"Yo moriré junto a ti"

Es mi primer publicación, espero que os guste :) y que puedan opinar al respecto...

Una oscuridad azotaba la cúspide de mi tranquilidad… Aun mayor que antes.
Entonces los gritos de lujuria se oyeron por toda la sala. Fue entonces cuando todos fuimos maldecidos, más nuestra existencia parecía innata. Fue así como nos mantuvimos escondidos, y solo podíamos ver nuestra sombra. Esperando una vez más.

Capitulo 1º “La decisión es crucial en la vida en tú muerte”

Aquella voz que se escuchaba en mi cabeza siempre volvía cuando él susurraba al viento palabras que nunca comprendí.
Su nombre…
—No te angusties, yo estaré siempre a tu lado- hizo una pausa y continuo— a pesar de todo.
—Ángel…— mi voz, sonaba extraña, no podía reconocerle, pero sabía que solo por una vez esas palabras eran ciertas.
Esos ojos, aquellos ojos que me miraban. Era como si me demostraran tantas cosas que nunca imagine. Caminábamos por las altas horas de la noche, la luna sonreía cerca de nosotros, cubierta de rojizas manchas que hacían latir mi corazón. Nunca había notado que mis ojos se agrandaban por movimientos sutiles; tan suyos. Fue así como todo empezó, mientras yo sentía, que… todo terminaría.
A veces imaginaba como sería si todo fuera normal, incluso lo dude, pero no podía explicarme como esa persona que caminaba a mi lado era solo mía. Lo dude una vez más, entonces, solo en ese instante las manos frías que tenia frente a mí, fueron tomadas por aquellas tan cálidas.
Las escaleras eran infinitas, no me parecía que llevábamos más de un tiempo subiendo cuando el dijo con voz cálida:
— ¿Sabes?, parece que será una noche muy fría. Así que toma mi mano, mantendré ese calor para ti— Pero aquellas palabras se las llevo el viento. Cerca el sonido de algo hizo que los dos nos apartáramos. Él corrió para un cuarto oscuro, donde al entrar me pude percatar de que estaba lleno de cosas, que me dieron un gran escalofrió.
—Estamos cerca— se oyó su voz tratando de reconfortarme, insistiendo en que pronto sería mi decisión… solo mía.
Abrimos la puerta de cristal helada, miramos dentro, no había nada más que oscuridad y terror, en esa habitación. Aquel sonido, volvió a resonar, comprendí lo que pasaba; un vuelco rodio mi corazón. Entonces sus manos detenían aquella espada.
—No eres digno y nunca lo serás—la voz se oía por las paredes resonando de un lado a otro, volviendo a enloquecerme, mis temores y mis pesadillas.
—Kaner—Mi asombro, mi mirada… se partió hacía aquel chico que estaba a mi lado, él cual bajo la mirada y después me tomo de los brazos haciéndome hacia atrás…
—Tú eres…— mi voz tembló un solo momento.

 

—Tú naciste para nosotros, para hacer que esta sociedad no termine, Kaner despierta.

— ¿Mi decisión?— no podía responder, sólo quería salir de aquel lugar, dudaba cada vez más

porque yo era la única que podía escoger, la que tenía el bien o el mal.

— Cris, una vida se rige de decisiones, buenas o malas. Pero incluso si no nos volvemos a

ver…—dudó un momento, suspiró y dijo— sabrás que…

— ¡Alto!— su voz se hizo gruesa, sus ojos envolvían un miedo intenso. La oscuridad azotaba

de nuevo mi luz, y solo podía notar que Ángel permanecía cuidándome, como él lo había

prometido…por siempre.

—Yo… no puedo olvidar lo que pasó. Ella murió… y yo la maté, Ángel, en ti encontré todo

aquello…— sucumbí un momento, mi respiración se agitó largo rato, entonces, sólo entonces

me sentí humana por una vez, por un sólo instante.

Y las gotas de lluvia caían fuera, donde la tristeza y el miedo no podían abrazarles. La voz se

hacía más cálida poco a poco, tal vez debí morir ese día, después de todo, se acabaría.

Aunque deseé volver, nunca pude regresar a la vida, y sólo mi alma regresaba los recuerdos

de nosotros dos.

—Kaner, ¿Tú eres la elegida?

—Yo… Sólo quiero ser normal, volver a la vida, ser así no es…—pero antes de terminar de

decir algo la voz oscura quitó de mis labios las palabras.

—Ya veo—susurró—entonces ¡vendrá tú redención!— de nuevo las espadas se oyeron, cada

uno peleaba por mi culpa, sólo mía, y no podía soportarlo. Ángel, desvió la mirada y pude

notar que no se rendiría por nada y por nadie. Pero incluso en ese momento todo debió

terminar.

—Aún en la vida sin muerte, y mi vida con muerte. Somos uno en sangre— Por un

momento me pareció escuchar la palabra “sangre”. Aquella habitación tétrica se parecía

cada vez más, a las sombras de mi pasado. Cuando menos lo esperé, las espadas se volvieron

a oír. Su sonido invadía mi cabeza, gritaba y gritaba en silencio, pero nadie respondía. De

pronto se escuchó un gran trueno azotando la torre donde nos encontrábamos. Un gran

estruendo hizo que la luz de la luna entrara, pude notar a un gran ser viniendo a mí. Era

impresionante esa luz blanca, era hermosa, muy cálida. Quise aferrarme a ella cuando

estuvo cerca de mí. Se acercó lentamente, pude notar entonces que su cara estaba cubierta

de cristales, su cuerpo, todo.

—Kaner, ven conmigo… te sacaré de aquí— después de oírle, la paz que sentía se desvaneció.

Y aquella figura mostró su verdadera forma. Era un monstruo. Me tomó de los brazos,

subimos a lo alto y Ángel… permanecía atado a aquel chico que me miraba por encima de

sus ojos.

Esa noche mi cuerpo fue congelado en una prisión cerca de las ruinas de Cashel.

Permanecía atada. Mi corazón latía fuertemente mientras, sólo pensaba en que yo… quería

verle una vez más. Una sombra se ocultó en la oscuridad, grité tan alto como pude

pretendiendo resucitar aquel gran vacío que yacía en mi corazón. Incluso deseé que no fuera

de esa forma.

— ¿Quién eres tú?—preguntó la voz acercándose cada vez mas a las ruinas. La luz no hacia

notar su cara, ni su cuerpo. Pero aún así, aquel hombrecito de cabellos canos me miraba

directamente.

—Yo… no lo sé… aquella figura de cristales me envolvió en su manto, y así obtuve ésta

redención— Hubo un largo silencio seguido de un suspiro. Me miré las manos, estaban

atadas con las cadenas, mis pies; y el agua permanecía bajo la marea de aquella costa de

Cashel. Aún si pudiera gritar lo suficiente, no podrían oírme en aquellas ruinas de cueva.

—Esa “figura de cristal” como tú dices, es la princesa del tiempo, ella ha visto—el

hombrecillo dio un gritillo mientras la mano de la mujer que me había tomado en brazos y

obtenido la forma de un dragón, tenía la mano arriba de su cintura, la movía lentamente, le

dijo algo en el oído al pequeño gnomo (por decirlo así). Lo dejó caer al suelo hiriéndose la

cabeza con una piedra en forma de cristales, caminó a mí. Podía notar su rencor e ira. Ella

me mostró por primera vez la realidad.

—Kaner, tu alma vagará y tu cuerpo quedará encerrado en estas ruinas. Sólo si tú misma lo

comprendes, regresará a ti— y todo aquello, las rocas, el agua que rodeaba mis piernas, las

cadenas que me mantenían atada. Todo se convirtió en un sueño, hasta que mi alma

encontrara mi cuerpo, hasta que la nueva vida se volviera una sola.

—Ángel… Te esperaré…

— ¿Qué pasa? has terminado por cansarte— Decía la oscura voz acercando con la espada en

mano hacia Ángel, el cual se ruborizó por un momento, volteó a la luna, blanca y hermosa.

Tomó su mano junto a su boca y entonces, los gritos sobresalieron por las paredes. Se tomó

el corazón y con un fuerte esfuerzo se paró.

—No podrás matarme, si es que lo quieres, mi corazón y el de ella, ¡son uno solo!—

— ¿Sabes?, No me había permitido saber lo que paso, pero te lo diré. El corazón de la

princesita está muerto; ahora se refugia entre las aguas que la ahogan. Pronto morirá

ahogada, y tú morirás con ella.

—Nunca fue mi intención hacerte daño, yo solo quería un hogar para Erlik— Incluso

cuando aquellas palabras salían, Erik permanecía inmóvil ante él. Miraba su silueta, se

miraba a él mismo. Ángel, volvió la mirada hacia la luna, una lágrima rodó cayendo a sus

mejillas. Aquella noche, los sentimientos fueron encontrados, y después de tanto tiempo,

aquello que era solo frialdad y dominio hizo que las lágrimas de aquel ángel rodaran una a

una; haciendo que la luna se manchara de rojo.

El dolor de Ángel se volvió intenso. Por dentro su piel se enfriaba, su ser, su corazón, todo

estaba helándose.

—Tu nombre nunca más saldrá de mis labios, nos traicionaste, usurpando el lugar de

un “ángel”, nosotros somos escoria ¡Y siempre lo seremos!— Más lágrimas brotaban de los

ojos de un ángel puro. Las paredes de la torre empezaron a helarse. Erlik lo tomó por el

cabello quitándole un collar de plata que colgaba de él. Le dio un beso en la frente con una

reverencia sarcástica y salió por la puerta de cristal.

Y lo único que esa noche pudo verse, es el sonido del dolor, aquel dolor que inundaba

nuestros corazones, porque un nuestro no sería jamás contado. La sociedad de los demonios

volvería a su reinado, y nosotros que pudimos detenerlo, sólo mirábamos nuestra redención.

—Sayonara hermano…

 

"! Una vez más serás parte de mí"!

Era un día frio, las hojas de los arboles caían frente a la ventana donde una chica de no más de 17 años miraba por ella. Sus ojos cafés sonreían a la vez que revelaban un deseo oculto. El invierno había azotado las cúspides de Irlanda, poco a poco se consumían en un gran frio. La chica miró por la ventana la extraña silueta del árbol, sus ramas mostraban algo tétrico que en un momento le hizo helarse la piel.

-Es que ¿Habrá pasado algo para que esas siluetas vuelvan a visitarme?- se pregunto, saco de un maletín una pluma de ave y con tinta china escribió unas cuantas líneas sobre papel. Cuando no pudo más, soltó la pluma de la mesa y levantándose de su asiento abrió la ventana para pronunciar al viento helado que entraba con fuerza.

-Entra ya, ¿Que has esperado desde mi llegada?

Las ramas de los arboles empezaron a tocar la ventana nítidamente hasta convertirse en un sonido fuerte. Ella se paseo por la habitación volviendo a tomar la pluma y sentándose para escribir.

"Espero pronto tu presencia en el colegio, Mined Carole, pareciese que pronto volviéramos a tener un nuevo comienzo" decía la nota. En un instante tocaron la puerta sofocada mente, subió la mirada para ver quien era, pues la persona había entrado sin pedir permiso alguno.

-Señorita, le esperan en la entrada del colegio, me parece que un chico de edad no muy avanzada

-Gracias, pero con el mensaje real me es suficiente, ahora puedes marcharte.

El hombre de cabellos canos hizo una reverencia y salió por la puerta principal, la chica volvió la mirada hacia la carta escrita y poniendo al fuego un anillo de oro bañado con oro blanco, lo roció con una especie de tinta roja para después cerrar la carta insertando aquel sello.

-¿Te ha pasado por un momento cerrar la ventana?- pregunto una figura extraña entre la oscuridad, la chica sonrió mientras ponía la carta debajo de unos libros y volvía a hablar lentamente con esa expresión de odio en su rostro.
-¿Importa acaso?, lo que se es que estas aquí, Sire no puedo mas con este sufrimiento, ¿es acaso el pago de aquellos pecados del pasado?
-Aún si fuera de esa manera, ve a por una vida normal, camina en la verdad, es algo inquietante que dejes siempre la ventana abierta.

-Lo siento, pero siento tanta tristeza en mi interior, solo deseo que vuelvas a retornar a mí no resisto la noticia de que seas sire de otra, mí...- soltó una lagrima que cayo al libro que había cerrado abruptamente, bajo la mirada hacia su mesita de noche y se quedo en silencio por varios minutos. Los ojos azul turquesa del chico se postraron ante ella, sostuvo sus manos mientras las frotaba con su cara, diciendo a la vez:

-Eres mía, solo mía, pero a pesar de todo, ser un sire es algo mas que no puedo evitar, ve abajo, él...- retorno el amargo silencio en el cual la chica solo lloraba tristemente. El frio invierno parecía que también estaba posando sus raíces en el corazón de aquellas dos personas cercanas, era imposible que después de dos años ¿tuvieran existencias diferentes al creerse el uno al otro?...

- Serine, mi vida es tuya por siempre, aún si los caminos nos separan, siempre se volverán a cruzar el uno al otro, no olvides que te seguiré por la vida.

-Sire, dime tu nombre- la voz susurrante de Serie sonaba nítida en la oscura habitación. Parecían al rededor de las diez de la noche. Las gotas de lluvia caían poco a poco sobre el concreto de la escuela. Un poco después de aquel sonido que se hizo una eternidad para los dos, el movió sus labios para decir algo, pero el sonido fue apagado por el señor de cabellos canos que entraba en la habitación de nuevo. El chico tomo las manos de la chica dejando algo en ella y salió por la habitación sin hacer ningún ruido.
-Señorita, el joven ha pedido que se apresure, tiene algún otro asunto pendiente

-Déjalo- respondió Serine saliendo de la habitación con el puño cerrado, bajo lentamente las escaleras hasta toparse con el joven del que hablaba el mozo. Mostro un cierto desagrado y mirando con furia sobre su hombro encontró a su madre con un vestido rojizo con escarlata. A su lado estaba sostenida la mano de su padre.

-Señorita Sereni Volvert, es un placer conocerle- dijo el joven tomando su mano y besándola lentamente
-fernard Stern, un gusto volver a verle después de la partida de sus padres, me temo que solo puedo estar con vosotros unos minutos, como verán la escuela es un gran motivo de mi ausencia- respondió esta ultima tomando su vestido blanco en sus manos y bajando el ultimo escalón de las escaleras de caracol. Sus padres complacidos por su actitud caminaron con ella hacia la habitación de piano; el mozo abrió y próximamente se encontraron con muchas señoritas alumbradas por unos candelabros grandes en el techo inferior.

-Señoritas- repuso el señor de cabellos canos- el señor Fernand Stern y su prometida, la señorita
Sereni Volvert. Las chicas volvieron sus miradas, parecía como si todo en ese momento se fuera a volver arena dentro de ella misma, deseaba con tanto ímpetu morir a manos de aquel hombre de su habitación. Sire, era el nombre que le había dado hacia unos años, fue así como ella le conoció.

-Erlene, el es Murfort tu sire, decía la voz de mi madre sentada al otro lado de la habitación, me pareció un eterno momento ya que aquel chico de mi misma edad estaba sentado frente a mi con una sonrisa. Ese día me pareció entender que era el destino. Fue así como empezó de nuevo el rumbo de mi vida. Mi corazón latía fuertemente al mirarlo, me sostuve del cojín para poder sentarme bien sin hacer ningún alarde.

-Señorita, es un placer, desde hoy seré tu sire, no me alejare de tu lado, te protegeré por siempre Erlene…- esas palabras… se hacían mas presentes en mi cabeza, lo había escuchado una y otra vez, pero ¿Dónde?

- Murfort, ¿mi sire?, ¿podrías explicarlo padre?- roge mientras sus ojos me miraba insólitamente, aquellos ojos que demostraban dolor, agonía, muerte y vida. Aquel rostro que parecía el de un ángel lleno de nostalgias y pesares. Aun cuando la noche estaba estrellada sobre nosotros, permanecíamos juntos en ese instante. La vos de nosotras dos se hizo una sola…

-Te esperare por siempre…