La decisión correcta

Tema en 'Relatos' iniciado por Miss_Hanari, 14 Septiembre 2009.

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    Miss_Hanari

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    La decisión correcta

    Aj, ultimamente estoy teniendo un serio problema con los títulos.
    Este es un one-shot que escribi para el colegio, con la tematica de riqueza , pobreza , igualdad y justicia.

    La decisión correcta

    Impaciente, miró el reloj que estaba en su mano derecha. Quería llegar a su nueva casa y estrechar entre sus brazos a su esposa; llenarla de besos cariñosos no bastaría para demostrarle todo lo que la había extrañado.
    Nunca se había sentido así, siempre se había llenado de alegría cuando estaba en la sala de partos ayudando a traer bebes al mundo, pero hoy de veras quería que su turno acabara.
    Cuando el timbre sonó, corrió a todo lo que sus piernas le daban hacia su oficina para recoger sus cosas e irse a su hogar. Cogió su saco con una sonrisa grande en su rostro y, por un hábito adquirido desde hace mucho tiempo, revisó su celular. Veinte llamadas pérdidas.
    Sus manos comenzaron a temblar al pensar que aquellas insistentes llamadas venían de casa, pero cuando vio el registro de llamadas se tranquilizó… sólo un poco.
    Las llamadas provenían de la casa de Rosa, una de las pacientes que atendía para la fundación de ayuda para las zonas pobres. Desde que su embarazo había comenzado tuvo problemas, por lo que él la iba a revisar cada mes en su precaria casa que se encontraba casi fuera de la capital. Habían quedado en que, a la hora del parto, ella sería trasladada a la clínica en la que él trabajaba para que no le cobraran nada.
    Rápidamente llamó de regreso al número. Su pie se movía impaciente, mientras que escuchaba el sonidito del teléfono, hasta que por fin la cosa esa hizo conexión.
    — ¿Hola? — del otro lado de la línea, la angustia y el nerviosismo hacían que el acento de el esposo de Rosa se escuchara aún más pronunciado.
    — ¡Pedro! Lamento no haber contestado las llamadas… — las palabras se peleaban por salir de su garganta, tal vez producto de la preocupación, — ¿Esta todo bien?
    — Doctor Carlos, a la Rosa se la ha llevado, en una ambulancia. Los bomberos dicen que necesita una “cisarea” de emergencia. — Sus peores miedos se volvían realidad, tenía que llegar donde Rosa y rápido.
    Con un “voy para allá” terminó la llamada y salió de la clínica. Subió a su auto y arrancó, dirigiéndose a la gran carretera que le llevaría a la posta a la que Rosa había sido llevada por los bomberos.
    Su celular volvió a sonar y él, con los nervios de punta, lo respondió. Su jefe, aquel hombre bueno y bonachón, le presentaba en bandeja de plata la posibilidad de traer al mundo al hijo de uno de los clientes más importantes de la clínica y con eso, por supuesto, de recibir una buena bonificación.
    Su cerebro ya comenzaba a maquinar lo bueno que le haría ese dinero extra ahora que acababa de iniciar su matrimonio. Podría pagar una letra más del departamento y, lo más importante, vería la felicidad en esa mujer que tanto amaba… pero ¿a qué precio? A claro, el de dejar a Rosa en manos de otra persona. No es que nadie más pudiera hacer esa operación, pero él era el único que sabía los contratiempos que podía llegara tener, los cuidados que necesitaba y la prevención con la que se debía tratar el caso.
    Se golpeó mentalmente al pensar que su esposa se pondría feliz si aceptaba el trabajo, aquel ser angelical, inocente y sobre todo justo, le reprocharía el hecho de faltar a su palabra y también por haber cometido semejante injusticia por dinero.
    Le agradeció a su jefe y luego colgó el teléfono. Sonrió y aceleró a fondo, impaciente por llegar, esta vez, a la posta y atender a Rosa.

    &

    Divisó su casa desde el auto y volvió a sonreír, quizás por milésima vez en la noche. Luego de una operación perfecta, un hermoso y saludable bebe y una feliz y risueña familia, llegar a casa era como la cereza del postre.
    Entró a casa casi corriendo y la música lo invadió de lleno. Su ángel personal escuchaba esas canciones con letras cursis y románticas. La abrazó por la cintura y le dio un beso en al mejilla, escuchando después su melódica y preciosa risa.
    Ella se volteó hacia él y lo miró a los ojos. En ese momento el doctor Carlos se dio cuenta de algo: si hubiera abandonado a Rosa jamás la hubiera podido ver a los ojos sin avergonzarse. Se hubiera repetido cada día de su vida que aquella criatura tan perfecta y dulce no debería estar al lado de alguien tan avaro como él, que había actuado sólo por dinero.

    Y así, le sostuvo la mirada por unos momentos, orgulloso de haber tomado la decisión correcta.


    ____________________________

    ¿Raro? Lo sé
    ¿Soso? lo sé
    ¿Cursi? Esta bien, mi profesora me mandra lejos.
     
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