¿Ilusión o realidad?

Título: ¿Ilusión o realidad?​

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Actividad: Cuentos oscuros​

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Obra de procedencia: El gato negro​

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Personaje de la obra original: El gato button​

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No sé cuanto tiempo ha pasado desde aquel instante; tal vez días, meses o años. De lo que estoy segura es que aquel animal vino a dar un trágico cambio en mi vida.​

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En los vagos recuerdos de mi infancia, sólo lograba repetir en mi mente las imágenes de los momentos en que yo recibía los golpes y maltratos por parte de mis padres, así como el supuesto cariño que me daba mi progenitor y los castigos que recibía si no hacía lo que él quería. Todo eso formó en mí un carácter frío, arrogante y áspero con cualquier ser vivo, llegando al punto en que si alguien se acercaba para demostrarme una pequeña muestra de aprecio, le respondía con indiferencia acompañada de violencia.​

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Pero lo que más odiaba en el mundo eran los animales, simplemente no comprendía como podían otorgarle amor a otra criatura si no pueden amarse a si mismos. Así que por obvias razones a aquel pobre animal que se cruzara por mi camino le esperaba un destino cruel y lleno de dolor, se preguntarán: "¿por qué asesino a los animales, si estos no me han hecho nada?", pues es muy simple, pensaba que era un manera de descargar mis traumas de la infancia, es decir, quería sentir las emociones que se desataban al maltratar a un ser inocente.​

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No obstante llegó el día en que me crucé con un gato de gran tamaño con pelaje negro acompañado de una mancha blanca que abarcaba su pecho, sin embargo la característica que llamó mi atención fue el hecho de que no tenía un ojo. Lo contemplé por un momento y esté se me quedó viendo con una expresión extraña, por primera vez en mucho tiempo recordé lo que era el miedo, entonces decidí alejarme de ese lugar y aún así el gato empezó a seguirme.​

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En otras palabras si yo estaba en el comedor de la escuela que estaba en el patio, el susodicho se colocaba debajo de la mesa; si me localizaba en el salón de clases esté se quedaba afuera observándome con esa mirada que me dedicó hace un rato. Podría decirse que su constante acosos me molestaba, pero al mismo tiempo me gustaba la idea de que él no me tuviera miedo.​

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Pasaron los días y el animal aún realizaba la misma rutina, a lo que yo tomé la decisión de llevármelo y ver que relación podía nacer entre nosotros. Fue así que al salir de clases pude divisarlo al lado de la reja, me acerqué a él lentamente y lo agarré con sumo cuidado, cualquiera pensaría que pondría resistencia, pero él no lo hizo. El camino de la escuela hacía mi casa fue corto y como siempre la vecina salía a pasear con su hijo de cuatro años de edad, el cual al ver el gato lo señaló y se escondió detrás de su madre, a lo que yo me quedé extrañada, sin embargo no le di mucha importancia y continué mi camino.​

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Finalmente llegué a mi hogar y el animal se adaptó rápidamente, fue así como empezó nuestra típica monotonía de levantarme, bañarme, cambiarme, desayunar y despedirme de el gato al que nombre Dorian, no obstante había una actividad en la que Dorian me acompañaba por las noches, recuerdan que les anuncié mi despreció hacía cualquier animal, pues ese entretenimiento en el que asistía Dorian no era ni más ni menos que el asesinato de los antes mencionados. Mis víctimas más sobresalientes fueron un perro, un perico y un gato.​

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El primer animal lo encontré un día que iba paseando con Dorian por la tarde, esté era grande de bellas facciones y de un pelo suave de color miel, algo a lo que se le denomina bello pero para mí eso era asqueroso, por lo que llamé a el animal, lo tomé con cuidado y caminé a paso lento hasta llegar a un callejón, ya en el agarré un palo que estaba tirado y lo empecé a apalear hasta que respiraba con dificultad, después para ya acabar con su dolor le amarré la bufanda que traía en el cuello de tal manera que lo asfixié y él sólo maulló y se frotó contra mi cuerpo.​

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En el segundo caso lo asesiné por el hecho de que era necesario o al menos para mí lo era, esté era un pequeño perico al que todo el mundo amaba, pero siempre que pasaba cerca de él acompañada de Dorian esté me decía: “Demonio.” A lo que yo me enfadaba demasiado, posiblemente lo hacía porque esa era la verdad, pero como sabrán a los humanos nos molesta el hecho de que nos digan la realidad de lo que somos. Por consiguiente lo atrapé un día que se encontraba descuidado y con un simple movimiento le rompí el cuello, luego con la ayuda de un martillo y unos clavos lo inserté en una pedazo de madera con un pequeño letrero en el cual estaban grabadas las palabras: “He aquí la obra de el demonio.”​

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Y el último asesinato se le puede considerar como un supuesto accidente, en aquella ocasión había un gato que se acercaba a mi casa sólo para ver a Dorian y sin embargo no le agradaba su presencia, ya que lo golpeó de tal manera que término en mal estado. Para detener la pelea jalé al otro gato pero esté no soltaba a mi compañero gatuno por lo que apliqué más fuerza y al momento de halarlo cayó en una pileta y comenzó a patalear por su vida a lo que Dorian y yo sólo observamos hasta que se ahogó.​

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Aunque en el asunto de el gato pude haberlo salvado y no lo hice. Aún así y recuerden mis palabras: “Todo lo que haces algún día lo pagarás con creces”, es más eso puede aplicarse con una de las leyes de Newton que dice: “A cada reacción siempre hay una respuesta de la misma o mayor magnitud.”​

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Y yo no era una excepción de las reglas de la vida, fue así que llegó el día de mi cumpleaños, no me causaba alegría ya que fue en esa fecha cuando mi padre me violó al cumplir los quince años de edad, con la patética excusa de que ya era una mujer y que yo había nacido para complacer sus bajos deseos carnales. Finalmente la plateada dama hizo su aparición y a las ocho de la noche yo repetía esa escena en mi cabeza una y otra vez hasta que Dorian hizo un maullido a lo que yo me desperté y aprecié que el se encontraba cerca de la puerta, pero lo que a mí me sorprendió fue el hecho de que unas sombras se acercaban a mí de tal manera que terminaron llenando de oscuridad mi habitación.​

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Por lo que me cubrí con la cobija y abracé mis piernas de forma protectora meciéndome de un lado hacia otro, lo cual fue inútil, las extrañas formas empezaron a torturarme diciéndome: “Asesina.”​

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Luego tomaron mis extremidades y con una especie de pinzas me arrancaron un ojo a lo cual empezaron a reírse de mi desangramiento y en su pequeña diversión de mi tragedia yo logré salir de el inmueble y en la esquina de la calle pude ver a Dorian con una horrible sonrisa en el rostro y con su único ojo de color rojo sangre.​

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Justo en ese instante comprendí las claras señales del perico, el gato y el niño; todos ellos me estaban advirtiendo del monstruo que había metido en mi casa, comencé a correr como una loca por la calle con el ojo salido y derramando sangre por doquier hasta que vi un hospital, pero cual fue mi sorpresa al ver al gato siguiéndome a paso lento así que yo entré con desesperación al edificio pidiendo ayuda para lo de mi ojo y un doctor se acercó a mí, me sostuvo con fuerza y dijo: “Señorita, usted no tiene nada esta alucinando.”​

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Después unas enfermeras asistieron al doctor con una inyección que me pondría a dormir, pasaron las horas, con dificultad podía moverme por el efecto de la sustancia que aún no salía de mi cuerpo, cuando pude recuperarme y ver mi entorno, esté era de color blanco con una cama y una pequeña mesa que tenía unos medicamentos así como una bandeja con alimentos acompañados de unos cubiertos.​

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Por lógica pensé que me habían ingresado en una habitación del hospital, toqué mi cara y en efecto, nada de lo que se supone me ocurrido fue verdad; sin embargo oí el maullido característico de Dorian y me sobresalté de tal manera que lo agarré con brusquedad, tomé el cuchillo y empecé a clavárselo por todas partes, a lo que el respondió arañando mi cara, cosa que no me importó ya que al fin había matado al demonio; me sentía triunfante hasta que una gota de sangre brotó de mi cara provocando que yo me cayera en el acto, a lo que una enfermera entró y dijo: “Dios mío se arrancó la piel del rostro con las uñas y se clavó el cuchillo en la cabeza.”​

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Algo que me sorprendió ya que yo creía haber asesinado a Dorian y fue al revés yo sola acabe con mi vida, estúpido pero cierto. Y en mi último aliento de vida, pude ver a Dorian en la ventana con aquella sonrisa en su rostro y sus ojos de tono sangre burlándose de mi tonto acto suicida.​

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Bueno espero sus comentarios en está historia que escribí para una actividad y que les guste. Adiós.​