Yo que no vivo sin ti Yo que no vivo sin tiEn una habitación en penumbras solo iluminada por las luces propias de la noche. Dos personas se miraban fijamente a los ojos tratando de descifrar en la mirada del otro lo que estaba pensando cada uno. La luna que se colaba por la ventana creaba sombras sobre sus rostros, dándoles un aspecto misterioso y un poco lúgubre después de todo, la luz plateada hacía que sus pieles lucieran demasiado pálidas. Aunque ninguno de ellos parecía darle importancia al asunto pues estaban perdidos en la oscuridad de sus almas. La mirada de ella reflejaba una profunda tristeza. Parecía como si el dolor la estuviese carcomiendo por dentro. Sus ojos comenzaban a escocerle a causa de las lágrimas que amenazaban con escapársele. No es que las culpase, su corazón estaba ahogado en llanto. Necesitaba respirar. Un pensamiento surco su mente como una flecha lacerándola e hiriéndola tanto externamente como internamente “¿Cómo iba a soportar una vida sin él?” el era su todo. Sin él se quedaba vacía sin nada. Su amor la llenaba por completo. El hacía que todo lo que había sufrido tuviera sentido porque al final del camino lo encontraría a él. En cambio, si lo perdía todo dejaría de tener sentido para ella. En cambio la mirada de su amado reflejaba confusión. Como si no entendiese el motivo de su sufrimiento. Aquellos ojos le taladraban como si intentasen acceder hasta lo más profundo de su ser. Esos ojos reflejaban el deseo de su amado de querer fundirse con todo su ser incluyendo su dolor. Negándole ese secreto placer desvió la mirada aunque muy en el fondo ella sabía que no soportaba ni un minuto más estando bajo el escrutinio de aquella mirada verdosa y azulada. Al pensar en el extraño color de ojos de su amado no pudo evitar que una punzada de dolor la invadiese. Le costó toda su fuerza de voluntad no soltar un bramido de agonía. Cuando logro controlar sus emociones bajo la cabeza, resignada a su suerte más bien a su sino. Si definitivamente él sería el motivo de su muerte. Su persona sería el culpable de que ella muriese de amor. En ese instante sintió su mano acariciándole con suma ternura su mejilla. La cual estaba húmeda debido a las lágrimas que habían caído hacia unos instantes. Al sentir su cálido toque tuvo que reprimir la imperiosa necesidad de frotar su rostro contra su palma. De la misma manera que lo haría una gatita mimosa. Anhelante de las caricias de su amo. A pesar del daño que él le había causado una parte de ella por no decir toda se seguía derritiendo ante su toque. Gracias a los dioses logro reprimir esa necesidad. No quería mostrarse débil ante él. Jamás le daría ese gusto. Para su total y completa sorpresa él le sostuvo el rostro obligándola a que sus miradas se encontrasen. Pese a todo, volvió a perderse en esos exóticos ojos que la observaban con dulzura confundiéndola todavía más. Aquella mirada la lastimaba todavía más por que le recordaba el tiempo en el que él la había amado. Para ella esos recuerdos eran agridulces por un lado esos recuerdos le traían dicha al mismo tiempo que la carcomían por dentro. Pues le hacían revivir el momento de su pérdida. ¿Alguna vez dejaría de doler? Esa pregunta aparentemente inofensiva trajo consigo una rabia que amenazaba con hacerle hervir la sangre. ¿Cómo se atrevía el a mirarla a la cara después de lo que le había hecho? Sin ser capaz de controlar sus emociones golpeo fuertemente su rostro con el revés de su mano. Al darse cuenta de lo que había hecho y de lo lejos que había ido. Soltó un quejido ¿Cómo pudo haberlo golpeado? ¿Qué le estaba sucediendo? Antes de que él pudiera detenerla salió corriendo sin saber muy bien a donde se dirigía. Su mente no estaba allí se encontraba muy lejos. Esta se había detenido ante lo sucedido anteriormente. No podía dejar de pensar en ello. Los gritos del viento que golpeaban a las ventanas la hicieron reaccionar. Anunciándole que se encontraba en el balcón. La chica clavo sus ojos azabaches notando que el cielo estaba tan oscuro como su misma alma. Un relámpago ilumino el firmamento pronosticando que una tormenta se acercaba y no se refería a la de su interior. Esa ya se había desatado hace tiempo si no se refería a la del clima. Unos instantes después unas gotas comenzaron a caer rodando por sus mejillas como si fueran lágrimas. Que suerte, la naturaleza la acompañaba en su dolor haciéndola sentir acompañada. Ambas lloraban su perfidia. Sus ropajes comenzaron a mojarse pero poco le importaba. Ya nada podía herirla. La terrible agonía que estaba sintiendo neutralizaba todo su sentir. Fue en ese instante que sintió los brazos de su amado envolviendo su frágil figura. Al sentir su toque sus piernas temblaron debido al frio que sentía que parecía provenir de su interior en vez del exterior. Si no fuera por el hecho de que el la sostenía hubiese caído tal si fuese una muñeca rota. A la cual su amo ha abandonado… Ante ese pensamiento soltó un bramido visceral que provenía de lo más hondo de sus ser. Ese sonido no parecía provenir de una mujer si no de una bestia agonizante. A penas este abandono sus labios comenzó a sentir como su vista empezaba a nublarse. Los colores comenzaron a bailar una danza frenética a su alrededor. La oscuridad amenazaba con tragársela unos instantes antes de que su mundo quedara sumergido en la más inmensa oscuridad... Poco a poco sus ojos comenzaron abrirse. Al principio su vista estaba nublada pero lentamente fue volviendo a la normalidad. Al poco tiempo se dio cuenta de que se encontraba en su cama. Alguien, seguramente él, la había arropado en ella. Al observar por la ventana se dio cuenta que había amanecido ¡¿tanto tiempo había estado inconsciente?! En ese instante el crujido de la puerta la saco de sus divagaciones. Dirigiendo su vista hacía la puerta del dormitorio vio como el entraba con una bandeja de comida en sus manos. Al verla su estomago rugió con ansiedad. Al escuchar su estomago el sonrió con calidez. Mientras ella observaba con anhelo la comida el depósito la bandeja en la mesita de luz que estaba a la izquierda de su cama. El se sentó en uno de los sillones que tenía el cuarto. Ninguno de los emitió palabra mientras se observaban en silencio hasta que él se atrevió a romper el incomodo silencio -¿Por qué?- su voz sonaba calmaba ocultando el tumulto de emociones que sentía -¿Por qué preguntas?-la voz de ella se quebró audiblemente. Sus ojos comenzaron a mojarse pero ella se negó a llorar y se obligo a si misma a seguir hablando-ayer te escuche hablando con mi padre. Te oí decirle que tenías algo importante que decirme pero que no sabías como hacerlo que tenías miedo de mi reacción-los ojos de el brillaron por un momento-¿vas a dejarme no es así?- sin poder contenerse más estallo en llanto. Para su total asombro el soltó una carcajada amarga cargada de dolor. Negó suavemente mientras se acercaba a ella y se sentaba en la cama provocando que está se hundiera. El tomo su rostro con el fin de secarle las lágrimas que brotaban como agua de cascada de sus ojos. Ella hizo un ademan de querer decir algo pero el puso un dedo en sus labios diciéndole silenciosamente que el hablaría primero-¿Cómo puedes pensar eso alma de mi alma? Acaso no te he dicho que yo no puedo vivir sin ti, que cualquier lugar en el que tú no estés es el infierno para mí-su voz era casi un susurro que resonaba en la inmensidad de la habitación-lo que yo quería decirte…-se postro a sus pies mientras tomaba una de sus manos-¿te casarías conmigo diosa amada? Ante tal pregunta ella se quedo sin habla pero al reaccionar se arrojo a sus brazos provocando que ambos cayeran al suelo-¡¡sí!!-chillo de felicidad mientras lo cubría de besos-soy una idiota como pude pensar eso -lo sé pero te amo-le dijo mientras unía sus labios con los de ella. Ambos pasaron el resto del día disfrutando de la compañía del otro
Re: Yo que no vivo sin ti Hola!! Me gusto mucho la forma en que haces pensar que tal vez la engaño por la manera de reaccionar de la chica y solo eran alucinaciones de ella andaba viendo monos con trinchete, pero el probre se llevo un cachetadon xD Sigue posteando amix