Observó un brutal ser con terror, retrocedió temblando al rincón. Su aliento putrefacto, un horror; su gris mirada sin expresión. Su huida veloz, intempestiva, perseguida por negras garras; sonoros ataques, bestia agresiva, come el aliento de temerosas presas. A su paso un río susurró: Acá escape, un seguro sendero y el helecho a su paso murmuró: Aca refugio confiable, consejo certero. Escalando le abrigó el alerce andino, le cobijó y arruyó el gran abuelo, librándole del mordaz asesino, lo cubrió de verde consuelo. Saludos:3