—¿Qué soy? Un recuerdo. —¿Qué queda? Un caparazón vacío. —¡Lo quiero! No lo compres, no sirve. —¡Regálamelo! ¿Para qué? No es más que una mujer desechable...
Así es como terminan aquellas que se dejan usar, y el problema es que hay tantas.... Qué decirte, lo has encriptado de tal manera que temo hablar incoherencias. En fin.