de Inuyasha - Inmortal [Kikyou]

Inmortal [Kikyou]

¡Hola! Aquí traigo un drabble que escribí hace tiempo para un concuro (que porcierto, no gané:() y hoy de repente se me antojó subirlo. Es una idea extraña y no quedé muy convencida cuando la acabé, pero les dejo a ustedes el juicio.

¡Feliz año nuevo y que os guste mucho!
​

Inmortal
​

Fuego. Quemazón. Dolor. Las penurias eran incontables pues jamás hubiera acabado de enumerarlas. Un calor abrasador consumía mi cuerpo que comenzaba a carbonizarse a gran velocidad. Cruel e impasible desgarraba mi piel, comenzando por los pies y ascendiendo hasta los cielos.

Querer correr y no poder, desear la muerte más que nada en el mundo, llorar y no ser capaz — pues el manto de llamas evaporaba mis lágrimas al instante — , gritar y sentir como el fuego quema tu garganta… Intenté dejar de resistirme, mi salvación era imposible. Cerré los ojos y sentí como me ardían los parpados. Aún podía oír voces lejanas con tono de desprecio entre mis gemidos de agonía.

“¡Muerte a la bruja!”

“¡Qué se pudra en el infierno!”

El infierno era un patio de recreo comparado con aquello. Incluso los latigazos de Satán para con las almas malditas eran un sueño comparado a esto.

Mi cabello me abandonaba, y con el se alejaba mi vida. Las cuerdas vocales vibraban en llamaradas, dejándome incapacitada para seguir gimiendo; ahora ni siquiera podía expresar mi tormento. Tan solo me quedaba morir en silencio por culpa de acusaciones absurdas. Ya casi no era consciente de mí y, de repente, aquellas crueles voces se oyeron de nuevo lanzando otra acusación.

“¡Qué muera también!”

“¡Era el amigo de la bruja!”

“¡Quemadlo junto con el demonio!”

Y, si el haber mutilado mi cuerpo y luego haberme quemado viva no fuera el peor de los castigos inventados por el hombre; también maltratarían mí corazón.

Su semblante estaba desencajado y había rastro de llanto en su rostro. El dorado de sus ojos estaba fijo en mí con el dolor impregnado en ellos. No forcejeó ni intentó evadirse de aquel destino. Tonto. Era un necio, siempre lo había sido, pero gracias a eso le amaba. Había decidido seguirme al infierno aunque la marcha fuera extremadamente insoportable, aunque, después de todo, nos habíamos jurado morir juntos.

Quise gritar con todas mis fuerzas — las pocas que me quedaban —, intenté moverme e incluso hacer algún gesto, pero fue en vano; estaba más muerta que vida. Lo único que este cruel destino me permitió fue ver su sonrisa dedicada para mí, unos embriagadores ojos dorados que me pertenecían y las palabras por las cuales había valido la pena aguantar consciente hasta entonces.

“¡Kikyou, nos encontraremos dentro de poco, y entonces, podré amarte hasta el fin de los tiempos!”

Oído aquello pudo darse por finalizado mi macabro castigo. Conseguí sonreír a penas unos segundos a modo de respuesta antes de que mi cuerpo se carbonizara por completo. Abandoné este mundo feliz, pues a pesar de aquella fatídica muerte el destino se había compadecido de mí dejando que me encontrara con Inuyasha a donde quiera que fuese. Aquellos estúpidos humanos me habían regalado, sin quererlo, un amor inmortal.

***
​