Long-fic de Inuyasha - La bruja de los labios rojos [sessho&kago]

Capitulo final; Cautivos.


— ¡Hey, Inuyasha!—Inuyasha abrió los ojos, cansino. Sesshomaru lo movió varias veces hasta que este cedió y, por lo menos, levanto la cabeza.

— ¿Qué?—Con una voz de ultratumba, Inuyasha respondió, o por lo menos trato. Culpa de la resaca, diría el pobre albino.

—No seas estúpido, tienes que levantarte. —Sesshomaru le revolvió el cabello de Inuyasha, que en vez de parecer cabello parecía una melena de león, y luego empezó a peinárselo, cabello por cabello con una peineta que tenía en mano. Inuyasha suspiro, apenas si se percato de que su hermano había bajado a la cocina.
—Oye que…—Inuyasha de toco el cabello, ahora tenía una coleta alta. Suspiro de nuevo y llevo su cabeza con fuerza a su cama.

— ¡El desayuno esta listo!— Esta vez, una voz femenina grito desde la cocina. De seguro era su madre. De mala gana, Inuyasha tiró las sabanas y se levanto, medio tambaleándose.

—Ten cuidado, hermano— La voz, fuerte pero amable de su hermano hablo con toques de paternidad, Inuyasha medio sonrió, su hermano era demasiado protector. Sesshomaru apretujo los hombros de su hermano, sin llegar a ser demasiado rudo en su toque, con sus manos y lo condujo a la silla del escritorio.
Inuyasha estaba malditamente mareado, la habitación le daba vueltas, y para colmo tenía que agarrarse la cabeza con las manos, temiendo que, de un momento a otro, se le callera.

—Toma— Inuyasha alzó la vista, achicando los ojos, tratando de ver a su hermano. De inmediato pudo localizar la pequeña pastillita mágica para la resaca, café y agua. Se tomo todo de un sopetón.

—Gracias—Logro formular el albino.

—Ni lo menciones—Sesshomaru, quien había esperado que su hermano se despabilara hizo la cama y corrió las persianas. Se dirigió a la puerta con paso ligero—Baja cuando estés listo, mamá nos espera—Formulo antes de irse, Inuyasha ya lo sabía, pero su hermano parecía querer tratarlo como un bebe, lo odiaba por hacerlo siempre.

Bufó y cuando estuvo más consiente, se levanto. Al principio se tambaleo como un potrillo, pero pronto logro recordar el arte de caminar. Se cambio de ropa, se alisto y bajo como una flecha.

— ¿Cómo estas, hijo?—La hermosa voz de su madre Izayoi le ilumino el día. Le beso sonoramente las mejillas y la frente. La abrazo amorosamente, pensando en ella como su salvadora. —Venga hijo, que le deberías agradecer a tu hermano, no a mi. —Inuyasha dio una fugaz mirada a su hermano que leía el periódico matutino y tomaba un café, tan tranquilo como estoico.

Aun Inuyasha se preguntaba como su hermano, un hombre corpulento y de naturaleza fría, se las arreglaba para ser amable, y para colmo, doctor especialista de críos. Era raro porque, para darle la guinda a la torta, eso parecía excitar a cuanta mujer supiera de su existencia (Y no eran pocas).

Bufó—Gracias Sesshy—. Tanto él como su madre rieron por el apodo que Inuyasha le había dado, en medio de la borrachera de la noche anterior. Inuyasha aun lo recordaba por eso decidió decirlo. Pero Sesshomaru siguió sin inmutarse, tomando su café.

— ¿Y papá? — Inuyasha miro para todos lados, sin separarse aun de su madre. Ella río mientras lograba escabullirse de los brazos de su hijo.

—Hoy tenía cosas importantes que hacer, antes de irse dijo que te amaba. —Inuyasha se sonrojo ¡Que no era un crio! Gruño, pero aun así su madre le dio la espalda y se fue a sentar, tomando de una taza café, humeante y rebosante de un té aromático.

Rodo los ojos, y se resigno a comer algo, sentándose entre su extraña familia. Sonrió para si, aun así los quería muchísimo.


— ¿Otra vez te fracturaste, Rin? —Su padre, un apuesto hombre de ojos violetas carcajeo y mostro su dentadura ante la pregunta del doctor Sesshomaru, aunque más por vanidad que por risa. Su esposa, una castaña esbelta y de estatura promedio, le pego en los costados. El joven sonrió, se sobo disimuladamente y le dio una mirada a su esposa, Sesshomaru llevaba bastante tiempo viéndolos en los últimos meses, por lo que ya sabía que eso significaba solo una cosa; “¿Hablo yo, o hablas tu?”

La castaña se aclaro la garganta. Supuso que hablaría ella.
—Lo siento Sesshomaru—Dijo, medio apenada —, ¡Pero es que cuando Miroku y yo le quitamos la vista un minuto ya esta fracturada! — Sesshomaru la observo, asintió y luego procedió a examinar a la niña, quien había estado sentada observando como Sango, su madre, y Miroku, su padre, hablaban con Sesshomaru, su medico favorito.

—Yo creo que solo lo hace para que tú la atiendas—Miroku sonrió, esta vez realmente divertido. Su hija era igual de sutil que el cuando quería algo. Ósea, nada de astuta, pero si muy testaruda.

Sesshomaru le sonrió a la niña y esta se la devolvió, cómplice.

—Mi primo Bankotsu—comentó el albino—Tiene un hijo llamado Shippo, viven al lado de mi casa ¿Por qué, simplemente, no vas a mi casa y juegan? Él pasa todo el tiempo allí porque aun tenemos los juegos que solíamos usar yo y mi hermano.

Sango estaba a punto de reusarse, pero Miroku la calló con un gesto.

—Deja que ella decida—Le susurró a su mujer. Su hija tenía derecho a elegir, y Sesshomaru era hermano de su compinche Inuyasha, así que no había mucho por que temer.


Camino por las calles, desanimada. Había sacado su licencia y diploma en enfermería, pero aun no la llamaban para aceptar su propuesta de trabajo.
Suspiró. Si fuera ella su hermosa, frágil e inteligente hermana Kikyo, la hubieran contratado en solo unos segundos. Pero no era ella. Suspiró de nuevo, las diferencias entre ella y su admirada hermana eran colosales.
Ella era menuda, sentimental y su pelo caía en puntas rebeldes. En un intento de parecerse a su hermana hoy llevaba el labial rojo de ella. Siempre había admirado los labios de su hermana, aunque eran rojos por el tinte del labial, siempre los deseó igual de rojos y hermoso. Ahora el labial adornada sus labios; tan rojos como la sangre, escarlatas como una rosa.
Camino mucho sin darse cuanta de que hacía o hacía donde iba, así que, como era de esperarse, choco.
—Ten más cuida… —La azabache hubiese podido terminar de hablar, si no fuese porque, prácticamente, alguien había caído sobre ella. Y sus labios manchaban de escarlata otros ajenos, blandos, y gruesos.

“—Hey, Sesshomaru, ¿Nos seguiremos amando en otra vida?
—Claro que si. Un día, tú y yo chocaremos, porque el destino—Tomo una pausa y le estrecho la mano —, lo va a querer así—Abrazo más aquel pequeño cuerpo pegado al suyo, mientras observaban la luna.
— ¿Si?—Él asintió y ella río—Pensaba… Que si un día nos encontramos, terminaremos uno encima del otro, besándonos. Porque así, prácticamente me has besado todas las noches…
Él solo le sonrió, como nunca lo había echo con nadie, y le beso, le beso esos labrios rojos, dignos de una bruja”

Cando el albino logro respirar, se paro de inmediato. Por alguna razón sus labios habían estado demasiado tiempo posados en unos ajenos, cuando lo regular era pararse de inmediato y disculparse.

Pero había algo tentador, algo misterioso que le llamaba a prolongar el contacto con aquella boca roja como un rubí y cálida como el sol en primavera.

Cuando pudo pensar con claridad le tendió la mano a la impresionada chica. Kagome pensó, claramente, que esto era lo más extraño del mundo ¿Un hombre podía ser tan caballeroso y, para colmo, no estar enojado por haberle dejado la boca roja? Carcajeó aun en el suelo, llevándose las manos a la barriga, lágrimas furtivas empezaban a bajarle por la cara sin piedad. Luego de un rato se recupero y cogió la mano del extraño chico, de cabellera plateada.

— ¿Cómo te llamas?—En vista de que el albino seguía resentido por su inminente risa, se dedico a sacar un espejo de su bolso y apuntar su mejilla. —Lo siento, no es que este loca, pero te he manchado la cara ¿Qué te parece, resentido desconocido, si te invito un café?

El sonrió, mientras trataba de quitarse el labial.

—Me llamo Sesshomaru, bruja.

— ¿Bruja?

—Si, de los labios rojos, podríamos decir.

Ella solo sonrió, tomando su mano sin esperar que terminase de limpiarse y lo guio a la primera cafetería que encontró.

“—Hey Sesshomaru… —Logro decir la chica, luego de recuperar el aliento— si yo muriera…. ¿Me prometes que en esta vida o en la otra protegerás a Inuyasha?

El alzó una ceja, sin entender muy bien a que quería llegar su pequeña Kagome, aun así le sonrió de nuevo—, Lo prometo, si es que tú prometes que, sin importar que, estarás a mi lado—Hizo una pequeña pausa—Siempre.

Ella dejó de sonreír.

—Sesshomaru yo…—Sonrió de nuevo, restándole importancia—Nada, olvídalo.

—Venga, ¿Qué es?

Ella pareció dudar. Rodo los ojos varias veces, como tratando de encontrar alguna escusa, pero al no encontrarla suspiró.

—Te amo
—Ho… Yo también, hermosa bruja. ”


No importa el lugar, ni el tiempo, ni las circunstancias…

Tanto las brujas como sus esclavos….​

Terminan, tarde o temprano, cautivos.​

​

​

-----------------------------------------------------------------------------------------------------------​

​

Nota de autora: ​

​

Bueh~ Creedme que este es el mejor final que pude encontrarle. No soy mujer de finales "felices", de hecho, siempre que escribía historias (aun si eran mentales) siempre la historia terminaba con un personaje muerto, especialmente el principal. Para las curiosas/os, tenía planeado dejar morir a Kagome de cancer, pues me pareció, simplemente, una buena idea. ​

​

​

Pero a pesar de que el final sería muy propio de mi, algo me detuvo de hacerlo. Soy malditamente cruel, tal vez, pero ni yo puedo huir mucho de mi misma, tenia la idea presente, pero admito que tampoco quería que (a muy pesar mio) Sesshomaru muriese sin su bruja. Después de todo me apiade , porque pensé que, de todas formas, Sesshomaru es eterno y Kagome... Al ser humana, es efímera. ​

​

​

"Efímera" Que cruel palabra, todo es efímero y lo que no lo es, esta condenado a vivir con el recuerdo la que si lo fue. Deseando serlo también, algún día. ​

​

Pero tranquilas, queridas mías, pensad que solo desvarió y que al final Sesshomaru se las ingenio para hacer a Kagome Youkai. ​

​

​

​

Se despide, con su ultimo capitulo.......​

​

razon ​

​

​

​