Con la distancia [Un regalo de amor para Navidad]

Con la distancia

Una joven mujer observaba desde su puerta como sus vecinos y personas entusiastas en la calle adornaban sus pórticos con luces, ornamenta roja y verde y muñecos alusivos a la época. Una fecha difícil de aceptar cuando no se tiene una pareja cerca o una familia con la que se pueda pasar uno horas y horas en el teléfono.

La gente que pasaba le deseaba una Feliz Navidad, ella sólo levantaba la cabeza agradeciendo el gesto de manera irónica mientras se llevaba de nuevo el cigarro a la boca. Rodó los ojos una vez más al pensar que esta Navidad no tendría nada de feliz.

Cerró la puerta cuando había consumido todo el tabaco del cigarrillo para ver su casa carente de adornos semejantes a los de sus vecinos. Dio un suspiro y tomó la caja que se encontraba a lado de su escritorio de trabajo, un trabajo inútil cuando la gente es feliz pues como psicóloga, podía manejar cualquier angustia y pena ajena incluso las depresiones más severas pero su caso personal era un expediente que se negaba a tocar así que la mejor manera de ahogarlo era con vicios, como el cigarro y el alcohol.

Abrió la caja por decima quinta vez en la semana, eran cartas de su novio ausente, quién desaparecía por asuntos de trabajo en las épocas más familiares e importantes del año como San Valentín, Pascua, Día de Gracias, Halloween o Navidad.

Agarró el sobre que se encontraba por encima de un grupo de cartas amarillas deterioradas por el tiempo, esta última era la carta que había llegado recientemente. Su novio con quién ya llevaba una relación de meses se negaba a declarársele y proponerse por alguna extraña razón que desconocía. Tal vez le era infiel todos esos días que se ausentaba o simplemente ella no era suficiente mujer para el, sin embargo sus cartas decían lo contrario y por esto, la chica no deseaba separarse de su lado.

“Amor mío…

Necesito decirte algo, necesito decir que este hombre que aquí tienes es un horror, un ente maligno y tóxico que se ha pasado lustros enteros acabando vidas y destruyendo destinos. Necesito decirte que este es un mundo impío y corrupto, lleno de putrefacción y almas que estarían mejor ardiendo en las sempiternas llamas de eso que ustedes conocen como infierno.

Estos ojos han visto la luz de cielos lejanos, la claridad de la bondad y la nobleza de la santidad, que aún se halla entre nosotros en más de una forma. Pese a todo lo que he sido y fui solamente existe alguien que para mí representa todo lo puro y sagrado que aún existe.

Mi corazón ya no es lo que solía ser y ahora mis obras tienen un sentido único e insustituible, algo que tu me has dado. Necesito decirte que eres la luz de mi firmamento y la vida de mis mares, el calor de mi hogar y la llama de mi alma.. ”


La joven derramó una lágrima, una que supo a soledad.

- Mi vida, ¿cómo es que con la distancia eres así? ¿cómo es que con las palabras puedes tocar mi ser y cuando estás frente a mí desistes tu amor?– susurró mientras guardaba la carta. Ella casi nunca respondía la correspondencia pues no se podía comparar a su esposo por las palabras tan hermosas que le dedicaba.

De repente, su corazón saltó cuando tocaron el timbre.

- ¡No! No puede ser… - dijo cuando vio un auto estacionado frente a su casa por la ventana. Su mano temblaba mientras tomaba la perilla para abrir la puerta.

- “Jingle Bell Jingle Bell Jingle Bell Rock 
Jingle Bell Swing 
and Jingle Bell Ring…”

La chica cerró de un portazo, era ridículo que la piel se le erizara porque unos chiquillos la esperaban para cantar villancicos. Sin duda le reclamarían los padres por la mañana o se encontraría su casa llena de huevos al día siguiente pero no soportaba la idea de la felicidad de las demás personas.

Tocaron la puerta por segunda vez. Ella abrió sin más demora.

- Disculpe señorita pero esa fue una falta de respeto a los niños, no se da cuenta que…. – una señora se quedó con la palabra en la boca.

Una vez más cerró la puerta, no quería reclamos ni nada por el estilo, pero tocaron la puerta por tercera vez, de seguro esta vez si le diría a esa gruñona que su casa era propiedad privada y llamaría a la policía si le seguía insistiendo. Abrió la puerta por tercera vez.

- ¡Más vale tarde que nunca! Feliz Navidad Amor – dijo un joven que llevaba traje, bufanda y una maleta en la mano.

- ¡Oh mi Dios! ¡Estás aquí! – dijo la chica con una sonrisa de oreja a oreja y aventándose a los brazos de su hombre quien con cariño la abrazó como no lo había hecho en un largo tiempo.

Pasaron una noche increíble, una que ella llamaría de ensueño. Como si todas las penas, desdichas, sospechas y lágrimas fuesen solamente una pesadilla. Comieron, platicaron, rieron, jugaron y disfrutaron su compañía como recién enamorados. Al irse a dormir, el le susurró en el oído.

- Disculpa la demora amor mío, pero a pesar de la distancia, quiero comentarte lo mucho que te amo. Dejé tu regalo en tu escritorio, ábrelo por la mañana – comentó el joven con una sonrisa nostálgica.

- ¡Eres increíble! Esta sin duda ha sido la mejor noche y la mejor Navidad de mi vida – dijo la mujer al abrazar a su novio y caer en los brazos del buen Morfeo.

Al día siguiente, ella despertó antes que el, se levantó con cuidado para no despertarlo y fue con cautela a su escritorio donde yacía un hermoso sobre rojo. Lo abrió y encontró una carta.

“ Mi vida…

Siempre pensé que los sueños y los anhelos de las personas eran cosas pequeñas y sin importancia, sutiles cosas que a nadie deberían perturbar, mucho menos a mí, sin embargo tiempo después y con la experiencia empecé a vislumbrar un cambio en mi persona, una puerta se abría, un nuevo aire desconocido para mí.

Entonces decidí seguir esa senda, ver a donde me conducía, dejarme llenar por las sensaciones, por lo inesperado de todo ello…. A pesar de ello, aún me resistía a esa clase de cosas, no deseaba permearme en las cosas mundanas que la gente consideraba como importantes, pero algo me atraía con poder y no supe bien como pasó pero lo cierto es que aquello que pensé como un descenso a lo burdo resulto todo lo contrario, subir al cielo y ver al sol en todo su poder.

Ahora no quiero regresar a ser lo que era y no puedo hacerlo ya que contigo viví ese éxtasis divino que no se compara a nada de lo anteriormente conocido. Es por ello que me despido de la mujer más perfecta de este mundo, aquella musa que vio en mi lo que nadie… un alma. Gracias por hacerme tan feliz el último día de mi vida… Te debo la misma, por ello TE AMO y pese a la distancia siempre estaré contigo.

Adiós”

La mujer en llanto se levantó rápidamente para correr a su habitación y encontrar a su novio sin vida con una suave sonrisa en la boca.
La chica después se enteró que todas esas cartas fueron enviadas de diferentes hospitales y por ello su novio se ausentaba, pues sufría de cáncer terminal y sólo de vez en cuando le permitían la salida para tratar de vivir una vida normal, al menos tanto como pudiera. Y el último día, pese a la advertencia de los doctores decidió pasarla con su novia y ser verdaderamente feliz por primera vez en su vida.