Anhelo escabullir mis dedos entre esas lejanas y esponjosas nubes, que se escapan hacia un distante horizonte, uno al cual nunca podre llegar; más sin embargo en mis sueños surcare esos cielos y el gélido viento del anochecer me susurra; hasta que por desdicha despierte y caiga de lleno nuevamente en la realidad. Solo hasta entonces seguiré escuchando el suave murmullo del viento.