En el momento de mi muerte

Tema en 'Relatos' iniciado por jenniffer, 30 Marzo 2009.

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    jenniffer

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    En el momento de mi muerte

    sasuke y el chidoriBueno este es un one-shot, espero les gustesasuke y el chidori


    EN EL MOMENTO DE MI MUERTE



    ¿Por qué cuando encuentras a alguien a quien aferrarte, lo pierdes sin remedio alguno?

    No entiendo, ¿Por qué la vida es tan dura?, ahora que me encuentro a alguien a quien proteger y amar lo pierdo, lo pierdo, lo veo llorar, llorar por mi.

    -No llores- le suplico tocando su suave rostro pálido con mi frágil y desgarrada mano derecha, se que mi mirada es punzante y nublada; pero aun así veo su finas facciones claramente.

    -¿Por qué me dejas? ¿Quiero seguirte?; pero no puedo ¿Por qué queriendo morir no puedo?- se reprochaba sin cesar sosteniéndome con sus fuertes brazos, apretándome, rogando a cada momento que ese instante no fuera real.

    Me aferró a su pecho y lloró amargamente, lo sé, porque escuché sus quejidos una y otra vez mientras mi vista se oscurecía cada vez más, sentí una lágrima en mi gélida mejilla, y luego otras cuantas en mis ojos.

    -No te culpes, no es culpa de nadie, solo del destino juguetón que quiere separarnos desde siempre, tanto luchamos para estar juntos; pero al final fue imposible, verdad- traté de hablar lo más fuerte que pude; pero solo un susurro se escucho y suspire desoladamente.

    -No te esfuerces, aún puedes salvarte, te llevaré a un hospital, aguanta, por favor- suplico levantándose conmigo en brazos.

    -Sabes que nada puede salvarme- le sonreí cerrando mis ojos y suspirando una vez más, luego escuche un grito de negación.

    Todo era oscuro, muy oscuro y no había la habitual luz que te dicen que existe cuando estas llegando al pandemónium, o al juicio de tu vida, yo no encontré nada, solo oscuridad, y me daba miedo, terror, pavor; sentía escalofríos y solo grite el nombre Souta.

    Camine por mucho tiempo en aquella oscuridad, de pronto una voz se escuchaba a lo lejos, era suave, angelical; pero aquel ser alado no te brindaba tranquilidad, por el contrario su melodía era oscura y tétrica, su voz parecía brindarte la muerte, era tan aguda y hermosa que sentía una atracción por la muerte.

    Una pequeña apareció enfrente de mí y me sonrío con ternura, tomo mi mano y comenzó a caminar, aquella niña tenia un vestido desgarrado y sucio con encajes en el cuello, brazos y al final de la vestidura, me miraba con picardía y su sonrisa no se borraba, sentía un temor inmenso; pero sin objetar solo seguí su caminar pausado; tanto era su tranquilidad y sonrisa, que su presencia era oscura y tranquila.

    -¿Por qué seguimos caminando?, solo hay oscuridad, no hay camino, no hay luz- le dije deteniendo mi paso.

    -eres muy bonita- me dijo colocando sus manos detrás de su cuerpo y ofreciéndome una de sus sonrisas una vez más.

    -¿Quién canta?- le pregunte sin rodeos y mirando a mi alrededor.

    -la muerte- me dijo con la mayor naturalidad dándose vuelta y desvaneciéndose en medio de las tinieblas.

    De nuevo estaba sola, comencé a llorar, no quería morir; pero al parecer era inevitable, mis ojos se humedecieron y las lagrimas comenzaron a caer sin cesar, no se cuanto lloré; pero no quería detenerme si la vida no me era devuelta de nuevo, no quería dejar a la persona que amaba, no después de encontrarla al fin, no quería verla sufrir, ya había agonizado mucho en su vida para que ahora fuera yo la causa de su pena, no era justo que la felicidad nos huyera ahora, en este instante que por fin la felicidad y la vida nos sonreía.

    -la vida es injusta, cierto- me indico una voz suave, y tan hermosa que daba miedo, solo pude llorar aun más sin levantar mi mirada, de repente me di cuenta que aquella melodía había terminado, de inmediato alcé la vista y me vi.

    -¿la muerte soy yo?- pregunte con incredulidad, levantándome de ese suelo oscuro y retrocediendo en medio de la nada.

    -la muerte, es cada uno, tu eres tu muerte, tu hermana es la muerte, tu madre, todos- me explico levantando su mano suavemente para jugar con su vestidura.

    -no quiero morir- le indique comenzando a correr

    -no puedes escapar- me dijo apareciendo de repente enfrente de mí y acariciando mis cabellos –esto es la nada, ¿A dónde irías?, la vida ya te abandono-

    -quiero volver- grite entre sollozos tomándola de las manos.
    -se lo que sientes, yo soy tú, tu muerte eres tu misma, uno mismo se mata, es ilógico verdad, la vida es un regalo que no se aprecia y se acorta sin querer, y en el momento que están enfrente de si mismos muriendo quieren vivir- explico con sarcasmo, suspirando acaricio mi rostro.

    -¿Por qué ahora que lo encontré?- reproché tomándola de las manos.

    -él quiere venir contigo, escucho su llanto, sus lamentos, su agonía, su dolor- menciono alejándose un poco mirando el vacío coloco sus manos en sus oídos –pero no puede, entregó su vida hace mucho, ya no se tiene a si mismo para que lo maté, no morirá nunca, solo hasta que el día final llegue descansará, si descansa- me dijo levantando su rostro.

    -puedo despedirme- susurre secándome las lagrimas, era imposible volver de la muerte, lo sabia; pero al menos que me concediera el deseo de despedirme del amor que hace poco había encontrado y que tan espontáneamente perdía.

    -si ve, es tu ultima oportunidad de verlo- me dijo con una risita diabólica y angelical a –Mariko acompáñala a la luz- indicó tomándome la mano y ofreciéndosela a la niña que hace poco había desaparecido.

    -vámonos- me dijo con una sonrisa y en aquella oscuridad la luz apareció, sentí un vacío, seria la ultima vez que lo vería, que le diría, no sabia que saldría de mi boca; tenia tanto que decir, tenia que amarlo, tenia que sonreírle, tenia que decirle cuanto lo extrañaría.

    -¿Por qué cuando encuentras a alguien a quien aferrarte, lo pierdes sin remedio alguno?- le dije llorando y acariciando su hermoso rostro.

    -no te mueras, no me dejes- me dijo aferrandose a mi –no puedo morir; pero quiero hacerlo para estar contigo- me susurro sosteniéndome con fuerza, negándose la cruel realidad.

    -nos volveremos a ver, el ultimo día de todo, y ese día yo te salvare- le murmure cerrando mis ojos y escuchado por última vez su voz.

    -nos vamos- me dijo con un suspiro mi muerte, yo misma invitándome a dejar todo lo que había conseguido, yo misma aceptaba dejar mi amor.

    Le ofrecí mi mano, y ella la tomó, un camino de flores blancas y espinosas aparecía poco a poco en medio de las sombras, nos señalaba el camino al pandemónium, mi muerte comenzó de nuevo a cantar y yo a recordar a Souta y a derramar mis lágrimas amargamente.

    “el amor es un sentimiento cruel y hermoso al cual nos aferramos, creemos que nada puede separarlos; pero es mentira, la muerte es uno mismo,
    la muerte puede separarnos, la muerte es un dolor que nadie perdona, no quise dejarte; no era mi intención; pero
    espero volver a verte, un vacío nos separa, no quise dejarte, vive por mí, disfruta por mí, porque, la muerte es uno mismo,
    La muerte puede separarnos, la muerte es un dolor que nadie perdona,
    espérame que yo te esperare”

    Cantaba mi muerte, mientras aquellas rosas nacían cuando caminamos y perecían mientras nos alejábamos.



    ¿En donde moriste?
    En los brazos de mi amado
    ¿En donde moriste?
    En el grito de dolor de mi amado
    ¿En donde moriste?
    En un salón hermoso, en donde nos casamos con mi amado
    ¿Por qué moriste?
    No lo se.




    xxxxbueno espero les halla gustado y opinen sobre mis errores y cualidades al escribir, graciasxxxx
     
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