La campana navideña

Es un regalo de día de reyes. ​

Espero que les guste.....​

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La campana navideña​

Los padres de Ikuto, como era de costumbre, trabajaban en adornar la casa para navidad.
–Ikuto-tan, ven para que coloques la campana en el arbolito.-le dijo su madre Meely
–Si madre ya voy.- le respondió el chico a su madre.
El pequeño niño salió corriendo desde su cuarto a la sala. Corrió tan aprisa que no vio que estaban muchos adornos en el piso y tropezó con uno de ello y comenzó a llorar.
Sus padres que estaban en frente de él le hablaban.
–Ikuto-tan, que esperas ¿por qué no vienes?- hablo el padre del pequeño mirándolo a los ojos.
–Anda Ikuto ven rápido, o no pondrás la campana en el árbol.- sonrió la madre.
–es que no puedo, me duele mucho. – trato de explicar llorando el pequeño.
Sus padres no le respondieron.
Madre, Padre, ayúdenme.- les pidió ayuda el niño a sus padres, pero ello seguían sin responder.
Las luces del arbolito titilaron un momento y se apagaron, la sala quedó a oscuras
–Madre, PadreEl niño logro ponerse de pie y salió corriendo hacia sus padres; pero mientras más corría más parecía que se alejaran sus padres.
– ¡Mamá! ¡Papá! De repente una fuerza empezó a jalar al pequeño tanto que lo saco de la casa por la ventana, y lo estaba llevando lejos.
¡Mamá! ¡Papá!
–Despierta Ikuto llegaras tarde a tu recital navideño de violín.- trato de despertar muy tiernamente la abuela Izuna a su nieto.
El chico despertó de golpe
–Gracias abuela.- dio las gracias Ikuto a su abuela.
–De nada nieto recuerda llegar temprano para decorar la casa.
–Luego veré abuela, tengo cosas que hacer.
–Pero es navidad Ikuto, tenemos que celebrar. Trato de convencer la abuela al nieto.
–Abuela sabes que no me gusta la navidad desde la muerte de mis padres.
–Pero a tu madre y a su esposo Axl les gustaba mucho la navidad.

–Pero a mí no. Le respondió de una manera un poco brusca.
El joven dejo de hablar con su abuela y se empezó a acomodarse para ir a su recital que era en la noche pero su grupo acostumbraba a hacer un ensayo general.
Ikuto, quedo de verse con su mejor amiga antes del ensayo para charlar un rato.
El chico, entusiasmado, se sentó en una banca del parque para esperar a su amiga. Mientras esperaba comenzó a caer nieve.
–Donde estar Neko ya debería estar aquí.- hablo para sí mismo el chico. Unas manos pequeñas y delicadas le taparon los ojos a Ikuto.
–Hola mi querido violinista.- saludo muy tiernamente la chica a su mejor amigo.
– ¿Quien será?- pregunto sarcásticamente el chico.
–Soy yo tonto.- Respondió la joven saltando desde la parte de atrás de la banca.- Vamos, cuéntame que has hecho.
–Jajajaja.-rió el joven.- no puedo ya que llegaste tarde he perdido mucho tiempo y voy a llegar tarde.
–bueno si quieres te acompaño y me quedo de una vez hasta la noche cuando sea el recital te parece. Ofreció su compañía la simpática niña.
–me encantaría.
Los dos jóvenes fueron agarrados de la mano, lo que era habitual en ellos aunque no fueran novios.
Al llegar a la sala de conciertos Neko se sentó en una silla mientras todos ensayaban.
Paso la tarde y llego la noche. Era hora del concierto llego todo el publico y Neko como llego temprano se sentó en la primera fila.
Todos los músicos detrás del telón se estaban preparando para el show. Cuando todos estaban listos y el público en silencio se abrió el telón. El concierto empezó con la trompetas, luego los tambores y unas cuanta percusiones. Todos disfrutaban del concierto y Neko esperaba ansiosa el solo de Ikuto, el cual, estaba a punto de empezar. Ikuto estaba nervioso.
Solo quedaron unos pocos instrumentos que estaban dándole paso a Ikuto que estaba muy atento a su turno. Entre toda la música Ikuto pudo oír una campana que tenía un pequeño bebe entre el público y que la agitaba. Ikuto se quedo inmóvil; ya era su turno y no reaccionaba. El público comenzaba a murmurar. Ikuto recordó el dulce sonido de la campana navideña de sus padres que era muy similar a la campana del bebe. El violinista empezó a llorar por la nostalgia y salió corriendo del auditorio.
Neko se levanto inmediatamente de su asiento y fue corriendo tras Ikuto.
El sollozante violinista corrió hasta el pequeño puente que había que cruzar para llegar al auditorio y apoyó los dos brazos y la cabeza en el barandal de piedra.
Ikuto miraba el agua cuando escucho unas voces arriba de él.
–Cuanto has crecido hijo.
–Ese es mi hijo.
Ikuto miro arriba para tratar de ver quien le hablaba pero una gran luz no lo dejaba ver. Cuando logro adaptar su vista a la luz pudo ver que eran sus padres que estaban cubiertos por una luz embriagadora y tenían unas largas alas de ángel.
–Mi querido niño, se feliz, no llores por nosotros.- le dijo su madre mientras le acariciaba el pelo con gentileza.
–Vive al máximo y disfruta la navidad con tus seres queridos.- aconsejo el padre a su hijo mientras le hacia una señal de aprobación con el dedo pulgar.
Ambos padres le pusieron las manos en las mejillas a su hijo.
–Feliz navidad, hijo.- dijeron los dos padres al mismo tiempo.
–Feliz navidad.- respondió Ikuto
Ambos padres le quitaron las manos de la cara lentamente al chico de la cara pero otras manos le taparon los ojos.
–Feliz navidad, Ikuto.- le deseo la persona que le tapaba los ojos
Era Neko que trataba de animar a Ikuto.
Ikuto se voltio rápidamente y le dio un beso muy apasionado a Neko y ella le correspondió. Después de unos segundos Ikuto se separo de ella.
–Me gustas Neko.- confeso su amor Ikuto.
–Yo también te quiero.- confesó su amor ella ya que era correspondido.
Mientras se veían a los ojos Ikuto recordó que su abuela lo estaba esperando.
–Ahora tengo algo importante que hacer que tal si nos vemos mañana.- ofreció Ikuto.Empezó a caer una nieve escarchada.
–me encantaría.- Acepto la pequeña.
El joven le dio un tierno beso en la mejilla a su “amiga” y se fue corriendo a su casa.
La abuela estaba sentada al lado de la fogata tejiendo un suéter de navidad cuando Ikuto llego.
–Abuela perdón por ser tan amargado, quiero que sepas que te amo.- dijo abrazando a su abuela.
–Yo mas mi nieto querido, ahora, ¿qué te parece si decoramos la casa?.- pregunto muy tiernamente la abuela. –De acuerdo abuela.
Y de esta formas todos vivieron una navidad que jamás van a poder olvidar. Fin