Un cuento navideño

Tema en 'Relatos' iniciado por George Asai, 24 Diciembre 2012.

  1.  
    George Asai

    George Asai Maestro del moe

    Aries
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    Título:
    Un cuento navideño
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    1
     
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    Hoy les tengo un cuento navideño, está basado en el universo de Flores entrecruzadas, decidí no hacer el especial de navidad chistoso, pero hice un cuento serio. Espero que les guste.


    El origen de la navidad
    Hace muchos años en una tierra muy lejana vivió un hombre con un gran corazón, las tragedias de su vida solamente aumentaban la bondad que podía darle a los hombres. Esta historia ocurrió hace siglos, antes de que Pablo Casanova iniciara la leyenda de su vida.

    Era una fría tarde de diciembre, cuya fecha no se ha podido aclarar, pero incluso hoy en día seguía en las memorias de todos los hombres. Las aves no cantaban en aquel reino helado, los copos de nieve amenazaban con rodear la superficie del suelo y destruir todas las plantaciones. La gente que por ahí avanzaba yacía con la mirada al piso, ninguno sonreía o demostraba alguna emoción positiva.

    Todos los años era lo mismo, en invierno las plantaciones caían muertas frente a las ventiscas que anualmente se hacían más fuertes.

    Nicolás fue un hombre nacido bajo en seno de una familia religiosa, cuyas creencias le impedían realizar la hechicería para beneficio de otros. En aquel entonces los paladines de hoy se llamaban inquisidores y sus acciones estaban abiertas al público general.

    ¿Valía la pena creer en un Dios qué solo traía muerte?

    Ese fue el pensamiento de los antiguos seres humanos en la vieja Europa, durante esos años la Iglesia reinaba la vida de todos con puño de hierro, sin embargo, no todos los hombres religiosos poseían maldad en sus corazones. Algunos como Nicolás se preocupaban por los demás y procuraban usas sus habilidades para el bien de las personas. Él quería convertirse en sacerdote para ayudar a los demás, usar el poder de su fe en el nombre de todos los pequeños e indefensos.

    Al lograr su meta comprendió que necesitaba más poder, no bastaba con ayudar a los niños del reino, él buscaba un poder más grande y mejor, que le permitiese bendecir a todos por igual. Pensó en las incontables guerras, hambrunas, asesinatos y demás cosas que abrazaban al mundo en un manto de muerte.

    Y la respuesta llegó a su mente: hechicería.

    Los hechiceros y los inquisidores todavía luchaban una guerra que duraría mil años más, los creyentes de Dios tachaban a los hechiceros de herejes, malvados y seres demoniacos, sin ninguna oportunidad de acceder al cielo. Nicolás en un principio descartó esa posibilidad, pero con el paso del tiempo comprendió que los hechiceros no eran tan malos como pensaban los demás.

    A sus treinta años conoció a un niño muy especial, descendiente de un linaje que en el futuro sería influyente para todo el mundo. Su nombre era: Vladimir primero, lo que Nicolás ignoraba era que su futuro estaba marcado de éxitos y glorias a nivel mundial, los tataranietos de ese pequeño fundarían el clan Casanova en la vieja Europa e iniciarían una nueva era para los hechiceros con el nacimiento del santo guerrero: San Jorge.

    Pero en aquel momento ese niño era uno de los miles de pequeños que cada año sufría desilusiones por un mundo en constante cambio.

    —¿Viene a matarme señor sacerdote? —preguntó el pequeño.

    —¿Por qué habría de hacerlo?, matar a un niño es un pecado muy fuerte —contestó Nicolás.

    —Es que ustedes andan matando hechiceros, solo porque puedo hacer esto ya me dicen enemigo de Dios. —El pequeño elevó sus manos y con un gran arte creó una figura maravillosa, la nieve empezó a levitar y a tomar la forma de un reno blanco. Fue un mero hechizo de levitación, sencillo para cualquiera con los conocimientos mágicos necesarios.

    Sin embargo, para Nicolás fue una revelación muy grande, él pensaba que los hechiceros eran seres abominables, sin ningún tipo de piedad o pensamiento sobre la vida humana. Pero aquel niño demostró lo contrario: que ellos también eran personas.

    Con la hechicería se podían crear cosas bonitas, como ese pequeño reno de nieve. Nicolás acarició la cabeza del niño y sonrió, entonces sacó un trozo de tela cubierto por una liga negra. Su mirada no contenía signos de maldad o avaricia, al contrario, Nicolás le estaba ofreciendo un regalo como a cualquier otro infante.

    —¿Por qué me regalas cosas?, ¿qué no somos enemigos? —cuestionó el pequeño Vladimir.

    —No, en este mundo no deberían existir enemigos por profesión, sino amigos por amor. Puede que ahora no lo entiendas, pero es una tontería pelearse por los dones que Dios nos dio, hasta hace poco creía lo mismo que los demás, pero al ver la belleza de tu poder por crear algo tan majestuoso entendí que a veces; los dotes del señor pueden tener diferentes formas. Seas hechicero o inquisidor, mientras uses ese poder para hacer el bien no deberían existir diferencias.

    Y con esas palabras Nicolás se retiró, el pequeño lo miró muy interesado, esas palabras tan reconfortantes cambiaron para siempre el destino del muchacho, pues poco a poco empezaba a comprender que la vida nos daba los dones por alguna razón.

    Nicolás también se cambió a sí mismo, dejó de ser un sacerdote para convertirse en algo más: un pastor del pueblo, sin ningún jefe o restricción sobre sus acciones.

    Pasaron los años y él aprendió hechicería, sus habilidades consistían más que nada en la creación de objetos, utilizaba su técnica de levitación para formar diversos artículos cotidianos y así mandarlos a la gente sin ningún costo. Con el tiempo fue envejeciendo, pero sus habilidades solamente aumentaban. Llegó a descubrir el secreto de la prolongación vital, sabía que no era inmortalidad, pero con eso tal vez seguiría dándole alegrías y esperanzas a la gente desolada.

    Entonces una idea le vino a la mente, ¿por qué no hacer felices a todos?, resultaba imposible, aunque los niños de su reino fuesen recompensados aún existían millones de seres cuyas vidas jamás obtendrían un significado. Pero Nicolás no se rindió, contra viento y marea creó un dispositivo de la nada, un trineo tirado por familiares mágicos con forma de reno, aquella demostración de poder le bastó para ganarse el título de mago.

    Los magos eran seres que iban más allá de lo humano, sus capacidades para burlar las leyes de la lógica los ponían en un plano existencial superior a la de cualquier criatura sobre la tierra. Pero tampoco eran inmortales, Nicolás llegó a los 125 años de vida, con sus poderes debilitándose más él empezó a perder la fuerza para crear los juguetes, pues luego debía distribuirlos.

    Su misión aún no estaba lista, él quería enviar un regalo a todos los niños del mundo, pero recorrerlo en una noche no era tarea fácil. Por eso comprendió que debía ser una fecha en especial, tan maravillosa y hermosa que todos los pequeños esperasen por ella desde inicios del año. Entonces recordó al pequeño que conoció hace ya muchos años: aquella tarde de diciembre fue el detonante para que este gran viaje diera inicio.

    Sí, 25 de diciembre…

    El día que nació Jesús de Nazaret, creador de la hechicería antigua y primer mago del mundo. El líder de la fe cristiana y católica, aquel día sería el más esperado por todos los niños del mundo.

    Nicolás era venerado ya como un santo, una leyenda viviente todavía. Sus años le impedían hacerlo todo solo, así que fue a un bosque congelado, ahí llamó a todos los duendes rezagados por las guerras y el hambre.

    —Les propongo algo, yo les daré de comer, les brindaré un hogar y no los juzgaré por su tamaño, no soy sacerdote, solo alguien que adora las risas. —Y ante ese pequeño discurso los duendes aceptaron, se colocaron ropas invernales y lo siguieron hasta un lugar apartado. Para ese entonces Nicolás vivía solo en una casa en el polo norte, ahí era el único lugar donde la Iglesia y el gremio jamás lo encontrarían.

    Todos trabajaron duro durante un año, hasta que finalmente los duendes crearon millones de regalos, pequeños juguetes hechos a mano y con toda promesa de la felicidad.
    Finalmente llegó noche buena, tras comerse un poco de pan el pobre Nicolás subió a su trineo mágico, tirado por sus queridas invocaciones. Usó todo el poder mágico esa noche, lanzaba los regalos desde el trineo y estos aparecían en las camas o las salas de todos los niños, cuando pasó por América tuvo problemas al depositar cada presente, pues los colocó cerca de los instrumentos de labranza o en las madrigueras. Así al despertar, los niños verían con una cálida sonrisa cómo una lanza o figurita de madera alumbraba sus caritas.

    La tarea fue hecha con éxito, los niños creyeron que un ser sobrenatural hizo todo el trabajo, pero los padres no creyeron eso. Se adjudicaron ellos mismos la acción, pues pensaron que era una brujería, aun así, en sus corazones se sintieron aliviados, porque encontraron un pequeño respiro a una vida llena de suplicio.

    Cada 25 de diciembre Nicolás recorría el mundo para brindarle regalos a todos los niños del mundo, también comprendió que los pequeños eran el futuro del mundo. Si ellos no vivían sus primeros años con inocencia, al crecer podían convertirse en monstruos o asesinos, por eso mismo se aseguraba de regalar un poco de ilusión a cada pequeñito.

    Sin embargo, los inquisidores vieron a Nicolás con malos ojos, sus acciones hacían creer en milagros y todo tipo de cosas correspondientes a la hechicería. Ellos no juzgaron sus acciones, sino sus métodos, cada año ponía en peligro a la Iglesia y su control estricto sobre los hechiceros. Igualmente, los miembros del gremio deseaban tener la cabeza de Nicolás, así que entre ambos hicieron una tregua y mandaron a un grupo de cacería al polo norte.

    Su misión era simple: asesinar a Nicolás.

    El líder de este contingente era llamado: Fred el cazador, reconocido mercenario irlandés, asesino de mil vampiros y hombres lobo. Lo acompañaban inquisidores de muy alto nivel, así como también uno que otro hechicero mercenario. El viaje fue difícil, las altas temperaturas dificultaban la vista del lugar e incluso pensaron en devolverse a casa. Pero no se rindieron.

    Nicolás sintió su presencia una noche antes, a pesar de su título de mago él jamás fue un peleador, pocas veces usó sus poderes para herir a las personas, pero con afán de seguir regalando juguetes las manos de este hombre debían mancharse con sangre pecadora. Esa noche Nicolás se puso un abrigo rojo y un sombrero del mismo color, pues no deseaba verse a sí mismo empapado de sangre.

    Al día siguiente los siete mercenarios encabezados por Fred se posaron frente al taller de Nicolás, éste los esperó en la puerta de su casa, acompañado por varios duendes armados con dagas y cuchillos de obsidiana. Nicolás intentó persuadirlos, pero sus mentes estaban más corrompidas que un político.

    —Entonces que así sea…

    Fue un combate pesado, los duendes utilizaron su dominio de la naturaleza para controlar la nieve, lo mismo hizo Nicolás, en menos de un parpadeo su trineo se posó frente a él. Los mercenarios apenas vieron esto, pues una lluvia de dagas apareció de la nada, ellos olvidaron un pequeño detalle… ¡Nicolás era el maestro de la creación!, así como creaba juguetes en un parpadeo podía crear armas mortales e inéditas que nunca antes habían visto.

    —¡Repliéguense! —ordenó Fred, sus mercenario rodaron por el suelo y evadieron la técnica de Nicolás, al mismo tiempo los duendes aprovecharon la poca visibilidad del polo norte para emboscarlos. Su tamaño diminuto de un metro los hacía eficaces a la hora de ataques sorpresa, tanto que el primer inquisidor fue apuñalado por la espalda.

    —¡No nos matarán! —exclamó un hechicero, al hacerlo la nieve empezó a moverse, posteriormente se juntó y tomó la forma de una bola gigante. Los duendes vieron aterrados este movimiento, intentaron escapar, pero otro inquisidor aprovechó esta distracción para matarlos a punta de flechazos.

    —Mis duendes… ¿por qué hacen esto?, ¡no entiendo! —Los renos de Nicolás cargaron brutalmente contra el asesino de sus amigos, estas criaturas no eran como los pequeñitos, pues repelían fácilmente cualquier tipo de ataque mágico. Lo más temible en ellos eran sus cuernos, de una sola embestida el líder de ellos logró empalar a uno de los perseguidores.

    —Joder, ahora veo porque le han dado el título de mago. —Fred lanzó un rayo negro contra el trineo de Nicolás, pero éste logró dar una acción evasiva en el aire. Lo que pasó después fue bizarro, nuevamente de la nada un arma extraña se posó frente al trineo, en aquella época las ballestas aún eran un sueño imposible para los fabricantes bélicos.

    Sin embargo, lo que Nicolás creó podía ser reconocible en tiempos modernos: una ametralladora.

    —¿Qué es ese artefacto? —cuestionó uno de los cazadores.

    —Lo siento, pero no me dejan alternativa. —La poderosa ametralladora arremetió contra los asesinos, fue una ráfaga de balas totalmente increíble para los ojos de gente antigua, no obstante Fred logró evadir cada bala gracias a que usó a sus propios compañeros como escudos humanos.

    —Esa cosa, ¡qué demonios era!, jamás había visto un artefacto que disparase proyectiles pequeños e invisibles para el ojo humano.

    —El poder de la creación máxima, un arma que será inventada mil años o quizá dos mil años más tarde, ¡la navidad seguirá siendo una fiesta para todos!, si tengo que mancharme las manos por el bien de los niños lo haré.

    —Eres un idealista, jamás podrás hacer felices a todos por siempre, todo el año la gente vive aterrada, sumisa y envuelta en el frío de la muerte. Un simple regalo no cambia nada, ¡no eres más que un hereje!

    —Te equivocas, una sonrisa puede salvar al mundo. —Nicolás recargó su arma, fue ese momento de espera donde Fred aprovechó su plan, con el hechizo de levitación atrajo los cuerpos de sus compañeros caídos, en seguida los volvió a usar como escudos frente a la enorme ráfaga de balas que amenazaban con matarlo.

    —Iluso… —Nicolás podía ser muy poderoso, pero no tenía experiencia alguna como peleador, fue su bondad e ingenuidad lo que trajeron su derrota. En ese instante Fred dio un salto sobrehumano gracias al mismo hechizo de levitación, posteriormente se colocó detrás de Nicolás, cuyas reacciones físicas ya no eran tan buenas como antes.

    —Oh no…

    —¡Muere Nicolás! —Fred clavó una daga negra en la espalda de Nicolás, sus renos intentaron tumbarlo del trineo, pero éste cayó en picada al suelo. Ya en el piso sus familiares desaparecieron, porque la energía de su invocador se había terminado, en el suelo Fred se montó encima de Nicolás y lo miró por última vez.

    —¿Por qué has hecho esto?, yo solo quería brindar felicidad verdadera…

    —Y no lo conseguiste, porque eso es un sueño imposible. La gente como tú debe morir, son solo un cáncer que perjudica a los seres humanos, con el tiempo tu tradición se habría convertido en un mero pretexto para celebrar o engañar a la gente de la verdad.

    —Te equivocas —contestó San Nicolás —. La navidad está cerca del fin de año, no sé si Jesús nació ese día, pero lo importante es seguir sonriendo, un niño que no sonríe es como una estrella que no brilla. Nunca lo entenderás, jamás lo harás, eres alguien vacío, sin un corazón para amar… —El cuerpo de Nicolás comenzó a desaparecer entre la fría nieve, lo mismo ocurrió con su bello trineo rojo.

    Mientras desaparecía una imagen apareció en su memoria, en ella veía a una familia feliz, muchos años en el futuro. Servían una rica cena y agradecían a todos por un año más de vida, el árbol cubierto de esferas adornaba la casa y los juguetes de su rostro también eran parte de la decoración. Él desconocía el año de aquella visión, pero sabía que su misión había terminado.

    Desde ese momento Nicolás se convirtió en Santa Claus, un espíritu noble que vigilaba la felicidad de los niños del mundo.

    Fred hundió el taller en la nieve y luego se fue de ahí. Al año siguiente los niños no recibieron regalos, pero estaban tan emocionados que los padres colocaron pequeños presentes a escondidas de ellos, todo para mantener viva la ilusión.

    Y así pasaron los años, los mismos niños crecieron e hicieron lo mismo con sus hijos, todos siguieron creyendo y teniendo fe, porque de eso se trataba la navidad, de creer en un mundo mejor y de disfrutar alegremente las cosas buenas que la vida nos podía dar. Los siglos siguieron, la tecnología incrementó, pero el sueño de un gran hombre aún vivía en nuestros corazones.

    FIN.

    Espero que les haya gustado, les deseo a todos una feliz navidad, no se amarguen si no son felices ahora, luchen por tener una buena felicidad y no se rindan jamás ante sus metas. Ahora las preguntas de siempre.

    1-¿Para ti es verdad lo qué dice Nicolás?, ¿o estás del lado de Fred?

    2- ¿Vale más una ilusión inocente o una verdad coherente?

    3- ¿Cuál es tu opinión general del escrito y tu escena favorita?
     
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    J.Nathan Spears

    J.Nathan Spears Adicto Comentarista Top

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    Al fin hallo el tiempo para comentarte, pana n__n. O más bien... al fin espanté la flojera xD

    Sea como sea, acá va mi comentario -w-. El tipo Fred... ¡Hombre! ¡Me cayó como patada en las bolas! ¿Será acaso ancestro de una rama maligna de los Casanova? D: Pues no sé... mira que él mató a San Nicolás ;__;

    Pero en fin, Santa Claus nos dejó en claro que siempre se puede tener esperanza en que las cosas mejorarán... y que cada uno debe poner un poco de su parte... cosa que los políticos definitivamente NO hacen ¬¬.

    Sobre lo de "ilusión inocente" o "verdad coherente"... creo que depende de la situación. O simplemente no logro decidirme .__. Pero aún así... siempre hay que tener en mente que las ilusiones mantienen junta a la humanidad o a gran parte de ella

    Escena favorita: Fácilmente cuando San Nicolás regaló algo al pequeñín ancestro de los Casanova (los buenos, al menos).

    Y en general, el escrito es HERMOSO ;w;. No se me ocurre qué más decir pa' calificar esta belleza

    Adiós, pana -w-

    PD: Así y todo... ¿Sigo siendo el primer comment? Espero no ser el único al menos n__nU
     
  3.  
    Kohome

    Kohome Fanático Comentarista destacado

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    Que hermoso, nunca se me hubiese ocurrido.

    1-¿Para ti es verdad lo qué dice Nicolás?, ¿o estás del lado de Fred?
    En definitiva, y por siempre, estaré del lado de Nicolás, Fred era hueco y sin sentimientos, jamás lo entendería.

    2- ¿Vale más una ilusión inocente o una verdad coherente?
    Me parece que una ilusión inocente puede suavizar otras verdades, que de vez en cuando so algo duras.

    3- ¿Cuál es tu opinión general del escrito y tu escena favorita?
    En verdad me encantó, fue una explicación perfecta de cómo pudo haber surgido la Navidad; realmente me gustó sobremanera.
    La escena que más me gustó, fue en el momento en que Nicolás y Vladimir tuvieron aquella charla amena y, en mi opinión, hermosa.

    En fin, la tendré siempre en mi memoria. Quizá en un futuro pueda contarla a más personas, quien sabe qué pueda pasar.
     
  4.  
    Eliseo

    Eliseo Iniciado

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    Si soy sincero, he de decir que me aburrió. La introducción no logró mantenerme en el relato, y si no fuera por las preguntas del final, y que leyendo por encima leí "ballesta" no habría terminado de leerlo.

    Flores Entrecruzadas me encanta, así que me extraña la impresión que me llevo de este relato.

    La batalla me gustó, me parece bien lograda, aunque no hubiera trabajado así la idea de la ametralladora. No opino que este mal, es una cuestión de gustos.

    PD: sos un bizarro, mataste a Papa Noel en Noche Buena <3
     
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  5.  
    Niné.

    Niné. .

    Virgo
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    Buenos días.

    Pues te diré que, me aburrió un poco, hubo simplemente partes que me daban ganas de saltar. Aunque no fue por la trama en general, pues me gustó como la adaptaste a tu universo, más bien creo que fue por la forma de narrar. En cada diálogo parecía que querías enseñarnos, darnos un sermón, no hubo momentos en que no sintiera la tensión.

    Pero como mencioné antes, me gustó la idea que tuviste, aunque me parece algo trágica y cruda para estas fechas, y más teniendo en cuenta que en el foro entran niños de diversas edades, a veces menos de trece, pues no siempre siguen las advertencias.

    Sobre lo técnico, no sé, apenas y me fijé y de lo que encontré no estoy segura. Estoy oxidada y con sueño, ya sabes que me puedes corregir si me equivoco.
    ¿Viene a matarme, señor sacerdote?

    Y por último el título, no creo que vaya con la historia. A mí se me hace un punto importante, pues es el principio, y muchas veces es un punto clave entre si alguien se mete a leer tu historia o no. Tu título da una idea demasiado en general, pero por las fechas uno espera algo bonito y feliz, y vaya que resulta que no. Además, no llama la atención, si yo me metí fue porque supe que eras el autor.

    En fin, gracias por la lectura.

    Feliz Navidad atrasada y próximamente que pases un buen Año nuevo, Georgín.
     
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