...Y bechamel Era una catástrofe. Con un poco de suerte, fallarían las bajas esa noche. Que no los comensales descontentos. La Varenne se frotó los ojos y suspiró con abandono. Detrás de sus párpados, bajo las luces acusicas de la cocina, arriba y abajo, todo era blanco. Incluso la salsa bechamel. El azafrán, la pimienta y otras especias altisonantes, parecían mirarlo con reprobación desde el fondo del estante. Todo él y su censurable carrera en la cocina, se habían convertido, entonces, en un terrible accidente culinario. Afligido, removió la mahonesa, blancuzca y descontenta como él mismo. Salpicó perversamente una obertura descompuesta de perejil y perifollo; y acuchilló a un par de champiñones que lucían particularmente contentos. Se llevó una cucharada a la boca desganadamente y, de imprevisto, sonrió. La guillotina imaginaria Luis XIV, que parecía haberse colgado al cuello aquella noche, se retiraba contrariada hacia algún rincón apartado de su mente. * * *Palabra del 3 de marzo de 2011 para 'La palabra del día' yViñeta III para 'Una historia diaria' de Creación literaria.