Interior Casilleros

Emily Hodges

Bostecé como por tercera vez en el último minuto, aun de camino a la academia, haciendo que Kashya acabase por girar la cabeza y me mirase con algo que supuse era lo más parecido a la preocupación que podía sacar.

—¿Te quedaste estudiando hasta tarde?

—¿Mhm? Sí, algo así.

Bueno, esa había sido la intención por supuesto pero... cierta persona decidió enviarme un mensaje a mitad de la noche y toda mi concentración se fue al garete así que me fue imposible seguir estudiando. Si me quedé despierta hasta tarde fue... por otros motivos.

Ya le recriminaría a Anna por eso... y, sobre todo, le preguntaría cuando planeaba llevarme a cumplir la promesa. ¡Era un chica de palabra, solo por eso!

Alcanzamos el edificio no mucho después, habiendo recorrido el resto del camino en silencio porque la chica decidió no preguntarme mucho más al respecto, y miré alrededor con algo de nerviosismo en cuanto alcanzamos los casilleros, haciendo más o menos un mapa mental de las personas que me interesaban.

Me cambié los zapatos junto a Kashya y le hice una seña en cuanto acabamos, dirigiéndome después hacia la fila de tercero seguida por ella.

Había visto a Kohaku junto a Altan y no quería molestarle, y Anna estaba junto a Jezebel (¡había vuelto!) y tampoco me quería inmiscuir demasiado... pero aún podía hacer algo antes de subir a las clases.

—Buenos días, senpai —llamé en voz suave en cuanto alcancé a Morgan, en un intento de no asustarla demasiado—. E-esto... perdona si te molesto... —sin darme cuenta ya había comenzado a jugar con el asa del maletín—. Uhm... sé que no nos conocemos mucho pero... ¿podría pedirte un pequeño favor?

 

Todo había vuelto a la normalidad con Kohaku, al menos así se le parecía y siempre había tenido ojo diestro para leerlo, ¿verdad? Además nunca habían sido del estilo demasiado intrusivo. A veces contenían más de lo que debían y se habían desbordado, pero en líneas generales contaban con la seguridad tácita de que siempre estarían allí para el otro, sin importar qué.

Siguió de largo en cuanto Kohaku se detuvo junto a un muchacho, la noche anterior se había quedado leyendo hasta tarde, tenía sueño y cero humor para nada. Se abocó a su casillero hasta que detectó una presencia a su lado, seguida de una voz dulce. La detalló de soslayo, quieta, y una sonrisa suave se dibujó en su rostro.

—Claro, linda —murmuró, girándose enteramente hacia Emily—. ¿Qué será~?

Bueno, eso podía llegar a volverse interesante.

 

Emily Hodges

Suspiré en cuanto la chica se giró y aceptó la propuesta, ciertamente algo más aliviada. Le dediqué una sonrisa agradecida y comencé a rebuscar en el maletín, intentando encontrar la bolsita que había preparado lo más rápido posible y haciéndome, por consiguiente, tardar más por culpa de la presión.

Cuando finalmente la encontré y la saqué con una sonrisa triunfante, me di cuenta que Kashya había desaparecido como si nunca hubiese estado ahí. Pero bueno, no quería distraerme demasiado con eso siendo que yo había llamado a Morgan y, seguramente, habría subido a las clases.

Extendí entonces el envoltorio hacia la chica, con una sonrisa alegre aunque con las mejillas algo sonrojadas porque... bueno, en realidad el plan no era que más personas viesen el estúpido esfuerzo que había hecho para que el regalo fuese presentable pero qué remedio.

—¿Podrías darle esto a Ishikawa-senpai de mi parte? No quiero molestarle ahora y tampoco dejarlo para más tarde.

Esperé unos segundos a que la chica aceptase pero al final el ansia me pudo y acabé por seguir hablando.

>>Son unas galletas que hice ayer. Puede probarlas con el té que preparó ayer, o con otros, no sé, y ver si son una buena combinación, ¡así puedo hacer más para la próxima vez que nos veamos! —expliqué, con cierto tono de ilusión que no pude esconder—. ¡Ah! Hay bastantes, puedes comer tú también si quieres, senpai~

 

Insisto no era la más avispada, pero venga que podía ser chismosa si me lo ponían en bandeja y eso era lo estaba pasando, el enredo ese de Anna, pero sobre todo lo que sea que había pasado con la chica esa y el albino. Parecía que me había perdido de un montón de cosas por estar un par de días fuera, quizás más de las que esperaba realmente.
Por otro lado no me gustaba que Anna estuviese insistiendo tanto en el asunto, no porque no lo creyera importante, sino porque era evidente que la otra no iba a decir otra cosa para salvar al chico o lo que fuese.

Albino, albino.

¿Shawn? No. El otro, pero ahora no recordaba su apellido, así que tendría que preguntarle después.

Tampoco sabía por otra parte, que era por esa chica y otra, de las que conocía Altan, que Laila había terminado desconsolada en un baño, bueno en realidad era culpa de la estupidez de Shawn pero el punto se entendía.

—Anna, ¿qué se supone que pasó mientras no estaba? —pregunté por fin, quizás más seria de lo que hubiese querido.

Entre cuidar a mis primos, salir por ahí y tal no había tenido mucho tiempo de interrogar a Altan, la única vez que lo llamé en vez de enviarle mensajes me había distraído con su estado demasiado como para indagar en cosas de la escuela.


Que la tonta de Welsh me agradeciera por lo que había hecho el viernes no estaba entre mis planes pero tampoco lo demostré abiertamente, ¿qué cojones esperaba, que la dejara tirada en un parque a disposición de un montón de lobos? Era un violento de mierda, pero tampoco me fallaba tantísimo la moral de esa manera.
Me había quejado todo el puto fin de semana, me había fracturado y toda la mierda, pero posiblemente si me preguntaban si lo volvería a hacer, la respuesta fuese afirmativa.

Era parte de Cerbero, pero confiaba en Suzumiya y en el fondo sabía que Alisha Welsh no merecía ser abandonada a su suerte, posiblemente poquísima gente lo mereciera.

Estaba por responderle cuando dijo lo otro, haciendo que girara el rostro lo suficiente para ver por qué lo hacía dicho, Anna y Jez estaban con aquella chica de las vibras raras, la que había encerrado el cerdo de Astaroth. Solté una suerte de bufido cuando sentí la palmada de Alisha, pero ya no había caso en hacer un drama por esa mierda.

—No fue nada, gringa —solté un poco con doble propósito, para lo de los cigarrillos y lo de haberle salvado el culo.

Poco después de que se fuera mientras estaba por regresar a los casilleros distinguí a Ishikawa, venía con una chica que lo soltó sin que él se diera cuenta y cuando se detuvo a mi lado me saludó.

—Hola, Ishikawa. Todo bien. —Alcancé a dedicarle un atisbo de sonrisa y negué con la cabeza para restarle importancia a lo de la chica—. Sin problema, cuando quieras.

No era que me interesara el asunto de conocerla, pero si Ishikawa me la quería presentar no le iba a negar el asunto en toda la cara porque sí. En cualquier caso cuando volví a mirar hacia los casilleros, la chica rara aquella ya había dejado a Anna y Jez, lo que me hizo suspirar aliviado.

—¿Entramos? —Le pregunté al muchacho, aunque ya había dado un par de pasos hacia el interior de la academia.

Estaba allí con la vista puesta en las líneas del suelo, distraída cuando notó que alguien se le acercaba. Se había olvidado por completo del chico con el resto de eventos del día, así que cuando alzó la vista y topó con él la tomó algo desprevenida pero reaccionó rápidamente.

—Hola de nuevo —respondió—. Sí claro, ¿qué necesitas?

Le dedicó una sonrisa suave, tranquila, que parecía increíble que pudiera colocarse en el rostro luego de haber llorado como una descosida la tarde anterior. A la vez enderezó un poco la espalda, puesto que se había apoyado en los casilleros.

Contenido oculto

uy chale shitty post con laila im sowwy

a gigi la cité una vez nomás pues porque no tenía caso citarle a los dos niños (?

 

Las reacciones de aquella chica seguían descolocándome, la enorme ligereza con la cual parecía manejar el incidente de ayer era... extraña, cuanto menos. Que sí, que podía estar haciendo un diluvio de una gota de agua, pero iba a seguir insistiendo que la reacción del jodido albino no había sido ni medio normal. Como si fuera consciente de su falla y no le importara, o hubiera pretendido medirnos.

Y al paso que íbamos, esta tía se estaba yendo por el mismo camino del otro cabrón.

Su risa endureció mi semblante, no me había gustado eso ni la forma en que se tapó la boca. Se me asemejó, en una especie de imagen mental fugaz, a estas muñecas antiguas con los vestidos pomposos, las mejillas sonrosadas y la piel de porcelana. Pestañeé, siguiendo sus movimientos, y me encogí de hombros al oírla excusándose.

Bueno, lo había intentado.

—Nos vemos —fue todo lo que dije.

Seguí su silueta un par de segundos, la cascada de carbón meciéndose con premura, hasta que Jez captó mi atención. Me giré hacia ella, aún de brazos cruzados, y solté un suspiro.

—Ayer un tipo llamado Astaroth se encerró en el cuartucho de limpieza con esa chica, pensé que iría a hacerle algo o qué se yo y me metí para sacarla. —Me había llevado la uña a la boca sin darme cuenta y comencé a mordisquearla, algo distraída—. Al final no pude hablar con ella luego del incidente entonces quería ver cómo estaba y eso, pero... —Paseé mi mirada por los alrededores y volví a suspirar—, se ve que fue "un malentendido".

¿Me lo tragaba? Ni de coña, pero ¿cómo se suponía que me siguiera metiendo? ¿De qué forma ayudas a alguien que no le apetece ser ayudado?

Al recorrer los casilleros topé con un par de caras conocidas, todos por la fila de los de tercero. Emily hablando con la amiga de Kohaku, éste y Altan acercándose. Pestañeé con cierta lentitud y me desinflé los pulmones de golpe, en una suerte de intento por quitarme las malas vibras de encima y volver a ser la Anna que recibió a Jez. Le sonreí y busqué sus manos, entonces mis labios se curvaron con cierta chispa de picardía y la jalé hacia mí de un movimiento seco, luego a mi alrededor, y la hice girar un par de veces mientras reía.

—¡Venga, que al buen tiempo también se le pone buena cara! —Me detuve porque tampoco pretendía marearla o algo, y me quité el cabello que se me había colado en la boca, el rostro y eso, para acomodar el suyo albino con movimientos repentinamente cuidadosos; mi voz también descendió un par de notas—. ¿Ya pensaste lugares para la mejor cita del mundo mundial~?

Cuando Emily se puso a rebuscar en su maletín no le concedió mayor importancia, más bien deslizó las pupilas hasta Kashya y le sonrió momentos antes de que la muchacha se esfumara con el sigilo de un fantasma. Entonces regresó a Hodges, envuelta en la calma usual, y la pequeña sonrisa permaneció allí al recibir de nueva cuenta aquel púrpura tan similar y, sin embargo, tan diferente al propio.

De cualquier forma, acabó alzando levemente las cejas al aceptar la bolsita de galletas entre dos dedos y observarla de lado a lado, un poco curiosa. Volvió los ojos a Emily cuando siguió hablando y sus labios se curvaron en una clara mueca de diversión.

—Vaya, qué bonita —concedió, casi en un ronroneo, y notó por el rabillo del ojo el destello de una cabellera cian—. ¡Eh, Kohaku! Aquí tengo algo para ti~

¿Que lo había hecho adrede?

Pues claro.

Ingresé a los casilleros junto a Altan luego de asentir ante su pregunta. Distinguí la cabellera chicle de Anna bastante más allá, dándole vueltas a una albina como si se le fuera la vida en ello. Era la amiga de Altan, ¿verdad? La que había conocido en la cafetería. Ahora que lo pensaba, no había estado yendo a la escuela. ¿Habría estado enferma? La imagen me arrancó una risa suave, se ve que Anna estaba tan energética como siempre.

Bueno, irónicamente era un alivio.

Estaba dispuesto a ir donde ellas cuando una voz que conocía bastante bien llamó mi atención. Me volví, recibiendo la mirada de Morgan impregnada con aquel tinte de diversión tan usual, y deslicé la vista lo suficiente para reconocer el cabello de Emily junto a ella. Oh, por favor, eso no podía ser bueno.

Contuve el suspiro, mantuve la tranquilidad de siempre y me acerqué a las dos, las manos en los bolsillos.

—Buen día, Hodges-san. —Le sonreí y me volví hacia Morgan—. ¿Qué cosa~?

O'Connor alzó la bolsita de galletas entre los tres, casi triunfante, y la sacudió suavemente.

—Galletas.

Sí, gracias, eso podía notarlo. Recogí la bolsita y solté el aire de forma imperceptible. Eran de Emily, ¿no? Más que obvio. Pero si se las había dado a Morgan era porque no le apetecía enfrentarme y... O'Connor lo habría adivinado al dedillo, claro. Lo estaba haciendo adrede.

Me daba bastante pena someter a Emily a una verguenza así, pero lo cierto es que ¿había otra alternativa? No agradecerle o lo que fuera habría sido directamente descortés.

—Vaya —murmuré, con una nota de ilusión, inspeccionando el contenido de la bolsa—, se ven deliciosas. ¿Las hiciste tú, Hodges-san? Muchas gracias~

 

Emily Hodges F

Había tenido intenciones de soltar un "no" al ver lo que Morgan hacía pero al final fue demasiado tarde, la palabra se me quedó atorada y lo único que supe es que, de nuevo, parecía una jodida estufa o algo así.

Ni modo, tampoco podía simplemente huir cuando el chico se estaba acercando, eso le haría pensar cosas que quizás no fuesen del todo ciertas y ya la había liado lo suficiente con él.

—B-buenos días... —murmuré, con la mirada clavada en el suelo.

De nuevo estaba apretando el asa del maletín con una fuerza innecesaria y mis pies se movieron con algo de nerviosismo mientras ellos seguía hablando. Al final solo pude asentir con la cabeza cuando preguntó aquello y...

>>N-no es nada... —cerré los ojos durante un segundo y al final me digné a levantar la cabeza un poco más, para que al menos se me escuchase de forma medio decente—. Quería... pedirte perdón. Por lo de ayer y... todo eso, ya sabes.

Quizás me estaba exponiendo demasiado delante de la chica porque no tenía ni idea de si sabía algo o no pero, joder, la culpabilidad me podía por encima de la vergüenza a veces así que ahí estaba.

>>¡Ah! ¡Qué tarde es ya! —exclamé, dando un respingo de la nada—. ¡Me voy a mi clase! ¡Nos vemos!

Hablé de manera apresurada y me di la vuelta de igual manera, prácticamente saliendo corriendo hacia el interior del pasillo después.

Tenía que dejar de juntarme con gente de tercero, en realidad.

 

Estaba terminando de colocarme los zapatos cuando la vocecilla de Rachel me llegó a los oídos. No creí que se me fuese a acercar así nada más y supe que de hecho si no fuese por todo el asunto de Nova, posiblemente no lo hubiese hecho ni me hubiese soltado aquello ayer, de que no era un monstruo.

—Buenos días —respondí mientras apoyaba la espalda en la línea de casilleros—. Cayó dormido como hasta las... cinco de la mañana, tuve que despertarme a darle de comer porque se puso a corretear como un loco.

Recordé su respuesta a mi mensaje y contuve una risilla, antes de contestarle lo demás.

—Sí, claro. No hay problema. —Realmente no era de llevar gente a casa, pero cuando lo hacía por A o por B pues tampoco me lo pensaba mucho—. Digo, si a ti no te incomoda ni nada.

Escuché lo que me contaba Anna con el ceño ligeramente fruncido porque todo el asunto me recordó al incordio aquel, el chico conocido de Altan que había estado de necio conmigo, pero Anna no me dejó hacerme demasiados líos mentales, me tomó las manos y me jaló hacia ella antes de comenzar a dar vueltas, haciéndome reír de nuevo.

Cuando me soltó la dejé acomodarme el cabello, porque al final del día también me gustaban esos gestos, y cuando terminó le volví a pasar el brazo sobre los hombros.

—Hmh, estaba pensando invitarte a patinar, ¿te gusta? —dije entonces, con la vista puesta en Altan e Ishikawa, el amigo de Anna—. Si no podemos ir a comer~ o al cine. Ah, ya sé, ¡un café de esos con gatitos! Son tan lindos.

Se me estaba yendo un poco la cabeza, pero no era que importara demasiado.


Adiviné las intenciones de Ishikawa de seguir hasta dónde estaban las chicas pero al final al muchacho lo interceptó su amiga y se lo vi en toda la cara, que se lo estaba pasando bomba con lo que sea que fuese a hacer o estuviese haciendo desde antes. No era una diversión inocente, ciertamente, pero tampoco era yo ningún santo para juzgarla y no era que me interesara. Estaba con Hodges, así que ya sabía por dónde podían ir los tiros.

Galletas.

Mierda eso me recordaba que tenía que darle la caja de bento limpia a Kurosawa, que al final lo había olvidado ayer con toda la tontería y luego no pensaba molestarla pasada la una de la mañana que era cuando había llegado a casa.
Pedirle a Anna que se la entregara, aprovechando que iba a su clase, era prácticamente un crimen así que no me quedaba más que esperar el receso o la salida de clases para ir a su club, dársela y deshacerme de esa cosa pendiente.

Estaba por saludar a Hodges cuando la chiquilla salió pitando, sin considerar la posibilidad de que Anna la detuviese dado que estaba en el pasillo también, pero de nuevo era un desastre con patas, si acaso podría haber medio pensado en salir de allí.

—Oh bueno...

 

Jez me había echado un brazo sobre los hombros y estaba de pie frente a la extensión de los casilleros, de modo que no tuve mucha más opción que echar un vistazo alrededor mientras hablaba. Seguí con más o menos atención la escena que parecía estar desarrollándose entre Kohaku, Morgan y Emily, pasando los dedos por mi cabello, aunque giré el rostro hacia Jez al oír su última idea.

—¡Un neko cafe! —destaqué como si ya no fuera obvio, con la emoción burbujeando en mi voz—. ¡Siempre quise ir a uno!

Bueno, una vez había estado a punto de ir con mis viejos pero al final tuvimos que cancelarlo y... eso fue todo. Nunca me había dado la cara para invitar ahí a los chicos y una vez, cuando Kakeru me preguntó si me interesaban, puse la mejor cara de poker que tenía y le mentí como una campeona. ¿Por qué? Qué se yo, ya no pretendía comprender a la Anna de esos tiempos. Cada vez me resultaba más y más ajena, tan deshonesta, retraída y apática.

Estuve a punto de seguir hablando cuando noté un movimiento bastante repentino por el rabillo del ojo. Emily se acercaba bastante apresurada en nuestra dirección y por cuán gacha llevaba la cabeza no pude ver su expresión ni nada. Como fuera, ¡parecía un trabajo para el poder de la nueva tradición que me había sacado de la manga!

Me salí del agarre de Jez con cierto apuro y me coloqué justo en el camino de Emily, con los brazos extendidos a ambos lados. Aguardé a recibir su mirada para sonreírle y, sin aviso alguno, me le lancé encima.

—¡Martes de abrazos! —exclamé, sacudiéndola de acá para allá y haciendo tanto alboroto que estuvimos a punto de irnos al suelo.

El exabrupto sólo me arrancó una risa divertida y le sostuve el rostro con ambas manos antes de estamparle un beso en la mejilla y dejarla ir. Me separé de ella con algunos saltos suaves y las manos entrelazadas a la espalda, como si esquivara charcos, y giré sobre mis talones con cierta liviandad para mirar a Jez

—Ah, aunque también me encanta patinar~ ¿Y si invitas a Anne y que ella decida? —sugerí, se me acababa de ocurrir y me resultó bastante divertido—. ¡Ya! Hagamos eso.

¿Lo había decidido por mi cuenta? Bueno, sí.

Me reí en voz baja y al girar otra vez prácticamente me choqué con Kohaku, quien nos estaba alcanzando. ¡Él tampoco iba a escapar, claro que no! Se la vio venir, por supuesto, tenía ese maldito sexto sentido y de cualquier forma seguro lo llevaba escrito en toda la cara. Atinó a retroceder un paso, sin quitarme la vista de encima, pero no llegó a evadirme con la rapidez suficiente. Me lancé a su cuello en puntitas de pie y aunque le tomó unos segundos, finalmente sentí sus brazos envolverme la cintura. Fue bastante vago y suelto, pero se valoraba la intención.

—¡Martes de abrazos! —repetí porque bueno, porque sí.

Morgan estaba de pie a su lado, y cuando lo dejé ir conecté miradas con ella. No la conocía de nada, en verdad, pero venía en carrera y estuve por arrastrarla al desastre cuando abrió la palma de una mano frente a mi cara y meneó la cabeza lentamente.

—Ni lo pienses, preciosa.

Solté el aire de golpe, su rechazo me había cortado el momentum y momentum era lo que más necesitaba para acabar ese recorrido, ¡pero bueno! Al final había llamado la atención de bastantes personas, como solía ocurrir cuando estaba contenta y se me iba la olla, y ciertamente me quedaba en lista la peor persona para todos los reflectores que había echado sobre nosotros.

Con las manos aún a la espalda, giré los talones y avancé los pocos pasos que me separaban de Altan. Fue un poco extraño volver a verlo a los ojos sabiendo, no lo sé, o al menos sintiendo que ahora todo iba a cambiar; porque lo había pensado, quisiera o no, fuera descabellado o no.

Que sólo me había dedicado a rellenar el vacío que había dejado Jez.

Y ahora Jez ya estaba aquí.​

Pero todas esas personas ahí eran mis amigos antes que ninguna otra cosa y no planeaba perderlos por nada del mundo, y me tragaría hasta la última mierda que me rayara el cerebro con tal de lograrlo. También era esa clase de estúpida o de necesitada, como se lo viera.

Había tomado aire y le sonreí con cierta cuota de dulzura impresa; fue, si se quiere, mi forma de saludarlo. Entonces estiré los brazos a cada lado y ladeé apenas la cabeza, entornando la mirada.

—¿Me dejas, senpai? Es martes de abrazos~

Solté un suspiro imperceptible al detallar el nerviosismo de Emily, y si se hubiera dignado a alzar la mirada habría visto la mezcla de lástima y ternura que llevaba impresa en el rostro, pero bueno. No la culpaba por querer que la tierra se la tragara. Había abierto la boca, dispuesto a responderle, cuando se valió de cualquier excusa para salir pitando. No intenté detenerla, entendía que necesitara su espacio y, en cambio, observé a Morgan con cierta severidad.

—¿Qué? —se atajó, encogiéndose de hombros, con todo el descaro del mundo.

Suspiré, sabía que era inútil regañarla o lo que fuera, y me limité a guardarme las galletas en el bolsillo y empezar a caminar. Entonces noté que Anna sí la había interceptado y que casi se fueron de boca al suelo. La escena me arrancó una sonrisa que se borró en el segundo que recibí los ojos de Hiradaira y supe lo que tenía en mente.

Oh, cielos.

Intenté evadirla, en serio, pero ¿cómo ganarle a un tanuki tan ágil y escurridizo? Al final no me quedó más alternativa que recibirla y carraspeé la garganta, desviando la mirada apenas me dejó ir. Sentía un ligero calor en las mejillas.

Por suerte su energía solía ser así de caótica y dispersa, y su foco de atención no estuvo puesto en mí más de lo necesario. Me rasqué apenas la punta de la nariz y avancé hasta encontrarme con Emily. Le dediqué una sonrisa rápida a Vólkov a modo de saludo antes de volverme hacia Hodges.

—No había nada de qué disculparse —le dije, en voz suave—, pero bueno, así y todo, disculpas aceptadas~

Morgan había pasado a mi lado en dirección a las escaleras y no le presté la atención necesaria, ya que le estaba hablando a Emily. No noté cuando le concedió una sonrisa de soslayo a Jezebel y, sin detenerse ni nada, simplemente murmuró:

—Bienvenida de vuelta, cielo~

 

La interacción entre Jez y Anna siguió fluyendo en el mismo desorden de antes, lo vi de soslayo mientras seguía junto a Ishikawa y la otra chica, luego de que Hodges se fuera.

La albina asintió enérgica a la que había parecido ser la última idea de Anna, que me pareció escuchar incluía a Anne Haumann en el paquete, y pronto la enana interceptó a Emily, soltó lo de martes de abrazos mientras se le iba encima y cuando la soltó, siguió Ishikawa que para su mala fortuna no pudo salvarse. Estaba en tal desastre de nuevo que estuvo por meter a la amiga del chico en el tren, pero le dijo que no y entonces... Solo quedé yo.

Y ya había llamado la atención de un montón de gente, tenía miradas encima y todo, pero en realidad no parecía importarle demasiado. Incluso así paró el carro un poco, cortó la distancia pero no se me fue encima y preguntó antes de hacerlo.

No había manera, cuando me sonrió hice lo mismo y saqué las manos de los bolsillos.

¿Senpai?

¿Y esa mierda?​

Terminé de matar la distancia entonces, la envolví entre mis brazos y la presioné un poco contra mí.

—Al —corregí como un chiquillo caprichoso, pues eso era después de todo. Lo dije en un murmuro, para que no fuese a oírlo todo el mundo—. Me gusta más cuando me dices Al.

Y puedes abrazarme cuando te dé la gana, estúpida. Te di los cupones.


Lo de invitar a Anne y dejarla elegir le había parecido una idea de los más simpática, además seguro a la niña le hacía ilusión salir con una amiga suya que, bueno, no fuese Laila.

Luego de asentir se limitó a ver la carrera que se marcaba Anna para abrazar a los que tenía en frente. Cuando su amigo, algo cohibido por el abrazo, le sonrió le regresó el gesto y recordó la foto que le había enviado Anna el día anterior, la de los cuatro en el invernadero, y la sonrisa se le ensanchó.
Altan no había sonreído un montón, pero había accedido a la foto y se veía tranquilo, contento, casi le había vuelto al rostro el hecho de que tenía diecisiete años.

Era una foto preciosa, incluso si no había podido estar con ellos.

Siguió el recorrido de Anna hasta el final, hasta que alcanzó a Sonnen y se detuvo a preguntarle si podía abrazarlo también. Vio el lenguaje corporal del muchacho mutar, destensarse, sacar las manos de los bolsillos y finalmente abrazarla en respuesta.

Había acertado en el centro de la diana, ¿no? Con aquello de pedirle a Altan que le dijera a la menor que no iba a estar.

Estaba en eso, mirando la escena casi con orgullo hacia ambos cuando O'Connor, a quien había pasado por alto hasta entonces, pasó a su lado y le habló sin detenerse siquiera.

Bienvenida de vuelta, cielo.​

Fue cosa de segundos, no fue capaz de deshacerle la sonrisa que ver a los dos tontos de sus amigos le había provocado, pero sí le activó el resto de sentidos por fin. La miró con el rabillo del ojo, sin molestarse siquiera en voltear el rostro y obviamente no respondió nada.

¿Se creía que podía hablarle?

La palabra que le rasgó la mente no correspondió ni por asomo con la chica dulce, amorosa y enérgica que podía ser, que era casi siempre.

Zorra.

La visita a Netherlands no sólo le había regresado energía, también algo de carácter.

Y es que Jezebel Vólkov podía ser un dolor en el culo cuando le tocaban lo suficiente los ovarios.

 

No me lo iba a negar, ¿cierto? Ya lo sabía de antemano. ¿Por qué preguntaba, entonces? ¿Para respetar su espacio o por el simple placer de verlo tomar la iniciativa? ¿Quizás un poco de ambas? Y le había dicho senpai, que vaya, sonó bastante extraño en mis oídos apenas salió de mi boca pero ya no había forma de corregirlo. ¿Con eso qué? ¿Cuál era mi excusa?

¿De qué maldito lado iba a pararme?

Lo cierto es que no dudé ni un segundo en rodear su cuello con los brazos al verlo quitar las manos de los bolsillos. Era cálido, por supuesto, siempre lo sería, y mi sonrisa se congeló un breve instante al oírlo, para reactivarse y adquirir... suavidad, si se quiere. Ese tipo de suavidad. ¿Que lo llamara Al?

—Buen día, guapo —murmuré al mismo volumen que él había empleado, cerca de su oído, y me tomé el maldito atrevimiento de presionar los labios justo sobre la piel que tenía al alcance, debajo de las patillas.

Mi cabello se había encargado de ocultar mis movimientos, de todas formas, y empecé a preguntarme si me valdría siempre de esos jodidos subterfugios, escondites, cuartos oscuros o enfermerías para clavarme ese tipo de cagadas.

¿Temía hacerlas bajo la luz del sol?

¿Me avergonzaba?

Ni puta idea.

Lo cierto era que probablemente sólo estuviera tensando la cuerda porque, en líneas generales, era mi respuesta reflejo. Era mi forma, si se quiere, de demostrar que todo estaba bien, perfecto, tan normal como siempre, cuando en el fondo fuera todo lo contrario.

Le había echado los brazos al cuello y al dejarlo ir alcancé a rozar el plástico que llevaba adherido a la nuca. Recordé aquella imagen lejana al llegar a la escuela y lo rodeé, soltando un silbido agudo y entretenido. Enterré las manos en los bolsillos.

—Pero venga, Al, ¿y esto qué es? —murmuré, pasando a su lado, y di un par de pasos en reversa para seguir viéndolo—. Que no me entere que te lo hiciste por Kabukichō o voy a ofenderme~

Iba en broma, claro, y le regalé una última sonrisa antes de girar en redondo y llegar donde los demás.

—Bueno, ¿vamos?

Contenido oculto

rolear con Alrighty Aphrodite de fondo fue una buena idea? sí y no

 

Emily Hodges

—¡A-ah! C-cuidado...

La energía de Anna me pilló completamente desprevenida y si no nos fuimos al suelo fue porque, de puro milagro, logré estabilizarnos echando la pierna hacia atrás.

¿Martes de abrazos, decía? ¿De dónde se había sacado eso?

Solté una ligera risa mientras le correspondía el abrazo, apretando con fuerza, y la dejaba hacer de aquí para allá antes de soltarla y recibir el sonoro beso en la mejilla con una sonrisa enternecida. La vi alejarse de nuevo hacia Jezebel y luego saltando de uno a otro repartiendo abrazos y una extraña calidez se apoderó de mi pecho.

Era muy linda, ¿verdad? Sobre todo cuando se dejaba guiar por aquella energía infantil tan característica.

Solté otra risa cuando vi que Morgan la paraba, repentinamente mucho más tranquila tras haber recibido aquel abrazo, y levanté el rostro con cierta sorpresa al escuchar el tono suave de Kohaku.

Lo recibí con una sonrisa amable, aprovechando que la atención de todos los demás estaba en cualquier parte, y levanté la mano para picarle la mejilla con el dedo índice. Fue un movimiento fugaz, dejé caer el brazo apenas un segundo después, y no pretendió ser más que un gesto cariñoso de alguien que le tenía aprecio.

>>Sí que había, o por lo menos desde mi punto de vista —respondí imitando su tono suave, y soné completamente sincera—. Así que gracias por aceptarlas~

Iba a ser un poco difícil, porque aun no sabía dónde trazar la línea con él y tenía pinta de que nunca lograría saberlo del todo. Pero lo intentaría, porque lo último que quería era hacerle sentir incómodo.

Miré de soslayo entonces, encontrándome a Anna acercándose a nuestra posición, y me giré hacia ella con una sonrisa.

>>Eh, guapa, mi destino me pilla de camino, ¿puedo haceros compañía~?

 

Me echó los brazos al cuello de inmediato y el roce me volvió a recordar que tenía la zona de la nuca resentida por el tatuaje pero no me quejé ni nada, mucho menos después del giro que le dio al asunto, como siempre.

Solté una risa baja al sentirla dejarme un beso allí donde logró alcanzar y por reflejo apreté un poco más su cuerpo contra el mío.

—Buen día, princesa —atajé sin más.

Le hubiese comido la boca ahí frente a todo el mundo pero no era imbécil, sabía que el hecho de que Jez ya estuviera allí implicaba otras cosas, no sabía bien cuáles pero las implicaba.

Cuando me dejó ir lo notó, el plástico, y me rodeó mientras yo regresaba las manos a los bolsillos del pantalón.

—Digamos que tuve una noche interesante —respondí. Demasiado quizás—. Pero no~ terminé en Chūō.

En cualquier caso reinicié la marcha para alcanzar a Jez donde estaba.

—Vamos entonces~ —canturreó ella, dedicándole una sonrisa a los demás.

 

Cuando llegué junto a los demás, Emily estaba picándole la mejilla a Kohaku y la escena me arrancó una sonrisa bastante enternecida, pues él había cerrado los ojos y arrugado la nariz de una forma absolutamente adorable. Escuché a ambas, ella y Jez, y me enganché a sus brazos para arrastrarlas hacia las escaleras.

—¡Y recuerden! Hoy es martes de abrazos —anuncié a viva voz—. Así que están legalmente autorizados para abrazar a quienes quieran, donde quieran, cuando quieran, capisci?

Kohaku, a nuestro lado, simplemente guardó las manos en los bolsillos y caminó en silencio, con una sonrisa suave impresa en el rostro. Prestó atención a mis palabras pues me observó de soslayo mientras hablaba, pero no atinó a decir nada.


Llegué a los casilleros como cualquier otra mañana, el tráfico había resultado particularmente denso y a raíz de ello me retrasé unos minutos más de lo usual. No busqué a nadie en particular, aunque tampoco di con ningún conocido, de modo que me limité a realizar el cambio de zapatos con la tranquilidad usual.

—Buen día.

La voz masculina que sonó a mis espaldas me llamó la atención y lo vi por sobre el hombro. Joey. No se había detenido, su saludo había sonado plano y no llegué a ver su expresión. Arrugué apenas el ceño, algo contrariada, y cerré mi casillero antes de seguirlo hasta la fila de tercero. Él hizo lo suyo.

—Buenos días, Joey —murmuré, analizándolo.

Se veía... normal, sólo que bastante apagado. Podía ser sueño o algo de mal humor y eso era todo, no tenía idea en verdad de la dimensión de la situación.

Me miró de soslayo, casi como un animal arisco, y no dijo nada. Se agachó, recogió los mocasines, los guardó en su locker y sus ojos negros reposaron sobre mí un instante antes de rebasarme.

—Nos vemos —fue todo lo que dijo.

Me giré y lo observé un par de segundos.

¿Qué rayos?

Bueno, nada que me involucrara directamente.

 

Habíamos subido ya al segundo piso cuando me di cuenta que había dejado una libreta en el casillero, distraída como estaba con toda la tontería con Anna, las ideas para la cita, la chica aquella rara de los ojos rojos y la gracia de O'Connor, que me había sacado el carácter que no era ya producto de haber crecido con los Haumann, sino que parecía incluso más inherente a mi personalidad, atado al apellido Vólkov cuya sangre corría también bajo la piel de mi tía a pesar de ya no contar con él.

Solté un pesado suspiro.

—Al, ve subiendo con Ishikawa-kun, me dejé algo en el casillero. ¡Nos vemos luego, Anna! —dije antes de prácticamente echar a correr de regreso.

Cuando entré de nuevo a las filas de tercero noté la cabellera clara de Blee y aunque iba por la libreta, mi atención se volcó en ella.

—¡Blee! —Ni me molesté en ponerme a pensar por qué estaba en la fila de los de tercero y como andaba con baterías nuevas, le eché los brazos encima. No la moví ni nada, solo la abracé con algo de fuerza—. Te extrañé estos días, a ti y a Kashya.

La dejé ir despacio, para dedicarle una amplia sonrisa, no esperaba mucha respuesta emocional de su parte obviamente, pero no podía contener la mía. De verdad estaba contenta de verla.

Contenido oculto

Hitori "excusas pelotudas para la gayness" esa soy yo

 

Satoko Shichimiya

Suspiré con algo de pesadez en cuanto alcancé mi casillero, cambiándome los zapatos con aire despistado, como si mi cuerpo estuviese ahí pero mi mente un no lograse superar el fin de semana. Y es que, bueno, en gran parte era así.

Me llevé la mano a los ojos, frotándolos con fuerza para eliminar todo rastro de un posible llanto, y miré alrededor para comprobar que nadie me había visto. Cogí aire de nuevo y volví a soltarlo de golpe antes de colocar una sonrisa sobre mis labios.

Había sido un fin de semana terrible y el lunes había tenido que faltar por culpa de ello, pero me había prometido que no preocuparía más a papá así que tenía que hacer como si nada y seguir adelante.

Mamá también lo hubiese querido así.

Cuando sentí que estaba finalmente presentable, me giré sobre mis talones y miré de nuevo alrededor, pero mucho más atenta por si encontraba alguna cara conocida. O no, quizás podría hablar con alguien nuevo, ni idea, pero necesitaba compañía en ese momento y tendría que buscármela por mi propia mano.

Contenido oculto

Honestly, aventadme a quien sea si queréis, quiero hacer amiwis (?)