Ciencia ficción La Verdad Sobre IEPCOM 3: El Fin de Una Era

Tema en 'Novelas' iniciado por Nianimetal, 4 Febrero 2015.

  1.  
    Nianimetal

    Nianimetal Una ermitaña en su cueva

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    Título:
    La Verdad Sobre IEPCOM 3: El Fin de Una Era
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    19
     
    Palabras:
    647
    Prólogo:

    Vientos de Guerra

    "Narrado por Megan"

    Hace años, la vida de todos los que éramos parte de la compañía IEPCOM cambió por completo. La llegada de la Doctora Jhonson sólo fue el principio de de una serie de eventos que me hicieron conocer a personas nuevas, que se convirtieron en mis mejores amigos y que me apoyaron desde el comienzo en lo que yo quería lograr.

    A causa de eso, habían pasado cosas que me han afectado mucho, como la captura de Troy en la compañía, al enfrentarse al Jefe de la Policía Central. O el hecho de que Marcus, el hijo del Doctor Sanders, era la mano derecha del líder de la organización a la que pertenecían Fitzpatrick y Jhonson.

    Después de muchos años de no parar en nuestra búsqueda, para encontrar a Troy y, al final, él acabó por hallar el lugar en donde hemos vivido desde que compañía fue destruída por el Jefe de la Policía y sus sicarios.

    Y abora, aunque las cosas han cambiado, por fin nos hemos reunido en casa de Garrett.

    Me sentía muy contenta al ver que todos nos encontrábamos juntos de nuevo, pero debíamos ser serios en ése momento, por lo que dije:

    —Bien, ahora que estamos aquí, tenemos que ponernos de acuerdo en lo que vamos a hacer.

    —¿Y qué más?— preguntó Garrett—. ¡Pues atacar a Van Slyke y a Fitzpatrick!

    —Garrett, no te aceleres tanto— dijo Stuart, con serenidad—. No tenemos un ejército para hacer eso.

    Cloe se acercó un poco a su novio y le dijo al oído, en voz baja:

    —Amor, recuerda que Troy es hijo de Van Slyke.

    —No se preocupen, chicos— fue la respuesta del chico—. Yo ya sé la verdad.

    —¿Quién te lo dijo?

    —Fui yo— respondió Ian, serio—, espero que eso no sea un problema.

    —¡Nos quitas un peso de encima! Nosotros estábamos muy preocupados por ése asunto.

    Eso me tranquilizó mucho, pues era una de las cosas que más ocupaban mi cabeza desde que tuve conocimiento de ello, por lo que me sentí más aliviada.

    —Pero hay que esperar un poco, a ver qué pasará con Jhonson— dije finalmente.

    —Estoy esperando noticias de la persona que la busca— dijo Garrett—, después le diré que la traiga, para ver si se decide a ayudarnos o no.

    —¿Jhonson aquí?— preguntó Troy, que se veía muy sorprendido ante lo que dijo el moreno—. No estoy de acuerdo con eso.

    —Después te explico eso— dijo el hacker, con intención de calmarlo.

    —Y yo puedo conseguir ayuda para que ataquen a las tropas de Van Slyke y de su socio— intervino Ian tranquilo—, conozco a alguien que tiene un ejército a su disposición para eso.

    —¿En serio?— le pregunté, intrigada.

    —Sólo díganme y yo hablo con esa persona lo antes posible— respondió el joven—. Estará a su servicio por completo, se los aseguro.

    —Lo tendremos en cuenta— comentó Stuart, con tono cortante, pues yo sabía muy bien que no estaba de acuerdo con eso, él odia los conflictos bélicos.

    —¿Entonces quedamos en esperar a ver qué pasa con Jhonson, mientras Ian consigue ayuda con el asunto del ejército?— preguntó Cloe, para concretar el plan.

    —Yo pienso que sí— fue mi respuesta.

    —¡Entonces no se diga más!— exclamó Garrett, para luego ir al sótano y seguir vigilando a Van Slyke, como siempre.

    Yo me quedé pensativa, pues lo que se avecinaba era algo que esperaba desde un principio: el hecho de descubrir los planes de Van Slyke al resto del mundo. Pero había algo que me estaba comenzando a preocupar y era el que todo se remitiera a una guerra, por lo que ése asunto se resolvería a mano limpia.

    Porque parecían soplar vientos nuevos, turbios, anunciando un futuro incierto.

    Eran los vientos de guerra, de la guerra que se acercaba...

    Continuará...
     
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  2.  
    Sonia de Arnau

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    ¡Sorpresa! Me alegra tanto de volver a saber y leer sobre esta historia, una que por cierto es una de mis favoritas.

    Veamos, nos muestras un poco sobre lo que están planeando y aun estoy intrigada por lo que le sucederá a Karen Jhonson, deseo que ella comprenda la situación y ayude a Megan y a su equipo con lo que sepan. Yo también me hubiera sorprendido como lo hizo Troy al escuchar el nombre de Jhonson, pero comprender que aun falta cosas que sepa. Y sobre la inevitable guerra que se avecina, pues siempre apoyando al equipo.

    Por cierto, me agrado como comenzaste el prólogo, me hizo recordar los todos los momentos en que han pasado estos personajes, pero también recalcar que por fin, después de todo, de nuevo están juntos y claro, con un integrante más, osease Ian.

    Pues nada, eso es todo de mi parte, nos estamos leyendo compañera y por cierto, ¡bienvenida de nuevo! Hacía tiempo que no te veía :)
    Me despido deseándote lo mejor.
     
  3.  
    Nianimetal

    Nianimetal Una ermitaña en su cueva

    Virgo
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    Título:
    La Verdad Sobre IEPCOM 3: El Fin de Una Era
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    19
     
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    Capítulo I:

    Una Coincidencia

    Bernard y Blake se encontraban en busca de Troy, pues el hombre era muy obstinado y lo que quería era encontrar al muchacho. Era como un hijo para él y, como tal, sentía que su deber era dar con su su paradero y estar al pendiente de él, para protegerlo de cualquier peligro, sobre todo por el gran embrollo en el que el chico estaba involucrado.

    La chica, por su parte, estaba sentada en la parte trasera del vehículo, con la cabeza recostada en la ventana del mismo, mientras miraba el paisaje, sin fijarse en realidad, pues no estaba concentrada en eso. Su distracción se debía a que ella estaba pensando en lo que le había confesado su padre adoptivo.

    El saber que Bernie no era su padre en verdad le había movido el piso, además de cambiar por completo su forma de concebir su existencia, de ver la vida, su vida entera se desmoronaba ante sus ojos y aun no sabía cómo afrontarlo.

    —¿En qué piensas? —preguntó Bernie, al verla en ése estado.

    —¿Y en qué otra cosa podría pensar? —le preguntó ella, algo molesta—. En que toda mi vida fue una mentira y en que no sé cómo voy a asimilar todo esto.

    —Yo nunca quise hacerlo —respondió él, buscando justificarse—, pero ya te expliqué que fue tu madre la que me hizo prometer que no te contaría la verdad.

    —Ya sé —comentó ella—, pero no puedes negar que esto no es fácil para mí.

    Ambos guardaron silencio por un buen rato, mientras el hombre conducía por la carretera- que a veces parecía no tener final-, hasta que la chica le preguntó:

    —¿Sabes en dónde estamos?

    —En Los Ángeles, hija —fue la respuesta de Bernard.

    Un momento después, pasaron frente a una mansión -que era la de Van Slyke-, en la que vieron que se llevaba a cabo un operativo policial, por lo que la jovencita le preguntó, intrigada:

    —¿Qué estará pasando allá?

    —No sé —dijo él—, pero no me da buena espina.

    Por eso mismo, Bernard aumentó la velocidad del automóvil y prosiguió la marcha, con la intención de continuar con su búsqueda, pues su prioridad era encontrar a Troy.

    Otra de las cosas en las que pensaba Blake durante su recorrido, era en lo ocurrido con el chico, lo cual ocasionó -entre otras cosas- que decidiera buscar a la Doctora Knox y a sus compañeros, sin nadie que lo acompañara. Ella se sentía culpable por lo que le dijo esa tarde, después de que él le dijera que no sabía si sentía lo mismo por ella; como consecuencia de su declaración de amor.

    Blake estaba tan metida en sus cosas, que apenas pudo advertir que Bernard había detenido su auto, a un lado de la calle y, luego dirigió la vista a donde se encontraba su padre adoptivo. Después vio que se acercaba a un autobús, al cual se le había averiado el motor y estaba varado, unos metros más adelante.

    Bajó del auto y caminó hacia allá, para ver que en el autobús viajaban Sean y Nolee, por lo que pensó: "Esto no es bueno, nada bueno", al recordar que ella no se llevaba bien con la hermana de Troy.

    —¿Entonces el motor no tiene arreglo, señor Ferguson? —le preguntaba Sean a Bernie, con respecto a lo que le había pasado al vehículo.

    —Lo tiene, pero tardaría mucho en arreglar todo, Sean —era la respuesta que le daba el hombre, por su experiencia como mecánico—. Te recomiendo que busques otro auto para que puedas seguir camino.

    —Está bien —dijo el joven—. Pero... ¿a dónde su dirige?

    —Estoy buscando a Troy y Blake viaja junto a mí —respondió él, sereno—. ¿Qué hay de tí?

    —Viajo con Nolee —explicó Sean—, venimos de visitar a su padre.

    —Entiendo, entonces ella debe estar rumbo a algún lugar, desde el que pueda irse —dedujo Bernard.

    Sean sonrió levemente al escuchar lo que dijo el mayor, para luego, dar su respuesta:

    —No, de hecho también busca a Troy, es su hermano y, después de hablar con su padre, está decidida a hacerlo.

    —¿En serio? —preguntó Bernie, sorprendido.

    Un momento después, del autobús bajó Nolee, sofocada por el calor que hacía en ése lugar; para luego preguntar:

    —¿Qué pasa? ¿Ya nos... ¡Hola! ¿Cómo está, señor? Quería disculparme por lo que pasó con Troy.

    —No te preocupes —dijo él, tranquilo.

    —Hola, Blake.

    La chica se limitó a hacer un ademán de saludo, porque no quería dirigirle la palabra a nadie, no tenía ánimos para hacerlo en verdad. Y, de repente, a Bernie se le ocurrió hacer una pregunta, al ver que sus intereses y los de esa joven eran muy parecidos:

    —¿Por qué no vienen con nosotros?

    —¿Por qué la oferta? —preguntó Nolee.

    —Nosotros tenemos un auto y como lo que queremos es lo mismo, no veo problema en que viajemos juntos.

    Sean y Nolee aceptaron la propuesta, por lo que se apresuraron en sacar sus cosas del autobús y acomodarlas en el auto, para luego subir todos en él. Mientras todo eso pasaba, Blake se preguntaba una y otra vez: "¿Acaso me puede pasar algo peor que esto?"

    Continuará...

    @GRSara , gracias por eso, es que en mi casa no habían pagado el internet y tuve que tomarme algo parecido a un descanso :).

    Debo decir que extrañé mucho entrar al foro y a Wattpad (porque allá puedo hablar con Uni, que la extraño un montón también), para saber de ti y de Marina, pues es malo perder el contacto, eso no me gusta nada :(.

    Sin embargo, tengo algunos capítulos listos para comenzar ésta tercera parte como debe ser :D.

    Si me llego a tardar mucho, es porque no tengo mucha disponibilidad de la computadora, pero haré mi mayor esfuerzo por publicar pronto ;).

    Espero que te guste el final de la saga, tengo muchas esperanzas en ésta entrega.

    No tengo más que decir, aparte de que espero que todo esté bien para ti y los tuyos.

    ¡Nos leemos luego!
     
    Última edición: 16 Noviembre 2022
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    Nianimetal

    Nianimetal Una ermitaña en su cueva

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    La Verdad Sobre IEPCOM 3: El Fin de Una Era
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    Género:
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    Total de capítulos:
    19
     
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    1798
    Capítulo II:

    En Busca de Karen
    Marcus ya se encontraba en Medport, buscando a la ex-socia de su jefe, para asesinarla y cumplir así con la orden de ése hombre. A sus veintinueve años, el hombre aun se mantenía en muy buena condición física; añadida a su metro setenta y siete de estatura, su complexión atlética, piel trigueña, con cabello castaño oscuro y ojos cafés, por lo que era más parecido a su madre.

    Iba concuciendo, pasando por la zona en donde vivían las personas en aquel lugar, vestido con ropa casual, para que no sospecharan nada acerca de la misión que le habían encomendado. Llevaba puestos unos jeans azules, zapatos deportivos y una camisa negra con rayas blancas.

    Traía una daga -no muy grande- en uno de los bolsillos delanteros de su pantalón, para poder tomarla con rapidez a la hora de asesinar a la Doctora Jhonson. Aunque su primer intento de matar a alguien -a Megan, en medio de un ataque de celos- fue con un arma de fuego, él prefería usar armas blancas, por ser menos ruidosas.

    Mientras conducía, buscando alejarse de la zona poblada de la ciudad -que no era muy grande-, él se preguntaba:

    —¿Dónde estará esa vieja? Seguramente está escondida como una zorra en su madriguera, advertida de mi presencia en éste lugar.

    Y la verdad era que no se encontraba muy lejos de la realidad, pues Karen seguía en aquella cabaña abandonada, escondiéndose, pues no quería que nadie la encontrara. Su celular se había quedado sin batería, por lo que ya no podían entrar llamadas de nadie -aunque el único que la llamaba era Jacob- y nadie podría rastrear la señal de ése aparato, de ninguna forma.

    Ella no necesitaba salir de la cabaña en la que se encontraba: tenía las suficientes provisiones como para sobrevivir durante un tiempo. Además, la misma se ubicaba en una zona poco accesible, por lo que podía sentirse más segura en ése lugar.

    La verdad era que ella tenía mucho miedo y no sabía lo que podía pasar.

    —Espero que el matón de Van Slyke no me encuentre aun. Si él cumple la orden de su jefe, no podré dar con el paradero de mi hija y dudo que Jacob la busque con tanta insistencia como yo.

    A Karen no le importaba nada más que el poder encontrar a su hija, era su objetivo, lo que la impulsaba a seguir, a hacer todo lo que hacía y que había hecho en el pasado. Sabía bien que si ése asesino llegaba a acabar con su vida, ella lo merecía, pero no quería que eso ocurriera aun.

    En medio de su dilema, recordó cómo se había dado el que perdiera a esa pequeña: cuando la niña tenía apenas dos o tres meses de nacida, la invitaron a una boda en una de las islas de San Ángelo y ella accedió a asistir, por ser el matrimonio de una de sus amigas -que eran pocas- de la universidad. El problema no fue la ida, o la boda, sino el retorno a casa.

    Después de la boda, ella tomó un taxi para que la llevara a un aeropuerto; estaba sola con su hija, pues Jacob se negó a ir -como siempre- por razones de trabajo. Mientras iban en camino a ése lugar, un camión se interpuso en la vía y ambos vehículos colisionaron, haciendo que Karen perdiera la consciencia un momento después.

    Unas horas más tarde, despertó en una cama de hospital, pero lo primero que hizo fue preguntar:

    —¿Cómo está mi hija?

    —¿Su hija? —preguntó a su vez un médico, que se encontraba en esa habitación.

    —Yo iba con mi hija en el taxi, ¿dónde está? ¿La tienen en el retén de menores, verdad?

    —Perdón, pero cuando la trajeron aquí, nadie mencionó siquiera a una niña... señora Jhonson —fue la respuesta del médico.

    La reacción que tuvo fue más que comprensible: en medio de su desesperación, trató de levantarse de la cama, para ir a buscar a su hija y tuvo un ataque de pánico, por lo que los médicos tuvieron que sedarla. Al recordar ése terrible momento de su vida, las lágrimas volvieron a brotar de sus ojos, como cada vez que lo hacía, pues era una herida que no había sanado, ni sanaría, hasta que se encontrara con su niña.

    Y aun no perdía la esperanza de poder hacerlo algún día...

    Después de platicar con Garrett y de enterarse por él de lo que estaba pasando con Fitzpatrick, Jenna había decidido ir a buscar a la Doctora Jhonson, pues era vital para los planes que él tenía. Acababa de pasar la frontera entre California y Oregon.

    Tenía una corazonada, además de que, si no la encontraba allí, podía seguir camino hacia la frontera con Nevada.

    Aparte de eso, también tenía una fotografía suya en su tablet, en la que aparecía retratada la mujer a la que buscaba y con la que esperaba, al menos, reconocerla. En medio de todo lo que significaba su tarea, ella se dijo:

    —Tarde o temprano, daré con el paradero de esa mujer. No puedo quedar mal con Flash, él confía en mí.

    Y siguió camino, con la intención de cumplir con lo que le había dicho su colega...

    Karen seguía en la cabaña, pero pudo notar que algo se acercaba en la distancia y después, se dio cuenta de que era un auto. Entonces, ella se fue rápidamente al sótano de la casa, con la intención de esconderse y luego, puso el seguro a la puerta del mismo.

    Unos minutos después, se comenzaron a oír ruidos desde afuera de la cabaña: primero, el sonido de un vidrio al romperse y luego, de cristales cayendo; después, la manija de la puerta de entrada girando y proseguía con la misma abriéndose. Lo que escuchó después, fue lo siguiente:

    —¡Qué horror! Éste lugar es un desastre.

    La mujer ahogó un grito de angustia, tapando su boca con ambas manos, para que no la encontrara, pues supo desde ése mismo momento que el dueño de esa voz era Marcus, el matón de Van Slyke, que había dado con dicho lugar. Se mantuvo al lado de la puerta, pues quería estar al tanto de todo lo que llegara a ocurrir.

    Con el paso del tiempo, escuchaba el abrir y cerrar de puertas, sumado al trajinar del hombre, buscándola en cada una de las habitaciones, para asesinarla. Cada vez que una de esas puertas se abría o se cerraba, el temor se apoderaba de ella poco a poco, su respiración se aceleraba más y más con el pasar de los segundos, ya que sentía que se acercaba cada vez más al sótano en donde se ocultaba.

    Estaba tan absorta en sus pensamientos, que apenas pudo advertir el sonido de la manija de la puerta... del sótano. Al darse cuenta, corrió rápidamente hacia una de las esquinas de la habitación, que estaba llena de cosas antiguas -cual cuarto de cachivaches- y se acurrucó allí, pues parecía aceptar su destino, su muerte.

    —¿Así que estás aquí? —se oyó la pregunta de Marcus desde afuera—. Mejor para mí, porque no podrás escapar.

    Un momento después, Karen vio que el filo de un hacha rompía en varias ocasiones la madera de esa puerta y comenzó a gritar, aterrada por lo que estaba pasando, por presentir que ése sería su final y que no podría hallar a su pequeña.

    Lo que Marcus no sabía era que Jenna lo estuvo siguiendo en buena parte de su recorrido, porque coincidieron y él no se dio cuenta de que lo hacía. Por eso mismo, la chica entró a la casa taimadamente, ya que no quería que llegara a descubrirla y buscó con la mirada algo con lo que pudiese atacar al tipo, para después ver un leño, el cual tomó con fuerza y, un momento después, clavó en la espalda del asesino.

    Al sentir el golpe, Marcus soltó un grito, a causa del dolor que sentía, pero sacó su daga, dispuesto a acabar con esa chica, que lo miraba fijamente, esperando a que atacara. El hombre buscó clavar su daga en el pecho de Jenna, pero ella detuvo su mano y lo golpeó con la otra en la muñeca, por lo que el arma cayó al piso y ella la alejó de su contrincante, dándole una patada casi de inmediato.

    —Si quieres acabar conmigo, hazlo a mano limpia, idiota —dijo ella finalmente, para hacerle ver a Marcus que no le temía.

    —Será un placer —fue la respuesta que él le dio.

    —¡Dios mío! —exclamó Karen en voz baja—. Se van a matar aquí.

    Ambos adoptaron posiciones de pelea y Marcus fue el primero en atacar, pues trató de darle una patada a la cabeza a Jenna, quien pudo esquivarla y luego le dio un opper a la mandíbula al hombre, por lo que él quedó aturdido por un momento. Sin embargo, pudo tomarla por el brazo derecho y aplicarle una llave; Jenna se quejaba del dolor, pero luego le dio un fuerte pisotón con uno de sus tacones y después le dio un codazo en el abdomen y lo dejó sin aire, por lo que aprovechó ése bajón para darle un puñetazo en el rostro y dejarlo fuera de combate.

    —Eso es para que te quede claro con quién te metiste —dijo ella, al verlo tirado en el suelo.

    Después de eso, Jenna le puso unas esposas y lo dejó atado a una tubería. Entonces vio la puerta -o lo que quedaba de ella- del sótano y se acercó, para luego tirarla de una patada.

    Encontró a Karen acurrucada en ése lugar, muy asustada, por lo que le dijo:

    —Supongo que es la Doctora Jhonson, no se preocupe, vengo por usted.

    —¿Me vas a matar? —le preguntó la mujer, en medio de su temor.

    —No, vine para ponerla a salvo.

    Karen respiró aliviada, porque en medio de lo que había pasado, alguien se preocupaba por ella, pero también se preguntaba ¿quién era esa persona? Se fueron lo más pronto que pudieron de esa cabaña, por si el matón de Van Slyke llegaba a despertar, aunque estaba atado.

    Iban en camino a San Francisco, por lo que la chica llamó a Garrett, para avisarle que ya había encontrado a la mujer y él le contestó:

    —¿Qué pasó?

    —Ya la encontré —dijo ella, seria—. ¿Qué hago ahora?

    —¿Qué más? ¡Tráela!

    —¿Tu dirección? —fue lo que preguntó ella.

    El moreno le dio los datos y ella colgó la llamada, para seguir camino hasta la casa del chico. Karen no decía nada, no tenía ánimos de hacerlo y, aunque tenía ganas de saber lo que Jenna quería hacer, no le preguntó nada, para no molestarla.

    Continuará...
     
    Última edición: 16 Noviembre 2022
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  5.  
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Dejo comentario :D

    Y sigo diciendo, me siento un poco mal por Blake, ya que aun trata de asimilar lo que su padre le dijo y ¡lo sabía! ella sin duda alguna es hija de Karen y Jacob, ¿verdad? sí, lo es. Si que fue una coincidencia el que precisamente Bernie se encontrara con Sean y Nolee, que por cierto chica que lo le cae para nada bien a Blake, ahora me pregunto que es lo que sucederá con ellas dos, ¿seguirán odiándose? o ¿se harán buenas amigas? Espero que ese viaje sea para bien.

    Ahora, tanto Marcus como Jenna están buscando a Jhonson, ¿quien sera quien la encuentre? Sin duda alguna, Karen para esta saga sera una persona muy, muy importante.

    Por cierto, me destrozó el corazón leer lo que le sucedió a Jhonson, es que para una madre el perder a su bebe es terrible, Dios mio, ni ella se merecía eso, pero, ¿quien fue¿ ¿Quien le arrebató a Karen su hija? ¿Puede que el choque allá sido planeado para así poder quitarle a la niña? La persona que se me viene a la mente es Van Slyke, ese hombre lo tiene todo calculado y planeado.

    Excelentes capítulos, espero con ansias el poder leer los próximos. Cuídate Niani, te deseo lo mejor y nos estamos leyendo.
     
  6.  
    Nianimetal

    Nianimetal Una ermitaña en su cueva

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    ¿Tú me espías?

    No, tú eres la Cloe de éste universo. Todo lo descubres, eres mala conmigo, por eso no te spoileo de nada.

    Te extraño montones, lo sabes bien.

    Mi compu tiene meses parada, por eso no he actualizado, pero voy a a ver cómo lo resuelvo.

    Espero que todo esté bien por aquellos lares y que tu familia esté bien.

    Sonia de Arnau

    Me pasé un ratito para editar ésta parte, ya el capítulo 2 está completo en el post de arriba. No me había dado tiempo de arreglarlo.

    Y bueno, por ahora voy a ver si adelanto los capítulos que tengo en borrador, a ver si vuelve la musa. La verdad estoy muy confundida sobre las otras dos partes de IEPCOM.

    TQM.
     
    Última edición: 14 Octubre 2022
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  7.  
    Sonia de Arnau

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    T-T feliz porque seguiré leyendo una de las historias que más me ha atrapado. Me gusta mucho, de verdad. Y yo también te extrañaba, al igual que los personajes *cofTroyMeganCloecof* de esta buena novela. Por cierto, jajaja no, no te espió, pero es verdad, Cloe se parece a mí, O.o ahora sé que ella en realidad es mi yo de un mundo paralelo (¿?) Me gusta mucho sacar mis teorías y conclusiones :) Todos están muy bien, gracias. Y espero que tu computadora se repare rápido o bueno, sé que pensaras en una solución :D

    Y es que Marcus va a lo que va, hasta una hacha llevaba, sí que está bien preparado. Y no es por nada, pero como lo has descrito al hombre, me deja claro que Van Slyke sabía muy bien que iba a hacer su trabajo. Y por un momento me quede absorta de que lo iba a lograr, que iba a matarla, aunque algo dentro de mí me decía, aunque haya hecho cosas malas en el pasado, debe, a como dé lugar, poder re-encontrase con su hija, y ¡mira! Mi plegaría fue escuchada, Jenna llego a tiempo y la salvo y ahora, ¿cuál será la reacción de ella cuando vea al grupo de Megan y/o viceversa?

    Pero eso no es el problema, Marcus, aunque por ahora inconsciente, sé que esos “golpes” lo enfurecerán más y… no sé, pero esto apenas está comenzando y nada bonito pasara mientras Marcus y el genio que ha ideado todo, sean detenidos.

    Creo que eso es todo de mi parte y nos vemós en el próximo capítulo. Cuidate.
     
  8.  
    Nianimetal

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    Capítulo III:

    La Fuga de Van Slyke


    Pocas horas después de lo ocurrido en la mansión en donde había estado viviendo Van Slyke, en la ciudad de Los Ángeles,se encontraban apostados varios agentes de la Policía Central, en el marco de todo lo que concernía a la investigación del asesinato de Irina, realizando el levantamiento del cadáver, para después enviarlo a la morgue, donde el equipo forense le practicaría posteriormente la autopsia de rigor. La misma, al estar a la orden de las autoridades, serviría como base para determinar la causa de su fallecimiento; además de recabar evidencias de la escena del crimen, para llevarlos a un laboratorio, en el que podrían analizarlas. En aquel lugar no había el más mínimo rastro del asesino de esa chica, pues el hombre se marchó de allí apenas su hija Nolee se fuera, aterrada al ver que la había matado ante sus ojos.

    Jacob también se hallaba en las cercanías de aquella vivienda, debido a que, a pesar de ser el socio principal del Sanangelino en sus negocios turbios, tenía que mantener las apariencias frente a sus subordinados; al poseer el cargo de Jefe de dicho organismo policíaco. Y él ya sabía de antemano lo que sucedería luego: que todas las averiguaciones del caso iban a desembocar en el hecho de que se eliminarían todos los cargos que pesaran en su contra, alegando falta de evidencia probatoria contundente que lo inculpara -la única que podía demostrar su culpabilidad era su hija, al ser testigo del crimen-, y de esa manera, saldría bien librado de llegar a pisar una celda.

    Mientras se encargaba de supervisarlo todo, se retiró a un área apartada de la casa, para que nadie llegara a verlo; entonces tomó su celular y marcó su número, porque quería saber qué había sucedido. Un momento después, escuchó la voz de su jefe, quien le preguntó:

    —Fitzpatrick, ¿cómo va todo?

    —Eso es lo que yo quisiera preguntarle, jefe —dijo él, en voz baja, pero con firmeza, para hacerle notar su molestia—. ¿Cómo fue que Irina, una de mis mejores sicarias, apareció muerta nada más y nada menos que en su casa de Los Ángeles?

    —Yo la maté.

    —¿Puede decirme por qué demonios hizo eso? —fue la pregunta que formuló el policía, que se notaba muy enojado, aunque seguía hablando en voz baja.

    —Porque era una incompetente, ya que no pudo asesinar a mi hijo menor, como tú y yo lo habíamos planeado. ¿Cómo querías que reaccionara ante semejante noticia?

    No era necesario que el hombre le explicara absolutamente nada acerca de lo que debió haber sentido apenas se enteró de que Irina, la más experimentada, sádica, letal y temible de todos los asesinos a sueldo que tenía a su servicio, y a la que él mismo había entrenado en el "criadero" desde que era una niña, no había conseguido llevar a cabo la tarea que se le encomendó, de acabar con la vida de Troy, después de que Ian fallara en la misma, en la casa de Bernard Ferguson en Texas. Él sentía exactamente lo mismo en ése momento: la más cruda, fría y profunda impotencia, ya que él también deseaba, desde lo más profundo de su ser, con toda su alma y su corazón que el chico muriera, pagando de esa forma por el daño que le había causado hacía cinco años atrás -cortándole el brazo-, cuando se le enfrentó en la sede de IEPCOM, mientras él buscaba junto con sus sicarios a la XR-6, y entonces se atrevió a comentarle:

    —Bueno, entiendo eso. Pero pienso que esa no era una razón de peso, ni un motivo lo suficientemente fuerte para matarla, señor.

    —No fue solamente eso —prosiguió Van Slyke—. Mi hija fue a la mansión antes de que ella llegara y, estando allí, esa chica tuvo la gran idea de contarle todo.

    —¿Todo?

    —Sí, todo —le confirmó su socio—. Que soy el líder de una organización criminal de tráfico de armas internacional, y que tenemos asesinos a sueldo a nuestra disposición, que son entrenados desde niños en el "criadero", un lugar secreto ubicado en los Estados Unidos.

    —¿Qué más le dijo Irina a su hija?

    —Que después del bombardeo a la Isla de Santa Esperanza, envié a Troy al "criadero", para que lo entrenaran como sicario —fue su respuesta—. Y que como se rebeló contra la organización, además de escapar, envié a Ian Mc Keller y luego a ella para que lo asesinaran, apenas supe en donde estaba. |Ahora Nolee me odia y no quiere saber nada de mí! Por eso le disparé.

    —¿Dónde está ahora?

    —Voy a la pista clandestina que tenemos aquí en Los Ángeles, a tomar un vuelo a Santa leah —le dijo él—. Creo que ya es tiempo de que avancemos en nuestros planes, socio.

    —¿Eso qué significa?

    —Quiere decir que ha llegado la hora de acabar con nuestros enemigos,de una uez por todas, Fitzatrick.

    Antes de que Fitzpatrick pudiese decir alguna cosa más, su jefe colgó la llamada, lo que se debía a que ya no tenía más ganas de hablar de ése asunto. El policía sonrió levemente al saber que ya le habían dado luz verde para llevar a cabo el siguiente paso de sus planes: atacar al Cuartel General de la Brigada de Liberación y capturar a su líder, el Coronel Hatthaway; para así librarse de aquel grupo armado, que era el único -y que él consideraba como paramilitar- que tenía como meta el dar a conocer al mundo que él era un oficial corrupto, que estaba involucrado en una red de tráfico ilegal de armas, que lideraba su socio, que era Van Slyke -pues no imaginaba que ya su hija Cloe, cuando fue a verlo a dicho lugar, había informado al ex militar de todo lo que sabía sobre ellos-, y al que ambos habían perseguido desde sus inicios, para que no existieran más escollos en sus tratos fuera de la ley, pero que no habían logrado desarticular. No obstante, a pesar de la gran satisfacción que le daba el pensar en poder lograrlo finalmente, volvió junto a los agentes que laboraban en la mansión, para seguir al pendiente de lo que pudieran encontrar, como si se tratara de cualquier crimen.

    Mientras eso sucedía, en otra parte de la ciudad, Alden se encontraba a punto de abordar un avión privado, en uno de las pistas clandestinas que él y su socio, el Jefe de la Policía Central utilizaban para el tráfico de armas de Estados Unidos a San Ángelo, con la intención de regresar a aquel país, que era su tierra natal, y cuando pusiera un pie en suelo patrio, comenzar a preparar todo para el momento en que los miembros del "Escuadrón Alfa", acompañados por aquel sujeto, tomaran el poder en San Ángelo, que era lo que seguía, luego de la toma del Cuartel General de la Brigada de Liberación. El hecho de que detuvieran al líder de aquel grupo rebelde durante la misma, les resultaba beneficioso a ambos, pero no era lo único que ocupaba sus pensamientos, ya que lo realmente determinante era evitar que alguien llegara a dar a conocer a la organización que dirigía, en el futuro, aunque se quitaría un gran peso de encima, con respecto a sus negocios sucios, por lo molestos que podían llegar a ser sus miembros.

    Todavía rondaba en su mente el hecho de que Karen Jhonson, quien había decidido abandonar a la organización, se hallaba en libertad, y tenía todas las posibilidades de revelar todo lo que sabía de la misma, y de sus actividades. Por lo mismo, llamó a Marcus a su celular, para ver si le informaba acerca de la búsqueda de ésa mujer; sin embargo, no recibió una respuesta de su parte -porque en ése instante estaba inconsciente, producto del golpe que le diera Jenna en la cabeza, antes de encontrar a la mujer en la cabaña donde se escondía-, y entonces llegó a una conclusión:

    —Seguramente está buscando a Jhonson, y por eso no puede contestarme. Espero que logre dar con su paradero pronto, y la mate de una vez por todas; si no, me veré en graves problemas.

    Eso lo decía porque le molestaba sobremanera que sus planes llegaran a salir mal, por alguna razón -como estaba pasando últimamente en su vida-, pues retardaba todo lo que tenía en mente al respecto. Cuando la contestadora le dio el tono, tomó la decisión de dejarle un mensaje en el buzón de voz, el cual el hombre sabía perfectamente que su mano derecha estaba esperando, desde hacía mucho tiempo:

    —Marcus, espero poderme comunicar contigo lo antes posible, y que me digas que ya lograste cumplir con la orden que te di de acabar con la vida de Karen Jhonson, mi ex socia, como lo has hecho siempre. Y para que veas que te estimo en verdad, por todo lo que te debo, te tengo un obsequio muy especial...

    Lo que hizo después -por medio de aquel mensaje de voz- fue darle, nada más y nada menos que la dirección exacta de la casa de Leticia Pinto, la madre de Garrett, quien era la propietaria legal del inmueble, aparte de hacerle saber que en el mismo se estaba escondiendo su ex novia, Megan Knox, de la que su sicario personal estaba perdidamente enamorado -o más bien, obsesionado-, y a la que quería volver a tener a su lado con todo su ser, pues era lo único que lo mantuvo en pie desde que fuera recluido en prisión. Sin embargo, Van Slyke no había hecho eso porque le importara realmente, si no con el propósito de animarle a que se encargara de sacarla del juego, tanto a ella, como a sus colaboradores en lo que buscaba hacer, que era detenerlos a él y a sus socios, o algo mejor para ellos, porque Marcus era la única persona en quien podía confiar plenamente, y que haría todo lo que estuviese a su alcance para que su organización se mantuviera a flote. Luego colgó la llamada, mucho más tranquilo. y se dijo:

    —Veamos si con éste pequeño estímulo, llegan buenas noticias.

    —¿Hacia dónde nos dirigimos, señor Van Slyke? —le preguntó el piloto de la aeronave, para fijar las coordenadas y la ruta de vuelo.

    —A la ciudad de Santa Leah, en San Ángelo.

    Al cabo de unos minutos, el avión despegó de aquella pista, por lo que el hombre decidió no pensar más en ello, aunque todavía esperaba que sus planes se consolidaran y así, poder cumplir con su meta finalmente, que era tomar el poder en San Ángelo. Simplemente, se dedicó a esperar que llegaran a su país natal, en el que era intocable.

    Continuará...

    ¡A invocar lectoras!

    Sonia de Arnau Marina

    Ya sé que me tardé mucho en tomar la decisón, pero aquí está. Actualizando IEPCOM 3, como debe ser.

    Espero que les guste la continuación. ¡Estoy muy emocíonada!
     
    Última edición: 16 Octubre 2022
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    Nianimetal

    Nianimetal Una ermitaña en su cueva

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    Título:
    La Verdad Sobre IEPCOM 3: El Fin de Una Era
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    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    19
     
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    2145
    Capítulo IV:

    Dudas y Conflictos


    Nada más haber recibido la llamada de su colega -en la que le informaba que ya iba en camino hacia su casa-, Garrett, quien después de la llegada de Troy e Ian a la misma, se había retirado al sótano, a seguir revisando las cámaras de vigilancia de la mansión de Van Slyke; volvió a la sala a darle la buena noticia a Megan y al resto del grupo, porque consideraba que era muy bueno que lo supieran, debido a que Karen era la única persona que podría darles toda la información que necesitaban para poder tener las pruebas suficientes, y así, acabar con la organización; además, ella era testigo y cómplice de todo lo que Van Slyke y Fitzpatrick habían hecho, por lo que debían protegerla, a pesar del mal que había causado en el pasado, pues lo que ella sabía era crucial para detener a ambos hombres. Al ver que se encontraba de muy buen humor, Sadako le preguntó, intrigada:

    —¿Pasó algo, Garrett?

    —¿Recuerdan que les comenté que una conocida mía estaba buscando a la Doctora Jhonson? —les preguntó, para entonces contarles lo sucedido—. Les informo que acabo de hablar con ella, me dijo que la encontró y ya viene en camino para acá con la mujer.

    Un largo y hondo silencio se apoderó de todos y cada uno de los rincones de aquel lugar, apenas el hacker les diera aquella noticia: Cloe se limitó a sonreír, lo cual le hacía ver a su pareja que le alegraba mucho el que su plan funcionara,ya que lo mismo significaba que todo podría estar a punto de salir a la luz, y que todo el mundo conocería la verdad sobre la organización criminal a la que ella había pertenecido, junto a Fitzpatrick y a Van Slyke. Stuart guardó silencio,puesto que él no pensaba que esa mujer quisiera ayudarlos, porque al enterarse de que ellos eran las personas que la habían estado buscando, seguramente iba a desconfiar de sus intenciones, por lo acontecido en IEPCOM hacía cinco años atrás, y por el hecho de que, si daba a conocer todo lo que sabía del cartel de sus antiguos socios, sería considerada como su cómplice por la ley, entonces acabaría pagando una condena en prisión, igual que ellos.

    Megan no dijo nada -no podía hacerlo-, porque estaba comiendo. El que Troy se reuniera con ellos de nuevo, después de todo lo que había pasado, le había dado nuevos ánimos, en medio de tantas cosas malas, aparte de devolverle el apetito; sin embargo, sabía que era algo muy bueno que Karen se encontrara junto a ellos en esos momentos, a salvo de Van Slyke y su ex esposo, quienes pensaban eliminarla, como consecuencia de que dejara la organización, y también esperaba que colaborara con el grupo y con la justicia, testificando contra ambos hombres y contando todo lo que sabía, aunque no estaba segura de que quisiera ayudarlos desinteresadamente. Por otra parte, Sadako pensaba en que vería de nuevo a esa mujer, que era la responsable de que ella y el resto de los XR fueran creados -como resultado del "Proyecto Irión", que se llevó a cabo en IEPCOM-, cosa que a la chica le daba curiosidad; mientras Troy era presa de una enorme sorpresa, ya que nunca pensó en que a los chicos les interesara hacer tratos con ella, tras todo lo ocurrido en el pasado, porque él había sido testigo de eso desde que era un niño, y con respecto a Ian, no dijo nada, para él no era nada conocido el nombre de esa mujer, y no le parecía importante.

    —La verdad es que yo no espero que ella quiera ayudarnos —sentenció Stuart al fin, para dejarles saber a todos que no estaba de acuerdo con eso—, y yo no confío en esa mujer, no sabemos cuáles son sus intenciones en verdad. muchachos.

    —Estoy de acuerdo con él —lo secundó Troy, pero se basaba más en lo que había vivido durante su niñez y su adolescencia—, ella nunca me dió buena espina.

    —¿No pueden darle una oportunidad? —les preguntó Cloe—. Espero que ella quiera ayudarnos, ahora que abandonó la organización.

    —¡Por favor! —replicó el moreno, algo fastidiado—. ¿No pueden entender que esa mujer hizo todo eso por órdenes de su jefe, y no por su voluntad? Ella tiene una hija desaparecida, a la que siempre ha estado buscando, la desesperación la cegó y no se dio cuenta de que lo que estaba haciendo no era lo correcto en el momento en que pudo negarse... pónganse en su lugar.

    Troy se quedó sin palabras al escuchar lo que acababa de decirles Garrett, debido a que él no tenía conocimiento del motivo que hizo que esa mujer se uniera a ése cartel criminal, además de haber hecho tantas cosas malas solo porque a su padre y a Fitzpatrick les era conveniente, pero la comprendía -al menos hasta cierto punto-, tal vez por el hecho de que su madre había hecho cosas que a nadie más se le hubiesen ocurrido, sólo por él. Claro, su caso era muy diferente, ya que su madre había decidido separarse de su esposo y, sobre todo, de su hija, para irse a un rincón remoto de San Ángelo, a cuidar de él, que era uno de los poseedores de la "maldición", cosa que nadie que se preciara de tener al menos tres dedos de frente haría en aquel país, aparte de arriesgar su propia vida y perderla, por la única razón de protegerlo, en el bombardeo y el ataque a la Isla de Santa Esperanza. Y era por eso que él tenía claro que las madres podían amar tanto a sus hijos, que podían cometer cualquier locura por ellos.

    —¿Y cómo se supone que conseguiremos su ayuda? —preguntó Megan.

    —Pues le ofrecemos ayuda para dar con el paradero de su hija —propuso el hacker—. Tal vez así nos diga lo que sabe.

    —Burdo chantaje —replicó Stuart—, seguramente eso fue lo que Van Slyke le ofreció para que se uniera a su organización.

    —¡No seas aguafiestas, Stuart! —le reclamó Cloe.

    —Yo mismo la buscaré —culminó el hacker, un poco desanimado, al ver su pesimismo—, haré lo que esté en mis manos para encontrarla.

    —Estuviste buscando a Troy por cinco años —dijo Stuart, muy serio—, pero no lo encontraste. ¿Cómo esperas entonces hallar a esa chica, Garrett?

    Ya aquella discusión se estaba tornando un poco fuerte, por lo que Doña Leticia se dirigió hacia donde estaban ellos y, antes de que su hijo -quien ella sabía perfectamente que tenía un carácter muy fuerte, y podía reaccionar mal-, o alguno de los jóvenes llegara a decir alguna cosa que generara un mayor nivel de malestar entre ellos, los interrumpió, diciendo:

    —¡Dejen de discutir! Parecen perros y gatos. Se supone que ustedes se encuentran aquí para pensar y ponerse de acuerdo en lo que harán para detener a ése tal Van Slyke y a su socio.

    —De acuerdo, mamá —dijo su hijo—. ¡Pero es que Stuart es muy negativo!

    —Tiene razón, Doña Leticia —agregó Stuart—. Debemos concentrarnos en atrapar a Van Slyke y a su gente, no en pelearnos.

    Un momento después, Troy le dijo al resto del grupo, con algo de prisa:

    —Voy a salir un rato, muchachos.

    —¿A dónde? —interrogó Megan, intrigada por su repentino aviso.

    —Ian está afuera, voy a hablar con él y vuelvo.

    —Está bien —le dijo Cloe, para luego advertirle—, pero no te vayas de nuevo sin decirnos nada. ¿Entendido,Troy?

    —Les dije que ya regreso, chicos —les dijo él, para luego salir de la casa.

    Al encontrarse ya en el jardín de la casa, ubicado en la zona frontal de la misma, caminó hacia donde estaba el vehículo en el que Ian se trasladaba -que era de su padre-, ya que el mayor se hallaba a un lado de la carretera, con su celular en la mano, intentando comunicarse con Louie; que no respondía a ninguna de sus llamadas, por lo que tenía muy mal semblante. Fue al verlo en tal estado, que el menor le preguntó, algo preocupado:

    —¿Qué te pasa?

    —Que Louie no me atiende —respondió Ian. de mala gana—.¡Odio que él nunca me tome en cuenta para nada que tenga que ver con sus asuntos!

    —Insiste, debe estar ocupado.

    Volvió a marcar el número del celular de su padre adoptivo, para después esperar a que el hombre le atendiera la llamada, lo cual ocurrió un momento después. Pero lo que hizo Louie fue preguntarle:

    —¿Qué sucede contigo, Ian? Estaba hablando con Lance sobre los planes que llevaremos a cabo ahora contra Van Slyke. ¿Qué es lo que quieres?

    —Necesito que envíes a unos hombres a donde estoy, para que protejan a la Doctora Knox —fue la petición de Ian—. Sabes que es un blanco para Van Slyke, porque sabe mucho sobre él y sus planes, es importante que lo hagas.

    —No puedo.

    —¿Por qué no? —le preguntó Ian, exaltado—. Sólo unos hombres, Louie... podrían venir sicarios de su organización a atacarla en cualquier momento.

    —¿Sabes lo que es serio en verdad? Van Slyke mató a Irina, una de sus sicarias, en Los Ángeles, se fue a San Ángelo y tiene planes de atacar a la Brigada de Liberación seguramente.

    —De acuerdo, Louie. Van Slyke y sus planes de acabar con la Brigada de Liberación, con los Rebeldes de San Ángelo y de tomar el poder en el país, siempre van a ser más importantes que cualquier cosa que tenga que ver conmigo—dijo él, para luego hacer un ademán de colgarle, ya que estaba muy molesto con ése hombre, porque siempre lo mantenía al margen de sus asuntos.

    —Pásame eso —le pidió Troy, serio.

    Ian le entregó el aparato al chico, con desgano, porque estaba más que seguro de que, por más que él intentara razonar con su padre adoptivo, no lograría convencerlo de nada. Conocía muy bien a ése hombre, y sabía perfectamente que Louie era muy terco, que tenía muy mal carácter y que lo único que lo motivaba en la vida era que se llegara a derogar la Ley de División en San Ángelo, y detener a Van Slyke, acabando de esa manera con "La Estrella del Norte", la organización que él lideraba, porque había sido el causante de la muerte de muchos de los habitantes de aquel país, y había reclutado a muchos niños que eran provenientes de la Isla de Santa Esperanza, para que fueran sus sicarios, pues él buscaba defender sus derechos; era muy difícil el dialogar con él en muchas ocasiones, por eso mismo, pensaba que era una causa perdida.

    —Buenas tardes, señor —inició el menor—. Lo que su hijo le quería informar a usted es que...

    —Perdón, no sé quién eres, pero no pienso cambiar de opinión —recalcó el hombre.

    —Le pido encarecidamente que me deje hablar —le dijo Troy, emlpleando un tono de voz cortante—. Bien, usted seguramente quiere tomar acciones contra Van Slyke a la brevedad posible, pero tiene que enviar a unos hombres a éste lugar; en unas horas, la Doctora Jhonson vendrá aquí, y si su plan no se llegara a concretar, ella podría colaborar con el caso, para que vaya a prisión.

    —Eso cambia las cosas —dijo el mayor—¿Para cuándo?

    —Lo antes posible —sugirió el menor.

    —De acuerdo, espérenlos —le dijo el hombre.

    —Gracias —concluyó Troy, para luego colgar la llamada.

    Un momento después, le entregó el teléfono a Ian, quien no pudo evitar preguntarle, puesto que estaba muy sorprendido, por lo que había logrado oír de la conversación entre ellos:

    —¿Qué te dijo?

    —Que lo hará —respondió el menor, sereno.

    Entonces, ambos jóvenes se dirigieron hacia el interior de la vivienda de la familia Abay, con la intención de hacerle saber a Megan y a los chicos acerca de lo que habían convenido con Louis Mc Keller, y para ver si finalmente habían logrado ponerse de acuerdo sobre lo que pensaban hacer, ya que eso era absolutamente necesario en esos momentos. Mientras caminaban hacia la casa, Ian no dejaba de pensar en lo que acababa de suceder, puesto que el más chico había manejado el asunto con ése hombre de una forma tan sencilla, que lo hacía ver como si fuera un juego de niños, algo que lo tenía asombrado. Lo que no sabía era que Troy, desde que comenzara a ser entrenado en el "criadero", tuvo que aprender a cómo negociar con personas como su padre adoptivo en situaciones de dicha índole, además de que tenía que lidiar con Fitzpatrick y con Jhonson, y soportar a los demás chicos que vivían en aquel lugar, como Irina y Zack, con los que no se llevaba bien.

    Continuará...

    Dejo otro capítulo por aquí, espero que les guste el cómo se va desarrollando la trama, le estoy poniendo muchas ganas.

    Nos leemos luego.
     
    Última edición: 9 Diciembre 2022
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    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Hola, Niani... ¡bienvenida! Wow, me llevé una grata, pero inesperada, sorpresa. Yo pensé que antes de terminar esta tercera entrega ibas a traernos la nueva versión, o tal vez soy yo quien entendió mal, o al final fue tu decisión. En realidad eso es lo de menos, nunca está de más terminar la historia, ¡qué gusto volver a leer esta aventura! Quizá tardé un poco porque hay me tiene ayer en la noche antes de dormir leyendo por encima de nuevo IEPCOM 1 y 2 para refrescar un poco la memoria.

    Bueno, ahora sí, comencemos con el comentario de estos capítulos.

    Capítulo 3 y 4:

    Voy a ser honesta, me resultó muy nostálgico volver a leer y recordar a estos personajes; Megan, Troy, Cloe, Garrett, la doctora Jhonson, el corrupto Fitzpatrick, de Nolee, y etc. Me hizo recordar algunas cosas como el personaje de Blake, y el hecho de que descubrió que su padre no es su padre biológico, y que ambos estuvieron cuidando de Troy cuando éste escapó de todo lo sucedido en IEPCOM 1, y que ahora se encuentre reunido de nuevo con Megan y compañía, mientras están haciendo todo lo posible por que la verdad de IEPCOM salga a la luz, me hizo añorarlos. Aunque claro, deben tener cuidado en quien confían, porque nuestros amigos se encuentran en un cierto dilema.

    Estoy de acuerdo con Stuart, pese a todo, me encantaría poder decirles que pueden confiar, pero lo mejor para ellos, estando en su situación, es que piensen con cuidado, sobre todo ahora que están más cerca de descifrar y difundir la verdad de aquella compañía de la que eran parte. No pueden andar a ciegas y deben pensar muy bien sus pasos, ya que, como vimos en el capítulo tres, Van Slyke; rememorando el personaje malo y brutal que puede llegar a ser, me recordó el temible villano que es.

    Fue la sentencia que dio, ahora ya no hay vuelta atrás, definitivamente es el comienzo, e inminente, guerra de la que Megan mencionó anteriormente, y por lo que se vio, en ese tercer capítulo, está movilizando (y presionando) las cosas.

    Estoy de acuerdo con Ian, en que, por lo menos, estén al tanto de un poco los movimientos de Van Slyke, quien sin dudarlo puede hacer cualquier cosa, después de todo asesinó a una de las sicario más importantes, ¿qué no haría ese hombre? Louse, junto con el grupo de Megan y Troy, tienen la misma meta, detener a Van Slyke, deberían unir sus fuerzas, y me alegra saber que por ahora, se concretó eso.

    Respecto a la lo demás, debo decir que hay varios errores que encontré, no ortográficos, más bien tipográficos:
    (coma en vez de punto)
    (recibió, una)
    (después de punto va letra mayúscula)
    (Creo que quisiste decir ¿estímulo?¿?=
    (Simplemente)

    No son graves, y es comprensible que se escapen utilizando un celular, pero los mencionó para que sepas, fuera de esos errorsitos, la lectura es perfecta, y me gusta más porque es más detallada a lo que recordaba.

    Pues nada, Niani, la historia continúa pintando muy bien, ahora me gustaría saber más acerca de qué es lo que harán nuestros amigos y cómo es que enfrentarán a Van Slyke y al corrupto de Fitzatrick, y lo que sucederá con la doctora Jhonson, que si bien, nunca ha sido de mi agrado, sé que es una pieza clave para la trama, añadiendo que pese a todo, espero que pueda re-encontrarse con su hija.

    Nos estaremos leyendo. Saludos.
     
  11.  
    Nianimetal

    Nianimetal Una ermitaña en su cueva

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    Sonia de Arnau

    ¡Qué bueno que pudiste pasar por aquí! Sabes que te aprecio, y mucho.

    Ya corregí, muchas gracias. Sí, los capítulos se me están haciendo más largos. Y en el celular... ¡ni hablar!

    Pasa que decidí postear los capítulos de IEPCOM 3, antes de lanzarme de lleno a la aventura salvaje de hacer el reboot. Es que no quiero que se repita lo de antes: que por cosas ajenas a mi voluntad, IEPCOM se quede a medias.

    Y prepárate para lo que viene... en serio.

    Nos leemos luego.
     
  12.  
    Nianimetal

    Nianimetal Una ermitaña en su cueva

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    Título:
    La Verdad Sobre IEPCOM 3: El Fin de Una Era
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    Capítulo V:

    Obsesión


    Marcus despertó. Lo primero que sintió fue un fuerte dolor de cabeza, a causa del golpe que Jenna le había propinado, además de que estaba muy aturdido. Habían transcurrido ya algunas horas desde que la chica se llevara de la pequeña y ruinosa cabaña, ubicada a las afueras de aquel pueblo en el Estado de Oregon, a la Doctora Jhonson; no sin antes tener que enfrentarlo. El matón de Van Slyke intentó levantarse del suelo, con la clara intención de dirigirse hacia la puerta de aquel lugar, descubriendo entonces que se encontraba esposado a una tubería -que la chica le había puesto, antes de marcharse de allí-, y supuso que todo era obra de la muchacha con la que luchara en esa casucha. Fue por eso mismo, que él exclamó, cárdeno de furia:

    —¡Esa estúpida chica me las va a pagar! No tiene ni la más mínima idea de lo que le ocurre a los que se meten conmigo... pero ya lo sabrá, eso es seguro.

    Se sentía totalmente frustrado al hallarse en semejantes condiciones, y no poder cumplir todavía con la orden que Van Slyke le había dado de asesinar a la mujer, que antes se encontraba oculta en ése sitio, pues él le había dado su palabra de que lo haría. Él sabía muy bien que su jefe contaba con ello, porque el que la ex esposa de Fitzpatrick, el Jefe de la Policía Central -y su antigua socia-, al estar con vida, era una amenaza para sus planes, por lo que debía evitar que llegara a contar todo lo que sabía acerca de la "Estrella del Norte", la organización criminal a la que había pertenecido hasta hacía poco, y que seguramente los llevaría a todos -incluso a sí misma- a prisión. Por esa misma razón, respiró hondo y buscó calmarse, puesto que seguía muy molesto, para luego decirse:

    —Bien, ahora debo buscar la manera de zafarme de aquí lo más pronto posible. No pienso quedar mal con mi jefe...

    Acto seguido, el hombre se dispuso a echarle un vistazo a la tubería a la que estaba esposado, con mucha calma -pues sabía a la perfección que para él, sus planes salían mejor cuando tenía la mente despejada-, y al revisar ésta, pudo notar que tenía muchos rastros de óxido, ya que era muy antigua, y dedujo que se podía romper si se le aplicaba algo de fuerza, o que podría estar rota en alguna parte. También pudo notar que las esposas se encontraban sujetas al tubo de un sólo aro, mientras que el otro estaba sujetando su mano izquierda, cosa que celebró en su interior, al ver que le sería sencillo revisar la tubería, por lo que comenzó a avanzar, siguiendo la instalación de ésta por la cabaña, de cuclillas, haciendo rodar el aro de las esposas por ella, para buscar un punto débil en su estructura.

    Tardó un poco en dar con él, pero al final lo consiguió, ya que una de las uniones de la tubería estaba mal enroscada -creyó que se debía a alguna reparación del tubo, en la que habían pasado por alto ése detalle-, aparte de que el óxido la corroía por todas partes, debido al abandono que había sufrido la casa durante años, cosa que no importaba mucho en ése momento. Ya allí, intentó desenroscar la unión por sí mismo, usando todas sus fuerzas para ello, sin embargo, no obtuvo los resultados que esperaba, porque, si bien, dicha tubería se veía en malas condiciones, era mucho más fuerte de lo que él había pensado. Tal situación hacía que Marcus ya comenzara a desesperarse, al ver que se hacía cada vez más tarde, y que si perdía más tiempo, se corrían más riesgos de que la Doctora Jhonson contara toda la verdad, algo que él no podía permitir; entonces pensó en buscar otra alternativa para conseguir romper la tubería, por lo que recorrió de nuevo lo que ya había avanzado y, mientras lo hacía, divisó una pequeña hacha tirada en el suelo, no muy lejos de él. Fue por eso mismo que se dijo, más sereno.

    —Esto será pan comido.

    Su plan era claro: tomar el hacha y cortar la tubería con ella, para poder liberarse y continuar con su búsqueda. Trató de tomarla con su mano libre, pensando que podía alcanzarla, sin éxito, entonces usó sus piernas, para ver si la alcanzaba, y lo logró, aunque se tardó un poco para hacerlo, seguidamente usó sus pies, con la finalidad de acercarla un poco más a él; nada más tenerla a su alcance, pudo agarrarla con su mano y después de eso, volvió a ponerse de cuclillas, ya en ésa posición, retornó al área del tubo en la que se hallaba la unión mal enroscada, lo más pronto que pudo. Justo después de llegar allí, Marcus comenzó a cortar aquella tubería con el hacha, porque sabía que así se ahorraría algo de tiempo y de fuerza, por no estar del todo asegurada, además de que lo oxidada de la misma le ayudó un poco, y al pasar unos minutos, ya se encontraba libre, como fruto de su extenuante tarea.

    Nada más liberarse, lo primero que hizo ése sujeto fue sacudirse la tierra de la ropa, y apenas pudo, buscó su celular en los bolsillos de su pantalón, con la intención de ver si su jefe se había comunicado con él, pues estaba en modo silencioso, y no había escuchado nada en ése tiempo -ni tenía cabeza para hacerlo-, mientras se zafaba de aquella tubería. Al revisarlo, vio que Van Slyke le había dejado un mensaje de voz en su teléfono, antes de irse de los Estados Unidos, huyendo, después del asesinato de Irina, a la vez que se daban las averiguaciones del caso y las cosas se resolvían, esperando a que su hija Nolee no contara lo sucedido en verdad, entonces se dispuso a escuchar lo que decía el mismo.

    Mientras escuchaba lo que aquel hombre le decía en dicho mensaje, el joven se sorprendió en gran forma, y cuando llegó a su fin, en el rostro del asesino a sueldo se dibujó una sonrisa, una macabra sonrisa, pues había esperado el momento de encontrar a su ex novia, de verla de nuevo, luego de tantos años. Hacía más de siete años que no veía a Megan, después de que, en medio de un ataque de celos, le disparara en el pecho, durante una fiesta, en la que ella celebraba, junto a todos sus compañeros de la escuela, el haberse graduado de la Preparatoria, al verla sola, platicando con uno de sus amigos; la bala casi alcanzó su corazón y, tras una complicada cirugía, un grupo de médicos logró salvarla. Por el cargo de intento de feminicidio, Marcus fue arrestado, encarcelado y condenado a pasar quince años en la prisión de Riker's Island, en la ciudad de Nueva York, en donde, debido a su mal carácter, se enfrentó a muchos convictos, asesinando a muchos de ellos, lo que ocasionó que su pena fuera aumentada por muchos más años. Al ver lo que estaba sucediendo con él, su madre, presa de la desesperación, le pidió a su padre, un hombre llamado Reginald Prescott, quien era el dueño y director del Centro de Fertilidad y Laboratorio Biológico de San Ángelo -conocido como SAFCBL-, aparte de ser uno de los hombres más influyentes de aquel país, que la ayudara, entonces él movió todas sus influencias para que su nieto fuera trasladado a la Prisión de Máxima Seguridad de San Ángelo -la misma en donde acabaría Ian, poco después-, ubicada en la capital del mismo.

    Las cosas no cambiaron en absolutamente nada durante su estancia en aquel recinto penitenciario, y un gran número de reos de dicha cárcel fueron muriendo por su mano, con el paso del tiempo; por la misma razón, lo mantenían encerrado en una de las celdas de castigo del penal permanentemente, le pasaban la comida por una pequeña abertura de la puerta de ésta, y no podía ni siquiera ver la luz del Sol. En esa situación tan adversa para él, lo único que lo consolaba, que le hacía seguir luchando, era pensar en Megan, y se la pasaba horas enteras mirando una fotografía, en la que aparecían ambos, de la época en la que eran novios, anhelando con todo su corazón que aquellos tiempos, que fueron tan felices, volvieran. Y ya daba todo por perdido en ésa cárcel, cuando una noche, después de que todos los reclusos se fueron a sus celdas, la puerta de aquella en la que se hallaba encerrado, se abrió, y un momento después, el director de la prisión -que era Van Slyke-, entrara a la misma, de punta en blanco, y ya allí, el joven le preguntó, con mucha ansiedad:

    —¿Qué lo trae por aquí, señor Van Slyke?

    —Buenas noches, señor Sanders —lo saludó el mayor, con tono sereno—. ¿Cómo la está pasando en éste lugar?

    —Es un infierno, director.

    —¿Le gustaría salir de ésta prisión, señor Sanders? —le preguntó el hombre, muy serio.

    —Por supuesto, señor. Tengo muchos asuntos pendientes afuera.

    —No pareciera —comentó Van Slyke—. Tanto en la prisión de Nueva York, como aquí en Santa Leah, ha tenido una conducta absolutamente reprobable, además, asesinó a muchos reos, por lo que su condena aquí será muy larga.

    —Ése es un secreto a voces, señor director. Por algo me tienen encerrado en éste agujero, para que no mate a nadie más, ¿o no?

    —En efecto —afirmó Van Slyke—. Ahora le haré una pregunta. ¿Qué sería capaz de hacer con tal de salir de aqui, señor Sanders?

    —Lo que sea.

    —Entonces le tengo una propuesta, que sé que no podrá rechazar —le dijo el mayor, mientras esbozaba una sonrisa maliciosa.

    Fue de esa manera que Marcus accedió a ser el sicario de Van Slyke, y era tan eficiente al cumplir las órdenes de aquel hombre le daba, que en muy poco tiempo, llegó a ser su mano derecha y lo acompañaba a todas partes, además de ser el único que conocía sus secretos. Estuvo esperando por años el momento en el que su jefe le diera luz verde para hacer lo que más quería en el mundo: ir a buscarla, llevársela muy lejos y -según maquinaba en su retorcida y calculadora mente- ser feliz junto a ella, que era su único amor, por lo que no pensaba desaprovechar aquella oportunidad de oro para cumplir su mayor deseo.

    —¡Gracias, jefe! Yo acabaré con la Doctora Jhonson, cueste lo que cueste, con tal de estar con mi amada Megan —fue lo que dijo él, totalmente embargado por la emoción que lo invadía en el momento.

    Después de eso, Marcus comenzó a revisar el piso de la cabaña, en busca de la daga que él llevaba consigo, y al encontrarla, la guardó en el otro bolsillo de su pantalón; y como encontró las provisiones que Karen había comprado, con la intención de tener qué comer mientras se escondía en ése lugar, aprovechó para llevárselas, poniéndolas en el maletero de su auto, por si llegaba a necesitarlas -pero no durante el viaje para encontrar a la mujer, a quien debía matar, por orden de Van Slyke-, para cuando fuera a buscar a Megan, a aquella dirección que le había dado el hombre, lo cual lo llenaba de mucha impaciencia. Teniendo todo listo ya, subió a su vehículo, el que seguía estacionado frente a la casucha, para poder continuar camino, y hallar a la desertora, pero, al colocar las manos en el volante del mismo, vio que aún tenía las esposas puestas en su muñeca izquierda, por lo que se dijo, muy serio:

    —Ya veré cómo me deshago de ésta cosa.

    Posteriormente, el joven encendió el automóvil, para proseguir la marcha, y entonces, puso su celular en el puerto de carga del mismo, en espera de noticias, órdenes o alguna reprimenda de parte de su jefe -si llegaba a sus oídos que él no había encontrado a Jhonson todavía, por medio de otra persona-, ya que él sabía muy bien que el hombre no tenía la virtud de ser una persona paciente y no le perdonaría una falla de tal calaña, y menos en ésos instantes. Sin embargo, él tenía la convicción de asesinar a Karen de una vez por todas, ya que era su deber obedecer a Van Slyke, y porque al lograrlo, podría disfrutar del premio de estar con Megan finalmente.

    Cuando llevaba un rato en el camino, el sicario se encontró en la vía con una patrulla de la Policía de Medport, cuyos tripulantes le solicitaron que se detuviera a un lado de la carretera y que descendiera de su auto, pues iban a realizar una revisión de rutina. Él acató las órdenes de los oficiales, aunque no quería detenerse.

    Todo parecía ir bien, hasta que lo revisaron a él, pues al ver que llevaba ésas esposas puestas, se alarmaron. Antes de que llegaran a hacer algo más, Marcus sacó la daga de su bolsillo, acto seguido, apuñaló a uno de los oficiales en el pecho; y a una velocidad abrumadora, le cortó el cuello a su compañero, por lo que ambos quedaron tendidos en el suelo, muertos casi de inmediato. Después dijo, burlón:

    —Les agradezco su colaboración, oficiales. Tengo que irme, soy una persona muy ocupada.

    Buscó las llaves para abrir las esposas en la patrulla, y al hallarlas, se quitó las que tenía en su muñeca; además de ver una camisa -parte del uniforme- de una de sus víctimas. Lo que se le ocurrió luego fue una idea genial: le quitó los pantalones a uno de ellos, porque ya tenía la camisa, y se cambió de ropa, para aparentar ser un policía y así, no levantar sospechas ante nadie. Pasó las provisiones a la patrulla, les quitó las armas a los cadáveres de los policías, por si las necesitaba en algún momento, en el futuro, por si, al ir a buscar a Megan a San Francisco, alguien se negaba a dejarla ir con él, porque, a pesar de la orden, ya no aguantaba más. Iría por ella primero.

    Todo eso sucedía mientras el cielo se colmaba de nubes, poco a poco, y después se comenzaran a escuchar truenos, y a verse relámpagos adornando el horizonte, siendo el anuncio de una próxima tormenta.

    O el presagio de un mal augurio...

    Continuará...
     
    Última edición: 22 Octubre 2022
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    Nianimetal

    Nianimetal Una ermitaña en su cueva

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    Título:
    La Verdad Sobre IEPCOM 3: El Fin de Una Era
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    19
     
    Palabras:
    2070
    Capítulo VI:

    Estrategia de Ataque


    El Cuartel General de la Policía Central, ubicada en la urbe metropolitana de la ciudad de Los Ángeles, era el sitio en el que se llevaban a cabo todas las investigaciones relacionadas con los delitos ocurridos en el Distrito Policial: robos, estafas, secuestros, homicidios y demás crímenes imaginables. Cada rama delictiva tenía su propia división dentro del cuerpo policial, en los que se contaba con detectives, agentes y oficiales, quienes trabajaban de manera coordinada, siempre informando de todo al Jefe de dicho organismo, Jacob Fitzpatrick, además de contarle acerca de todos los avances que tenían en sus casos, y debido a los excelentes resultados que se obtenían en el mismo, era considerado como el mejor órgano de seguridad de todo el país. Sin embargo, ninguno de los miembros de la Policía Central se imaginaban que su comandante era, nada más y nada menos, que un policía corrupto, que formaba parte de una red ilegal que se dedicaba al tráfíco de armas y a la trata de personas, desde hacía muchos años.

    En aquel recinto, más precisamente en la oficina de Fitzpatrick, también se daban cita los agentes que se encontraban involucrados en una de las investigaciones de mayor importancia para la Policía Central, como lo era el caso de la Brigada de Liberación. Para los oficiales del organismo, dichas averiguaciones tenían como fin el determinar si aquel frente armado tenía intenciones funestas, como derrocar al Presidente de los Estados Unidos, el organizar algún ataque terrorista contra el Gobierno, o si su motivación era colaborar en mantener el orden en el país; pero fuera de la ley, al estar su líder en contra de la Policía Central, y ver cómo actuar en consecuencia con Hatthaway y sus hombres.

    No obstante, en medio de las circunstancias -luego de que Van Slyke le diera autorización de atacar a la Brigada de Liberación-, se trataba de llevar a cabalidad los planes que él y su socio tenían para sacarlos del camino de forma definitiva, además de cumplir con las órdenes del Sanangelino. Por lo mismo, en aquel lugar se dió cita con los miembros del "Escuadrón Alfa" y con sus sicarios Ken y Zack, para darles instrucciones sobre lo que debían hacer. Y cuando ya todos estaban reunidos allí, el hombre les dijo, muy serio:

    —Damas, caballeros, bienvenidos. Están aquí porque tengo una tarea para ustedes.

    —¿De qué se trata, Fitzpatrick? —le preguntó Zack.

    —Ha llegado la hora de atacar al Cuartel General de la Brigada de Liberación, señores.

    —¿Qué quiere que hagamos, jefe? —interrogó Ken, un poco desanimado, pues lo único en lo que pensaba en el momento era en la muerte de Irina, quien era su novia.

    —Necesito que el Escuadrón Alfa se encargue de atacar al Cuartel General de la Brigada de Liberación y de capturar a su líder, el Coronel Hatthaway. Es de suma importancia que lo dejen con vida.

    —De acuerdo, señor Fitzpatrick —dijo Sydney, para luego preguntarle—. ¿Iremos solamente los altos mandos, o irán más miembros con nosotros?

    —Irán los altos mandos, con un pequeño contingente, de unos cincuenta hombres.

    —Como usted ordene, señor —fue lo que dijo la chica, un momento después.

    —¿Qué hay de nosotros, jefe? —volvió a intervenir Zack, impaciente.

    —Zack, tú y Ken se ubicarán cerca de la sede del Cuartel General, vigilando que no se acerquen miembros de la Brigada de Liberación y, si lo hacen, deben capturarlos.

    —¿Lo haremos sin ayuda? —protestó Zack, que estaba un poco confundido aún.

    —No creo que el Escuadrón Alfa llegue a necesitar de la ayuda de alguien más para que logren cumplir con su tarea. Y la suya es por mera precaución, muchachos.

    —Muy bien, jefe —acordó Ken, si muchos ánimos.

    —Pueden irse ya. ¡No hay tiempo que perder!

    Apenas el Jefe de la Policía Central diera esa orden, todos los que se hallaban presentes en ése lugar salieron de las instalaciones del cuartel, no sin que antes les suministraran los datos de la ubicación de la sede principal de aquel grupo paramilitar, que tenía en su poder, para luego irse lo más pronto que pudieron del mismo, para cumplir con las órdenes que acababan de darles, cada grupo con su parte. Los primeros en irse fueron los miembros del Escuadrón Alfa, ya que para ellos, las órdenes de Fitzpatrick debían ser acatadas al pie de la letra y en el menor tiempo posible, abordando un camión militar de buen tamaño, con dirección a su guarida, para buscar a los que conformarían el contingente de hombres que irían con ellos a ésa misión. Con respecto a Ken y a Zack, ambos subieron a un pequeño auto, en el que tenían guardadas armas de corto y de largo alcance, aparte de las Bo shurikens del mayor y las Sais del menor, para enfrentar a los miembros de la Brigada de Liberación que llegaran a las cercanías de su objetivo durante el ataque, manteniendo la operación segura, y se fueron de allí.

    Nada más quedarse sólo en su oficina, Jacob volvió a ocupar su mente en Karen, pues él seguía preocupado por lo que pudiera suceder -porque no sabía que se encontraba a salvo ya-, sin embargo, su preocupación no se debía al hecho de que no quisiera que su ex esposa muriera a manos del sicario de Van Slyke, al haber estado casado con ella por varios años, además de ser la madre de su única hija, a la que ambos habían buscado desde el mismo instante en que se perdiera, en San Ángelo, hacía ya unos dieciocho años. Lo que en realidad le interesaba a él, al igual que a su socio, era que muriera, lo que dejó muy claro, diciendo:

    —Karen no estaría en ésta situación si no se hubiese rebelado contra Van Slyke, por su afán de encontrar a nuestra hija, que seguramente debe estar muerta. Ella se lo buscó, y lo mejor que puede pasar es que muera, porque si llega a contar todo lo que sabe, acabaría con la organización, y también con nosotros.

    Y recordando que debía cumplir con las órdenes de Van Slyke de tomar el Cuartel General de la Brigada de Liberación -un asunto del que ya se estaba ocupando-, sin mayores complicaciones, comentó, muy serio:

    —Espero que todo salga bien, o si no, voy a ser el siguiente en la lista negra de Van Slyke, después de mi ex mujer y de Troy, claro.

    En ése momento, el hombre observó su brazo robótico, secuela del enfrentamiento que se dió entre él y el menor, hacía ya cinco años atrás, en medio de la ejecución de su plan para infiltrarse en el interior de las instalaciones de la compañía IEPCOM, junto a sus sicarios, con la intención de llevarse con ellos a la XR-6, que Karen no había podido sacar de allí -que Cloe había rescatado. y sacado de la misma, al escapar con los chicos y con Sanders, y vivía con ellos desde entonces, con el nombre de Sadako-, y de colocar varias cargas explosivas en la estructura del complejo, para destruirlo, y que el chico intentó impedir, luchando contra él, lo cual acabó en que le cortaría la extremidad en medio de ésa pelea. Desde aquel día, su único deseo en la vida era hacerle pagar al chico por lo que le había hecho y, por lo misma razón, mientras lo mantuvo cautivo en el "criadero", luego de lo ocurrido, ordenó qun su dieta fuera solamente de pan y agua, aparte de que lo encerró en una de las celdas de castigo, y en las sesiones de entrenamientos de los sicarios y de los XR, antes de que creara el "Escuadrón Alfa", los realizaban golpeándolo a él., hasta que perdía el conocimiento, o lo dejaban en mal estado de salud; eso sin que se contaran las dos ocasiones en que había planeado -junto a Van Slyke- acabar con su vida, por medio de sicarios.

    Pero en ése instante, vio aquel brazo como un arma, con la que él mismo podría darle muerte al muchacho, sin mayores complicaciones, así como con cualquier persona que se atravesara en su camino, para impedir sus planes. Entonces el hombre se dijo, un poco más tranquilo:

    —Aunque yo podría acabar con el mismo Van Slyke tranquilamente, aplastarlo como a una cucaracha, y convertirme en el único líder de la organización "Estrella del Norte" si quisiera. Muerta mi ex esposa, ya no habría manera de impedirlo.

    Todo ésto lo decía, sin tener ni idea siquiera de que un momento después de haber iniciado aquella reunión con sus mejores sicarios y con los miembros del Escuadrón Alfa, Kyle -quien quería mostrarle algunos avances acerca de la investigación, que estaba adelantando, por el asesinato de Irina, para que le diera su opinión al respecto- se había acercado hasta esa oficina, por lo que alcanzó a escuchar todo lo que había conversado con ésas personas sobre sus planes de acabar con la Brigada de Liberación. Cuando salieron de ése lugar, tuvo que disimular ante ellos, para que no se dieran cuenta de que los espiaba, y siguió escuchando, por lo que descubrió que era parte de un cartel criminal, aparte de sus nacientes planes para tomar el control total de la misma.

    Fue por lo mismo que regresó a su cubículo, ubicado en la División de Homicidios, en donde aprovechó para llamar a Jenna, que era su compañera:

    —¿Por qué me llamas, Kyle? ¿Qué sucede? —le preguntó la chica, al atenderle, con tono cortante—. Estoy ocupada.

    —¡Tenías razón, Jenna! ¡El jefe es un corrupto! —exclamó él, sin salir de su asombro, por lo que acababa de escuchar—. Forma parte de una organización ilegal de sicariato, lo cual es terrible.

    —Eso es sólo el principio, Kyle, se pone peor—aseveró ella, muy seria—. La organización a la que pertenece se dedica al tráfico de armas, aunque también han realizado trata de personas; su líder, Alden Van Slyke, es un hombre muy poderoso, que proviene de un país poco conocido, llamado San Ángelo.

    —¡Los criminales de cuello blanco son los peores! —se quejó el mayor, molesto—. Piensan que, por tener poder, el largo brazo de la ley no puede tocarlos. Pero el Jefe Fitzpatrick tiene planes de dejar fuera del juego a su socio, para ser el nuevo líder.

    —¿Se cansó de seguir órdenes? —fue lo que preguntó Jenna.

    —Efectivamente, amiga —confirmó el hombre—. Ahora se va a desatar una guerra de poder entre Van Slyke y Fitzpatrick, para ver quién toma el control del cartel. Sin embargo, antes de eso, piensan quitar de en medio al Coronel Hatthaway, su principal rival.

    —¿Atacarán al Cuartel General de la Brigada de Liberación? —interrogó la ex aspirante, sorprendida.

    —Sí —le comentó el detective—, le dio órdenes al Escuadrón Alfa para que se encargaran de ése asunto, pues son sus hombres de confianza.

    —Lo suponía —concluyó la joven—, gracias por contarme, compañero.

    —De nada, Jenna —dijo él, para luego colgar la llamada y volver a sus labores, porque no quería levantar sospechas ante ninguno de sus compañeros de trabajo.

    Jenna, apenas se enteró de los planes que tramaban Van Slyke y Fitzpatrick en contra de la Brígada de Liberación y de su comandante, el Coronel Hatthaway, aceleró la velocidad del vehículo en el que se desplazaba, pues sabía muy bien que era información de una importancia vital para su causa, y tenía mucha prisa por llegar a la casa de Flash Fingers, su colega en el bajo mundo de la informática, porque ya se encontraba cerca de Fillmore y quería dejar en ése lugar a la Doctora Jhonson. Por otra parte, Karen -a la que le bastó solamente con escuchar esa conversación para entender lo que sucedía- pensaba en que, si su ex esposo conseguía tomar el poder en la "Estrella del Norte", sería su oportunidad para hacer todo lo que no había podido en el pasado, sin que nadie le pusiera límites, pues entre ambos hombres, Jacob era mucho más cruel, tanto en su proceder, como en su manera de manejar los asuntos de la organización. Eso era algo muy preocupante para ella, ya que sabía perfectamente que no le importaría nada en la vida, con tal de alcanzar sus objetivos, y salirse con la suya.

    Continuará...

    Sonia de Arnau Marina

    Aquí vengo con nueva actualización de IEPCOM 3.

    Espero que les guste cómo está avanzando ésta historia.

    Nos leemos luego.
     
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    Nianimetal Una ermitaña en su cueva

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    3060
    Capítulo VII:

    Rectificando


    Ya el sol se había puesto y la noche comenzaba a aparecer en el cielo, callada y fría; no se llegaban a divisar estrellas, ya que las cubrían densas nubes oscuras, desde hacía ya algunas horas atrás, y los relámpagos iluminaban el horizonte al caer, por sus centellazos. A ésas horas de la tarde, Jenna aún se encontraba conduciendo el auto de su madre, luego de que hallara a la Doctora Jhonson, por la mañana, y debido a eso, el sueño ya comenzaba a apoderarse de ella, mas no se permitía a sí misma descansar todavía, porque no quería dejar de cumplir lo acordado con Garrett, al ser una persona de su entera confianza. Y menos cuando ya estaba tan cerca del lugar en donde él vivía, en el que esperaba que la mujer se mantuviera a salvo de sus enemigos.

    —¿A dónde vamos? —interrogó Karen, de repente.

    —¿Por qué me pregunta eso? —le preguntó la joven, a su vez, un poco intrigada—. ¿Es que acaso usted cree que le pasará algo malo en el sitio hacia donde nos dirigimos?
    —¿No te parece suficiente lo que pasó en la cabaña, muchacha? —volvió a preguntar la mujer, recordando lo que había ocurrido horas atrás—. Es algo lógico que yo tenga miedo de que lleguen a hacerme daño, ya sea en aquel lugar o en cualquier otra parte.

    —Pues no desconfíe de mí, no olvide que la salvé de aquel sicario —le reclamó la chica, molesta, al escuchar aquel comentario—. La llevaré a un lugar en el que estará a salvo de los que quieren hacerle daño, Doctora Jhonson.

    La mujer guardó silencio entonces, lo cual se debía a que no podía oponerse a lo que ésa chica estaba haciendo -porque la había salvado de morir a manos de Marcus-, sin embargo, no le agradaba en lo absoluto el no tener ni la menor idea de lo que sucediera a su alrededor en ésos momentos; eso era algo que ella no podía soportar, más que todo, por el hecho de que se estaban gestando los planes de Van Slyke y de su ex esposo, y los mismos podrían llevarse a cabo en cualquier momento. Unos minutos después de eso, la joven divisó la casa de su viejo amigo a lo lejos, por lo que condujo hasta allá, quedando el automóvil estacionado frente a la vivienda, luego descendió del auto y le dijo a su acompañante, muy seria:

    —Ya llegamos, baje del vehículo.

    —¿Es aquí? —preguntó la mayor, desconcertada.

    La sorpresa de Karen era notoria, puesto a que en ningún momento, ella se esperaba que el destino al que esa muchacha la llevaría se trataría de una casa, una casa que le parecía tan común y corriente como cualquier otra. Jenna se acercó caminando rápidamente hacia la entrada, mientras la mujer salía del auto y la seguía; no muy convencida de lo que iba a hacer, aunque sabía muy bien que tenía que obedecerle -lo que tampoco le agradaba-, al no tener más opciones que esa, y cuando ya se encontraba ante la puerta de la casa, la menor tocó el timbre.

    Desde que su amiga de la adolescencia le informara que había dado con el paradero de la Doctora Jhonson, y que acordaran que llevara a ésa mujer hasta su casa, Garrett las estaba esperando a ambas, en el sótano, junto al Doctor Sanders, monitoreando cada uno de los lugares en los que pudieran estar Van Slyke y Fitzpatrick, mientras se ponía cada vez más impaciente -pues el que Karen estuviera lo más segura posible de aquellos hombres era una prioridad para él-, al no tener noticias de ellas dos. Pero, nada más llegó a sus oídos el sonido del timbre, salió a toda prisa de ésa dependencia de la vivienda, para ver si se trataba de ellas o no, y al verificarlo, por el ojo de gato de la puerta, se dispuso a abrirles a las dos, muy contento, y entonces le dijo a su colega:

    —¡Qué gusto que estés aquí, Jenlocker! Me alegra conocerte en persona al fin.

    —A mí también, Flash —comentó la chica

    —. Hacía mucho tiempo que no tenía contacto contigo, ni con los demás muchachos.

    —¡Garrett Leonardo Abay Pinto! —le increpó su madre, enojada, y después le reclamó fuertemente, cosa que él sabía perfectamente cada vez que lo llamaba por su nombre completo—. ¿Hasta cuándo te tengo que decir que no quiero escuchar nada que tenga que ver con pseudónimos en mi casa? ¡Ésas son cosas de criminales, hijo! ¿Qué diría tu padre de todo esto?

    —Sí, mamá, ya lo sé —dijo él, fastidiado por la reprimenda, para luego preguntarle a la chica, más sereno— ¿Y cuál es tu nombre?

    —Jenna Lockwood, mucho gusto —respondió ella—. Por cierto, como me lo pediste, traje a la Doctora Jhonson, está aquí afuera.

    —¡Pasen adelante, damas, a mi humilde morada! Pónganse cómodas, tenemos muchas cosas de que debemos hablar, Doctora Jhonson.

    Jenna y Karen entraron a la residencia, como les pidió el moreno hacía un momento, aunque la mujer no esperaba que aquel fuera el hogar de la familia de George Abay, quien había sido compañero de su ex esposo por un tiempo, mientras formaba parte de la Policía de Nueva York -y que fue asesinado, en circunstancias muy extrañas, hacía ya unos quince años-, por lo que supuso que el joven era el hijo de ése hombre, y que le quería sacar información acerca de ése suceso. Leticia, apenas vio a esa mujer, se fue a su habitación, porque no le agradaba mucho estar en lugares con muchas personas; sin embargo, la presencia de la científica en su casa, le hacía recordar todo lo referente a la muerte de su esposo, un asunto que ella no había podido superar nunca -al igual que su hijo-, aunque prefería que la justicia llegara cuando debiera y no forzarla como Garrett, quien se había vuelto hacker con el único propósito de encontrar las pruebas que le demostraran al mundo entero que Jacob Fitzpatrick era el responsable de todo, aunque ella no aprobaba nada de lo que él estaba haciendo.

    Karen tomó asiento en un sillón, pues sabía de antemano que aquella iba a ser una plática muy larga. Pero cuando ya estaba a punto de hablarle al muchacho de lo que sabía acerca de la muerte de su padre, Megan, Cloe y Stuart salieron del sótano, ocasionando que se sorprendiera mucho, y entonces, la joven ojizarca la saludó, muy seria:

    —Hola, Doctora Jhonson. ¿Ya ve en dónde nos hemos tenido que esconder después de todo lo que ocurrió en IEPCOM?

    —Debí suponer que toda ésta parafernalia era obra tuya, Knox —dijo ella, fastidiada—. Pensé que íbamos a tratar otro asunto.

    —Si la muerte de mi padre está relacionada con los negocios sucios de su ex eposo y de Van Slyke, de todos modos tendrá que hablar de eso —le recalcó Garrett, para que la mujer entendiera que él no tenía nada de prisa.

    —¿Y qué es lo que quieren saber? —les preguntó, secamente.

    —Lo que sepa, claro —respondió Cloe, con sorna.

    —¿Por dónde empezar? —se debatió Karen, pensativa, para después iniciar con su anécdota, ante los jóvenes—. Según tengo entendido, todo comenzó cuando Van Slyke y Fitzpatrick se hicieron socios, hace unos veinte años, pues el hombre tenía planes de buscar armas desde los Estados Unidos, luego llevarlas a la Isla de Santa Leah, y de allí, enviarlas a otros países del mundo, a las mafias de Rusia, Albania y Serbia; así como las tríadas de China, y los Yakuza de Japón. El sujeto tenía la red de tráfico establecida, y Jacob tenía acceso a las armas, por lo que, cada vez que se organizaban jornadas de inutilización de armas que le incautaban a los delincuentes y que almacenaban en los depósitos de las Comisarías, él aprovechaba para trasladar ése arsenal a barcas ilegales, para contrabando al exterior.

    —Era un negocio redondo —comentó Stuart, para luego preguntar—. ¿Eso fue antes de que usted se aliara con ellos, o no?

    —Fue antes de eso —fue la respuesta de la mujer, que prosiguió con la historia—. Las cosas parecían ir bien con la red de tráfico, hasta que un alto mando del ejército, un Coronel, llamado Gabriel Hatthaway, comenzó a seguirle el rastro a todas sus actividades delictivas; tanto así que le dió órdenes al Comandante de la Policía de Nueva York de que infiltrara a uno de sus subalternos, como Detective.

    —El Coronel Hatthaway es mi padre —comentó Cloe, muy seria—, aunque él no solía hablar mucho acerca de su trabajo, mientras estaba en casa.

    —Y al que infiltraron en la Policía era mi padre, el Teniente George Abay —aclaró Garrett—, fue asignado como compañero de Fitzpatrick, seguramente porque ya Hatthaway tenía sospechas de que él era el socio de Van Slyke, y quería tenerlo vigilado.

    —Para aquel entonces, en el año 2025, Van Slyke se encargó de reunir armas, municiones, así como helicópteros de guerra, de la flota de San Ángelo, que ya estaban en desuso y que usaban para el tráfico en ése país, además de buscar a los mejores hombres de la "Estrella del Norte", su organización —contó la mujer, muy seria—. También le dio órdenes a Fitzpatrick de que fuera a San Ángelo, con todos los agentes que estaban involucrados en su negocio, en un barco de guerra, que tenía a su disposición. Tenían planeado ir...

    Pensaba continuar su relato, pero Troy salió de una de las habitaciones de la casa, de tomar una ducha, y al escuchar lo que decía, se atrevió a interrumpirla, diciendo:

    —Tenían planeado el realizar un bombardeo en la Isla de Santa Esperanza. Asesinaron a todos los hombres, mujeres y ancianos que encontraron en su camino; a las mujeres bonitas se las llevaron, para que se prostituyeran en burdeles en los Estados Unidos, y a los niños que poseían la "maldición", incluyéndome, fuimos llevados al "criadero", todos en aquel barco; aquello fue un verdadero genocidio. Y no olvides que uno de los hombres de tu flamante ex esposo asesinó frente a mí a mi madre, durante el ataque, Jhonson.

    La mujer, quien no se había percatado de la presencia del menor en aquella casa, se quedó pasmada por la sorpresa que le generó escuchar su voz, porque no sabía que él ya había logrado reunirse con ellos, por lo que tragó grueso, respiró hondo y siguió con su explicación, aunque se notaba que estaba muy nerviosa:

    —Troy, ése asunto es entre Jacob y tú, a mí no me metas en eso. Ahora, retomando el punto en que dejaste las cosas, el del "criadero", aquel era un lugar secreto, ubicado en un punto remoto del desierto americano, el cual era una antigua prisión subterránea, que contaba con celdas y espacios amplios, que fueron habilitadas para que los niños a los que sacaron de la Isla de Santa Esperanza, los poseedores de la "maldición" vivieran allí. Los mismos niños fueron los que llamaron así a ése lugar.

    —Como si eso fuera vivir —comentó el joven, demostrando su molestia—. Las cosas que se hacían allí eran terribles, y lo peor es que siguen ocurriendo.

    —¿Y qué pasó luego? —preguntó Megan.

    —Se iniciaron los planes para la creación de la Policía Central, para lo que comenzaron a buscar a los mejores agentes de cada cuerpo policial del país, con la intención de que llegaran a formar parte de la misma. Tenían pensado darle el cargo de Jefe de la Policía Central al "Detective Abay", seguramente por su experiencia en la milicia, pero Jacob era la segunda opción. Van Slyke pensó que lo más oportuno era que le otorgaran la plaza a su socio, para poder actuar con más libertad en el futuro y, por esa razón, le pidió que se reuniera con él en un basurero de la ciudad, y lo confrontara.

    —Y en ése lugar, Fitzpatrick lo asesinó y dejó abandonado su cadáver —concluyó Garrett, de manera muy fría.

    —No precisamente. La verdad es que, mientras estaban allí, al sitio llegó un sicario, contratado por Van Slyke, quien le disparó. Jacob lo supo después, porque él se lo confesó.

    Para Garrett, el escuchar de labios de ésa mujer la verdad acerca de la muerte de su padre, era una gran victoria. Desde que ocurrió aquel evento tan desafortunado para él, y sobre todo, para su madre, teniendo él once años de edad, se prometió a sí mismo que haría todo lo que estuviese en sus manos para demostrar que Jacob Fitzpatrick era el responsable de aquel delito. Fue por lo misma razón que, cuando Stuart, su mejor amigo de la universidad, le propuso que colaborara con Megan y con él para tener acceso al sistema de vigilancia de IEPCOM, aceptó hacerlo, porque así podría tener pruebas -por medio de su ex esposa, que fue como lograron descubrirlo- de que era un policía corrupto, que era parte de una organización criminal, y que tenía tratos con Van Slyke, desde hacía mucho tiempo. Jacob no había sido el asesino de su padre, sin embargo, fue cómplice del hecho, porque su socio lo mandó a matar, para que no los llegara a descubrir. Eso lo hacía estar más tranquilo, pero ahora sólo quería que ambos pagaran por todos los delitos que habían cometido.

    —Fitzpatrick fue nombrado Jefe de la Policía Central, después de unos meses —dijo Stuart, manteniendo su seriedad—. ¿Qué hizo para que nadie se diera cuenta de que era un corrupto?

    —Lo primero que hizo Jacob al ser nombrado Jefe de la Policía Central, fue rastrear a todas y cada una de las mafias que operaban y hacían vida en el territorio de Estados Unidos, y posteriormente, iniciar una persecusión feroz contra ellas, para exterminar a sus miembros. Con respecto a los niños que sobrevivieron, ellos habilitaron otro "criadero", al que fueron llevados, ya que Van Slyke y él se pusieron de acuerdo en eso, así tenían a los niños de las familias de las mafias en uno, y a los poseedores de la "maldición" en otro.

    —¡Cosas de Van Slyke! —bufó Ian, quien había estado allí en la sala, escuchando todo—. Éso era lógico para él, nunca ha querido que las personas normales y las que tienen la "maldición" lleguen a convivir.

    —Tiempo después, a Van Slyke se le ocurrió que se entrenara a ésos niños, para que fueran sicarios en el futuro, y trabajaran para ellos. Jacob se encargaba de entrenarlos, y por eso, pensó que sería bueno que también se les educara, al menos en las cosas básicas, entonces me pidió que me hiciera cargo de eso.

    —La única razón por la que lo permitió fue porque éso era necesario para poder cumplir con sus órdenes —comentó Troy—. De no haber sido por eso, los que pasamos por el "criadero" seríamos un montón de idiotas, y eso no les convenía, al menos, no del todo.

    —¿Y qué hay del "Proyecto Irión? —preguntó Cloe, para saber porqué fue a trabajar a IEPCOM.

    —Van Slyke me pidió que trabajara en un proyecto de Genética, porque era un entusiasta de ésa área y le parecía muy interesante —dijo ella—. Él quería que yo entrara a IEPCOM, a llevar a cabo su plan.

    —Todo marchaba bien en el mismo —agregó Garrett—. ¿Por qué la obligó a matar a tres de los XR?

    —Porque no le parecían tan fuertes como los demás, y para que pudiera escapar con ellos de la compañía —respondió ella—. Él sabía que si todo salía bien, Sanders no los dejaría salir bajo ningún concepto. Asesinarlos fue lo peor que he hecho, yo los veía, y aún los veo como si fueran mis hijos. ¡No era justo para ellos que les pagara de ésa forma!

    —Después de lo que pasó en IEPCOM, mientras estuve cautivo en el "criadero", llegué a escuchar sobre los XS —añadió Troy, para luego preguntar—. ¿Los XS son iguales a los XR?

    —Cuando escapé de IEPCOM, me fui a un laboratorio, ubicado en la Isla de Santa Leah, que le pertenecía a mi mentor, Reginald Prescott, y que había muerto pocos meses atrás —les explicó Karen—. En ése lugar, me dediqué a crear a más seres humanos, a los que denominé como "XS"; no son tan fuertes, ni tan inteligentes como los "XR". Al ser reconstruída la compañía, regresé con ellos, y Jacob los entrenó. Por su parte, Van Slyke se encargó de financiar todo el proyecto, mientras estuve en San Ángelo.

    —Claro, eran más soldados para su ejército personal —argumentó Ian—. Y seguramente cuenta con ellos para tomar el poder en San Ángelo, que es lo que más desea.

    —No lo creo, Fitzpatrick quiere traicionar a Van Slyke —le aclaró Jenna—. Y tengo entendido que el Escuadrón Alfa solamente obedece sus órdenes.

    —¿Alguna otra cosa que debamos saber? —preguntó Garrett.

    —Atacarán el Cuartel General de la Brigada de Liberación —fue su respuesta—. El Escuadrón Alfa fue enviado para ésa tarea, lo sé de muy buena fuente.

    Cloe, apenas escuchó lo que Fitzpatrick y Van Slyke estaban planeando en contra de la Brigada de Liberación, abrió los ojos desmesuradamente, prueba de la enorme sorpresa que la invadió en aquel instante, a causa de aquella noticia, entonces dirigió la vista al cielo y comenzó a rezar, pidiendo que a su padre no llegara a ocurrirle nada malo, pues eso le afectaba mucho y no quería perderlo, mientras Sadako -que estaba con Sanders en el sótano y salió en ése momento- y su novio trataban de animarla un poco. Stuart se preocupó mucho más por lo que les pudiera pasar en el futuro, pero sobre todo a Megan, al ser ella su gran amor -aunque fuera su idilio-, y la joven pensaba en lo difícil que sería enfrentar a ésos hombres en ésos momentos; pero no perdía la fe. Ian estaba impaciente, esperando a que los hombres de Louie llegaran, para informarles lo que sucedía, Troy, más que nunca, quería acabar con la "Estrella del Norte", después de saber todo lo que habían hecho Fitzpatrick y su propio padre, únicamente por su sed de poder. Karen, en medio de todo lo que pasaba, se sentía como una completa extraña en ése lugar, con ésas personas que, hasta hacía muy poco tiempo, la veían como una enemíga; no obstante, se sentía con más libertad, al haberse desahogado finalmente.

    Continuará...
     
    Última edición: 5 Noviembre 2022
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    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Hola, ya tenía el comentario del capítulo 5, pero no encontraba el tiempo para dejarlo, así que lo dejo de una vez. Ya leeré los siguientes y dejaré su respectivo comentario.

    Bueno, eso es cierto, no pensé en ese detalle; es mejor terminar la historia ahora que se puede y ya luego cuando tenga final uno se preocupa por corregirla. Por cierto, hablando de ello, ahora me surgió una duda, no recuerdo si alguna vez me lo mencionaste, ¿IEPCOM será una trilogía? ¿Tendría spin-off?

    Okay, dicho eso, a comentar el capítulo V: Obsesión.

    La mayor de las humillaciones que puede recibir alguien orgulloso es que lo interrumpan de hacer su cometido, eso mismo le a sucedido a Marcus. ¡Hasta lo esposaron de una tubería! Eso sí, su enojo está por los cielos, sin contar esa absurda y horrible obsesión que tiene hacia Megan. Me da miedo por ella, es capaz de muchas cosas (¡hasta dispararle a quemarropa!).

    En este capítulo ahondamos más en el pensamiento, raciocinio y pasado que Marcus tuvo, y debo decir que si antes me daba mucho miedo, ahora mucho más. Este hombre siempre ha sido alguien muy violento y agresivo, ni siquiera estar detenido lo pudieron retener un poco de su agresividad. Aunque precisamente ese carácter y el estar dispuesto a cualquier cosa para salir de la prisión, le benefició a Van Slyke, convirtiéndose en su mano derecha.

    No hay mejor título para ese capítulo. Lo que siente Marcus por Megan no solo es una obsesión mal sana, sino peligrosa.

    Te marco unos errorsitos que encontré:

    Eso sería todo por ese capítulo. Ya después me pondré al día y comentó los próximos.
     
    Última edición: 22 Octubre 2022
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    Nianimetal

    Nianimetal Una ermitaña en su cueva

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    Sonia de Arnau

    Listo, ya corregí. Es que al tipear en el celular, me cuesta un poquito ver los errores. Muchas gracias.

    Y bueno, lo que pasa es que he podido trabajar más estos capítulos. Pero, a ver qué pasa al llegar al bache.

    Respecto a lo de si será una trilogía, es lo más seguro. Hay que ver cómo avanza todo en la trama. ¿Spin off? (me recuerda a lo que planearon Konietzko y Di Martino con ATLA y LOK). No lo sé, a veces me dan ganas, a veces no.

    Y bueno, ya sería cuestión de si me decido o no a hacerlo. Espero que te esté gustando cómo va avanzando la historia, de verdad.

    Te quiero mucho. Saludos a la familia.

    Nos leemos luego.
     
    Última edición: 23 Octubre 2022
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    Sonia de Arnau

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    Lo medio mencioné en MP, pero lo recalco, eso de los spin-off a veces resulta interesante porque yo también lo he pensado, pero a la vez complicado de analizar si es o no necesario, a ver como resulta con IEPCOM.

    Ahora sí, me puse al día.

    Me impresiona, de forma negativa, como el comandante Fitzpatrick no tenga ni una pizca de humanidad ni de algún tipo de amor hacia las personas más cercanas a él, a tal punto de que esté decidido -y de acuerdo- en dejar morir a su única hija por estar tan pendiente a lo que ordene Van Slyke, ni siquiera regala un pensamiento de decepción o un poco de remordimiento o algo. Parece un robot, alguien muy frío, aunque no lo es más que el mismo Van Slyke, que por como van las cosas, el hecho de que Kyle alcanzó a escuchar los planes, no dudo que efectivamente, Jacob entrará a la lista negra, por esto dudo estás palabras:

    Van Slyke parece estar en otro nivel, y hasta me atrevería a pensar que tendrá sus sospechas. Pero no lo voy a negar, espero con ansías esa guerra interna que habría entre ambos peces gordos, independientemente del resultado, espero que los dos reciban sus respectivos castigos.

    Por el otro lado Jenna y Karen ya llegaron a la guarida de nuestros amigos. Ahora sí, ante la explicación de la Doctora Jhonson tenemos el panorama completo de cómo nació y creció toda aquella organización mafiosa "Estrella Norte". Me alegró por Garret, ante la historia que contó Jhonson, se sienta más tranquilo de saber lo que le ocurrió a su padre, aunque el comandante no fue el directo asesino, si fue cómplice. También espero que puedan destapar todas esa verdades para que toda las personas sepan lo que Van Slyke y Fitzpatrick han hecho con aquellos pobres chicos en "El Criadero", y por supuesto paguen por sus crimines.

    Ahora el grupo sabe sobre el ataque a La Brigada de Liberación, uff, no me puedo imaginar lo que harán para detener eso, a aparte de avisar, la batalla inminente dio comienzo. Ambos grupos por ahora están en las mismas; cada una sabe sus movimientos, lo interesante es saber que clase de acciones tendrán que hacer para derrotar primero a la otra. La ventaja que tiene el grupo del Escuadrón Alfa es que saben que serán atacados porque el Escuadrón cree que no lo sabes y que será un ataque "sorpresa" (espero haberme hecho entender, a veces yo misma me hago líos, peor yo sí me entendí xD).

    Bueno, nos leemos para el próximo capítulo y ver cómo avanza esta historia.
     
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    Nianimetal

    Nianimetal Una ermitaña en su cueva

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    Título:
    La Verdad Sobre IEPCOM 3: El Fin de Una Era
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    19
     
    Palabras:
    2118
    Capítulo VIII:

    Persecución

    En alguna parte del Estado de California, ya en altas horas de la noche, oscura y llena de relámpagos, que anunciaban la próxima llegada de una fuerte tormenta que se acercaba, un automóvil se desplazaba sobre el pavimento, a buena velocidad, lo cual se debía a que su conductor no quería perder nada de tiempo. Bernard era ése chofer, quien proseguía su viaje con el único propósito de hallar el lugar en el que se encontraba Troy, después de que el muchacho se separara de él y de su hija Blake, al haberse revelado que él y Nolee eran hermanos, además de lo que pasara con la chica, que se atrevió a decirle que le gustaba, y que el joven la rechazara. Al hombre no le importaba eso, pues quería al chico como si se tratara de su propio hijo y no quería estar lejos de él. Ya se hacía tarde, y como no podía ver muy bien el camino, encendió las luces delanteras del vehículo, pues no pensaba detenerse todavía, si no al pasar unas horas más.

    Blake, quien estaba sentada en el asiento del copiloto -se había sentado allí con la intención de evitar a Nolee, cuando los encontraron a ella y a Sean-, se había quedado dormida, porque se sentía muy cansada, debido a que todo lo que había pasado en aquel día había sido muy duro para ella, y a eso se le sumaba que el recorrido era muy largo. Por otra parte, la rubia tenía la cabeza recostada de lado al vidrio de la ventana, del asiento trasero de ése auto, con la mirada perdida, mientras todo pasaba ante sus ojos, buscando una manera de distraerse; no obstante, eso no le ayudaba en nada a dejar de pensar en lo ocurrido con su padre y con su hermano menor. Ahora, que se hallaba en camino para encontrar a Troy, ya que quería pedirle perdón, por no haberle creído en el momento en que él le diera a conocer esa verdad, pues se sentía culpable por eso, además de imaginarse todas las penurias que el muchacho habría tenido que pasar a lo largo de su vida, por culpa de la intransigencia de su padre. Todo eso le hizo decir, de repente, muy triste:

    —Troy, espero que un día puedas perdonarme.

    —Nolee, tranquila —le dijo Sean, para animarla un poco, al verla tan decaída—. Cuando encontremos a Troy, te podrás disculpar con él.

    —Muchacha, conozco a Troy desde hace tiempo y, aunque es un poco rencoroso, sé que es una muy buena persona —comentó Bernie, sereno—. Además de eso, para él su familia es lo más importante y dudo mucho que él esté enojado contigo.

    Con respecto a Sean, se mantenía al perdiente de todo lo que sucedía a su alrededor, para evitar cualquier eventualidad que se llegara a presentar durante el trayecto. Las cosas parecían ir bien, hasta que, de pronto, el joven pudo darse cuenta de que un vehículo los perseguía; se trataba de un auto, modelo Aveo, del año 2006, de color negro, que estaba a una distancia prudente, para que sus ocupantes -cinco maleantes que operaban en el área- no fueran vistos con facilidad por sus futuras víctimas, cosa que solían hacer a menudo en aquellos lares. Su plan, o modus operandi, era mstar a los hombres, robarles todo lo que llevaran consigo y, si traían a mujeres como pasajeras, las secuestraban, para volverlas sus queridas y retenerlas en su guarida, aparte de robar el auto, por supuesto.

    Después de corroborar que los perseguían esos criminales, Sean le pidió a Bernard, con un tono de voz firme, que demostraba que estaba muy serio:

    —Despierte a su hija, señor.

    —¿Qué sucede? —preguntó el hombre, con preocupación.

    —Tenemos compañía.

    Apenas escuchó lo que el joven le dijera, además de percatarse del modo en que le había hablado, el mecánico se apresuró en despertar a su hija Blake, que se notaba muy confundida, pues no sabía lo que estaba pasando, y entonces, él hizo que se ocultara debajo del asiento a toda prisa, para que estuviera más segura, por si esos delincuentes les llegaban a disparar. Mientras eso sucedía, Sean revisó las armas que llevaba consigo, en su cinto, para luego sacar del mismo un par de pistolas, calibre 9 milímetros, a las que les quitó el seguro, y un momento después, le preguntó a Nolee:

    —¿Sabes usar una de éstas?

    —Sí, claro —fue la respuesta de la chica—. En San Ángelo, desde que era niña, recibí lecciones de defensa personal, cuando era adolescente, mi padre me enseñó a disparar pistolas y rifles, incluso tengo un arma y permiso para usarla.

    Al escuchar eso, Sean se sorprendió un poco, pues no se imaginaba que la chica supiera todas ésas cosas, pero le dijo:

    —De acuerdo, con eso es más que suficiente para mí.

    Habiendo dicho eso, él le entregó una de las pistolas a Nolee, quien se limitó a sonreír levemente, al notar lo impresionado que estaba su acompañante. Ella, al recordar que había sido entrenada arduamente en Artes Marciales -era buena, mas no llegaba al nivel de su hermano-, además de ser una experta tiradora, pensó que todo eso había sido parte de un plan de su padre, para entrenarla y educarla a su conveniencia, con el fin de que, cuando llegara el momento en que dejara el liderato de su organización, en el futuro, fuera ella la que tomara las riendas de la misma, como su sucesora. Posteriormente, el joven le explicó que debían dispararle a los neumáticos del vehículo, para conseguir que se detuviera y así, poder escapar de ellos más fácilmente.

    Casi al mismo tiempo, el líder de aquella banda de criminales, que se encontraban a bordo del Aveo, pensó que era la hora de comenzar con la maniobra para robar el auto en el que los otros se transportaban, por lo que dio la siguiente orden a sus subordinados:

    —¡Disparen ahora, muchachos!

    Un momento después, todos esos malhechores asomaron sus armas fuera de su automóvil, para luego abrir fuego contra el otro auto.

    Entonces Sean y Nolee se agacharon, al igual que Bernie, evitando de esa forma salir heridos, mientras Blake se ponía las manos en los oídos, agazapada bajo el asiento, aterrada por lo que sucedía. Sonaron varias veces los impactos de bala que recibió el vehículo, en la carrocería y en el parabrisas de la parte trasera del mismo, que acabó en muy mal estado, y en el delantero ya se podían ver varios agujeros, ocasionados por las balas. Luego, se les acabó la carga, y Sean, al adivinar, le dijo a la chica:

    —¡Es nuestro turno!

    Ellos dos sacaron sus armas del transporte y dispararon en repetidas oportunidades, buscando apuntarle a las llantas de auto que los venía siguiendo, siendo Nolee la que, un momento después, consiguió reventar uno de ellos. Su sorpresa fue mucha al ver que aquel automotor, en vez de detenerse, proseguía su marcha, y después, volvieron a resguardarse, ya que aquellos hombres accionaron sus armas de nuevo, hasta quedarse sin carga otra vez, por lo que Bernard, quien se notaba muy enojado ante lo que sucedía, exclamó:

    —¡Ya me harté de esto!

    El hombre pisó el acelerador con todas sus fuerzas, haciendo que el automóvil saliera disparado a toda velocidad, lo que aprovecharon Sean y Nolee para volver a abrir fuego al vehículo en que iban los maleantes, pensando en detenerlos, al menos por un momento, y ver si podían perder a esos sujetos. Lo que no se imaginaba ninguno de ellos era que una de sus balas impactaría en el motor de aquel auto, lo cual originó una gran explosión, de cuya onda expansiva difícilmente habrían podido salir con vida sus ocupantes y al ver eso, el mayor redujo la velocidad, Sean guardó sus armas, Nolee se quedó pensativa ante el hecho, porque estaba muy impactada, y Blake -que había pasado todo aquel mal rato agachada bsjo su asiento-, volvió a sentarse allí, más tranquila, al haberse sorteado aquel peligro, aunque después comenzó a vomitar, cosa que era normal en ella cuando estaba nerviosa o asustada.

    Continuaron su camino, y al cabo de unas horas, cuando estaban entrando al sector de Fillmore, ése auto comenzó a dar señales de estar descompuesto, entonces Bernard avanzó un poco más, buscando un sitio en donde estacionarse, luego se orilló, bajó del mismo y se dispuso a revisarlo, para ver si podía repararlo y seguir con su búsqueda. A ésa hora de la noche, habían algunas casas con las luces encendidas, y una de ellas -que estaba cerca de donde habían estacionado- era la casa de Garrett, quien estaba en el jardín, vigilando, motivo por el que vio aquel promontorio, fue adentro y llamó a Troy, para pedirle que lo acompañara hasta allá, a ver si necesitaban ayuda en algo, o si tenían a alguien herido a bordo al qué atender, ya que su madre era enfermera, aunque ya se había jubilado. Mientras iban hacia allá, el chico reconoció fácilmente a su mentor y al llegar a donde estaba, lo que hizo fue preguntarle:

    —¿Acaso no te pedí que regresaran a casa, Bernie?

    —¿Troy, eres tú? —preguntó el mayor, que estaba debajo del auto, y salió de allí como loco al escucharlo hablar—. ¡Hijo, vaya casualidad que nuestro transporte se quedara varado aquí! Después de que te fuiste, decidí comenzar a buscarte, no podía dejar que las cosas se quedaran así, lo siento, soy terco.

    —Lo sé, me quedó muy claro en estos años que trabajamos en el taller.

    —¿Me perdí de algo? —interrogó Garrett, que estaba algo confundido por lo que pasaba—. ¿Quién es el señor, amigo?

    Sean, Blake y Nolee bajaron del vehículo un momento después, al darse cuenta de que era Troy el que se había acercado a donde estaban, y se sentían muy felices al ver que lo habían encontrado, sano y salvo. Entonces el joven le respondió a su amigo:

    —Garrett, el señor es Bernard Ferguson, él me alojó en su casa en Texas después de que huí del "criadero", y la chica es su hija Blake. El joven es Sean, él es parte de la Brigada de Liberación y la señorita es Nolee Van Slyke, mi hermana mayor.

    —Mucho gusto en conocerlos a todos, pasen, están en su casa. Hace frío aquí ya.

    —¡Qué gusto verte, Troy! —comentó Sean, muy contento—. ¿Nos tienes buenas noticias?

    —Vengan conmigo —les dijo él a todos—. ¡Encontré a Megan!

    —¡Eso es genial! —celebró el joven, entusiasmado—. ¡Lástima que Tea tuvo que irse a Carson City! El Coronel Hatthaway les dió órdenes a ella y a los otros de que fueran de regreso al Cuartel General, cuando nosotros nos fuimos.

    —Pues debes saber que Fitzpatrick envió al Escuadrón Alfa hasta ése lugar, para capturarlo —le informó él, muy serio—, sería bueno que les avisaras.

    —No te preocupes, lo haré —aseveró Sean, preocupado.

    Los que comprendían aquel grupo se fueron caminando hacia la casa del hacker y entraron a ésta, conversando sobre sus aventuras, muy emocionados. Pero Troy no vió a Nolee con ellos, por lo que volvió a salir, y la halló en el jardín, sola. Esa chica tenía mucho miedo de hablarle en esos instantes -porque temía que él la rechazara-; no obstante, recordó lo que Sean le dijera horas atrás, por lo que cobró ánimos y dijo finalmente:

    —Troy, yo quería disculparme contigo. Fuí una tonta, debí...

    Antes de que pudiera decir algo más, el chico la abrazó fuertemente, para después escuchar que le decía, muy sereno:

    —No hay nada qué perdonar, hermanita.

    —Gracias, hermanito —llegó a musitar ella, muy contenta.

    —Ahora vamos adentro, no puedes quedarte aquí sola.

    Ambos se unieron al resto del grupo, muy felices por estar reunidos de nuevo -como los hermanos que eran-, después de tantos años de distancia. Troy se sentía contento, al tener a su lado a las personas a las que más quería, como a su hermana y a su mentor, además de estar en compañía de sus grandes amigos, la familia que la vida le había destinado, luego de perder a su madre. La única que parecía desentonar en el momento era Blake, que se veía de muy mal semblante, porque no dejaba de pensar en el hecho de que Bernard no era su padre biológico, eso le afectaba mucho y también sentía que el muchacho la ignoraba -según ella-, pero no era así, si no que su prioridad en esos momentos era acabar con la "Estrella del Norte", la organización criminal que lideraba su padre, y no quería pensar en otra cosa que no fuera eso.

    Continuará...
     
    Última edición: 16 Noviembre 2022
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    Nianimetal

    Nianimetal Una ermitaña en su cueva

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    La Verdad Sobre IEPCOM 3: El Fin de Una Era
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    Acción/Épica
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    Capítulo IX:

    Una Noche en Familia

    El arribo de Sean, Nolee, Bernard y Blake a la casa de Garrett, hizo que Megan y Cloe fueran a la cocina, a preparar algo de comida para ellos, pues ambas chicas pensaron que los recién llegados debían tener hambre, después de recorrer la carretera por tantas horas, y querían ser amables con ellos. Otra razón por la que lo hacían era porque Stuart y el moreno no habían cenado aún -porque no les gustaba mucho la comida que preparaba Doña Leticia, ya que la mujer no usaba mucha sal, ni condimentos fuertes al cocinar-, y Megan ya tenía hambre otra vez, como consecuencia de los nervios que sentía en esos momentos, pues se iban a dar acontecimientos cruciales, como la toma del Cuartel General de la Brigada de Liberación, que involucraban a Van Slyke y a Fitzpatrick, además del Escuadrón Alfa.

    Doña Leticia salió de su habitación un rato después -porque se había quedado dormida-, cuando ya la comida estaba casi lista, entonces ayudó a las muchachas a servir y a repartir los platos a todos, por lo que aprovechó para conocerlos, incluyendo a Troy, debido a que, por lo ajetreada que había estado durante todo el día, y todo lo que había ocurrido, no le había dado tiempo antes, en realidad. No pudo evitar ponerse un poco nerviosa, al notar que el muchacho tenía los ojos de color morado; porque Megan y Cloe no lo dejaron usar los lentes de contacto, desde que llegara a la vivienda, y no se había fijado anteriormente en ése detalle, sin embargo, decidió disimular y fue amable con él, al ser amigo de su hijo. Un momento después, se acercó a donde estaba Garrett, y le preguntó, un poco intrigada.

    —¿Por qué no me dijiste antes que tu amigo Troy tiene los ojos de un color tan raro? Me sentí muy extraña atendiéndolo por eso, hijo.

    —Y a mí me extraña que tú me digas eso, mamá —comentó el joven, algo serio—. ¿Acaso no viste cosas más raras que esa cuando trabajabas en el hospital?

    —Es cierto, llegué a ver cosas increíbles, Garrett. Pero esto es algo nuevo, que sentaría un precedente en la Biología, la Genética e inclusive en la Medicina, si se estudiara a fondo. Y como no tengo idea de eso, no sé cómo afrontarlo.

    —Mamá, no sabes lo que él ha tenido que pasar por tener los ojos de ése color —le comentó el hacker—. En su país, la gente trata a los que tienen ojos como los suyos, como si se tratara de una plaga. Intenta tratarlo lo mejor que puedas, aunque se te haga incómodo, por favor.

    Leticia se limitó a sonreír al escuchar lo que le dijera su hijo hacía un instante, porque si alguien sabía lo que era trabajar duro y buscar la manera de ganarse la vida de manera honrada, era ella. Ella provenía de una familia de ascendencia latina, humilde, que residía en la pequeña ciudad de Sonoma, en el Estado de California, que le inculcó valores y la llenó de amor, además de trabajar duramente, para darle lo que necesitaba. Fue destacada en sus estudios siempre, y al estudiar Enfermería en la universidad, tuvo que alternar su carrera con un empleo de medio tiempo, para pagar sus gastos y la renta de una pensión, ya que se mudó a Nueva York a estudiar.

    Allá conoció a George, un joven militar afrodescendiente, amable y responsable, con un alto sentido del deber, cosa que le gustó mucho de él; después de un tiempo, ellos dos se casaron y tuvieron a su hijo, al que llenaron de amor y buen ejemplo, siendo muy felices, hasta que él murió, pero ella se ocupó de su pequeño, viviendo con cierta tranquilidad, aunque su pérdida le afectaba mucho a ambos. Y en ése momento -en medio de todo lo que estaba pasando-, se pudo percatar de que, a pesar de los problemas y discusiones, su hijo seguía siendo un gran ser humano, y una persona leal con sus afectos y amistades, lo qye la llenaba de cierta calma y paz.

    Troy, en medio de todo eso, se dio cuenta de que Ian no aparecía por ninguna parte de la casa, y fue por eso que supuso que seguramente el mayor se estaba escondiendo de Blake, lo que se debía al hecho de que esa chica lo había visto la noche en la que él había perpetrado el atentado fallido en su contra, en el que casi murió, en su casa en Texas y sabía perfectamente que que ella podía reconocerlo fácilmente, contarle todo a su padre y que entonces, el hombre querría, como mínimo, darle una buena golpiza, para desquitarse por haberle hecho daño. El chico se dirigió hasta el sótano de la vivienda, para ver si se encontraba allí y, en efecto, lo halló en dicho lugar, muy nervioso por lo que podía pasar. Fue por eso que le preguntó, un poco fastidiado por su actitud:

    —¿Qué haces aquí, Ian?

    —¿Recuerdas que la noche en que casi te mato, allá en Texas, en la casa estaba la hija del mecánico? —le preguntó Ian, en voz baja—. Pues esa niñita gritona está en ésta casa, ella me puede reconocer.

    —Su nombre es Blake y... ¿acaso olvidas que Megan y los chicos ya saben la razón por la que hiciste eso? Ellos nos ayudarán a aclarar todo con ella y con su padre.

    Tal y como le recordaba el menor, ellos dos, apenas se reunieron con Megan y con el resto del grupo, les habían contado todo lo que acontecido anteriormente, incluyendo el que Ian había intentado asesinarlo, y teniendo eso en mente, el mayor tomó fuerzas, respiró hondo y se decidió a acompañar al chico de ojos púrpura a lq sala de la casa, aunque no dejaba de pensar en lo que podía ocurrir después. Pero Nolee, nada más verlo, lo reconoció como un delincuente, y comentó, muy seria:

    —Ian Mc Keller, no pensé que a los hampones como tú los dejaran en libertad tan fácilmente, sobre todo en Santa Leah.

    Iba a decirle que aquello era obra de su padre, pero Blake le dijo a su padre, muy sorprendida, porque se dio cuenta de lo que él más temía:

    —¡Papá, ése es el sujeto que intentó asesinar a Troy en casa!

    —¿Estás segura de eso, Blake? —le preguntó su padre, aún más sorprendido que ella misma por esa revelación.

    —Sí, papá. Es él.

    —¡Ya verás, imbécil! —espetó la rubia, furiosa—. Te voy a enseñar que con mi familia nadie se mete y que, si lo hace, recibirá su justo merecido, al menos de mi parte.

    —Nolee, éstas no son cosas para damas —la detuvo Sean, igual de enojado—. Yo me encargaré de éste tipo.

    —Eso tampoco será necesario, Sean —les dijo Bernard a ambos, muy serio—. Si hay alguien en éste lugar que pondrá en su sitio a ésta basura, ése seré yo.

    Acto seguido, Bernard se acercó a donde se encontraba Ian, quien en su mente le estaba rogando a Dios con toda su alma y su corazón que el hombre no lo asesinara -aunque sabía muy bien que se lo merecía-, por lo que sucedió aquella noche con Troy en su casa, porque estaba aterrado. Sus ruegos se intensificaron aún más, al ver que el mecánico levantaba un puño lo acercaba a su abdomen con violencia, para así comenzar a golpearlo en dicha área, en repetidas ocasiones, y a pesar de que le dolía en gran manera, no se atrevió a defenderse de sus ataques. Stuart y Garrett pensaron en intervenir, pero al ver al mayor, tan absorto en su idea de hacer justicia por Troy, prefirieron no hacerlo, ya que podría reaccionar peor ante eso.

    Y hubiese ocurrido lo peor, de no ser porque Troy, al ver a su mentor cegado por la ira que sentía hacia Ian, se interpuso entre ellos, para que no le hiciera más daño. Después de eso, prácticamente le ordenó:

    —¡Bernard, ya basta! Déjalo en paz.

    Bernie quedó totalmente descolocado al ver lo que hiciera el muchacho. Ian quedó libre de su agresor, y se apartó, buscando recobrar el aliento. Entonces el hombre le preguntó, contrariado ante la demanda:

    —¿Por qué me pides eso, hijo?, ¿no ves que intentó matarte?

    —¿Y eso te da derecho de tomar la justicia por tu propia mano, Bernie? —preguntó el menor, enojado por su reacción—. ¡Pues no es correcto, no es lo justo! Hay cosas que ustedes no saben, además, él está arrepentido y quiere ayudarnos.

    —¿Y qué hizo que cambiara de opinión? —interrogó de nuevo Bernie, un poco intrigado por su actitud en ése asunto.

    —Ian estaba recluído en una prisión en San Ángelo, pero el líder de una organización criminal, de la que Jacob Fitzpatrick es socio, le ofreció la libertad a cambio de asesinarme —explicó Troy—. Pero después de lo que pasó esa noche en Texas, se enteró de que aquel hombre, llamado Alden Van Slyke, es mi padre, y por eso mismo, decidió renunciar al trato.

    —Eso no justifica que lo protejas —le replicó Blake, molesta—. Troy, eres un idiota.

    —También me salvó de morir a manos de una de las sicarias de Fitzpatrick, llamada Irina —prosiguió el menor—, y me trajo hasta aquí, así pude reunirme con Megan y mis amigos de IEPCOM.

    —La chica está muerta —les dijo Nolee, triste—, ella quiso matar a mi padre y también me contó cosas horribles, entonces él le disparó, delante de mí.

    Nada más decir eso, la joven rompió a llorar, porque el tener recordar lo que su padre le hiciera a esa chica, aquel mismo día, en horas de la mañana; eso era algo muy duro para ella, pues todavía no terminaba de asimilar que el hombre era un mafioso, un traficante y un asesino. Fue por dicho motivo que Troy se acercó a ella y la abrazó fuertemente, buscando consolarla, mientras algunas lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos, y luego, su hermana le preguntó:

    —¿Te afecta lo de papá?

    No se trataba de eso precisamente. Por supuesto que a Troy le afectaba el hecho de que su propio padre lo odiara y lo repudiara, hasta el punto de querer acabar con su vida, sin importar lo que le costara lograrlo; y todo por haber tenido la mala suerte de haber nacido con un color de ojos diferente al de las demás personas, siendo así un poseedor de la "maldición". Sin embargo, le dolía mucho más el ver a su hermana mayor en ése estado, porque él sabía muy bien que Nolee había vivido con ése hombre toda su vida, sin imaginar siquiera todas las cosas malas que él hacía -como una princesa en un palacio de cristal-, viéndolo como una persona íntegra, que mantenía una reputación intachable y que gozaba de un gran prestigio en su trabajo, al ser uno de los mejores militares de San Ángelo, además de ser abogado y ex presidente de país, por tal motivo, aquello que había descubierto era inconcebible, una completa barbaridad, su mundo de cristal se caía a pedazos y no sabía qué hacer.

    —¿Por qué no me respondes, Troy?

    —No es eso —dijo él, finalmente—, me duele verte así, es todo.

    —Son unos llorones —comentó Blake, con cierto fastidio.

    —Por favor, Blake, no digas esas cosas —le reclamó Bernie, en voz baja—. Ellos dos son hermanos, no podrás evitar que se den momentos así entre ellos, sobre todo porque apenas se están conociendo.

    —¡Es tan tierno! —opinó Cloe, que también lloraba, conmovida ante la escena.

    —¿Qué hice yo para merecer esto? —se preguntó Doña Leticia, a modo de queja, por el carácter blando de la novia de su hijo.

    —Con todo esto, me dio hambre otra vez —fue lo que dijo Megan.

    —Ten, Megan —le dijo Stuart, mientras le daba su plato, lleno de comida.

    Y entonces, la joven comenzó a comer de nuevo, con su acostumbrado buen apetito, ante las miradas de todos los presentes, como siempre; no obstante, a los recién llegados aquello les pareció un poco extraño, y hasta sorprendente, aunque no se atrevían a preguntar nada, por si llegaban a incomodar a la chica. Al final, Sean fue quien preguntó, intrigado:

    —¿Ella es así siempre?

    —Sí —respondió Stuart, tranquilo—, es algo normal en ella.

    —Si sigue comiendo así, se pondrá gorda —comentó Blake, como consejo—. Lo mejor que podría hacer es ponerse a dieta.

    Justo en el momento en que la jovencita hiciera dicho comentario, el Doctor Sanders iba saliendo de su encierro en el sótano -donde estsban Jhonson y Sadako también-, para hacer sus necesidades en el baño de las visitas, pero al escuchar eso, aprovechó para dar su opinión, debido a que conocía muy bien a Megan, al ser su padrino:

    —Si quieren verla de mal humor, adelante. Pero no tienen ni la menor idea de a qué se van a enfrentar si lo hacen. ¿Verdad, Stuart?

    —Para nada, Sanders —confirmó su mejor amigo, sonriendo.

    Dicho comentario de Stuart hizo que todos los que estaban presentes en la sala de la casa de Garrett comenzaran a reírse a carcajadas, incluída la misma Megan, pues sabía muy bien que lo que decían sobre ella era cierto. Blake, por su parte, se notaba molesta, ya que -según ella- nadie había tomado en serio su consejo para la amiga de Troy, aparte de que el muchacho seguía distante con ella, sin tomar en cuenta que él tenía otras prioridades en el momento. Sí, estaba enojado con la chica por el impase que habían tenido durante el viaje, antes de que el grupo se separara, pero tal vez se ocuparía en hacer las pases con ella luego, en cuanto todo aquel embrollo se hubiese resuelto, porque se mantenía concentrado en encontrar un modo de acabar con la "Estrella del Norte", el cartel de crimen organizado liderado por Van Slyke, y detenerlos a él y a Fitzpatrick, antes de que los planes que ambos tenían en mente se llegaran a consolidar.

    Continuará...


    Sonia de Arnau ya llegamos al capítulo 9 de ésta entrega de IEPCOM. Cerca está el bache en que estoy varada, pero espero que ahora pueda salir del bloqueo y darle un final decente al libro.

    Voy a ver si logro avanzar más en esto, de verdad me interesa acabar éste libro, es una meta que me propuse hace mucho. No sé cuando acabe, lo que sí sé es que tengo que hacerlo.

    Nos leemos luego.
     
    Última edición: 26 Octubre 2022
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    Nianimetal

    Nianimetal Una ermitaña en su cueva

    Virgo
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    25 Septiembre 2013
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    Pluma de
    Escritora
    Título:
    La Verdad Sobre IEPCOM 3: El Fin de Una Era
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    19
     
    Palabras:
    1822
    Capítulo X:

    En Espera de
    Noticias
    Unas horas después de la llegada de Karen Jhonson a la casa de la familia Abay, y les comentara a Megan y a sus aliados acerca de todos los detalles que conocía sobre la sociedad que mantenían su ex esposo y Van Slyke, desde hacía unos veinte años atrás,bde la organización "Estrella del Norte", de la cual ambos hombres formaban parte y de las operaciones que se llevaban a cabo en la misma; ya la mayoría de las personas que se hallaban en el interior de la misma se habían quedado dormidas allí, en los muebles o en colchones, que Doña Leticia guardaba en la bodega del lugar, y que habían sacado de ahí, para que descansaran, al menos un poco, pues suponía que debían estar agotados. Garrett se encontraba en el sótano de la residencia, revisando las cámaras de seguridad de la mansión del padre de Troy y Nolee, y de la Jefatura de la Policía Central, por si llegaba a saber algo relacionado con sus planes -como todas las noches-, mientras el Doctor Sanders dormía allí, hasta la mañana, para relevarle en ésa labor, pero no lograba obtener ni una pista siquiera de ellos, ni de lo que pensaban hacer, y por eso, se preguntaba a sí mismo, con cierta molestia:

    —¿Dónde estarán esos dos ahora?

    —No te desesperes, lo más seguro es que tengamos algo pronto —le dijo Cloe, quien lo estaba acompañando en ése momento, para ver si podía hecer que recobrara el ánimo—. Ya verás que todo saldrá bien.

    —¡Pero estamos tan cerca! No sabes cuánto he esperado para atraparlos, cariño.

    —Recuerda que Van Slyke va rumbo a San Ángelo, probablemente, y por eso no podemos saber qué está haciendo ahora —comentó ella, más seria—. Y el Escuadrón Alfa está por atacar al Cuartel General de la Brigada de Liberación, Fitzpatrick está coordinando eso. Temo que puedan hacerle daño a mi papá durante la toma.

    —Estoy seguro de que tu padre sabrá qué hacer para sortear ésa situación. No es la primera vez que se encuentra en un conflicto como éste.

    En ése momento, se comenzaron a escuchar golpes en la puerta del sótano, entonces Cloe se dirigió a la entrada de la dependencia, para abrir. Se encontró con Sean, uno de los que acompañaba a Nolee -la hija de Van Slyke y hermana de Troy- y al hombre que había ayudado a su amigo cuando huyó del "criadero"; que tenía la intención de comunicarse con Shirley, la líder del grupo de la Brigada de Liberación con el que estuvieron antes, porque quería hacerle saber sobre los planes de Van Slyke y de Fitzpatrick de atacar el Cuartel General, para que ella y el resto del grupo que se dirigía a Carson City estuvieran al pendiente de cualquier eventualidad.
    Al entrar al sótano, vio que el hacker continuaba observando aquellas cámaras, esperando tener noticias de esos hombres, y después le preguntó a la chica:

    —¿No tienen un teléfono satelital por aquí?

    El moreno se limitó a revisar una de las gavetas del escritorio que tenía en ése lugar. En el mueble tenía guardados varios radios, celulares y teléfonos satelitales, por lo que tomó uno de ellos, se lo pasó a Cloe, para que ella se lo entregara, porque quería estar concentrado en lo que estaba haciendo. Cuando le dió el aparato, ella le dijo, con tono sereno:

    —Espero que te sea de utilidad.

    El joven, apenas tuvo el teléfono en sus manos, se dispuso a marcar el número de Shirley, para llamarla. Tuvo que esperar un momento, antes de que la pelirroja contestara, preguntando, muy seria, al no tener aquel número registrado en el suyo:

    —Aló, ¿quién habla?

    —Hola, Shirley, siempre tan amable —respondió él—. Soy Sean, llamaba para preguntar cómo van las cosas por allá.

    —Ah, perdón Sean, es que no sabía que eras tú. No hay nada interesante que contar, ¿qué hay de tí, camarada?

    —Bueno, debo decirte que encontramos a la Doctora Knox —fue su respuesta—, estoy con el señor Ferguson, Blake y Troy, que ya estaba aquí cuando llegamos, pues consiguió reunirse con la mujer y sus aliados antes de que llegáramos.

    —¿En serio? ¡Es la mejor noticia que me han dado en días, amigo!

    —No todo es color de rosa, Shirley —siguió hablando su compañero—. Estando aquí me enteré de que Fitzpatrick y su socio van a enviar al Escuadrón Alfa a atacar el Cuartel General, así que no se extrañen si, mientras vayan en camino, se encuentren con algunos de sus sicarios.

    —Gracias por la información, compañero.

    Shirley colgó la llamada un momento después, para entonces marcar el número del Coronel Hatthaway, porque pensó que lo más conveniente era informarle a la brevedad posible acerca de las intenciones de sus enemigos, pues se trataba de un asunto de suma importancia para ellos; estaba segura de que, al tener conocimiento de lo que pensaban hacer, prepararía un plan para enfrentar a esos soldados antes de que se dirra el enfrentamiento. Esperó a que el líder de la Brigada de Liberación le atendirra, lo cual sucedió al transcurrir unos segundos:

    —Capitana Darrow, ¿hay alguna novedad?

    —Sí, señor —afirmó ella—, el Sargento Ruf se acaba de comunicar conmigo, para informarme de que, en estos momentos se encuentra junto a Megan Knox, además de que supo que el Jefe de la Policía Central envió al Escuadrón Alfa a atacar el Cuartel General, así que pueden llegar allá de un momento a otro.

    —Entendido, capitana. Diríjase con su comitiva a la ubicación del Sargento Ruf.

    —Como usted ordene, Coronel —dijo ella, seria.

    Nada más decir eso, el Coronel Hatthaway colgó la llamada, por lo que a Shirley le quedó muy claro que debía obedecer aquella orden de su superior, sin embargo, ella no estaba molesta por eso, si no que sonrió levemente, ya que podría reunirse con sus acompañantes y cumplir con la misión que le había sido encomendada en primera instancia; aunque le preocupaba mucho lo concerniente al ataque que se estaba planeando contra el Cuartel General de la Brigada de Liberación, pues sabía que el fundador y líder de aquel cuerpo de resistencia en contra de las arbitrariedades de la Policía Central, tendría un plan para arreglárselas y salir airoso de esa situación adversa. Llamó a Sean -que esperaba noticias de su parte, o alguna orden, en casa del hackrr- apenas pudo, y él le contestó rápidamente:

    —Espero instrucciones, Shirley.

    —Sean, dame la dirección del sitio en donde estás —le pidió la chica.

    Sean, al escuchar eso, le pidió los datos a Cloe, ella se los suministró con la prontitud que ameritaba el caso y posteriormente, él hizo lo mismo con su camarada, para luego colgsr la llamada y fue entonces cuando el moreno le preguntó, algo intrigado:

    —¿Son otros miembros de la Brigada de Liberación?

    —Sí —fue su respuesta—, ya vienen en camino.

    Mientras eso sucedía, el grupo de soldados que formaban parte de esa delegación especial seguía su recorrido hacia el Cuartel General, en Carson City, desanimados por no haber podido cumplir con su objetivo inicial. O al menos, eso era lo que pasaba por la mente de Tea, pues ella siempre buscaba la manera de llevar a cabo cada orden que le era dada por sus superiores, y el no lograrlo, era algo que nunca contemplaba como una de sus posibilidades en una misión; no obstante, la joven no solamente pensaba en eso, si no también en Troy, quien había sido su único amigo de la infancia, a pesar de que él era uno de los poseedores de la "maldición", y recordaba que la gente que se encargaba del orfanato en donde vivía, en la Isla de Santa Esperanza, no le permitían estar cerca de él -cosa que no le importaba-, y se las ingeniaba para compartir con él y defenderlo de los niños mayores que lo molestaban. Había podido reecontrarse con su amigo, después del bombardeo, del que ya habían pasado unos quince años ya, pero se habían vuelto a separar, por culpa de las circunstancias, ahora pensaba en cómo lo encontraría, al no tener idea de su paradero. Pero dejó de hacerlo, cuando escuchó que Shirley daba la siguiente orden:

    —Cambien la ruta hacia San Francisco.

    —Shirley, ésas no fueron las órdenes del Coronel Hatthaway —le dijo Lynn, una de los delegados que le habían informado del cambio de planes del líder de la Brigada de Liberación—, debemos ir al Cuartel General.

    —Debo informarles que el Sargento Ruf se comunicó conmigo por teléfono, para avisarme que encontró a la Doctora Knox, quien está en San Francisco. Le conté lo ocurrido al Coronel Hatthaway, y él me dio la orden de que nos reuniéramos con él allá. ¿Hay algún problema con eso?

    —Ninguna, Capitana Darrow —fue la respuesta de la delegada.

    —¡Por fin Sean hizo algo bueno! —exclamó Katherine, burlona.

    Cambiaron la ruta de avance, para ir a la ciudad de San Francisco, como lo había ordenado el Coronel Hatthaway, de inmediato, cosa que Tea aprovechó para ir a sentarse al lado de su mejor amiga y preguntarle, emocionada:

    —¿Entonces volvemos al plan inicial, Shirley?

    —Por supuesto que sí, Tea —le respondió la pelirroja—. El plan es ir hasta San Francisco, al lugar en donde está la Doctora Knox, y allá, ver si tiene pruebas en contra de Fitzpatrick y de sus socios, como quería el jefe en un principio.

    —¡Eso es música para mis oídos!

    —Y además, te tengo otra noticia —agregó Shirley, con tono intrigante.

    —¿De qué se trata?

    —¿Recuerdas que Sean se fue con Nolee en el autobús cuando nos fuimos? —le preguntó ella, recapitulando—. Pues creo que en el camino se toparon con el señor Ferguson y con su hija Blake, porque me dijo que estaban allá también.

    —¡Como si Blake y yo nos lleváramos tan bien!

    —Sean también me contó que se encontró con tu amigo Troy, en donde está la Doctora Knox —finalizó ella, sonriente—. Así que lo verás muy pronto.

    Cuando escuchó a su amiga decir lo último, Tea quedó perpleja, tanto que no podía pronunciar una palabra siquiera, debido a que la embargaba una felicidad enorme, al enterarse de que estaba por encontrarse con Troy de nuevo, por lo que una gran sonrisa se dibujó en su rostro, y después abrazó a Shirley con fuerza, pues estaba muy emocionada. Y no solamente se reencontraría con su mejor amigo de la infancia, si no que, además de eso, podría cumplir con la tarea que hacía unos días, les habían dado a ambas, junto a su comitiva, y que -luego de una pausa involuntaria de su parte- estaban a punto de retomar, lo cual harían sin importar el costo, para detener finalmente a sus enemigos.

    Continuará...

    Bueno, ya está el capítulo 10. Espero que les guste cómo va avanzando la trama, he estado trabajando mucho en ella.

    Nos leemos luego.
     
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