Vestidos de novia Hay muy pocas prendas de vestir que sólo se utilizan una vez. Y entre esas están los vestidos de novia. Reconocidos por su tono blanquecino, los encajes y adornos a juego con la ocasión, son condenados a ser usados una vez y nada más que eso. Alguno de ellos tienen la gran suerte de ser guardados por las felices mujeres que, contemplando con nostalgia ven en ellos los sueños que pudieron o no realizarse. No obstante, otros corren con la mala suerte de ser víctimas de la rabia y la pena. Lo menor que les puede ocurrir es ser olvidados. Hay ex novias que se deshacen de su sotana sin importarles qué le ocurra. No importa que lloran perlas, ni cristales, mucho menos que el color blanco pulcro se tiña de mugre e infamia. Nadie los ve, tampoco los escuchan. Quizás sienten el olor de su olvido, pero fuera de eso, nada más.Yo, cuando iba a tiendas de ropa usada los veía destrozarse en un dolor infinito. Se preguntaban unos a los otros por qué estaban allí. Después de todo, merecían saber el motivo de semejante castigo. Unos decían que el novio tenía una amante, otros hablaban de matrimonio forzado, los menos intuían que el encantamiento del amor había acabado. Tras esa rutina, lloraban desconsolados. En los canastos de ropa sólo se percibía la pena. Un día llegó a la tienda una chica que a todos los vestidos atrajo. Mirada llena de amor, aroma de felicidad constante… Sí, no cabía duda, una futura novia. Para ellos, el siquiera imaginar una segunda oportunidad era algo inconcebible. Sin embargo, en contra de cualquier creencia la muchacha estaba allí. Atónitos, comenzaron a murmurar quién sería el afortunado de salir del cesto de ropa usada y con un simple lavado brillaría nuevamente en una bella ceremonia.Primero la joven tomó un vestido, luego otro y así hasta sacarlos a todos. Aquello era imposible y extraño. Todos tendrían una oportunidad. Ya al momento de pagarlos la dependienta de la tienda no menos impresionada que los vestidos se armó de coraje para preguntarle a la futura novia que haría con todos los vestidos. − Por cada media hora de mi fiesta de matrimonio quiero usar un vestido diferente, porque así siempre seré una novia distinta. Los vestidos representarán cómo existirá más de una oportunidad para amar y perdonar, porque en eso más que nunca tengo fe. Al escuchar eso, los vestidos lloraron perlas y cristales, pero no de tristeza, sino que de dicha. Cada uno era un nuevo comienzo. Ya no significarían el final. Por fin serían felices y si se apolillaban, lo harían dignamente dejando de lado el sufrimiento. Ya nadie podría decirles que eran un horrible recuerdo. Siempre habría una oportunidad más.
¡Wow!..¡Quiero casarme! Bueno, bueno, de verdad me gusto mucho porque hace tiempos mi tía se casó y su vestido me encantó.Ahora en día son alquilados y me gustan me gustan más para tenerlo y guardarlo.Son bellos. Me gusta tu escrito es muy real y algo falso.Muy agrado.