Enfermizo amor.

Tema en 'Relatos' iniciado por Sushi, 8 Diciembre 2013.

  1.  
    Sushi

    Sushi Dulce quiere caramelos.

    Cáncer
    Miembro desde:
    21 Noviembre 2013
    Mensajes:
    13
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Enfermizo amor.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1059
    Era tan bonito ver el atardecer juntos. Oír el lento sonido de nuestras calmas respiraciones en medio del silencio de la noche. Lo amaba. Lo sabía, siempre lo supe. Desde el momento en que lo vi, aquella tarde de invierno, vestido de negro y con sus intensos ojos azules tentándome a bailar sentí que algo en mi moriría si lo dejaba ir.

    En ese entonces podría haber jurado que cada vez que cerraba los ojos, no podía sacarme la imágen de sus finos y rosados labios los cuales, casi siempre, observaba con un deje de deseo.

    Recuerdo que fue una tranquila noche de otoño, debajo de aquel hermoso sauce, donde oíamos el despreocupado canto de los pájaros y, a su vez, prometíamos estar juntos para siempre. Pero nuestro "para siempre" no fue como ese barato que te vendían cuando te casabas, no. Lo nuestro fue más allá de un simple "hasta que la muerte los separe"; ese día juramos que ni siquiera la muerte nos separaría, que jamás dejaríamos de amarnos y, entre cigarro y cigarro, sellamos un pacto suicida que nos uniría hasta la eternidad.

    No mentimos acerca de eso, pero tampoco pensamos en lo serio de la situación. Nuestras palabras, pronto quedaron grabadas en nuestras almas, y no notamos que las mismas serían las que nos condenarían en un futuro. Por que nada es eterno, cariño, y si algo a punto de morir pierde la capacidad de hacerlo permanecerá en un constante estado de agonía.

    Éramos simples adolescentes en busca de diversión y nuevas sensaciones. Viviamos bajo las reglas de la calle, detestando las modas y totalmente en contra del gobierno. Estábamos locos, cariño, no puedes negarlo. Con tus jeans ajustados y camiseta negra solías jugar con cual mujer se te apareciera en el camino, pero conmigo fue distinto, ¿no es así? Pero, ¿Por qué me olvidaste? Me gustaría saber, qué cambió en nosotros, qué nos hizo morir poco a poco.

    Aprendimos a ver la libertad de una manera distinta, estabamos atados al sentimiento de placer y temía decírtelo. Adictos a sufrir, a sentir. Nos hacíamos daño el uno al otro.

    Nuestra relación se volvió enfermiza con el tiempo, desgastándose hasta el punto de parecer dementes, amándonos y odiándonos a la vez. Pero nos divertíamos, y eso era lo que importaba en ese entonces.

    Comenzamos a buscar nuevas experiencias, frecuentábamos la heroína y el éxtasis. Tú amabas tus jodidas drogas y yo, yo aún mantenía el placer en una buena carrera de autos. El peligro me atraía y, cariño, tú eras el peligro y lo seguirás siendo. Tú me diste todo lo que quería, mas eso jamás te dio el derecho para aislarme. Sin embargo, me gustaba. Me gustaba que sólo nos tuviéramos el uno al otro, me daba seguridad.

    Entre viaje y viaje, íbamos cada vez más alto, llegamos a rozar la sobredosis, pero siempre parábamos cuando empezábamos a odiarnos. Porque las drogas nos mantenían vivos, ya no sabíamos qué sentíamos el uno por el otro. Era confuso, estábamos perdidos, pero nos negábamos a separarnos.

    Pienso que si no morimos aquel 14 de enero en la pista, fue por mero capricho del destino. Sólo porque este quería vernos sufrir aún más.

    Poco a poco me fuiste asfixiando y, por contradictorio que fuera, dejando de lado. Comenzaste una banda y le dedicaste todo el cariño que antes me dedicabas a mí, aún permanecías en las drogas, pero eso no impedía que discutiéramos como recién casados. Nos odiábamos, no soportábamos la idea de no poder separarnos, de no poder vivir el uno sin el otro.

    ¿Recuerdas la vez que descubriste las marcas en mi brazo? Estaba harta de que sólo pensaras en ti mismo, recuerdo que lloraste y lanzaste maldiciones a la nada. Pronto te pusiste violento y me levantaste la mano por primera vez. Lloré toda la noche.

    La cosas empeoraron aún más el día en que te fuiste de gira, sin mí. Fue una muerte lenta y dolorosa. Tres meses de agonía, en los que consideré dejarte.

    Lo hice. Discutimos aquel lejano trece de diciembre en el que regresaste con una nueva amiga. Te pusiste violento, de nuevo, rompiste cosas y gritaste que era tan solo una niña, que no sabía nada acerca del dolor y que tú también tenías tus problemas. Me sentí culpable, no dormí y mi estado se deterioró bruscamente. Me hubiera gustado creer que el tuyo igual.

    Fuimos como dos líneas paralelas, era imposible que nos separamos pero jamás podíamos tocarnos, si lo hacíamos, lentamente uno acababa con el otro. No sé qué me dolió más, estar junto a ti o estar sin ti.
    Ambas no son opciones, detesto ambas posiciones.

    Tú empezaste a salir con aquella pelirroja que trajiste de la gira y yo me mantuve quieta, sin fuerza para continuar y con una creciente incertidumbre sobre mi futuro. Las voces que antes sólo susurraban ahora empezaban a gritar, a cuestionar el hecho de que me hubieras superado tan rápido, el que me hayas olvidado.

    Te odié, no podíamos estar juntos, pero tampoco separados, no lo entendía. Si nos cruzábamos discutíamos o me perforabas con tus hipnotizantes pupilas. Pasabas de la mano con ella y yo gritaba interiormente, algo en mí moría cada vez que los veía juntos. Este era mi castigo, fue mi decisión separarnos y aun así dolía como el infierno. Pero nos amábamos y odiaba admitirlo.

    El día en que los vi besándose grité y rompí cosas, literalmente. ¿Por qué tú eras feliz y yo no? Eso aparentabas. ¿Tú ya me superaste? Ayer por la tarde recordé aquella promesa. Hoy averiguaré si signifiqué algo para ti. Mientras tú duermas con ella te obligaré a volver conmigo, porque no me arrepentiré en esta vida, aún te sigo deseando como el primer día y tú no me has superado, lo sé.

    Si para que lo admitas debo renunciar a mi vida, mi insignificante vida, lo haré. Después de todo, el día en el que decidí separarnos fue el mismo en el que perdí lo único que me ataba al mundo real. El dolor se apodero de mí, el dolor y la obsesión por tenerte, cariño, por tenerte de nuevo.

    Sé que lo harás, sé que me seguirías hasta el infierno, porque, después de todo, el cielo no es un lugar para nosotros.

    Es tu culpa, tú me volviste adicta a ti.
     
  2.  
    Ela McDowell

    Ela McDowell Entusiasta

    Sagitario
    Miembro desde:
    29 Noviembre 2013
    Mensajes:
    175
    Pluma de
    Escritora
    Me encantó, así de sencillo. Las emociones transmitidas por la chica que narra éste relato me abordaron, sintiendo todo el odio posible hacia su enfermizo amor y al mismo tiempo con ganas de poder comprender en su totalidad el deseo enfermizo que sentía por él, la necesidad de estar a su lado y al mismo tiempo alejarse por completo.

    La decisión de la ruptura me pareció lo más lógico que una mujer debe hacer en esos casos, pero también pensé debían estar juntos. ¿Por qué? No lo sé. Es una emoción confusa que me provocó la lectura, y eso que yo soy demasiado objetiva en cuando a relaciones amorosas.

    Como siempre, tu ortografía, gramática y demás están perfectos, a mi parecer. La trama estuvo bastante interesante, y agradezco que lo hayas subido como prometiste ♥. Ojalá sigas compartiendo más y más en esta comunidad.

    Nos leemos.
     
Cargando...
Similar Threads - Enfermizo
  1. Aglicht
    Respuestas:
    0
    Vistas:
    455

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso