Interior Casilleros

Obviamente no esperaba ninguna clase de festival ni nada por el estilo, aunque quizás me hubiese gustado un poco más de entusiasmo o qué sé yo. Es decir, había enfadado a mucha gente en mi vida y aquella tenía que ser una de las reacciones más suaves que habría recibido.

Tampoco había esperado que aceptase, claro. La verdad es que no esperaba nada, en general, solo estaba intentando cumplir las promesas que le hice, la de invitarla a una fiesta y dejarle un vestido. Si no quería pues yo tampoco la iba a obligar, ya había cumplido mi cometido so whatever.

Me llevé las manos a la nuca, siguiendo su camino con la vista hasta que me aburrí y la devolví al frente. It was a pity, indeed, pero siendo sincera era más que obvio que no iba a conseguir el polvo que pretendía así que... ¿hubiese merecido la pena? ¿Me hubiese quedado más rato o me hubiese acabado aburriendo y desechándola en algún momento? Tampoco iba a negar que me había caído bien y todo eso, ¿pero una amistad? Sí, claro, como si eso me saliese bien alguna vez.

¿No había acabado Konoe liándose con el estúpido de Natsu por mi culpa? ¿No acabaría empujando a la pelirroja a hacer vete tú a saber qué en algún momento también?

Quizás fuese mejor así.

Suspiré y volví a deslizar la vista a lo largo de los casilleros. Hablando de Konoe, ¿qué rayos? Nunca faltaba a clases y desde ayer por la mañana no la había vuelto a ver. Ni a ella ni a Natsu, ya de paso. ¿Qué? ¿Acaso se habían fugado juntos o algo así? Al final iba a conseguir esa historia de novela que tanto quería o qué sé yo.

Honestly, mejor para mí. Cuanto menos los viese, más al fondo se iría la culpabilidad y más fácil me sería seguir como si nada, que para algo era experta en hacer la vista gorda.

—Kitty~

Al final había conseguido distinguir a la chica llegando a su casillero y me abalancé sin dudar ni un momento. Y por abalanzar me refería a deslizar los brazos por sus hombros para susurrarle cerca del oído y llamar su atención, claro.

Me separé un poco por respeto hacia mi persona, que igual me daba miedo que me fuese a atacar o algo, y me coloqué a su lado llevando las manos tras la espalda.

>>¿Te he dicho lo guapa que estás hoy? Y, oye, ya que estamos en el tema, ¿me harías un pequeño favor?

Y así como si nada, volvía a ser la estúpida de siempre.

Un jodido don, de verdad que sí.

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Hitori holi uwu

Había acabado de comer y, por suerte o por desgracia, la campana sonó justo en el momento en el que estaba recogiendo mis cosas. Por mucho que me hubiese gustado hacer lo contrario, la verdad es que no podía permitirme quedarme el resto de las clases encerrada en el club, así que no me quedó más que salir del refugio y volver al aula.

Cuando volví a casa, me di cuenta que había estado tan en piloto automático que ni siquiera me había dignado a preguntarle a Dante sobre el trabajo o sobre la otra chica que iba a ser nuestra compañera. Dios, qué desastre. Al menos aún me quedaba el viernes por delante para poder poner las cosas un poco en orden o lo que sea.

Así fue como acabé llegando a la academia algo más animada. No es que estuviese 100% en ello, pero tampoco quedaba de otra, e igual así funcionaban las cosas siempre... cuanto más pudiese parecer que todo estaba bien, quizás todo acabaría estando bien.

Había acabado de cambiarme los zapatos cuando noté una presencia acercándose y, tenía que admitirlo, no esperaba que fuese Anna.

Le presté toda la atención del mundo, sin interrumpirla, y acabé ladeando un poco la cabeza cuando logré discernir lo que quería decirme. Creo que acabé frunciendo un poco el ceño pero conseguí relajar la expresión rápidamente, por si al final se decidía a mirarme o lo que se fuese.

—Que va, no te preocupes por eso, Annie —respondí en un tono de voz suave, negando ligeramente con la cabeza—. De hecho tendría que disculparme yo por no haber respetado tus límites cuando claramente no querías que te tocase ni te dijese todo aquello.

Giré el cuerpo para poder encararla mejor y contuve el impulso de, no sé, llevarle un mechón de pelo tras la oreja o algo, haciendo que esa misma energía se fuese a los dedos con los que jugueteé sobre el asa del maletín.

>>Así que lo siento. Uhm... ¿estás...? ¿Cómo estás ahora?

 

Bueno Yumemi podía estarse montando el teatro que quisiera pero su puta madre iba a vender hierba en la escuela, honestamente, sobre todo con dos putos camellos colados allí; en todo caso la aclaración era innecesaria y solo dejé correr la mierda, que la tonta hiciera lo que quisiera antes de largarse. Me hizo gracia cuando la otra salió de la nada, porque significaba que se había comido todo el numerito.

Me fumé otro cigarro antes de regresar a la clase y tragarme las horas de clase que restaban, digamos que presté atención aunque no retuve una mierda en realidad. Al terminar las clases me fui con cierta prisa, lo cierto es que había quedado con el idiota de Ratel para decirle que nada de lo que hubiese planeado hacer era necesario ya, que podíamos seguir dispersos. Un poco por la gracia le comenté el eventito de gala en el Triángulo, también se lo mencioné a Yuzu por mensaje de texto y ya.

¿Qué si estaba alborotando el panal de puro gusto?

Un poco.

Noté la mata de cabello negro unos metros frente a mí, caminaba tan despacio que me dio hasta tiempo de alcanzarlo y todo; el idiota me echó encima una mirada bastante discreta pero la detecté al pelo y suspiró con pesadez. Tenía unas pintas horribles, ¿tan siquiera había dormido?

—Te pagaré la hierba de ayer en la noche —dijo al aire. Su voz fue una cuerda sostenida en una sola nota.

—¿Sigues jodido?

—¿No lo estuve alguna vez?

—Ya te dije en qué vas a convertirte, idiota.

Soltó una risa nasal, fue un gesto sin importancia pero había cargado consigo una amargura o una resignación tal que me resultó casi repugnante. Decía que no me interesaba, era cierto en parte aunque la realidad era que desecharlo implicaba perder una pieza clave de un tablero futuro, de una partida mayor incluso y me estaba jodiendo que el idiota se dejara pisotear.

Se estaba dejando pisotear.

>>Puto arrastrado.

—¿Cómo mierdas acabas de llamarme, Shimizu? —Un chispazo de ira, fue eso, pero al menos hizo que reaccionara por fin.

Lo había escuchado mientras entrábamos por la puerta principal y estuve a un puto pelo de echar atrás cuando creí predecir que me iba a caer encima, pero el estúpido se quedó estaqueado de repente cuando alcanzamos la línea de casilleros de tercero.

—¡Altan Sonnen! —Era una chiquilla albina, llevaba el cabello totalmente suelto y de no ser porque era evidente que se la estaba llevando Satanás hubiese pensado que era un conejito—. ¡¿Se puede saber por qué te fuiste temprano sin decirme nada?!

Interesante.

¿Esta de dónde había salido y por qué no la vi nunca?
​

La había guardado con más recelo que a Kurosawa.

El otro parecía una puta estatua de repente, casi daba risa teniendo en cuenta que esa chiquilla no solo era enana, era realmente delgada y fácil podía pasarle por encima. Le dirigí una mirada de soslayo al imbécil de Sonnen.

—Sí, Al-kun, ¿por qué te fuiste? —La tensión que le bañó el cuerpo fue de película, debían estarle picando las manos por molerme a golpes ya. El resto lo dije en un murmuro de forma que lo alcanzara solo a él—. ¿De qué huyes? Respóndele a la chica de una vez.

—¿Y bien? —exigió la chica. Una chispa de preocupación le cruzó por la cara al notar el estado del armario empotrado, pero en apariencia le pudo más el cabreo.

El idiota pareció buscar a alguien con la vista, vete tú a saber quién, y acto seguido clavó la vista en algún punto del suelo como un maldito perro regañado. No había que ser ningún genio de la NASA para saber que Usagi-chan allí presente lo tenía atado de una puta correa, la chiquilla estaba tirando exigiendo una respuesta de su mascotita.

—Lo siento.

Eso fue todo lo que contestó, retrocedió sobre sus pasos, salió y se apoyó en el cristal que permitía ver al exterior. Cuando regresé la vista a la chica noté que la reacción del otro obviamente solo había servido para ponerla de peor humor, pero bueno qué se le iba a hacer.
Abrí mi casillero y mientras me cambiada los zapatos le hablé a ella.

—Sabrás disculparlo —comencé tratando de tragarme la risa—, resulta que es un absoluto imbécil.

—Lo sé pero se está superando a sí mismo.

Me encogí de hombros nada más, no tenía otra cosa que añadirle a la observación de la mocosa.

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Yo: no sé qué hacer en gakkou
Also yo: *este post*

For the record entonces: Arata y Jez están en los casilleros, Al está afuera como perro regañado (? Si alguien quiere le puede caer a cualquiera de los tres. Mañana o el viernes sigo aventando pendejos jsjs

Me tiré el regaño de Usagi-chan hacia Sonnen como quien ve una puta película, era evidente que el rubio que había llegado con él también se lo estaba pasando bomba a su costa y me venía en gracia porque para jugárselas de rey de la colina resultaba que la conejita lo ponía de rodillas en segundos.

¿Era precisamente eso lo que creía Wickham que estaba haciendo Aaron conmigo o qué cojones?

En fin, seguí con mis cosas en el casillero como si nada y cuando había terminado de cambiarme los zapatos sentí que alguien me cayó encima. No tardé en darme cuenta que era la jodida gringa y solté un suspiro bastante hastiado al escuchar su palabrería.

—Ya di de una vez qué es lo que quieres, gringa.

 

Para la gracia, la escena que se habían montado con el pobre desgraciado de Altan tampoco me había pasado desapercibida. Sabía que el estúpido era algo así como el perro guardián de la conejita, pero no esperaba que la chiquilla lo tuviese tan jodidamente dominado. Un poco patético, si me preguntaban, que se las diese de puto rey de la colina o algo y luego agachase la cabeza así por Jezebel, pero qué iba a saber yo de esas cosas.

Por demás, Arata se lo estaba pasando en grande con el regaño en cuestión y tampoco podía culparlo, porque me estaba haciendo gracia hasta a mí que nada tenía que ver con el asunto y que ni de lejos sabía nada lo que estaba pasando de verdad.

Pobrecito alemán~

Volví a centrar mi atención en Katrina y dejé escapar un suspiro decepcionado, completamente fingido.

—Hombre, ¿y esto? ¿Acaso estáis todas con la regla y solo yo me he quedado atrás o qué? Whatever, hold up.

Volví hacia mi casillero, sin ninguna prisa realmente, y al regresar a su lado lo hice con una bolsa en la mano. Se la extendí y volví a impostar una sonrisa sobre mis labios, claramente forzada y, en realidad, solo por hacer el estúpido porque sabía que de nada funcionaba con la chica.

>>¿Me guardarías esto en tu casa, pretty please~?

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me: bueno, me voy a dormir y ya respondo mañana
also me: fuck that bitch *c pone a escribir*

 

Dios, me estaba aguantando la risa nada más para no ir a provocar más a Vólkov que ya parecía bastante alterada, porque sabía que si la provocaba y el otro se daba cuenta no iba a salir bien, incluso si la estaba evadiendo como un puto campeón. Al final del día hasta los perros apaleados regresaban a su amo y aunque nuestro querido alemán aquí presente se las diera de indomable, estaba atado.

Y lo sabía.

Solté una risa floja al comentario de Alisha y pensé en soltarle que claro, seguro el mal humor de todas era culpa de la regla porque quién iba a pensar que la culpable fuese ella, pero al final me callé no tanto porque supiera que a la estúpida le iba a importar, sino porque me dio bastante pereza seguirle dando cuerda a su estupidez.
Le arrebaté la bolsa de la mano, la zambullí en el casillero y lo cerré para luego cruzar los brazos.

—There it is. Lo dejaré en mi habitación, ya sabes.

 

Solté una risa cuando vi que la chica prácticamente me arrebataba la bolsa de las manos y la guardaba en su casillero. No parecía muy contenta pero tampoco había puesto ninguna oposición al respecto y qué más iba a pedir de alguien como Katrina. ¿Había supuesto lo que era? Bien podría estar intentando meter algo peligroso en su casa o algo, que confianzuda~

—Aren't you the sweetest~?

Me incliné para estamparle un beso en la mejilla bien ruidoso porque, joder, no era ni medio normal lo que me gustaba tocarle las narices por puro amor al arte. Así y todo, también estaba aprendiendo cuando no pasarme de la raya y, en definitiva, tampoco iba a molestarla mucho más con mi compañía cuando claramente no le apetecía... y a mí mucho menos aguantar su mala leche.

Me di media vuelta, pues, y me alejé de los casilleros moviendo la mano de lado a lado a modo de despedida, canturreando un "by-bye~" mientras tanto.

 

Ciertamente el Sakura nunca dormía. Estaba ligeramente adormilada del viaje en cuanto llegamos a la escuela, pero fue cosa de atravesar el patio frontal y despertarme con una escena sacada de telenovela. No recordaba a Jez enfadada, la verdad, mucho menos alzando así la voz para regañar a alguien. Reparé en Altan sin dejar de caminar, él estaba retrocediendo para apoyarse en el cristal de afuera y seguí mi camino hasta la albina, quien hablaba con un rubio de pintas bastante cuestionables.

Estaba todo un poco de cabeza.

—Buen día —murmuré mirando a ambos de pura educación, y luego enfoqué mi atención en Jez—. ¿Qué pasó ahí afuera?

 

Al final el rubio, el amigo ese de Al que no conocía de nada, se había quedado recostado contra la línea de casilleros pero no hablamos más del asunto ni de otra cosa. No era que tuviéramos de qué y la verdad no era yo ninguna experta en acercarme a ese tipo de personas, los chicos con esas pintas parecían ser la especialidad de Kurosawa, no la mía.

Ver que el idiota de Altan seguía con su número sólo me crispaba más los nervios, porque se estaba comportando como si tuviera once años otra vez. No era insolente como tal, tampoco se montaba una pelea por deporte, pero rehuía cualquier aproximación como un gato cimarrón, como si no hubiese estado a mí lado durante años.

Lo peor del caso es que en parte entendía el porqué aunque me negaba a aceptarlo, lo había entendido el día de la azotea como tantas otras cosas. Mi maldito telescopio reflector había alcanzado a ver un atisbo de lo que él no había expresado nunca y así fue que atajé que escapaba con tal de evitar un desastre mayor, que escapaba porque estaba enojado pero tampoco quería encerrarme.

Y entonces... Uní algunos puntos sueltos por fin, ya no de Altan, sino de Anna.

Estaba sacando unos libros de texto del casillero cuando caí en cuenta y sentí que el alma me cayó a los pies, no sé ni cómo lo disimulé, pero seguí como si nada a pesar de que acababa de caer por fin en que le había dicho a Anna un montón de información ambigua, innecesaria también.

La reflejé, no por mis propias emociones, sino por las que había vislumbrado por encima en Al.

Dios.

Dios.

Dios.

Jez, eres jodidamente densa.​

Lo enviaste con ella y no pensaste en esa posibilidad, ¿o sí?

Además, ¿qué se supone había pasado realmente mientras yo no estaba?

La voz de Bleke llamó mi atención entonces, haciendo que la mirara y le dedicara una sonrisa suave que no supe de dónde saqué. El rubio respondió, vete a saber por qué, la cosa es que le dijo buenos días antes de sacarse el móvil del bolsillo y volcar la atención allí.

—Buen día. Lo siento —dije disculpándome por toda la escena—. Al está molesto conmigo por algo y ayer se fue temprano sin decirme nada, así que me preocupó de más. Tampoco tiene buena pinta ahora y sigue sin decirme qué fue lo que pasó, no respondió mis mensajes ni nada, así que la historia se cuenta sola.

Metí una libreta en el casillero con una cuota de fuerza añadida de la que no fui consciente.

—Supongo que deberé esperar. —Siempre había que esperarlo de alguna manera, aunque no pareciera—. En fin, perdona por contarte todo eso. ¿Cómo estás, Blee? ¿Qué piensas de todo el asunto este de la fiesta esa?

Vaya manera de desviar el tema.

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No puedo creer que esta conectara los dots ahora smh

Me iba a mimir but tenía que RESPONDERLE A BLEE

 

Realmente tenía que ser la única persona en el mundo que se alegraba de tener que ir a clases, incluso un viernes. Es más, tenía que quedar hasta de estúpida si alguien se enteraba que les había suplicado a mis padres para que me dejasen venir en lugar de quedarme en casa descansando.

¡Pero! De verdad que mi tobillo estaba en perfecto estado, ¡no había sido para tanto! Y quedarme encerrada en casa después de descubrir lo divertido que era ir a la escuela... me mataba. Agradecía que mis padres estuviesen preocupados por mí, de verdad que sí, pero se pasaban demasiado tiempo encima de mí y llegaba a ser agotador.

La cuestión era que no importaba ya, porque me habían permitido ir hoy a clases si les prometía que tendría cuidado y estaba demasiado contenta por ello como para dejarme manipular por los sentimientos negativos.

De camino a la academia Riamu me habló de una fiesta que estaba organizando para el sábado y parecía especialmente emocionada, sobre todo hablando del vestido que había logrado encontrar. Le respondí con la misma emoción, porque realmente me agradaba verla tan genuinamente feliz, pero una ligera mueca de decepción cruzo mi rostro cuando me preguntó si iba a ir también.

—Ni siquiera sé si estoy invitada, Ri-chan.

—¡No digas tonterías! Todo el mundo ha recibido una invitación, ¡ya verás!

Bueno, tenía razón. Al abrir mi casillero, el sobre dorado y negro estaba ahí, destacando sobre todas las demás cosas que tenía. Lo cogí para observarlo con detalle, realmente sorprendida por el esfuerzo puesto, y después de un rato me digné a mirar de nuevo a mi amiga, suspirando.

—Suena bien, pero dudo poder estar preparada para mañana y mis padres ni siquiera querían dejarme venir a clases, imagina una fiesta.

—Qué pena~

Ya después de soltarle el discurso fue que me di cuenta que Riamu no me estaba prestando mucha atención. Giré el rostro para seguir su mirada y di de lleno con un chico rubio enfocado en su móvil, haciendo que una ligera sonrisa divertida asomase por mis labios al volver a centrarme en la chica.

—¿Quién es? ¿Alguien a quién le has echado el ojo~? —pregunté, devolviendo el sobre al interior del casillero con cierta rapidez.

Si podía evitar que me hablase del tema, la verdad es que mejor para todos.

—Algo así, sí. Es el tipo al que le tuve que enseñar el sitio. Es guapo, ¿no?

—Parece tu tipo —admití, cerrando la taquilla para girarme y encararla—. Pero Ri, también lo es tu novio.

—Ya te lo he dicho, Ale, no somos novios.

Se rio al ver como fruncía el ceño, porque siempre se divertía mucho cuando me confundía de esa manera, pero es que de verdad que no entendía esos rollos raro que se traía. No me contaba mucho sobre su vida nocturna y todo eso, pero si me hablaba del tipo con el que andaba liada y con el que principalmente pasaba las noches. Pero si le gustaba estar con él y estaban en una relación, ¿por qué decir que no son novios? ¿Por qué tontear y besar a otros cuando ya tienes algo seguro? ¿Era lo normal para gente de nuestra edad y era yo la rara que aun creía en las relaciones estables?

>>Venga, vamos, que te acompaño a tu clase.

Recuperé la sonrisa cuando la escuché y asentí con la cabeza. No merecía la pena darle muchas vueltas al asunto, la verdad. Si Ri-chan era feliz con ese tipo de cosas, ¡yo lo era por ella! Por mi parte, no tenía tiempo para pensar siquiera en romances así que no tenía sentido preocuparme demasiado.

—Tengo que buscar a Meyer-san y Shinomiya-san, para el proyecto. ¿Te suenan?

—Ni idea, Thi, lo siento. Pero si quieres te ayudo a buscarlo, yo ya tengo localizados a mis compañeros~

—¡No necesito ayuda para algo tan simple, Ri!

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Bueno pedazo de tocho que me aventé para nada (?) Las pendejas están de camino al pasillo pero si alguien le quiere caer a alguna, pls be my guest (?

 

Atendí a toda su explicación en silencio, asintiendo suavemente de tanto en tanto. Regresé la vista hacia el exterior un par de segundos en cuanto Jez comenzó a hablar del estado de Altan, aunque desde mi posición no pudiera más que ver su espalda contra el cristal; era un acto reflejo. Luego busqué el ámbar de la chica, detallando la fuerza que agregó para guardar la libreta. ¿Seguiría aún totalmente ajena a los sentimientos complejos que se revolvían entre ellos? ¿El conflicto nacería de esa raíz? Intuía que sí, un lío del calibre se prestaba para más de un roce, al fin y al cabo.

¿Que debía esperar? Sonaba como lo más prudente, sí. Asentí y luego ensanché apenas la sonrisa al oírla disculpándose, meneando la cabeza suavemente.

—Descuida, no me molesta.

Jez quería distraerse de su arrebato inicial y yo no era quién para indagar más a fondo, ¿verdad? Además parecía ser un problema de Altan, no de ella, de modo que no me concernía ni interesaba. Llevé ambas manos al asa del maletín y lo balanceé apenas, asintiendo de nueva cuenta. Ayer había encontrado la invitación en mi casillero, como todos los demás. No era algo que me emocionara ni creara especial ilusión, pero también se me había cruzado la idea de que ir juntas con Kashya podía llegar a ser divertido.

—Se ve un poco sospechoso pero en esta escuela hay gente que le gusta marcar la nota, ¿no? —Una ligera chispa de diversión se coló en mi voz—. ¿Te gustaría ir, Jez?

No tenía la más pálida idea, claro, de que la chica ya estaba absolutamente decidida, y aún menos de las razones para ello.

 

Ganas como tal de ir a la escuela no tenía, debía ser honesta. No dejé de darle vueltas nada un solo segundo a decir verdad, ni siquiera mientras le contaba a Richard lo de la famosa mascarada y me hablaba de una tienda de vestidos que había visto el otro día que andaba fuera haciendo las compras de casa y no sé qué. Pensé en contarle lo de Shawn, de verdad que lo pensé, pero al final me callé y pretendí seguir silenciando todo con el asunto de la fiesta esa, a la que ya Jez me había dicho que iría.

Entré por la puerta principal luego de echar un vistazo en el pasillo de segundo, vi a Yule con una chica rubia y lo dejé estar para dirigirme a los casilleros de tercero, hacer el cambio y toda la cosa. Cuando seguí caminando detecté una melena celeste y recordé el condenado proyecto.
Me colé entra algunas personas para alcanzar a la chica y su amiga, que para la gracia estaban con Kobayashi.

—Hola —saludé con una sonrisa a las tres antes de dirigirme a mi compañera de clase—. Ethans, ¿o no?

¿Iba a buscar a Shawn hoy o iba a seguir huyendo yo también? No era momento de responder esas preguntas.

No me di cuenta en realidad, pero un muchacho rubio que estaba cerca de Jez y Middel despegó la espalda de la línea de casilleros después de que yo pasé, prácticamente me siguió los pasos y cuando llegó con el grupillo pasó de todo el mundo para volcar la atención en la amiga de Alethea.

—Buenos días, Ri-chan~

No era que pensara que Bleke no fuese a escucharme o algo de ese rollo, de hecho aunque era callada y seria sabía que podía contarle mis cosas, tenía esa certeza, pero simplemente no era algo que hiciera con frecuencia y esa vez no era la excepción. Resulta que estaba atascada sin poder hablarle al único idiota al que le contaba un montón de cosas.

Incluso así que me dijera que no le molestaba me sacó algo de la tensión de encima y lo agradecí en silencio.

Algo de color me subió al rostro cuando preguntó si quería ir a la fiesta, porque había preguntado para saber si ella iría más que nada. Yo me había comprometido a ir así por la pura estupidez, porque ya de por sí había pensado en la posibilidad y luego cayó Joey con lo de su cumpleaños, el baile y circo maroma y teatro.

—De hecho voy a ir, sí —dije en voz baja antes de buscar sus ojos—. Y pensé que podría ser divertido y las tres, ya sabes, con Kashya. Nunca hemos salido juntas a una cosa así.


Había aceptado, ni idea de sus motivaciones pero lo había hecho incluso luego de confesarme que le había cruzado la cara a Akaisa de una bofetada estaba dispuesta a aparecerse en su casa como si nada.
Shiori Kurosawa estaba hecha un destrozo, sí, pero detecté detrás de todo eso una ira sorda que me resultó peligrosa y aún así seguí tirando de la cuerda, empujé la pata coja de su mesa hasta hacerla caer pensando que podía distraerla.

Ya veríamos cómo saldría eso.

Podía ser una idea maestra o un desastre a secas, lo tenía claro pero tampoco contaba con muchas opciones. Todo fuese porque lo que quedaba del fuego de Yako no se apagara, incluso si provocaba una hecatombe digna de libro de historia. De todas formas me había encargado de revolverla conmigo de forma directa, como si estuviese buscando que cualquier cosa que ocurriera terminara dirigida a mí en lugar de a cualquier otra persona.

Porque era ese imbécil.

En fin, entré a la academia sin prisa alguna y tan siquiera ese día me había dignado a llevar el blazer reglamentario en lugar de las jodidas sukajan, porque había que ir entrando en mood o lo que fuese. Abrí mi casillero, saqué algunas cosas, hice el cambio y demás. Escuché a la amiga de Sonnen hablar de la fiesta con otra chica que parecía bañada en lejía también y seguí como si nada.

Hoy sí tenía que usar el club de radio para un último recordatorio, la cosa era si esta vez Nakagawa y su bipolaridad iba a estar presente o no, aunque supongo que más tarde lidiaría con eso y si tenía que echarme al gigantón al bolsillo, pues lo hacía y punto. Estábamos contra reloj ya, los medios habían dejado de interesar.

Me quedé en la línea de casilleros echándole un ojo general a todo. A las chicas más allá de Jezebel, las del cabello de colores y el idiota de Shimizu que ya seguro se había ligado a una, el resto de gente, el movimiento general y por reboté busqué con la mirada la melena cian de Ko. No tenía ni idea de si iba a aparecerse el sábado, pero esperaba que sí.

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Y bueno ahí quedó Cay pa quien lo quiera (?)

Diosito me muero de sueño

 

Apenas habíamos comenzado a dar un par de pasos hacia el pasillo cuando nos vimos interrumpidas por una nueva figura. Obligué a Riamu a que se parase para recibir a la chica, recibiendo una inclinación a modo de saludo por mi parte y una especie de suspiro por parte de la otra chica. Supuse que quería llegar a la clase para encerrarse en su móvil y picotear algo, como siempre hacía, ¡pero no podíamos ser maleducadas!

Escuché a la chica con atención y mis ojos se abrieron como platos antes la oferta. ¡Eso había sido un golpe de suerte! Y además, jo, que amable era la gente en aquella academia. Todas las personas que había buscado me habían ofrecido su ayuda, ¡encima aquella chica se acercaba por propia voluntad! Claro que seguía sin tener idea alguna de que Kohaku me había engañado descaradamente el día anterior, pero de cualquier manera, me había ayudado a darle mi mensaje al club del presidente así que no podría enfadarme con él si lo supiese.

—¡Te lo agradezco mucho! —exclamé, volviendo a inclinarme en una reverencia para afirmar más mis palabras—. ¿Cómo te llamas?

Y en eso estaba cuando otro par de personas se acercaron a nosotras, haciéndome girar para encararlas con la sorpresa plasmada por todo mi rostro. Recibí a ambos con otra reverencia para saludarles, aunque pronto me di cuenta que el chico se había acercado con otras intenciones. Ri parecía contenta con su acercamiento y eso me alivió, porque sabía que podía haber llegado a hartarse de seguir rodeada de tanta gente de la nada.

>>Buenos días. ¡Sí, esa soy yo! ¿Acaso eres Meyer-san?

Al fin y al cabo, el nombre de la otra persona me sonaba a un chico, aunque bien podría estar equivocada. Pronto lo descubriría, ya que empecé a intercalar miradas entre ella y la chica de antes en espera de una respuesta.

—¡Woah! ¿Qué es esto?

Mis ojos comenzaron a chispear con emoción al descubrir el sobre que había dentro de mi casillero y lo saqué con rapidez, comenzando a examinarlo casi al instante. La mariposa que había dibujada era muy linda y brillaba mucho~ Aunque no lograba entender muy bien a qué se refería. Parecía una invitación a algo, ¿verdad? Pero... ¿a qué? Ugh, a veces odiaba tener tan pocas luces.

Levanté la vista, el ceño ligeramente fruncido, en busca de alguna pista que me indicase lo que significaba todo. Pobre de mí, que no tenía ni idea de que todo esto había pasado el día anterior y que llegaba con retraso a toda la emoción. No lo sabía, así que a alguien le iba a tocar darme el golpe de realidad o algo así. Por suerte o por desgracia, parecía que ya tenía a las víctimas de mi torpeza.

>>¡Gardner-chan! ¡Shirai-kun! —exclamé, acercándome a toda prisa con el brazo en alto y el sobre entre los dedos—. ¡Eh! ¿Sabéis de qué va todo esto? —cuestioné, extendiendo la invitación hacia ellos entres las dos manos y asomando mi cabeza por un lado, curiosa.

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¿DELIRIOS DE ANDY? *c avienta de cabeza*

Dios, esta niña es tan estúpida (?)

Ugh.

Me alegraba que Alethea estuviese recibiendo tanta ayuda, desde luego, pero también tenía que admitir que estar rodeada de tanta gente que no me prestase atención me ponía de mal humor, así que lo mejor sería alejarme antes de que me afectase demasiado.

Bueno, estaba segura que ninguna de esa chica no tendría problema en acompañar a la chiquilla a su clase, lo que me dejaba libre para yo dirigirme a la mía. Estaba, de hecho, tan enfocada en ir hacia las escaleras que casi paso de largo de Arata. Por suerte su voz me alcanzó a tiempo y me giré para encararlo, con una sonrisa alegre plasmada sobre los labios.

¿Acaso lo había invocado solo con mirarlo un poco? Wow, mis capacidades a veces me sorprendían hasta a mí~

—Buenos días~ —canturreé, pegándome algo más a su posición para aprovechar y separarme del grupillo que ya poco me interesaba—. ¿Te noto más animado que ayer o es cosa mía~?

 

Ya tenía decidido ir, ¿eh? Mi expresión no manifestó cambios notorios, me limité a ensanchar la sonrisa y asentir, indicándole con un movimiento de cabeza suave que comenzáramos a caminar en dirección a las escaleras. Suspendí un silencio liviano durante un par de segundos antes de regresar la vista hacia Jez y finalmente hablar.

—¿Irás por algo en especial? —intuí, en el tono neutral de siempre, y una muy ligera chispa de diversión se me coló al agregar—: ¿O alguien, quizás?

Me resultaba extraño que Jez hubiera decidido ir así como así, sin ningún motivo de peso, y en especial sin saber aún que tanto Kashya como yo podíamos llegar a estar interesadas. Lo había definido en solitario, digamos, y no creía que ese fuera precisamente el caso.

 

Asentí con la cabeza a la pregunta de la chica, ensanchando un poco la sonrisa y cambié el peso de un pie al otro.

—Esa misma —confirmé—. Ayer hablé con Shinomiya-san para lo del proyecto, quedamos en que haríamos un grupo para lo del trabajo y eso.

Luego de haber dicho eso regresé la atención a Kobayashi, todavía con la sonrisa en el rostro. Ni idea de qué me había perdido ausentándome un solo día, tampoco me preocupaba demasiado en tanto no fuese algo de la escuela en realidad, así que no iba a preguntar demasiado por nada. Digamos que mi mundo se limitaba a Jez, Shawn y Yule, Kobayashi estaba empezando a contar también, pero no era tanto aún, a pesar de que le había contado lo de Shawn por encima.

—Ah, claro. Cuando quieras almorzamos juntas, kohai-chan.


No le presté demasiada atención a las otras tres chicas realmente aunque escuché la conversación, atajando los apellidos apenas para ubicarlas. Meyer y Ethans parecían el tipo de chicas con las que no me revolvía o por lo menos las que no se me acercaban de buenas a primeras así que pasé de ellas, la otra era la enana esa que debía ser de primero.

Mira que era un cerdo pero no me ligaba mocosas de quince años.

Reflejé a medias la sonrisa de Yumemi, digamos que no cargaba con la misma alegría porque siempre colaba en el gesto aquella altanería que no venía a cuento, pero al menos fue más suave que otras veces, teniendo en cuenta también que estábamos allí a mitad de los casilleros y toda la mierda.

—¿Hmh? Delirios tuyo seguramente~ —respondí conteniendo la risa—. Quién sabe de todas maneras. Tal vez putear al que me dejó sin hierba me remediara un poco el ánimo.

¿Qué si era un hijo de puta? Pues sí.

Comencé a seguirla cuando me lo indicó y realmente no me sorprendió que diera de lleno en los motivos que me habían hecho decidirme a ir, Bleke no era ninguna tonta y mucho menos iba a ser siquiera un tercio de lo densa que era yo, viniendo a conectar los puntos de un montón de cosas importantes hasta ahora. Además ya me conocía, ¿no? Ni de chiste iba a decidirme a ir a una fiesta de esas solo porque sí, tenía que haber otro motivo detrás y no era que se lo estuviese ocultando ni nada en realidad.

Es decir, total Al ya se había dado cuenta y se había montado el drama en cosa de segundos, ¿qué más tenía que perder?

—¿Un poco de las dos supongo? —Me encogí de hombros, pretendiendo restarle importancia—. Le dije a Joey que iría, nada más.

Incluso aunque no pretendía guardar ningún secreto lo dije un poco más bajo, casi por reflejo. Igual parecía estúpido visto desde fuera, pero ya qué.