Época rebelde

Tema en 'Relatos' iniciado por Larel Bisu, 21 Mayo 2012.

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    Larel Bisu

    Larel Bisu Usuario común

    Aries
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    Época rebelde
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    Época rebelde

    La rebeldía tiene sus precios, y algunos son muy caros…
    (Y si no me creen pregúntele a Bono x’D)
    Nº Palabras: 727


    Entró sigilosamente, deslizando suave y ágilmente la puerta para que ni un solo ruido salga de ella, y se movilizó por la cocina; sin hacer ni un ruido, sin siquiera dejar que su perro –dulcemente dormido debajo de la mesa- escuche su respiración.
    Abrió la lacena, que estaba vacía gracias a que la encargada de las compras estaba de vacaciones, pero allí no estaba lo que buscaba. Cerró lentamente las puertas del mueble y un chillido fuerte y desopilante salió de ellas.

    —¿Quién es? —oyó la voz de su padre desde el living.

    ¡Mierda, mierda, mierda! ¡Me va a encontrar!

    Pensó la niña escondida debajo de la mesa, con su torso sobre sus rodillas y cubriéndose con su vestido.

    —Ah, padre, soy yo. Disculpa por haber hecho ese ruido —escuchó la voz de su joven hermana mayor, única persona sabiente del delito que ella estaba cometiendo en esos instantes.





    —Ah, ya veo. Pensé que ese ruido venía de la cocina.

    —Papá, hace mucho que te dije que tienes que ir a un doctor —indicó la mayor notablemente preocupada.

    —No hay tiempo para un doctor ahora mismo —dijo fríamente sin sacar la vista de su diario.

    La joven cerró la puerta de su habitación algo molesta pero optó por restarle importancia. Lo importante en ese momento era estar atenta a cada ruido que hacia su hermana, para cubrirla.





    Sacó su teléfono de su bolsillo y le mandó un mensaje a su hermana:

    “No están en la lacena. Por favor, saca al viejo de la casa durante diez minutos”

    Y, luego de unos minutos de espera, le vibró el celular, indicando que un mensaje de su hermana había llegado.

    “Dame un rato; papá está leyendo el diario, así que va a ser medio complicado sacarlo de la casa”

    Oyó las voces de sus parientes hablando; su hermana tratando de convencer a su padre diciendo que había visto a alguien desconocido fuera de su casa y éste, entre reclamos y gruñidos, salía de su casa.

    Se acercó a los muebles de abajo y buscó en todos y cada uno de los cajones, hasta que por fin dio con el lugar donde estaban sus preciados dulces. Necesarios para pasar el frío, el aburrimiento y además pasar lindos momentos con su hermana mayor mientras se contaban chismes de la farándula y el colegio; o tal vez alguna anécdota idiota o importante que haya pasado en la semana.

    Tomó rápidamente la bolsa y salió corriendo de la cocina hacia su habitación, conectada con la de su hermana mediante una puerta en la pared dentro de la misma habitación.
    Justo antes de cerrar la puerta, oyó la voz de su hermana discutiendo con su padre, ya que el haber puesto un vigilante para verificar que la más joven la familia no se vuelva a escapar, le parecía un acto totalmente exagerado y absurdo.

    —Ella es joven, cierto, pero también ya es grande. ¡Está a punto de cumplir catorce, tiene derecho a salir!

    —¡Ni tú ni tu madre salieron antes de los dieciocho, ¿por qué debería de salir ella?!

    —¡Porque ella no es ni mi madre ni yo! ¡Ella es tú!

    —¿Ha? ¿Qué dices?

    —Mamá y la abuela me lo contaron; cuando eras joven salías a todas las fiestas, estabas con muchas mujeres y siempre te escapabas de tu casa! ¡Siempre hay una época rebelde!

    La joven quedó impactada ante las palabras de su hermana mayor. ¿Su padre, aquél viejo estricto que no la dejaba salir ni a la esquina, era antes un rebelde sin causa que hacía lo que se le cantaba? ¿Acaso ella, una rebelde revelándose contra su padre y la sociedad, había salido así en parte por él?

    Algo era seguro… ese día sí que iba a ser inolvidable.






    —Bueno… papá dijo que puedes salir de vez en cuando, pero siempre tienes que avisar; dejar la pieza por lo menos un poco ordena y dice que tampoco puedes traer ningún chico a casa.

    Leyendo un papel, la mayor le indicaba la joven rebelde qué cosas debía cumplir y qué cosas no.

    —Ahh… y dice que vas a ir al dentista, pero por desobedecerlo lo vas a pagar tú.

    —Ya… encima de dolor de muela y de cabeza, ahora me duele el bolsillo —respondió débilmente con su mano sobre su rostro, acariciando su suave piel y dándose pequeñas punzadas para pasar el dolor.





    Para la actividad de mi preciosa Paula y dedicado a mi bello revoltoso, Sergio x’D
     
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    Salem

    Salem Vieja sabrosa

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    LOOOOOOOOOOOL. No lo había visto ¡fuck! u.u Tengo que estar más atenti.

    Oki doki, mosha mía, noté algunos errores:

    Es "ordenada", ¿no? :3

    Y esto:

    Es "alacena", Trini.

    Nada más que decir sobre ortografía, por ahora o.O Ni de la gramática.
    Awww, está dedicado a mi hijo, el rebelde (?) Le espera tremenda paliza ¬¬ Nah, pobrechito mi nene.

    Me encantó el escrito, muy sexy y rebelde x'D ¡Ja! Pobre la mina que tuvo que pagar el dentista; eso es golpe bajo. ¡Y la hermana tan compiche es la posta! Ojalá tuviera una hermana así :C

    Ti amúh, amante.

    Tu Miseria...
     
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