Fantasía Crónicas del Valle Bahaltra

Tema en 'Relatos' iniciado por Dark RS, 3 Diciembre 2018.

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  1. Threadmarks: El Cíclope del Monte Relámpago
     
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

    Capricornio
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    20 Marzo 2012
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    Título:
    Crónicas del Valle Bahaltra
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    7
     
    Palabras:
    1838
    Saludos a todo aquel que lea esto. Utilizaré este tema para publicar una serie de escritos que comparten un mundo en común, en un lugar específico; el Valle de Bahaltra.

    El primer escrito fue hecho para la actividad 30 días de escritura: Gritos.
    Personaje: Alguien extremadamente tímido
    Palabra: Negligente
    Género: Épico





    El Cíclope del Monte Relámpago



    El grupo de mercenarios, los Lobos de Fuego, tomaron una misión de alto rango. Ya sea por insistencia de su líder o la confianza general de sus miembros, pero nadie objetó en ir a una misión tan peligrosa; Cazar al Cíclope del Monte Relámpago. Ya muchos otros lo han intentado, y todos han fracasado catastróficamente. Los pocos que han sobrevivido al encuentro contra este monstruo, dicen que se trata de un ser invencible que posee una fuerza más allá de lo imaginable.


    Los cíclopes suelen ser bestias destructivas que atacan aldeas y carruajes por diversión, por lo que es muy común encontrar misiones en las que se pide sean exterminados. Pero este en particular es el más grande de los cíclopes de los que se tenga registro. El cíclope del Monte Relámpago ataca grandes ciudades y castillos, y tiene la urgencia de aplastar caravanas, como una persona siente la urgencia de pisar una cucaracha que se atraviesa en su camino.


    El equipo de ataque de los Lobos de Fuego está compuestos por seis miembros principales. Una arquera elfa, que también sabe usar magia de fuego, de nombre Makko. Un ogro de dos metros y medio de altura, que se especializa en cercano, su nombre es Ragnor. El tercer miembro es un mago humano, que utiliza magia de invocación, al cual apodan Bestia. Una maga humana que utiliza magia de tierra, cuyo nombre es Al. Un sanador de raza draconiana, de nombre Caliz. Y, finalmente, el líder del grupo de mercenarios; un monje humano, que se especializa en hechizar sus puños para hacer más potentes sus golpes, lo apodan Ax, debido a un hacha que siempre trae en su espalda, pero que casi nunca usa.


    Encontrar al cíclope no fue un problema, ya que lo divisaron casi desde dos kilómetros antes de llegar al Monte Relámpago. Ya sabían que intentar tomar a la bestia por sorpresa sería inútil, ya que hay demasiados espacios abiertos, y los cíclopes tienen tan buena visión lejana que en cualquier momento los vería llegar.


    Una vez ante tal monstruosidad, notan que los rumores de este ser no eran falsos. Mide casi veinte metros de altura, sus garras son tan grandes como árboles, su enorme ojo rojo los mira fijamente. Este ser usa una falda hecha con piel de mastodontes gigas, la especie de paquidermo más grande del mundo.


    El primer movimiento del cíclope es intentar pisarlos, pero todos se dispersan y le hacen difícil la tarea de poder acertarle a uno. La estrategia que emplean es sencilla; lo atacan sin tregua durante varias horas. Caliz, como draconiano, tiene una enorme cantidad de energía mágica, lo que le permite estar curando a sus aliados y lanzar hechizos que los haga recobrar sus energías.


    Ragnor y Ax atacan sin piedad los dedos y el talón del cíclope, Makko dispara flechas lo más alto que puede, pero apenas si quedan incrustadas en los pectorales del titánico enemigo. Bestia se la pasa invocando bestias reptilianas, de las cuales, la mayoría sucumbe ante los pisotones del ser de un ojo, el resto escapa debido a los temblores y al aterrador tamaño de su oponente. Al se mantiene alejada, oculta entre los robles petrificados que componen el bosque alrededor de la zona de combate, creando estacas de tierra que lastiman los pies del ser cuando las pisa.


    Caída la noche, desde hace ya varias horas, notan como el cíclope comienza a volverse más lento. Pero también ellos están en su límite, Caliz ya agotó toda su energía mágica, así como todas las pociones que la recuperan, que traían entre las provisiones. Ragnor está seriamente herido, debido a un puñetazo que el monstruo dio antes, y no puede luchar más, necesita descansar y se muere por comer algo de carne.


    Ax da la última orden, para un último ataque. En caso de no resultar, se retirarán lo más lejos posible. Bestia invoca una parvada de cuervos negros, lo que consume su última reserva de piedras de invocación. Las aves picotean en el ojo al enorme ser, haciendo que se distraiga por unos momentos. La tierra bajo el líder de los mercenarios comienza a elevarse a enorme velocidad, poco antes de llegar a los quince metros de altura, el humano salta, siendo impulsado por la tierra elevada. Sus puños comienzan a soltar humo negro. Golpea justo en el ojo monstruo, explosiones se crean en el momento que los puños del humano lo tocan. Esto hace que el cíclope pierda el equilibrio y caiga de espaldas, siendo empalado por cientos de robles petrificados.


    La criatura no muere de inmediato, su cuerpo está tan lastimado, y se siente tan cansado, que es incapaz de zafarse de los árboles, y le toma varias horas perecer. Durante toda la madrugada, sus gritos y gemidos hacen eco por todo el valle de Bahaltra, dándole escalofríos a todos los que lo escuchan. Para cuando el sol comienza a asomarse por el horizonte, el cíclope exhala su último aliento y por fin descansa.


    El resto del equipo de los Lobos de Fuego arriban, para encargarse del cadáver. Estos, que son de diversas razas, son los encargados de sacarle todo el provecho posible a la presa del grupo de ataque, para luego vender todo en los poblados del valle. Piel, huesos, uñas, dientes, la falda, carne y sangre, todo en un cíclope tiene un gran valor en los mercados. Desafortunadamente, tardarán días en terminar de procesar el cuerpo del gigantesco monstruo de un ojo.


    Al descansa a la sombra de un gran árbol, alejada de todos los demás, necesita reponerse, tanto física como mentalmente. Ax se acerca a ella, esta se cubre el rostro usando un escudo, como si intentara que este no la vea.

    —Fue una gran lucha, ¿no? —cuestiona el líder, sentándose a su lado. Pero ella no contesta nada, ni mueve un solo músculo —. Dime algo —pide un tanto frustrado por lo tímida que es ella.


    Permanecen en silencio durante varios minutos. La maga siente el corazón acelerado, no está segura si aún puede hablar o ya perdió la oportunidad de hacerlo. Ax sonríe, encuentra adorable esa parte de la chica. Aunque le gustaría que socializara aunque fuera un poco.

    —Supuse me hablarías más cuando nos casáramos —menciona, mirando el horizonte.


    Al se sonroja por completo, se cubre la cabeza usando su capa de maga. Se quita el guante de su mano derecha, se queda mirando un anillo de plata que trae puesto en su dedo anular, el cual recibió durante la ceremonia de matrimonio.

    —Y sí que costó que le respondieras a la sacerdotisa si querías casarte conmigo —sonríe alegre al recordarlo —. Ayudó que te cubrieras la cabeza con el velo, pero igual hablaste muy quedito. Aunque me gusta esa voz dulce y baja que tienes. Como un susurro que me arrulla.


    La maga de tierra quiere decir algo, pero no puede. Las palabras están ahí, pero no se atreven a salir. Coloca la mano sobre el suelo, le gustaría tomar la mano de Ax, pero no logra conseguir el valor para hacerlo. De repente, siente una vibración del subsuelo, su habilidad como maga de tierra le ayuda a sentirlas con mayor claridad. Se quita la capa de sobre su cabeza, usa un hechizo que produce que el trozo de tierra sobre el que está su esposo salga volando.


    Desde aquí, todo transcurre en cámara lenta. El monje ve como se aleja de su adorable esposa, no entiende lo que ocurre. La maga tiene lágrimas de alivio en sus ojos, y una sonrisa, Ax está lo bastante lejos ya y no corre peligro.

    —¡Ax, te amo! —grita Al con todas sus fuerzas, un instante antes de que algo salga de bajo de la tierra y la devore de un solo mordisco.


    Han transcurrido ya seis meses desde la muerte de Al. Ax despierta sudando frío, por soñar con ese instante, por escuchar esa dulce voz que se despide para siempre. No es la primera vez que sueña con ese recuerdo, ni la primera que grita el nombre de su amada al hacerlo.

    —¿Otra vez la pesadilla? —cuestiona Makko, que descansaba a su lado, hasta que el grito la despertó.

    —Sí —contesta simplemente.


    El humano se siente culpable, no solo por no haber podido salvar a su esposa, sino por haber caído en la tentación de estar con alguien más. Su tristeza lo llevó a los brazos de su compañera mercenaria, no está seguro si buscaba a alguien que lo amara o solo que alguien lo acompañara, pero sucedió tan naturalmente que no parecía malo.

    —No podías hacer nada por ella —le dice la elfa, abrazándolo y recostándose cariñosamente en su pecho —. No estábamos listos para una segunda bestia gigante. No habían reportes de un gusano de roca gigante que habitara en Monte Relámpago.

    —Fui negligente, debí saber que los temblores y la muerte del cíclope atraerían a otras bestias.

    —No había forma de saberlo —repite, así como lo ha hecho tantas noches antes—. Al menos pudimos matarlo y recuperar su cuerpo.

    —Ella siempre dijo que fuera como fuera, quería volver a casa y descansar cerca de la tumba de su madre —mira hacia el techo de su habitación.

    —Los chicos están intranquilos —menciona ella —. Lo iba a comentar en la mañana, pero ya que estamos despiertos. Sé que ganamos una fortuna con las partes del cíclope y el gusano, más la recompensa, pero muchos quieren salir a cazar más bestias. Ragnor y Caliz están muy inquietos, y Bestia quiere probar sus nuevas piedras de invocación. Sin mencionar que casi no salgo de aquí, no es que me esté quejando, pero ya necesito un cambio de ambiente —se separa de él.

    —No sé... —murmura, temiendo que todos sus amigos mueran por su culpa, al igual que su amada.

    —¡Al no querría esto! —grita desesperada por hacer que Ax reaccione, se pone en pie y lo señala con su índice — ¡Este no es el Ax del que ella se enamoró! Es cierto que no hablaba con nadie más que contigo, y que no sé lo que sentía en realidad, pero estoy segura que no estaría feliz con el hombre en el que te volviste. ¡Así que a partir de mañana te ejercitarás como antes, practicarás tus golpes como antes y en unos días iremos a la ciudad a conseguir una buena misión!

    —Eres muy ruidosa —comenta él, sonriendo —. Pero tienes razón. Dile a los chicos que en una semana saldremos a buscar una misión digna de los Lobos de Fuego.


    Y así continuaron, las aventuras de este grupo de mercenarios. Si alguna misión parece imposible, ellos la tomarán con gusto, para demostrar que son los mejores.
     
    Última edición: 6 Diciembre 2018
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  2. Threadmarks: El Hada que Quería ser Aventurera
     
    Dark RS

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    Crónicas del Valle Bahaltra
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    1201

    El Hada Que Desea Ser Aventurera




    —¡Me llamo Paricia Trini Boll Ortre, y seré una gran aventurera! —se escucha, a penas, decir a una hada que entra repentinamente al ayuntamiento de Villa Garza, localizada al sur del Valle Bahaltra.


    Únicamente un gato le presta atención, e intenta atacarla. Por su pequeño tamaño y las alas, la confunde con un ave. El felino la corretea por unas dos cuadras, hasta que Paricia entra en la taberna. Donde el gato decide que la dejará ir, la última vez que ingresó ahí, lo sacaron a punta de escoba.


    Una vez se ve a salvo, y al notar que hay muchas más personas en este lugar, se sacude su armadura de cuero, y se acomoda la falda del mismo material. Se aclara la garganta.

    —¡Me llamo Paricia Trini Boll Ortre, y seré una gran aventurera! —repite el hada, sacando pecho de orgullo.


    Un elfo la escucha, pero decide ignorarla. Su voz es tan baja que se pierde entre las conversaciones de los que descansan y beben alegremente.

    —¡Que me llamo Paricia Trini Boll Ortre! —grita con todas sus fuerzas, esta vez tampoco nadie le hace caso.


    Paricia se acerca a un ogro, que conversa con un humano y un draconiano. Ella se coloca justo frente al rostro del alto y musculoso ser. Lo saluda con la mano y le sonríe.

    —Por eso no me gusta Villa Garza —comenta el ogro —, los insectos aquí son enormes, luminosos, alegres y molestos.

    —Creo que es un hada —le hace ver el humano, que viste una gabardina roja, llena de bolsillos.

    —¡Lo soy! —grita la de alas para que le presten atención.

    —¿Un hada? —cuestiona el ogro, prestando mejor atención al ser luminoso — ¿Qué hace un hada tan lejos del Lago Ópalo? ¿Seguro no es una cucaracha brillante?

    —¡Qué cruel! —reclama la alada, golpeando la nariz del ogro, pero éste no siente los golpecitos en lo absoluto.

    —¿Qué busca un hada de Lago Ópalo en Villa Garza? —cuestiona el draconiano. Es un ser de piel escamosa, pero apariencia humana, los iris de sus ojos tienen la forma de un trébol de cuatro hojas.

    —Primero, no soy “un hada”, me llamo Paricia Trini Boll Ortre —saca pecho al momento de decir su nombre —. Y seré la más grande aventurera de todos los tiempos.

    —Supongo dices “grande” en sentido figurado, insecto —se burla el ogro.

    —¡Deja de ser cruel! —reclama, volviendo a golpearlo en la nariz, y nuevamente, el ogro no siente ni cosquillas.

    —¿Un hada aventurera? —pregunta el humano, ligeramente interesado en el asunto.

    —Je, je, sabía que alguien sabría apreciar mis esfuerzos —dice, notoriamente orgullosa.

    —Toma, pulga —ofrece el ogro, un dedal lleno de cerveza —. Solo cuenta tu historia, se nota que lo harás sin importar lo que digamos, así que hazlo de una vez.

    —No lo llames mi historia, como si fuera charla de taberna —reclama, sentándose en la mesa, y bebiendo del dedal.

    —Literalmente es charla de taberna —señala el de piel de escamas.


    El hada se termina su bebida, y se le sube rápidamente. El rostro se le pone colorado y su brillo se atenúa levemente.

    —Primero que nadash —se tambalea —. Me shamo Paririricia Trinini Booll Ortre, vengosh de allá, este... ¿Qué decía? Este jugo eshtá mu bueno —cae de espaldas, desmayada. Su brillo desaparece.

    —Parece que la cucaracha no sabe beber —comenta el ogro, antes de soltar la risa.

    —Acabo de recordar que las hadas solo beben jugos naturales, no soportan el alcohol en lo absoluto —añade el humano, dando una sonrisa divertida.

    —Buen momento para recordarlo —comenta el draconiano, frunciendo el ceño.

    —Oh, vamos, fue divertido —dice el humano, soportando la risa. Desde que le sirvieron el dedal de cerveza lo recordó, pero decidió que sería más divertido ver qué ocurría.


    Un par de horas más tarde, ya con la noche caída, Paricia despierta. La cabeza le da vueltas, está más pálida que un papel y siente un asco como jamás en la vida lo había sentido.

    —¿Qué pasó? —pregunta la alada, recuperando un poco de su brillo, pero en verde.

    —El jugo estaba malo —informa el de escamas. El humano y el ogro vuelven a reírse.

    —Con razón tengo ganas de... —va hacia el dedal, y comienza a vomitar en este.

    —Es un clásico —comenta el humano, limpiándose una lágrima.

    —Nos ibas a contar por qué viniste a esta villa, que está tan lejos de tu hogar —le recuerda el draconiano.

    —Cierto —se recupera en un instante, su brillo regresa a la normalidad —. Me llamo....

    —Ya lo has dicho como mil veces —interrumpe el ogro —. Te llamas Patricia Trinidad Boleada Ortencia.

    —¡Ese no es mi nombre! —reclama la alada, pateando la nariz del musculoso.

    —Ya cuenta y no jodas —reprende el ogro.

    —B-bueno... —se aclara la garganta —. Hace un par de años, al Lago Ópalo, llegaron un par de aventureros. Ambos humanos, un monje y una maga de tierra. La chica no decía nada, y parecía que le daba vergüenza estar a la vista, era rara. El humano era todo lo contrario. El asunto está en que en ese tiempo, una hidra eléctrica se había adueñado del lago y comenzó a destruir todas nuestras casas. Bueno, destruía los árboles, creo que ni notaba que estábamos ahí.

    —¿Una hidra eléctrica? ¿Hace un par de años? —repite el humano, que le suena de algo.

    —Sí, sí, sí —asiente varias veces con la cabeza —. Fueron semanas aterradoras y preocupantes para las hadas —suspira —. El asunto aquí, es que esos aventureros derrotaron solos a esa enorme bestia y nos salvaron. El rey hada les dio bendiciones mágicas, que aumentaron el poder de controlar la tierra de la humana, y aumentaron la fuerza física del humano. Se les dio el título de héroes de las hadas.

    —¿Héroes de las hadas? —se pregunta el de gabardina roja. El título también se le hace familiar.

    —¿Eso qué tiene que ver con que estés aquí? —pregunta el ogro, impaciente porque termine de una vez de contar la historia.

    —Que busco al grupo de mercenarios al que pertenecían esos héroes, para pedirles que me permitan unirme —saca pecho orgullosa —. Yo, Paricia Trini Boll Ortre, busco unirme a los Lobos de Fuego.

    —Sí, buena suerte —le dice el ogro —. Pregunta en la Casa de los Susurros. Ahí venden esa clase de información.

    —Gracias, cara de rana —se despide el hada. Sale volando de la taberna, en busca del lugar que le indicó el ogro.

    —Así que ignoraremos el echo de que hablaba de Al y Ax, y que somos miembros de los Lobos de Fuego —señala el de piel escamosa.

    —No aceptaremos a un hada debilucha en nuestro grupo —se cruza de brazos el ogro.

    —Y se notaba que piensa que es capaz de hacer más de lo que en realidad puede —termina el humano, estando de acuerdo —. Igual nos vamos en unas horas y no la volveremos a ver.


    Paricia, con una sonrisa en su rostro, y entusiasmo en su alma, continúa con la búsqueda de los Lobos de Fuego, sin saber que los encontró y la engañaron para que se alejara.




    Para la actividad 30 días de escritura: Héroes
    Personaje: Hada
    Palabra: Pálida
    Género: Comedia
     
    Última edición: 23 Diciembre 2018
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  3. Threadmarks: Rancho Ann
     
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    Crónicas del Valle Bahaltra
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    Fantasía
    Total de capítulos:
    7
     
    Palabras:
    1896

    Rancho Ann



    En un pequeño rancho, que se encuentra cerca de Ciudad Fanto, un demonio ha estado matando a los animales y destruyendo los cultivos, al punto de dejarlos al borde de la ruina. El dueño del rancho, un campesino que ha criado a sus dos hijas desde la muerte de su esposa, se encuentra desesperado. No tiene como mantener a su familia, su rancho está por desaparecer, y los aventureros se niegan a tomar el encargo, de destruir al demonio, por lo bajo del pago.


    Un día, el demonio tiene el descaro de atacar durante el día, el campesino y su hija mayor intentan alejarlo, pero no son lo bastante fuertes. El demonio, es de rango D, es tan fuerte como un aventurero promedio, pero usa magia de fuego, lo que lo hace un peligro mayor. De alas negras, agujeradas, con las que, de alguna forma, puede volar, largos brazos de dos metros de largo, cuerpo negro escamoso con lunares rojos en los muslos, cabeza de serpiente, pero con orejas largas y puntiagudas, similares a las de los elfos. Tiene una cola corta, en cuyo final hay un aguijón venenoso.


    El campesino lucha usando una pala, golpea al demonio, pero los golpes rebotan en su dura piel. Su hija mayor, que es usuaria de magia de tierra, arroja estacas de tierra hacia la negra criatura, pero, los ataques, igualmente, solo rebotan en su piel.


    Un monje, humano, llega golpeando al demonio justo en la cabeza, en cuanto sus puños impactan contra la criatura, se produce una explosión que lo manda a volar contra un árbol. El demonio se quita el árbol de encima, y lo arroja contra el monje. Un ogro se atraviesa, deteniendo el árbol, que por suerte no era muy grueso. El monje corre, se impulsa saltando por sobre el cuerpo del ogro, hasta llegar a los cinco metros de altura, cayendo sobre el ser de piel negra. Los golpea en los oídos, dejándolo desorientado, luego lo golpea en la nuca, haciendo que caiga al suelo. El monje se baja del demonio.


    Un segundo humano, de gabardina roja, con múltiples bolsillos, arroja un cristal blanco al aire. El cristal brilla, del brillo surge un ser pequeño, blanco, de alas como de ave, rostro humanoide, patas como de felino, y presenta una aureola sobre la cabeza. Se trata de una especie de ángel de rango D. Este ángel comienza a cantar, su voz es horrible, todos se ven obligados a cubrirse los oídos. La cabeza del demonio explota, y el ángel desaparece, dejando atrás el cristal del que fue invocado, pero luce oscurecido.


    El campesino se acerca a los que derrotaron al demonio. Clava la pala en el suelo, y se deja caer de rodillas, y comienza a agradecer a los aventureros.

    —No tiene que hacer esto —le dice el monje —. Por favor, pónganse en pie.

    —No tengo mucho, pero les daré lo que quieran —informa el campesino, con los ojos llorosos.

    —Bueno, la pelea nos dio hambre —dice el ogro, sobándose la barriga.

    —Por supuesto, les haré un banquete, coman hasta saciarse —dice el hombre, poniéndose en pie.

    —Escuché que el queso de aquí es muy bueno —comenta el de gabardina roja.

    —Claro, claro, lo que gusten. Lo tendremos listo enseguida —promete el hombre, poniéndose en pie, corre hacia la casa.

    —No coman mucho —pide el monje —. Este demonio dejó este lugar en muy mal estado —comenta, viendo alrededor —. Les tomará mucho reponerse por completo.

    —No, Ax, no —ruega el ogro —. Quiero comer mucha carne, mucha, mucha carne.

    —Yo quiero queso, mucho, mucho queso —añade el invocador de gabardina roja —. Hagamos lo siguiente —señala hacia el demonio —; paguemos la comida dejando partes del demonio para que las vendan.

    —Literalmente su cadáver es nuestra ganancia —le hace ver el monje.

    —Lo sé, lo sé, pero escucha, si les dejamos las membranas de las alas y las costillas del demonio, podrán comprar más semillas, abono y quizás una o dos vacas.

    —Suena justo por un festín —menciona el ogro, muriéndose de hambre.

    —Solo las alas alcanzan para un festín de cien personas en el mejor hostal de Ciudad Fanto —señala Ax, frunciendo el ceño.

    —Pero, su aguijón vale cinco veces lo que la costillas —informa el invocador —. Entre el aguijón, la sangre, los órganos, su carne, el resto de huesos, los colmillos y la cola, tenemos más que suficiente como para no tener que trabajar más por dos meses.

    —Bien, les dejaremos las alas completas y las costillas —acepta el monje —. Pero si los recolectores tienen quejas, tú se los explicarás.

    —¡Victoria, tu nombre es Bestia! —presume el de gabardina roja, celebrando que ganó la discusión con su líder.

    —¡Carne, carne, carne! —canta el ogro.

    —Ragnor, Bestia, no pierdan el tiempo y vayan por los recolectores, quiero que el demonio haya sido procesado para cuando terminemos de comer.

    —¡De inmediato! —exclama el ogro, corriendo de inmediato.

    —Oye, nos dijeron a ambos —reprende el de gabardina roja, corriendo tras el ogro.


    Ax los ve alejarse, hasta que se pierden de vista, luego voltea a ver al demonio.

    —Tu padre no parece ser un mago de tierra, ¿heredaste tu magia elemental de tu madre? —cuestiona él, dirigiéndose a la hija del dueño de la granja, la cual no se ha movido desde que llegaron los aventureros — Veo que no hablas mucho.



    Se voltea hacia la chica. Ella tiene los ojos cubiertos por mechones de su cabello negro, tiene la mirada hacia abajo.

    —¿No quieres hablar conmigo? —se acerca a ella, le ve mejor el rostro — Eres bastante linda, ¿lo sabías?


    La joven se cubre el rostro por la vergüenza, luego sale corriendo hacia su casa, tropieza, y se vuelve a levantar como si nada, para volver a correr.


    Durante el banquete prometido, la el campesino conversa con los aventureros, mientras que sus hijas se dedican a servir la comida y a rellenar los vasos de los invitados. La menor de las hijas, es adolescente, de dieciséis años de edad, la mayor, la que luchó al lado de su padre, tiene veinticinco años.

    —¿La vida de aventureros es divertida? —cuestiona la menor.

    —Sal, por favor —reprende su padre.

    —No importa. Es bueno que los jóvenes pregunten —permite Bestia, a la vez que devora un gran trozo de queso.

    —Solo que no somos aventureros —niega Ragnor, chupándose los dedos, que tiene llenos de grasa de carne de cabra —. Somos mercenarios.

    —¿Mercenarios? —cuestiona, en voz muy baja la mayor.

    —No tenemos mucho para pagarles —menciona el campesino, preocupado al escuchar que son mercenarios, ya que estos suelen cobrar demasiado a la hora de realizar un trabajo.

    —No se preocupe —niega Ax —. Con la comida nos damos por pagos.

    —¿En serio? —pregunta nervioso.

    —Sí —insiste el líder mercenario —. Por cierto, y disculpe la pregunta; ¿su esposa es maga de tierra?

    —Mi esposa fue maga de tierra, sí —responde un poco triste el hombre —. Fue aventurera, una de las mejores de Ciudad Fanto. Temo decir que dejó todo al conocerme. Solo era un campesino de cuarta, pero ella me ayudó a moldear mi tierra. Y el rancho lleva su nombre; Rancho Ann.

    —Vi a su hija lanzando ataques contra ese demonio lagarto, tiene un control natural con la magia de tierra, con entrenamiento sería una gran aventurera, o incluso mercenaria —propone Ax, sonriéndole a la chica tímida, esta se sonroja y huye del lugar.

    —Deberá perdonar a Al, es un poco tímida —se disculpa el hombre.

    —Dígame, señor, ¿qué opinaría de permitirle a su hija unirse a nuestro grupo?

    —No me opongo —confiesa el campesino, bebiendo un poco de licor —. Es la mayor, y quisiera que viera un poco el mundo. No logro ni que me acompañe al pueblo. No habla mucho, hay veces que se queda de pie, en silencio, como si fuera un mueble. Pero al final, depende de ella si lo hace o no.


    Al, la hija mayor del campesino, se encuentra sentada al lado de una gran lápida de granito, donde está inscrito el nombre su madre, así como la fecha de nacimiento y la de su muerte.

    —Ma, un hombre me habló hoy, no me dio miedo, era algo distinto a lo que siento cuando algún extraño me habla —le confiesa a la tumba de su madre —. No sé qué sea... Mi corazón late rápido, siento una sensación rara en mi estómago. Es un mercenario un tanto atemorizante, no sé.... —se sonroja y se cubre el rostro con ambas manos.

    —¿Puedo? —cuestiona Ax, de pie al lado de la joven.


    Al es incapaz de seguir hablando, se levanta y se aleja. El monje, observa la tumba, no le dedica una plegaria, por no ser la clase de monje religioso, sino la clase de monje que lucha cuerpo a cuerpo. Tampoco es muy fanático del más allá; los demonios y ángeles causan demasiados problemas.

    —Venía a proponerle a su hija, la mayor, no la menor —hablándole a la lápida —, que se una a mi grupo de mercenarios. Ya sé que es muy peligroso, lo sé. Pero, ella parece ser muy capaz, con algo de entrenamiento, podría ser maga del grupo de ataque. Le prometo enseñarle todo lo que sé, cuidarla y respetarla hasta que la muerte nos separa.

    —¡No lo hagas sonar como voto matrimonial! —reclama Al, apenas alzando un poco la voz.

    —Y yo que pensaba que eras muda —le sonríe.

    —Ya ves que no —frunce un poco el ceño.

    —Luces hermosa estando enojada —alaga él.

    —¿Me coqueteas? —pregunta, en voz muy baja.

    —Sí, pero igual le coqueteo a cualquiera, así que no lo tomes en cuenta para darme tu decisión. Si quieres ser mercenaria, contéstame antes del anochecer, si no contestas para entonces, sabré la repuesta.


    Llega el anochecer, ya el cuerpo del demonio fue procesado, y sus partes fueron empaquetadas por el equipo de recolectores, que es un equipo, de no combatientes, del mismo grupo de mercenarios. Ax, Ragnor y Bestia, aguardan a las afueras del rancho.

    —No creo que venga —hace ver el ogro, rascándose una axila.

    —Concuerdo con Ragnor —interviene el invocador —. El tiempo límite era hasta el anochecer, y ya anocheció hace unos minutos. Lo siento, Ax, pero no creo que venga.

    —Y es una pena, por que parecías doncella enamorada con esa chica —se ríe el ogro —. Nunca te había visto así.

    —Debo coincidir —añade el de gabardina roja —. No creí que el rudo Ax pudiera embobarse con una campesina.

    —Solo caminen —ordena el monje.

    —Sí, sí, sí —acepta el invocador.

    —Creo que no habrá quien le dé besitos a Ax, buahahaha —se burla, antes de salir corriendo.


    El monje ve a sus aliados alejarse. Se cruza de brazos, y sonríe ampliamente.

    —Me alegra que decidieras venir —se voltea, ve a Al, cargando un bolso de piel de borrego —. Si alguna vez quieres salirte, solo dilo y personalmente te acompañaré de vuelta aquí —ella asiente tímidamente —. Vamos, Al, nos espera un largo camino, y entrenaremos muy duro para que mejores como maga de tierra —ella asiente levemente —. ¿Lo hace por tu madre? ¿Quieres saber cómo se siente la vida de un mercenario, por ser tan parecida a la de un aventurero?

    —Sí —susurra, muy quedito.

    —Entonces, apurémonos para reunirnos con el resto.


    Caminan juntos, hasta alcanzar al resto de los mercenarios.





    Para la actividad 30 Días de Escritura: Oportunidad.
    Personaje: Campesino
    Palabra: Lunares
    Género: Aventura
     
  4. Threadmarks: La Puerta
     
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

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    Título:
    Crónicas del Valle Bahaltra
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    7
     
    Palabras:
    1070

    La Puerta



    Al, en su primer semana en la base de los Lobos de Fuego, está por darse por vencida. Los entrenamientos y la convivencia son una tortura, en especial para alguien que no puede estar cerca de otras personas sin ponerse nerviosa. Incluso sacar la basura de su cuarto es una odisea; vigilar que no haya nadie más, si se encuentra a alguien solo asentir o retirarse fingiendo que no los escuchó.


    Definitivamente la vida de mercenaria es más difícil de lo que pensó, y eso que aún no ha realizado una solo misión. Se acuesta sobre su cama, y abraza su acolchada almohada. Comienza a pensar en la posibilidad de solo darse por vencida y volver al rancho de su padre. Voltea a ver un retrato que cuelga sobre la cama; es de su familia; su madre, su padre, ella de joven y su hermana de bebé en brazos de su padre. No está segura de dónde sacó el valor para atreverse a intentarlo, literalmente no lo sabe.


    Alguien toca a la puerta un par de veces, es un sonido firme.

    —¿Estás ahí, Al? —cuestiona una voz que reconoce como la de Ax, el líder de los Lobos de Fuego.


    Ella quiere contestar, pero no puede, la voz no le sale. Se siente nerviosa.

    —¿Puedo entrar? —pregunta, al escuchar como alguien se mueve dentro —. Toca la puerta una vez si no quieres que entre.


    La chica se levanta rápidamente y toca la puerta una vez. Tiene pena de que él entre a su habitación.

    —Bien, al menos estás aquí —ella escucha como él se sienta, con la espalda contra la puerta —. Sé que te está yendo mal en los entrenamientos —ella toca la puerta una vez, para confirmarlo —. No espero que seas una profesional en poco tiempo —se queda callado por un momento —. Pero al menos deberías tratar de comer con los demás. Ya Froggo me dijo que te llevas la comida a tu habitación y luego devuelves los platos.


    La chica se pone aún más nerviosa, se deja caer sentada, acaricia la puerta, sabiendo que él tiene la espalda del otro lado. Luego da un golpecito.

    —¿Quieres comer conmigo? —pregunta, con un tono suave, algo poco común en él —ella toca la puerta varias veces —. Entendí, no quieres.

    —Sí, quiero... pero no quiero salir —dice en voz tan baja que apenas es perceptible para el hombre.

    —Puedo traer la cena y comemos aquí, tú adentro, y yo aquí en el pasillo.


    Ella toca una vez para hacerle saber que lo autoriza.

    —No entiendo por qué me pediste venir contigo —murmura, muy quedito.

    —La verdad —recuesta la cabeza contra la puerta — fue por puro egoísmo de mi parte.

    —¿Qué quieres decir?

    —Fueron dos razones. Cuando te vi usar magia de tierra, quedé impresionado, eres muy precisa y veloz, y quería tener algo así en mi grupo.

    —¿Y la otra?

    —Es la razón más egoísta de las dos —confiesa, sonriendo —. Me pareciste muy hermosa, adorable y creo que caí por ti al instante en que mis ojos tuvieron el honor de posarse sobre tu bello rostro.


    Al se sonroja por completo. Jamás se ha considerado alguien linda, y mucho menos hermosa. Siempre mantiene la mirada baja, para que su flequillo cubra su rostro. Pero, ante las palabras del chico, siente que el corazón se le sale del pecho.

    —¿Tú por qué aceptaste venir conmigo?


    Ella voltea a ver el retrato de su familia, sonríe. Se da cuenta de lo que le dio valor para atreverse a unirse a un grupo de mercenarios.

    —Mi mamá fue aventurera, como ya te había contado antes. Dejó su vida de aventuras el día que conoció a mi papá. Una aventurera que se enamora de un campesino no es muy común, y menos que la aventurera cambie por completo su vida para estar junto a quien quiere. Eso me hizo pensar, que quiero hacer esto, ser mercenaria, o al menos intentarlo...

    —¿Qué piensas acerca de mí? —pregunta él, pensativo sobre lo que ella le acaba de contar.

    —Cu-cu-cuando te vi, me sentí rara —se sonroja, aunque él no la puede ver, igual se siente avergonzada y se cubre el rostro.

    —¿Rara?

    —Mi corazón se puso loco, y sentí algo en mi estómago... Fue como... fue como... Me pareció como si me hubiera enamorado, o eso supongo... Nunca antes estuve enamorada y no sé si lo que siento es eso o alguna otra cosa...

    —Me gustas, Al, me gustas mucho —se sonroja levemente —. No sé si soy correspondido o no, solo sé que me gustas mucho. No se siente como los enamoramientos comunes, es distinto, es tan... real.


    Pasan varios minutos sin que ella conteste. No sabe qué responder a eso.

    —Sé mi novia, Al —pide, el líder de los mercenarios, no le importa si el resto de los Lobos de Fuego lo escuchan, lo cual hacen.


    Pasa un buen rato, pero no hay respuesta de ella. Al ver que ella no le responderá, se resigna.

    —Es en serio —suspira —. No tienes que responder ahora. Con un simple si o no basta. Y sin importar qué contestes, seguirás en el grupo, no habrán resentimientos. Eres alguien fuerte y capaz.

    —¿Y si... y si tardo días en contestar?

    —Esperaré esos días.

    —¿Y si tardo semanas, o meses, o incluso años?

    —Esperaré lo que haga falta.

    —¿Por qué? —pregunta Al, comenzando a derramar lágrimas.

    —Por que te quiero, y eres alguien por quien vale la pena esperar lo que haga falta. Sé que apenas llevamos dos semanas de conocernos, por eso tienes todo el derecho de pensar bien las cosas.

    —Sí, quiero ser tu... tu... tu... nov...no... novi... novia...

    —¡¿En serio?! —pregunta, notoriamente alegre él.

    —Es vergonzoso... —confiesa, en voz muy baja, abriendo la puerta con lentitud.

    —Eres adorable —la abraza contra su cuerpo —. Si cambias de opinión no tengas miedo de decirlo.


    Ella, tímidamente devuelve el abrazo. Agradece que él no intentara besarla, no está lista aún para eso. Se envuelven en ese cálido y dulce abrazo por unos minutos más. Luego ella se avergüenza y se vuelve a encerrar en su habitación. El hombre permanece contra la puerta, está feliz por lo acontecido, pero igual la hará entrenar como a todos los demás, y él entrenará aún más duro para poder protegerla siempre.





    Para la actividad 30 Días de Escritura: Retrato/Fotografía
    Personaje: Campesino
    Palabra: Basura
    Género: Romance
     
  5. Threadmarks: Villa Veradona
     
    Dark RS

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    Crónicas del Valle Bahaltra
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    7
     
    Palabras:
    2105

    Villa Veradona




    Ax y Bestia, dos humanos mercenarios, llegan a villa Veradona, un pequeño lugar al sureste del Valle Bahaltra, casi en la frontera con el vecino país Noctru. Ax, un monje guerrero, para nada creyente en los Dioses, y Bestia, un invocador, decidieron unirse para formar un grupo mercenario que aún no tiene un nombre definido.


    Para hacerse de fama, decidieron tomar un trabajo que los aventureros no quisieran tomar por peligroso. Y la petición de los habitantes de villa Veradona ha estado en la pizarra de misiones desde hace casi dos meses, y nadie la ha querido tomar por las implicaciones políticas que pueda traer, sin mencionar lo difícil de la misión.


    Esta villa, está habitada principalmente por ogros. Al caminar por las calles, los pobladores los observan como si fueran bichos raros. No están acostumbrados a tener visitas de humanos.

    —Te dije que te pusieras camisa —regaña Bestia a su amigo. Usa una gabardina roja sobre una camiseta negra y pantalones de seda azul, y botas de cuero cafés.

    —Creo que se quedan viendo ese atuendo de payaso que traes puesto —corrige el monje, que usa un pantalón de cuero café oscuro, con botas negras, y unos guantes de cuero blanco, sin los dedos.

    —¿Payaso? ¿Bromeas? Este es el atuendo tradicional de la familia Bartazahar —presume, pareciendo orgulloso —, de la que soy descendiente directo.

    —Sí, sí. Lo has dicho como tres veces, hoy.


    Por las resientes lluvias, el petricor abunda en el aire, y las plantas están llenas de vida. Pero, por alguna razón, los ánimos en general de los ogros hacen que todo parezca gris y deprimente. Los humanos llegan a la única taberna de la villa, la cual no suele tener muchos comensales. Se acercan a la barra, donde un ogro, algo obeso, se dedica a limpiar un vaso, el cual ya está reluciente.

    —Una cerveza de mandragora roja —pide Bestia.

    —Leche, solo leche —ordena Ax.


    El tabernero sirve un gran jarro de madera con un líquido entre rojo y naranja, y otro con leche de búfalo del valle. Bestia se acaba su bebida de un sentón, y pide otra ronda.

    —¿Quién podría hablarnos sobre el castillo que se encuentra al sur? —pide Ax, esperando saber quién puso la solicitud en la capital.

    —¿Aventureros? —pregunta el ogro.

    —Mercenarios en realidad —corrige el monje.

    —No tenemos tanto dinero en esta villa, así que no pierdan el tiempo —niega el tabernero, sabiendo que los mercenarios cobran hasta diez veces el monto de la recompensa ofrecida.

    —No se preocupe, con lo de la recompensa original nos basta —le hace ver Ax.

    —¿En serio...? —se queda pensativo unos momentos —. Mandaré a llamar al anciano de la villa, esperen en una de las mesas a que llegue.


    Luego de casi media hora, un viejo ogro, que apenas si puede mantenerse en pie, llega al local, y se sienta a la mesa. Viene acompañado de un ogro gran y fuerte, que parece ser su guardián.

    —Me dicen que son mercenarios que tomaron la misión, ¿es eso verdad? —pregunta el viejo, relamiéndose sus secos labios.

    —Correcto. Y también lo haremos por la recompensa ofrecida, ni un oro más, pero tampoco aceptamos un oro menos —informa Bestia, no muy feliz por ese arreglo. Pero lo aceptó al querer volverse famoso.

    —Me llamo Ragnarokro, y este es mi nieto Ragnor —señala al joven detrás suyo —. Soy el anciano de villa Veradona.

    —Soy Ax, y este es mi compañero Bestia —presenta el monje —. Queremos que nos aclare algunos puntos de la misión.

    —Les explicaré la situación —suspira el anciano —. Desde hace siglos que existe el castillo Espectalum, el cual es un castillo encantado. El mismo se moviliza a voluntad de su amo. El castillo simplemente apareció hace unos tres meses, al sur de aquí, incluso el terreno cambió de la noche a la mañana.

    —Casi da la impresión de que siempre ha estado ahí, es aterradora la forma en que cambió el paisaje en esa zona —agrega el nieto del anciano.

    —Si no me equivoco, el Espectalum es la base de un antiguo aventurero del país Noctru —dice el monje, pensativo.

    —Y me temo que es el mismo —suspira el ogro joven.

    —El mismísimo barón Gra ha estado atacando a los viajeros, para drenarles la sangre —cuenta el anciano, con mucho temor en su voz.

    —Entonces los detalles que nos dieron son correctos, el legendario aventurero Gra está atacando inocentes mercaderes —Bestia se pone nervioso —. Es un problema, Ax, suponía sería un impostor haciéndose pasar por él, pero parece que si es el verdadero. No creo le podamos ganar.

    —Mi estimado amigo, no le podemos ganar. Al menos no de formas convencionales —comenta Ax, analizando las opciones —. ¿Pueden traernos algunas cosas? —pide a los ogros.


    El castillo Espectalum es una base móvil utilizada por el aventurero héroe que detuvo una invasión de muertos vivientes hacia su país natal. Este castillo mide casi cincuenta metros de altura, y ciento doce metros de longitud, hecho con ladrillos grises del inframundo que lo protegen del ataque de espectros, puertas y ventanas de madera de roble bendito, que impiden la entrada de demonios de rango B e inferiores, y cadenas de demonita verde, colgadas en cada pared interior, que imposibilitan a los ángeles para usar sus poderes en el interior de la edificación.


    Los mercenarios se encuentran justo frente al imponente castillo, el cual es custodiado por un lobo de fuego. Los lobos de fuego son bestias elementales, que respiran fuego desde sus fauces y narices. Este ejemplar en particular mide dos metros y medio de altura, con pelaje gris como la ceniza y ojos tan rojos como el infierno mismo.

    —No es que quiera que me digan gallina —comienza a susurrar Bestia, para que el lobo no los escuche y los ataque. Ambos están escondidos detrás de una gran roca negra —. No creo que haber venido de noche ayude en nada, si esa cosa ilumina todo cada vez que exhala.

    —Los lobos de fuego tienen un pésimo olfato, se basan en la vista, por eso podemos ocultarnos y atacar por sorpresa sin que nos vea venir —dice Ax, observando al lobo, de cuyo hocico salen intensas flamas.

    —Supongamos que le ganamos a esa cosa peluda, ¿cómo diantres piensas ganarle a Gra?

    —Un paso a la vez, primero vencemos al lobo de fuego. Luego Gra sale a investigar y lo derrotamos entre los dos.

    —Es el plan más estúpido que he escuchado en mi vida. Me encanta.


    Bestia saca un cristal, ovalado color azul cielo, como del tamaño de una canica, el cual lanza al aire, este brilla y se convierte en un ave con plumas de nube. El ave sobrevuela al lobo, dejando pequeñas nubes en su camino. Llega el punto que se forma una gran nube. El lobo observa la repentina nube, le lanza fuego verde desde su nariz, para dispersarla, pero el calor solo produce que desde la nube comienza a llover.


    El lobo se aleja, pero la nube, que es guida por el ave, lo persigue. La lluvia, aunque es una simple llovizna, hace mucho daño al lobo de fuego. Una vez que la bestia está por completo empapada, Ax sale de su escondite, cubre su puño derecho con electricidad y golpea en la pata al lobo. El agua en el pelaje de la bestia aumenta el daño, dejando al lobo en el suelo, aturdido.

    —Intrigante —declara una voz grave, desde las alturas.

    —Te dije que saldría —añade Ax.

    —Pues a ver cómo nos va —dice, sintiéndose nervioso.


    Un hombre, que aparenta estar en sus cuarentas, se encuentra levitando frente al castillo. Es de piel blanca como la luna llena, cabello verde, ojos púrpura, labios pintados de negro. Viste un traje gris oscuro, con zapatillas gris claro, guantes blancos y una capa negra.

    —Entonces los rumores son ciertos, Lord Gra —comenta Ax, al ver la piel del hombre que levita.


    Según se cuenta en las tabernas, Gra, el legendario héroe, se auto exilió al haber sido maldecido por un demonio de rango S. La maldición lo convirtió en un nosferatu, una especie de muerto viviente que comparte características físicas con la raza de los vampiros, con la diferencia que son adictos a la sangre, aunque no la necesitan para sobrevivir, solo sienten la necesidad de tomarla.

    —El gran Gra, convertido en un simple muerto viviente, qué pena me da —se burla Bestia.

    —La sangre de los humanos es sabrosa, mucho más que la de los ogros —se relame los labios —. Disfrutaré drenándolos hasta dejarlos secos.


    El nosferatu se lanza contra el monje. El humano sin camisa se mete las manos a los bolsillos, luego las saca, llenas de algo blancuzco, y golpea a Gra justo en la cara. El de piel blanca se aleja, se cubre el rostro, lo siente extraño.

    —¿Qué me hiciste? —cuestiona, mientras el rostro se le endurece.


    Un simio de pelaje rojo, sin cola, cae sobre los hombros de Gra. Fue invocado por Bestia aprovechando que el enemigo estaba distraído.

    —No te hice nada que ese mono pelirrojo del norte no pueda hacer peor —comenta Ax, cruzándose de brazos.


    El primate comienza a morder y rasguñar al héroe caído. Los rasguños, aunque sanan en un instante, comienzan a afectar al enemigo. Las zonas alrededor de las heridas se comienzan a solidificar de manera alarmante.

    —¿Qué me ocurre? —se pregunta Gra, cayendo lentamente al suelo.

    —Los vampiros son alérgicos a la alicina que liberan los ajos crudos —muestra sus manos, que están llenas de pulpa y aceite de ajo —. Se hinchan y les puede dar un choque respiratorio.

    —Pero —añade Bestia, que quiere ser quien diga el resto —, los nosferatu no reaccionan igual. La piel pierde la elasticidad y queda como piedra. Y ese lindo monito pelirrojo del norte se alimenta casi exclusivamente de ajo, adoran mascarlo, y pelarlo, apestan siempre a ajo, y sus bocas y uñas están llenas de jugo de ajo.

    —No conocía a esta criatura —comenta Gra, cayendo de rodillas —. De saber que existía hubiera puesto hechizos para ahuyentarlo.

    —Claro que no, habitan en un país muy al norte de aquí, era de suponer que los de Noctru no los conocieran —comenta Ax, sonriendo ante la fácil victoria —. Por cierto, el efecto es permanente, la piel endurecida no regresa a la normalidad, y en unas horas será indestructible. Disfruta de tu ataúd corporal para toda la eternidad.

    —Es lo mejor —se rinde Gra —. Hasta yo sé que matar viajeros para tomarme su sangre está mal. Esta maldición me volvió en lo que combatí por tantas décadas.


    Gra cierra los ojos, baja la cabeza. Quedando de rodillas y cabizbajo, su cuerpo termina de endurecerse, incluso los párpados quedan permanentemente cerrados.

    —Me da algo de lástima —comenta Bestia —. No es como que fuera su culpa. Su condición lo volvió adicto a la sangre, y los adictos se comportan distinto a su personalidad normal.

    —Dame dos cristales de invocación vacío —pide Ax.

    —¿Para qué?

    —Solo dámelos.

    —Estás raro, ¿qué nivel quieres? —pregunta buscando en los bolsillos de su gabardina roja.

    —Un rango C y un rango A.

    —Literalmente solo tengo dos de rango A, los guardo para cuando encuentre una bestia super fuerte.

    —Ya dámelos y no llores.


    Bestia le pasa un cristal azul oscurecido y uno dorado sin brillo. Ax usa el azul en el lobo de fuego, el cual comienza a brillar, y desaparece en un parpadeo, el cristal se torna de un color color celeste intenso.


    Luego monje va hacia Gra, coloca el dorado sobre su cabeza. El cristal se ilumina, el nosferatu brilla, y desaparece. El cristal toma una apariencia como si estuviera hecho de oro, en lugar de cristal.

    —Un mejor lugar para que descanse —dice, viendo el cristal dorado —. Fue un gran héroe, salvó a millones. Es mejor que dormite en el cristal, al menos hasta que encontremos cómo romper un hechizo de rango S.

    —Y de camino —el invocador toma el cristal celeste, lo observa contra la luz de la luna, el lobo aparece dentro, como si durmiera —. Un lobo de fuego es un gran hallazgo y adición a mis bestias.


    El castillo desaparece a los pocos minutos que Gra es sellado en el cristal de invocación de rango A.


    Los humanos regresan a la villa de los ogros, donde les pagan lo prometido. Y un ogro les pide unirse a su grupo de mercenarios. No lo piensan mucho, aceptan a Ragnor en su grupo, les parece que es alguien muy fuerte y que podría ser un excelente guerrero en las luchas físicas.




    Actividad 30 Días de escritura: Eternidad
    Personaje: Vampiro
    Palabra: Petricor
    Género: Aventura
     
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  6. Threadmarks: La Zorra Pícara
     
    Dark RS

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    Crónicas del Valle Bahaltra
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    7
     
    Palabras:
    1503

    La Zorra Pícara



    El humano Ax y el draconiano Caliz entran al establecimiento de peor reputación de toda Ciudad Ráb Nóc. Tiene como nombre La Zorra Pícara, un prostíbulo bastante popular, al que muchos pasan para deleitarse, ya sea con los exóticos y provocativos bailes de las bailarinas, o pasar algunas horas de diversión con alguna de ellas. El tiempo que se pasa con ellas depende de qué tanto dinero se tenga disponible.

    Ambos mercenarios se sientan, en una mesa del fondo. Una humana, vistiendo una ropa tan reveladora que daría lo mismo que no tuviera nada puesto, les sirve una bebidas fuertes, como “cortesía de la casa”. Aunque no es más que una treta para que los clientes se embriaguen y gasten todo su dinero en alguna de las chicas.


    Ax deja a un lado su bebida; es muy fuerte el trago, y cuando hace negocios le gusta estar lúcido. El draconiano, trae puesta una capucha café claro, con bordados en dorado, y algunos amuletos sagrados, pero por dentro de la capucha, para prevenir que se las roben.

    —No es exactamente lo que tenía en mente cuando me dijiste que tenías una misión que solo confiabas en mí para que te acompañara —menciona el hombre de piel escamosa —. Ragnor o Bestia estarían más que felices en un sitio como este.

    —Por eso no los traje —comenta el monje humano —. Si traía a alguno de esos dos, de seguro no se concentrarían, y terminarían gastándose todos sus ahorros en unas horas.

    —¿Y a los recolectores o tu novia?

    —Los recolectores hombres como que son todos lo mismo que Bestia o Ragnor, y sería muy raro traer a alguna de las mujeres. Y sería aún más raro traer a mi novia a este sitio.

    —Ya veo, soy la opción más factible, inquebrantable, un santo ante los demás —presume Caliz, sonriendo ante el cumplido, que él mismo se hizo.

    —Es más porque sueles decir que el cuerpo de las otras razas no son atrayentes para los draconianos.

    —Un santo ante tus ojos —se ríe de forma orgullosa.


    Una elfina, vistiendo un overol, muy ajustado, que cumple el papel de animadora, sube al escenario a presentar a la siguiente bailarina.

    —La aman, la adoran, la desean, es la chica más caliente que tenemos, una auténtica zorra pícara que cumplirá sus más bajas fantasías y los hará gozar —narra la del overol —. Imagino que saben a quién me refiero, la única, la feroz; ¡Makko!


    Los aplausos y silbidos, por parte de los encendidos clientes del local, no se dan a esperar.


    Una elfina, en sus veintes, sube al escenario. Es de cabello rubio largo, atado en una trenza, ojos color azules como el cielo, labios y mejillas tan rosas como sus pequeños pezones. De, muy, generosos pechos y cadera. Viste a penas un tapa rabos color rojo. La chica comienza a danzar de forma provocativa, tocándose el cuerpo, y dando una mirada que invita al placer. Una mirada feroz, pero a la vez erótica, que hipnotiza a todo aquel que la ve.

    —Esa es la chica que buscamos, Makko de Villa Alforjar —comenta Ax, intentando no dejarse llevar por el exótico baile o la incitante mirada.

    —Está bien buena —susurra el draconiano.

    —¿Dijiste que está bien buena? —voltea a ver a su compañero mercenario, lo ve, literalmente, babeando ante la figura de la elfina —. Creí que el cuerpo de otras razas no era atrayente para tu raza.

    —Pero ese no es un cuerpo cualquiera, ese el el cuerpo de una diosa del placer. Creo que dejaré el hábito y me fugaré con ella.

    —En primer lugar, el monje era yo, tú eres un sanador, en segundo lugar, no harás nada con ella, venimos a hablarle.


    Luego del largo y excitante baile de la elfina. Los mercenarios son llevados a unos de los cuartos que utilizan los clientes con las chicas del local. Makko los espera, completamente desnuda, sobre una cama con elegantes sábanas de seda, que presentan manchas que no han querido salir por más que las lavan.

    —Veo que mis clientes son unos hombres muy guapos y fuertes —dice la rubia, usando una voz provocativa —. ¿Vendrán los dos a la vez, o me encargo de uno primero y el otro después? Según me dijeron, son personas especiales que me pueden tener tanto tiempo como quieran.

    —Creo que iré primero —dice Caliz quitándose la capucha.


    Ax lo detiene en seco, aplicando presión en el hombro derecho del draconiano, lo que lo hace caer sentado.

    —Te dije que no venimos por eso —reprende el humano —. Señorita, Makko, soy Ax, líder de los Lobos de Fuego.

    —He escuchado sobre ustedes, son los que derrotaron al legendario Gra y mataron al dragón gris del volcán Blanchu —recuerda la rubia.

    —Correcto, los mismos. Necesitamos que venga con nosotros, hay algo que solo una maga de fuego como su persona nos puede ayudar.

    —Lo lamento, pero pertenezco al señor Yumme, mientras que no salde la deuda de mis padres, no puedo irme de este lugar —niega la chica.

    —Verás...


    Horas antes, en la mansión del duende Yumme Yammi Tommy, dueño de la Zorra Pícara, así como de otros establecimientos en los que se llevan acabo apuestas ilegales y prostitución. Ax había ingresado, dejando fuera de combate a todos los guardias, y había podido llegar hasta los aposentos privados del señor de la casa.


    Yumme es un duende sumamente obeso, de piel verde oscuro, y viste las ropas más elegantes que el dinero puede comprar.

    —¿Qué desea un sucio humano con mi persona? —pregunta el duende, intentando parecer valiente, aunque, en sus adentros, está aterrado por el intruso.

    —Un trato.

    —Lo escucho —pide el obeso, un poco más tranquilo.

    —Sé que tiene una usuaria de magia de fuego en uno de sus locales, y quiero comprarla.

    —¿Fuego? Creo que sé a quién te refieres, una fogosa orejas largas, vaya que sabe moverse en la cama. Pero no te la venderé, esa chica trae mucho dinero a mi local, sin mencionar que la deuda de sus padres es aún muy cuantiosa —<<especialmente por los intereses tan altos que aún cobro>> — . Así que no está a la venta, shu, shu, vete.

    —No ha escuchado para qué la quiero —menciona Ax, esperando captar su atención —. ¿Ha escuchado sobre el lago de Frool?

    —El lago que se congeló de la nada, claro que lo sé.

    —Pues, hay un poblado de tritones que contrataron a mi grupo para deshacernos del pez gélido, quien es el causante de que se congelara el lago.

    —No tiene nada que ver conmigo. Ya vete.

    —¿Sabía que el pez gélido es un ángel de rango B? ¿Y sabía que los ángeles de rango alto atraen demonios para comerlos? Demonios que primero pasarán por los poblados que limitan con Frool. Poblados como Gelatto. ¿Me entiende?

    —Sé que los ángeles se alimentan de demonios de bajo nivel... También he oído que algunos ángeles emiten un aroma irresistible para los demonios.

    —Correcto, ¿se imagina lo que sucedería con los que habitan Gelatto si los demonios pasan primero por ese lugar? Destruirían todo, y matarían a todos. Me estremezco de solo pensarlo.

    —Bien, te vendo a la zorra esa, pero tienes que detener al ángel para que no atraiga demonios.

    —Le agradezco, señor Yumme. Ha salvado muchas vidas.


    De nuevo en el presente, el monje humano termina de contarle a la elfina lo ocurrido.

    —¿De verdad soy libre? —pregunta la rubia, notoriamente entusiasmada.

    —Algo así, como te compré, tienes que ayudarnos en nuestra nueva misión —le hace ver Ax.

    —Eso es lo de menos, aventurera o mercenaria, todo es mejor que zorra —comienza a sollozar.

    —Puedes elegir lo que harás después de que acabe la misión. Pago por tenerte por una misión, luego dejas de ser de mi propiedad y pasas a ser una elfina libre.

    —Gracias —se pone de rodillas y abraza al humano desde la cintura —. Gracias, gracias.

    —Bueno, vístete y nos vamos. Tenemos un largo camino que recorrer para llegar a Lago Frool.


    La rubia se pone en pie, y sale del cuarto, para buscar su ropa de calle. A solas los mercenarios, el draconiano tiene una duda que quiere eliminar.

    —¿Por qué cedió Yumme cuando mencionaste Gelatto? —cuestiona Caliz, poniéndose en pie.

    —No es muy conocido, pero Yumme tiene una hermano menor que vive en Gelatto. Está casado y tiene dos lindos niños. Yumme siempre ha sido sobreprotector con su hermano, incluso le avergüenza decirle a lo que se dedica en realidad. Sin mencionar que los niños lo llaman tío.

    —Suena a que el duende degenerado tiene un lado tierno —se burla el de piel escamosa.

    —Lo suficiente. Supongo que ve en su hermano la inocencia en el mundo que él no pudo mantener. Lo importante es que conseguimos a una aliada para la misión.

    —Y está bien buena.

    —Debí venir solo —niega el humano —. Bueno, una nueva aventura nos aguarda, mi buen amigo.




    Actividad 30 Días de Escritura: Miradas
    Personaje: Duende
    Palabra: Gozar
    Género: Aventura
     
  7. Threadmarks: Lago Frool
     
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

    Capricornio
    Miembro desde:
    20 Marzo 2012
    Mensajes:
    1,641
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Crónicas del Valle Bahaltra
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    7
     
    Palabras:
    1709

    Lago Frool



    Los miembros del equipo de ataque de los Lobos de Fuego, conformado por los humanos Ax, Bestia y Al, el ogro Ragnor, el draconiano Caliz y la elfina Makko, llegan hasta los límites del, ahora congelado, lago Frool. Uno de los más extensos y profundos de todo el Valle de Bahaltra.


    Una capa de hielo blanco, que expide una especie de neblina que le da un aire místico, cubre por completo el lago. Esto imposibilita a los tritones, que habitan en la ciudad submarina que se encuentra en el fondo, poder salir a la superficie. Aunque los tritones pueden vivir, sin problemas, durante toda su vida bajo el agua, lo que no pueden hacer es sobrevivir en condiciones bajo cero. Y al ritmo que el lago se congela, se calcula que no tardará ni un mes más en llegar el hielo hasta la ciudad submarina, y eso sellará el fin de los casi dos mil habitantes de las profundidades.


    Los mercenarios llevan gruesos abrigos de piel de mastodonte lanudo. Y aún así la temperatura es muy baja para algunos de ellos. Al, es la que más tiembla, se abraza para intentar ganar más calor.

    —Muy bien, como ensayamos —narra Ax, a la vez que se quita su propio abrigo y se lo coloca a Al.

    —Te-te morirás de fri-fri-frío —tirita la humana.

    —No importa, como monje entrené desnudo en aguas heladas durante semanas, esto es una simple brisa en comparación con eso —presume el líder, golpeándose el pecho.

    —Bueno, comencemos para acabar pronto —propone Makko.


    La elfina y la humana se colocan viendo hacia el lago, respiran en sincronía. Al, usando su magia de tierra, hace que la roca del suelo se eleve y la incrusta contra el hielo cercano a la orilla. Makko, utilizando su magia de fuego, crea una fuerte llamarada color verde, que derrite la roca, convirtiéndola en lava, lava que derrite el hielo, pero que se endurece casi al instante.


    Transcurrieron casi tres horas de uso continuo de magia sin descanso alguno. Caliz usaba hechizos de regeneración de estamina, y también se vieron obligadas a usar muchas pociones sanadoras para no desmayarse.


    Una vez terminan, tienen una especie de caverna de roca que pasa entre el hielo, hasta el fondo. La roca está completamente congelada, pero es posible pasar caminando en medio de la misma. Las chicas quedan en la superficie, descansando, tanta energía usaron que no pueden ni mantenerse en pie. Caliz se queda con ellas, no tanto para cuidarlas, ya que, como draconiano de sangre fría, necesita estar en climas cálidos para no caer en hibernación natural, un sistema de defensa natural que evita que mueran por el frío.


    El resto se desliza por el túnel, hasta llegar al final, que ya es agua. Bestia saca tres cristales amarillos, los cuales brillan y toman la forma de medusas translucidas, la cuales se acoplan en las cabezas de los tres, creando una burbuja de aire que les permite respirar bajo el agua. Se trata de medusas aéreas, una especie que respira dióxido de carbono y expulsan un gas similar al aire que se respira, aunque no se puede estar respirando dicho gas por más de una hora, ya que también contiene un leve veneno, que tarda algo de tiempo en comenzar a afectar a seres grandes.


    En la superficie, Makko y Caliz conversan, mientras que Al que mantiene alejada de ellos. No sabe cómo hablarles, o de qué hablarles, y mejor no lo intenta. La humana siente una vibración en el suelo, sabe que algo se aproxima hacia donde se encuentran.

    —Disculpen... —susurra la maga de tierra —. Disculpen....

    —¿Sucede algo, Al? —pregunta Caliz, que fue el único que la escuchó, o al menos le pareció oírla hablar, con la humana es difícil saber cuándo habla.

    —Algo... —al notar que la observan, se siente nerviosa —. Algo viene...

    —¿Por dónde? —pregunta el de piel escamosa.

    —Allá —señala hacia el bosque que se encuentra al lado opuesto del lago.


    Poco después, los árboles del frondoso bosque comienzan a agitarse, como si algo los moviera. Del bosque sale una enorme bestia negra, de cinco metros de altura, de cuerpo y patas como de rinoceronte, cabeza de tortuga, púas por todo su costado y cola de vaca.

    —No soy buena reconociendo animales, pero eso no parece una bestia común —dice la elfina, nerviosa ante el enorme tamaño del ser negro.

    —Es un demonio, puedo sentir su aura maligna, debe ser de rango C o superior —informa el draconiano, no tan seguro de lo que acaba de decir.

    —Debe haber sido atraído por el pez gélido —murmura la humana.

    —Parece que no tendremos descanso después de todo —asegura la de orejas puntiagudas, tronándose los dedos.


    Cuando la bestia está cerca, el de piel escamosa usa un hechizo para parar al demoníaco ser.

    —Luz Cegadora —recita el hombre, produciendo un fuerte brillo que deja ciego al demonio, obligándolo a detenerse.

    —Ahora es mi turno —dice la elfina, justo antes de lanzar una flecha hacia el cuello del enemigo, pero el proyectil solo rebota en su dura piel.


    El demonio recobra la vista, y al ver a los que lo atacaron, alza en ira, y los comienza a perseguir. Para luego de un par de minutos, Al logra desviarse, y la bestia continúa persiguiendo a los demás. Corre hacia la cueva, pero no ve señales de Ax o alguno de los demás. Se desespera, no sabe qué hacer para detener a tan nefasta criatura.


    Se toma la cabeza con fuerza, necesita un plan, la vida de dos personas dependen de que a ella se le ocurra un plan. Tiene una idea, pero no está muy segura de si funcionará, en especial por lo baja que tiene su estamina.


    Se atraviesa por donde está por pasar el demonio, sus compañeros le pasan a la par, y se detienen para sacarla de ahí, pero ella se niega. Apuesta su vida en un único ataque. Cuando el ser de piel negra está a pocos metros de ella, acercándose a velocidad de embestida, la humana levanta estalactitas de roca del suelo, inclinadas hacia el frente. La criatura es incapaz de frenar su ataque, se empala contra las estalactitas, comienza rugir de dolor.


    Al no puede verlo sufrir más, le tiembla el pulso, pero realiza un último ataque, una estaca de roca sale de entre la tierra y se incrusta en medio de la cabeza del demonio, dándole una muerte piadosa.


    La humana cae de rodillas, le tiembla todo el cuerpo, y es hasta este momento que se da cuenta que se orinó por el terror de ver a tal cosa dirigirse hacia su persona. Corre a ocultarse, sin saber qué otra cosa hacer luego de haber mojado su pantalón.


    Al cabo de una hora, el resto del grupo sale del túnel artificial. Casi al instante, una especie de pulpo gigante color verde, arroja el cadáver de un pez completamente blanco, el cual mide el doble del tamaño del demonio que mató la humana.

    —Vaya pesca —silba impresionado Caliz —. Tiene que ser un pez gélido adulto, es bastante grande.

    —He visto más grandes —presume Bestia, respirando con dificultad.

    —Y dio más pelea que un gigante en armadura —añade Ragnor, lanzándose al suelo para descansar.

    —¿Llamo a los recolectores? —pregunta el draconiano a su líder.

    —Sí, pero dejaremos los huesos aquí, los tritones ofrecieron un gran precio por ellos, y la verdad es muy buen trato como para dejarlo pasar —informa el monje, recuperando el aliento —. ¿Dónde está Al?

    —Ni idea —le responde Makko —. Llevo un rato buscándola para agradecerle por salvarnos.

    —¿Salvarlos? —pregunta el invocador humano.

    —De eso —la elfina señala hacia el cadáver del demonio —. Ella sola se encargó de esa cosa.

    —Vaya, un demonio híbrido terrestre, creo que es un borro o un borru, es difícil diferenciarlos, si no me equivoco es un rango C —supone Ax, aunque no es experto en diferenciar a esas dos especies.

    —Es un borru, la cola de los borros es como de lagarto —corrige Bestia.


    La mayoría viaja hacia la posada más cercana, dejando atrás a los recolectores, y además de Ax y Al. Quienes aguardan, para que la chica no pase vergüenza por su accidente. Una vez procesados, tanto el demonio como el ángel, realizan la venta con un grupo de tritones, que aprovecharon el túnel para poder salir a la superficie, aunque es cuestión de días para que el lago se descongele. Tendrán que mover el túnel, para que no caiga de golpe hacia el lecho marino, y contamine como si fuera basura.


    Además de darles gemas preciosas y algunos kilos de oro blanco, como agradecimiento, los tritones, les obsequian una caja de vidrio negro.


    Para cuando llegan a la posada, Ax y Al comparten cuarto, ya que son novios. Aunque duermen en camas separadas, ya que ella no considera que está lista para algo mayor a un beso rápido.

    —¿Qué es lo que hay en la caja? —pregunta la humana, que sale de ducharse.

    —¿Sabes por qué son famosos los tritones del lago Frool?

    —Ni idea —susurra.


    Ax va hacia la caja, la levanta, dejando atrás otra pequeña caja, de la cual saca una estatua tallada en hueso de ángel. El hueso de ángel es un material que cambia entre varias tonalidades al mismo tiempo, como un arcoiris con forma. La estatua mide veinte centímetros de altura y representa a un caballo marino embarazado sobre un alga.

    —Es hermoso —dice la humana, acercándose a la figurilla.

    —En efecto lo es —observa lo feliz que luce Al, y eso lo emboba por un momento —. Los tritones de esa ciudad submarina son escultores, trabajan los más finos materiales y realizan los más hermosos trabajos. La estatua no era parte del pago original, pero me alegra nos la dieran. Solo encuentras sus obras en colecciones privadas o museos con alta seguridad. Valen una fortuna.

    —Perdona, no te escuché. Estaba mirando esos preciosos colores cambiantes, y está tan bien hecho que pensé que se movería en cualquier momento.

    —Dije que te amo —la abraza y la besa en la frente.

    —Y yo a ti —murmura, completamente sonrojada.



    Para la actividad 30 Días de Escritura: Arte.
    Personaje: Sirena/Tritón
    Palabra: Basura
    Género: Épico
     
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