Long-fic Una verdad Inconveniente [Sessho&Kago]

Hola chicas, traigo la conti, espero sea de su agrado :D

CAPITULO 12
“ECLIPSE”
Mientras caminaban hacia la salida, ella observaba las sonrisas en esos rostros extraños, hasta sus oídos llegaban los ensordecedores aplausos y los numerosos elogios dirigidos hacia su persona.

–Es la novia más bella.

–Sesshomaru no pudo escoger una mujer mejor.

–Se ven tan bien juntos, ella parece tan feliz.

Todo aquello era una mentira pero no podía descubrirla y por ello debía permanecer callada e interpretar el papel que se le dio. Cuando llegaron al exterior, una nueva ola de aplausos explotó, los flashazos por un momento la deslumbraron y por ordenes del Lord se vio obligada a posar para ellas, miraba a los que a su alrededor se hallaban sin realmente observarlos. Elevó la mirada al cielo y se preguntó cómo es que todo podía seguir igual, ella acababa de firmar su sentencia de muerte y la vida seguía como si nada.

El cielo permanecería siendo azul, no importaba lo mucho que sufriera y el sol seguiría siendo cálido sin importar que su vida de ahora en adelante fuese a ser fría. Suspiró y caminó al lado de Sesshomaru cuando él tiró de ella, después de haber posado para las fotos pertinentes, que quedarían de prueba para tan importante día. Entraron a la limosina y en silencio recorrieron el camino hacia el salón donde se llevaría a cabo la recepción.

En ningún momento miró a Sesshomaru, no estaba lista para hacerlo pues aún era incapaz de aceptar que ya eran esposos, eso era como una cruel pesadilla de la que lamentablemente ya no despertaría. Un suspiró escapó de sus labios y por primera vez, desde que se mostró al público, dejó que su sonrisa decayera y que su semblante mostrara lo que de verdad sentía. Mientras se revolcaba en las aguas del dolor una duda la asaltó y de golpe se giró a mirar a su esposo.

–¿Por qué Koga?

Sesshomaru clavó sus orbes doradas en ella pero no dijo nada, la azabache no podía saber qué era lo que se proponía pero bastante claro estaba que nada bueno era. ¿Por qué se empeñaba en hacer tan desdichada su vida?

–Él debía entender que ahora eres mía.

–No soy una más de tus propiedades, compréndelo.

Dirigió de nueva cuenta la vista a la ventana y miró indiferente lo que afuera pasaba, los autos transcurrían con excesiva lentitud, tal vez admirando la grandiosa limosina en la que iban. Suspiró, ella daría lo que fuera porque ese automóvil la llevara lejos de la fiesta a la que se dirigían, lejos de su destino, uno en el que Sesshomaru era inevitablemente parte ahora.

El camino fue mucho más corto de lo que imaginaba, la limusina se detuvo y el conductor les informó que habían llegado, la azabache bajo siendo seguida por el albino, él le ofreció el brazo y este gesto ya no le sorprendió pues él hizo lo mismo aquel fatídico día en el que Inu no Tashio los comprometió. Respiró hondo un par de veces antes de armarse de valor y enfrentar los miles de ojos curiosos que se posaron en ella, todos, desde los invitados, los meseros y los reporteros estaban pendientes de cada gesto y de cada movimiento que realizaba.

Bufó fastidiada, la gente comenzaba a enervarla, no se sentía cómoda con esa fachada, la realidad era no se sentía cómoda en ese momento con nada. Nuevamente los aplausos estallaron y los invitados se pusieron de pie mientras ellos entraban al lugar, ellos caminaron hacia la mesa principal. Cerca de esta, estaba la mesa donde sus amigos se encontraban, Sango la miraba con tristeza, seguramente sabiendo lo que el corazón de la azabache albergaba mientras que Miroku y Ayame le sonreían, reconfortándola. Su vista recorrió a los demás invitados que compartían la mesa con sus amigos y con dolor descubrió que Koga también se hallaba ahí.

Ese, definitivamente, no era el mejor día de su vida.

Y como si las cosas no pudieran ser peores, a su mesa se acercó Kagura, esa youkai que controlaba los vientos y que había besado a Sesshomaru. Kagome no pudo evitar el escalofrío que le causó mirarla a los ojos y considerarla de cierta forma, su rival; claro que era estúpido pensar eso, ya que la chica ya era esposa del Daiyoukai y él le había asegurado que nunca la engañaría. Eso la hizo sentir aún más mal, estaban atados de por vida…

–Mis más sinceras felicitaciones a la feliz pareja –Exclamó con cierto desdén la mujer.

Sesshomaru no dijo nada pero le dedicó una fría mirada, ella sólo sonrió de forma cínica y luego se alejó; la azabache intentó no darle importancia pero por alguna razón que esa mujer estuviera ahí le ocasionaba un mal presentimiento, era algo extraño. Movió la cabeza y atribuyó su paranoia a la molestia por ser el centro de las miradas, unas maravilladas, otras especulativas y algunas más de codicia; la envidiaban por tener tan preciosa joya, la Shikon no Tama pendiendo de su cuello y por ser la flamante esposa de tan poderoso ser. Únicamente había una persona que la miraba con dolor y eso la lastimaba, le habría gustado que las cosas fueran diferentes pero ya no había nada que hacer, la decisión que tomó era irrevocable.

Frunció el ceño y en compañía de su esposo, que horrible sensación le producía la palabra, fue a hacer la ronda por las mesas, era un protocolo que no le agradaba pero que estaba obligada a llevar acabo. La mayoría de las personas ahí reunidas, le ofrecían sonrisas agradables y alababan la excelente recepción; todo fue muy tranquilo hasta que paso a la mesa donde estaban sus amigos y su ex enamorado. De inmediato se hizo el silencio y este fue tan denso que podía ser cortado con un cuchillo para mantequilla, nadie se atrevía a mirarlos y Kagome fue incapaz de decir nada; todas las palabras que se le venían a la mente le parecían incorrectas y huecas.

Las piernas comenzaron a temblarle y las manos a sudarle; esa era una situación para la que no estaba preparada. Respiró hondo una sola vez y abrió la boca como si fuera a decir algo, pero las palabras se le quedaron atascadas en la garganta en el momento en el que sus ojos marrones se cruzaron con los orbes azules de Koga. Había tanto dolor en estos que sintió crecer en ella el eco de este, se sentía desdichada con su pena pero sabía que aunque en ese momento aquello doliera, para ellos era lo mejor.

Kagome lo quería pero nunca lo hizo con la misma intensidad con la que él la amaba, fue cobarde y por ello lo dejó, aceptó la voluntad de Inu no Tashio porque en su pecho no ardía un sentimiento tan fuerte que fuera capaz de pelear contra todo y contra todos, Koga se merecía algo mejor y por ello la azabache decidió contraer nupcias con Sesshomaru. Pero eso era algo que el lobo no comprendía y Kagome dudaba que alguna vez fuera a entenderlo; el Lord la tomó de la mano haciendo que ella desviara la mirada hacia él. Su rostro perfecto como siempre no decía nada pero la azabache de alguna forma sabía que no le gustaba para nada la forma en la que Koga y ella se miraba.

–Buena organización Ayame –Murmuró con indiferencia Sesshomaru, rompiendo el silencio.

–Gracias mi Lord.

–¿Se les ofrece algo? –Inquirió ella tratando de que a sus labios los surcara una sonrisa.

–Un poco más de pastel sería fabuloso.

–En un momento se los traerán, sigan disfrutando la fiesta.

Dicho esto Sesshomaru la arrastró lejos de la mesa y terminaron con la ronda; por un momento pensó que su suplicio ya había terminado pero en ese momento las luces se apagaron y los reflectores iluminaron el centro de la pista de baile. Era la hora, la pareja realizaría su primer baile. Kagome respiró hondo y aferró la mano del Lord, esta era cálida pero la actitud de este seguía siendo fría, la azabache no podo evitar preguntarse si alguna vez podría ser feliz, si no existía alguna regla que la mantenía exenta de alcanzar la felicidad.

Caminaron con paso majestuoso hasta el centro del salón y una lluvia de aplausos explotó; todos se pusieron en pie y levantaron las copas. Brindaban por la feliz pareja. Kagome suspiró son melancolía mientras esperaba a que la canción hasta sus oídos llegara, cuando lo hizo no pudo evitar que la sorpresa se plasmara en su rostro. La azabache no podía creer que precisamente Ayame haya escogido esa canción, esa melodía que de alguna forma explicaba esa extraña relación.

Mírame​

De vez en cuando siento que me estas olvidando y que no regresaras.​

En ese momento no pudo evitar dirigir una última mirada a Koga y con ese gesto comprobar que ellos nunca tuvieron un futuro juntos. Dolía pero no porque de verdad la lastimara que su relación finalizara sino la forma en la que terminó; no hubo mucho tiempo para el adiós, no hubo tiempo para lágrimas simplemente tuvieron una cruda despedida. Y el lobo no tuvo tiempo para asimilar la idea de que Kagome ya nunca más sería suya, que jamás lo fue. La azabache lo quería y mucho, nadie podía poner en duda eso pero de alguna forma retorcida y abstracta ellos estaban mejor así.

–Mírame, estas bailando conmigo y no con él –Susurró Sesshomaru, tirando con un poco más de fuerza de ella.

Kagome clavó su achocolatada mirada en el Daiyoukai y frunció el ceño, ¿Es acaso que ya no tenía derecho mirar a quien se le diera la gana? Ella era libre hasta donde sabía, por petición de Inu no Tashio, se casó con él, para cumplir una profecía y para reforzar la tregua entre humanos y youkais; no para ser la esclava personal de tan arrogante ser.

–No eres nadie para ordenarme.

–Soy tu esposo.

–Eres mi esposo no mi dueño, ¡entiéndelo!

El albino permaneció inexpresivo mientras la hacía girar majestuosamente y ofrecía un espectáculo para aquellas personas que esperaban que la pareja brillara. A Kagome eso la molestó, ella no era un bicho raro en exhibición.

Mírame​

De vez en cuando pienso que ya estoy muy cansada de estar sola y de escucharme llorar.​

Cerró los ojos y recordó aquellos difíciles momentos en los que se sintió desolada; en sus hombros había una pesada carga y había veces en la que ya no sabía qué hacer. Tenía ganas de correr lejos y poder olvidarse de todo pero la azabache sabía perfectamente bien que eso era imposible; la chica era la guardiana de la Shikon no Tama y no estaba autorizada a hacer menos de lo que de ella se esperaba.

Kagome no tenía derecho de ser humana, Sesshomaru Tashio se lo recordó aquel día que perdiendo el sentido común, se bebió una botella de vino y lloró. En ese preciso momento también deseaba llorar, que Sesshomaru estuviera con ella no significaba que estuviera acompañada, él la odiaba por ser humana, un ser inferior, una basura… Pero si siempre había sabido aquello, ¿Por qué dolía de aquella manera en aquel momento? Estaba confundida y eso no la hacía sentir mejor.

Mírame​

De vez en cuando quiero escapar y tu mirada me envuelve y me vuelvo a perder.​

En un impulsó muy estúpido dirigió su mirada hacia el Lord y por primera vez notó que de alguna forma, cuando la miraba de esa manera, cuando era menos frío, cuando esos orbes parecían menos mortíferos, algo en su interior se rompía; en momentos como esos a veces pensaba que su odio estaba injustificado. Cuando el ambarino no hablaba, Kagome podía fingir que él era diferente, seguía siendo como un dios griego, bello y perfecto pero también era una estatua de mármol; era incapaz de sentir nada.

–¿Alguna vez has sido feliz?

–Eso es algo que simplemente no te incumbe.

Erróneamente esa respuesta lo hizo sonreír, por lo menos le quedaba el consuelo de que ninguno de los dos sería feliz en aquella disfuncional relación.

Mírame​

De vez en cuando muero de rabia y de celos pero nunca te lo dejó saber.​

Los novios ya habían tenido su momento estelar, las demás parejas comenzaban a llenar la pista de baile y los reflectores dejaron de enfocarlos. Su canción, si es que así le podía llamar a la pieza que bailaron, estaba ya por terminar y después de aquello se esperaba que la pareja se marchase. Saber eso la alegraba, ya no tendría que seguir con esa falacia, ya no fingiría que realmente era feliz.

–¿Puedo bailar con la novia?

Esa voz dejó petrificada a la chica y de esa manera obligó a Sesshomaru a detener el acompasado ritmo de sus pies. Kagome no necesitaba girar para saber quién era el youkai que perdía aquello, conocía por demás esa voz que por más de cuatro años hizo saltar de alegría su corazón. No pudiendo retrasar lo inevitable, lentamente dirigió la vista al lobo y lo miró con tristeza.

–No –Exclamó el Daiyoukai.

Pero aquella negación no detuvo a Koga, él ya tenía sujeta a la miko y le dedicaba una mirada envenenada a Sesshomaru. Ambos se observaban como si quisieran matarse, el Daiyoukai volvía a ser frío pero esta vez una peligrosa aura lo cubría y por primera vez, desde aquel terrible día que lo conoció, sintió temor. El albino era perfectamente capaz de asesinar en ese momento al youkai, sin importarle todos los ojos curiosos que había alrededor; el amarino dio un paso al frente y Kagome temió lo peor.

–¿Sesshomaru bailarías conmigo?

Tres pares de ojos se volvieron a la youkai que se acercó, Kagura permanecía sonriente frente a los tres, esperando la respuesta del albino. Kagome frunció molesta el ceño, que mal momento para interrumpir, ¿Acaso esa youkai no se percataba de la gravedad del asunto?

–Nadie te ha dado autorización para que uses mi nombre.

–Sesshomaru…

–Largo.

De alguna forma la música había cesado y todos los presentes se dedicaban a observarlos; un silencio sepulcral se hizo en el salón.

–Koga por favor, vete.

–No Kagome, yo sé que no lo amas.

–Koga…

–Kagome, regresa conmigo –Esa petición hizo que el corazón de la chica se resquebrajara.

¿Cómo podía querer someterse a la humillación pública que eso representaba para él?, ¿Por qué se empeñaba en dañarse de esa forma? La azabache tomó una decisión y respiró profundamente; no podía permitir que ese magnífico ser siguiera albergando esperanzas falsas.

–Koga lo siento, pero yo amo a Sesshomaru Tashio.

–¡Mientes!

–Tienes razón, te he mentido a ti al decirte que sólo me casaba con él por petición de Inu no Tashio –Kagome clavó sus orbes chocolates en él y despacio pronunció cada palabra –Yo lo amo y deseaba casarme con él. No lo he hecho por nadie más que por mí.

Esas palabras lastimaron de sobre manera a Koga, él no dijo nada más y se marchó; Kagome se quedó un par de segundos mirando el lugar donde había estado y luego giró pero no miró a Sesshomaru. La música volvió a tocar y ella dejó caer su cabeza en su pecho; se sentía mal por mentir pero era lo mejor para Koga y para ella.

Erase una vez una historia feliz​

Ahora es sólo un cuento de horror​

Ya nada puedo hacer​

Eclipse total del amor…​

Sabía que con aquella confesión había sellado su sentencia de muerte pero no se arrepentía. La melodía terminó y sin decir nada salieron de la pista; fueron despedidos por una lluvia de aplausos y salieron al exterior. La azabache sabía que esa noche representaba el inició de lo que sería su nueva vida; una autentica pesadilla.

Suspiró y subió a la limosina.

¿Que les pareció?

 

Chicas, disculpen la demora pero el tiempo no me es suficiente (lo se, ese siempre es mi problema xD)
En fin espero sea de su agrado y haya valido la espera :D

CAPITULO 13
“SOUTA”
Habían pasado dos semanas desde la boda y aún seguían hablando de ellos; gracias a Sesshoamaru ni en las revistas, ni en los periódicos y mucho menos en la TV se dijo algo sobre el pequeño altercado que él y Koga tuvieron. De alguna forma, el albino respetaba al lobo porque de otra manera lo habría matado, desde aquel día no había sabido nada de él, Koga no la buscó y tampoco intento acercarse a ella; tal parecía que por fin había entendido lo que Kagome quería.

Se quedó sentada en la silla y miró por la ventana; era difícil aceptarlo pero la verdad era que lo extrañaba, echaba mucho de menos esa efímera felicidad que sus ojos le traían. Había veces en las que todo iba mal y con sólo mirar esos orbes azules; de alguna forma sabía que todo iba a estar bien pero ahora únicamente podía recurrir al Daiyoukai y en sus ojos no encontraba nada más que frialdad. En compañía de Sesshomaru, de alguna forma se sentía segura pero también muy sola.

Suspiró y abrió su ordenador, abrió su correo electrónico y revisó los nuevos mensajes. Realmente no esperaba ninguno pero era mejor hacer eso que quedarse quieta frente a la ventana, estaba cansada del nuevo matiz que las cosas adquirieron pues ahora estaba bajo arresto domiciliario. No podía salir de la mansión sin que el fastidioso de Jaken la acompañara o el chofer la llevara; Kagome estaba acostumbrada a ser independiente y que se viera obligada a seguir esas reglas la hacía sentirse como una prisionera. Frunció el ceño, sabía bien que tal vez estaba en peligro pero ella se consideraba lo suficientemente fuerte para defenderse como para tener que soportar un montón de ojos sobre su persona.

Un nudo se le hizo en el estomago al recordar la forma en la que conoció a Sesshomaru y él porque de que su lealtad le perteneciera. El albino la había salvado, una youikai la atacó y al estar tan lejos de sus flechas… Movió la cabeza, ¿qué caso tenía pensar en ello?, intentó deshacerse de esos recuerdos pero sus esfuerzos fueron inútiles ya que más detalles comenzaron a llegar a su mente. Unas cuchillas, la luz deslumbrándola, el movimiento vertiginoso y el viento.

Salió de sus ensoñaciones al escuchar la alerta de que un nuevo mensaje acababa de llegar, le dio un clic al enlace y esperó; ese correo electrónico no lo conocía. Al abrirse lo primero que ocupó la pantalla fue la fotografía de un niño, su cabello era marrón y sus ojos achocolatados; era Souta. Los ojos se le llenaron de lágrimas, había pasado tanto pero ella no lo olvido, dedicó gran parte de su tiempo y del escaso dinero que poseía a tratar de hallarlo pero nadie sabía dónde estaba, hasta ahora.

Revisó el texto que acompañaba la imagen, era una dirección y debajo de esta se hallaba la leyenda; “Acude bajo tu propio riesgo”. ¿Qué quería decir aquello?, ¿Era una trampa? Se levantó de golpe de la silla y comenzó a dar vueltas por la magnífica habitación, parecía un león enjaulado. No le prestó atención a su reflejo en el espejo, ni tampoco atendió el sonido del móvil que con constantemente emitía la alerta de llamadas perdidas y mucho menos la vista del precioso jardín que momentos antes había observado.

Ahora sólo miraba las llaves del auto, un regalo de Sesshomaru, o más bien, la compensación por deshacerse de su viejo vehículo. El muy idiota había ordenado que lo llevaran al tiradero, no le importó que aquel fuera la única cosa tangible que le quedaba de su madre, a no, él claramente dijo que preferiría morir antes de que ella siguiese presentándose en público con aquel adefesio. Había caminado por un par de días pero como Jaken estaba obligado a acompañarle, no paraba de quejarse y era preferible que se tragara su orgullo antes de seguir soportando sus berridos.

Pero en aquel momento, de alguna forma agradecía tener ese auto pues así podía ir a aquel lugar. Su parte racional le decía que era una trampa pero se trataba de su hermano y la azabache no iba a jugar con su vida; ya lo había perdido una vez y no lo haría una segunda. Pero aún tenía un problema, no podía llevar la Shikon no Tama y tampoco podía dejarla. Era la guardiana y su deber era cuidarla pero era la hermana mayor de Souta y también estaba obligada a protegerlo, ¿Qué debía hacer? Si de verdad era una trampa, no podía ser tan idiota para llevarles la perla pero si la dejaba también estaría poniéndola al alcance de cualquier youkai. Cerró los ojos e intentó pensar, un campo de energía resistiría lo suficiente, ninguno de los demonios al servicio de Sesshomaru sería capaz de atravesar el campo.

Pero nadie podía darse cuenta de que Kagome ya no portaba la perla, fue hasta la repisa y abrió un cajón; dentro de este había muchos adornos que simulaban tener la perla, eran del templo donde había vivido de niña y que fue arrasado por el incendio donde perdió a toda su familia. Le quitó los adornos y cerró los ojos para darle el brillo que la verdadera Shikon no Tama tenía; sino le prestaban demasiada atención y no le arrancaban del cuello la falsa perla, nadie se daría cuenta de su treta.

Guardó la verdadera joya en esa misma caja y la escondió debajo de su cama; tomó las llaves del auto, mientras salía se concentró en el campo de energía que debía poner y cerró la puerta detrás de ella. Miró tras de sí y estuvo satisfecha de ese trabajo, por un par de horas nadie notaría lo que acababa de hacer, debía volver pronto pues de lo contrario…

No quiso pensar en ello y se concentró en bajar las escaleras; fue a la parte trasera de la mansión y tomó el arco y sus flechas. Fingiría que practicaría sólo por un momento y luego desaparecería detrás de los setos que llevaban hasta el garaje. Nadie le prestó atención, en esos días se acostumbraron a sus prácticas, por lo que ya no era raro que se quedara ahí. Respiró profundamente y cuando creyó que nadie la vigilaba, se escabulló a la cochera. Quitó los seguros, colocó en el asiento trasero su arco y flechas; y encendió el auto. Estaba a punto de festejar su triunfo cuando la puerta de su magnífico Camaro negro se abrió y en su campo de visión entró ese pequeño demonio verde que estaba haciendo su vida de cuadritos; bufó frustrada y el youkai sonrió.

–¿Intentando salir sin mi?, eso no le gustara mucho a mi amo bonito.

–Si no le gusta, no es mi problema.

–Niña insolente, sabes que si no voy contigo, no podrás salir de los terrenos del Lord.

Kagome lo fulminó con la mirada pues sabía que él tenía razón, los yuokai encardados de la seguridad jamás dejaban que abandonara la mansión si no iba el pequeño lame botas de Sesshomaru. Dándose por vencida permitió que Jaken subiera, ya se le ocurriría algo para deshacerse de él, mientras conducía, se cuestionó el por qué no informaba a Sesshomaru del anónimo que recibió, después de todo era su esposo…

La azabache hizo una mueca, seguía sin gustarle la palabra. Suspiró, no podía decirle nada, sabía que el ambarino dejaría morir a su hermano y ella no podía permitirlo, no quería sufrir otra vez. ¿Pero que le daba la seguridad de que su hermano realmente estaba vivo?, ¿Una simple fotografía? No, no, en el fondo de su ser, ella sabía que yendo a ese lugar lo encontraría, de lo que no estaba segura es que pudiera salir viva de ahí.

Apretó con fuerza el volante, esos pensamientos no la ayudaban, no podía permitirse que el miedo arruinara la única oportunidad que tenía de recuperar a su hermano. Cerró los ojos cuando se detuvo frente a la luz roja del semáforo, debía pensar en cómo deshacerse de Jaken pues aquel pequeño youkai no dejaría que fuera en busca de Souta.

–Avanza.

Abrió los ojos y se sonrojó al escuchar que ya le silbaban para que avanzara. Puso en marcha el auto y se detuvo frente una cafetería, sonrió y miró a su lado; ya tenía el pretexto perfecto para deshacerse del lame botas de Jaken.

–Tráeme un café.

–¿Perdón?

–Ya me has oído, tráeme un café.

–¿Por qué?

–Porque a tu amo bonito no le gustara que exponga mi vida ¿verdad?, estoy a punto de quedarme dormida.

–Regresa a la mansión.

–Aunque la idea me encanta –Murmuró con sátira –Tengo una vida fuera de esta, así que ve si no quieres que tengamos un accidente.

–¿Por qué yo? –Inquirió indignado.

–No te traigo para que pasees, haz algo para variar.

El youkai la fulminó con la mirada antes de salir del auto y entrar al establecimiento; cuando lo vio pidiendo el café encendió el auto y piso a fondo el acelerador, en cuestión de segundos ya estaba remontando la autopista y corría a toda velocidad. Sonrió y tomó la desviación, el lugar al que se dirigía estaba fuera de la ciudad.

En menos de lo esperado llegó al lugar indicado, era una mansión muy parecida a la de los Tashio pero esta no estaba rodeada por una barda ni contaba con un costosísimo sistema de seguridad, solamente había una gran extensión de jardín, parecía sacada de un cuento de hadas. Se detuvo un momento, si este era el lugar, ¿Por qué diablos le advirtieron que acudiera bajo su propio riesgo? En ese lugar lo único peligroso era una posible caída y que se hiciera un par de raspones en las rodillas; no había nada…

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por una fuerte sacudida que sufrió el auto, Kagome rebotó de un lado a otro hasta que este volvió a quedarse quieto. Trató de escrutar la aparente calma en busca de ese algo o de ese alguien que acababa de atacarla pero lo único que entró en su campo de visión fue el viento moviendo suavemente las hojas de los arboles. Algo no andaba bien, ¿Por qué no era capaz de ver a aquel que la atacó? Había pasado lo mismo el día en el que conoció a Sesshomaru.

Tomó su arco y flechas y salió del auto; cerró la puerta y camino en línea recta hacia la gran mansión. Mientras más la veía más extraña le parecía, algo estaba mal pero no sabía exactamente que era, tal vez una ilusión… movió la cabeza y pensó otra vez que todo aquello era una trampa. Lo era, estuvo tentada a dar media vuelta pero simplemente no podía abandonar a su hermano, si bien ella estaba consciente que tal vez él no estaba ahí, no podía obligarse a darle la espalda a esa pequeña esperanza que se instaló en su pecho al ver esa fotografía. Si existía una pequeña posibilidad de que él estuviera vivo, Kagome se aferraría a esta con uñas y dientes.

Respiró hondo una última vez y avanzó; cruzó un campo de protección y se dio cuenta de que lo que estaba frente a ella no era un paisaje hermoso, no había ninguna casa, tampoco un jardín y el sol no brillaba ahí; en cambio se encontró frente a una visión desoladora, parecía hallarse en un bosque frío y muy oscuro. Las únicas aves que sobrevolaban ese oscuro cielo eran los cuervos que posaban en ella sus ojos carmesí y miraban con codiciosa malicia su falsa perla. Cerró los ojos y aferró con más fuerza el arco, debía encontrar a su hermano y salvarlo de ese infierno.

Corrió por el sendero lleno de maleza y ramas secas que se extendía frente a ella, las puntas de estas desgarraron su ropa y le ocasionaron pequeños cortes en las manos y en sus mejillas. Algunas gotas de sangre le escurrían y las laceraciones le enviaban algunas punzadas de dolor; avanzó hasta encontrar un gran árbol y notó que este envolvía sus ramas fuertemente alrededor de un cuerpo, lo único que sobresalía de este, eran las manos de aquel desdichado.

Su corazón latió desbocado y sintió que su respiración se detenía. Un mal presentimiento la invadió, su parte racional le gritaba que diera media vuelta y se alejara pero ella no podía, sus pies estaban pegados al suelo, Kagome sabía que el árbol devoraba el cuerpo de Souta. Salió abruptamente de su entumecimiento e intentó dar un paso hacia adelante, pero no lo consiguió, al mirar hacia el suelo se dio cuenta que las mismas ramas que envolvían el cuerpo de su hermano, estaban subiendo con rapidez por sus piernas, ahora iban por ella.

Kagome golpeó las ramas con el arco, algunas salían volando gracias a la luz purificadora que cubría su arma pero las otras, las que con más fuerza se habían aferrado a sus piernas, seguían su camino hacia arriba. El miedo se instaló en su pecho y se extendió por su cuerpo con la misma rapidez que la del extraño árbol, no recordaba el nombre de esta extraña planta pero si sabía que devoraba tu corazón, lo llenaba de temor, te mostraba tus peores miedos y mientras te sumía en la inconsciencia, poco a poco te mataba.

La azabache sabía que si no se deshacía de esa peligrosa hiedra, podía darse por perdida; intentó luchar contra ella pero no era capaz de sacársela de encima. Cayó al suelo y la hiedra la cubrió por completo; subió los brazos para intentar protegerse y un grito desgarrador fue proferido por sus labios, que hizo eco por todo el tenebroso bosque. Kagome esperaba sentir algo, lo que fuese pero nada paso, con lentitud quitó sus brazos y abrió los ojos. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que el árbol había desaparecido; la azabache se encontró sola y sin entender nada de lo que había pasado, ¿A dónde diablos se había ido ese árbol y la hiedra que subía por sus piernas?, ¿Era que ese bosque producía alucinaciones? Movió la cabeza e intentó entender lo que sucedía.

Recogió su arco y sus flechas; anduvo por un rato, buscando a su hermano cuando en su campo de visión entró un claro. Desde donde se encontraba no era capaz de distinguir a quien pertenecían las dos siluetas que estaba ahí pero era bastante claro que en ese lugar se llevaba a cabo una lucha, se acercó corriendo, mientras su corazón latía con fuerza en el pecho y un creciente miedo recorría con una velocidad vertiginosa todo su cuerpo.

Al llegar no pudo darle crédito a lo que sus ojos veían. Sesshomaru y Koga peleaban a muerte frente a ella, el Daiyoukai lanzaba contra el lobo sus látigos venenosos, los cuales él esquivaba con facilidad, Koga era demasiado rápido, podía decirse que más que el ambarino. Los ataques eran hechos con furia y causaban pequeñas explosiones en los lugares del impactó; la azabache intentó detenerlos pero ellos parecían no haberse percatado de su presencia.

–¡Sesshomaru!

El aludido giró hacia ella y Koga aprovechó aquella distracción para herirle en el pecho, clavando su espada en el lugar donde debería estar su corazón. El albino la miró un par de segundos antes de caer sin vida al suelo. La azabache se quedó quieta un par de segundos y frotó con fuerza sus ojos, convencida de que eso era un mal sueño, tenía que serlo, Sesshomaru no podía morir de una forma tan simple y estúpida. Él era el ser más poderoso en todo el mundo, nadie, absolutamente nadie era capaz de retarlo…

Pero en esos momentos yacía tendido en el frío suelo, no se movía y Koga caminaba hacia él, con una lentitud peligrosa, balanceando su espada hacia el ambarino. En ese momento Kagome corrió hacia él y se interpuso entre el lobo y el cuerpo sin vida del Daiyoukai; no iba a permitir que lo dañara más. Los ojos le escocieron por el vehemente deseó de llorar, no podía entender porque le dolía de aquella manera, de una forma tan inverosímil, que Sesshomaru estuviera muerto.

–¡Kagome!

El lobo se lanzó hacia ella y la abrazó, la azabache permaneció un momento quieta, estaba en shock, no lograba entender que es lo que había pasado; cuando recuperó un poco de control sobre sí misma, lanzó lejos al lobo.

–¿Por qué lo has hecho?

–Él iba a matarte.

No, Kagome se resistía a creer eso, no podía y no quería aceptarlo. El Daiyoukai había tenido más de una ocasión para deshacerse de ella y no lo hizo, ¿Por qué ahora querría asesinarla?

–¡Mientes!

Koga la miró un par de segundos antes de dar un paso en su dirección, tardó más de un segundo en comprender que no iba realmente hacia ella, iba hacia Sesshomaru. ¿Qué se proponía?, el ambarino estaba muerto, él lo había matado. Nuevamente se interpuso entre los dos y miró herida al youkai, no entendía realmente porque hacia eso.

–Apártate –Le ordenó fríamente.

–¡NO!

–Kagome…

–No voy a permitir que lo dañes más.

–Debó terminar con él antes de que despierte, ¡quítate!

Ella no pudo decir nada pues Koga la tomó de la cintura y la arrojó lejos del lugar; Kagome no entendía nada, sentía que las cosas sucedían de una forma vertiginosa, ¿Koga intentando asesinar a Sesshomaru? Parecía una pesadilla, no era real, no podía serlo. Pero lo era y prueba de eso es que el lobo blandía la espada dispuesto a cortarle la cabeza al albino, sin pensarlo tomó el arco y tensó la cuerda.

–¡Koga, baja la espada!

–Con gusto.

Elevó la hoja sobre su cabeza y la dejó caer con fuerza; Kagome tuvo que elegir y optó por salvar al Lord. Dejó ir la flecha y esta impactó con fuerza en pecho de Koga; este cayó lejos del cuerpo de Sesshomaru y no volvió a levantarse, al ver aquello se sintió desdichada y dejó que las lágrimas cayeran y se deslizaran por sus mejillas. Corrió hacia el cuerpo inerte y se arrodilló junto a él.

–¡Idiota! –Golpeó con fuerza su pecho de Sesshomaru una y otra vez –¿Cómo pudiste ser tan idiota y dejarme?, Eres el más poderoso ¿no?, ¡demuéstralo y levántate!

Pero por más que ella llorara, le reclamara y lo golpeara, Sesshomaru no se movió. Estaba muerto. La azabache lloró con más intensidad y sintiendo más dolor que el día que murió su segundo padre, Inu no Tashio. Kagome no se había dado cuenta de aquello, no sabía cómo diablos había ocurrido pero ahora sabía que lo quería. Cerró los ojos y se dejó caer en el pecho del Lord, intentó entender lo que había ocurrido, ¿Cómo sabían que estaba ahí? Eso no era posible, Jaken no tenía ni idea de a donde se dirigía y…

De pronto recordó cual era el nombre de la planta que la atacó, La hiedra de la des fortuna, te mostraba tus peores miedos, te consumía y te sumía en un sueño profundo hasta que murieras. Estaba atrapada, aquello sólo era una ilusión, no era real. Se puso en pie y con todas la fuerzas de su ser intentó despertar, como aquello no daba resultado, tomó el arcó y la saeta; tensó la cuerda y la lanzó a sus pies. Una luz blanca salió del suelo y la deslumbró, cayó al suelo y cerró los ojos.

Al abrirlos, con dificultad logró distinguir lo que a su alrededor se hallaba, estaba envuelta entre las ramas y su cuerpo, casi en su totalidad, era estrujado con fuerza por la hiedra. Su arco estaba a escasos centímetros de su mano y le llevó varios intentos poder alcanzarlo. Cuando lo hizo destruyó la maldita planta y quitándose el resto de esta, corrió hacia el árbol donde estaba su hermano, lanzó de nueva cuenta otra saeta y esta se impactó de lleno con la raíz del árbol. Las ramas cedieron con facilidad y mostraron el cuerpo maltrecho de Souta. El corazón de la azabache latió con fuerza y un nudo se le hizo en la garganta, las ganas de llorar volvieron pero esta vez logró mantener a raya las lágrimas, primero debía salir de ahí. Abrazó con fuerza el cuerpo de su hermano e intentó despertarlo, le costó más de cinco intentos lograr que recuperara parcialmente la conciencia.

–¿Cómo te encuentras?

–Creó que bien. –Exclamó el infante, claramente desorientado. –¿Quién eres tú?

–Soy Kagome…

–¿Mi… mi hermana?

–Si –Ella lo besó en la frente y volvió a abrazarlo, pero esta vez el niño correspondió al gesto –¿Puedes caminar?

–Eso creó.

Con el apoyo de Kagome el infante se arrastró por el camino que ella antes ya había recorrido, necesitaban llegar al auto antes de que ese bosque espantoso les mostrara otra trampa. Antes de llegar al lugar que delimitaba el campo de energía, un demonio de piel morada y tan grande como un gigante se plantó frente a ella, impidiéndole el paso. La azabache dejó a su hermano cerca de un árbol no muy lejano y se colocó entre él y el demonio. Apuntó una flecha hacia su corazón y lo miró directamente a los ojos carmesí.

–Quítate de mi camino.

–Humana estúpida, ¿no sabes quién soy yo?

–¿El youkai más poderoso? Ya he escuchado muchas veces eso, ¿Qué no puedes ser más original?

–Dame la perla, mocosa insolente.

–Intenta quitármela.

El demonio empezó a reír y se abalanzó hacia ella. Kagome lo esquivó y lanzó hacia su brazo una de sus flechas sagradas; bajo una explosión de luz su brazo desapareció. El youkai la fulminó con la mirada y lanzó un zarpazo hacia ella, nuevamente intentó esquivarlo pero esta vez falló. Cayó de lleno en la gran mano del demonio y este la comenzó a reírse.

–No intentes ningún truco, miko estúpida, puedo leer la mente así que sabré si intentas algo.

–¿Y qué harás, me mataras? –Inquirió con sarcasmo.

–No, lo mataré a él.

Kagome guardó silencio, no podía permitir aquello, cerró los ojos e intentó pensar, evitando en todo momento que su mente viajara a la mansión y pensara en la perla que yacía debajo de su cama. Respiró hondo, la única posibilidad de escapar era entregar la Shikon no Tama pero no estaba segura de si al hacerlo saldría con vida, abrió los ojos y miró su arco, el cual estaba a dos metros de Souta.

–Dame la perla y tú y tu hermano podrán irse.

–No puedo confiar en la palabra de un demonio.

–Haces bien en desconfiar pero estas es tu única salida, así que decide.

Kagome lo miró, fulminándolo con la mirada mientras se mordía el labio, nada le daba la garantía que al dar la perla saldría con vida pero si no lo hacía era seguro que moriría y ella no podía exponer a Souta más. Con un suspiró de derrota sacó su brazos del agarré que mantenía el youkai sobre ella y le lanzó la perla; este la soltó y fue por la joya. La azabache cayó y desorientada trató de ponerse se en pie, se arrastró a donde se encontraba su hermano e intentó obligarse levantarse, pero no podía, estaba mareada. Cerró un momento los ojos y eso fue lo único que bastó para que el demonio volviera a atacarla.

–Miko estúpida –Exclamó furioso, lanzando un zarpazo contra ella –¿Creíste que podrías engañarme?

–No sé de qué hablas –Murmuró entrecortadamente, haciéndose la tonta.

–Esta no es la perla, ¿Dónde está?

–Nunca lo sabrás –Murmuró con una sonrisa mientras tomaba el arco y lanzaba la flecha contra el demonio.

No le dio tiempo de escapar, la flecha dio de lleno en la cabeza del demonio y este desapareció en una explosión de luz y envuelto por una nube de veneno; Kagome cayó exhausta en el suelo. Observó a su alrededor, el campo desaparecía, el paisaje cambiaba, el sol volvía a brillar y ya nada era desolador. Sonrió y segundos después perdió la consciencia.

¿Y que les ha parecido? ¿Lanzaran tomates?
Gracias por su tiempo y lindo día!! :D