Escrito #4 para la actividad Un Valentín Diario 2.0. He interpretado libremente la prompt, pero básicamente es un estudio de personaje. Yamashita Kazuo reflexiona sobre él y otras personas, y la influencia de Ohma en sus vidas. Etiqueto como Kengan Ashura, pero realmente el escrito tiene lugar durante la segunda parte, Kengan Omega. SPOILERS DE KENGAN ASHURA. Día 2: Para/sobre nosotros. when it hits (it hits like an avalanche) Te lo preguntaré una vez más, ¿tú también quieres luchar? Kazuo Yamashita se despierta con un sobresalto, un grito ahogado amenazando con escapar de su garganta. En la oscuridad plena el hombre aún puede ver la luz rojiza del atardecer de aquel día casi tres años atrás, y en su mente aún resuenan las palabras más significativas que Tokita Ohma le había dedicado nunca. Algo húmedo cae contra sus manos, y Yamashita se percata de que está llorando. Como cada vez que sueña con los últimos momentos del hombre al que había llegado a considerar un hijo, las lágrimas están presentes. El CEO siente un extraño vacío en el pecho, y de nuevo recuerda que han pasado años y que ya había superado la muerte de Ohma. La vida seguía su curso y, por alguna razón, eso le dolía aún más. Kazuo se levanta con cuidado, intentando no hacer ruido, y se dirige a la cocina. Todavía hay restos de lágrimas en su rostro, pero al hombre no parece importarle. Fuera de su habitación el silencio más absoluto reina, y esto lo reconforta. Koga ya dormía lo suficientemente poco como para que él lo despertara en la mitad de la madrugada. Deslizándose sobre la madera pulida, Yamashita llega a la cocina sin hacer un ruido. A tientas encuentra el iterruptor de la luz, y cuando todo se ilumina, el hombre contiene un alarido. Ryuki está a de pie centímetros de su cuerpo, su cara en su gesto usual de curiosidad inocente. Yamashita se lleva una mano al pecho, respirando agitadamente, intentando contener las lágrimas. En aquellos instantes entre la luz y la oscuridad, todavía confundido por el sueño, Kazuo había confundido a Ryuki con Ohma. Otra vez. El parecido imposible entre ambos hombres hacía mucho que había dejado de ser doloroso para ser algo más. El chico, mucho más joven de lo que Ohma lo había sido cuando se conocieron por primera vez, lo mira preocupado y curioso, y lo estabiliza con una fuerte mano en el hombro. — Yamashita-san, ¿te encuentras bien? — Su voz no es más que un murmullo, y la ensoñación desaparece como si alguien hubiera explotado una burbuja. Para todo lo que se parecían en el exterior, el interior de ambos luchadores era completamente diferente. Donde la voz de Ohma había sido grave y apática, la voz de Ryuki todavía tenía un tinte agudo de la adolescencia, y denotaba emoción. Yamashita le sonríe el joven, limpiándose la cara rápidamente para ocultar sus lágrimas. Gaoh no dice nada, y Kazuo se lo agradece. Todavía hay cosas que no puede explicarle, preguntas que aún no puede responder; preguntas a las que ni el mismo tiene respuesta. — Sí, estoy bien. No te había visto y me asustaste, ya sabes como me pongo a veces. — El mayor intenta ocultar su agonía tras una máscara de vergüenza, pero no cuela. Gaoh Ryuki, para lo inocente que podía llegar a ser, era extremadamente perceptivo. — Son esos sueños otra vez, ¿no? — El joven se aleja un par de pasos y le ofrece una silla al CEO. Yamashita la acepta y se deja caer derrotadamente, ¿tan transparente era? — Es… complicado, Ryuki-kun. A veces simplemente duele tanto que ya no duela que... es difícil seguir. Es como si de un día para otro te despiertas y te das cuenta que lo que pasó no importa, y con el tiempo empiezas a olvidar… Eso es lo que más me aterra. No puedo olvidar a Ohma. -—Yamashita apoya la frente contra la mesa y respira con fuerza, intentando calmarse. En su mente la imágen de Ohma todavía es clara y vívida, ¿pero qué pasará en unos años? No podía arriesgarse a llegar al punto en el que todo lo que había vivido junto a Tokita pareciera un sueño. Yamashita tenía casi sesenta años, y la posibilidad estaba cada vez más cerca. El hombre puede sentir la mirada curiosa de Ryuki a su lado, y puede imaginárselo ladeando la cabeza como un cachorro, intentando descifrar sus palabras. Dios, como dolía verlo. — Siento que estés tan triste, Yamashita-san. No entiendo muy bien qué es lo que te pasa, pero quiero ayudarte. Si hay algo que pueda hacer, dímelo. — Siempre tan honesto e inocente, las palabras de Ryuki hacen que a Yamashita se le encoja el corazón. ¿Cómo estaba cargando al joven con sus problemas? Kazuo levanta la cabeza y mira al luchador con una sonrisa amable en los labios. Ryuki le sonríe de vuelta, y su inocencia le recuerda nuevamente al CEO a un cachorro. Tan diferente a Ohma. — Gracias, Ryuki-kun. Tus palabras son suficiente. Creo que volveré a intentar dormir y tú deberías hacer lo mismo. Koga necesita dormir todo lo posible y no podemos seguir haciendo ruido. Ryuki asiente con el ceño fruncido, sin entender cómo Yamashita no se había percatado de la presencia del luchador de cabellos plateados, que los escuchaba desde la escalera. Si Koga quería permanecer sin ser visto, no sería él quien lo delatase. Yamashita acomoda las sillas alrededor de la mesa y apaga la luz cuando Ryuki sale de la cocina en dirección a su habitación, tan ensimismado que no llega a notar la rápida interacción entre Ryuki y Koga, que desaparece rápidamente escaleras arriba. En la mente de Kazuo solo hay una frase, y eso es todo lo que puede escuchar. ¿Tú también quieres luchar? Yamashita Kazuo mira al techo y pide fuerzas. Iban a necesitarlas, todos ellos.