Long-fic de Inuyasha - Mi Amado Lobo [KogaxPersonajeOriginal]

Tema en 'Inuyasha, Ranma y Rinne' iniciado por NattiJimenez, 18 Mayo 2021.

  1.  
    NattiJimenez

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    26 Abril 2021
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    Título:
    Mi Amado Lobo [KogaxPersonajeOriginal]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    2453
    CAPÍTULO 1

    LO JURO



    Nuevamente, Inuyasha lograba sacarla de quicio. Era como si constantemente estuviera buscando un motivo para molestarla o discutir con ella.

    —¡Inuyasha, eres un tonto!— le gritó Kagome furiosa, ante la mirada atónita de Sango, Miroku y Shippo.

    —¡Ya cállate!— gritó Inuyasha, enojado.

    —¡Abajo!— pronunció el conjuro, dejando al ojidorado enterrado en el suelo —Me voy por unos días— dijo fastidiada y tomó su mochila.

    Ya había anochecido, por lo que pensaba en llegar a casa, tomar un baño y despejarse del coraje que le daba el hanyou.

    —Estoy de vuelta— dijo en voz alta, entrando a la cocina. Allí estaban su madre, su abuelo y Sota.

    —Qué bueno que llegaste ahora, hija— le dijo su madre, poniéndose de pié para saludarla. Kagome percibió una vibra triste en el ambiente.

    —¿Ocurrió algo?— preguntó, preocupada.

    —Tu tía Harumi…— respondió su madre y sus ojos se llenaron de lágrimas —Está muerta— dijo en voz baja y comenzó a llorar.

    —¿Es en serio?— preguntó la azabache, preocupada y angustiada. En cosa de segundos, sus ojos se pusieron vidriosos y lo único que podía pensar era en Yukime, su prima 1 año mayor que ella. Miró a su abuelo y a Sota, quienes estaban igual de afectados que su madre.

    —Sí, Kagome— respondió el abuelo.

    —¿Qué hay de mi prima Yukime?— dijo y su voz se quebró.

    —Vendrá a vivir con nosotros— le contestó su madre, calmándose y secando sus lágrimas.

    —No podemos dejarla sola— dijo Kagome y rompió en llanto. Sota se le acercó llorando y la abrazó.

    —No, claro que no— dijo el abuelo.

    —Somos lo único que tiene— agregó su madre —Mañana después del almuerzo iremos a recoger a Yukime al aeropuerto.

    ~~~

    —¿Qué hay de Inuyasha? ¿Y de la era feudal?— preguntó Kagome al siguiente día, preocupada. Se encontraban llegando al aeropuerto a la hora indicada y su madre y su abuelo se miraron entre ellos. A decir verdad, no habían pensado en ese detalle —Si Yukime va a vivir con nosotros, debe estar al tanto. En caso de cualquier cosa…

    —Tienes razón, Kagome— le dijo su madre.

    —Hazlo pero tiene que ser con mucho cuidado. No queremos asustarla— le recordó su abuelo.

    El avión ya había aterrizado en Tokio y la muchacha se disponía a bajar con su acompañante, no sin antes hechar un vistazo por la ventana. Suspiró hondo y fue alentada por la mujer que iba a su lado.

    Yukime se abrió paso entre las otras personas con algo de prisa, nerviosismo y ansias. Era una chica de piel blanca, estatura baja, contextura delgada y curvilínea figura. Sus ojos turquesa claro hacían contraste con el tono chocolate de su lisa cabellera, la cual llegaba hasta su trasero y dejaba un doble flequillo libre. La mujer que venía con ella tenía unos 40 años, cabellos dorados, ojos azules y una apariencia formal y distinguida.

    La profunda tristeza en el bello rostro de Yukime se transformó en emoción al ver los rostros de su familia allí, en especial el de su prima Kagome. La muchacha apresuró el paso a su encuentro con lágrimas cayendo por sus mejillas.

    —¡Kagome!— exclamó, apunto de sollozar.

    —Yukime— dijo Kagome y la recibió en sus brazos. No pudo evitar llorar también —Mi querida prima Yukime— se lamentó.

    Su madre, Sota y el abuelo las observaron resistiendo las ganas de llorar. La mujer que acompañaba a Yukime se aproximó a la madre de Kagome.

    —Señora Higurashi, ¿me disculpa? Mi nombre es Rose McIntyre, fui la abogada personal de la señora Harumi y hay algunas cosas que es preciso hablar con usted— le dijo con su acento estadounidense, seriamente. La madre de Kagome asintió secándose las lágrimas y se apartaron para hablar más en privado.

    —La señora Harumi le dejó una herencia. Es una cuenta bancaria— explicó Rose —La señorita Yukime también recibió una herencia millonaria, así como heredará las acciones e inversiones de su madre cuando cumpla la mayoría de edad. Hasta entonces, usted administrará el dinero que reciba mensualmente por todo ello— continuó la mujer. La madre de Kagome la miraba sin poder dar crédito, no sabía qué decir —Sé que es demasiada información en un momento como éste pero todo está en esta carpeta, incluídos una carta privada de parte de la señora Harumi y mis datos de contacto por si tiene alguna duda. Me quedaré por un tiempo aquí en Tokyo antes de volver a los Estados Unidos— dijo y le entregó una carpeta negra. La madre de Kagome la recibió y Rose la tomó de las manos con amabilidad —Lo lamento mucho, señora Higurashi. Su hermana, la señora Harumi, era una mujer excepcional.

    —Gracias por todo. Sobre todo por venir con mi sobrina hasta aquí— respondió la madre de Kagome, con una triste sonrisa y se aproximaron donde estaban ambas primas que se soltaban recién.

    Kagome le ofreció un pañuelo a Yukime a la vez que acariciaba su pelo cariñosamente. Rose fue al lado de la hermosa muchacha y la abrazó.

    —No sabe cuánto le agradezco— le dijo Yukime y se soltaron para mirarse a la cara.

    —Señorita Yukime, cuente conmigo para lo que sea y por favor, cuídece mucho— Rose la tomó de las manos y Yukime asintió con una sutil sonrisa —Me encargaré de enviarle el resto de sus cosas apenas vuelva a los Estados Unidos.

    Rose se despidió de todos y se retiró. Kagome y su familia se hicieron camino de vuelta al templo Higurashi, con las dos grandes maletas con ruedas que traía Yukime.

    ~~~

    Al llegar a la cima de las escaleras y aparecer frente al templo y la casa Higurashi, Yukime sintió la más extraña sensación hasta ese momento. Pudo divisar un brillo intenso viniendo de la habitación de Kagome y una pura y cálida energía proveniente de ese gran destello.

    “¿Qué es eso?” se preguntó Yukime, llena de curiosidad pero fue distraída porque habían llegado a la entrada de la casa. La madre de Kagome abrió la puerta gentilmente para hacer pasar a Yukime.

    —Ya llegamos a casa. Adelante, sobrina— le dijo y la chica entró siendo seguida por todos.

    —Gracias, tía— dijo ella y sonrió al percibir lo acogedor de la casa.

    —Sabemos que quizás no se asemeja a la casa donde vivías pero aquí lo tendrás todo— le aseguró el abuelo cariñosamente.

    —Preparé una habitación para tí— le comentó la madre de Kagome.

    —Pero puedes dormir conmigo hoy— le dijo Kagome a su prima y se tomaron de la mano —Tenemos mucho de que hablar, ¿no?

    Kagome le sonrió y Yukime asintió con una sonrisa, dando un suspiro. Se halló a sí misma afortunada pese al duro momento por el que estaba pasando.

    ~~~

    Aún faltaba para la hora de la cena, por lo que Kagome invitó a Yukime a su habitación después de dejar sus maletas. Sota estuvo un momento para compartir con su prima y luego su hermana le pidió que las dejara solas.

    Pronto se pusieron a conversar, y es que habían pasado varios años que no se vieron en persona. La última vez, Yukime la había visitado para pasar con Kagome su cumpleaños número 12. Anteriormente, solían comunicarse por carta, correo electrónico o llamada telefónica.

    —Kagome…— dijo Yukime en medio de la conversación sobre cosas cotidianas que estaban teniendo.

    —¿Qué pasa?— preguntó Kagome, prestándole toda la atención.

    —Disculpa, pero… ¿qué es lo que llevas en tu mochila?— dijo la muchacha, un tanto avergonzada.

    —Mis cosas de la escuela. Libros, cuadernos y demás— respondió Kagome, como si se tratara de algo obvio.

    —No, me refiero a… a otra cosa— dijo Yukime. Su prima se le quedó mirando extrañada —Es loco, pero… lo veo resplandecer y me da una sensación… aquí— explicó, poniéndose la mano en el pecho —Lo sentí desde antes de entrar a la casa.

    “No es posible” dijo en su mente la azabache. Yukime se refería a los fragmentos de Shikon que se había traído de la era feudal, no podía ser otra cosa si decía poder verlos y sentirlos inclusive a distancia. Kagome dudó un poco, sacó el frasco con los fragmentos para enseñárselo y luego habló ante la espera de su prima por una respuesta.

    —Son los fragmentos de Shikon— dijo Kagome, depositando el frasco en su mano, expectante a la reacción de Yukime. Ella los observó en su mano, sorprendida.

    —¿Fragmentos de Shikon?— preguntó la bella chica, sumamente confundida.

    —Escucha, Yukime…— comenzó Kagome seriamente y dió un respiro antes de seguir —Hay algo de lo que tengo que hablar contigo… pero debes prometerme que guardarás el secreto— rogó en voz baja y mirándola fijamente. Yukime sólo asintió pero estaba comenzando a consternarse de la curiosidad por lo que estaba sucediendo.

    —¡Sota, Kagome, Yukime! ¡La cena está servida!— escucharon el grito de la madre de Kagome al pié de las escaleras.

    —No, no vas a dejarme con esta duda. Tengo que saberlo ahora mismo— dijo Yukime, severa. Le devolvió los fragmentos a su prima y ella los guardó.

    —Vamos, o la comida se enfriará y mamá se molestará— Kagome aprovechó la oportunidad y la tomó de las manos, arrastrándola consigo.

    —Pero Kagome…— protestó su prima, molesta.

    ~~~

    Yukime estaba maravillada con la cena preparada por su tía. Hace sólo un par de semanas atrás había probado comida japonesa casera, cocinada por su madre. Sus ojos se volvieron a llenar de lágrimas al sentir la similitud de los sabores que lograba su madre. Le dió a la madre de Kagome un beso y un abrazo de agradecimiento después de la cena y las dos primas volvieron a retomar la conversación a la habitación de Kagome.

    Kagome le contó todo a grandes rasgos, sin muchos detalles pero manteniendo siempre lo relevante. Por supuesto que hizo un énfasis en Inuyasha y sus amigos, y Yukime la escuchaba con toda su atención.

    —No puedo creer lo que acabas de contarme— le dijo Yukime, entre maravillada y sorprendida.

    —Tienes que creerlo, porque es verdad— dijo Kagome con una sonrisa —Ya que vas a vivir aquí, era necesario que lo supieras.

    —¿No crees que es genial? Es como un cuento de hadas— su prima rió un poco con un rostro soñador.

    —Es muy peligroso, muy arriesgado— advirtió Kagome.

    —¿Y por qué razón yo… pude detectar los fragmentos antes de que tú los mencionaras?— preguntó Yukime, recordando ese detalle.

    —Si tienes la misma habilidad que yo, eso… podría significar…— reflexionó la azabache, impresionada.

    —¿Que también es probable… que yo sea la reencarnación de una sacerdotisa?— preguntó Yukime, atemorizada. Kagome abrió los ojos pues sí había una posibilidad.

    —Bueno, sí. Puede ser— respondió.

    —¿Qué?— Yukime se sorprendió y se alarmó.

    —Yukime, aquí lo importante es…— le dijo Kagome y la tomó de las manos para tranquilizarla —que jamás te acerques al pozo. Te lo suplico— pidió, con intensidad en sus palabras.

    —Tranquila, Kagome. Lo juro— le sonrió Yukime.

    ~~~

    Inuyasha ya no aguantaba más, habían transcurrido casi 2 días de que peleó con Kagome y ella no regresaba. No esperó a que los chicos despertaran y salió en busca del pozo.

    Amanecía y el ojidorado dió un gran salto para llegar a la ventana de Kagome, la cual estaba un poco abierta. La abrió completamente y entró. Lo primero que percibió fue un nuevo olor femenino, algo similar al de Kagome pero era muy fácil distinguir uno del otro. Las cosas nuevas que también olían a ese aroma le confirmaron la presencia de otra chica además de Kagome.

    Inuyasha se sentó en el suelo pues Kagome no estaba, cuando notó que alguien más abría la puerta y entraba en la habitación. Era Yukime y venía de haber tomado un baño pues traía el cabello enrollado en una toalla y otra toalla iba al cuerpo. Yukime quedó perpleja por un par de segundos.

    —Hola, ¿quién eres tú?— preguntó Inuyasha y ella gritó con pánico. Acto seguido, comenzó a lanzarle por la cabeza cualquier cosa que tuviera a mano. Inuyasha se cubrió velozmente.

    —¡Kagome!— volvió a gritar Yukime y su prima apareció apresurada y asustada, también con una toalla en el cabello y otra al cuerpo.

    —¡Es Inuyasha!— exclamó Kagome y Yukime se detuvo, cayendo en la cuenta que realmente se trataba de él, por la descripción que le había dado su prima. Yukime rió avergonzada e Inuyasha la miró, rezongando con gran fastidio.

    —Sí, lo siento— dijo la chica de cabello chocolate y le lanzó una última zapatilla en la cabeza.

    —Yukime— le llamó la atención Kagome, impresionada por su actitud.

    —¡¿Qué te pasa?!— exclamó Inuyasha, furioso.

    —Eso es por todo lo que has hecho sufrir a mi prima Kagome— le reclamó la chica al ojidorado.

    —¿Qué cosas le has estado contando a esta loca sobre mí?— Inuyasha se dirigió indignado a Kagome, quién se enojó por la falta de respeto hacia su prima.

    —Inuyasha, ¡abajo!— exclamó y Yukime se rió a carcajadas.

    —¿Por qué?— preguntó Inuyasha entre dientes, enojadísimo.

    —Sal de aquí. Yukime y yo tenemos que vestirnos— le respondió Kagome molesta, abriendo la puerta y antes de que él pudiera decir algo más, la azabache agregó —Te veré después.

    ~~~

    —Buenos días— saludaron ambas primas al unísono, entrando a la cocina donde todos las esperaban, incluído Inuyasha.

    —¿Cómo durmió mi querida sobrina?— preguntó la madre de Kagome, aproximándose para acariciarla.

    —Bien, tía. Gracias— respondió Yukime, sonriendo agradada.

    —Rápido, tenemos que irnos— le dijo el peliplata a Kagome, quién tomaba asiento a la mesa, al igual que Yukime.

    —Yo no he dicho que voy a ir— aclaró Kagome, comenzando a comer.

    —¿Qué estás diciendo?— preguntó él, escandalizado.

    —Iré a la escuela y estaré con mi prima Yukime. Ella me necesita, así que volveré contigo y los chicos en un par de días— respondió ella, severa.

    —¿Y por qué tienes que estar con esta loca?— preguntó el hanyou y Kagome resopló fastidiada.

    —¡Abajo!— exclamó y su prima rió por lo bajo —Yukime perdió a su madre, ha quedado sola en este mundo y de ahora en adelante vivirá con nosotros. Así es que acostúmbrate a verla aquí— explicó. Inuyasha le dedicó una mirada de odio a Yukime y la chica le hizo un gesto de burla.

    —¡Está bien! Cuando recuerdes que tienes una importante misión que llevar a cabo con nosotros, te esperamos en la época antigua— le dijo Inuyasha, enojadísimo y se fue de la casa.

    —Kagome— le dijo Yukime mientras comía —Sé lo importante que es. Sólo ve, yo estaré bien aquí. De hecho, ya estoy bien— sonrió la muchacha.

    —Descuida— Kagome le devolvió la sonrisa.

    —Te acompañaremos, hija. Pondremos a Yukime en tu escuela y le compraremos el uniforme— le dijo su madre y las dos primas se miraron alegres. No iban a estar en el mismo salón pues Yukime iba un nivel más arriba, pero la idea les pareció genial.
     
  2.  
    NattiJimenez

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    Mi Amado Lobo [KogaxPersonajeOriginal]
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
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    Aventura
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    2573
    CAPITULO 2

    EL SENGOKU



    Un par de días después, Kagome, Yukime y Sota volvían juntos de la escuela y la madre de Kagome se asomó para recibirlos.

    —Hola, mis niños— les dijo, con una amplia sonrisa.

    —Hola, mamá— saludaron Kagome y Sota.

    —Hola, tía— la saludó su sobrina Yukime. A decir verdad, se veía bonita con el uniforme que también usaba su hija y llevaba el cabello suelto igual que Kagome.

    —Te llegaron unas cosas por correo, Yukime.

    La madre de Kagome los dirigió a la sala de estar, donde habían siete cajas grandes, cinco medianas y tres pequeñas. Contenían ropa, zapatillas y zapatos, accesorios y demases pertenecientes a Yukime.

    Kagome y Sota observaron sorprendidos, Yukime sonrió agradada.

    —Son muchas cajas— comentó Kagome.

    —Sí. Tienes muchas cosas, prima— le dijo Sota.

    —Tengo una ropa que podría quedarte bien, Kagome— le dijo Yukime con una sonrisa cariñosa, aproximándose a revisar una de las cajas grandes.

    ~~~

    Yukime fue con Kagome a su habitación, llevando una de las cajas grandes. Era bastante ropa y Kagome quedó asombrada por la belleza y estilo de las prendas. Jeans, joggers, leggins, remeras, tops, pullovers y hoodies, faldas y vestidos, abrigos y parkas. Además de dos pares de zapatillas.

    —Con éste podrías sorprender a ese orejas de perro— le dijo Yukime con una sonrisa, enseñándole un jeans ajustado a la cadera color celeste. Kagome miró impresionada la prenda y la recibió de las manos de su prima.

    —No sé si usaría ropa tan ceñida como la que usas tú— reconoció Kagome, sonriendo de todas maneras. Definitivamente, las chicas en Estados Unidos tenían personalidad y estilo para vestir. En serio, no se imaginaba usando ese tipo de ropa.

    —Pero éstos te quedarían hermosos. Lo digo en serio— insistió Yukime con entusiasmo.

    Kagome accedió a probarse el jeans y se lo mostró a Yukime.

    —¿Ves? Como anillo al dedo— dijo su prima, mientras Kagome sonreía frente al espejo. Yukime tenía razón —Son tuyos.

    Kagome volteó para mirarla impresionada. Luego continuó viendo la ropa.

    —Y todo lo demás también es tuyo. Ése vestido igual podría servir para que impresiones a Inuyasha— dijo Yukime, tomando un vestido con tiritas finas y mini falda tipo tubo de un color damasco con lunares blancos.

    —Tal parece que Inuyasha no te agradó— respondió su prima.

    —No. Te ha hecho sufrir y además dice que soy una loca— comentó indignada Yukime. La azabache rió un poco.


    ~~~

    Posterior a la cena en familia, Kagome preparó todo para regresar al sengoku.

    —Ya tengo todo listo. Me voy— dijo, despidiéndose de todos con una sonrisa.

    —Que te vaya bien, prima querida. Cuídate muchísimo— dijo Yukime y se abrazaron cariñosamente.

    —Tú también, mi querida Yukime. Recuerda lo que hablamos— le rogó Kagome, tomándola de las manos y mirándola seriamente. Yukime también se puso seria y asintió.

    —Cuidate, que salga todo muy bien, hija mía— dijo su madre, con una sonrisa dulce. Kagome sonrió.

    —Adiós— se despidió la azabache y le dedicó una última mirada a su prima antea de voltear para salir de la casa en dirección al pozo.


    ~~~

    Kagome salió del pozo y de inmediato fue ayudada por Inuyasha, quien se había aproximado al pozo en cuanto sintió el olor de Kagome.

    —¡Kagome!— exclamó el hanyou —Ya era hora de que llegaras, ¿no crees? Ya pasaste suficiente tiempo con esa loca— resopló fastidiado Inuyasha.

    —Inuyasha, ¡abajo!— exclamó Kagome, indignada.

    —Señorita Kagome— la saludó y le sonrió el joven monje, en cuanto llegaron a la fogata para reunirse con ellos.

    —Hola, Kagome— la saludaron Sango y Shippo, ambos sonriendo.

    —¿Cómo están, chicos?— les preguntó Kagome, quién también sonrió.

    —Bien, amiga. ¿Y qué hay de tí?— dijo Sango, acariciando a Kirara en su regazo.

    —Bien, es decir. No sé si Inuyasha ya les mencionó…— comenzó a contarles la azabache, mientras se ponía cómoda junto a ellos.

    —Sobre su prima de nombre Yukime, sí— la interrumpió Miroku.

    —Sí, esa loca— se quejó el ojidorado.

    —¡Abajo!— exclamó Kagome, molesta.

    —Es lamentable lo que le pasó, Kagome— comentó Shippo.

    —Pobre de Yukime— dijo Sango.

    —¿Saben?— les preguntó Kagome, en voz baja —Tengo graves sospechas de que Yukime… podría ser la reencarnación de una sacerdotisa— dijo y todos la miraron con gran asombro y confusión.

    —¿Qué?— preguntó Sango.

    —¿Cómo sería eso posible?— dijo Miroku, con atención.

    —Notó la presencia de los fragmentos de Shikon antes de que yo los mencionara. Incluso dijo donde se encontraban— explicó Kagome.

    —Eso quiere decir que posee poderes espirituales al igual que usted, señorita Kagome— le dijo Miroku.

    —Pero no quiero por nada del mundo que ella venga a la era feudal— dijo la azabache, consternada —No quiero que Yukime arriesgue su vida.

    —Esperemos que esa loca no venga a meterse donde no la llaman— rezongó el peliplata.

    —¡Inuyasha!

    —Sería mejor que permanecieras callado, Inuyasha— le comentó Shippo.

    —¡Abajo!— dijo Kagome, con voz fuerte.


    ~~~

    Se encontraba aburrida y le estaba costando trabajo quedarse dormida. Miraba el techo de su nueva habitación provisoria y todas sus cosas organizadas. Ese día, había estado muy pensativa acerca del cambio que había ocurrido en su vida.

    Hace casi una semana estaba viviendo su vida normal en Nueva York, junto a su madre. Había llegado con sólo 3 años de vida a los Estados Unidos junto a ella y también había ido de visita en numerosas ocasiones a Tokyo. Pero volver a vivir allí, era algo completamente distinto e inesperado.

    Sabía hablar japonés tanto como sabía hablar inglés y eso la ayudó bastante al entrar a clases. Aún no hacía amigos pero al menos había sido bien recibida por sus compañeros y pronto los profesores se dieron cuenta de que ella venía con otro tipo de educación. Y es que su madre, al ser rica, se había encargado de que fuera a las mejores escuelas.

    No obstante, desde que había llegado a la casa de su prima Kagome y luego de sentir los fragmentos, ya nada era igual. El pozo la estaba llamando, eso lo tenía claro por la sensación que le daba al pasar todos los días por la entrada. Tenía una curiosidad enorme acerca de la era feudal por todo lo que su prima le había contado y su corazón le indicaba que tenía que ir. En último lugar, buscaría a Kagome pues la extrañaba muchísimo y vería cómo es todo allí.

    Se incorporó con cierta duda pero luego se levantó de la cama en silencio. No se escuchaba ningún ruido, casi era medianoche y su tía, primo y abuelo debían estar durmiendo pacíficamente.

    Tomó el primer atuendo que encontró y se apresuró intentando no hacer ningún ruido. Constaba de shorts negros al cuerpo y a la cintura junto con thigh high socks negros, remera manga corta crop ajustada a rayas en rosa y blanco y zapatillas de basketball negras con detalles en rosa, verde y púrpura encendido por todo el rededor de la mediasuela. Encima se puso un hoodie rosa tipo crop holgado y con capucha y a las caderas un bolso tipo banano en negro.

    Por último, buscó una misteriosa caja negra que tenía bastante bien escondida. La abrió con cuidado y sacó una pistola plateada calibre 9mm.

    Pertenecía a su madre, quién la mantenía debidamente inscrita en su propoa casa. Tal como ella aprendió a usarla apropiadamente, se lo enseñó a Yukime. Producto de que vivían solas, era bueno tener algo con que defenderse en caso de que fuera necesario.

    La cargó y la guardó en su bolso junto a algunas municiones de reserva. Peinó su largo cabello en una trenza al costado derecho, se puso la capucha y salió.

    Sigilosamente y con prisa, en cosa de minutos se halló abriendo la puerta de entrada al pozo. Al cerrarla y voltear a mirarlo, vió una luz provenir de él y una energía la atrajo.

    “Ya estoy aquí” dijo en su mente y determinó aproximarse de una vez. La luz y la energía se hicieron más intensas, Yukime no lo pensó más y se lanzó.

    Su corazón estaba a mil por hora al verse envuelta por esa atmósfera en azul brillante con una especie de brillos por todos lados. Luego, todo eso se desvaneció y quedó sumida en oscuridad.

    Miró hacia arriba y vió el cielo sorprendentemente azul y estrellado. Sonrió emocionada y nerviosa, buscando la enredadera para poder subir.

    Una vez arriba, se sintió maravillada pero al caer en la cuenta de que estaba sola a merced de cualquier cosa que pudiera sucederle, se apresuró cuidadosa internándose entre los árboles.

    Caminó por un par de minutos, asustada y alerta en medio de la tenue luz de la luna y la oscuridad del bosque, hasta que pudo percibir la misma sensación que le habían causado los fragmentos de Shikon que Kagome le enseñó. Sin embargo, no era lo único de lo que se percató pues también había una presencia maligna.

    “¿Qué significa esto?... ¿Será que…?” se preguntó en su mente, dirigiendo su mirada hacia el lugar de donde provenían ambos sentimientos. Entonces supo que no estaba tan lejos y caminó insitintivamente para indagar.

    Llegando al punto indicado, no vió nada pero repentinamente salió un escorpión gigante de la tierra. Yukime gritó despavorida y sorprendida pero no corrió a ningún lado, solamente retrocedió.

    —Oh, no— dijo la chica, impresionada —¡Es un escorpión gigante!— exclamó. “Y tiene un fragmento de Shikon” dijo pues podía ver el intenso resplandor en su cabeza, igual que los que tenía en su poder su prima Kagome.

    Lo primero que se le ocurrió fue sacar su revólver y cargarlo con el fin de dispararle antes de ser atacada.

    —Toma ésto— murmuró determinada y apuntando al feroz insecto.

    Jaló el gatillo y abrió los ojos como platos al ver la bala saliendo de la pistola con un fuerte brillo en un tono rosa claro. “¡¿Qué demonios fue eso?!” se preguntó conmocionada.

    ~~~

    El youkai lobo corría a gran velocidad siendo seguido por sus compañeros de siempre, cuando un aroma dulce a mujer llegó a sus narices y lo hizo detenerse.

    —¿Qué pasa, Koga?— preguntó Hakkaku, quién se detuvo junto a Ginta.

    —¿Huelen ese aroma?— dijo el lobo con su voz varonil, mirando en todas direcciones atentamente. Sus dos compañeros se pusieron alerta también —Es similar al de mi mujer— agregó refiriéndose a Kagome y un sonido estruendoso los hizo sobresaltarse a los tres.

    El joven comandante salió corriendo rápidamente al lugar de donde ese ruido había venido y sus amigos lo siguieron apresurados.

    Fue entonces que sus ojos celestes vieron a Yukime de perfil, apuntando con su pistola al enorme escorpión que parecía quejarse del dolor. Él se quedó observándola un par de segundos, asombrado. Y no sólo por su arma, sino por su extraña vestimenta y la capucha que no dejaba ver bien su rostro.

    —Oye, ¿qué tipo de arma es ésa?— preguntó el youkai lobo, mirándola fijamente. Yukime se volvió a mirarlo y lo apuntó, al tiempo que Ginta y Hakkaku se aproximaban. Apenas lo vió, pudo percibir los fragmentos de Shikon en sus piernas. “Son demonios” dijo en su mente pero no era momento de darle importancia.

    —¿Quién eres tú?— le dijo la muchacha, con el ceño fruncido.

    —¡Ten cuidado!— exclamó Koga, pues el escorpión estaba apunto de atacarla. En un veloz movimiento, él tomó en brazos a Yukime para ayudarla a esquivar la agresión del insecto.

    Ella lo miró y se sonrojó por un instante, pues no se lo esperaba y él pudo sentir la dulzura y suavidad de su olor más de cerca.

    —Éste escorpión tiene un fragmento de Shikon— le dijo la muchacha, a la vez que Koga la dejaba en el suelo con cuidado.

    —¿Qué?— le preguntó él, sin creer el comentario de la chica —¿Eres una sacerdotisa?— dijo pero Yukime lo ignoró, confusa.

    —¡Detrás de tí!— le advirtió ella, pues el objetivo del escorpión ahora era Koga.

    —¡Cuidado!— le gritó Hakkaku y Yukime volvió a disparar en defensa de Koga.

    Lo que impresionó a los tres demonios, más que el sonido del revólver, fue el destello purificador de la bala. Tan intenso como cualquier flecha de Kagome.

    “Eso confirma que es una sacerdotisa” dijo Koga en su mente. El youkai lobo no dudó y tampoco esperó a mostrar lo que era capaz de hacer.

    Yukime se quedó observando junto a Ginta y Hakkaku cómo el youkai lobo se encargaba de él. Golpeó y atacó al escorpión hasta que lo mató, cosa que no fue demasiado difícil pues los disparos de Yukime habían facilitado las cosas.

    Koga la miró con cierto aire fanfarrón y los tres vieron a la muchacha acercarse al cadáver para sacar algo de su cabeza.

    —El fragmento de Shikon— susurró ella, admirándolo en su mano.

    —Éso es mío— le ordenó Koga, llegando a su lado. Yukime volteó a mirarlo, divertida.

    —¿Discúlpame? No te lo entregaré, la que lo encontró fui yo— dijo ella y metio la mano por el cuello del hoodie para guardarlo en su pecho.

    —Pero yo lo acabé— reclamó el lobo, determinado a recuperarlo.

    —¿Y qué me dices de los fragmentos que tienes en tus piernas y en tu brazo? Me han dicho por ahí que los youkais no deben tener fragmentos de Shikon en su poder— dijo Yukime, con aires confiados. Koga se impresionó pero luego recordó que era natural el que hubiera identificado sus fragmentos también.

    —¿Cuál es tu nombre? ¿Y por qué hueles parecido a mi hermosa Kagome?— preguntó él, completamente curioso. Fue entonces que Yukime cayó en la cuenta de quién se trataba.

    —Espera. ¿Tú eres Koga? ¿Del clan de los lobos?— dijo ella, sonriendo. Koga y sus dos amigos se notaron impresionados.

    —Koga es el comandante de los youkai lobo— respondió Ginta.

    —Y ustedes son Ginta y Hakkaku, ¿no?— les preguntó la muchacha de ojos turquesa y ellos asintieron. Ella se quitó la capucha —Yo soy Yukime, la prima de Kagome. De hecho, acabo de llegar aquí a buscarla. Vengo de la época actual, al igual que ella— explicó y el joven comandante reparó en su gran belleza. Eso, acompañando el hecho de que su reveladora ropa enseñaba sus curvas desde la cintura hacia abajo. Tenía una hermosa y dulce sonrisa como Kagome, pero el claro de sus ojos turquesa y su cabello largo, liso y brillante color chocolate la hacía físicamente bastante atractiva.

    —Con que la prima de mi esposa Kagome. Claro, por ello sus olores son parecidos. Aunque el tuyo es más dulce— comentó Koga y se sonrojó un poco, mirando a otro lado. Yukime acentuó su sonrisa.

    —Ah, me había olvidado de ello. Kagome ya me mencionó que pretendes ser su esposo.

    —¿Qué?— preguntó él, frunciendo el ceño.

    —Sí, pero ella está enamorada del orejas de perro, Inuyasha. ¿Lo sabías?— dijo Yukime y el youkai lobo se molestó. No iba a discutir esos asuntos con ella.

    —Te ayudaré a encontrar a Kagome, si tú me ayudas a recolectar más fragmentos de Shikon— dijo.

    Yukime lo pensó por un momento y no le pareció una mala idea. Kagome no le había advertido nada malo sobre él, de hecho le había dado a entender que la trataba bien.

    —Trato hecho— respondió la muchacha.

    —Tenemos que irnos. Tú te irás conmigo— dijo el lobo y se agachó e inclinó para llevar a Yukime en su espalda, tomándole las piernas.

    —Gracias, Koga— dijo Yukime y se subió a la espalda del joven youkai.

    Koga corrió rápidamente y sus compañeros se vieron en la obligación de apresurarse tras de ellos.

    —¡No nos dejen aquí!— gritó Hakkaku.
     
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    Título:
    Mi Amado Lobo [KogaxPersonajeOriginal]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    2536
    CAPÍTULO 3

    BALAS PURIFICADORAS


    Había amanecido, ya era la hora del desayuno, no obstante Yukime aún no bajaba. La madre de Kagome se decidió a ver qué le pasaba con actitud extrañada, pues a ella nunca le sucedía eso.

    —¡Yukime!— exclamó, golpeando a su puerta —¡Mi niña, despierta! ¡Llegarás tarde a la escuela!

    —Hija, ¿ocurre algo malo?— llegó a verla el abuelo, preocupado.

    —Yukime no abre la puerta— contestó ella y algo nerviosa abrió la puerta. Con horror, vió que su habitación estaba desocupada —¡Mi sobrina ha escapado!— gritó angustiada y su hijo llegó también.

    —Mamá— dijo el niño, con el ceño fruncido.

    —Tu prima Yukime no está— dijo su madre.

    —Hay que buscarla— respondió el niño, asustado. Su comentario le dió una idea a su madre, quién se dirigió a bajar las escaleras a prisa.

    —¡Hija, espera!— le dijo el abuelo y la siguieron junto a Sota.

    La mujer corrió hasta la entrada del pozo y se precipitó al interior, parándose en silencio a la orilla y recogiendo un brazalete de plata con pequeños corazones.

    —Ay, no. ¡Por Buddha!— gritó, tapándose la boca con la mano, aterrorizada —Yukime fue a la era feudal. Éste es su brazalete— explicó, mostrándoselo a Sota y al abuelo.

    —¿Pero cómo fue posible?— preguntó el abuelo, angustiado.

    —Kagome me mencionó… que puede ver los fragmentos de la perla. Al igual que ella— dijo ella, con los ojos vidriosos, tratando de decir que debido a ello, Yukime era capaz de viajar al sengoku también. Sota estaba apunto de llorar.

    —Sólo espero que nada malo le pase a mi prima— dijo el niño.

    —Tengamos fé, hijo— le dijo su madre, consolándolo. “Por favor cuídate, Yukime” rogó en su mente.

    ~~~

    Anochecía en el sengoku y Yukime se encontraba junto a Koga, Ginta y Hakkaku. Habían armado una fogata y la muchacha observaba pensativa el fuego.

    La chica de ojos turquesa claro se hayaba de cierta manera aliviada de haberse encontrado a Koga en su camino. Su prima le había mencionado que eran buenas personas y de hecho, se estaban portando muy bien con ella. Los tres youkai lobo, sobre todo Koga, siempre se preocupaban de buscar comida y refugio.

    No obstante, creía haber cometido una grave equivocación al actuar de una forma tan impulsiva. Determinar tan rápido y tan fácil el quedarse al lado de Koga y ya habían pasado un par de días que estaba lejos de casa. “Tal parece que lo arruiné todo” pensó en su mente, recordando lo buenos que estaban siendo todos con ella, al recibirla cariñosamente en la casa Higurashi. Además, le urgía tomar un baño, cambiarse de ropa y dormir en su cama.

    Koga llevaba un par de minutos contemplándola, en serio se veía especialmente hermosa con el cabello suelto. Entonces, Yukime se puso de pié, ignorando su mirada totalmente.

    —¿Pasa algo?— le preguntó el lobo, poniéndose de pié también. Yukime lo miró y le sonrió levemente.

    —Nada, creo que volveré por un par de días a mi época. Eso es todo— dijo con simpleza en su suave voz, acomodando su lisa cabellera color chocolate hacia atrás. Koga frunció el ceño, asombrado.

    —¿Que vas a volver?— preguntó, desafiante —Hiciste un trato conmigo, Yukime— le reclamó.

    —Vamos, son sólo un par de días y ya está. Volveré— dijo ella y se encogió de hombros —Los veo pronto, cuídence mucho— se volteó con una sonrisa hacia los tres youkai lobo para caminar en dirección al pozo.

    —Espera, no te irás sola— dijo Koga, aproximándose a ella —No se muevan de aquí, la dejaré en el pozo— se dirigió a sus compañeros.

    —Está bien, Koga. Hasta pronto, señorita Yukime— dijo Hakkaku.

    —Hasta pronto, señorita Yukime— le dijo Ginta.

    —Nos vemos luego, chicos— les dijo Yukime y se subió a la espalda del joven comandante.

    —¿Puedo preguntar por qué te vas?— indagó él, con tono serio mientras corría.

    —Porque tengo que ver a mi familia y explicarles todo. No saben que vine aquí, de seguro están muy preocupados por mí— dijo Yukime y el lobo se detuvo a orillas del pozo. La chica se bajó de su espalda —Koga, si ves a Kagome, por favor dile que estaré en casa— le pidió, mirándolo fijamente. Koga asintió con actitud seria.

    —Nos vemos, Yukime— dijo Koga, haciéndole un gesto con la mano.

    —¡Ya regreso!— exclamó ella y saltó al pozo.


    ~~~

    Kagome volvía a casa justo a la hora de la cena, iba con la intención de quedarse por unos días para ir a la escuela y para estar con su prima Yukime también.

    —¡Hola a todos! ¡Ya llegue!— exclamó la azabache, entrando alegre a la sala de estar.

    —Hermana— le dijo su hermano, aproximándose tristemente.

    —Sota, ¿por qué tienes esa cara?— preguntó Kagome, preocupada y miró a su madre y a su abuelo quienes lucían igual de angustiados.

    —Tu prima Yukime fue a la era feudal, Kagome— dijo su madre.

    —¡¿Qué?!— gritó Kagome, despavorida.

    —Hace un par de días atrás, la llamé para que fuera a la escuela pero su habitación estaba vacía. Entonces recordé lo que me dijiste y fuí al pozo. Encontré su brazalete de plata en el suelo— relató su madre, enseñándole el brazalete que hacía juego con su collar choker de plata, también con pequeñas estrellas colgantes.

    —¡No, no! ¿Qué va a ser de Yukime?— preguntó la muchacha, con los ojos vidriosos —¿Qué voy a hacer?

    —Tranquila, Kagome. Tenemos fé de que ella volverá pronto— trató de tranquilizarla su abuelo.

    —Pero tengo que ir a buscarla, no puedo quedarme en paz.

    —Ve a tomar un baño, comes algo y luego vas a buscarla— sugirió su madre, tomándola de las manos para que se sintiera mejor.

    “Quería ir a la escuela pero no podré, tendré que volver al sengoku para buscar a mi prima” se lamentó en su mente Kagome.

    —¡Hola! ¡Estoy de vuelta!— se escuchó súbitamente la voz de Yukime y el ruido de sus pasos. Todos la quedaron mirando perplejos a la vez que entraba a la sala de estar, con una sonrisa apenada y avergonzada.

    —Eres una…— empezó a quejarse Kagome y persiguió a Yukime para atacarla, quien corrió en círculos —¡Rompiste tu promesa!

    —¡Perdóname, Kagome! ¡Es que no pude resistirlo!— exclamó Yukime y su prima logró agarrarla de la mano, haciéndola voltearse para así zamarrearla enojada.

    —¡Casi me muero, tonta!— reclamó y acto seguido, rompió en llanto. Se abrazó fuerte a Yukime y ella le devolvió el abrazo también, resistiendo las ganas de sollozar.

    —Lo lamento mucho. Por favor, discúlpenme— dijo la muchacha, al abrir los ojos y ver a su familia. Ellos la miraban felices y aliviados pese al susto que habían experimentado.

    —¿Estás bien?— le preguntó la madre de Kagome, mientras ambas primas de soltaban.

    —Sí, todo bien— respondió Yukime, aproximándose a su tía. La mujer le acarició el rostro y luego sacó algo de su bolsillo para entregárselo en la mano —¡Mi brazalete! Gracias, tía— dijo, sonriendo alegre y en paz.

    Ambas tomaron un baño, se cambiaron de ropa y posterior a la cena, se reunieron en pijamas en la habitación de Kagome.

    —Tienes que contármelo todo— exigió la azabache, expectante.

    —No lo vas a creer— sonrió su prima, dando un suspiro.

    Yukime le contó todo como si fuera una película con lujo de detalles y Kagome la escuchaba muy atentamente. Se escandalizó cuando supo que podría haber muerto a manos del escorpión y no pudo creer la gran coincidencia que había sido su encuentro con Koga. Pero más que todo ello, lo que más le impactó fue lo de las balas con destello sagrado. Sabía que Yukime se había traído el revólver de su madre consigo y que también tenía municiones, sin embargo no hayaba a su prima capaz de llevarla hasta la era feudal. Definitivamente, su prima Yukime tenía que ser la reencarnación de una sacerdotisa si adicionalmente poseía un fragmento de Shikon, uno que ella misma había hallado.

    —Balas purificadoras— comentó Kagome.

    —Sí, tengo que decir que se ve “awesome”— dijo Yukime, alegre.

    —¿Eso es inglés? ¿Qué significa?— preguntó Kagome, sonriendo.

    —Significa “impactante”.

    —¿Ves? Seguramente eres la reencarnación de una sacerdotisa.

    —¿Quién sabe?— dijo Yukime, encogiéndose de hombros.

    —¿Y qué te pareció Koga?— dijo su prima y la muchacha se ruborizó.

    —Bueno, es hermoso— reconoció, riendo un poco nerviosa y la sonrisa de Kagome se borró un poco —Me siento atraída— agregó y la azabache se mostró algo complicada.

    —¿Recuerdas lo de la promesa del arco iris lunar? ¿La que le hizo a Ayame?— preguntó, Yukime asintió y se puso un poco seria —Tú sabes lo que significa, un hombre comprometido…— agregó y su prima comprendió a lo que se refería. Nada podría ocurrir con Koga, pues tarde o temprano él se iría con Ayame.

    —No he dicho que esté enamorada, no te pongas nerviosa— dijo Yukime y la tomó de la mano, con una sonrisa. “Aunque no tendría problema con enamorarme de él. ¿Pero qué cosas estoy pensando?” dijo en su mente, algo avergonzada y de sonrojó un poco.

    —Oye, no quiero verte sufriendo por ningún hombre— le advirtió Kagome, devolviéndole la sonrisa.

    —Y yo tampoco a tí— dijo Yukime.

    —¿En serio vas a unirte a todo ésto junto a él?— preguntó su prima, algo severa.

    —Sí, es decir… de cierta manera le debo la vida y él quiere que le ayude a buscar más fragmentos para así poder vengar a su manada— explicó segura Yukime y su prima asintió seriamente —Me imagino a ese bastardo de Naraku y te lo juro que me da rabia. No creo su nivel de crueldad.

    —Yukime, no quiero que por ningún motivo arriesgues tu vida. Es un gran compromiso el que estás asumiendo— le dijo la azabache.

    —Tengo el arma de mi madre, tengo municiones y tengo a Koga. También tengo a Ginta y Hakkaku y mis nuevas habilidades me ayudarán— dijo su prima, acentuando su sonrisa con aires optimistas.

    —Sé que Koga puede cuidarte bien— acentuó su sonrisa Kagome.

    —¿Jamás has sentido algo por él?— preguntó su prima, interesada.

    —Para ser sincera, no. Desde un principio lo ví como un amigo. ¿Por qué me preguntas eso?— dijo Kagome, curiosa.

    —Por curiosidad— respondió Yukime y cambió el tema —¿Vas a volver al sengoku?

    —Es período de exámenes, me quedaré unos días.

    —Yo creo que me iré mañana.

    —Pero, ¿y los exámenes?— se preocupó su prima.

    —Luego me pondré al corriente— dijo la muchacha de la cabellera chocolate, guiñándole un ojo.


    ~~~

    Yukime determinó irse a la época antigua al día siguiente luego de la cena. El abuelo se sentía abrumado pues iba a tener que inventar justificaciones para las faltas de Yukime en la escuela, tal como lo hacía con Kagome. Por su parte, su tía se puso a pensar en que tendría que cocinar el doble, para su hija y para su sobrina y Sota se mostro entusiasta y alegre con la idea. De todos modos, la apoyaron con todo su cariño y los ojos claros de Yukime brillaron de amor. Y eso sin mencionar la presencia incondicional de su prima Kagome, quién se comprometió a dejar a su prima en el pozo.

    Tomó un buen baño luego de la cena y se vistió. Escogió unas leggins a la cadera en gris claro con franjas blancas a los costados y unos tenis en tela de jeans. Arriba se puso un top color azul marino al cuerpo y manga larga con escote en v, el que llegaba hasta arriba de su ombligo y dejaba esa parte de su vientre al descubierto. Tenía una figura esbelta con bellas curvas debido a las horas de gimnasio y su entrenamiento de basketball en los Estados Unidos. Su prima la miraba algo impresionada pues ella no se habría atrevido a usar un atuendo así, al menos no para ir a la era feudal. De todas formas, le agradaba cómo se veía y estaba claro que Yukime tenía otra personalidad por el hecho de haber sido criada en el país donde creció.

    Kagome le secó el cabello y la peinó para luego hacerle dos trenzas. Se rió al ver a su prima con una mochila en rojo oscuro, un poco más pequeña que la suya, al tiempo que ambas se acercaban al pozo.

    —Gracias, Kagome. Te adoro— le dijo Yukime y se abrazaron, sonriendo con cariño.

    —Y yo te adoro. Por favor, cuídate— le rogó Kagome.

    —Cuídate tú también— dijo su prima y se soltaron para tomarse de las manos —Nos vemos por ahí o de vuelta en casa.

    Kagome asintió y Yukime se lanzó al interior del pozo.


    ~~~

    La muchacha lanzó su bolso hacia afuera y comenzó a escalar, cuando una mano de hombre la tomó con firmeza y la sacó al exterior del pozo.

    —Hola— le dijo el youkai lobo y le sonrió, recibiéndola caballerosamente para ayudarla.

    —Qué rápido— dijo ella, sonriendo también y sonrojándose de manera sutil. Entonces, Koga observó su vestimenta pero pronto le quitó la mirada.

    —Sentí tu olor apenas llegaste— comentó y notó la mochila de la chica —¿Qué traes aquí?— dijo, levantándola del suelo.

    —Ya vas a ver. ¿Cómo estás? ¿Y los chicos?— preguntó Yukime. Los dos compañeros de Koga llegaron corriendo hacia ellos.

    —¡Señorita Yukime!— exclamó Ginta, alegre.

    —¡Ginta, Hakkaku!— les dijo la chica —Traje comida para la cena.

    —¡Muchas gracias, señorita Yukime!— dijo Hakkaku, una vez estuvieron todos sentados alrededor de una fogata y probando la comida traída por ella.

    —Gracias, Yukime. Todo está delicioso— le dijo Koga y ambos sonrieron.


    ~~~

    Dos semanas y aun no habían logrado conseguir ni un rastro de los fragmentos de la perla ni del paradero de Naraku.

    Casi era mediodía, cuando el grupo se dió cuenta del alboroto que estaba sucediendo cerca de la ladera de la montaña a la que se dirigían. Un par de aldeanos corrían horrorizados en dirección contraria y pasaron de largo al verlos. Yukime nuevamente experimentó esa sensación, un fragmento de la perla mezclada con una presencia maligna.

    —Koga— le dijo Yukime, mirando con atención hacia el lugar que le señalaba su intuición.

    —¿Qué ocurre?— preguntó el lobo.

    —Percibo un fragmento de Shikon. Se encuentra hacia allá— dijo, apuntando. Ginta y Hakkaku por fin los alcanzaban.

    —¡Koga!— exclamó Hakkaku.

    —¡Señorita Yukime!— dijo Ginta.

    —Hay un youkai cerca y tiene un fragmento de la perla— explicó la muchacha.

    Koga iba a avanzar con Yukime en su espalda pero tal parecía que el objetivo iba a aproximarse a ellos. Un montón de arañas de tamaño mediano corrían con la clara intención de atacarlos.

    Ella se bajó de la espalda de Koga y tomó su pistola, disparándole a varias de ellas, mientras que el joven comandante hacía lo suyo junto a sus asustadizos pero luchadores amigos.

    —¡Ay, no!— exclamó ella, viendo que las arañas continuaban apareciendo, pero necesitaba cargar su revólver.

    —¡Cuidado, señorita!— gritó Hakkaku, alertándola del peligro pues estaba concentrada en las municiones requeridas.

    —¡Yukime!— la cubrió Koga, protegiéndola del ataque de las arañas.

    —Perdón, tenía que cargar— se disculpó avergonzada la muchacha —Gracias, Koga.

    Las arañas dejaron de salir pero el sonido de un fuerte movimiento cercano les indicó lo que seguía.

    —Ahí viene el fragmento— advirtió Yukime.

    —Debe ser la madre de todas esas asquerosas arañas— se puso en guardia Koga, ubicándose delante de quien ahora era su compañera.
     

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