Una terrorífica noche de amor.

Una terrorífica noche de amor.


Era viernes por la tarde, apenas íbamos saliendo del instituto y, como cada viernes, nos juntaríamos todos en el estacionamiento para planear nuestro fin de semana. Fui la segunda en llegar a nuestra pequeña reunión, Luna, mi mejor amiga, era la primera. Me acerqué con paso cansado y ella alzó la mirada.


– Julia– me dijo abrazándome en forma de saludo.


Yo le regresé el abrazo y comenzamos a platicar mientras esperábamos a que todos llegaran. Poco a poco fueron llegando nuestros amigos y hasta el último llegó él, su nombre es Daniel, mi amor imposible desde que comenzó el ciclo escolar, y digo imposible porque no soy la única chica que gusta de él, pero es que sería imposible no enamorarte de sus penetrantes ojos cafés y su cabello alborotado.


Me había perdido toda la conversación de mis amigos, distraída en observarlo discretamente, ellos seguían hablando y hablando hasta que dijeron algo que llamó mi atención.


– Entonces en la noche los veo en mi casa– Daniel sonrió levantando su mano para despedirse.

– ¿¡Que!? – pensé en voz alta llamando la atención de todos.

– ¿Sucede algo?– preguntó viéndome con extrañeza y acercándose un poco a mí.

– No…– comencé a decir con nerviosismo– No sucede nada.


Dicho esto él me lanzo otra mirada de extrañeza y después me sonrió, sentí que los colores se me subían al rostro y desvié mi mirada para que nadie lo notara. Todos comenzaron a irse hasta que de nuevo quedamos solas Luna y yo. Ambas vivíamos en la misma dirección, así que siempre caminábamos juntas de regreso a casa.


– ¿Te sorprendió, verdad?– Luna sonreía de manera burlona.

– ¿De qué hablas?– pregunté, aunque sabía perfectamente de que hablaba.

– No te hagas tonta– me enseñó la lengua– de ir a casa de Daniel.


Me volví a sonrojar y le di un pequeño empujoncito, ella soltó una ahogada carcajada y todo el trayecto estuvo molestándome con eso, de eso se trata nuestra amistad, molestar una a la otra sin importar la hora, el lugar o las personas que estén presentes. A veces ella se pasa de la raya, diciendo cosas frente a Daniel, pero él no les da gran importancia.


La tarde se pasó muy rápido, una parte de mí quería ir, pero la otra decía: “No vayas, inventa que estás enferma”. Conociendo a Luna, sabía perfectamente que si le decía eso, iría a mi casa y me sacaría arrastrando, así que preferí evitarme esa escena. Me puse una sudadera para cubrirme del frío y salí para encontrarme con ella en la puerta de mi casa.


Su novio, Sam, pasaría por nosotros para ir a casa de Daniel. Luna y yo subimos al coche y pasamos por otros dos amigos, que para mí desgracia iban muy acaramelados. Sentía que por todos lados era un mal tercio.


La casa de mi amor imposible estaba a las afueras de la ciudad, a quince minutos para ser exacta. Al llegar a la bonita y, un poco, grande casa, Daniel nos recibió con una sonrisa de oreja a oreja. Todos pasamos al salón de televisión y nos acomodamos para ver las películas. Lo que yo no estaba enterada es que la noche de películas era con el tema de terror, algo que no me agradaba mucho.


Me senté en el piso después de darle muchas vueltas en mi cabeza. La “noche de películas” comenzó y la primera que pusieron fue una de un muñeco maldito, que cobra vida y mata gente, o algo así, para ser sincera prestaba la menor atención posible. Al terminar la primera película, rogaba por que no pusieran otra de esas cosas horribles, pero mis plegarias no fueron escuchadas y pusieron otra.


Ahora la película trataba de un asesino, con garras de metal, que si dormías te mataba en tus sueños. En verdad terminando esta horrible noche tendría que tomar veinte años de terapia. Lo peor no fue ver la película, sino lo que sucedió a la mitad. Se escuchó un fuerte ruido de algo que se rompía y todas la luces se apagaron, viéndolo por el lado bueno ya no veríamos mas películas, y viéndolo por el lado malo, con las que había visto era más que suficiente para que mi mente me diera malas jugadas.


– Iré a buscar unas velas– Daniel se levantó de su lugar y escuche como sus pasos se alejaban.


La sala quedo en completo silencio, hasta que Luna habló.

– Que extraño, mi celular no enciende– dijo con tono de preocupación.

– Mmm, el mío tampoco– Jul también se escuchaba preocupado.


Busqué mi celular en una de mis bolsas, pero no logré encontrarlo. Lo había dejado en la bolsa de mano y, como era muy cobarde para levantarme a buscarla, pedí que me la pasaran.


– ¿Kelly me pasas mi bolso?– le pedí, pero no tuve ninguna respuesta– ¿Kelly?– pregunté temerosa.

– No esta– respondió Dante, su novio– Iré a buscarla.


Dante se levantó de su lugar y, al igual que con Daniel, pude escuchar sus pasos alejarse. Estuvimos otros minutos en la oscuridad y en silencio, hasta que se escuchó un ahogado grito. Salté del piso al sillón más cercano y abracé mis piernas con mis brazos en señal de miedo.


– ¡Kelly!– Luna se levantó de su lugar y corrió.


El silencio se apoderó de nuevo de la casa y se volvió a escuchar un grito, pero ahora era de Luna. Mi cuerpo se tensó y por más que quería correr a ayudarla, no podía, mi cuerpo no se movía ni un centímetro, estaba aterrada. Escuche que Sam corría y me quedé completamente sola en la habitación. Esto lo había visto en las películas, un asesino corta la corriente de luz, causando un apagón en toda la casa y después asesina a uno por uno.


No pensaba morir ahí, definitivamente alguien tendría que contar esta historia a los noticieros, aun que quería correr a buscar a mis amigos, mi mente tenía la idea de escondernos. Salí de la sala de televisión lo más silenciosa que pude y entre en la habitación contigua, encontrándome con Daniel.


–Daniel– mi voz era un susurro– me da gusto encontrarte, algo malo está pasando.

–Lo sé– su tono era serio, se acercó a mí y tomó mi mano.


Sus manos estaban mojadas y calientes, solté su mano por inercia y mis manos ahora se sentían pegajosas. Lo miré con incredulidad y lo primero que pasó por mi mente era sangre, mucha sangre. Traté de gritar, pero lo único que salió de mi garganta fue un chillido, lo empuje con todas mis fuerzas y salí corriendo de la habitación.


Él era el asesino, no cabía duda, había planeado todo perfectamente, la noche de películas en su casa, el apagón, el asesinato, ¡todo! Mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, sabía que moriría ahí, que esta era mi última noche con vida. No sabía hacia donde corría, hasta que choque contra una pared, busque con las manos alguna salida, pero era imposible, la única puerta que había cerca estaba cerrada, en ese instante lo escuche…


Caminaba con paso lento, podía escuchar perfectamente que estaba en el mismo corredor que yo. Sabía que no tardaría en encontrarme, cada vez escuchaba más fuertes su paso, dándome a notar que cada vez estaba más cerca de mí.


No pasaron ni quince segundos cuando pude ver su sombra cerca de mí, mi corazón se desboco y mi cuerpo comenzó a temblar. Daniel llevo su mano a su espalda y fue sacando algo de atrás de él, yo por mi parte cerré los ojos, lo que menos quería ver era mi propio asesinato.


Estuve unos minutos con los ojos cerrados, esperando a que algo sucediera, pero nada. En ese momento se escuchó como un generador de luz se encendía y volvía iluminar toda la casa. Yo abrí mis ojos y no pude creer lo que estaba frente a mí.


Daniel estaba ahí parado con sus manos pintadas de rojo, sostenido un ramo de flores y viéndome burlonamente. Yo lo miré incrédula y no tenía palabras para decir algo, mi voz estaba quebrada y mi cerebro bloqueado. Él se acercó a mí y tomo mi mano entregándome el ramo, yo lo apreté con fuerza y sonreí.


– Perdón si te espantamos– escuche la voz de Luna y voltee e dirección del cuarto que anteriormente estaba cerrado– todo era parte del plan.

– ¿Plan?– pregunté con un hilo de voz.

– Si– Kelly sonreía de oreja a oreja– Daniel nos pidió ayuda para declararte sus sentimientos de una manera poco común.

– ¿Y qué mejor forma, que con una escena de película de terror? – Sam se acercó a Daniel y le dio palmaditas en la espalda.


Yo los miré a todos de pies a cabeza, aún en estado de shock, hasta que mi cerebro proceso lentamente las palabras de Kelly: “Declararte sus sentimientos”. Miré a Daniel y volteé a ver el ramo de flores que tenía en las manos.


– ¿Declarar tus sentimientos?– al decir esto me sonroje y trate de no mirarlo directamente.

– Si– comenzó a caminar hacia mí y me tomó de la mano– Me gustas desde hace mucho tiempo, pero no tenía el valor de decírtelo, hasta que Luna me dijo que tú pensabas igual.


Yo volteé a ver a Luna con mirada asesina y ella alzo los hombros, y sonrió con inocencia. Volteé de nuevo a ver las flores y note que traían un papelito, tome el papelito y lo abrí. Mis ojos se abrieron como platos, mi corazón comenzó a latir rápidamente y mis mejillas se pusieron calientes.


“¿Quieres ser mi novia?”– Era lo que decía el trozo de papel.


Yo no pude decirle nada, estaba en shock por ambas situaciones. Ni siquiera sabía porque mi corazón seguía desbocado, si por el susto o por su declaración. No dije nada, pero me acerque a él y lo abrace, Daniel me regreso el abrazo y me acercó un poco más a su cuerpo. Por parte de nuestros amigos recibimos un: “Oh, qué bonito”.


Ya que me había calmado y mi estado de shock desapareció, volteé a ver a todos y cada uno de ellos, examinándolos de pies a cabeza. Después del susto de mi vida, mi instinto asesino había despertado y ahora ya no estaba asustada, sino enojada.


– Yo los matare– Cerré mi puño con fuerza.


Me iba a acercar a ellos, pero Daniel me tomo de la mano y me jalo hacia él, acerco lentamente su cara a la mía, yo cerré los ojos y nuestros labios se juntaron en un beso, al principio un poco torpe de mi parte, pero él no se separó de mí y mis labios cedieron a los suyos. Lo único que se escuchaba eran las risitas de mis amigos a mis espaldas.


– No creo que puedas matarnos mientras besas a tu novio– Escuche a Luna decirme, pero aun así no me separe del beso.