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Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Kai, 6 Enero 2012.

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    Kai

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    2101
    Luego de mil años llega a poner conti~

    Capítulo 5
    Se despertó increíblemente aturdido, varias luces le daban vueltas en la cabeza con gran velocidad, y por ello no podía enfocarse en nada. Duró entre la conciencia e inconsciencia durante una o dos horas antes de que un alma piadosa le lanzara un balde de agua helada encima. Cuando trató de moverse se dio cuenta de que sus extremidades las tenían inmovilizadas, y que el cuerpo le pesaba toneladas. Luego de que abrió los ojos en la completa penumbra escuchó un grito.
    ―¡Hermano!, ¡ayúdame, hermano!
    Trató, en vano desatarse. Los gritos seguían y seguían, le retumbaba en los oídos como un tambor. Hasta que un impacto de bala se oyó, y los gritos cesaron.


    ―Lorelay ―siseó Ian sudando frió al levantarse de su siesta. Enfocó la mirada: la joven secuestrada le daba la espalda con clase, mientras charlaba (o eso intentaba ella), con Miller.


    ―Ya te dije que si la luz la enfocas desde la izquierda la sombra se verá es en la derecha ―bufó ella―, lógica básica.

    ―Ya veo, pero, ¿si es una imagen totalmente oscura y la sombra no es visible? ―indagó en otro con la mano bajo su mentón.

    ―La luz siempre reflejará, y a donde esta incida, allí, es el lado opuesto de la sombra… ―meditó―. No entiendo por qué haces preguntas tan de niño de pre kínder.

    Miller rió ante esto, él tampoco lo sabía, pero era lo único que se le ocurría con respecto a la profesión de la joven Cold. Giró el rostro y observó como Ian se dirigía al baño con cara angustiada, eso le preocupó. Le dijo a la chica que aguardara y le siguió los pasos al aludido.

    ―¿Qué sucedió? No habrá sido un sueño bonito.

    ―No, no lo fue ―respondió el otro mientras se echaba una considerable cantidad de agua en el rostro.

    ―Hump…―Fue lo emitido por Joe, luego añadió―: ¿Tú hermana, quizás?

    Ian hizo una mueca de desagrado y le dio la espalada al otro mientras se secaba la cara, luego esta se le descompuso y salió pitando del baño en dirección a la sala. Miller era sin lugar a dudas su mejor amigo, pero incluso a él había cosas que no le había dicho. Encontró a la joven recargada en una pared, mirando el techo con extrañeza, pensando. Él silbó para llamar su atención y le indicó que se acercara.

    ―Joe, trae la portátil ―pidió y le instó a la chica que sentara en un sofá, ella lo hizo y le miró cuando él se sentó el frente, colocaron la dichosa portátil en la mesita de té y él tecleó algo.

    ―¿Qué sucede? ―Se atrevió a preguntar la chica―. Me refiero a todo, ¿por qué el secuestro, mis cosas aquí? ―Se cruzó de brazos, tenía intenciones de llorar, su cuerpo pedía eso pero ella ya no quería hacerlo.

    ―A pesar de que ya usaste tus preguntas, responderé por órdenes. No fue un secuestro primero que todo. ―Ella frunció el ceño, ¿seguiría con eso hasta cuándo?―. Nos ordenaron hacer esto por tu seguridad.

    ―¿Secuestrarme es seguro?

    ―Sinceramente lo ha sido, los pedazos de tu cuerpo carbonizado estarían camino a la morgue de no ser así ―dijo y dio vuelta el aparato. Ella leyó en la pantalla la noticia, jadeó y se dejó caer completamente en el sofá, aturdida.

    ―¿Y dices que ésos tres querían dejar una bomba para mí, pero algo salió mal? ―susurró ella sin creérselo.

    ―Nosotros no lo decimos, lo dicen las noticias ―aclaró Josué.

    Quedaron en silencio, ella hipaba y suspiraba, herida. Ya le habían quitado la sensación de seguridad que poseía como ser humano, dos veces en tres días. Su apartamento había explotado y seguramente la policía trataría de localizarla, entró en un repentino pánico, ¿si no la encontraban, la buscarían o la darían por muerta, a su madre le importaría? Se sintió diminuta e indefensa, desprotegida y necesitada. Demandaba unos brazos rodearla, que le dijeran que todo estaba bien, que la ayudarían, que sonriera porqué alguien la acompañaba. Quería a su padre, pero él ya no estaba.

    Cuando reaccionó se dio cuenta que los chicos se movían rápidamente por la cabaña, guardando todo, absolutamente todo.

    ―¿Qué ocurre? ―cuestionó.

    ―Nos vamos, no colocaron la bomba por mirar todo volar, así que vienen a por ti ―aclaró detrás de una caja que metió en el auto. Sólo llevarían lo necesario.

    Ella se rehusaba. Sabía que otra cosa le ocultaban, sentía que simplemente ella estaba en el escenario y ellos tras bambalinas, ocultando y moviendo todo a conveniencia.

    Y era eso precisamente lo que los jóvenes hacían, claro que no se lo dirían hasta que fuese algo de vida o muerte.

    Joe guardaba lo que quedaba de la habitación de ellos, alejando cuidadosamente de la vista de la chica las armas, y toda la tecnología. Procuraron llevar lo más importante de la joven, ella simplemente caminaba de un lado a otro, confusa y enfurruñada.

    Cuando todo estaba arreglado revisaron por última vez el lugar, dejando sólo las cosas de las que podían desprenderse. En un descuido ambos chicos chocaron en el estudio, y repentinamente oyeron la puerta delantera chirriar por sus bisagras.

    ―¡Diablos! ―bramó un colérico Ian, seguido de un asombrado Joe.

    Cuando salieron vieron a la joven cruzar una esquina de la cabaña y escabullirse por detrás, se separaron inmediatamente para darle alcance. En cinco minutos no pudieron encontrarla, y sabían que una grande se les iba a armar encima, ¿cómo se les perdía una joven atolondrada, la cual era muy nerviosa como para ocultarse?

    Sólo a ellos.

    Ann se escondió detrás de un gran árbol, y luego trepó rápido a él cuando nadie estaba cerca. Los jóvenes se adentraron al bosque que estaba detrás de la cabaña y ella bajó con cuidado de este, aún así se rasgó un poco la falda. No importó. Fue rápidamente a la cabaña, en busca de las llaves de su auto para largarse de allí, quería irse, tenía que hacerlo. No podía esperar a que algo le sucediera.

    Por suerte los jóvenes habían dejado la puerta de su habitación abierta y ella se escurrió en esta con sutileza, registró todo lo que pudo: almohadas, roperos, gavetas, bolsos, cajas, ¡todo! Pero no encontró nada, maldijo su suerte y se sentó en el suelo, casi despotricando en contra de sus captores.

    Sintió la puerta ser abierta, pero sintió más pasos de los que deberían.

    ―¡Búsquenla!, ¡ya, ya, ya! ―gritó una voz desconocida para ella. Le dio pánico y se ocultó debajo de la cama.

    Pisadas ruidosas se movieron por toda la cabaña, levantando, moviendo, girando, revolviendo todo para encontrarla. La puerta de la habitación fue abierta de una patada a pesar de no encontrarse cerrada. Se tapó la boca para no gritar, temblaba incluso de pensar poder ser descubierta.

    Ella brincó y gritó cuando oyó un disparo en la entrada, allí el hombre que estaba en la habitación la ubicó rápidamente, se replegó con temor y cerró los ojos. Luego sintió que era sacada de debajo de la cama con brusquedad; sin abrir aún los ojos empezó a manotear, cerrando las manos en puños y golpeando el pecho de su captor.

    ―¡Ann, déjate de tonterías! ―riñó Ian con brusquedad, haciendo que ella lo mirara. En el suelo, se hallaba desmayado el hombre que ella creyó se la llevaría―. ¿Ahora te alegra estar secuestrada? ―dijo con un deje de burla el joven.

    ―¡Despejado, vengan ya! ―ordenó Miller desde la entrada.

    ―¡Bien! ―respondió en grito Fizt―. Vamos ―colocó la mano detrás de la espalda de la chica y le instó a moverse, él se apresuró en ir adelante. La chica se apoyaba en su hombro, apretándolo fuertemente y temblorosa.

    ―¿Por qué? ―musitó ella muy bajo, con la voz temblorosa―. Yo simplemente… ¡Ian! ―gritó ella y dejó de hacer presión en su hombro, el volteó enseguida, apuntando el arma.

    Un hombre de cabellera cobriza abundante y con lentes oscuros sujetaba a la chica por el cuello y le apuntaba en la cabeza.

    ―Sólo déjanos salir, y no la mato ni a ella ni a ti ―dijo en un susurro apretando más el objeto metálico a la chica, que ya se mordía el labio con ganas de sollozar.

    ―De nada de sirve muerta y lo sabes. ―El otro hombre rió con ganas.

    ―Eso crees tú, ahora, apártate. ―Ian se hizo a un lado y la chica le miró con pánico, ¿así de fácil dejaría que se la llevaran?

    Voltearon leve y forzosamente para no darle la espalda a Ian, él siempre apuntando al hombre. Cuando ya bajaban las escaleras Fizt se adelantó a donde ellos estaban, y ella le dio pavor, ¡podían dispararle! Pero dejó de sentir la presión del cuerpo del hombre detrás de sí y fue empujada hacia delante, Ian la tomó y verificó rápido su estado, luego salieron y vieron en el suelo a dos hombres peleando, uno de ellos era Miller. Que había jalado al hombre lejos de la chica, el chico de hebras negras apuntó y así paró la lucha.

    Ann corrió velozmente al auto y le siguió Miller, cuidando.

    ―¿Crees que no te recuerdo, Prince? ―masculló el menor mientras agarraba con más fuerza el arma y apuntaba, sin clemencia y dispuesto a disparar.

    ―Dudo que me hayas olvidado, Ian, después de todo, fue un deleite oír las últimas palabras de Lorelay ―habló con burla. Luego recibió un fuerte golpe, sangrando de inmediato―. Todavía estás sensible ―masculló y luego escupió un poco de sangre. Su mirada era sádica, demasiado.

    ―Eres un maldito que no vale nada ―siseó este con una ira llameante en sus ojos.

    ―¡Ian! ―chilló la chica con preocupación, él ni se molestó en prestarle atención. Luego de eso se agachó de forma instintiva al oír una ráfaga de balas.

    ―¡Vena acá! ―gritó Josué mientras disparaba a los hombres que salían tambaleantes y apuntando de la cabaña―. Agáchate. ―Le ordenó a la joven que estaba en el asiento trasero del auto.

    Rápidamente el joven de cabello negro corrió en dirección al auto, y se montó en el asiento del copiloto, aún disparando Miller entró al auto, protegiéndose en él e Ian le reemplazaba. Enseguida arrancaron, al auto se coleó y dejó una estela de polvo. Luego se oyó una fuerte explosión, Ann se asomó temblorosa y vio la camioneta de aquellos matones estallar en cientos de pedazos. Cuando se asomó entre ambos asientos Ian jadeaba y lanzaba un pequeño detonador al suelo del auto.

    ―No vuelvas a irte así ―advirtió con aplomo el chico―. ¡Te dije que venían a por ti, y aún así lo hiciste! ―explotó finalmente, encarándola.

    ―¡Entré en pánico, no creía que nada era real! ―vociferó ella también enojada.

    ―¡Cállense los dos, tengo que manejar y me ponen de los nervios! ―demandó Miller, realmente molesto. Miró de reojo a Ian, y éste sólo bufó.

    La chica se sentó y mordió su labio, aún sus manos le temblaban, eso era de locos, ¿qué diablos sucedía, ella por qué?

    ―Lo siento ―musitó ella tocando el hombro del joven, éste asintió, pero así mismo se quejó levemente―. ¡Estás sangrando!

    ―No es nada ―dijo este apartando la joven mujer con rudeza―. Y no digas ningún pero o te lleno de cinta industrial para que te calles. ―Ella enseguida se echó hacia atrás, nerviosa.

    1877 palabras
     
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    1551 palabras
    Capítulo 6

    No estaban en ningún hotel lujoso, la verdad no estaban en ningún lugar concreto. Joe se había desviado del camino y siguió por una calzada serpenteante y muy dudosa hecho de tierra. Al llegar a un claro se detuvieron, y ya llevaban unos diez minutos allí cuando mucho.

    ―¡Deja de alterarte! ―riñó el joven―. ¡Mierda, eso duele Joe! ―le reclamó al otro con el ceño fruncido.

    ―Crío ―masculló el aludido cuando terminaba de limpiar la herida de la bala que rozó el hombro del joven.―. ¿Mejor, amor? ―dijo con sorna al pegarle con fuerza el parche, y luego palmeando con rabia.

    ―Mierda ―dijo entre dientes el otro apretando el puño―. Sí, mucho mejor, cariño ―escupió con desdén.

    La chica se quedó cerca de ellos, nerviosa por la gasa ensangrentada que reposaba a los pies de los jóvenes, caminaba de un lado a otro, dispuesta a abrir un agujero en el suelo con tal de desaparecer
    en él y quizás llegar a China.

    «Posiblemente los mafiosos chinos también me buscan», pensó son sátira. Estaba hecha un lío: sin su apartamento, sin saber de nadie ni de nada, solamente que quizás sus captores (un chico corpulento, y otro de carácter dudoso), era lo más seguro que tenía por ahora. Le habían salvado la vida, ¿no? Así había sido, si quisieran el mal para ella la hubiesen dejado morir.

    «O quizás les parezca mejor darme muerte por mano propia», meditó con un escalofrío recorriéndola, no creía semejante cosa posible.

    ―Dije que te estés quieta ―musitó de nuevo el herido, sin ser oído―. ¡Antoniette! ―gritó. La chica volteó a verle enseguida, con el ceño fruncido y una extraña mueca en el rostro.

    ―¿Qué? ―espetó ella, ida en sus pensamientos. Dejó caer su peso en su pie derecho, doliéndole el izquierdo.

    ―¿Estás bien? ―preguntó más calmo, había notado la mueca de dolor de la mujer. No se estaba arrepintiendo de haberla tratado así, simplemente ya no tenía energías para seguir peleando.

    ―Lo estoy, gracias ―susurró bajo. Se sentó sobre una piedra de curiosa forma, y retozó en sus rodillas sus manos, apretando con fuerza. La adrenalina ya estaba dejando su sistema, pero eso no la estaba calmando, la alteraba más.

    ―Debemos irnos ―anunció el chico de coleta. Ian asintió y se estiró.

    Ann no se movió ni un ápice, ya le iban a gritar pero ella se les adelantó.

    ―¡No seas ruidosa! Así nos pueden encontrar ―riñó esta vez Miller. Tener a Ian medio aturdido y la chica así no le ayudaba.

    ―Es que, es que… ―lloriqueó ella. Él le taladró con la mirada, instándole a decirlo de una vez―. ¡Hay un gusano! ―exclamó finalmente, lo peor era que estaba paralizada, no se movía de nada.

    Casi se pudo oír la mano de Joe cortar el aire cuando se golpeó en la frente.

    ―Olvídenlo ―siseó este con molestia. Se colocó unos lentes y fue al auto.
    Ian bufó en queja, ¿qué diablos le sucedía a Miller? El encabronado debía de ser él, pero estaba tranquilo.

    ―¡Tks! Interesante ―murmuró en un silbido. Miró a la chica cerrando los ojos con fuerza mientras el pequeño y peludo gusano verde avanzaba hacia ella, muy lentamente.

    Sonrió, con ella no podía estresarse cuando al final sólo era una joven asustada, sin preparación de nada, que dejaba –a la fuerza–, su vida en manos de unos desconocidos que le habían secuestrado. ¿Y aún así a ella le asustaba un gusano?

    Se acercó a ella y la tomó por la cintura, la alzó e hizo que se mantuviera en pie cerca de la piedra. La mujer dejó de estar tensa y le agradeció con una sonrisa; Ian hizo una mueca extraña cuando ella volteó en dirección al auto, iba a romper en risas pero no pudo. Se acercó a ella y caminó justo detrás, se le acercó lo suficiente como para susurrar y ser oído.

    ―No me vayas a golpear. ―A penas dijo aquello la chica sintió una de las manos del joven en su trasero, y a pesar de la advertencia se volteó para darle una cachetada―. Eso estuvo cerca ―murmuró este agachado. Cuando se levantó señaló al suelo y la joven miró a un pequeño gusano retorcerse en el suelo. Palideció de inmediato.

    ―¿Eso estaba, estaba? Asco. ―Su rostro se desdibujó.

    ―Mierda ―susurró él de repente, la tomó de la mano y la llevó hasta el auto con prisa, ambos entraron detrás. Miller los miró extrañado―. ¡Arranca, ahora! ―ordenó.

    Apenas el auto derrapó en el camino oyeron disparos dirigidos a ellos. La chica se agachó, casi en el piso del auto. Oh vaya, no quedaría nada de su Neon azul sin aire acondicionado a este paso.



    Los tres se dejaron caer pesadamente en el suelo de ése cuarto decrépito de hotel.

    ―¿Crees que aún nos sigan la pista? ―cuestionó Joe masajeando su cuello.

    ―Lo dudo Joe, lo dudo ―arrastró las palabras con desdén, la mujer se tapó los oídos previniendo lo que el otro no pudo―. ¡A la próxima me lanzas de una vez por la ventana del auto, cabeza hueca! ―espetó encolerizado.

    ―Quejica ―remedó―, el que te hayas movido para hacer no sé qué con el asiento cuando decidí tomar ésa intersección, no es mi culpa. ―Levantó su cuerpo del piso y se lanzó a la cama―. Además, así fue que les perdí. ―El otro refunfuñó algo que no oyó―. ¿Qué dijiste?
    Ian suspiró, se levantó y fue al baño. Cerró de un portazo, le estaba dando migraña.

    La joven “prisionera” se asomó por la ventana, corriendo levemente la cortina de color beige.
    Suspiró pesadamente, a lo mucho habían podido llegar allí en su auto pero ahora sólo les quedaba como colador. Si lo pensaba había resultado realmente bueno, es decir, quizás había sido pre fabricado contra balas o algo así.

    Se dejó caer en el piso nuevamente y rascó su cabeza, miró a Miller acojinado tan cómodamente en la cama que se le quiso lanzar encima y dormir también, pero no podía. Bostezó, y al minuto estaba cabeceando en ésa incómoda posición.


    ―Oigan, necesito que alguien cambie el… ¿eh? ―Parpadeó con sorpresa, pero a la vez con cansancio. Los otros dos estaban durmiendo, tranquilos, e incluso Miller roncaba―. Serán descuidados ―suspiró.

    Vio que la chica no estaba nada cómoda, la tomó en brazos y se dirigió a la cama, de una patada rodó a Miller hasta muy en el borde de esta y recostó a la chica del otro lado, él fue a buscar algo al auto, regresó con un par de cajas del maletero –con uno que otro agujero de bala-, y se sentó en el sofá.

    ¿En qué lío se habían metido ahora?

    ***

    Prince sintió la sangre inundar su boca y luego la escupió, nomás para recibir otro golpe en el rostro. Apoyado en sus palmas se irguió de nuevo, tambaleándose hacia atrás muy torpemente; pero no cayó por que le tomaron por la chaqueta de cuero que tenía.

    Su jefe, un hombre sin una cicatriz en él era una persona despiadada, y en este momento no le importaba mucho matarle o no, sólo le golpeaba y golpeaba, casi riendo en éxtasis, lo que más le preocupaba era tener que cambiar luego su traje, nada más. Si creía que Prince era despiadado, bueno, hasta a él le asustaba su jefe.

    ―¡¿Cómo la pierdes?! ¡Eres una basura, lo único que hago es perder dinero!, ¡inútil! ―pateó su estómago con fuerza, el otro se arqueó hacia delante y escupió un poco de sangre. Una pequeña gota cayó en los negros zapatos de su jefe y éste, enfurecido, le dio con su rodilla en la nariz.

    Cuando este cayó aturdido dos más se lo llevaron, dejaron el vacío almacén solo con dos personas.

    ―Debiste matarla cuando tuviste oportunidad ―sermoneó un hombre alto escondido en las sombras.

    ―No podía ser tan descarado, estaría ya en la cárcel de ser así, ¿no cree Agente Fuller? ―arrastró las palabras con claro sarcasmo. Luego de limpiar la punta de su zapato con un pañuelo y quemarlo encendió un cigarro y se lo llevó a la boca.

    ―Podrías haberlo sido ―meditó el otro, pidiendo fuego para un puro.

    ―No soy asesino de niños, debía de esperar ―recordó el de cabellos amarillos.

    Su teléfono repicó y atendió la llamada.

    Amor, ¿vienes pronto? Gaby tiene ya su recital ―sonó la suave voz de una mujer al otro lado de la línea.

    ―Enseguida voy, que nadie me quite el puesto ―advirtió con los dientes apretados. Sabía que su mujer tenía alguna aventura.

    Claro que no ―respondió ella, con una risa nerviosa. Sabía de lo que era capaz su marido, siempre lo había sabido.

    Ambos colgaron. El hombre giró su cuello dos veces, tenso. Lanzó el cigarro al suelo y le pisó, ya no tenía ánimos.

    ―¿Acaso era la Sra. Mercedes? ―indagó el otro, con una sonrisa torcida.

    ―Hump, la golfa ésa, sí, era ella. Debo irme ―anunció. El otro bajó la cabeza como despedida y dio media vuelta.

    En ése pequeño descuido Maximiliano sacó una pequeña arma de su traje y disparó, justo en la cabeza.

    ―Ya no te follarás a la golfa de mi mujer ―musitó este cuando el cuerpo se desplomó―. ¡Sáquelo de aquí! ―bramó hacia la entrada de la puerta. Dos hombres con traje, bolsas y guantes se acercaron, llevándose el cuerpo.
    *~*~*~*~*~*~*
    N/A: No sé qué carajo estoy haciendo. Escribo esto más con obligación que con placer, salió algo decente, apresurado pero decente. No aborrezco el resultado, pero no me gusta. Veré qué diablos hacer para apresurar esto y terminarle. Saludos.
     
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    Paulijem

    Paulijem Hija de Aslan, Larcha y Tributo del andén 9 y 3/4

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    Jajaja me encanta esa actitud rebelde O.o ok no estuvo genial!!! vaya me ha encantado, este capi creo que es uno de mis favoritos no solo porque en sí amo tu fic si no porque este tuvo acción, emoción, golpes y muerte!! O.O amo eso!! y haz mejorado ¿sabes? ya no fue tan corto para mí, aunque fue en realidad mucho diálogo, pero puff eso es lo demás.

    No vi errores fatales que yo hubiese distinguido uno que otro muy leve pero que supongo, eso a todos nos pasa.

    Que decir... estuvo fantástico aunque a ti no te hubiese gustado. (una pena) XD

    Créeme eso de escirbir por obligación, a mi me ha pasado un montón de veces y no sé como rayos terminar la historia. Se exteinede y se extiende, que no se como seguir y lo dejo, hasta que vuelve ese el placer del principio cuando se te ocurrió la trama, la idea del fic, etc. Pero bueno es algo que todos hemos pasado o que de algunamanera nos debe pasar...

    Ahora solo debo decirte ¡¡Muy bien!! estuvo buenísimo. Y espero con ancias como sigue todo esto!! :p

    Atte: Paulijem
     
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    Kohome

    Kohome Fanático Comentarista destacado

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    Ñem~

    Hola Kai, bueno, bueno, el fic me sigue encantando, y por lo que veo a ti no mucho (quizá porque lo escribiste en un momento de inspiración, y ahora no te llega), pero aún así me gusta mucho.

    Esto va tomando un rumbo bizarro, no sé ni qué sucederá después.
    Ahora con el jefe de este grupo de lo que sean los tipos esos (¿mafiosos quizá?), las cosas se ven mucho más enrolladas que antes.
    Presiento (en realidad me gustaría) que Ian y Ann terminarán gustándose, o qué sé yo. Debe ser algo así.

    En fin, por ahora espero que disfruten de dormir en un hotel de mala muerte x'D.

    Por favor avísame cuando esté la conti, soy una persona despistada.

    Sayito!
     
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    Lexa

    Lexa Fanático

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    Kaaaaaaaaaaaai. Pero, ¿qué dices? Si esta historia está buenísima. En serio, me encanta.

    Me gusta como manejas la historia, lo haces todo interesante y entendible. Tu narración es estupenda, y la personalidad que le has dado a cada personaje la amoooooooooooooo. Ian, qué niño, me encanta. Su personalidad tan peculiar, divertida me fascina, y lo de sus pesadillas se me hace curioso, o sea, ¿qué habrá pasado en el pasado? Pienso que debe estar relacionada con ese tipo, Maximiliano. Otra cosa, que supongo que se irá aclarando a medida que pase la historia es porqué buscando tanto a Ann, también debe estar relacionado con aquello que le paso cuando era una niña y su padre murió.

    Joe también me encanta, es un poco más serio que Ian, pero se me hace tan lindo~ Además, tengo el presentimiento que ambos captores empiezan a sentir algo por Ann. Eso sería genial, ver como enfrentan eso. En fin, la historia es increíble, muy bien narrado y planeada.

    Realmente espero que la continúes, mucha inspiración y ánimo, mosha<3

    Te quiero~
     
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