Explícito We don't know the end, we ride [Gakkou Roleplay | Joey x Alisha | One-shot]

Título: We don't know the end, we ride.
Fandom: Gakkou Roleplay.
Personajes: Alisha Welsh, Joey Wickham | Katrina Akaisa y mención a más gentecilla.
Palabras: 3826
Summary: "Katrina podía ser una de las personas más temidas de toda la academia a pesar de su poca estatura, con toda aquella ira acumulada en su interior, pero lo cierto es que la jodida cabrona sabía cómo hacer una buena fiesta y que la gente acudiese a ella."
N/A: DIOS tenía ganas de hacer este fic desde que se nos fue la puta pinza en la azotea JAJAJ pero los pinches exámenes no me dejaron Y AHORA ME HE TORETTIZADO FUERTE CUZ IM SO INTENSE WITH THEM????? | So anyways, all according to keikaku porque me dio tiempo a que la QUEEN HYUNA sacase álbum CON ESTE PEDAZO DE DUETO y así usarla para el fic uwu | Contenido explícito, escenas de sexo heterosexual, con sus buenos kinks porque no tengo control y ellos menos | Gigi Blanche /\

Get drunk on this atmosphere
Hotter than the day, the night is long
It won’t end, play again, just like how you feel, move on
Wanna get to know, this night won't get turned off, on and on.​

Katrina podía ser una de las personas más temidas de toda la academia a pesar de su poca estatura, con toda aquella ira acumulada en su interior, pero lo cierto es que la jodida cabrona sabía cómo hacer una buena fiesta y que la gente acudiese a ella.

Había conseguido convencer a sus padres para que se fuesen de viaje durante el fin de semana y, con ello, había conseguido tener la casa a su completa disposición para Halloween lo que solo podía significar que tenía que organizar una fiesta de disfraces.

Estando la organización en sus manos, lo cierto es que no necesitaba ayuda de nadie más para crear todo el desastre, pero por algún extraño motivo acabó enviando a los otros dos estúpidos a que se encargasen de comprar el alcohol.

Y, a decir verdad, el extraño motivo fue que aparecieron en la casa horas antes de la fiesta asumiendo que tendrían un papel en la organización de la misma y solo por no aguantarles lloriqueando como sabía que acabarían, Katrina les dio la tarjeta de crédito y les envió a encargarse de lo único que sabía que no podían joder porque eran estúpidamente expertos en ello: las bebidas.

También sabía que los idiotas se pasarían sus amenazas por muchos sitios innombrables, así que la tarjeta que les dio tenía, por supuesto, un límite de gasto por el día por si se les ocurría intentar hacer de las suyas.

Obviamente, hicieron de las suyas, aun así.

Al menos fueron capaces de cumplir con la misión que se les había otorgado, y de manera bastante excelente cabía aclarar, porque cada uno llegó con unas cuatro bolsas llenas de botellas de diferentes variedades y marcas que fueron dejando en la mesa preparada especialmente para ello.

—¿Y eso? —preguntó Katrina, señalando una bolsa extra que la rubia llevaba.

—It’s a surprise!

Era obvio que a Katrina tampoco le interesaba tanto como para investigar más en ello así que simplemente lo dejó estar mientras seguía a lo suyo.

Fue cuando ya quedaba poco para que los invitados llegasen que el par desapareció hacia algún lado, apareciendo después de un largo rato para encarar a Kat con una expresión de orgullo que podía hasta parecer algo infantil.

La morena los miró con una ceja alzada, cruzada de brazos. ¿De verdad que habían usado su tarjeta para comprarse los disfraces? Si es que eran unos estúpidos.

—Y esto… —se acercó a Alisha para colar un dedo en su escote, con una expresión escéptica—. ¿No lo habrás comprado de una sex-shop más bien?

—¡Claro que no, Kitty Kat! —exclamó la rubia, indignada, mientras se llevaba las manos a las caderas.

Katrina levantó las manos como si se estuviese declarando inocente y se fue sin decir nada más, dejando al dúo en su propio mundo mientras ella se dedicaba a cambiarse también con su disfraz.

El par en cuestión, por cierto, había escogido algo así como disfraces conjuntados. Alisha llevaba un traje de policía que, en realidad, poco dejaba a la imaginación y Joey había acabado con un disfraz de prisionero, mucho más normal como cabía esperar.

Cualquier otra persona vería lo jodido que era aquello, cómo trataban los disfraces femeninos y cómo trataban los masculinos. Pero Alisha…

Alisha estaba en su puta salsa.

Y no mucho después, los invitados fueron llegando y la fiesta comenzó al fin.

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.

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​

Estaba liándome un porro mientras salía al jardín frontal de la casa, siendo que el mismo estaba sorprendentemente tranquilo para el pedazo de fiesta que teníamos montada. Igual era lógico, ¿no? Todo lo interesante estaba dentro.

Me estaba llevando el cigarro ya hecho a los labios cuando sentí a Joey acercarse.

Como si mi cuerpo estuviese simplemente acostumbrado a notar su presencia fuese cuando fuese.

—¿Tan temprano, Ali-chan~?

Me encogí de hombros mientras lo encendía, dándole una calada profunda antes de finalmente dignarme a mirarlo.

—Me estaba aburriendo un poco~

Le ofrecí el cigarrillo entre mis dedos, pero me mostró su propio tabaco y seguí a lo mío sin más.

—¿En serio? Aunque debo decir que me sorprende que aún no te hayas cobrado alguna víctima esta noche —solté una risa irónica ante sus palabras, pero no lo interrumpí—. ¿Has perdido práctica, acaso?

—Nada de eso. Simplemente no hay nada que no haya probado ya.

—¿Y Sasha?

Chasqueé la lengua y me dejé caer hacia atrás, apoyándome en la pared con la espalda mientras le daba otra calada profunda al porro.

Ya podría intentarlo todas las veces que quisiera, me era simplemente imposible esconderle algo de ese estilo a Joey, ¿no?

>>De verdad que es una pena, ¿eh? Con lo segura que estabas de que te la ibas a comer mientras que yo no tenía ninguna oportunidad o algo así. ¿No te habrás ablandado~?

Rodé los ojos y no necesité mirarlo para dibujar la sonrisa socarrona que debía tener en los labios, esa que pretendía decirme: “¿Ves? Si es que no puedes ganarme~”.

¿Y qué le iba a decir? ¿Qué le había acabado pillando cariño a la jodida y me conformaba con ser su amiga o algo así? No iba a admitirle eso, si bien ya tenía que saberlo.

—Al menos hemos dormido en la misma cama~

Me di cuenta ya muy tarde que más que molestarlo, aquello lo había tenido que activar. Joder, si es que podía escuchar su ronroneo desde mi posición y estábamos relativamente lejos.

Oh well, whatever.

>>Podría preguntarte lo mismo, de todas formas.

Alcé las cejas al girarme para mirarlo, expectante, y me recibió con una de sus sonrisas ladeadas. Lo vi apagando su cigarro contra la pared y acercarse, apenas dándome tiempo a quitarme el mío de los labios antes de atajarlos en un beso. Lo recibí, claro, y dejé que el humo pasase a su boca en mitad del mismo.

Aprovechó el pequeño momento de confusión cuando nos separamos para quitarme el gorro de la cabeza y colocárselo a sí mismo, sacándome una carcajada justo después.

—Una policía drogándose no habla muy bien del sistema, darling.

—Hombre, algo tendremos que hacer con todo lo que incautamos. Sería todo un desperdicio tirarla, ¿no crees?

—Qué corrupta, Ali-chan~

Di una última calada antes de extenderle de nuevo la mano, sabiendo que en aquella ocasión aceptaría sin más, y lo miré con una sonrisa mientras se lo terminaba, apoyada como estaba con el hombro sobre la pared.

Extendí el brazo para intentar hacerme con el gorro de nuevo, pero Joey fue más rápido; se movió casi como una sombra y antes de poder darme cuenta, me había acorralado contra la pared, y mi mano a medio camino había acabado apoyada sobre su pecho.

Me sonreí y deslicé la mano hasta alcanzar su nuca, atrayéndolo para hacer chocar nuestros labios de nuevo. Se dejó hacer, pero lo separé antes de que pudiésemos profundizar más la unión, haciéndole alzar una ceja.

Logré escapar de la pseudo prisión y me di la vuelta para dirigir los pasos hacia el interior de la casa, sin mirar hacia atrás en ningún momento porque tenía la certeza de que Joey me seguiría.

Al fin y al cabo, no podía ser de otra manera entre nosotros.

¿Alguna vez nos cansaríamos el uno del otro? Ni idea. Lo que sabía con seguridad era que, si alguna vez pasaba, al menos habríamos disfrutado al máximo el tiempo que habíamos pasado juntos.

Una vez dentro de la mansión, no fue muy difícil pasar desapercibidos entre todos los invitados de la fiesta. No es que importase, de todas formas, Katrina estaba muy ocupada comiéndole la boca a Emily, pero nos gustaba añadirle emoción al asunto.

Subimos al piso superior entre risas, intentando acallarnos mutuamente con siseos que lo único que acabaron por conseguir fue sacarnos más carcajadas. ¿Por qué intentábamos ir en silencio si la música del piso inferior reverberaba por toda la casa? Pues ni idea, estábamos más que borrachos así que ahí podía estar el motivo.

En algún punto de la escalera, cuando ya estábamos prácticamente en la segunda planta, tiré de su camiseta e hice que nuestras bocas se uniesen en un beso que Joey me correspondió al instante. Sentí sus manos enganchándose a mi cintura mientras las mías se enredaban en su melena, como venía siendo costumbre, y en algún punto me giró hasta hacerme chocar la espalda contra la pared.

Me sonreí en mitad del beso y afiancé más el agarre en su cabello, instándolo a profundizar más la unión. No opuso ninguna clase de resistencia y a cambio lo dejé recorrerme la boca como le viniese en gana.

Coló una pierna entre las mías y las caderas se me movieron por inercia, en busca de algo de fricción. Joey lo notó y, para cuando me quise dar cuenta, aprovechó el agarre de mi cintura para darme la vuelta y acorralarme aún más contra la pared.

Solté una risa floja que pronto pasó a convertirse en un suspiro contenido cuando sentí que me apartaba el pelo hacia un lado para comenzar a besarme el cuello. La posición en concreto no me daba mucho margen de movimiento, pero al menos pude echar las caderas un poco hacia atrás, chocando de lleno con su entrepierna. Sentí su aliento húmedo en la nuca, consecuencia de un suspiro, y una sonrisa victoriosa se me plasmó en el rostro.

Lo dejé hacer un rato, hasta que sentí su mano sobre mi mejilla y me obligó a girar la cabeza para volver a recibir sus labios. Giré de nuevo el resto del cuerpo, para poder corresponderle con mayor facilidad, y tuvo que darle un chispazo o algo, porque de repente sentí como se hacía con mis muñecas y me levantaba los brazos, anclándomelos a la pared por encima de la cabeza.

Apretó con bastante fuerza, impidiéndome cualquier clase de movimiento, y si bien el rostro se me contrajo en un principio, la presión tardó poco en pasar a excitarme más que dolerme. La mano que tenía aun sobre mi mejilla bajó a lo largo de mi costado, sin realmente tocarme, hasta que alcanzó un glúteo y lo apretó, haciendo que el cuerpo se me impulsase hacia delante y se pegase aún más al contrario.

Le mordí el labio inferior antes de finalmente dignarnos a separarnos y vi como la sonrisa se le ensanchaba después, con la chispa divertida al saber que aquello fue un simple acto de rebeldía por saberme dominada.

—Te recuerdo que yo soy la oficial, Joseph.

Una risa le vibró en el pecho y lo cierto es que a mí también me costó bastante mantener la seriedad del asunto. Ni siquiera había dicho su nombre completo de verdad, pero tan solo ese Joseph ya resultaba jodidamente extraño, sobre todo en aquella situación.

Pero oye, una tenía que hacer lo que tenía que hacer para imponer respeto.

—Ah, ¿sí~? Arrest me then, officer Welsh.

Maldito hijo de puta.

Se había vuelto a inclinar hasta hacer rozar sus labios contra mi oído y habló en un tono de voz grave, casi amenazante, apretando el agarre de ambas manos ahí dónde se habían quedado.

Y por supuesto, el jodido acento británico que sabía cómo me ponía.

Suspiré de forma pesada y no dije nada más. No pude, en realidad, porque volvió dejar un reguero de besos húmedos por mi cuello, bajando hasta el pronunciado escote del disfraz, y lo único que mis labios parecían querer sacar eran gemidos contenidos.

Entreabrí los ojos al dejar de sentir el roce sobre la piel y recibí sus pozos oscuros de lleno, como si hubiese estado esperando a que lo mirase al fin. Se había llevado la cremallera del vestido a los dientes y parecía estar tentando la idea de bajarla, con todo lo que implicaba.

Seguíamos en mitad de las escaleras, a cualquier idiota podría darle por subir y encontrarnos follando.

¿Nos importaba? No realmente.

Le mantuve la mirada sin decir nada más, con la respiración entrecortada y la sonrisa provocativa sobre los labios. Si quería hacerlo ahí en medio lo cierto era que, dadas las circunstancias, no iba a ser yo la que lo detuviese.

No sé qué clase de fuerza externa consiguió hacernos reaccionar a los dos, la verdad, pero al final Joey se alejó y dejó ir mis muñecas. Las moví un poco para intentar recuperar la movilidad y aproveché el momento para recuperar mi gorra.

Quise dedicarle una sonrisa victoriosa por la pequeña hazaña, pero recibí sus iris tan opacadas que lo único que pude hacer fue tragarme un suspiro antes de hacerme con su mano y terminar de subir las escaleras.

Entré a la primera habitación que apareció en mi campo visual, sin importarme realmente de quién era. Podría haber sido una habitación de invitados como la habitación de la propia Katrina, ¿qué más daba?

¿No era, de hecho, un poco más excitante si lo fuese?

Joey cerró la puerta detrás de sí y, acobijados por la oscuridad, volvió a lanzarse sobre mí con cierta cuota de fuerza. Me eché hacia atrás al recibirlo, hasta que mi cuerpo chocó con lo que parecía ser un escritorio o algo así, pero en ningún momento hice amago de separarme o quejarme al respecto.

Como si pretendiese hacer que toda esa brusquedad no me ponía aún más.

Busqué su lengua con ansiedad, recorrió el interior de mi boca como le iba viniendo en gana, y no fui muy consciente de cuando, pero en algún momento acabé subida sobre el escritorio con su ayuda.

Le quité la camiseta con un movimiento que casi podía calificar de desesperado, lanzándola a algún lado de la habitación, y lo recorrí con la vista a la par que iba deslizando las uñas a lo largo de su torso. Mis ojos se habían acostumbrado a la oscuridad y, de todas formas, no es como si no me supiese al dedillo su cuerpo.

El cabrón estaba muy bueno, las cosas como eran.

La sonrisa socarrona de turno casi parecía querer brillar en medio de la negrura y yo… pues lo dejé pasar, porque lo cierto es que sabía muy bien de aquella satisfacción personal cada vez que lo pillaba a él devorándome con la vista.

Solo nos alimentábamos más ese ego de mierda, ¿eh?

Volví a enredar una mano en su mata de pelo, instándolo a dedicarse a mi cuello, y la que se quedó libre navegó hasta entrometer un par de dedos en su pantalón, tirando del mismo hasta hacer chocar su entrepierna contra mi intimidad.

Suspiré de forma pesada y lo sentí gruñir contra mi piel, lanzándome un escalofrío a lo largo de la espalda. Al final se dignó a colar una mano dentro del vestido y comenzó a jugar con el pezón ya endurecido, pellizcándolo y masajeando la zona cada tanto, haciéndolo en definitiva cómo bien sabía que me gustaba.

Y los gemidos que salían de mis labios parecían reclamarle por más.

Más

más
​

y más.
​

Bajó los besos y mordiscos a lo largo del escote, y como respuesta acabé echando el cuerpo hacia atrás para darle mejor acceso a cualquier porción de piel. Había acabado con las piernas enganchadas alrededor de su cintura, eso sí, y las caderas se me movieron en busca de roce, acrecentando aun más la sensación de placer.

Joey, por su lado, parecía haber estado tramando algo todo este rato, eso podía notarlo por su expresión; lo que no podía llegar a imaginarme era exactamente qué. Quiero decir, posiblemente ni siquiera en mis cinco sentidos podría, mucho menos ahí con la cabeza ya prácticamente nublada.

Bueno, ya lo descubriría. De todas formas, fuese lo que fuese, sabía que lo iba a disfrutar como una cabrona.

Sus dedos se dedicaron a bajar la cremallera del vestido hasta que finalmente se abrió por completo y sus labios hicieron el mismo camino de fuego, hasta alcanzar el borde de mi ropa interior y decidir deslizar la lengua de vuelta hacia mi barbilla.

Volvió a hacerse con mis labios y tuve que ahogar un gemido contra los suyos al sentir como colaba las mano en la ropa interior para comenzar a estimular el clítoris. Se separó de mi boca y supe muy bien que lo hizo con el simple objetivo de ser capaz de escuchar los gemidos que salían indiscriminadamente de mis labios.

—Joey.

Y su nombre, Dios. Se le notaba en la puta cara lo mucho que le ponía escuchar su nombre intercalado entre todos esos gemidos.

¿Y yo?

Se lo daba todas las jodidas veces.

Separó los dedos después de un rato, permitiéndome regular algo la respiración, y sentí como se hacía con mi trasero para alzarme del escritorio. Volví a engancharme alrededor de su cintura y busqué de nuevo su boca, afianzando el agarre al pasar los brazos por encima de sus hombros.

Noté no mucho después el colchón a mis espaldas, cediendo ligeramente ante nuestro peso, pero ni siquiera eso fue suficiente para soltarlo. Fue después de un rato que lo dejé ir, ya por falta de aire, y ahí noté también que el gorro se me había caído en algún momento que no supe definir.

Pestañeé un par de veces para intentar enfocar la vista y, cuando lo hice, me recibió una imagen que, no iba a mentir, me tomó bastante desprevenida.

Pero no tardé en extender la jodida sonrisa felina y levanté los brazos, juntando las muñecas, delante de su rostro.

Fine, big boy, let’s get kinky.

Para ser parte de un disfraz, lo cierto es que las esposas aquellas no eran ninguna broma. Las sentí cerrarse alrededor de mis muñecas y moví un poco las mismas, comprobando que el agarre era bastante bueno. Para más gracia del asunto, Joey agarró la cadena de en medio y tiró de ella con la suficiente fuerza para obligar a levantarme de la cama.

Solté otro gemido quejumbroso contra sus labios e intenté unirlos de nuevo, pero captó mis intenciones al instante y me lo impidió antes de siquiera tomar el impulso. Se hizo con mi labio inferior entre sus dientes y lo mordió, distrayéndome lo suficiente para no ser consciente de que se estaba desabrochando los pantalones y guiando mis manos hacia su entrepierna.

Cuando me liberó finalmente, seguí su vista hacia abajo y respondí un poco por inercia, rodeando el miembro con un mano para comenzar a masturbarlo. No fue una tarea del todo fácil con las esposas y todo eso, pero era bastante probable que al cabrón solo le pusiese más verme algo torpe con el asunto.

No le pude dar muchas vueltas tampoco porque parecía que el hijo de puta estaba bastante playful. Llevó sus manos a mi cintura y me impulsó hacia su cuerpo, lanzándome otro escalofrío de mierda cuando la entrepierna me rozó contra su miembro. Y no lo pensé en absoluto ya, comencé a frotarme contra el mismo con insistencia, dejando caer la frente contra el hombro contrario.

Intenté ahogar mi voz contra su piel, pero fue imposible, Joey se hizo con un puñado de pelo y tiró del mismo para obligarme a erguir la cabeza. Enfoqué su rostro a media, lo suficiente para distinguir la sonrisa de lobo y su mirada completamente oscurecida.

—Ali —la voz le sonó jodidamente grave y me rebotó por todo el cerebro—. Ride me.

—Son of a bitch.

Pidiéndome eso solo porque sabía que, aunque lo estuviese montando, tenía las manos atadas y de alguna manera, seguiría teniendo el control sobre mí.

Whatever, tampoco iba a negarme, ¿no?

Me separé y le di la vuelta a su cuerpo para empujarlo contra la cama, que al menos eso sí podía hacerlo. También pude buscar el preservativo en los bolsillos de su pantalón, aunque se lo lancé para que se encargase él de ponérselo porque no tenía la paciencia para hacerlo yo.

Aproveché el momento aquel para apartar la tela de las bragas hacia un lado y en cuanto Joey acabó con lo suyo, volví a subirme a la cama, hincando las rodillas a cada lado de su cadera para deslizarme a lo largo de su dureza. Lo hice lento, como si quisiese disfrutar por completo de aquella sensación, aunque en realidad era por también por tener un sentimiento de control en la situación.

Cuando entró por completo, me quedé un rato quieta, mirándolo desde arriba con la cabeza ligeramente ladeada y las manos apoyadas sobre su pecho. Estúpidamente, en ese momento me dio también un chispazo y me di cuenta de que seguía con los zapatos puestos y, no sé, algo de gracia me hizo.

Como sea, las manos de Joey viajaron hasta mis glúteos y una de ellas acabó dándome una nalgada, lo que hizo que me mordiese el labio y comenzase a moverme al fin.

El ritmo inicial fue lento, pero era obvio que mi cuerpo tampoco estaba para demasiadas tonterías y no tardé en aumentar la velocidad del movimiento, en aquel constante vaivén de arriba abajo.

La voz grave de Joey, con sus demandas en inglés que por algún motivo conseguía responderle, tampoco ayudaban mucho al asunto de tomármelo con calma o algo.

Just like that, honey.

Like this?​

Yeah, keep moving. Can’t you do it faster?

I can.​

Do it faster, c’mon.

Eché la cabeza hacia atrás, hundiendo más las uñas en su piel, y la mente se me fue por completo a la mierda cuando sentí que el chico me alcanzaba a rodear el cuello con una de sus manos. No aplicó demasiada fuerza, pero la simple sensación de tenerlo ahí, aplicando presión, fue más que suficiente para mí.

Si es que el cabrón ya se sabía todos mis fetiches a esas alturas y, sinceramente, no veía manera alguna de quejarme por ello tampoco.

Sentí el orgasmo mandándome oleadas de placer por todo el cuerpo y Joey siguió el mismo camino casi en el mismo momento que yo.

Dejé salir un suspiro tembloroso mientras me separaba de él y me dejé caer en la cama a su lado, con la respiración agitada. Escuché cómo se levantaba no mucho después y me quitó las esposas antes de ocuparse de lo que tuviese para adecentarse. Por mi parte me incorporé para lo mismo, subiéndome la cremallera del vestido y bajándome de la cama para recuperar el gorro de por ahí.

—¿De quién crees que es la habitación? —me preguntó, usando el escritorio de antes a modo de apoyo.

—Ni idea. Espero que solo sea una habitación de invitados, la verdad.

Joey soltó una risa ronca y se encogió de hombros, sacándome una risilla también. Le eché un último vistazo a la habitación antes de dirigirme hacia la puerta, abriéndola, y le hice una seña al chico con la cabeza.

>>¿Vamos? Tú y yo sabemos que esa fiesta no es nada sin nosotros~

—You are damn right, Ali-chan~

Me echó el brazo sobre los hombros al acercarse y salimos del cuarto para volver al piso inferior.

Bueno, la noche aún era joven, ¿no?

Contenido oculto

Not @ these estúpidos follando más en casa de Kat que en las suyas propias (????