Unas malas vacaciones.

Hola esta es mi primera historia en Originales jeje.

Espero que sea de su agrado.


Título: Unas malas vacaciones.

Nos encontramos en la hermosa ciudad de Villa Readel. Éste es un lugar muy lindo, tranquilo, donde la paz reina. Las personas de ésta ciudad eran muy alegres por así decirlo, se levantaban todos los días muy temprano para hacer sus qué aceres matutinos, en el caso de las mujeres, en el caso de los hombres, se iban a trabajar y los chicos y chicas salían a jugar muy temprano.

Pero enfoquémonos en una familia en especial, ésta se apellida Bustamante. Está formada por un hombre, una mujer y un adolescente. El hombre mayor era el papá, de nombre Juan, éste era morrudo, que dejaba bien en claro quién era el que lideraba a la familia, aparentaba unos 36 años de edad, cabello negro oscuro, ojos marrones y vestía muy elegante por así describirlo. La mujer que era la mamá, llamada Sofía, aparentaba unos 30 años de edad, era rubia de ojos celestes, estatura promedio, ósea ni tan alta ni tan chica, vestía con una calza negra y remera gris. Y por último el niño de nombre Martin, bueno no era tan niño aparentaba unos 14 años de edad, viste a la moda y es castaño de ojos color chocolate.

22 de Julio del 2015.

Eran las 9:30 a.m. cuando la familia se levantaba para poder asearse, desayunar y alistarse. Algunos se preguntaran; ¿alistarse? ¿Para qué? Sí, esa son las preguntas que muchos se harían.

Esta familia se preparaba para irse de vacaciones, a petición del padre…

…

Ya habían pasado dos horas y medias desde que se levantaron. Técnicamente todo ya estaba listo para partir y ya habían cargado sus cosas en la camioneta que por cierto era una Toyota Hilux.

Todos estaban a bordo de dicho automóvil, y se dirigieron a su “X” destino.

…

Ya habían pasado 2 horas, desde que salieron de su casa, en ése transcurso, todo era como una familia feliz, contaban chistes, se hacían bromas, entre otras cosas. Hasta que el niño preguntó.

—Papá ¿a dónde estamos yendo de vacaciones? —preguntó el chico de ojos color chocolate.

—Sí amor, dinos, desde que nos dijiste que nos iríamos de vacaciones por una semana nos mantienes con esa intriga. —ésta vez habló Sofía, que junto con su hijo seguían intrigados.

—Bueno… iremos a pasar la semana al lago Livait. —habló el padre muy alegre.

—¡¡¡Enserio, eso es fabuloso!!! —gritó el chico lleno de emoción.

—Bueno… Creo que está bien. —habló la madre, sinceramente a ella no le gustaba la idea de pasar las noches en un lago, le molestaba un poco. Pero al ver lo contento que se puso su hijo no puso objeción alguna.


La familia iba en su respectivo vehículo por la ruta 7, todo era muy lindo, era todo bosque a los costados de la carretera. Un momento el conductor de la camioneta se abre el paso a otro sendero que se va adentrando en el bosque, cada vez más y más. Ahora lo único que podía verse eran árboles a los costados del camino.

…

Ya habían pasado 2 horas más, y nuestros protagonistas ya habían llegado a su destino.

—Finalmente… Lago Livait. —dijo el padre bajando de la Hilux.

Sí… Ya era hora, fue un viaje agotador. —misuto la rubia ya fuera del auto, estirando los brazos hacia arriba y bostezando.

El lugar donde se encontraban era un lugar hermoso, había árboles por doquier, una gigantesca laguna, un muelle con un bote y una caballa.


— ¿Bueno, qué esperamos? ¡¡Entremos!! —Dijo el padre alegre, dirigiéndose a la cabaña. Posteriormente sus otros dos familiares, entraron.

…

…

Ya habían pasado 5 horas desde que la familia Bustamante había llegado al lago Livait.

Ahora nuestros protagonistas se encontraban cenando para después ir a dormir. Pero cuando terminaron de comer al chico Martin se le vino una idea a la mente. Contar historias de terror. Los padres aceptaron gustosos, y así comenzó el juego.
…
Habían pasado 20 minutos desde que comenzó el juego. Juan el papá y Sofía la mamá, ya habían contado su historia. Sólo quedaba el chico, su hijo.

—Cuenta la leyenda, que justo en este mismo lago, Livait. En noches como estas, aparece una especie de monstruo maldito, que mata a las personas. Una vez que hallas visto al monstruo, estas condenado. Éste intento de ser vivo tiene en su mano izquierda un hacha, y en su mano derecha una moto-sierra, les parecerá ilógico pero tiene esas armas pegada a sus brazos, por ende no tiene manos.

Antes de que este monstruo aparezca se escucha a un lobo aullar 3 veces, se va la electricidad y no podrás escapar, vallas donde vallas te encontrara, y te destrozara completamente. En sus tiempos era muy conocido, donde iba mataba, en pocas palabras es un asesino, mutante. ¿Por qué digo mutante? Ya lo sabrán; él era un hombre normal, pero en 1888 un científico loco que le gustaba experimentar con animales, se le ocurrió la idea de experimentar con humanos. El científico, capturó a un humano y experimentó con él. Pero las cosas no salieron como él quería, cuando terminó con su mutación, lo despertó, y… El cazador fue casado. Sí, el científico fue víctima de su propio experimento. Después de esto, el hombre cuyos experimentos hicieron en él, ya no era un humano y le guardaba rencor a estos. Después de haber matado al científico dijo unas palabras. “Por culpa de uno… Morirán barios”. —terminó de narrar el chico. La madre estaba asustada, en verdad la historia había impactado. El padre no mostraba tener miedo, pero en el fondo lo tenía.

—Bien, creo que es hora de ir a dormir, ya causaste mucha conmoción por ésta noche. —habló el padre al ver el estado de su madre que posteriormente se levantó sin decir nada y se fue a su habitación. Martin y su padre hicieron lo mismo, se fueron a dormir.

…

…

El tiempo pasaba, ya era de media noche. Los padres del chico dormían plácidamente en su habitación, y este en la suya. Un sonido extraño se hizo presente, que despertó a los inquilinos de la cabaña. Se despertaron, revisaron pero no había nada. No obstante se escucharon tres maullidos y las luces se apagaron. Los protagonistas se exaltaron, y fueron por velas. Martin, el hijo sintió que algo o alguien lo observaba, y se acercó a la ventana, esto llamó la atención de sus padres, que lo quedaron mirando.

Cuando llego a la ventana, miro y entre las sombras de los árboles del bosque se podían notar unos ojos color rojo intenso, se podía ver que el portador de esos ojos tenía una sed insaciable de sangre.

Las tres se asustaron y fueron directamente a la camioneta, cuando llegaron se subieron y arrancaron, para poder salir de ese tenebroso lugar.

— ¿Se dan cuenta? —preguntó el hijo a sus padres, asustado y agitado.

— ¿De qué hablas? —preguntaron sus padres al mismo tiempo con la respiración agitada.

—Los tres aullidos, el corte de luz y ahora esto. No puede ser coincidencia. —explicaba con la misma sensación.

—¡¡Deja de decir estupideces, es solo una leyenda!! —el padre se estaba empezando a cansarse.

El auto se detuvo, no entendían por qué. Juan miro el medidor de gasolina y estaba vacío.

—Si estaba lleno, lo había abastecido antes de venir. —sacaba conclusiones.

—No puede ser, nos vamos a morir. —Dijo la madre abrasando a su hijo.

—Yo no quiero morir. —decía Martin muy asustado abrasando a su madre.

Juan, Sofía y Martin se bajaron de la camioneta, y se fueron corriendo. Juan les dijo que el iría atrás de ellos, por las dudas.

Sólo pasaron unos minutos corriendo, hasta que una sombra muy velos se llevó al padre de Martin, éste y su mamá no lo podían creer, pero tenían que seguir corriendo, para así salir de allí y avisar a la policía. Así que dejaron a su padre atrás.

A unos cuantos metros.

—No, no me mates, por favor. —el hombre suplicaba piedad. Pero en menos de un segundo el agresor que vestía como la parca, saco uno de sus brazos un hacha. —Tú eres, el… —el no pudo terminar de hablar debido a que el cazador lo empezó a acribillar con el hacha. Este era el fin de Juan. Los gritos de éste eran audibles, sus familiares que corrían para no morir, podían escuchar. Poro no tenían más alternativa que seguir adelante.

La madre del chico corría y corría con su hijo tomado de la mano, mientras lloraba desgarradora-mente al igual que el chico. Una hora después, Martin y Sofía estaban llegando a salir a la ruta 7, pero alguien los esperaba.

El mismo sujeto, fue en busca de la madre del niño. Con la misma velocidad que había pasado anteriormente, atacó a Sofía con la moto-sierra. La madre arrojo a su hijo hacía un lado y la cadena de la moto-sierra descogotó a la mujer. No obstante la empezó a despedazar.

—Buen trabajo. —dijo Martin mirando la escena un poco apartado.

—Jefe, ¿quién será nuestra nueva víctima? —preguntó el sicario.

Fin.