Exterior Patio frontal

¿Por qué me había quedado para las pruebas, exactamente? No era un tipo estúpidamente atlético en sí, tampoco me iba bien o me interesaban los deportes grupales; a lo sumo me había pasado varios años practicando tenis, pero no con el ímpetu que papá siempre había esperado. Para descargar energía estaba bien, hacer actividad física y toda la mierda. Era parte de un gran paquete exigente, junto a una dieta saludable, evitar drogas y consumir alcohol moderadamente.

La ducha fría por las mañanas, la media hora de natación antes del desayuno, el libro semanal, la visita a la nutricionista mensual, la copa de vino tinto los sábados.

Si había contenido el impulso de largarme a la mierda fue por el propósito que me había enviado directo a esta pocilga y mi estúpida compulsión por hacer las cosas bien, aunque no me apetecieran o interesaran en exceso. Era parte de otro gran paquete, junto al uniforme impecable, el cabello peinado, los gemelos a juego y darle vueltas a la malla del reloj como un jodido carrusel.

Esos uniformes deportivos eran espantosos, pero no quedaba de otra. Me quedé bajo la sombra de un árbol, repasando los alrededores con calma, pero apenas apareció aquel pobre intento de autoridad forzosa que se hacía llamar profesora, mi nombre tronó en todo el patio. Suspiré, dándole unos golpecitos al suelo con la punta de las zapatillas, y me acerqué sin más a la pista. Me daba igual, era correr quince segundos a lo sumo y ya.

Me daba exactamente igual la gente que tenía al lado y tampoco intenté memorizar sus nombres, ni siquiera el de la niñita del receso que, al parecer, también había sido convocada. Mi intención era pasar de ella, pero la imbécil me puso la mano encima otra vez y los circuitos me dieron un coletazo. Su dedo a lo largo de mi columna me envió un escalofrío para nada agradable y contuve el impulso de sacudirme como un perro mojado. Me limité a observar sobre mi hombro, de soslayo, y una mueca de desagrado me cruzó la fina línea de los labios al reparar en su silueta alejándose para ubicarse en su carril. Por suerte no alcancé a ver que me guiñaba el ojo y no sé qué mierdas más, o el estómago se me habría seguido revolviendo.

Todo el rollo me apartó por completo del hecho de que la tía de mi clase, la tal Nieves, al parecer me había deseado suerte. Siendo francos, de cualquier forma tampoco le habría prestado atención aunque la oyera o me diera por aludido. Suspiré, concentrándome en mi tarea, y acaricié apenas la malla de mi reloj. ¿Qué mierda se suponía que estaba buscando esa mocosa? ¿Era una jodida suicida? Tampoco me interesaba averiguarlo, la niña no me interesaba en absoluto.

Pero vamos, que la desgracia parecía perseguirme o algo. Menudo coñazo.

Corrí con normalidad, siquiera le presté atención a las marcas de los demás. Sólo sé que salí tercero o así por las personas que llegaron antes que yo. Me detuve, recuperando el aire, y fui a los bebederos para echarme algo de agua encima y también beber un poco. Bueno, al menos ya había cumplido con la mierda. Taché ese ítem en mi interminable lista mental y la tensión bajó.

Bueno, la carrera transcurrió con normalidad. Llegué algo jadeante, bastante seria, puesto que me había concentrado mucho al correr. Tercera, ¿eh? Podría haber estado mejor pero me daría por satisfecha, en especial considerando que llevaba mucho tiempo sin hacer deportes. Además era bastante estúpido preocuparme demasiado por algo que no afectaba nada de mi vida diaria, ¿no? Como fuera, aún sabiéndolo mi juicio tendía a torcerse e impulsarme a esforzarme incluso en... nimiedades. Perfeccionista, si se quiere.

Suspiré, recuperando el aliento. Entre otras noticias, ¡Maze había salido primero! Venga, ni habría esperado semejante velocidad con esas piernas de escarbadientes, pero ahí estaba el cabrón. Tuve toda la intención de felicitarlo, pero ya se había alejado en dirección a los bebederos y yo aún quería saber el nombre de la rubia misteriosa con mis pantaloncillos. Regresé junto a ella, estaba junto a la chica con la cual había almorzado pero no me molestó en absoluto.

—Te escuché, hon~ —concedí, bastante sedosa, y contuve el impulso de hacerme con un mechón de su cabello o algo; era una confianzuda pero también sabía leer el ambiente—. ¡Muchas gracias por el support! Ah, al menos ya acabó~

Me crucé de brazos, bastante contenta, y reparé en la muchacha de ojos rojizos.

—Soy Sasha, por cierto, es un gusto~ ¿Cómo te llamas?

Era una chica tan curiosa, Yumemi-senpai. Con su aspecto irreverente, la falta de modales pero su actitud amable. La rebeldía era tal que se empeñaba en mostrarla con cada centímetro de cuerpo, parecía gritar por transmitir un mensaje, imponerse o llamar la atención a secas. Fueran cuales fueran sus motivos, probablemente hubiera encontrado una vía eficiente para ello.

Detallé su lenguaje corporal sin resultar invasiva ni demasiado intensa, era simplemente mi tendencia a observarlo todo. Los colores danzaban y se intercalaban entre ellos, de lo más indecisos. Difícil de definir, ¿eh? Interesante.

Su pregunta me sacó de eje y alcé las cejas, profundamente sorprendida e incluso curiosa. ¿Modelo? Vaya, jamás lo había pensado. Era una de mis contrariedades, si se quiere, ya que los artistas empleaban modelos todo el tiempo pero el modelaje al cual ella se refería, en tanto no me equivocara, me resultaba frívolo, superfluo y artificial.

—Nunca he considerado la idea de ser modelo, ciertamente —reflexioné, algo abstraída en mis pensamientos—. Pero no, no es eso. En casa tienden a establecer dietas bastante estrictas, eso es todo. Las razones se me escapan un poco, intuyo que es parte de una gran necesidad de rigidez y autoridad.

Se sacó entonces un caramelo vete a saber de dónde, y me lo extendió con clara intención de regalármelo. Vaya, qué chica tan generosa, el otro día sus papitas y ahora esto. Pestañeé, dudando un poco antes de aceptar el dulce e inspeccionarlo con mayor detenimiento. Una sonrisa suave curvó mis labios y me lo llevé a la boca de inmediato, saboreándolo.

—Muchas gracias, Yumemi-senpai. Siento que debería compensarte las molestias de alguna forma. —Balanceé el cuaderno entre mis manos y se lo mostré, a modo de ejemplo—. ¿Te gustaría un dibujo? De lo que sea; incluso de ti, si así lo prefieres.

Y vaya que estaba segura que aceptaría. ¿No buscaba llamar la atención, sin importar las razones? ¿Qué mejor forma de alimentar su ego maltrecho?

Estaba escuchando a Cathy con una atención absoluta, cuando se interrumpió al oír el nuevo llamado de la profesora. Mi nombre fue el primero, estaba lista para dirigirme a la pista cuando también la convocaron a ella. Una sonrisa felina me decoró los labios y deslicé la mirada de regreso a ella, ladeando ligeramente la cabeza. ¿Me estaba ofreciendo su mano? Qué bonita~

—Será un placer, Cathy —murmuré, pronunciando su nombre con una dulzura agregada, y rocé suavemente su mano hasta afirmar el contacto.

Kohaku nos sonrió al oír que la niña le pedía suerte y así lo hizo, de educado y dócil como podía ser. Estuve segura que hubo algo en su mirada al reparar por última vez que me pedía que no hiciera nada extraño, y yo sólo ensanché la sonrisa. Medio la conduje hasta la pista, era un poco mi tendencia a liderar la marcha sin darme cuenta, y apenas reparé en la cabellera albina de Kashya utilicé la mano libre para picarle el hombro, llamando su atención.

—Nos volvemos a encontrar, lass —murmuré, soltando a Cathy y posicionándome entre ambas—. Al final seguro que sí hay un rollo extraño uniéndonos de alguna manera~

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Yoshida-sensei sonó su silbato y la segunda carrera dio inicio, con bastantes más inconvenientes que la primera. Bueno, no todo podía salir bien, ¿verdad? Algunos estudiantes no reaccionaron al anuncio de salida con gran velocidad y se atrasaron un poco, otro pobre muchacho se confundió entre sus piernas y acabó de cara en el suelo. Dos muchachas, en diferentes puntos de la pista, parecieron sufrir alguna clase de dolor físico. Una de ellas, Morgan, apenas sintió el resentimiento en su tobillo se detuvo de inmediato, se agachó para tantear la zona y alzó el brazo, retirándose de la pista. Catherine optó por un camino diferente y continuó hasta el final; el percance la retrasó y encima empeoró su lesión. El silbato de Yoshida-sensei volvió a rugir apenas todos cruzaron la meta y señaló a Whitman con un dedo, inquisidora.

—¡Tú, vete a la enfermería de inmediato! ¡Y tú también! —agregó, en dirección a Morgan, antes de abocarse a su listado—. Si será de Dios, qué desastre de carrera. ¡Tú, niño, ve a ponerte algo de agua en esa rodilla!

Ciertamente, en comparación a la primera casi daba pena. La mujer meneó la cabeza con un gesto reprobatorio y no tardó nada en volver a llamar al nuevo grupo para la tercera carrera.

—¡Muy bien, atención! ¡Ophelia Byrne, Dante Miles, Aaron Yume, María Akizuki, Kohaku Ishikawa, Cayden Dunn! ¡A la pista!

El silbato volvió a sonar y mientras la gente se movía, Morgan se acercó a Catherine con cuidado de no echarle demasiado peso a su tobillo malo. Le sonrió con una mezcla de lástima y comprensión y se tomó la libertad de acariciarle el brazo, en un gesto amistoso.

—¿Te encuentras bien, Cathy? Vayamos a la enfermería, hay que atender ese tobillo~

Kohaku, por su parte, se acercó en solitario a la pista luego de observar el intercambio entre Morgan y Catherine. Las habría acompañado pero tenía que correr, nada que hacerle. Aguardó en la línea de salida con cierta ilusión chispeando en sus ojos, repasando la multitud en busca de la cabellera rojiza de Cayden. Iban a correr juntos, ¿cuáles eran las probabilidades de eso?

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Lancé los dados de Morgan en este post, es la cuarta hilera, y los dados de este post: primera hilera son los de Kohaku, segunda, de Ophelia.

Ranking de la segunda carrera:
1. Eris Tolvaj: 15,43 segundos
2. Kashya Thornton: 17,85 segundos
3. Hiroshi Koizumi: 18,10 segundos
4. Catherine Whitman: 18,19 segundos
5. Arata Shimizu: 19,36 segundos
6. Morgan O’Connor: -

 

Venga, no había sido nunca un genio deportivo ni nada pero irme de boca al piso de aquella manera no estaba pero ni por asomo en mis planes de ese día, quería pensar que podía mantener algo de dignidad y tal, pero el caso no fue ese porque también era bastante torpe si me lo preguntaban así que no podía tenerse todo en la vida supongo.

Arrugué los gestos al sentir el impacto pero no me quedó más que levantarme y seguir, porque bueno no había mayor cosa que hacer, con todo y el percance ese había llegado tercero, vete a saber cómo, así que al menos ese orgullo me quedaba, creo.

Me quedé un rato al lado de la pista recuperando el aire hasta que la voz estridente de la profesora me hizo dar un respingo.

—¡Sí, sensei! —solté de puro reflejo y me acerqué a los grifos del patio, para enjuagarme los raspones de las rodillas y los codos.

Todavía tenía la respiración algo irregular, pero nada del otro mundo, y como ya había cumplido con la prueba me quedé algo apartado de la multitud, observando por entre las personas la pista para ver las carreras restantes. En la siguiente tanda Yoshida llamó a dos senpai que la verdad, resaltaban bastante, cabello celeste y rojo respectivamente.


Sasha, Alisha, la misma Akaisa, había que ver la habilidad que tenía para acompasarme casi a cualquier clase de persona, como si lo trajera instalado de fábrica y solo le hiciera actualizaciones de tanto en tanto, para mantener en el sistema en estado óptimo y seguir montándome el teatro de mierda como si nada.

Sentí los brazos de la rubia rodearme y no me pasó desapercibida que se había quedado mirándome más de la cuenta, porque podía ser un imbécil pero cuando se trataba de atajar señales de la gente la cosa era distinta. Como fuese no hice más que seguirle sonriendo y solté una risa cuando me picó el costado.

—Claro —respondí a la tontería del autógrafo solo para seguirle el rollo, luego me incliné apenas hacia ella y le hablé en un susurro—. ¿Qué te parece en el muslo, darling~?

Como fuese volví a mi espacio, pero sin soltarle realmente para prestar atención a la otra carrera que, para desgracia de algunos, no salió tan smooth como la primera, un par de tobillos doblados y una caída, entre esas iba Morgan, que decidió salir de la carrera como hubiera hecho cualquier persona, o algo así porque la otra había terminado.

Vaya.


Después de detener a Sonnen para lo de las invitaciones del trío de la desgracia me había ido a cambiar para finalmente salir al patio frontal, sin demasiadas ganas de lidiar con eso de las pruebas porque no se me apetecía a mí hacer ningún ridículo frente a todos en una escuela a la que acababa de llegar y sabía que, así como lo académico, lo deportivo no era mi fuerte ni sería un campo en el que iba a lograr la estupidez que había querido desde que tenía, ¿no sé, doce años? La mierda esa de ser admirado.

Me mantuve en la periferia del grupo, como toda la vida, e hice más o menos lo mismo que Arata: escanear. A la gente que tenía más cerca, a los de en medio, los más alejados, los que corrían, y también llamó mi atención el castaño al que la chiquilla de cabello negro había tocado, ganándose una mirada no demasiado amistosa y, vamos, normal, no parecía que el cabrón quisiera ser tocado pero ahí iba la otra.

Como para soltarle un mordisco en toda la mano.

Aunque me distraje en eso no fue el motivo por que el me llamó la atención, pero lo cierto es que no tenía la cabeza funcionando a potencia todavía y solo lo dejé allí, archivado en alguna parte para repasarlo luego. La siguiente fue bastante más accidentada, ciertamente, pero bueno no era que pudiera o me interesara hacer demasiado por ello.

Había despegado la vista de la pista para alzarla al suelo cuando la voz de la sargento volvió a llamar mi atención al decir el nombre de Kohaku y justo después el mío. La sombra de una sonrisa me cruzó por el rostro mientras caminaba hacia la pista, haciéndome campo entre la gente para llegar por fin a la línea, me detuve a su lado un momento.

—Buena suerte~ —dije luego de dedicarle una sonrisa—, Ko-chan.

Seguí mi camino a mi propio espacio y no sé, ¿esperé por no partirme la jeta contra el piso?

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Yo: ojalá no se me pase la depresión del Cay de Pokémon a este
Cay Cay: hold my whisky cuz im about to get sassy

 

Asentí un par de veces mientras escuchaba su relato, para dejarle ver que le estaba prestando atención al asunto y todo eso. Obviamente, a pesar de haber soltado la pregunta con aquel tono de burla, lo cierto es que no pensaba que nada más allá de una coincidencia y una interacción amistosa hubiese pasado.

Igual no iba a esconder que me aliviaba saber que la cosa fue agradable y que incluso había animado a Dante, porque eso significaba que Anna seguía intentándolo, ¿no? Eso de no perder la chispa que la caracterizaba.

—Qué lindo eso, me alegro~ ¡A mi también me cae muy bien!

Sea como fuere, la segunda tanda de carreras no había ido especialmente bien y hubo alguna que otra baja, pero me mantuve en mi sitio porque parecía que por el momento las chicas que se habían caído podían apañárselas.

>>Suerte, Dante~

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Perdona, estaba haciendo el post justo cuando dejaste el tuyo JAJAJ pero bueno, lo mismo es (?)

—Eh~ ¿Solo es eso? Vaya, pues qué aburrido, ¿no~?

Obviamente, decir aquello de la familia de una chica que conocía de un día claramente no era lo más apropiado, pero tampoco era yo la mejor poniéndome filtros antes de hablar o actuar. Bueno, de todas formas, si me lo había dicho es porque no le importaba tanto, ¿cierto? Mira si incluso aquello era lo normal y yo ni enterada, si a mis padres les daba igual lo que yo comiese o dejase de comer y la cosa es que los padres del año no eran.

Sea como fuere, la chiquilla aceptó el caramelo y volví a llevarme la mano tras la nuca, sonriente.

Luego pues iba a decirle que no había ninguna molestia que compensar ni nada por el estilo, pero antes de que lo hiciese me mostró el cuaderno y dejo su propuesta y... bueno, yo no tenía idea alguna pero Ophelia me había calado hasta los pies.

>>¿¡En serio!? —exclamé, llevándome las manos hasta juntarlas delante de mi rostro y me acerqué un poco más, con ojitos brillantes—. ¡Me encantaría eso! Ah, un dibujo mío, que ilusión~ Siempre supe que llegaría el día en el que acabaría posando para alguien.

Vaya montón de mierda.

Fuimos, sin embargo, interrumpidas por la profesora que justamente llamó a la castaña a la pista para realizar la prueba.

>>Ah, qué mal. Bueno, ¡buena suerte! Si quieres te vigilo el cuaderno~

Justo después de colocarme en la zona que correspondía y todo eso, sentí cómo alguien llamaba mi atención y al girar el rostro pues... bueno, no es que me hubiese sorprendido realmente. Asentí un par de veces con la cabeza cuando recibí su mirada, con el semblante neutro de siempre pero una ligera chispa de determinación en mis movimientos.

—Te lo dije.

Y no es que fuese una persona orgullosa, altanera o cualquier cosa por el estilo, pero lo cierto es que no solía equivocarme. Ni siquiera con esas cosas que el resto consideraban irracionales o historias inventadas.

Sea como fuere, eso fue todo lo que le respondí antes de ver que se colocaba en su sitio junto a la chica con la que había acompañado y...

Vaya, qué impropio de mí.

La conversación me distrajo lo suficiente para no prestarle atención a la señal de salida y comencé a correr algo más tarde que el resto. No es que me importase, en realidad, si al final acabé siendo la segunda de aquella ronda y todo pero lo cierto es que fue lo suficientemente extraño para generarme algo de curiosidad.

El caso es que tanto Morgan como la otra chica acabaron con el tobillo lastimado, aunque la segunda decidió acabar la carrera aun así. Quise acercarme para ofrecer mi ayuda porque... bueno, no sabía si igual podía acabar pasándome algo parecido en algún momento del día y por si acaso no hubiese sido mala idea comprobar que la herida no era nada grave para asegurarme mi propio bienestar a futuro.

Sin embargo vi que ambas planeaba ir juntas a la enfermería según había dicho la profesora y pensé que sería suficiente, así que finalmente volví a exactamente el mismo sitio donde había estado antes de la prueba y me quedé mirando hacia la pista para el siguiente grupo.

La atención que le puse a la carrera desapareció tan rápido como vino, porque sentí el aliento de Mason chocando contra mi piel y tuve que girar el rostro para volver a mirarlo, con la jodida sonrisa felina ya plasmada por todo el rostro.

—¿Que qué me parece? Well...

Solté los brazos alrededor de su cuerpo y me removí un poco, sin soltarme de su agarre realmente, solo para pasar a estar delante de él y así pues robarle un poco la atención de paso. Deslicé un brazo hasta pasarlo por encima de su hombro y la otra mano fue a parar a la suya que tenía libre, rodeando su muñeca para poder atraerla hacia mi cuerpo, haciendo que sus dedos me rozasen la parte cercana a la rodilla.

>>It depends. Would it be there...?

Le hice detallar un camino hasta subir un poco más por el muslo, todo por la parte exterior del mismo.

>>...maybe there...?

Y con una lentitud impresionante le hice llegar hasta la cara interna, colando sus dedos solo un poco por debajo de los pantalones.

No perdí la sonrisa en ningún momento y tampoco aparté la mirada de su rostro.

>>...or here~?

¿Había echado ya dos polvos hoy y aun seguía con esas? No sabía qué mierdas me pasaba, si eso tenía que ser impropio hasta para mí.

Meh, whatever.

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PERO PUEDES DEJAR DE SER TAN PUTA CERDA ALISHA POR FAVOR

 

La chica de ojos rojizos me felicitó de primera mano y el gesto se me antojó super lindo de su parte, no lo sé. Oírla me bañó de una alegría hasta infantil que seguro se reflejó en mi plata líquida y asentí, algo de orgullo se me coló en la expresión pero no fue egocéntrico ni adrede.

—¡Gracias! Fue divertido, le tenía menos esperanzas, ¡ojalá les vaya bien cuando les toque! —Ensanché mi sonrisa al recibir su nombre y me puse a jugar con un mechón de todo el cabello cobrizo que llevaba en la coleta—. Uhm, está bastante bien pasar de primera, ya sabes, como con las exposiciones grupales. Nadie quiere ser el primero pero luego también eres el primero en quitarte ese peso de encima. ¿Eres nueva, por cierto? No te recuerdo de vista ni nada~

La reacción de Margarita, por otra parte, aunque me resultó tierna también me hizo preguntarme si no me habría excedido, aún habiendo actuado acorde a lo que pensé sería moderado. Pero bueno, no iba a juzgar a nadie. Entendía que a veces podía parecer muy efusiva, intensa o confianzuda, y que eso podía acobardar a la otra persona o incluso drenarle la energía.

También sabía que tenía cierta presencia, pero esas cosas no se dicen en voz alta.

Aún así se esforzó por hablarme y recibí sus palabras con una sonrisa cálida. Luego se presentó y asentí, aunque no mantuviera el contacto visual y tal lo consideré hasta un logro, mira.

—Eh, es en español, ¿verdad? —adiviné, chasqueando los dedos, y solté una risa fresca—. Es un gusto, Mar~

No quería agobiarla realmente, de modo que decidí tomarme un momento para repasar el panorama y así darle espacio o algo. Bastante curioso, de hecho, cuando creí reconocer la chispa de unas cabelleras rojiza y dorada y me coloqué la mano de visera, entrecerrando los ojos. Una sonrisa extraña me curvó los labios, mezcla de diversión y sorna, y relajé la postura. Pero bueno, si no eran Maze y Ali~ ¿Se podía saber qué hacían toqueteándose a ojos de todo Dios? Algo de vergüenza me daba, no iba a negarlo, aunque también me generaba hasta curiosidad.

Well, si me quedaban dudas sobre Maze ya iba despejando el panorama.

La reputación de Welsh era de conocimiento público, al fin y al cabo.​

Whatev, ambos eran de lo más simpáticos.

Mi carrera fue de lo más eficiente y pulcra, a comparación de las que le sucedieron. Había permanecido a un costado de la pista recuperando el aliento, anti deportista como era, y de paso presencié el desempeño de Kashya en primera fila. Se distrajo un poco en la largada pero no tuvo ningún problema mayor, lo cual era un alivio. Estuve a punto de buscarla, ir a su encuentro, cuando una voz cantarina saludó muy cerca de mi posición y decidí darme por aludida, volteando brevemente.

—Ah, Kobayashi-san —murmuré, girando el cuerpo entero hacia ella; ya había recuperado el aliento a la perfección, de modo que todo en mí fue igual que siempre—. Esa es una gran actitud, me alegra que lo digas.

Y era verdad, aunque lo había soltado bastante sacado de los manuales y... ya no sabía de qué más hablar. No era que me molestara como tal, sólo era perfectamente consciente de que aquella chica debía preferir una charla antes que el silencio. Por suerte advertí que seguía la silueta de Kashya y decidí utilizarlo.

—¿Vamos con Kashya? —ofrecí, todo seguía siendo suave y educado aunque, por ejemplo, hubiera pasado por completo de sus bromas.

No tenía idea cómo lidiar naturalmente con esas cosas.

¿Aburrido? Era probable, sí, al fin y al cabo tenía que haber una razón para que me emocionara tanto el cambio de aires. La vida en Tokyo era más activa, dinámica y desafiante, tan diferente al apacible barrio residencial de Kyoto donde había nacido y crecido.

Aunque las historias paredes para adentro bailaban a otro son.

Vaya, no esperaba que Yumemi-senpai demostrara una alegría tan genuina. La sonrisa se me ensanchó sin querer, me resultó hasta tierna su reacción y asentí calmada, extendiéndole el cuaderno tras oír mi nombre siendo llamado.

—Me encantaría, Yumemi-senpai, sería un honor dibujarte. Si quieres puedes echarle un vistazo a los bocetos que he hecho. En un rato regreso.

Eran bocetos rápidos, en su mayoría, todos en carboncillo. Mi trazo tendía a ser firme, intenso y de ángulos rígidos, cosa que se contraponía fácilmente a la ligereza que mi lenguaje corporal llegaba a transmitir. Nada de eso me preocupaba, sin embargo, pues nunca me había avergonzado de mi arte. Eran ventanas al alma, ¿no? Y mi alma no era del blanco de un ángel.

Era una tormenta.

Me posicioné en la línea de largada sin mayores complicaciones y aguardé por que Yoshida-sensei tocara su silbato.

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La tercera carrera, aunque menos accidentada que la segunda, no demostró un gran desempeño a excepción de una pequeña gran promesa capaz de dibujar una sonrisa en el rostro rígido, adusto y serio de Yoshida-sensei. Tanto se emocionó que siquiera reparó en preocuparse por quienes habían trastabillado o lo que fuese.

—¡Vaya, vaya! ¡Pero si tenemos una nueva primera marca! —anunció a viva voz, aunque ella misma había alegado que no sería una prueba competitiva—. ¡Veamos si alguno de los renacuajos que quedan puede superar este tiempo! Tenemos más ausencias de las que querría, eh, así que quedan dos carreras y ya. ¡Pasen a la pista apenas los llame! ¡Nagi Watanabe, Riamu Yumemi, Shiori Kurosawa, Anna White, Katrina Akaisa!

Un nuevo pitido del silbato, con la esperanza de aplacar a la multitud que no se callaba, y Yoshida-sensei se abocó de lleno a su listado. Ya faltaba poco para la próxima prueba física, aunque quizá... se le hubiera ocurrido una nueva idea sobre la marcha.

Ophelia fue lenta pero no sufrió percances y decidió contentarse con ello. Regresó junto a Riamu, algo agitada, pero se apresuró ya que oyó su nombre en boca de la profesora y sabía que cargaba con su cuaderno a rastras.

Kohaku, por su parte, corrió con semejante tranquilidad que parecía estar trotando. ¿Lo había hecho adrede o ese era su verdadero potencial? Creo que todos sabían la respuesta. Al chico no le agradaba sudar, además. Llegó a la meta casi de último pero fresco como una lechuga, y buscó a Cayden con la mirada para echarle un brazo sobre los hombros y llevárselo lejos de la pista, a la apacible sombra de un árbol.

—Eh, Cay Cay, bastante bien lo tuyo~

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Lancé los dados de Ophelia en este post.

Ranking de la tercera carrera:
1. Dante Miles: 11,32 segundos
2. María Akizuki: 16,39 segundos
3. Cayden Dunn: 16,46 segundos
4. Kohaku Ishikawa: 20,07 segundos
5. Aaron Yume: 20,66 segundos
6. Ophelia Byrne: 20,96 segundos

 

Evidentemente había soltado la mierda con toda la intención, ni que fuera estúpido o ocultara realmente mis intenciones, pero digamos que superó mis expectativas teniendo en cuenta que estábamos a vista de todo Dios.
Noté su movimiento y prácticamente aflojé los músculos cuando tomó mi mano, para que hiciera un poco lo que le viniera en gana, que total ya lo iba a hacer así que solo había que fluir con ella.

La sonrisa que me había puesto en los labios ni idea de cuándo se me ensanchó al ver que la colocaba cerca de su rodilla, el resto se contaba solo prácticamente pero aún así no perdía ni una pizca de gracia. Siguió su camino por la cara externa del muslo, luego deslizó mi mano con una lentitud casi tortuosa a la cara interna y ya para entonces la sonrisa que tenía en la cara debía haber cambiado completamente de tinte.

Y aunque la había dejado hacer hasta entonces, en ese momento sí que reaccioné y presioné su piel, deslizando los dedos apenas una milésima hacia arriba, antes de retirar la mano y dejarla ir, porque vamos, no era tan cerdo tampoco. Aún así volví a inclinarme hacia ella.

—Asumo que ya sabes la respuesta, babe. —Llevé la mano que ella había deslizado por su muslo a su rostro, sujetándola por el mentón y le dejé un beso en los labios, apenas un roce de nada, para luego dejarla ir—. Pero sin público, preferiblemente.

Le eché el brazo sobre los hombros como si nada, regresando la atención a la pista y poco o nada me importó que ya un crío de segundo hubiese superado mi marca, porque ya estaba cobrando el premio.

Dicho y hecho, claramente, en esa tanda acabé llegando de tercero no sé ni cómo porque ni le había puesto intención al asunto, incluso me distraje apenas empezar, pero bueno lo que agradecía al menos era no haber besado el piso, como haber cumplido y evitado eso me quedaba satisfecho ciertamente. Con la vista detecté que Kohaku llegaba no mucho después, aunque el cabrón parecía haber trotado y todo.

Hombre, tremenda inner peace, no sé.

Me saqué el cabello del rostro con un movimiento de cabeza que más recordó a un perro sacudiéndose y me saqué una liga que llevaba en la muñeca derecha prácticamente todo el tiempo, me corrí el flequillo hacia atrás con los dedos y lo até un poco a la carrera, solo para sacármelo de la cara de forma definitiva por un rato.

No estaba realmente agitado, pero sí me tomé un rato para que el pulso se me acomodara y tal, bueno era la idea al menos. Estaba en eso cuando noté la silueta de Ko acercándose y antes de que pudiese hacer nada me echó el brazo sobre los hombros, arrastrándome consigo y como en la mañana no puse resistencia ni nada.
Un poco me cortaba la tarea que estaba haciendo antes de que me llamaran, del escaneo de toda la gente, pero tampoco era que interesara demasiado y su me ponían a hacer balance, pues prefería irme con él.

—¿Y qué me dices de tu sorprendente trote? —dije junto a una risa bastante floja—. A ver cuándo me enseñas a ser así de relajado.

Me desenredé con cuidado de su agarre, para luego colocarme frente a él, estirar las manos y sujetarle los hombros. La gracia de Kohaku era lo parecido que podía ser a mí de forma que me sentía estúpidamente cómodo con él y podía comportarme así.
Lo mecí suavemente de un lado a otro.

—Mira que terminar corriendo juntos, qué gracia. —Le eché encima una sonrisa que fue casi infantil, antes de soltarlo y sentarme a la sombra del árbol, señalándole el espacio junto a mí con un movimiento de cabeza.

Contenido oculto

Cayden mi vida eres TAN gay dios te amo

Al final me terminé el almuerzo un poco a la carrera y subí a la clase, dado que no tenía mayor cosa que hacer y el receso estaba por terminar de por sí, al pasar por el cerezo vi que Kurosawa había quedado frita allí con la chiquilla esa de primero a la que le daba tutorías o no sé qué mierdas, aunque supongo que el sonido de pasos la empezó a sacar de los brazos de Morfeo porque arrugó los gestos.

Como fuese, cuando las clases terminaron bajé para cambiarme y luego me aparecí en el patio frontal. Recorrí el espacio con la vista y noté más de una persona ausente. Wickham, aunque Alisha estaba haciendo el imbécil con Maze, Sonnen y para la gran gracia... Vólkov y Hiradaira.

Como dije, dos putas gotas de agua los hijos de perra.

Por demás faltaba la misma Suzumiya, el inked boy y... Rachel.

Me até el cabello en una coleta, las mechas rojas quedaron enmarcándome el rostro junto al flequillo y me quedé por ahí esperando a que la intensa de Yoshida llamara a mi nombre, que para variar apareció junto al de Kurosawa.
Vi a la mocosa navegar la gente con la coleta oscura agitándose al ritmo de su andar y posicionarse en el punto de salida, buscando con la vista a la enana castaña.

Llegué a su lado y ni siquiera le dije nada.

Lo había escuchado ya.

Los rumores de su maldito meltdown el día anterior.

¿Me interesaba? No realmente.
​

Contenido oculto: Orden dados

1. Katrina
2. Shiori

 

La chica no pareció tener ningún problema en dejarme el cuaderno, si hasta me dio permiso para mirar los dibujos en lo que ella hacía la carrera y eso. Y bueno, yo era una chismosa de cuidado, así que tras despedirme de ella pues lo primero que hice fue abrir la libreta y mirar lo que tenía.

Eh~ La verdad es que sus dibujos estaban bastante bien. Que, a ver, la verdad es que yo no tenía ni idea de arte ni nada por el estilo, me metí a una clase de dibujo pero aguanté bastante poco así que... ¡Pero sabía distinguir algo bonito cuando lo veía! Los trazos eran curiosamente rectos y, no sé, me imaginaba algo más fluido viniendo de la joven pero, de nuevo, qué iba a saber yo.

Lo cierto es que me entretuve tanto mirando los dibujos que apenas me di cuenta cuando la muchacha volvió a mi lado y tardé un poco en reaccionar al hecho de que también me tocaba correr. Pestañeé un par de veces antes de recuperar la sonrisa de siempre y extenderle el cuaderno de vuelta, habiéndolo cerrado con cuidado y todo eso.

—Son muy lindos, Pheli-chan~ —y lo cierto es que lo dije con genuina sinceridad—. Y muy bien hecho, veo que no te has hecho heridas como otros. A ver si tengo la misma suerte, see ya~

Me despedí con la mano mientras me dirigía hacia la línea de salida, con paso bastante ligero, sin recogerme el pelo ni nada de eso. Bah, me era tan indiferente si las pasaba o si me acababa torciendo un tobillo. De hecho, eso último sonaba hasta tentador. Podía causar algo de revuelo y, oye, por mí hasta podía fingirlo y no acabar la prueba, qué sé yo, hasta más divertido sería.

Levanté los brazos hacia arriba para llamar también la atención de Kohaku antes de que empezase la carrera, a modo de ánimo o algo así. También estaban Shiori y Katrina pero la verdad es que me daba un poco más de vergüenza molestarlas a ellas así que bajé los brazos antes de que me pudiesen ver y seguí con la vista fijada en la pista.

Parece que no hubo mayor incidente y todos acabaron la carrera sin daños. Me hizo un poco de gracia que Kohaku fuese tan... a su ritmo, la verdad, como si le diese igual la prueba en sí, y pensé que en realidad le pegaba esa actitud. ¡Pero lo mejor no era eso! ¡Dante había superado la marca del primero!

Lo recibí con los brazos en alto, emocionada, y cuando se acercó agarré sus manos entre las mías y di un par de saltitos, sin ser capaz de perder la sonrisa en ningún momento.

—¡Hala~! ¡Mira si has superado al senpai aquel! —exclamé, sin poder esconder la emoción de mi voz—. ¿Eh~? ¿Tú crees? Pues de nada, todo un placer ayudar a mis amigos~

Hice una pequeña reverencia, con una solemnidad impostada, antes de volver a mirarlo con la sonrisa de siempre. Y no solté sus manos en ningún momento, vaya.

Contuve el suspiro que amenazó con salir de mis labios cuando el chico presionó los dedos y los subió un poco más, logrando sacarme al final una risa floja que me desinfló el pecho. Acepté sus labios sin mucha complicación, aprovechando para enredar la mano en su cabello un par de segundos, y solté otra risilla cuando habló tras separarnos.

—Sure, handsome~

Le dediqué una última caricia en el pelo porque la verdad es que estaba jodidamente suave, con los ojos ligeramente entornados, antes de girarme de nuevo y centrar la atención en la pista. O algo así, porque en realidad había notado un par de miradas en concreto sobre nosotros y tuve que deslizar la vista alrededor para intentar descubrir quién había sido.

Qué puta gracia, to be honest, haber acabado de voyeur y de exhibicionista en un mismo día. La verdad es que vaya puto pleno me estaba marcando ese día, con la tontería.

Y pues cacé a la pequeña espía con las manos en la masa y lo cierto es que de nuevo no pude esconder la diversión de mi rostro, 'cause what were the odds? Ladeé ligeramente la cabeza para seguir en el campo visual de la pelirroja y moví la mano a modo de saludo, como si no hubiese acabado de hacer todo aquello aparentemente delante de sus ojos.

¿Y si se quería unir a nuestra inocente charla? Pues mira, no iba a ser yo la que se lo impidiese, la verdad.

 

Mientras estaba hablando con Dante, lo cierto es que no pude evitar deslizar la mirada hacia la pista mientras ocurría la siguiente carrera, con curiosidad por ver como terminaba la misma. Intenté no dejarme controlar por el impulso pero mentiría si dijese que el mismo no fue mayor que yo al final y no tardé en soltar las manos de Dante en cuanto los alumnos acabaron de correr.

—¿Me disculpas un momento, Dante? Ahora vengo~

Le dediqué una sonrisa de disculpa al chico y después prácticamente salí corriendo hacia la zona donde se habían quedado al finalizar. Vi de pasada como Shiori se acercaba a Watanabe, que la pobrecilla se había caído y hecho algunos raspones, así que pensé que no estaría bien acercarme a ellas por el momento.

>>A-Akaisa-senpai —saludé, en un murmullo, cuando alcancé la posición de la mayor—. Hoy n-no te has caído, me alegro. ¡Ha sido una buena marca, de hecho!

Me quedé un par de segundos en silencio, evitando su mirada, y al final acabé por pasar un brazo por debajo del pacho para agarrar el otro, con cierto ademán nervioso.

>>B-bueno, solo quería felicitarte por eso...

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Me disculpan a la pendeja, she has a big fat crush(?)

Hitori /\

 

Anna era bastante conversadora y eso me gustaba, se expresaba con fluidez y me subía a su mood sin problemas. Mantuve mi atención sobre ella y al final solté una risa divertida, echándome encima cierto aire de galantería.

—Oh, bueno, es un placer ser la segunda persona con la cual ha hablado, señorita~

Su nombre surgió en boca de Yoshida-sensei y la vi acomodarse las zapatillas mientras me removía la liga del cabello, permitiéndole libertad a la cascada pelirroja. En el café solía usarlo atado y tal, pero no terminaba de sentirme cómoda, no sé. ¿Había soltado algo en inglés? Venga, si al final no vendríamos todas de los mismos charcos. Le deseé suerte a Anna y la vi alejarse, aún haciéndome la estúpida con respecto a la clara incomodidad de Margarita. ¿Qué la había puesto así? Ni idea, pero el rostro se le deformó apenas hablé así que de cierta forma debía ser mi culpa. Tampoco pregunté.

Nunca me metía en los dramas de los demás, así como nunca dejaba que nadie se metiera en los míos.

Era mi límite.

Como fuera, no tuve mucho tiempo para preguntarme qué hacer con aquel silencio incómodo. Apenas se fue Anna, Aaron apareció desde la pista y se dirigió hacia mí. Estaba claramente agitado pero decidí tragarme la gracia que se me ocurrió, ni me apetecía que el grumpy boy volviera a ponerme mala cara. Alcé las cejas, recibiendo la información, y perdí la chispa de alegría que había mantenido en mi rostro hasta ese momento. Suspiré, recogiendo mis brazos, y me encogí de hombros.

—Vale, eso quizá explique que se haya desaparecido del mundo.

O quizá no, pero vete tú a saber. Al menos era una pizca de esperanza, qué sé yo. Volví a reparar en Aaron, no se lo veía para nada contento y aunque eso no significaba diferencia con lo que me había mostrado por la mañana decidí aflojar un poco mis bordes. Esbocé una sonrisa pequeña y desenredé los brazos.

—Gracias. —Me tomé la libertad de alzar una mano y presionar la yema del índice justo en su entrecejo; fue un toque de nada, inmediatamente retrocedí—. Y afloja ese ceño, sweetie, o te dolerá la cabeza.

Ahí seguía Margarita, y seguía sin saber qué hacer con ella. Le eché un vistazo rápido y noté la cara con que miraba a Aaron, luego se desvió hacia la pista. Decidí abandonar esa lucha de momento, y notar que Alisha me saludaba a la distancia cayó como una pieza del rompecabezas. Me removí, intentando llamar la atención de mis dos acompañantes, y agité la mano con la frescura renovada.

Sorry, baby.

Not my problem.​

—Bueno, luego hablamos~ Puedes devolverme los pantaloncillos cuando quieras, Mar, no big deal. See ya!

¿Había pensado que quizá estuviera interrumpiendo algo? No mucho, y aunque la posibilidad como tal existiera y me hubiera cruzado por la cabeza, tampoco me importaba realmente. Igual no planeaba quedarme a vivir, sólo recordé algo. Fui donde Alisha y David con energías renovadas y deposité mi mirada en la chica, inclinándome sin mucha complicación para darle un beso en la mejilla. No pretendía cargar con segundas intenciones, era un poco regresarle la caricia en mi cabello, pero bueno. Tendía a ser cariñosa sin reparar en posibles consecuencias, eso se daba ya por hecho. Le sonreí al volver a buscar sus ojos.

—Hey, girl~ Oye, gracias por las cositas de hoy, estaba con unas mierdas en la cabeza y no te llevé mucho el apunte. —Le mostré que tenía la bolsita de M&Ms en el bolsillo y le guiñé un ojo, virando mi atención a Maze; había estado manejando un volumen de voz bajo, incluso coqueto, si se quiere, que mutó en pura alegría—. ¡Y tú! Felicidades, campeón, pedazo de marca~

No me importaba interrumpir pero tampoco planeaba quedarme más tiempo del necesario, de modo que comencé a caminar en reversa. Se me había ocurrido la tontería de darle también un beso a Maze, pero eso sí me pareció cruzar una línea con la cual no me sentiría cómoda. No era como Welsh y, de la forma que fuera, seguía con Daute en la cabeza.

—Nos vemos, preciosuras, los dejo que sigan a lo suyo~

Ah, al final no me aguanté las ganas. Les dediqué una última sonrisa juguetona antes de girarme en redondo y retirarme. ¿Hacia dónde? Ni tenía objetivo, así que simplemente me dejé caer contra el tronco de un árbol y suspiré, relajando los músculos.

Me arrastré a Cay Cay hasta la sombra de un árbol. Solté una risa hasta exagerada al oír su pregunta sobre el trote, fue una carcajada limpia que lancé al aire y luego aproveché el brazo que descansaba en sus hombros para alcanzar su cabello y revolverlo un poco.

—Quizá tengas que consumir un poco más de lo que vendes~ —sugerí en un murmullo bajo, cerca de su oreja.

Venga, ni idea tenía que el pequeño condenado había firmado con Anna como camello, que quizá hasta me ofendía y todo. Pedazo de traición.

Se me escapó una sonrisa floja cuando me meció de acá para allá, sin remover la atención de sus ojos ámbar; tampoco moví un músculo. Suspiré, viéndolo acomodarse contra el árbol, y lo imité. Estiré las piernas en el césped y al inclinarme para hablarle nuestros hombros entraron en contacto. No busqué apartarme ni nada.

—Los caminos de la vida~ —comenté por pura estupidez, arrancando unas briznas de hierba entre mis piernas, y de repente recordé algo. Usé una mano para buscar su cabeza y se la agité un poco, en un gesto de reprimenda ligera; le desacomodé el flequillo en la liga y todo—. A ver, ¿cómo es eso de no decirme que Arata entraba al Sakura?

Al regresar junto a Riamu, en verdad no tuvimos mucho tiempo hasta que también la llamaron a ella. Recibí mi cuaderno y sus elogios con una sonrisa modesta impresa en los labios. Podía mostrar inocencia o incluso una alegría infantil con asuntos tan nimios como patatas fritas y caramelos, pero en lo que a mi arte respectaba... bueno, era lo que Bleke conocía.

Un adulto encerrado en el cuerpo de una niña.

—Muchas gracias, Yumemi-senpai. Cuando quieras que te dibuje sólo búscame en la sala de arte, estaré ahí. Suerte en tu carrera.

Esperé a que se retirara para irme debajo de la sombra de algún árbol, abrir el cuaderno sobre mis piernas y esbozar los primeros trazos de lo primero que acudiera a mi mente.

Le hice saber a Kobayashi que le estaba prestando atención con una mirada fugaz en su dirección. Oí su planteo con la vista puesta al frente, en dirección a Kashya, y fue cuando la alcanzamos que acabó por lanzarme la pregunta importante del meollo. ¿A qué venía eso? ¿Y por qué tan de repente? Le sonreí a la albina a modo de saludo y les indiqué con un movimiento de cabeza que me siguieran hacia una banca cercana.

—¿Por qué considerarlo un dulce, en primer lugar? —cuestioné, en el tono usual; aún no le encontraba sentido pero me parecía descortés pasar del asunto por completo.

Me acomodé en la banca y fijé mi atención en los ojos de Kobayashi, siguiendo sus movimientos y eso.

---

La cuarta carrera se desenvolvió con ciertos incidentes. Esta vez fue una niña de primero la que sufrió un exabrupto, se la veía tan pequeña y frágil que ni Yoshida-sensei fue inmune a la impresión. Una mueca de compasión le atravesó el semblante antes de sonar el silbato y anotar en su listado.

—Bueno, vamos con la última tanda. ¡Satoko Shichimiya, Alisha Welsh, Alethea Evans, Margarita Nieves! ¡Adelante!

La última tanda, decía, pero ¿sería realmente la última carrera?

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Ranking de la cuarta carrera
1. Katrina Akaisa: 12,72 segundos
2. Anna White: 14,81 segundos
3. Riamu Yumemi: 15,67 segundos
4. Nagi Watanabe: 21,58 segundos
5. Shiori Kurosawa: 21,66 segundos

 

Bueno, eso definitivamente no me lo había esperado.

Sasha sí que había acabado acercándose a nosotros, ensanchándome un poco más la sonrisa al darme cuenta de ello. Obviamente, recorrí su figura con la mirada mientras venía, sin ninguna clase de pudor, pero antes de que pudiese comentar algo, cualquier cosa, al respecto y darle la bienvenida a mi manera, sentí como se inclinaba hasta dejarme un beso en la mejilla.

No reaccioné de ninguna manera diferente a la usual por fuera, porque era esa clase de zorra que había aprendido muy bien a no mostrar ninguna reacción que no fuese la deseada en cada situación, pero desde luego necesité un milisegundo demás para que las neuronas volviesen a conectarme. Y cuando lo hicieron, claro, la sonrisa de mi rostro pasó a tener ese tinte seductor tan común.

Pero bueno, Sashie, ¿y me estás hablando en ese tono? Voy a tener que morderte antes de lo esperado~

—My pleasure, ginger~

Dejé que hablase con Mason sin meterme mucho más, tan solo mirándola como siempre hacía con todo el mundo. No conecté mucho los puntos de por qué esos dos se conocían si no iban a la misma clase ni nada, aunque si lo hubiese hecho seguramente me hubiese sido imposible esconder una risa de pura diversión.

Si hubiese relacionado a Maze con el chico misterioso que había puesto celoso a Daute, ¿hubiese metido más leña en el fuego? Seguramente.

Al final del día, no era más que una cabrona que solo buscaba divertirse a costa de otros, daba igual de la manera que fuese.

Por fortuna o por desgracia, no tuve manera de relacionarlo así que ahí se quedó la cosa por el momento. La observé alejándose con una expresión algo más natural, moviendo la mano de lado a lado, y lo cierto es una ligera carcajada se me escapó al escucharla. ¿Seguir a lo nuestro? Ciertamente, me hubiese gustado, pero ahí iba la sargento llamando mi nombre al fin.

Suspiré de forma completamente dramática mientras me deshacía finalmente del agarre del pelirrojo, aunque siendo yo como era, pues no iba a dejar el asunto estar solo con eso, ¿no? Deslicé mi mano a lo largo de su brazo, rozándole la piel con la yema de los dedos, hasta alcanzar su propia mano y me la acerqué a los labios. No fue un beso per se, en realidad, solo coloqué su dedo pulgar sobre la abertura de los labios y lo rocé durante un breve segundo, mirándolo con una chispa difícil de definir en los ojos.

Dejé caer su mano como si nada y le guiñé el ojo, divertida.

>>A ver si me das un poco de suerte, guapo.

Y así fue como me di la vuelta y me dirigí hacia la pista, colocándome en posición y todas esas cosas. Sentí, por supuesto, la chispa competitiva palpitando con fuerza en mi interior, porque siempre era así cuando se trataban de cosas deportivas, incluso si sabía que lo lógico era que mi cuerpo no diese más de sí después del día que había tenido.

Sea como fuere, distinguí a la chiquilla de primero que conocí antes de apuntarme al club de baloncesto y a una chica de mi clase que había sido transferida hacía poco, de pelo azul, colocándose a ambos lados de mi cuerpo.

Seríamos nosotras y otra muchacha más, ¿cierto? Que también estaba en mi clase si no me equivocaba. Y éramos la última tanda además, así que más nos valía hacerlo bien, ¿eh?

Well, you fucking betcha, general.

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Asumid que Ka-chan va con vosotras a donde sea <3

Orden:
1. Satoko
2. Ali-chan
3. Alethea

 

Pedazo de espectáculo nos estábamos clavando, ¿no? La verdad es que me había tardado lo suyo en esa condenada escuela de niños pijos, aunque ciertamente me había movido con demasiada cautela precisamente por las pintas de un montón de cabrones allí, empezando por los dos armarios empotrados de tercero, la presencia de Tolvaj, el tatuado ausente de la clase de Sasha y ahora el blonde pal que seguro se había tatuado hasta el trasero o quién sabe qué.

El Infierno del corazón de Tokyo se había mudado allí.

Más me valía moverme con cuidado, ¿no? Como le había dicho a Morgan en la biblioteca el otro día, no solo de los carnívoros sino de todas las criaturas del bosque. Un cuervo podía sacarte los ojos, los herbívoros eran capaces de aplastarte con las pezuñas y así podíamos seguir con la lista.

Como fuese, cuando Alisha saludó a alguien a la distancia volví la mirada hacia allí solo para topar con Sasha y le dediqué una sonrisa de puro reflejo, como si se había tirado todo el rollo, me traía sin cuidado porque la chica tampoco era estúpida y se le notaba. Si seguíamos haciendo el tonto era porque, para empezar, nos habíamos caído bien y quizás estuviéramos probando terreno a la vez, pero de forma mucho más discreta.

Su puta madre iba a quejarse.

Sasha no tardó demasiado en concluir sus conversaciones o algo así para acercarse a nosotros, le dejó un beso a la rubia agradeciéndole por unas cosas y hasta después puso la atención en mí como tal. La chispa de alegría infantil volvió a cruzarme por toda la cara seguramente, porque le dediqué una sonrisa de dientes descubiertos, orgulloso de haberme ganado su felicitación o quién sabe qué.

—Gracias, darling~

Tampoco planeaba que fuera igual conmigo que con Alisha ni nada o detenerla cuando ya se había comenzado a alejar, de forma que solo me despedí de ella con un movimiento de mano, recorriéndola con la vista mientras se alejaba.

Entre ambas estaba en el VIP o algo, vamos.

La sargento no tardó en llamar a la rubia de cualquier manera, a lo que a ella no le quedó más que aflojar el agarre en torno a mi cuerpo por fin aunque claramente no paró el carro, sentí el tacto de su mano y aflojé los engranajes de nuevo, para que hiciera lo que le saliera del coño básicamente, y solté una risa floja al ver toda la movida.

—Good luck, sweetheart.

No sirvió de demasiado mi buen deseo, la verdad, porque Alisha se fue de boca al suelo y arrugué los gestos, estuve por acudir a su lado pero la chica se levantó, terminó la carrera y hasta en ese momento me acerqué a ella, para darle un par de palmaditas en la espalda.

—Vamos, vamos. Tienes que enjuagarte esos raspones, linda.

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Necesario? Sí

Tremendo grupo de inútiles con el que había terminado corriendo, eso sí. Kurosawa no tuve percances y aún así tardó más de lo que podía ser considerado normal, luego la cría que parecía su sombra se había ido a la mierda y el resto no merecía ni ser mencionado, ciertamente. Mira que llegar yo de primera en esa tanta, que ni deporte hacía.

Whatever.

Estaba por regresar al grupo de gente cuando una vocecilla llamó mi atención, como si no la conociera aunque me la había comido que daba gusto el fin de semana. Giré el rostro hacia ella y le dediqué una sonrisa con cierto dejo de inocencia impostada.

¿De regreso a la boca del lobo, cariño?

Bien.

—Gracias, babe~ —respondí ignorando casi por completo sus ademanes y me le acerqué, enredándole una mano en la cintura—. Yo creo que me merezco un premio, ¿no?

Pedazo de cabrona.


Cerré lo ojos por reflejo cuando me revolvió el cabello pero eso fue todo, no me lo saqué de encima ni me tensé, justo como en la mañana, porque Ko era Ko y tenía privilegios o quién sabe qué mierdas.
Lo cierto es que solo estar con él me había regresado algo de tranquilidad, la que había perdido cuando la jodida loca de Akaisa me llamó a mitad del pasillo para sus negocios de mierda.

Poco sabía yo que le había sacado una clienta de la bolsa, eso sí.

Que me hablara cerca de la oreja me lanzó la sangre al rostro de la nada y solté el aire un poco de golpe, como un toro cabreado, e inflé las mejillas después como un crío, todavía sin sacarme al chico de encima.

—Quizás —admití.

Así como yo me dejaba hacer, lo hacía él conmigo y vamos, debía hasta poder presumir de eso o algo, que me dieran una medalla por tocar al japonés prototípico, aunque igual era pura fanfarronería, qué sé yo.
Total que obviamente se sentó a mi lado luego de hacer el imbécil, estiró las piernas y cuando me habló noté el contacto de nuestros hombros y a pesar de que creí que íbamos a seguir hablando de puras idioteces, parecía no haber sido el caso, porque me revolvió el flequillo, aflojando algo la liga y todo, antes de soltarme lo de Honeyguide.

Despegué la espalda del árbol, me acomodé mejor y me recosté, echándole la cabeza en el regazo sin pedir permiso ni una mierda, solo porque pintó y punto. Me acomodé la liga del cabello de nuevo, antes de buscar su mirada y soltar un suspiro.

—No nos vimos ayer en la noche, así que asumo que el estúpido se olvidó de decirme porque yo tampoco sabía. —Estiré la mano, la anclé a su rostro y le estrujé las mejillas. Lo solté sin más, así como había hecho toda la tontería, y me dejé la mano sobre el pecho—. Estaba repitiendo en el instituto anterior de Sonnen, así que debo asumir que el asunto viene por ahí igual.

Lo cierto es que tenía ganas de cualquier cosa menos de correr, pero era lo que había y lo que tocaba. Hubiese preferido tomar mis cosas, mandar todo a la mierda e irme a casa a hacer deberes, buscarle la receta de la tarta a Shirai o preparar algunas para dárselas a Emily, pero seguro preocuparía a Nagi de nuevo si hacía eso, así que pues solo eso me quedaba.

Al final no pude ni saludar a la castaña porque Yoshida era una intensa y tuvimos que correr apenas estuvimos todos en posición. No le puse ni esfuerzo a la cuestión, la verdad, porque no podía traerme más sin cuidado pero como me quedé atrás me tiré todo el asunto, a la menor se le enredaron los pies y se fue de boca al piso.

—¡Nagi!

Se levantó, vamos, ¿qué le quedaba? Y terminó la carrera antes que yo incluso en esas condiciones, pero apenas alcancé la meta me acerqué trotando a ella, no esperé ni un jodido segundo para aculillarme y observarle los raspones, solo para ver que no fuese nada de otro mundo. Cuando me enderecé solté un pesado suspiro, tomé con cuidado su mano y la guié hacia los grifos del patio.

—Venga, hay que limpiarlos.

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Dios me llevó una eternidad esto smh

 

Verlo sonrojándose se me antojó de lo más tierno. Yo también era un puto quisquilloso de mi espacio y mis tiempos, pero los nervios no se me traducían casi nunca en sonrojos. Se me podían disparar los latidos, podía sudar como un cerdo, pero permanecía blanco como un papel. La verdad que lo agradecía. Pocas cosas te exponían tanto como convertirte en un tomate maduro, y por eso le tuve un mínimo de piedad y dejé el agua correr bajo el puente. Sabía que Cay Cay no ponía en práctica los mismos límites conmigo y el resto, ya que yo procedía igual, pero tampoco era cuestión de andar abusando de mis privilegios, ¿verdad?

No reaccionó como tal a mi tontería de arruinarle la coleta, de hecho me sorprendió bastante al acomodarse en mi regazo. Lo observé desde arriba con las cejas ligeramente alzadas y apenas abrió la boca relajé la expresión. El idiota me alcanzó el rostro y me jaló de una mejilla, obligándome a arrugar el gesto.

—Eh~ Se ven bastante seguido, entonces —comenté un poco al aire, usando una mano libre para enroscarme mechones de fuego en torno al índice, soltar, enroscar, y así. Fue lo último que dijo lo que me forzó a detener mis movimientos un segundo antes de reanudarlos, e intenté que la sorpresa no fuera tan putamente evidente en mi voz—. ¿Sonnen? ¿Mishi-kun se conoce con Sonnen-kun?

Venga, si era pequeño el mundo.

 

Se sorprendió por lo que hice, obviamente, pero es que a mí me dabas el brazo y te agarraba el codo aunque no pareciera, era parte de mis manías, sobre todo con los chacales en general. La cercanía con Ko, el pedirle a Arata que me llevara en la motocicleta de regreso a Shinjuku siempre que podía y llegar a casa de Yuzu a comerme media despensa.

La gente a la que le tomaba cariño literalmente podía ponerme un arma entre las cejas y yo me iba a quedar allí, como un tremendo estúpido sin sentir miedo siquiera. Era un horrible ejemplo pero se entendía el punto.

Mi sentido de la lealtad era casi ridículo y también peligroso, porque a veces me hacía jugar a los bandos dentro de mis propios círculos, pero al final del día la cosa era que quería lo mejor para la gente que me había ayudado a sentirme parte de algo, a romper los barrotes de mi jaula y toda esa cuestión.

Asentí con la cabeza a la primera parte de sus palabras, en lo que lo sentía jugar con mi cabello y eso, cuando preguntó lo de Sonnen y Arata no le vi la expresión del rostro porque había detenido los ojos en las hojas de la copa del árbol, meciéndose.

—Ajá —dije y entonces lo miré, porque creí oírle algo de sorpresa en la voz—. Shimizu era su senpai en el otro instituto, supongo que se toparon allí o antes, alguna noche. No tengo idea de si lo conoció cuando la pandilla todavía no se nos había muerto del todo, ahora que lo pienso.

La verdad no llevaba apunte de a qué edad Sonnen había empezado a montarse los espectáculos en Chiyoda, lo tenía ubicado desde que tenía unos quince pero qué sabía yo. Los números, fechas y esas mierdas no eran lo mío, no era bueno archivando esa información en particular.

—Casi siempre se las arreglan con otros para comprar botellas entre varios aunque Altan esté forrado. —Dicho ya estaba, no me molestaba en guardar información que no era secreto federal, si tenía que soltar mierdas, pues la soltaba y ya está—. Y Arata suele hacerle favores a veces, bueno, trabajos más bien porque los favores no se pagan. Anyway, que realmente creo que Arata era lo más parecido a un amigo que tenía el estúpido pero si se lo dices a cualquiera de los dos seguro les da un venazo.

Como fuese giré sobre mi costado, así que mi mejilla terminó apoyada en su pierna.

—Me hace gracia que hayamos terminado los tres aquí, la verdad. Se siente extraño pero no en el mal sentido. —Volví a acostarme boca arriba porque no me sentí del todo cómodo hablándole como de espaldas—. ¿Nostálgico quizás? Pero me hace sentir más seguro, no sé.

 

Ugh.

Lo estaba haciendo bastante bien en la carrera y todo eso, pero más o menos a mitad de recorrido la chica de pelo azul se tropezó o algo, yéndose hacia el lado y llevándome en banda ya de paso. Me comí el suelo con bastantes ganas, a decir verdad, pero me levanté lo más rápido que pude para acabar la carrera, porque algo de orgullo me quedaba.

Chasqueé la lengua mientras me miraba las heridas, ya una vez había llegado al final y todo eso, sin poder evitar que la frustración se me colase en la expresión. Ni siquiera era tan mala marca en comparación al resto de desastres de esa escuela, teniendo en cuenta la caída y todo lo demás, pero la última vez que me caí haciendo alguna prueba de ese estilo o lo que fuese había sido años atrás, cuando entrenaba con mi padre.

Prácticamente podía oír las cosas que me estaría gritando si me hubiese visto.

Levanté la vista cuando sentí las palmadas sobre mi espalda y le dediqué una sonrisa ligera, asintiendo con la cabeza. Comencé a limpiarme los raspones en cuanto llegamos a los bebederos, siseando ligeramente al tocar según que heridas que habían acabado siendo algo más profundas de lo esperado.

—Podías haberle caído a la pelirroja. Mira que a mí ya me tienes asegurada, eh~ —solté, con una ligera risilla, en lo que me inclinaba para pasar a limpiarme las rodillas.

Porque quién se iba a preocupar por mí de esa manera sin esperar algo a cambio, al fin y al cabo.

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¿Os dais cuenta que la estúpida de Ali tiene daddy issues? Impresionante (?)

Di un pequeño respingo cuando la sentí enredándose en mi cintura, volviendo la vista sobre ella de golpe. Claro que las mejillas se me volvieron a teñir de rojo pero también era cierto que mi cuerpo había aprendido a manejar un poco mejor las reacciones y ya no parecía el conejillo asustado de la semana pasada... o eso quería creer, al menos.

—Ah, ¿un premio? —murmuré, relajando un poco los músculos—. P-puedo comprarte algo para comer o beber, si quieres... o quizás...

No fui muy consciente de hacerlo pero para cuando me quise dar cuenta había deslizado la vista hasta sus labios y la dejé ahí clavada un buen rato, tragando saliva con fuerza. Estábamos tan cerca que en realidad me avergonzaba un poco imaginar que podía sentir mi respiración ligeramente agitada o los latidos que habían comenzado a desbocarse un poco.

Volví a levantar la mirada, recibiendo su heterocromía de lleno, y ladeé ligeramente la cabeza.

>>O lo que quieras, senpai.

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Mis niñas perdiendo las bragas por los babes de la admin igual que yo pierdo las bragas por ella u///u

 

La quinta carrera, lamentablemente, también tuvo incidentes. A esta altura del asunto, Yoshida-sensei se estaba preguntando si lo que tenía a su cargo eran personas o fideos mal cocidos. Su silbato tronó apenas todas cruzaron la línea de llegada y soltó un suspiro hasta dramático, meneando la cabeza.

—Venga, a tratarse esas heridas. ¡Sin peros! —Anotó unas cosas en su planilla y luego alzó la vista hacia el gentío—. ¡Muy bien, última carrera! ¡David Mason, Eris Tolvaj, Dante Miles, Katrina Akaisa, Margarita Nieves! ¡Venga, denme un buen espectáculo, son mi última esperanza!

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Probablemente mañana responda en las interacciones que tengo pendientes, en un rato debo irme y quería dejar esto ya establecido para que vayan lanzando dados y tal. Sin apuro, tho, que este período acaba como mínimo el lunes.

Hay otra actividad pendiente de las pruebas físicas, pero la cuestión iba a extenderse demasiado así que lo vamos a hacer otro día <3

Ranking de la quinta carrera
1. Margarita Nieves: 13,35 segundos
2. Satoko Shichimiya: 15,98 segundos
3. Alisha Welsh: 18,94 segundos
4. Alethea Ethans: —