Ciencia ficción La Verdad Sobre IEPCOM 3: El Fin de Una Era

Tema en 'Novelas' iniciado por Nianimetal, 4 Febrero 2015.

  1.  
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

    Capricornio
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    Qué capítulo. La antesala a lo que promete ser una guerra civil por el control de lo que queda del país.

    Aunque Fitzpatrick no parece estar tan organizado como cree estarlo. Puede que me equivoque, pero predigo una traición en el futuro de ese sujeto.

    ¿Por qué no mató a su ex en cuanto la tenía enfrente? Se arriesga mucho al dejar con vida a una rehén tan inteligente. Sin mencionar que el impacto de matarla ahí mismo le hubiera dado puntos de dramatismo al capítulo.

    No vi errores que señalar. Así me gusta sean los escritos.
     
  2.  
    Nianimetal

    Nianimetal Una ermitaña en su cueva

    Virgo
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    Título:
    La Verdad Sobre IEPCOM 3: El Fin de Una Era
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    19
     
    Palabras:
    3360
    Capítulo XVIII:


    Los Rebeldes de San Ángelo

    En los alrededores de la zona residencial de Fillmore, un lugar relativamente tranquilo para vivir, se originó un gran revuelo entre sus habitantes, ya que un convoy de vehículos que gran tamaño estaban recorriendo las carreteras de aquella localidad, a buena velocidad. Observaban todo aquello desde las ventanas de sus casas, algunos con asombro, otros con miedo, pero también con incertidumbre, porque no tenían idea de lo que estaba sucediendo, razón por la que decidieron resguardarse en sus hogares, por si se trataba de delincuentes o mafiosos, quienes acostumbraban saquear los lugares por los que transitaban, en busca de recursos, como agua, comida o ropa.

    Ian y Sean continuaban apostados en la entrada de la casa de Garrett, precisamente en espera de confirmar la sospecha del mayor; lo cual se corroboró en el transcurso de los minutos, cuando la comitiva se detuvo a pocos metros de la vivienda del hacker. Al ver esto, Sean le preguntó, un poco preocupado:

    —¿Aún crees que se trate del grupo de hombres que mandó Mc Keller, para que cuidaran a la Doctora Jhonson y a Megan Knox?

    —Estoy absolutamente seguro de eso —aseveró Ian, muy serio —, conozco a Louie, sé que envió a su gente apenas confirmó lo que le informamos Troy y yo al llegar a éste lugar.

    —¿Y qué vas a hacer cuando se entere de que fueron secuestradas por ése asesino?

    —No lo sé —se sinceró Ian —, pero no pienso quedar como un cobarde ante él, es lo único de lo que puedes estar seguro.

    Unos minutos después, ambos observaron que los ocupantes de dichos automóviles comenzaban a descender de éstos, llevando consigo armas de corto y largo alcance, las cuales eran parte de las dotaciones que había conseguido Louis durante su estancia en los Estados Unidos -producto, en su mayoría, de negocios con criminales del país-, y que estaban destinadas a utilizarse para enfrentar a Van Slyke y a sus subordinados, si se concretaba el hecho de darse un Golpe de Estado en San Ángelo. Pero Ian empalideció de repente, al ver que de uno de los camiones de aquella caravana bajó Lance, quien era la mano derecha de su padre adoptivo, por lo que pensó para sí: “Genial... ahora sí es seguro que soy hombre muerto, Louie mismo me va a matar cuando sepa todo”. Su suposición era acertada, porque del mismo automotor bajó ése hombre, seguramente dispuesto a ver a Karen Jhonson y a Megan Knox, y dejar hombres que las protegieran de posibles ataques, por parte de la “Estrella del Norte”, antes de proseguir con su plan de acabar con ésa organización finalmente.

    Louis y Lance, seguidos por el resto de las personas que los acompañaban, se acercaron a dónde estaban haciendo guardia los dos jóvenes. Ian, al tenerlo de frente, se apresuró en decir:

    —Louie, cuando hablamos dijiste que enviarías a unos hombres, no que vendrías aquí en persona.

    “Siempre prefiere hacerle caso a todo el mundo, excepto a mí, eso no es raro”, fue lo que pensó Ian al escuchar lo que le dijera su padre; pero al ver el porqué de su presencia en ése lugar, decidió contarle la verdad. De todos modos, desde su punto de vista, esa sería otra razón por la cual el hombre no confiara en él en absoluto.

    —Pues déjame informarte que tú y tus hombres llegaron tarde... Van Slyke envió aquí a su matón personal, y secuestró a la Doctora Jhonson y a Megan Knox.

    —¡¿Qué demonios estás diciendo, Ian?! —le cuestionó Louis, completamente iracundo, mientras lo sacudía con las manos —. Definitivamente tú no estabas en capacidad de encargarte de este asunto, no debí permitir que te involucraras. Lance debió venir aquí en tu lugar.

    —Señor Mc Keller, hicimos todo lo que estuvo a nuestro alcance para protegerlas —intervino Sean, tratando de calmar a ése sujeto —. Pero ése asesino fue más inteligente y se las llevó.

    —¡Lo único que me faltaba! —se quejó el mayor, muy enojado —. ¿Hay algún colaborador de Megan Knox aquí, al menos?

    —La hija del Coronel Hatthaway, también los demás —contestó Sean, con voz serena —. Se encuentran adentro, si me permite, les avisaré de su llegada.

    Louie se limitó a asentir -no tenía ánimos para nada-, y se quedó afuera, esperando, mientras Sean le daba la noticia de su llegada al resto. Durante la espera, padre e hijo ni siquiera cruzaron miradas, mucho menos se dirigieron la palabra; el orgullo herido de cada uno fue más fuerte, por lo que prefirieron ser indiferentes el uno con el otro, lo que generaba mucha tensión en el ambiente. Al menos para Lance fue así, se sentía muy incómodo en ésa situación.

    Sean regresó con ellos al cabo de unos minutos, y le dijo al hombre que ya podía entrar a la casa. Por eso mismo, Louis le preguntó a Lance:

    —¿Me acompañas a la casa, Lance?

    —No señor, prefiero estar aquí al pendiente —fue la respuesta del chico.

    “Estar al pendiente, sí claro”, pensó Ian, al escuchar la respuesta de Lance: “Lo que no quieres es que Troy se entere de que estás aquí, porque si lo hace, te dará una golpiza”, al recordar que que él y el rubio -por algún motivo que él desconocía- no se llevaban bien. Por eso mismo, esbozó una sonrisa pícara, mientras le lanzaba una mirada al otro, que se sintió aún más incómodo, porque precisamente lo que buscaba era no tener ningún tipo de problemas con Troy mientras se encontraba en ése sitio.

    Aunque sus temores estaban bien fundados, de haber entrado a la casa, Lance no se hubiese visto amenazado por su viejo amigo, porque Bernie y Nolee estaban en una de las habitaciones de la planta alta, cuidandolo, ya que su condición física no era la mejor en ése momento, mientras Blake estaba en la puerta, muy triste por lo que le había pasado, mas no se atrevía a entrar, porque no quería causarle molestias a Nolee ni a su padre adoptivo, que era lo que menos necesitaban en un ambiente tan tenso, como lo era aquel en ésos instantes. Doña Leticia, viéndola con el semblante tan decaído, intentó darle un poco de ánimo, diciéndole:

    —No te pongas así, nena. Él se va a recuperar y todo esto que está pasando solo será un mal recuerdo.

    —Eso espero, porque todo esto parece una pesadilla —respondió, muy abatida.

    Mc Keller entró a la casa, en compañía de Sean, que lo condujo hasta el sótano con el que contaba dicha propiedad. Allí se hallaban Garrett, Cloe, el Doctor Sanders y Jenna -Stuart estaba en la cocina, preparando café, a la vez que pensaba en Megan, angustiado por el destino que pudiera correr al lado de Marcus-, revisando atentamente la computadora, para ver si lograban obtener algún tipo de información acerca de los planes de Van Slyke o de Fitzpatrick. Cloe fue la que se encargó de recibirlo en su pequeña guarida:

    —Bienvenido, señor Mc Keller, mi nombre es Cloe. Si gusta sentarse, adelante, espero que podamos ayudarle en lo que necesite.

    —Muchas gracias, señorita, pero no es necesario—declinó la oferta el hombre, con cortesía —, así estoy bien.

    —De acuerdo. ¿Qué es lo que le interesa saber?

    —¿Qué saben ustedes acerca de la relación entre la Doctora Jhonson y Van Slyke? —preguntó él.

    —En todo lo que concierne al “Escuadrón Alfa”.

    Al escuchar la respuesta de Cloe, Louis se quedó muy pensativo y, a la vez, un poco confundido. En los años que llevaba viviendo en los Estados Unidos -en calidad de exiliado, por ser opositor al gobierno de San Ángelo-, a sus oídos habían llegado rumores de ése equipo especial que tenía Fitzpatrick en el país, además de que Lance le contó sobre el ataque que el Jefe de la Policía Central perpetró hacía años en IEPCOM, en el cual había participado, siendo en ése entonces uno de sus sicarios. Pero él tenía entendido que Karen colaboraba con Van Slyke en el “criadero”, en sus inicios, educando a los niños que mantenían encerrados allí.

    —Tenía entendido que Jhonson era una cómplice menor en la “Estrella del Norte” —comentó finalmente, extrañado, para entonces preguntar —. ¿Qué tiene que ver con eso?

    —Hace cinco años, ella fue contratada para trabajar en un proyecto en la compañía IEPCOM —relató Sanders, muy serio —. Dicho proyecto consistía en crear seres humanos por medio de Manipulación Genética, y todo parecía ir bien, pero después de que los sujetos de prueba “nacieron”, tres de ellos murieron, la mujer huyó de la empresa con otros cinco y después, Fitzpatrick atacó las instalaciones, acabando con todo. Después, la compañía fue reestructurada y Jhonson quedó a cargo de la misma.

    —Los primeros humanos que nacieron como resultado de ése proyecto, fueron entrenados por Fitzpatrick, como si se tratara de soldados —añadió Garrett —. Fueron los primeros miembros del “Escuadrón Alfa”, y con el pasar del tiempo, crearon más, que se integraron a sus filas.

    —A ver si entiendo... ¿Esa mujer se encargó de crear un ejército de élite para la organización? —se preguntó, infiriendo la finalidad de todo ello —. Si fue así, supongo que Van Slyke estuvo detrás de aquella estratagema.

    —Supone bien, pero Fitzpatrick tiene en mente traicionar a Van Slyke y tomar el poder en San Ángelo —confirmó Jenna, como respuesta a su inquietud —. Y piensa utilizar al “Escuadrón Alfa” para conseguir su meta.

    —Ése Fitzpatrick no es más que un iluso —dijo Louie, dejando escapar una media sonrisa, pues no pudo evitar que aquello le causara gracia —, aquí puede hacer y deshacer a su antojo; sin embargo, la familia Van Slyke es una de las más influyentes en San Ángelo. Van Slyke fue presidente del Consejo de Gobierno en su juventud y el responsable de que la nefasta “Ley de División”, aunque ya existía, tenga su estructura actual, pues encabezó su última reforma.

    —Yo no estoy tan segura, Fitzpatrick es un tipo de cuidado —continuó la ex agente —. Es un corrupto, que se las arregló para llegar a ser el Jefe de la Policía y socio principal de una red de tráfico de armas, tiene sed de poder y eso lo hace impredecible.

    —Pues que lo intente, estoy seguro de que fracasará —sentenció Mc Keller —. Van Slyke es un hombre muy peligroso, no se detendrá ante nada para conseguir el poder absoluto en San Ángelo.

    Después de que Louis dijera eso, Stuart entró al sótano, para darles a sus amigos y a su antiguo jefe el café que había preparado; y al oír las últimas palabras del hombre, se unió a la charla, diciendo lo siguiente:

    —Hablando de Van Slyke y el sistema de gobierno en San Ángelo... ¿Qué pasa con los que se oponen al mismo?

    —Todo el que se oponga al Consejo de San Ángelo es perseguido ferozmente, algunos de ellos mantienen un bajo perfil, ocultos en las Islas Menores —explicó él —. Otros más, incluyéndome, hemos tenido que huir al exilio, manteniendo contacto con los rebeldes que quedaron en el país, tratando de hallar un modo de cambiar el modelo de gobierno.

    —Aunque sea por la vía armada... ¿O me equivoco?

    —En una situación como la que se vive en San Ángelo, esa es nuestra única salida —concluyó Louis, muy serio.

    Su conversación se vió interrumpida, debido a que Nolee fue al sótano, para hablar con Cloe, quien le había pedido que la mantuviera al tanto de lo que pasara con Troy, porque le preocupaba que, por querer rescatar a Megan, intentara escapar de la casa, sobre todo por el hecho de que estaba muy débil físicamente para viajar a San Ángelo, aparte de enfrentarse con Fitzpatrick y Van Slyke. Al verla entrar, no dudó en preguntarle, muy inquieta:

    —¿Troy está bien, Nolee?

    —Sí —respondió ella, tranquila —, está descansando arriba. La madre de Garrett le inyectó un calmante, para que repose, al menos por un buen rato.

    —¡Qué bueno! —exclamó Cloe, más aliviada al saber eso —. La verdad es que ya le hacía falta.

    —Pero miren a quién tenemos aquí... Nada más y nada menos que a Nolee Van Slyke —dijo Mc Keller, apenas reconoció a la joven, con sorna —. ¿Cómo le va a la “niña linda de papá” en el mundo real?

    —Mejor de lo que esperaba en realidad, Mc Keller —fue la respuesta de Nolee, haciéndole ver que sus palabras hirientes no le afectaban —. Lo que no me esperaba es que tuviera la mala suerte de llegar a cruzar palabra con un delincuente.

    —¿Delincuente yo? —le preguntó ése sujeto, muy sereno —. Esa es una buena broma, jovencita.

    —La verdad es que usted y los autoproclamados “rebeldes” no son más que un montón de criminales —sentenció Nolee, dejándose llevar por lo que conocía de la oposición al gobierno del Consejo de San Ángelo.

    —En comparación con tu padre, yo soy una blanca paloma, niña —le respondió Louis, un poco contrariado —. Yo lo único que quiero es que la nefasta “Ley de División” sea abolida, para que los habitantes de San Ángelo por fin tengan una vida normal. Pero irónicamente, la gente se niega a buscar una salida para librarse de un sistema opresor y arcaico.

    —Ése sistema ha existido en San Ángelo por muchos años, y las cosas marchan bien —dijo ella, muy seria —. Nadie se ha pronunciado en su contra, la calidad de vida es buena y pienso que cambiarlo puede ser muy problemático.

    —Perdóname Nolee, pero lo que yo llegué a saber de la vida en tu país no es normal —refutó Garrett, con un tono conciliador —. Eso de repartir a su población entre las islas de su territorio, dependiendo de su color de ojos es algo muy extraño, en ningún otro país se hace.

    —Tal vez a tí te parezca normal lo que sucede en San Ángelo, pero fuera de sus fronteras, no lo es —dijo aquel hombre, muy serio —. Mientras todos los miembros de una familia tengan el mismo color de ojos, todo está bien, pero... ¿qué pasa cuando no es así? En esos casos en que nace un niño o niña con un color distinto al de sus padres, es separado de ellos, porque lo ordena la ley. ¿No es cierto?

    —Así es —confirmó la chica.

    —Pero la ley, es sólo un estatuto, no toma en cuenta que el hacer eso destruye un hogar, los padres no pueden estar nunca con sus hijos, a menos que compartan su color de ojos —continuó hablando el mayor —, viven en orfanatos hasta los quince años, como si no tuvieran un hogar, les quitan ése derecho, y aunque después, pueden integrarse al mundo laboral, tener su propia familia, y tener una vida normal, nunca nadie va a sustituir el vacío de la ausencia de un padre o una madre.

    —Tal vez no me crea, pero yo sé muy bien cómo se siente eso —dijo Nolee, al recordar que su propia familia se había destruido, por culpa de la intransigencia de su padre, separándola de su madre y de su hermano, del que, de no ser por el viaje que hizo, seguiría ignorando su existencia.

    —En el fondo, lo único que yo quiero es evitar que más personas sufran por eso en el futuro —culminó el hombre, con serenidad, para luego añadir —. Damas, caballeros... fue un gusto haber platicado con ustedes, pero ha llegado la hora de marcharme —culminó Louie —. Al menos ya tengo una idea sobre a qué atenerme con respecto al “Escuadrón Alfa”.

    —Mucha suerte en su empresa, señor —le dijo Stuart, muy serio —. No soy partidario de la guerra, pero en este caso, ya es inevitable que dicha confrontación se dé en su país.

    Louis se dispuso a retirarse de aquella casa, por lo que Cloe se apresuró en acompañarlo, desde esa dependencia, hasta la salida. Justo antes de salir de allí, él le dijo a la joven:

    —Espero que ustedes salgan bien librados de ésta situación, señorita Hatthaway.

    —También yo —le comentó Cloe, un poco triste, al recordar Megan estaba en manos de su ex pareja, que estaba al servicio de Van Slyke, haciéndole ver que todavía tenía esperanza.

    Al encontrarse ya fuera de la casa, se acercó a sus hombres y les dió la orden de abordar de nuevo sus automóviles, para seguir con su viaje hasta San Ángelo; la cual acataron a la brevedad posible. Habían tomado un corto descanso durante el tiempo que le tomó a su líder conversar con la gente que respaldaba su idea de acabar con la organización “Estrella del Norte” y sus cabecillas, con la ayuda de la Doctora Jhonson; así que ya había llegado la hora de defender a su suelo patrio, aún siendo considerados como rebeldes. Eran la resistencia ante el gobierno autoritario que dominaba su país y aún así, estaban dispuestos a dar la vida por liberar a su pueblo de la tiranía.

    —¿Para qué me necesita, señor Mc Keller? —le preguntó Lance, mientras todos se preparaban para partir.

    —Lance, tu tarea será custodiar los alrededores de este lugar. Dejaré a un pequeño contingente a tu disposición para ello.

    —¿Por qué motivo? —le preguntó el chico, un poco confundido —. Ni la Doctora Jhonson, ni Megas Knox están aquí, no creo que sea necesario dejar elementos cuidando la zona, señor.

    —Eso es verdad, pero aquí están sus colaboradores. No sabemos si Van Slyke o Fitzpatrick busquen atar los cabos sueltos que no les permitan llevar a feliz término la toma de San Ángelo.

    —Así será, señor —respondió el muchacho, serio —. Estaré al pendiente de futuras órdenes.

    Nada más ver que Lance se retiraba, para llevar a cabo las órdenes de Louie, Ian se aproximó a su padre, con el fin de pedirle algo -con lo que pensaba resarcir sus faltas ante él-, así que tomó valor y le dejó saber su solicitud, con mucha determinación:

    —Louie, quiero ir con ustedes a San Ángelo.

    Louis se volvió a verlo al escuchar sus palabras, pensado en lo de siempre. Él ya había oído frases como esa de la boca de Ian anteriormente, aunque en tono de broma, pues parecía no importarle mucho el camino de las armas. Pero en ése instante, al mirarlo fijamente a los ojos, pudo darse cuenta de que en realidad no estaba bromeando; aún así, como siempre, su respuesta fue un rotundo no:

    —Lo siento, Ian, pero no puedes venir con nosotros.

    —¿Por qué no, Louie? —cuestionó el joven, sorprendido ante su negativa. Seguro que podría colaborar con la causa en Santa Leah, dame una oportunidad.

    —¡He dicho que no! —le recalcó su padre, enérgicamente —. No tienes ni idea de lo que está por ocurrir, es mejor que te quedes aquí, esperando noticias mías.

    Ian intentó decirle algo más, buscando convencerlo de aceptar su ayuda, en vano, ya que él mayor subió al camión en el que había llegado a la casa, con la intención de proseguir su avance hacia San Ángelo, a tratar de detener los planes de Van Slyke y su socio de derrocar al Consejo de San Ángelo, ya que sabía muy bien que si eso llegaba a ocurrir, la situación con la “Ley de División” sería aún más fuerte e incluso podrían optar por masacrar a los poseedores de la “maldición” que se encontraban en la Isla de Santa Esperanza, debido al profundo odio que Van Slyke le tenía a las personas con esa condición genética desde siempre. Viendo el joven que -como siempre- su padre lo había dejado fuera de sus planes, salió corriendo de la casa, a perseguir el camión en el que el hombre se transportaba, esperando poder alcanzarlo, poniendo en ello todas sus fuerzas. Quería reclamarle por eso, pero el vehículo no detenía su marcha, al igual que el resto de la comitiva que lo acompañaba en su travesía, y aunque trató de mantener el ritmo, pronto sus piernas se resintieron, además de que se encontraba muy agitado y le estaba costando un poco respirar, como señales claras de cansancio, y por eso, se vió obligado a detenerse, para recobrar el aliento.

    Ya agotado, mirando cómo se alejaba el grupo en la lejanía, gastó un último esfuerzo, gritándole a todo pulmón, sumamente enojado:

    —¡Louis Mc Keller, no puedes hacerme esto!

    Continuará...
     
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  3.  
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

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    Viendo que pusiste que las personas se ocultaban en sus casas al ver la caravana de vehículos me recordó cuando te comenté que parecía que nadie vivía por la zona. Con algo tan corto como eso ya se da ha entender que es una zona poblada y la razón por la que no se van a ver vecinos chismosos.

    Siento aproximarse una lucha sangrienta donde mueran varios personajes. O esa es mi predicción al menos al leer este capítulo.

    Me mantengo en espera del siguiente.
     

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