Y la mariposa sonrió.

Para lo del reto (?) de Kentaurus.

Palabras: 576

Sobre la Mariposa que se enamoró de un capullo, y vio a su amor salir.

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Con suavidad, y casi nada de ruido, las alas de su delicado cuerpo se despliegan en movimientos poco apresurados. Se detiene y posa sus pequeñas patas en una rama de grosura mediana.

En su cara no hay expresión, sólo hace lo mismo que todas las demás, y sólo lo que debe hacer…

… Entonces observa a su alrededor, nota la naturaleza, y a ella misma en una especia de viaje en el tiempo.
Aquella bolsa la había visto antes, estaba segura; la curiosidad apremió en todo su cuerpo, y se fue
acercando al lugar en que permanecía colgado el objeto.

Sus grandes antenas se pegan al capullo, trata de tantearlo, quiere saber lo que se encuentra en su interior, pero no encuentra hendidura alguna que le permita el paso. En el fondo, cree saber, pero no confía del todo en su memoria.

Decide esperar, después de todo, ahí pasará un buen tiempo; justo con la desaparición del sol, observa por última vez el objeto, y cae víctima del sueño.

Pasan los días, y su curiosidad la incita a seguir en el mismo lugar, pero la monotonía se vuelve fastidiosa, pues es un retrato del día de ayer cada momento…

…entonces un suceso la hace estremecer. Se había movido, y una sensación de calor traspasó la membrana del capullo; la sutil mariposa va y lo vuelve a tocar, ahora teniendo un cosquilleo en un su interior, y el enorme placer de volver a sentir las vibraciones de lo que parecía un corazón.

Y la indignación se hizo presente.

Si había alguien ahí ¿por qué no quería verla? Es decir, se había pasado mucho tiempo a su lado, e incluso pensaba en que se estaba volviendo loca al sentir algo que le acompañaba. Quizás era tímido, pensó por un momento mirando con más curiosidad que al inicio.

El tiempo se acercaba, pronto debería irse para no pasar los estragos del invierno; permaneció constante, ya que se sentía realmente dichosa cuando estaba cerca de él… era como sentir su hogar.

Qué extraña relación se estaba dando, entre dos entidades, qué a simple vista eran completamente diferentes.

Los días pasaron, más el sentimiento de amor conforme crecía, iba consumiendo a la dulce mariposa que esperaba con ansias el momento de ver a quien se encontraba dentro; esa misma ansiedad que no la dejaba pensar en otra cosa que la idea de su amor.

El momento anhelado llegó, y la emoción recorrió su pequeño ser tan rápido que incluso sus patitas temblaban al observar como el capullo se abría y se desplegaban unas alas de colores distintos a los suyos… más de igual forma.

Sus ojos se abrieron, el corazón palpitó con exageración e imposible contención. La otra mariposa, que recién descubría el mundo del exterior, notó un solo cambio en él… y ese fue, la aparición de ella, que ya había sentido, permanecía a su lado en el largo sueño metamórfico.

Ella se estremeció, al sentir el tacto del ser que se había acercado a ella, que exploraba con inquietud su cuerpo, y transmitía señales discretas de cariño.

En la fatídica velada, el amor consumió a la curiosa mariposa, que con la llegada del ansiado amor escondido en el capullo, lanzó un último suspiro; dejando escapar las últimas fuerzas que le habían quedado.

Quién hubiera pensado, que en el afán de velar lo que tanto quería, se habría olvidado de ella misma, y así satisfacer el deseo de una efímera vida.

Más una sonrisa invisible se quedó en ella, mientras caía estática al suelo, y el otro ser perplejo observaba.