Self-insert Gritos y llantos [PecadosCapitales|Junio del 2020]

Gritos y llantos​

No importaba el por qué, ni el cómo sucedió; quienes eran los involucrados, quien la victima o el victimario.


¿Había tenido razón?

¿O la justicia estaba de parte del otro?​

¿Mi actuar había sido erróneo?​

¿Necesitaba el perdón del otro?
​

​

El corazón late, late, late y no deja de latir. La furia aumenta, aumenta, aumenta y no deja de estorbar en el pecho. Bombeo fuerte como un martillo mis costillas, el nudo en la garganta parece mi corazón tratando de escapar de los azotes contra la caja toraxica que mi instinto de supervivencia le pide que haga...

Para huir...

...O para atacar.​

Y huyo; a un lugar vació, a un lugar impredecible, a un lugar solitario dónde pueda encontrarme cara a cara con mi fuente de odio...



Estoy en el baño mientra aferro ambas manos en el lavamanos.

Estoy en el baño mientras miro un espejo que tan solo refleja...​

Odio; odio, furia y pena.

Mucha, pero que mucha impotencia.
​

Un rostro blanco manchado con la ira enrojecida deja escapar lagrimas amargas que le piden con gritos a mi consciencia que pare el carro...

Pero yo no las escucho:
​

No escucho el fuerte latido de mi corazón, no escucho el nudo en mi garganta; no tomo en cuenta las saladas lágrimas empapando mis mejillas...

ni el punzante dolor de mi cabeza.​

Solo escucho el odio surgiendo de lo más profundo de mi pecho expresado en un llanto frustrado.


Alguien tuvo la culpa,

y alguien tiene que pagar el peso del accidente:
​

como no soy capaz de discernir si la victima soy yo y el victimario,

​

o si yo soy victimario al decir que la victima​

es el causante de mi ira y odio...


Solo me queda una opción: yo,

porque encerrada bajo pestillo en esa habitación de blancos y azulejos
frente al espejo lo único que hay dando y recibiendo odio​

soy yo...

​

"Merezco un castigo" dice mi instinto abusivo.

"¿Qué debería hacer?" susurra esa parte tóxica de mi...
​

Intento frenarla, intento calmarme; respirar...

Pero ese día el odio gana:



Alzo mi mano al aire y golpeo esa ira y odio con una bofetada sonora... una, dos.... tres veces.


Vuelvo a apoyar mis manos en el lavamanos...

Y veo que aún sigue esa figura femenina manchada de rojo

​

por las lágrimas amargas y solo aumenta más mi ira, porque...​

¡¿POR QUÉ NO PUEDES DEJAR DE LLORAR DE UNA MALDITA VEZ?!
¡¿QUÉ DIABLOS TE HAN HECHO PARA QUE TE SIENTAS TAN MAL?!
¿Tienes motivos?
¿Excusas?

​

Y me golpeo un par de veces la cabeza con mis propias manos...

Me duelen las manos, la cabeza por dentro y por fuera,​

me duele el corazón y solo sigo llorando...
​

Me arrepiento de haberme golpeado...

Me miro al espejo y el odio solo a desaparecido, y la cara entristecida solo me da a entender que junto al odio se fue la ira:

dando paso al arrepentimiento puedo por fin respirar.​

Me quedo en el baño un largo rato; miro mis lagrimas caer, miro mi pecho alzarse frenético en busca de oxigeno. A ratos se calma, a veces agarra vuelo de nuevo, pero ya no siento la frenética necesidad de golpear a la furia y el odio...

Al salir del baño me aseguro que nadie vea mi rostro enrojecido ni mis ojos adoloridos.
​

Al salir del baño me busco una computadora y escribo sobre rabia, pena y cosas hermosas.


Cuando salía del baño procuraba dejar dentro toda esa rabia acompañada de odio que fui acumulando durante el día,

para cuando saliera lo único que pudiera transmitir fueran sentimientos alegres:
​

comprensión, entusiasmo; o sentimientos tristes: como melancolía o arrepentimiento.​

Porque el odio y la furia solo se quedaban y se mataban entre ellos dentro de un baño cerrado dónde solo yo era capaz de salvarme y decir...

"Basta, no quiero más de esto"​

¿Esa niña de entre diez y catorce años hacía bien en sus acciones?...
​

No, ahora soy capaz de decir que no.

El odio y la furia nunca deben ser liberadas con golpes y amenazas.
​

"Te mataré"
"Te golpearé"
"Me golpearé"
"Me mata... No..."


No, no y no:

nadie quiere morir ni nadie quiere ser la causa de una muerte.
​

Años y años tratando de entenderlos,

años y años odiándome y enfureciéndome conmigo...​

Tantos años pecando contra mi misma...​

Para entender una sola cosa...

El odio y la ira son emociones como la paz y la alegría...
​

Y como tal existen, se sienten y se viven...
Pero...
¿Por qué hay más odio?
¿Por qué hay más ira?


Yo no puedo responderte eso,

porque es una pregunta que solo uno puede responderse...​

Porque no estoy acá para aclararte
tus dudas existenciales sobre el pecado de la Ira;

​

estoy acá para aclarar mis propias dudas
del odio y el desprecio
explotando en ataques de ira y golpes...​

Ninguna violencia es buena, ni contra uno ni contra otro...


¿Por qué apreciamos tanto la alegría y la paz,

pero generamos más ira y odio?​

Porque la alegría y la paz son el sentimiento que obtienes al superar el odio y la ira

sin recurrir a acciones y pensamientos que terminan con tristeza y arrepentimiento...​

Ya no soy la misma niña de siete años que cuando la consumía el odio se golpeaba cabezazos contra la paredes de su hogar, para después llorarle a su mamá disculpándose por haberse auto-agredido...

Ya no soy la pre-adolescente que se encerraba en el baño de su casa para decidir si merecía una bofetada o un puñetazo en la cabeza... Para calmar el odio que tenía sobre si misma que tanta ira le generaba hacia su persona...

Ahora soy una adolescente que a entendido que el arrepentimiento y la tristeza son los sentimientos más cercanos a la alegría y la paz...

El odio, la ira... La Violencia...

Son los que matan al arrepentimiento y de paso descuartizan la tristeza siendo capaz de ignorarla... Así, esas personas consumidas por la ira y el odio...

Nunca, o casi nunca, vuelven a ser capaces de anhelar la paz...

Y nunca vuelven a ser alegres.


Oh, Ira...

No te entendía... Porque convivía contigo todos los días... Porque odiaba muchas de las cosas que hacía...

Ahora te entiendo, y soy capaz de verte,

agarrarte y mandarte a un cajón bajo cuatro llaves, ​

mientras mis ojos se llenan de lágrimas orgullosas;
soy capaz de sonreír pensando...​

"Este día no me has ganado"


Oh tú, mi espectador iracundo...

¿Prefieres aferrarte al odio y la ira para negar la paz y la felicidad?

¿O darás paso a la tristeza y el arrepentimiento?
​

Una chica de 16 años te aconseja la segunda; porque por experiencias personales la primera nunca le generó paz ni le transmitió alegría.


Fin de un monólogo emocional.

Contenido oculto: Dedicatoria

Me gustaría dedicar este relato hacia dos personas en especifico:

A mi niña de entre 10 y 15 años, por aguantarse tanto así misma y a pesar de haber estado en lo limite de lo extremadamente dañino, logró poner un punto en pausa y decir "De esa linea ya no paso" Independiente si eso al final le generó sus días más inseguros de toda su corta existencia.

La segunda dedicatoria es a todos esos niños y niñas que son o algún día fueron victimas del odio y la ira; de personas ajenas contra ellos, de ellos contra personas ajenas o de ellos contra ellos mismos.

Es difícil comprender el odio y la ira y el por qué nos dejamos dominar por ellos, más aún si vemos la paz y la alegría como cosas efímeras que nunca llegarán a nosotros.

Si has tenido un mal día, recuerda que en todo lo oscuro hay algo de luz y en toda luz hay algo oscuro.

Busca la luz y nunca pierdas de vista la oscuridad.

Si tienes alguien con quien hablar de cosas que te enojan, te enfurecen y te aterran; hazlo... Si no tienes a nadie con quien hacerlo; escribelo o cantalo; si no eres bueno en eso, puedes leerlo o escuchar una canción que hable de eso, pero te aconsejo que nunca, nunca, permitas que esas cosas tomen control de tus acciones físicas.

Si un día estas entre llorar de rabia o golpear por la rabia, te recomiendo tomar la primera opción; la segunda solo será peor.

Sin nada más que agregar, me despido cordialmente de ustedes; recordandoles que un día dónde te desahogaste llorando no es necesariamente un mal día.