Yu-Gi-Oh! UNA PEQUEÑA CONFESIÓN (AtemxMana) [ONE-SHOT]

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por Mana, 5 Marzo 2024.

  1.  
    Mana

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    Título:
    UNA PEQUEÑA CONFESIÓN (AtemxMana) [ONE-SHOT]
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    3688
    —Una garra de oso, la piel seca de una serpiente y el ingrediente final… un cabello del muchacho que pretendo hechizar.

    Mana decía mientras leía su libro de magia y colocaba todos los ingredientes en una enorme olla, su cara parecía de emoción mientras recitaba aquellas palabras mágicas y mezclaba todo.

    —Con esto, estoy segura de que por fin me dirá que me ama, no cabe duda de ello —volvió a mencionar Mana.

    De la enorme olla comenzó a salir un humo de color rosado en forma de corazón, sin embargo, a medida que Mana recitaba las palabras, ese humo comenzó a tornarse de un color negro.

    —¡No! —dice Mana tomando su libro nuevamente—, ya veo, que tonta soy, me faltó el ingrediente final, un colmillo de gato, pero… ¿dónde conseguiré eso?

    —Mana, ¿qué estás haciendo?

    —¡Nada! —dice Mana colocándose frente a la olla para que Atem, quien acababa de entrar a la habitación, no viera lo que ella estaba haciendo.

    —¿Segura? —insiste Atem levantando una ceja.

    —Sí-sí, príncipe —tartamudea la chica.

    —De acuerdo —responde dudoso—, venía a buscarte para que fuéramos a dar un paseo al río, pero no sé si te encuentras ocupada.

    Mana volteó levemente su mirada a la olla y suspiro un poco (<<No podré terminarlo sin el ingrediente final —pensó Mana—, lo dejaré para después>>).

    —De acuerdo, iré a prepararme, no tardo —Mana dice saliendo de la habitación.

    Una vez que Mana sale de la habitación, Atem se acerca a la olla y ve todo lo que hay dentro de ella, una garra de oso, una piel seca de serpiente y un cabello de color rubio, Atem lo piensa un poco y no entiende de que se trata, cuando dirige su mirada hacia la mesa ve el libro de hechizos de Mana, él lo abre y comienza a buscar algún hechizo que coincida con los ingredientes que están en la olla, busca y busca entre las páginas hasta que encuentra uno en el cual se leía: “Hechizo de juventud, ingredientes: una garra de oso, la piel seca de una serpiente, el cabello de un joven príncipe y la lágrima de un niño”, Atem observó dentro de la olla y recordó que momentos antes de entrar a la habitación escuchó a Mana decir que le faltaba el ingrediente final, eso debía haber sido, Atem pensó que lo que le faltaba seguramente era la lágrima de un niño.

    —Mana, ¿pero para qué necesitas un hechizo de juventud? —se preguntó Atem en voz alta a sí mismo—, pero, quizá pueda ayudarle a conseguirla.

    Atem salió de la habitación y se dirigió en hacia la habitación de Mahad, quien era como un hermano para Atem y Mana, pero también era su maestro de magia. Atem abrió un poco la puerta y notó que sobre la mesa Mahad se había quedado dormido, así que reposaba su cabeza sobre sus brazos, esto era una oportunidad para Atem, él entró poco a poco a la habitación procurando no hacer ruido con sus pasos, una vez que logró estar adentro buscó con la mirada las estanterías donde Mahad tenía una enorme cantidad de frascos con distintos ingredientes.

    —Uñas de rata, sangre de cerdo, colmillos de gato, ojos de tortuga… —Atem susurraba mientras leía la etiqueta de cada frasco—, ¡Ese es! Lágrimas de niño.

    Atem acercó cautelosamente su mano para tomar el frasco, pero, se quedó paralizado cuando Mahad se movió levemente para acomodarse en la silla y seguir durmiendo, Atem dejó escapar un leve suspiro y tomó finalmente el frasco, una vez que tenía lo que necesitaba, salió nuevamente con cuidado de la habitación y corrió hacía la habitación de Mana.

    Una vez que llegó ahí, abrió el frasco y con cuidado dejó caer una gota de las lágrimas de niño, Atem comenzó a mezclar los ingredientes y a recitar las palabras que se encontraban en el libro de magia, Atem también estudia magia, así que no era algo difícil para él. Una vez que él terminó de recitar las palabras, de la enorme olla salió un humo de color celeste.

    —¡Ya estoy lista, príncipe! —llega Mana emocionada.

    —Mana, terminé tu hechizo —le responde Atem.

    —¿Terminaste qué? —Mana pregunta apenada.

    Mana se inclina dentro de la olla y observa que ahora su posición es de color celeste, no rosada como debería de ser.

    —¡Mana! —llega Mahad muy molesto abriendo la puerta de golpe— ¿tú tomaste alguno de mis frascos?

    Cuando Mana escucha la voz de Mahad y el golpe inesperado de la puerta, ella trata de caminar hacia atrás, pero su pie se resbala con un frasco vacío que se encontraba en el suelo, en un momento desesperado por no caer trata de poner su mano sobre la mesa, pero en lugar de tomar la mesa, toma la olla con la pócima haciendo que Mana cayera al suelo y la pócima se derramara sobre ella.

    —¡Mana! —dice Atem acercándose a ella para levantarla, pero antes de que él pudiera hacerlo, una luz cegadora invade el cuarto y cuando por fin Atem y Mahad pueden abrir sus ojos nuevamente, se encuentran que en el suelo había una Mana de aproximadamente diez años.

    —¿Ma-Mana? —dice Mahad.

    Atem y Mahad voltean a verse preocupados sin saber como reaccionar.

    —¡Príncipe! —dice la pequeña niña mientras corre a abrazar a Atem.

    —Mahad, Mana volvió a tener diez años —dice Atem mientras su rostro estaba pálido.

    —Sí, Alteza… yo estoy observando lo mismo que usted —responde Mahad boquiabierto.

    —Mana —dice Atem mientras se agacha a la altura de la niña—, ¿tú recuerdas lo que íbamos a hacer ahora?

    —¡Jugar! —responde la niña emocionada.

    —Al parecer, sus recuerdos también son los de cuando tenía diez años, es decir, que de lo que pasó durante los últimos cinco años no recuerda nada —dice Atem.

    —Hay que encontrar la forma de hacer que vuelva a tener quince años o si no, el faraón me va a matar —dice Mahad colocando sus manos en su cabeza con frustración.

    —¡No me digas que no sabes un hechizo para regresarla de nuevo! —dice Atem exaltado mientras Mana comienza a jugar con las cosas que encontraba a su alrededor.

    —Hay muchos libros de hechizos incompletos, puede que contengan una forma de realizar los hechizos, pero no de revertirlos.

    —¿Entonces qué haremos? Mi papá se dará cuenta de esto, él dijo que llamaría a Mana hoy por la tarde para hablar con ella —dice Atem exaltado y Mana comienza a cantar en voz alta.

    —¡¿Por qué precisamente hoy?! —Mahad suspira y lo piensa un poco—, de acuerdo, no todo está perdido, escuche, Alteza; usted mantenga a Mana lejos, no permita que nadie la vea, mientras tanto, yo iré a la biblioteca real, allí hay infinidad de libros de magia de los antiguos sacerdotes, seguramente allí encontraré como revertir el hechizo, mi padre decía que no existía hechizo que no se pudiera revertir.

    —¿Qué haré con una niña de diez años mientras tanto? —Atem la carga en sus brazos—, es ruidosa, hiperactiva e inquieta, será imposible mantenerla oculta.

    —Entonces llévela a otro lugar, usted dijo que irían al río hoy ¿no es así?, puede llevarla allí —dice Mahad saliendo de la habitación.

    —Sí, iría con ella, pero con la Mana de quince años —dice Atem dejando escapar un suspiro mientras Mana comienza a jugar con los mechones de cabello rubio de Atem—, ¡espero te des prisa, Mahad!


    Una vez que Mahad se dispone a buscar el libro de magia para revertir el hechizo de Mana, cuando entra a la biblioteca real, su alma parece salir de su cuerpo cuando presencia ante él una enorme habitación, casi del doble de tamaño que la habitación del faraón, llena de estanterías como de tres metros de alto llenas de libros, sería una dura búsqueda, casi imposible, pero, debía de hacerlo antes de que el faraón solicitara ver a Mana, así que tronó su cuello, agitó los brazos para tomar impulso y se adentró a la biblioteca para buscar el libro de magia.

    Mientras tanto, Atem a escondidas de los guardias, de los sacerdotes y de su padre, el faraón; sacó a Mana de la habitación y estaba a punto de comenzar a caminar cuando Mana comienza a gritar, Atem rápidamente cubre su boca y coloca un dedo sobre sus labios.

    —Mana, vamos a jugar un juego —dijo Atem tomando en sus brazos a Mana—, el que se quede en silencio más tiempo, gana.

    —¡Síííííí! —grita la niña.

    —Shhhhhh.

    —Síííííííí —vuelve a decir Mana, pero esta vez en voz baja.

    Una vez que Atem logró hacer que Mana se callará, a escondidas de todos sacó a Mana del palacio y la llevó al Río Nilo. Una vez allí, Atem dejó que Mana metiera sus pies al río y él se sentó a su lado.

    —Espero que Mahad se dé prisa —dice Atem un poco cansado.

    —¡Príncipe! ¿y si nos metemos juntos al río? —pregunta Mana.

    —No, Mana, yo ya no puedo hacer eso.

    —¿Por qué? —pregunta la niña con curiosidad.

    —Porque ahora que tengo casi dieciséis años no es correcto que un príncipe se comporte de esa manera.

    —Pero, tú tienes diez años, igual que yo —Mana dice incrédula de lo que Atem está diciendo.

    —Es verdad —Atem sonríe con un poco de nostalgia—, para ti es como si fuéramos niños otra vez, no recuerdas que ya pasaron cinco años desde que tú y yo teníamos diez años.

    La niña le sonrió sin entender nada de lo que Atem estaba hablando, ella solo quería tener la atención de Atem para jugar con él, como cuando tenían diez años.

    —¿Acaso no quieres estar conmigo, príncipe? —Mana le da una sonrisa a Atem.

    —¿Eh? —Atem se sorprende un poco ante la pregunta, para Atem es un poco difícil creer que Mana es una niña otra vez, cuando él piensa en Mana, en su mente aparece una chica hermosa de quince años, no una hiperactiva niña de diez años.

    —No es eso, Mana —Atem le devuelve la sonrisa y después susurra—, porque yo siempre querré estar contigo.

    —Príncipe —dice la niña mientras dirige su mirada hacia el chico—, algunos niños me molestan porque dicen que tú y yo somos novios, pero yo siempre les digo que están equivocados.

    Atem se ríe, él recuerda que cuando eran niños, todos en el palacio los molestaban porque siempre estaban juntos y les decían que eran novios, él se sintió nostálgico al recordar esos momentos.

    —¿Y acaso no te gustaría? —pregunta Atem mientras se ríe.

    —¡No! —Mana se cruza de brazos y Atem vuelve a reír.

    —Sabes, Mana —Atem dice mientras se acomoda más en el suelo—, ¿te puedo contar un secreto?

    —Claro que sí, prometo no decir nada —Mana dice con curiosidad.

    —Me gusta una chica.

    —¿Qué? —la cara de Mana se llena más de curiosidad.

    —Sí, hace unos años que me di cuenta de que me gusta —Atem dirige su mirada al cielo y suspira—, tiene unos hermosos ojos color esmeralda y un cabello largo y castaño tan hermoso.

    —¿De verdad? ¿y cuál es su nombre?

    —No puedo decirte eso —Atem dice mientras sonríe—, eres muy pequeña para saberlo.

    —¡Pero, tenemos la misma edad!

    —Ah, sí claro, lo olvidaba, pues de igual manera no te diré.

    —¡Qué mal! —dice Mana con enfado y luego vuelve a posar su mirada sobre el príncipe—, ¿y ya le dijiste que te gusta?

    —¡No! No he encontrado las palabras para decírselo, no sé qué pensará ella de mí.

    —¿Y cómo vas a saber lo que piensa ella de ti si no se lo dices?

    Atem volteó su mirada hacia la pequeña Mana con sorpresa al notar las palabras tan certeras y sabias que su amiga estaba diciendo a pesar de la edad en la que se encontraba en ese momento.

    —¿Tú crees que deba decírselo?

    —¡Por supuesto! Oye, príncipe ¿y cómo te diste cuenta de que te gustaba? —pregunta Mana provocando que Atem se sonrojara.

    —Bueno, pues verás… ella y yo hemos sido amigos desde hace bastante tiempo —comienza Atem—, siempre la había visto como mi amiga y nada más, una compañera, pero, un día me empecé a dar cuenta de que no podía dejar de pensar en su sonrisa y en lo divertida que era, cuando estaba al lado de ella, yo solo quería abrazarla, tenerla entre mis brazos, si ella me miraba a los ojos mi cara se ponía roja, me ponía nervioso y yo solo quería besarla.

    —¡Oye, detente! Esas son cosas de adultos, es muy asqueroso —dice Mana con una cara de disgusto haciendo que Atem solo se riera un poco.

    —Sí, son cosas de adultos —responde Atem divertido.

    Cuando Atem dirige su vista nuevamente al cielo, nota que la tarde está a punto de caer y se levanta muy exaltado.

    —¿Qué pasa, príncipe?

    —Es muy tarde, ¿por qué Mahad no ha venido con la pócima? —Atem lo piensa un poco—, quizá lo mejor sea que regresemos al palacio, será más rápido a esperar que Mahad venga aquí.

    Atem vuelve a cargar a Mana en sus brazos y comienzan a dirigirse nuevamente al palacio, tratando de evitar que alguien los vea.


    —¡Por fin! Una pata de pollo, un cabello de Mana, un diente de perro y una pizca de canela —Mahad dice mientras lee el libro de magia—, todo esto está en mi habitación, así que no me tardaré en tenerlo listo.

    Mahad corre a su habitación a buscar todos los ingredientes, una vez que los tiene, los coloca en un recipiente redondo y comienza a recitar unas palabras provocando que del recipiente salga un humo de color morado.


    —Bien, ahora que entraremos al palacio, colócate esto encima, cubre tu rostro y recuerda, quien se quede más tiempo en silencio, gana —la niña obedece y se coloca sobre ella una manta que Atem le había dado.

    Ambos ingresaron al palacio y trataron de evitar que nadie los viera, cuando una persona pasaba cerca, ellos se ocultaban o elegían otro camino, una vez dentro del palacio solo debían cruzar el pasillo del Jardín Principal, donde era muy fácilmente encontrarte con alguien de la Corte Real, cuando Atem no encontró a nadie a su alrededor, suspiró y mientras llevaba a Mana de la mano comenzó a caminar.

    —¡Atem! —el grito de un hombre mayor deja paralizado a Atem.

    —Pa-papá —la voz de Atem se quiebra.

    —No te había visto en toda la tarde, ¿dónde estabas?

    —Yo-yo estaba en el Río Nilo.

    —¿Con Mana? —pregunta el faraón y cuando Atem escuchó el nombre de Mana su cara se puso pálida.

    —Ah, ¿Mana?

    —¿Dónde está? por cierto —pregunta el faraón volteando a ver por todos lados tratando de encontrar a la chica, hasta que su mirada se posa en un pequeño bulto cubierto con una manta blanca que se escondía detrás de Atem.

    —Atem, ¿qué haces con ese niño?

    —¿Niño? ¿de qué niño hablas? —dice Atem riendo nerviosamente.

    —Ese que se oculta detrás de ti.

    —¿Cuál? —Atem agacha un poco la mirada para ver el bulto blanco—, ¡ah! ¿te refieres a este niño?

    —¿Y bien?

    —Es el hijo de uno de los sirvientes, se perdió en uno de los pasillos y yo estoy llevándolo con su madre.

    —Ya veo, entrégalo lo más pronto posible y cuando termines, dile a Mana que necesito hablar con ella.

    —De acuerdo, papá —Atem hace una leve reverencia, se da la vuelta y comienza a alejarse de su padre, quien sospechosamente no le quitaba la mirada de encima al niño que se cubría con la manta blanca.

    Cuando estaba dispuesto a voltear la mirada y seguir con su camino, el faraón logra ver que de la manta blanca salía un mechón de cabello castaño, lo que hizo que él los siguiera y alcanzara al niño para quitarle la manta de encima, solo para darse cuenta de que en realidad era una niña y se trataba de Mana.

    —¡Atem! —el faraón grita haciendo que Atem cerrara los ojos, suspirara y se diera la vuelta— ¿qué significa esto?

    —¡Faraón! —grita emocionada Mana mientras se acerca a abrazarlo.

    —Pu-puedo explicarlo, papá —Atem suspira—, accidentalmente, a Mana le cayó encima su propio hechizo de juventud y ahora tiene diez años.

    —¿Qué? ¿y por qué no habías dicho nada? Hay que encontrar la forma de revertir el hechizo.

    —No dijimos nada, porque en realidad fue mi culpa —dice Mahad llegando con una botella en su mano—, yo asusté a Mana e hice que accidentalmente le cayera la pócima encima, así que creí que podría solucionarlo antes de que se dieran cuenta.

    —No, fue mi culpa también, yo hice la pócima —agrega Atem.

    —En efecto, ambos tienen la culpa —dice el faraón cargando a Mana en sus brazos—, ¿y bien? ¿encontraron la solución?

    —Sí, Alteza, logré crear una pócima que revirtiera el hechizo, aquí está —dice Mahad mostrándole una botellita con un líquido morado.

    —Debe funcionar, Mahad, no podemos permitir que la situación de Mana empeore.

    —Yo estoy casi seguro de que tiene que funcionar.

    —Bueno, no queda más opción.

    El faraón deja a Mana en el suelo nuevamente, Mahad se acerca a Mana y deja caer sobre ella el líquido morado de la botella, nuevamente una luz cegadora cubre el lugar y cuando todos vuelven a abrir sus ojos.

    —¿Qué fue lo que me pasó?

    —¡Mana! —dicen Atem y Mahad al mismo tiempo mientras se acercan y abrazan a la chica de quince años.

    —¿Por qué tanta melosidad? —pregunta Mana sin entender lo que pasaba.

    —Dime, Mana ¿qué edad tienes? —pregunta Atem.

    —Tengo quince años ¿acaso no lo sabes?

    —¿Y recuerdas lo que pasó hoy? —pregunta Mahad.

    —No mucho, solo recuerdo que después de que Mahad llegó a mi habitación, la olla me cayó encima y me desmayé, después de eso tuve un sueño muy extraño en donde el príncipe y yo estábamos en el Río Nilo y él me decía que estaba enamorado de…

    —¡Es suficiente! —interrumpe Atem sonrojado mientras pone una mano sobre la boca de Mana—, sí eres tú.

    —De acuerdo, chicos, me alegra que este incidente no haya ido demasiado lejos y con esto quiero felicitarlos también.

    —¿Eh? —preguntan los tres al mismo tiempo.

    —Quiero felicitarlos porque han demostrado que son capaces de hacerse responsables de sus propios actos y también fueron capaces de buscar una solución antes de pedir ayuda, esto es una gran lección para ustedes y un nuevo aprendizaje —el faraón dirige su mirada hacia Mahad—, tú aprendiste a como revertir un hechizo; recuerden que los errores pueden ocurrir, pero habla mucho de ustedes como los enfrentan y cuanto aprenden de ellos.

    —Sí, papá, gracias —dice Atem.

    —Sí, Alteza —dice Mahad.

    —¿Me pueden explicar que pasó? —pregunta Mana.

    —Hijo —el faraón le da una mirada a Atem que solo él entendió y se sonroja totalmente.

    —Ah, Mana —dice Atem tomando a Mana de la mano llevándola a su habitación— ven, tengo algo que decirte.


    —¿Qué pasa, príncipe? —Mana pregunta mientras ambos entran a la habitación de ella.

    —¿Tú-tú recuerdas lo que hablamos en el Río Nilo? —Atem tartamudea.

    —¿Te refieres a lo del sueño? —pregunta Mana mientras piensa un poco—, sí, un poco.

    —¿Y qué es lo que recuerdas?

    —Recuerdo que, en mi sueño, me dijiste que estabas enamorado de una niña, de ojos color esmeralda y cabello largo y castaño —Mana comienza a reírse un poco—, qué gracioso, la describías igual a mí.

    Mana deja de reír cuando ve la cara seria de Atem y completamente roja.

    —¿Qué pasa, príncipe? ¿A-acaso no era un sueño? —la cara de Mana se pone roja.

    —¿Para qué estabas haciendo un hechizo de juventud? —pregunta Atem nervioso.

    —No-no era un hechizo de juventud —Mana responde cabizbaja y sonrojada.

    —¿Qué? Pero, si todos los ingredientes coinciden con el hechizo de juventud, mira —dice Atem mostrándole el libro de magia con la página donde se mostraban los ingredientes para el hechizo de juventud—, los ingredientes eran una garra de oso, la piel seca de una serpiente, el cabello de un joven príncipe y una lágrima de niño.

    Mana avergonzada, suspira y voltea a la página siguiente del libro, el cual contenía: “Hechizo de enamoramiento, ingredientes: la garra de un oso, la piel seca de una serpiente, un cabello de la persona que quiera enamorar y un colmillo de gato”.

    —¿Qué? —la cara de Atem se pone pálida.

    —El ingrediente que me faltaba era un colmillo de gato, no las lágrimas de un niño —dice Mana y se sonroja aún más—, y el cabello que estaba ahí era porque tú eras el chico que pretendía enamorar.

    —Yo pensaba que el cabello estaba ahí, porque el hechizo de juventud pedía el cabello de un joven príncipe —dice Atem confundido.

    —Sí, creo que eso provocó la confusión —Mana ríe nerviosa—, entonces, lo que vi en aquel sueño ¿sí era real?

    —Sí, yo robé de los ingredientes de Mahad las lágrimas de niño para ayudarte a completar el hechizo, pero Mahad se dio cuenta por alguna razón y pensó que habías sido tú, por eso vino aquí a reclamarte provocando que tú tropezaras y la pócima cayera sobre ti convirtiéndote en una niña de diez años, Mahad y yo tratamos de arreglarlo sin que nadie se diera cuenta, pero justamente cundo estábamos a punto de lograrlo, mi padre llegó y nos descubrió.

    —Príncipe…

    —Mana —Atem sonríe y la toma de las manos—, creo que este incidente nos ayudó a darnos cuenta de algo.

    —Yo… —Mana levanta la mirada y se sonroja al encontrarse con la mirada de Atem—, estoy enamorada de ti, pero… no sabía si tú lo estabas de mí, por eso intenté el hechizo.

    —Mana —Atem ríe avergonzado—, yo también he estado enamorado de ti desde hace varios años, pero, bastaba con decírmelo, no necesitabas ningún hechizo.

    —Perdón.

    —Está bien, pero hechizar a las personas está mal.

    —¡Mira quien habla! —dice Mana y ambos comienzan a reír, cuando dejan de reír sus miradas vuelven a encontrarse, Atem la toma de la cintura y Mana pasa sus brazos alrededor del cuello de Atem, ambos comienzan a acercar sus rostros mientras cierran lentamente sus ojos y finalmente, sus labios se encuentran en un suave beso de amor.
     
    Última edición: 5 Marzo 2024
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