Extraños en un tren

Tema en 'Relatos' iniciado por alexxMS, 3 Julio 2014.

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    alexxMS

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    Título:
    Extraños en un tren
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    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1527
    Extraños en un Tren




    No había sido el mejor de los días para el pobre Jimmy, el periodismo no parecía ser un trabajo que llenara sus expectativas, al menos no en su actual posición. A veces la frustración tomaba control sobre el en las noches, dejándolo sin dormir por varias horas, haciéndole cuestionar el propósito de su trabajo y su vida. Definitivamente la vida no era demasiado cariñosa con Jimmy, que a sus veinticinco años de edad veía como la ciudad se comía sus sueños sin mayor atisbo de piedad. Aquel día el joven tomaba el metro en la estación de siempre hacia el destino de siempre para poder ir a trabajar. Llevaba unos black jeans bastante deteriorados, aunque la tonalidad del mismo ayudaba a disimular su verdadero estado de precariedad. Su camiseta, de un verde oscuro e intenso, lucia mucho mejor, o por lo menos lo haría de estar aseada de la manera correcta, y no simplemente remojándola como el joven constantemente hacía. Llevaba una chaqueta negra de una tela fina y algo descocida, sobre todo en las mangas, donde pequeños orificios dejaban entrever la camiseta verde, para su suerte, la oscura tonalidad de esta ayudaba a disimular aquellos delgados orificios.


    Aquel nublado cielo era deprimente, parecía un claro reflejo de su vida, gris y triste, llena de oscurecidas nubes que ocultaban la tenue luz de la felicidad.


    Al observar sus manos notaba lo pálida que su piel estaba, mas clara que antes. Jimmy tenía la intención de broncearse en una playa, pero siempre lo retrasaba por alguna razón poco convincente. Noto la resequedad de sus dedos y la palma de sus manos.


    Mucho había cambiado en esos años, lo notaba en las fotos, en aquellas sus ojos color miel estaban llenos de vida y esperanza, ahora estos parecen haberse oscurecido, perdiendo así parte de la tonalidad miel que tanto le caracterizaban.


    Allí, sentado, viendo a través del vidrio la ciudad, los edificios pálidos escasos de vida le asqueaban, aunque su vida le causaba hastió también. Las calles llenas de aquel aire viciado le provocaban arqueadas, la basura en las calles le daban una extraña matiz grisácea al ambiente desesperante. Jimmy comenzó a reflexionar como el gris parecía cernirse sobre él, sobre su vida en diferentes aspectos, desde su vestuario hasta la desgastada pintura de su apartamento, e inclusive en aquel pequeño cubículo en el que trabajaba.


    Entonces el tren se detiene en aquella estación, todavía faltaban tres más antes de llegar a su destino. En esta parada se bajaron numerosas personas, también subieron un numero bastante considerable, el siguió sentado allí, simplemente esperando hasta llegar a su estación y seguir con su gris vida.


    Luego ella se sentó en uno de los asientos de la hilera frente a él, allí la pudo ver, sus ojos quedaron asombrados ante esta mujer a poco más de un metro de él. Llevaba una blusa roja que combinaba con su hermoso cabello rojizo, que caía hasta su espalda y pecho, era tan abundante y hermoso, de tan penetrante vehemencia. Sus ojos eran del mismo verde que tendría un hermoso y cuidado prado, eran tan vivos como hermosos. También llevaba un black jean, aunque estaba en mucha mejor condición que el suyo, aquel jean dejaba divisar la sensual silueta de estas. Su piel era igualmente hermosa, aquella era clara pero estaba lejos de la palidez de Jimmy. Su hermoso rostro parecía un poema, aquellos carnosos labios tan lascivos, sus ojos eran incontestables, la delicada y elegante forma de su barbilla era simplemente preciosa, tan bien definida y cuidada.


    Jimmy puede ver como la joven, que no podía superar los veinticinco o veintisiete años de edad, sostenía con sus manos un reloj, de un resplandeciente dorado, parecía haber sido bañado en oro. Tal vez la chica estaba preocupada de llegar tarde, él nunca la había visto por allí.


    Jimmy no pudo ignorar aquellas manos, tan hermosas y delicadas como el cristal, sin darse cuenta ya fantasea con tocarlos, acariciarlos, besarlos. No entendía lo que sentía, pocas veces se habría sentido así solo al mirar una mujer. Jimmy desde muy joven considero la pura atracción física como irrelevante a la hora de entrar a cualquier relación seria, y siempre la considero sobrevalorada, por lo mismo nunca había sido seducido fácilmente por las chicas tanto en la secundaria como en la universidad, a pesar de que físicamente sintiera la inherente necesidad de contacto físico. No comprendía como esa mujer, que no conocía en lo absoluto le había fascinado tanto en cosa de un instante a otro, y es que había tanto que simplemente admirar, desde aquellos risos tan rojizos e intensos que caían y llegaban a tocar sus bellas mejillas, hasta la preciosa su preciosa silueta. Pero no podía ser simplemente eso, Jimmy no es así, él lo sabe. Debe haber más. Tal vez el misticismo de su mirada, tan hermosa como fascinante. Podían ser los hermosos y carnosos labios, de singular sensualidad.


    Jimmy no sabe cuánto tiempo ha estado observándola, admirándola desde su extraña atracción por ella. Ella seguía observando el reloj, pocas veces desviaba su atención, tal vez para observar otra cosa de manera muy momentánea. Nunca sonreía, aunque con aquella boca debía ser algo digno de observar, por la simple admiración de su inherente y exótica belleza. Ya Jimmy no se preocupaba por las oscuras matices de su vida, ni tampoco por la aquella sucia atmosfera que parecía seguirle a todos lados, tan común en esa ciudad. Por un momento llegaba a olvidar aquel eterno entorno lleno de vicio y perversidad, de las calles infectadas en sus esquinas de miseria y putrefacción, o del deprimente estado de la ciudad en general que tanto hastío le provoca, la perpetua repugnancia hacia todo lo que le rodea y hacia si mismo se desvanece al fin. Todo por una chica, cuyo nombre ni siquiera conoce, pero de la que se ha dejado seducir sin mayor resistencia. Ella tampoco parece demasiado feliz, en ningún momento se llega esbozar aquella hermosa sonrisa con la que Jimmy al parecer solo podría soñar.


    Tal vez debería saludarla, tal vez debería hablarle y entonces simplemente escuchar su voz, tal vez…


    Pero no hacía nada, simplemente esperaba, sentado, a llegar a su estación para ir a trabajar. Temía que al momento de ir allá el hechizo se rompiera, y entonces aparecería frente a él una mujer tan mundana como el, sin mayor atisbo de ese magnetismo que despliega su sola presencia. Jimmy estaba intrigado, hipnotizado.


    Se la imaginaba vestida de seda, aquella seda acariciaría su piel, tocándola de manera delicada, casi simplemente rozándola, o tal vez esta se adhiera a su piel como si se tratara de una danza eterna de belleza inmaculada con su piel y la seda como protagonistas, tocándose y alejándose, besándose y apartándose. La seda debería ser blanca, pero entonces esta aquella preciosa y majestuosa cabellera roja. Tal vez el vestido debería ser rojo, pero de una tonalidad mas suave que la de su cabello.


    Aquello solo podría pasar en su imaginación, porque probablemente nunca mas la vea, cuando ella o el bajen del tren será todo, y nunca habrán siquiera compartido una mirada, nunca sus ojos se cruzarían en una mirada llena de vehemente complicidad. Esa complicidad con la que cualquier persona soñaría. Entonces Jimmy lo acepto, pues tal vez sea mejor así.


    Las personas están llenas de imperfecciones y problemas, nunca una relación con una persona seria fácil, él ya ha estado allí, tratando de esquivar los inherentes problemas de su propia humanidad. Aquel momento no tendría eso, sería perfecto, y sería lo único puro en su vida, aquellos instantes que compartió en secreto con una extraña en un tren. Eso nunca cambiaria, y aunque por mucho que lo desee, Jimmy comprende como un momento de semejante simpleza podía encerrar la pureza que la vida había perdido para el años atrás, cuando el aire se vicio y el cielo se ennegreció. Esto era lo que necesitaba, o por lo menos así lo creyó.


    La chica se recostó sobre su puesto y alzo la mirada, hacia la nada, hacia el eterno vacío del aire, tal vez a admirar la belleza de lo simple, de lo aparentemente vacío y sencillo, o tal vez a reflexionar sobre el paralelismo de la ciudad con su vida, Jimmy no podría saberlo, sus ojos ocultaban algo y lo sabía, simplemente desconocía que podría ser.


    El tren se detuvo, las puertas se abrieron y entonces ella se levantó y se fue, Jimmy no la siguió, ni intento seguir admirándola, simplemente se quedó sentado, la siguientes estación era la suya. Una parte suya se arrepentía de no haberse levantado y hablarle, mientras que lo otra lo agradecía. Jimmy no estaba seguro de lo que había hecho, tal vez nunca la vuelva a ver, ella podría haberse desaparecido por siempre de su vida y él no había hecho nada para detenerlo. Muchas dudas acerca de muchas cosas cruzaban por la torturada mente de Jimmy, que solo estaba seguro de una cosa; recordaría para siempre a esa chica y ese momento, y cada vez que lo haga, lo hará con una sonrisa.



    FIN
     

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