacio, se replicó y me obligó a reaccionar. Parpadeé, dedicándole una sonrisa a Cayden de pura inercia, y envolví sus hombros para arrastrarlo fuera de los casilleros. Lejos del puto demonio.

    —Claro que sí, Cay Cay.

    Fue increíble la facilidad con la cual me escondí detrás de mi armadura hecha a base de mentiras y ligereza, fue increíble y tan patético que no lo aguanté demasiado. Me fui al tablón con movimientos lentos, colgué el condenado anuncio y suspiré, girando un par de caramelos entre los dedos. Me tomé un par de segundos para buscar sus ojos de ámbar y sonreírle otra vez, pero ahora de verdad. Con todo el jodido cansancio que sentía en los huesos.

    —Perdona, ¿me acompañas? Quiero fumar un poco y... hablarte de algo.

    Lo había pensado ayer.

    Tenían que saberlo.


    im crying idk

    I THINK I LOST MY GODDAMN MIND
     
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    Zireael

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    Intentar leer a la gente era todo lo que tenía en muchos casos, pero sobre todo cuando lo que tenía frente a mí era un espejo como Kohaku, sabía que no había caso en escarbar con cuchara o forzarlo a decir nada, era de hecho peor intentar hacer eso y podía joderlo todo. La gente como nosotros era, bueno, un dolor en el culo para estas cosas, no decíamos nada porque no nos hacía falta o no lo decíamos porque no encontrábamos cómo soltar la lengua, pero intentar sacarnos algo a la fuerza era una idea mala.

    Tenía retazos de que algo no estaba en su lugar, es decir, quizás nunca lo había estado pero ahora se había amplificado y con estos jodidos ojos biónicos, como había dicho Yako, estaba desgraciado a notar las cosas que parecían no encajar, las piezas que no encastraban y cuanta cosa luciera fuera de eje en las personas que tenía cerca. No alcanzaba las razones, solo veía eso, el resultado de algo.

    Y a veces era agotador.

    Asentí con la cabeza a su pregunta de si conocía a Hiradaira, no me puse a dar explicaciones porque no tenía los ánimos y de haberlos tenido seguro habría acabado por decirle que la había conocido en la azotea un día y ya, sin entrar en detalles. Ni enterado estaba de que le había vendido hierba cuando no se estaban hablando, para empezar por ahí.

    De cualquier manera cuando le piqué la mejilla se le aflojó una sonrisa, fuese voluntaria o no, era suficiente para mí al menos por ahora. Lo vi alzar las cejas cuando le extendí el montón de caramelos, es decir, era un obseso del café pero también me gustaban mucho las cosas dulces y que ni se dijera de cuando andaba más ansioso de lo usual. Eran los caramelos o apestar a hierba también, así que digamos que entre lo malo lo menos peor.

    Acabó por tomarlos, se les quedó mirando un rato y pensé que parecía un chiquillo que recibe un regalo de Navidad, por alguna razón darme cuenta de eso me provocó cierta ternura incluso en ese momento. Reaccionó a mi voz y una parte de mí sintió apenas una fracción diminuta de la vibración de ayer, la del hilo corriendo por el borde de una mesa, sonó distante y acabó por desaparecer cuando sentí que Ko me envolvía los hombros.

    Me sacó de la vista del demonio sin que me diese cuenta.

    Ya en el pasillo lo vi colgar el anuncio, lo escuché suspirar y cuando buscó mis ojos otra vez para sonreírme entendí que era una sonrisa de verdad, jodidamente cansada, pero de verdad. Volví a pensar lo que ya sabía, esa estupidez tácita y que me volvía un loco capaz de dar la vida por la gente que quería si me ponían a elegir; que quería esconder a este chico del mundo, levantar las murallas de tierra fría que sabía que estaban esperando mi señal bajo la llama a media vida, que iría por él a dónde hiciera falta y sin importar qué.

    Porque era Ko.

    Perdona, ¿me acompañas?

    Descarté parte de la oración, la de fumar, solo para no ir a soltarle nada remotamente parecido a un regaño y me quedé solo con el que quería hablarme de algo. No me di cuenta, pero reflejé su sonrisa con todo y cansancio, aunque no por ello fue menos genuina.

    —Hasta el fin del mundo si hace falta, Ko-chan —respondí casi en voz baja, echándole el brazo sobre los hombros—. Vamos, enano, te sigo.


    holy fuck my heart is absolutely destroyed rn *sobs* excuse me i have to ugly cry for a bit

    tHIS HEARTACHE WEIGHS A TON
     
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    Insane

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    Sino fuese porque en el momento en que me llamó senpai desvié la mirada me hubiese dado cuenta que debía llamarla por el apellido directamente por su levantada de cejas que duró demasiado poco, aunque ha decir verdad, terminaría hasta pidiéndole permiso para llamarla directamente por su nombre como ya lo hacía sin licencia alguna. La seguí entonces luego de escucharla hablar. Igual ya tenía en mente ofrecerle té en caso de que dijese que la bebida con cafeína no le iba directamente, pero todo había salido bastante bien.

    —¿Crees que llueva hoy con el clima que andamos? —pregunté haciendo conversación, escuchándola decirme nuevamente Senpai.

    Bueno, debía acostumbrarme en vez de estar sintiendo cosquillas en los pómulos o mi hermano me cogería de bate de risa.

    —¿A qué clase vas, Shiori? —en cuanto llegamos a la máquina saqué unas cuantas monedas para comenzar a echárselas dentro a la máquina, seleccionando dos latas de café caliente que no demoraron en rebotar. Las sujeté y le extendí una a ella, sonriéndole nuevamente al encontrarme con sus ojos—, las disculpas han sido aceptadas formalmente, supongo —comenté risueño.
     
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    Zireael

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    Realmente no era de beber mucho café, la época en que más cafeína le había metido al cuerpo era en medio del lío con Altan, luego y antes de eso si acaso me compraba una lata alguna vez perdida o me preparaba una taza para terminar las tareas por las noches. Con la de mierdas que tenía encima últimamente ni siquiera necesitaba café en el cuerpo para mantenerme despierta, dormía poquísimo y era un sueño ligero, que casi solo servía para seguirme agotando en vez de permitirme descansar.

    Por otro lado, que alguien me diese con una piedra en el centro de la cabeza a ver si dejaba de meterme con los de tercero así y dármelas de, no sé, reina de la nada. Allí iba otra vez, solo con la seña a la máquina ya había tomado la movida en el aire y no iba a ser yo la que se negara a que un extranjero más perdido que la mierda le comprara un café, a ver, las oportunidades había que tomarlas. Muy japonesa y no sé qué, pero bien que a veces parecía ignorar que era una cría que no había cumplido los diecisiete.

    Normal por otra parte, si había cuidado a mis padres en vez de al revés.

    Seguí caminando en dirección a la máquina cuando escuché la pregunta y le di vueltas a la respuesta unos segundos.

    —Diría que no, pareciera que el cielo solo seguirá encapotado —respondí sacándome el cabello de los hombros con un movimiento de cabeza—, pero nunca se sabe, así que espero que tengas un paraguas o te vengan a recoger en coche.

    Eché la espalda en la pared junto a la máquina en lo que él sacaba las monedas, deslicé la vista por el espacio otra vez con cierto aire distraído e intercambié el peso de un pie al otro.

    —Voy a la 2-2, ¿tú? —dije con simpleza y estiré la mano para alcanzar la lata, murmurando un "gracias" antes de abrirla—. Y sí, ahora sí te acepto las disculpas de verdad~
     
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    Insane

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    —Estoy de suerte entonces —murmuré al movernos en carro por la ciudad—. ¿A ti te recogen o vives cerca del instituto?

    Ciertamente me sorprendía que los japoneses vendían todo tipo de bebidas. Desde que había aterrizado encontrar sabores extraños había sido lo primero que identifiqué en el aeropuerto, aunque por ejemplo el bento del almuerzo pasado y la lata de café no estaban para nada mal. Tomé un sorbo sintiendo el como mi garganta adquiría calor y el resto de mi cuerpo lo hacía por partes. Aún así había notado tanto en los casilleros el cómo se ponía a observar de forma distraída el espacio, tal y como lo estaba haciendo ahora, sin embargo no me gustaba inmiscuirme en la vida privada de las personas, mucho menos la vida de una chica que acababa de conocer, por lo que opté simplemente por distraerla un poco de lo que sea que pasaba por su cabeza.

    —Estoy en la 3-3 —sentí ligeramente ante el "gracias"—. Me alegra escuchar eso —bajé la lata de café a la altura de mi cintura, meneando apenas el contenido al ya llevarlo por la mitad, recostándome en una de las columnas, casi lateral a ella con la vista en una de las ventanas del pasillo—. ¿Te gustan los deportes extremos Shiori? —comenté preguntándome si estaba diciendo una idiotez al tratar de distraer a alguien que no conocía de nada—. Tengo un vídeo en el móvil, ¿quieres verlo?
     
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    Zireael

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    Solté una risa nasal al escucharlo decir que estaba de suerte y solo asumí que el jodido seguro viajaba en coche para su buena fortuna. Le di otro trago a la lata antes de responderle la primera pregunta mientras separaba el cuerpo de la pared unos segundos antes de regresar a mi lugar, me pareció ver a Cayden meterse a los baños con el chico de cabello celeste, que para la gracia ni siquiera sabía que también era uno de los allegados de mi hermano. De cualquier manera regresé la atención a Kasun casi de inmediato.

    —Ninguna de las dos, uso el tren. Vivo en Chiyoda.

    El viaje era largo, ciertamente, pero era lo que me llevaba por haberme metido entre ceja y ceja que quería venir a esta academia como Kaoru.

    Cuando me dijo a qué clase iba pensé si este pobre diablo habría tenido suerte o era un desgraciado, por una parte se había salvado de compartir clase con el dúo del desastre por excelencia que eran Wickham y Alisha, por otro se había salvado de Altan que era un amargado del culo, pero había caído con Katrina y Arata que eran dos joyitas. Imaginaba que solo el tiempo lo diría.

    —¿Deportes extremos? —pregunté ladeando un poco la cabeza—. ¿Cómo lo de saltar de puentes y eso? Pues creo que no lo haría nunca, pero es emocionante ver a los que sí se animan. Venga, a ver ese vídeo entonces.

    Quizás lo estaba utilizando un poco para distraerme, no lo iba a negar, pero en sí no le estaba haciendo daño a nadie mucho menos si él no lo sabía. Podía vivir con eso.
     
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    Insane

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    De aquí a que yo me aventurara a utilizar el tren había un tramo extenso, tanto por no saber guiarme para nada con las probabilidades de perderme altísimas, y otra porque de pedir indicaciones terminaría haciendo señales de humo con algún policía. Pff, tenía que echarle más ganas al idioma para poder ponerme de curioso a conocer lugares por mí solo.

    —¿Chiyoda? ¿Es un buen lugar? —pregunté ladeando ligeramente la cabeza—. Mi hermano y yo estamos en búsqueda de un apartamento en un buen sector, ¿sabes de alguno?

    Ciertamente Génesis también estaba en búsqueda de alguno. No es como si no pudiésemos vivir juntos, pero la madre de Allen era un dolor de cabeza creyendo que la chica que veía como mi hermana sería seducida por nosotros, y aquello ni en chiste, si el cariño que le tenía era realmente puro, que si algún otro tipo lo supiese ni me creería. Le sonreí ligeramente al verla a ella ahora ladear la cabeza, sacando el móvil luego de tomarme el último sorbo de la lata de café y tirarlo a uno de los cestos con una puntería hasta perfecta.

    —Sí, como saltar de un puente, que curiosamente lo hicimos el sábado —solté así nada más, buscando en mi galería los videos que tenía guardados, eliminando por ahí derecho los que me mandaba Zeldryck para evitar que ella viese cualquier contenido que no sabía por qué no había borrado aún—. Te muestro.

    Me despegué de la columna para hacerme a su lado, recostándome en la pared a medida que giraba el móvil, entregándoselo a ella a lo que se reproducía. Génesis estaba grabando, y lo que se veía ahí era mi gemelo y yo caminando por el borde de un puente, aunque aquel salto en puenting había sido en Canadá, hace ya varios meses atrás, hasta que saltábamos al vacío.

    —Si en algún momento te animas te acompaño de una —comenté un poco porque de por sí nadie solía hacerlo—. La adrenalina despeja mucho la mente.

    Además de que no necesariamente tendría que ponérselo en los tobillos, podría ser un sitio con menor altura y el arnés en la cintura.
     
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  18.  
    Zireael

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    ¿Qué si Chiyoda era buen lugar? Pues entre Shinjuku y Shibuya no tenía ni idea de cómo existía Chiyoda honestamente, era el barrio de niños pijos por excelencia, varios de los forrados de esta academia vivían allí de hecho y yo bueno, estaba ahí porque al parecer allí habían nacido los Kurosawa, no porque tuviésemos dinero que lanzar al cielo realmente.

    De cualquier manera asentí con la cabeza a su pregunta, Chiyoda era un barrio tranquilo, no tenía incidentes con pandillas como sí pasaba con los otros dos barrios a su lado o al menos yo no recordaba ninguno. Además tenía lugares que valían la pena, como Akihabara y si querías ponerte muy extra pues te movías a Chūō.

    Joder con el chico este, que casi tenía cara de borrego también y ahora venía a decirme que iba por la vida saltando de puentes por puro gusto. No era la clase de pasatiempo que uno le imaginaría realmente, por ahora me parecía bastante tranquilo y de hecho la facilidad con la que parecía estar sincronizando con él lo confirmaba. La vida no dejaba de sorprender suponía.

    Acabó por alcanzarme el móvil de forma que lo tomé con cuidado, no fuese a ser que se lo tirara al suelo o algo, y abrí bastante los ojos conforme se iba reproduciendo el vídeo. No quería imaginarme en sí el vacío en el estómago que debía sentirse con eso, ya incluso en los juegos mecánicos a veces sentías que se te salían las tripas por la garganta.

    Como para vomitar la vida allí mismo si me preguntaban.

    Mientras le regresaba el móvil escuché lo de que si algún día acababa por intentarlo me acompañaría y acabé por soltar una risa algo más genuina, ni idea de por qué. Si debía ser honesta, en ese momento en particular hasta saltar de un puente amarrada por una cuerda elástica sonaba a mejor plan que muchas cosas, con todo y el detalle de hacer de tripas corazón, pero por alguna razón asumía que también debía ser liberador en cierta forma.

    —¿De verdad? —pregunté con algo de diversión en la voz—. Pues espero que cuando se me antoje de verdad me acompañes, si no de nada te habrá servido el café de disculpas.

    Moví suavemente la lata a la que todavía le quedaba cerca de la mitad, bebí un poco más y un poco porque sí seguí hablando.

    —Por lo que veo tienes un hermano gemelo, debe ser interesante.

    Kaoru y yo teníamos una diferencia de cuatro años e incluso así nos parecíamos un montón, si hubiéramos tenido menos separación seguro hubiéramos colado como mellizos, así que ver a este par me llamaba un poco la atención. Era una curiosidad inocente por decir algo, poco sabía que el otro era un diablo personificado.


    Zold: nadie se anima de por sí
    Shio, todavía en pleno mental break: pues ahora va a ser que me animo y vienes conmigo por bocazas
     
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  19.  
    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

    Capricornio
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    Por alguna razón, sentía que había cometido un terrible error. Detrás de aquella sonrisa sedosa, parecían ocultarse incontables peligros, en los cuales no debería ahondar. Pero bueno, ya estaba en el baile, y suponía que hundido hasta los tobillos. No me quedaba más que bailar. Así que me recompuse, le devolví la sonrisa, y luego me puse a mirar alrededor, tomando nota mental de los compañeros que me indicaba. Bueno, al parecer iba a tener que hablar con Kou luego, pues parecía algo... ocupado, la verdad; y si Laila todavía no había llegado, la mejor chance sería Alethea. Que nombre tan curioso, la verdad.

    — Ah, ¿estás en el club? ¡Genial! Y dale, si eres tan amable. Creo que había escuchado a algún Joey en nuestra clase, pero no lo puedo ubicar de vista. O tú podrías llevarme con él igual, no le vería el problema —agregué, encogiéndome de hombros.

    Sinceramente, su pequeña inflexión en la voz me pasó totalmente desapercibida. No era muy bueno leyendo pequeñas sutilezas de la gente, la verdad. De hecho, me molestaba un poco que lo hicieron. Prefería que todos fueran más sinceros y directos. La vida era más fácil así.

    Al parecer, no tenía mucho que contarme sobre nuestra clase. O eran bastante poco amigos entre sí, o no había gente demasiado interesante, o a Alisha le gustaban un tipo de gente en específico. Que juzgando por sus manerismos, probablemente era lo último, hipótesis que fue afirmada con lo que dijo luego.

    — ¿Sitios sin cámaras? ¿Tenemos cámaras? —pregunté, para mirar arriba y detectar una en un rincón. Vaya, sí las había. Suponía que no me había dado cuenta antes porque pocas veces tenía que mirar para arriba, la verdad. No estaba acostumbrado.— Vaya, uno se siente observado ahora, je. ¿Y hay cámaras por toda la escuela? ¿Es por un tema de seguridad? ¿O un tema de restricciones?

    La verdad, no podía darle muchas vueltas a la idea de que nos estuvieran vigilando constante a través de cámaras. Sonaba algo... tenebroso. Casi distópico. Aunque saber en que lugares no se encontraban las cámaras podía ser algo divertido. Como una especie de aventura. Y quien sabía. Podía llegar a ser útil.

    — Bueno, ¿por qué no? De todo eso. Lugares sin cámara, cotilleos, lo mejorcito que haya en el comedor, y demás. Hablando de comedor, ¿quieres almorzar luego? Supongo que todo lo que tienes por contarme no va a alcanzar con el tiempo que tenemos antes de clases. Si es que no tienes planes, obvio.

    Mientras hablaba, había comenzado a dirigirme hacia las escaleras. No me olvidaba que todavía tenía que ir a clases. Además, tenía que pedir el material en inglés, o en alemán, si lo tenían. Tal vez debería hablar con Bleke para eso.

    Feel free de postear en el primer piso o donde quieras, Gabi (?
     
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  20.  
    Insane

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    Su asentimiento de cabeza solo me hizo darle un chuleo en mi mente al barrio mencionado, ya solo sería comentárselo a mi hermano y hablar con mi padre para que nos girara el dinero. No creía que fuésemos a alquilar un sitio, me veía que lo más probable sería comprarlo por ahí derecho, lo que significaba que los dos perros que teníamos en Serbia también podríamos traerlos con nosotros, que ya hace varios meses no los teníamos y de seguro mi madre los dejaba andar por ahí en las hectáreas de casa que teníamos por allá; en realidad, no había nada como que te recibieran saltándote encima y sacarlos a pasear. Por ahí derecho ver si había un apartamento cerca para Gen.

    Hoy en la noche al llegar a casa me pondría las pilas con eso.

    El cómo abrió los ojos observando el video me hizo sonreír entretenido. Usualmente esa era la reacción de las personas, por eso muchas no se le medían a ese tipo de situaciones, sin embargo me sorprendió el hecho de que dejara una brecha entreabierta con respecto a ella pensarse en algún momento hacerlo. Le mostré los dientes ya de forma amplia.

    —De seguro salto contigo para que no te vayas a arrepentir a medio camino —bromeé con cierto tinte de verdad, porque no mentía en realidad.

    Cuando mencionó a mi hermano mis facciones se suavizaron en demasía. Era algo arriesgado, demasiado y de cierta forma sentía que Allen lo cuidaba por lo mismo bajo sus alas doradas.

    —Es divertido, sí. De niños fingíamos ser el otro, lo típico de gemelos. ¿Tú tienes hermanos?

    Aunque no me faltaba sentido común para saber que le tiraría lo perros a Shiori de buenas a primeras, porque bueno, así era él. El único código que medio conocía era si alguna chica era mi novia, pero si terminábamos no se esperaba mucho tampoco para tratar de ligársela.
     
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