Una Felicidad no correspondiente.

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por Alexlector, 4 Mayo 2012.

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    Alexlector

    Alexlector Entusiasta

    Aries
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    Una Felicidad no correspondiente.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    5106
    Hola! Espero y esten bien. Vuelvo a publicar esta historia en solo dos partes. para todo los que quieren volver a soñar, o bien para aquellos que no la han leido les pido leerla y dejarme una critica sobre que les parecio. GRACIAS!!!

    Bahiana

    Confesión.


    Este es el peor día de mi vida, nunca pensé que algo así me podría ocurrir. Veía en la televisión en casa, los programas que mostraban la misma situación en la que yo me encontraba, pensaba que eso nunca me pasaría, nunca tendría que preocuparme por eso tan pequeña. Hoy era el día que tenía que enfrentar mis problemas. Pienso que mi vida es como la rueda de la fortuna, cuando estaba en la cima ves todo a tus pies y ríes y estas feliz durante esos cinco minutos que dura la atracción en las alturas. Cada vez que vas bajando ves el mundo como se va agrandando y solo tú eres como una pequeña hormiga. Así te ven las personas que están arriba. Cuando llega el momento de estar en el suelo, todo se ve más grande, piensas que ya no puedes pero no importa nada mientras seas feliz y los problemas no te tumben. Yo estoy en un problema mayor. Cada vez que me iba acercando a la sala para confrontar mis problemas, la preocupación era cada vez mayor e iba creciendo y no perdonaba errores. Mientras mi papá veía Super Bowl XLIII, mamá cocinaba algo que olía delicioso.

    Durante la cena, solamente mi hermano mayor Josh no paraba de hablar sobre los meritos académicos que al parecer le darían al salir de sus Estudios Medios Superiores (es su ultimo año), yo no sabía cómo comenzar la confesión, pero la tenía que decir, definitivamente tiene que salir.

    -Papá, Mamá. Tengo algo importante que decirles.- En ese momento me levante de la silla del comedor y con un suave movimiento circular toco mi vientre.

    Mi mamá al momento de ver eso lo entendió rápidamente. Y su única acción fue levantar su plato e ir a la cocina. Mi familia es muy fanática a la religión católica. Yo al contrario, creo en Dios, pero no en sus creyentes. Pero el miedo que tenia al decirles esos a mi familia era grande.

    -¿Qué está pasando bahi? – preguntó papá. La cara de preocupación era sorprendente. No sabía que contestarle, simplemente lo haría.

    -Papá yo…

    -¡JA JA! Ya te cogieron ¿verdad?- grito Josh interrumpiéndome bruscamente.
    Sentía que el miedo salía de mí por los ojos, las gotas de agua salada que salía de mi cuerpo eran inevitables. Mientras me sentía apenada, levante mi cabeza y vi como papá le pegaba cachetadas y puñetazos a Josh.

    -¡PAREN YA! – la voz de Mamá resonó por toda la casa, mientras yo sentía que mis piernas no iban a soportarme.

    -¿Estas embarazada?- papá preguntaba con una voz dulce, pero lo que no sabía era que el monstro de su interior saldría. -¿ESTAS EMBARAZADA?, ¡CONTESTAME ZORRA!
    Mientras me gritaba, sentía sus manos aplastando mi cabeza y mi vientre, yo hacía esfuerzos de quitármelo de encima, pero no podía. Mi mamá rápidamente acudió a la escena y quito a golpes a mi papá de mi cabeza.

    -Si lo estoy, y no me avergüenzo es algo que pasó y…

    -¡Y NADA!, escúchame bien prostituta. ¿¡De quién es ese bebe!? – mi papá gritaba, nunca lo había visto así. Bueno, eso es lo que él me hacia decir enfrente de sus amigos y compañeros de trabajo, pero dentro de mi casa todo era diferente.

    -No te lo puedo decir.

    Una de sus pesadas manos me tiro al piso y aventó una silla sobre mí.

    -¡DIMELO O TE TERMINO DE MATAR A TI COMO A ESE MOCOSO!

    Cuando otra vez se iba a balancear sobre mí, mi mamá se apodero de él y lo agarro con todas las fuerzas de una madre al proteger a su propia hija.

    -Hija mía, por favor. Dime de quien es tu hijo.



    Sara
    Problemas.


    Mientras sonaba Christina Perri con jar of hearts, bailaba con Max mi último baile de la secundaria. Estabamos en el baile de graduación, Max era unos de los chicos más deseados de la ciudad y yo lo tenía en mis manos. El tiene 19 años y yo 16, mis padres siempre han estado en contra de mi relación pero no me preocupo yo lo amare siempre, bueno eso espero. Pero es momento de terminar con él, siempre eh pensado que me ah estado engañando y siempre lo eh escuchado de todas y también todos mis amigos. Dicen que es mala influencia para mí, pero yo lo amo, pero tengo que terminar con él.
    So don’t come back to me, don’t come back it all

    -Tengo que platicar contigo Max.

    El bailaba tan suave que sentía que volaba por los cielos, pero la fantasía terminaría que siento que no podre llevarla en mis manos y poder con ella, entonces saldré corriendo llorando por mi corazón roto, mientras que el ya está bailando con otra.

    -¿Qué pasa amor?

    -Sara. No me digas “amor”, tú lo hiciste. Tú me engañaste, no puedo creer lo que me hiciste.

    Running ‘round leaving scars

    Sentía como su mano se resbalaba de las mías para agarrarme del brazo. Mientras corríamos en medio de la pista de baile, mi vestido volaba y por fin me sentía como una cenicienta. Salimos del gimnasio y me estrello a la pared de una manera fuerte pero sexy.

    -Te juro princesa que yo no te eh engañado.

    Remember how to put back the light in my eyes

    -Acabas de decir que no me has engañado. ¿Pero lo planeas hacer?

    Sin decir una palabra más Max me beso tan fuertemente que no podía soportar estar enojada con él ni un minuto más. Sentía como el fuego subía por mis piernas, sus manos eran algo duras pero al mismo momento lisas y fuertes como un hombre. Mis manos iban por todo su pecho, después jugando con su abdomen fui bajando más y más hasta tener mis manos en su pantalón. La pasión era muy fuerte para detenerse, que vimos un salón vacio y corrimos hacia él. Entramos y cerramos la cerradura, Max me aventó hacia el escritorio donde mis movimientos se coordinaban hasta llegar a desabrochar su pantalón y quitarle la camisa. Volteo al piso y lo primero que veo es mi vestido, me quería quitar de ahí, sentía vergüenza. Me sentía una mujerzuela, pero no pude. Mis deseos fueron más fuertes, veo a Max sin camisa y mis manos quitándole el pantalón y quedándose en boxer´s. El amor era tan grande que sentía las manos de Max en mi espalda y como si nada siento como bota mi brasier. Sus besos eran suaves como una sabana en una playa, su aliento era refrescable y lo que hacía conmigo era excitante, de un momento a otro siento algo dentro de mí, un calor soportable que se desbordaba por todo mi cuerpo. En ese momento lo quito de mí porque había algo que me preocupaba.

    -¿Traes condones?

    -Claro mi reina.

    Simplemente se abalanzo sobre mí y me iso sentir como una reina después de todo. Nunca había visto nada masculino, y para ser el primero era bastante bueno.



    15 días después.

    La llamada será transmitida al buzón, deje un mensaje al oír el tono. Buip.

    -Max, llámame en cuanto puedas. Esto es una emergencia.

    No podía estar pasando, en esa mañana fui a la farmacia a comprar cinco pruebas de embarazo diferente. Solamente una de esas cinco salió negativa. ¿Cómo les diría a mis papas que estoy embarazada? No puedo. Me tengo que esperar hasta que aborte. Escuche el timbre y todo lo que quería es que no llegara mi papá. No lo puedo mirar después de estar en esta situación.

    -Hija, es Max.

    Sentí un gran alivio al escuchar a mi mamá decir que era Max. Por fin, pero me sentía atrapada al saber que le tenía que decir que estaba embarazada. Cada paso al bajar las escaleras fue eterno, como si el infierno se estuviera apoderándose de mi vida y una pequeña parte de Max realmente estuviera dentro de mí.

    -Hola bebe, ¿Cómo estás? Te noté muy preocupada con el mensaje de voz que me dejaste.

    Sentía que mis piernas no podían mi peso y me caería. Pero no, tengo que ser fuerte, son mis consecuencias de esto. Solamente le diré a Max que abortare.

    -Max, ¿recuerdas la noche después del baile?

    -Claro amor, fue la mejor noche de mi vida. Pero ¿Qué pasa?

    -Estoy embarazada.



    Max.
    Tradición.

    -Hey! ¿Por qué te estás poniendo la ropa?

    -Porque solo me usas para tener sexo. Por lo menos ¿Me quieres? – pregunto Anna.

    Anna era una de las chicas mas sexys de la universidad. Estar en una relación con Sara una niña idiota que por todo se ilusiona es demasiado cansado y a veces necesito relajación.

    -Claro que te quiero, solo que no puedo poner lo nuestro en público porque tengo novia.
    Mi celular empezó a sonar. Era Sara, que no se cansaba de estar molestándome cada vez más tiempo.

    -¡Mira quien brillaba por su ausencia! ¡Contesta pedazo de mierda que yo me largo de aquí!
    Agarré mi celular y lo tire por al piso. Dejó de sonar.

    -Hey, hey ¿A dónde vas?

    La tome por un brazo y al comenzarla a besar le quite la blusa color rosa pastel que traía, su cuerpo era máximo y sus pechos de lo mejor. Y después de fornicar un rato se puso su ajustada ropa y se levanto de la cama.

    -Adiós Max. ¿Cuándo nos vemos?

    -La otra semana ¿Qué te parece?

    -Nos vemos, cuida al pequeño Max por mí.

    -¡Ja ja ja! Claro.

    Cuando entre a mi cuarto vi que era un desastre. Escucho a mi celular sonar y veo que es Sara, trate de contestar pero ya había colgado. Dejo un mensaje de voz.

    -Max, llámame en cuanto puedas. Esto es una emergencia.

    Me di una ducha rápida para lavar a mi amiguito y salí de mi casa. Cuando Llego a casa de Sara veo que el carro de su papá ni el de su mamá están. Genial tendré sexo con ella. Toco tres veces la puerta y cuando estaba a punto de hablarle a Sara su mamá me abre la puerta. Que mala suerte.

    -Buenas tardes señora ¿Se encuentra Sara?

    -Claro que si Max. Espera un momento.

    -Max, ¿recuerdas la noche después del baile?

    -Claro amor, fue la mejor noche de mi vida. Pero ¿Qué pasa?

    -Estoy embarazada.

    Sentí como mis bolsillos y ahorros se iban por un drenaje.

    -¿QUE? ¿Cómo que estas em…

    -¡Cállate! Nadie lo sabe. Solo tú.

    -Pero use condón no pudo pasar eso.

    -Pero está pasando.

    -Ese hijo no es mío.

    No puede ser mío, no se puede quedar embarazada una chica con solo tener sexo una vez. Ella es una puta.

    -¡Por favor no me salgas con estas idioteces! ¡Claro que es tuyo! Tú fuiste mi primera vez.

    -No no no no, ese engrendo no será mío hasta que realices una prueba de ADN.

    -De las cinco pruebas que me realice solo cuatro salieron positivas hay una pequeña probabilidad de que no lo este y solo sean hormonas.

    Tengo solamente diecinueve años. Son muy joven, me faltan muchas chicas para tener relaciones con ellas y no puedo ser padre tan temprano. Bueno no me importa seré padre pero seguiré con mi sexualidad activa.

    -Pero no preocupes tengo pensado abortar.

    -No, no puedes abortar.








    Sara.
    Vida y muerte.


    2 meses después.

    El hecho de que Max no quiera que aborte, no quiere decir que le hare caso. El aborto es mi primera opción y la última es conservarlo. Todavía no les eh dicho a mis padre que estoy embarazada, pero no creo que se den cuenta. Creo que todavía me queda tiempo antes de que vean mi gigante vientre. Mientras estaba en la escuela, las clases son aburridas, los profesores enojones y yo con cada vez más hambre. En ese momento entro una secretaria, la reconocía por su pelo rojo y su piel blanca, le dejó un papel a la maestra y se fue.

    -Sara tiene que ir a la oficina del director.

    Solamente un “Uhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh” se escucho en todo el salón. ¿Para qué me quieren en la dirección? ¿Acaso ise algo malo?

    -Soy Sara.

    -Pasa, el director Stuart te espera.

    Entro y su oficina era la mejor de toda la escuela. A lo mejor ya sabe que está embarazada y le marcaria a mis padre para decirles.

    -¿Qué se le ofrece director?

    -Lo siento mucho Sara, su padre tuvo un infarto y está en el hospital “Ángel” su madre está en camino por usted. Vaya a su salón por sus cosas y venga a esperarla aquí.

    Cuando escuche que mi padre había tenido un infarto mis piernas no aguantaron y cayeron al piso fuertemente. Mi papá un infarto. ¿Pero cómo? Es joven. No puede morir, aun no, entonces no conocerá a su nieto. No, de todas formas abortare. Simplemente esperare el mejor tiempo para hacerlo.

    Salgo de la oficina y lo primero que veo es a mi mamá llorando. Corro tras ella, simplemente quiero un abrazo de su parte. La abrazo y siento el temor de que mi papa nos deje y se valla con un Dios que no sabemos si existe. Subí al carro y lo primero que dije fue:

    -¿Papa está muerto?

    -No, simplemente tuvo un fuerte infarto. Espero que se recupere.
    Mi papá se puede morir. En mi mente vino un recuerdo de cuando me enseñaba a andar en bicicleta. O cuando me sentía muy fea y nadie me apoyaba el me dijo:

    -Hija, cuando tú te sientas mal, siempre estaremos tu mamá y yo. Protegiéndote. Amándote, desafiando cualquier cosa por ti. Tú nunca me vas a ser sentir mal, tu eres y te amo por el simple hecho de ser quien tú quieras ser. Tú. Por eso te amo, pues de esa manera te eduque y te amo y nunca olvides que a tu lado siempre estaré.
    Sentía como mi vista se hacía borrosa y no podía ver. Lagrimas saltaban de mis ojos y los de mamá. No podía ser papá, a lo mejor se equivocaron de persona. O simplemente no es el. No, no, no puede ser el.

    Cuando cruce la puerta del hospital sentí un lugar frio e inseguro. Veo que mi mamá pregunta por mi papá en la recepción y llega un doctor. Están hablando y yo estoy tan alejada como siempre lo eh estado. Veo que el doctor se quita el sombrero que traía, y mi mamá resbalándose por la pared que suponía detenerla. Cuando al fin me arme de valor a ir con ellos, escucho y veo a mi mamá llorar inconsolablemente.

    -¿Doctor sobrevivirá?

    -De eso mismo estaba hablando con tu mamá. Lamentablemente hicimos todo lo que se pudo hacer pero él no sobrevivirá por mucho tiempo. Su estado es crítico. Le doy hasta mañana, si no es que ahora.

    No. No se puede ir, dejarme sola a mi mamá y a mí cuando yo tengo un ser en mi vientre. Cada palabra que el doctor decía iban destrozando poco a poco mi corazón y me daba cuenta que realmente no había dado un tiempo con mi padre. Y el ya estaba muriendo y yo necesitando amor que solo un padre como él me daría.

    -¿Lo puedo ver? – mi voz sonó tan quebrada que me dio miedo seguir hablando.

    -Claro. ¿Señora usted no quiere entrar?

    -No puedo, que entre ella.

    Mi madre, mi apoyo y mi amor estaba tirada controlando las ganas por soltar toda esa tristeza que tenía en su cuerpo. Pero yo no quiero decir adiós. No puedo.

    -Aquí es. ¿Segura que quieres pasar?

    -Sí.

    El doctor me abrió la puerta al mismo tiempo que veo a mi papá acostado en esa cama blanca. Note que estaba conectado a un aparato. Ya no era él, si no que un vegetal.

    -¿Hija? ¿Eres tú?

    Al escuchar su voz enferma mi corazón se rompía en mil pedazos.

    -Si soy yo.

    -Hola, por favor no llores.

    -Claro que no papá. Somos fuertes recuerdas.

    -Sí. Hija, este es mi último momento contigo. Gracias por darme esa felicidad que solamente tú y tu madre me la han podido dar.

    -Papá tengo que decirte algo.

    -¿Qué pasa?

    -Estoy embarazada. Tengo dos meses, pero tengo planeado no tenerlo. Abortare.

    -No, no lo abortes. Tenlo y si es hombre ponle mi hombre y recuérdame.

    -No necesito a un niño para recordarte papá.

    Cada vez me recordaba a mi niñez, sentía que ya eran sus últimos momentos. Sentía que se me salía el corazón y cada vez mis lágrimas brotaban sin permiso. Mi papá morirá.

    -Hija, cuando te sientas mal ahí estaré contigo y mi nieto. No te olvides que soy tu amigo.
    Cierro los ojos para asimilar lo que estaba pasando y lo que me inquita fue el sonido del aparato de los latidos del corazón.

    -¡ALGUIEN AYUDEME! ¡POR FAVOR!

    Las enfermeras entraron corriendo y dos doctores con ellas. Estuvieron quince minutos tratando de que volviera a la vida y fue un intento fallido. Se me fue, no puedo perder a este niño.

    -¡NO! ¿POR QUE DIOS? ¿POR QUE ME HACES ESTO?

    Cuando sentía los brazos de una enfermera llevándome del cuarto de mi papá para poder limpiarlo y llevarlo a la morgue. Papá, cuídame desde donde estés. Te quiero mucho.

    -Hora de la muerte: 20:35…





    Bahiana.
    Recuerdos.


    4 meses después.

    Era mi segunda sesión con una psicóloga. Nunca me gustaba ir, porque mi mamá quería saber quién era el papá de mi bebe. Jamás me había sentido usada para sacar información y así me sentía cada vez que visitaba a la psicóloga, mi papá no estaba de acuerdo, puesto que el no creía en nada de la psicología, pensaba que era dinero echado a la basura.

    -Acuéstate, y dime ¿Por qué estás aquí?

    -Para saber quién es el padre de mi hijo.

    -¿Y tú lo sabes?

    -Claro, no soy idiota. Pero eso no es de su incumbencia.

    -Relájate y cierra los ojos, hare una hipnosis.

    Le hice caso, de todas formas no le diría nada. La sesión pasada le grite tanto a la psicóloga que mi mamá me pego en la casa. Sufría de maltrato intrafamiliar, pero si denunciaba me alejarían de las personas que realmente amo.

    -Cuando cuente hasta diez, quedaras dormida y me contestaras todo lo que diga.

    -Bueno pero…

    -No hables, solamente escucha mi voz. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nue…

    Las imágenes llegaron a mi mente. Era algo que quería olvidar.


    Mientras estaba en la cocina de mi casa yo sola, escuche un ruido fuertemente. Era la puerta de la entrada y cuando fui a la sala, la puerta estaba abierta de par en par. Cuando la cierro una mano agarra bruscamente mi boca y siento como sus manos inmovilizaban alas mías, cuando menos pensé me tenía en el piso. Mi piel se ponía “chinita” cada vez que sus brazos tocaban mi espalda y recorrían todo, mis brazos, mi espalda, mi trasero, mis glúteos, mis piernas, mis pies.

    -Flojita y cooperando me entiendes. ¡¿Me entiendes?!

    Sentí cuando me voltea y solamente veo a alguien con una pasa-montañas en su cara, una de sus manos tenían tapada mi nariz y la otra poniéndome cuerdas en las manos y pies. Simplemente cerré mis ojos para pensar en algo bonito, pintoresco, que me olvidara que en ese momento estaba siendo violada. En ese instante siento una de sus grandes manos en mi busto, lo movía para satisfacerme y a mí solo me dolía. Gritaba y trataba de gritar pero nada. Silencio y los gemidos de esa persona.

    Su mano baja poco a poco, mientras que con su boca muerde mi busto. La otra mano tiene mi cabeza sobre el suelo. Su mano recorre todo mi vientre hasta llegar a mi sexo y pasar por mis piernas, siento que me está desabrochando mi pantalón y uno de sus dedos dentro de mi vagina. Es asqueroso todo lo que está haciendo y Dios me está castigando por cosas que no hice. Dios te odio con todo mí ser.

    Ya no tenía pantalón ni “pantis”, sentía su pene como lo introducía y dolía demasiado pues yo era virgen. Me puso en posiciones extrañas y me pego cuando quiso que le hiciera sexo oral, cuando el introdujo su pene en mi boca yo lo mordí con todas las fuerzas y él me golpeo. Cuando termina, siento como un líquido recorriendo dentro de mí y abro los ojos y lo veo tirado enseguida de mí, con su mano sobre mi cabeza, mis manos y pies atados y nuestros sexos destapados. El seguía excitado. Cuando él se levanta del piso, se quita el pasa-montañas y…

    -¿Por qué me haces esto?, no quiero recordar nada de lo que me pasó.

    -¡Ey! Es parte de nuestra sesión.

    Solamente salí del cuarto donde me encontraba, porque esos solo eran recuerdos. Recuerdos de algo que no debió de haber pasado.





    Sara.
    Notificaciones.



    4 meses.

    Desde la muerte de mi papá, mamá y yo hablamos muy poco. En el entierro, cuando quise darle un abrazo, solamente me dijo al oído:

    -Tu papá no hubiera muerto si no hubieras estado embarazada.

    Y con su mano, tranquilamente me aparto de ella. Nunca habíamos tenido una buena relación, pero siempre eh tratado de buscarla y solamente me desplaza cada vez mas. Mi vientre ya se notaba, mi bebe empezaba a crecer y yo empezaba a quererlo. Mientras voy bajando por las escaleras escucho mi celular sonar. Cada vez me cansaba mas haciendo las cosas y me daba más hambre. Tenía un mes y medio sin ver a Max. Empiezo a extrañarlo. Era un mensaje de Lara.

    Sara, tenemos que hablar. Me dijeron cosas que prefiero que lo sepas por mí, a que te enteres de otra parte. Nos vemos en Starbucks. XOXO”.

    ¿Qué era lo que me va a decir? No lo entiendo. Pero la curiosidad siempre mata al gato. Subí al carro y me solté llorando como si me hubieran atacado por atrás y el recuerdo de mi papá era cada vez más visible. Sentía como él me acompañaba y me ayudaba a no caer en la tristeza. Era mi soporte de cada día. Cuando llego a Starbucks veo solamente el carro de Lara, pensaba que iba a ser junta de amigas, creo que esto me tiene algo preocupada.

    -¡Hola! Parece que este bebe será grande ¿Verdad?-Lara.

    -Ja Ja, por supuesto. Será igual a su padre.

    Noto como cambia su estado de ánimo.

    -Dime la verdad, ¿Para qué me querías aquí?

    -Mira Sara, todos andan murmurando, que Max te pone el cuerno. Y no solamente una vez, más veces. Pero no te preocupes.

    Sentía como mi papá me ayudaba mientras caía, un perfume de hombre y unas alas angelicales me atraparon mientras caía al vacio de la perdición. Así que si era cierto lo que las personas me decían, “te terminara dejando embarazada y se ira” pero él no se ah ido.

    -No puede ser cierto.

    -Mira, ¿te acuerdas que Ángela andaba en LA?

    -SI.

    -Pues mira esto.

    Lara estaba buscando en su bolso una cámara o su celular. Si era una cámara. Pero había una foto de Max.

    -Esta Max en su disque “junta de negocios”. Para empezar ni siquiera tiene trabajo.

    -Tú no te metas.

    La foto parecía tan real, tan viva. Ella era una muchacha como de mi edad o un poco más grande. Ella se veía tan enamorada de él, como yo lo estoy. El la besaba con tanta intensidad que sentía como llegaban al borde de la pasión. Mis sueños se estaban destruyendo.

    -Amiga, solo te quiero ayudar, para que veas que tipos como el no convienen.

    -¿Por qué no te lo guardaste para ti misma? ¿Por qué me tienes que arruinar todo?

    -No te arruino la vida, te quiero ayudar.

    -No quiero la ayuda de nadie.

    Mientras caminaba para afuera, una pequeña lluvia alumbraba el día. Esa felicidad con él, con mi hijo, con una familia, no me correspondía. No sentí cuando comencé ayudar, ahora el ah matado el sueño dentro de mí. Busque rápido su número de celular y presiono la tecla verde.

    -Bueno.

    -¿Por qué me hiciste eso?

    -¿Sara? ¿De qué estás hablando?

    -No hay junta de negocios, ¿Verdad?

    Quería escuchar un “si hay una junta de negocio, el de la foto no soy yo. Es alguien más”. Pero ni yo me creía ese cuento.

    Solamente se escuchaba su respiración entre mucho ruido.

    -No la hay.

    Sus palabras hicieron que saliera hasta la última gota de mí ser. Ya no lo quería ver. Es un desgraciado.

    -Gracias por contestarme esa pregunta. Ya no quiero saber nada más de ti y olvídate de tu hijo porque es solo mío.

    -Déjame explicártelo.

    -Adiós.

    Estuve llorando durante más de media hora en el estacionamiento. Mi vida era un desastre, en ese tiempo me acorde que mi tía Clara había llamado la semana pasada para ver si quería irme a su casa en California. Era tiempo de aceptar esa oferta.

    -¿Bueno?

    -Tía Clara.

    -¿Sara?

    -Si tía, eh estado pensando la oferta.

    -¿Y qué piensas?

    -Acepto.








    Sara.

    Competencias.




    6 meses de embarazo.

    Llovía, y la flor estaba marchita. No quería ver ni a mamá, ni a Max. La tumba de mi papá estaba triste y ninguna flor había. Mamá había olvidado tan rápido a mi papá. Ella me dice por teléfono que él la hace feliz. Está bien, pero nunca me va a volver a ver.

    -¿Estas lista? –

    Mi tía me había hospedado en su casa en California, ahora este era mi lugar. Mi celular está lleno de mensajes de voz de Max. Nunca contesto porque no quiero saber nada de él.

    -¿Nos vamos?

    -Claro tía.

    La tierra estaba tan mojada que al momento de hincarme el pantalón se ensucio de una forma extraña.

    -Papá te extraño. No sabes cuanta falta me haces.

    Y en ese instante una ráfaga de viento me abrazo como si fuera un brazo de mi padre. Y en ese momento supe que él estaba conmigo.

    -Sara, la próxima semana habrá un convención del gobierno sobre madres prematuras. ¿Te interesaría ir?

    -Claro, ahí estaré.

    Y en un momento tan triste como ese, se convirtió en uno feliz, al sentir una patada de mi hijo. Mi hijo. Solo mío.









    Bahiana.

    Nueva Vida.




    7 meses de embarazo.

    Cada vez me sentía más antipática a la vida, pero siempre veía a mi hija cantando y columpiándose en un juego en el parte. Con la brisa del mar rociándonos y mi amigo Benet, que el se hará cargo de mi hija. El se ofreció y yo al no poder hacer mas, no sabía si mis papás iban a estar ahí conmigo pues le dije que sí. Que iba a salir mal.
    Hoy era mi día de ir a ver a la ginecóloga, y como siempre iba sola. Mi papá no dejaba que mi mamá me acompañara.

    -¿Cómo has estado? –dijo mi doctora.

    -Muy bien. El bebe me ah estado molestando y pateando mucho, pero todo después de eso. Muy bien.

    -Okey, mira vamos a hacerte una ecografía para ver si está sano el bebe.

    El gel que me pusieron encima era demasiado frío. Esta era la parte que me encantaba de venir, al escuchar los latidos de corazón de mi bebe. Mi hermoso bebe. Cada vez que lo escucho me siento feliz y a la vez muy triste al saber que es producto de una violación. Al cabo de unos minutos la cita se había acabo.

    -Bahiana, el bebé se está acomodando para salir. Y no creo que tú estés lista para el parto. Cuando te de la primera contracción te vienes, pero corriendo porque el bebé querrá salir pero tu vagina no estará dilatada.

    Eso me asustó, sobre todo porque el bebé ya se acerca. Tengo miedo de que no sea como todo lo que eh pensado. Nunca eh podido imaginarme realmente la cara o una vida con mi bebé. Yo lo amo pero hay algo que no me deja hacerlo. No sé, tal vez sea el instinto maternal.

    -En tres días más abra unas conferencias en California. Como el gobierno te pagara la educación de tu hijo, estas conferencias también cuentan como educación para ti principalmente. Entonces los pasajes en camión están pagados. Son de dos a tres horas y medias a California. ¿Quieres ir?


    -Mamá, me pagaron unos boletos para ir a unas conferencias a California.

    -¿Enserio? ¿Y cuando te irías?

    -Mañana mismo.

    -Y en donde te quedarías. ¿No tenemos dinero para pagarte el hotel?

    -Solo serán dos días y medio y el hotel viene junto con los boletos. Todo está pagado.

    -No iras. – dijo mi papá

    -¿Por qué no?

    -Por que tu mamá y yo nos iremos a ver a tu tío que está muy enfermo y tú vas a cuidar a tu hermano.

    -Por favor, Josh ya tiene veinte años. Se puede cuidar el solo.

    Mi mamá jalo del brazo a mi papá y se fueron a la cocina. Cada vez lo veía con más odio y queriendo que este niño no nazca. No lo voy a permitir, sobre todo porque…

    -Si iras querida. Alista tus cosas.

    -Nosotros nos iremos en dos horas. A sí que Josh, te harás cargo de la casa. No quiero que tengas fiestas ni mucho menos. Solo quiero que te cuides. Y tú, no andas progenitando a más chamacos haya. –dijo mi papá.
    Sus palabras siempre hieren. Pero por lo menos, estaré cuatro días fuera de este infierno.
     
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    CloroMaiden

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    Valla que envidia, :D me gusta tu forma de narrar o escribir la historia, a mi aun me falta mucho. Me gusto tu historia...
     
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    Alexlector

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    Aries
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    13 Mayo 2011
    Mensajes:
    75
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Una Felicidad no correspondiente.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    8147
    Josh.
    Consecuencias.


    Bahiana ya se había ido, bueno mis papás la habían dejado en la estación de camiones, podre salir de fiesta todos los días de esta semana. Estaré solo y eso me encanta. Mis papás no saben que soy bisexual. Andrés era un amigo que se prestaba a tener “queveres” conmigo. E Isa, es mi novia. Nunca había tenido a una persona que fuera tan buena. Mientras busco cuantas pastillas me quedan para estos días de fiesta. Me las quiero pasar de lujo.
    -Josh, ya llegamos. Venimos por las maletas.
    Mi papá. Bueno, el es mi padrastro. Nunca me ha caído bien. Pero el ayuda a mi mamá, puesto que mi papá la golpeaba y ella se hizo dependiente de mi padrastro. Nunca sale sin él, pero él tiene varias putas en su vida.
    -Claro, cuidado. Cuida a mi mamá Alberto
    -Papá. Papá. Pero claro como si no supieras. Vámonos.
    Mi mamá se le llenaron los ojos llorosos cuando me vio, pues era la primera vez que me iba a quedar solo.
    -Hijo, mucho cuidado.
    -Mamá, ya casi cumplo los 21, me se cuidar solo.
    -Claro, claro. Pero cuídate.
    En el porche se escucho la voz de Alberto. “Cariño, apúrate”.
    -Te amo hijo.
    -Y yo a ti mamá.
    Me dio un abrazo como si fuera el último. Y yo lo acepte y lo sé devolví. Sentía como algo que me decían que la besara y la abrazara una vez más. Pero también algo me decía que ya era hora. Cada escalón que bajaba la extrañaba más, pero quería quedarme solo, conmigo y los fantasmas.
    -Adiós hijo.
    -Adiós mamá.
    El carro va saliendo de reversa y con una despedida de manos veo a mi mamá, como si fuera la última vez.
    Que empiece la fiesta.







    Max.
    Contradicciones.



    La chica que se acaba de levantar de mi cama, esta buenísima. Tiene pelo rubio, unas grandes tetas y un culo perfecto. Y en la cama, ¡HUYYYYYYY! Es tremenda. Tuvimos sexo 4 veces en una sola noche. Y vomite 2 veces. Desde semanas anteriores me he empezado a sentir mal. No he sabido nada de Sara, no sé si está vivo mi hijo o no. No sé, si ya pario y la verdad pues ni me interesa. Realmente mi vida es genial. Cuando volteo para levantarme mi pene tenía una erección.
    -Como has durado amiguito.
    Selene estaba en la ducha, limpiándose todo el desorden que le había dejado en todo el cuerpo. Vivo en un pequeño apartamento, pero es un gran edificio. Vivo en el 5° piso.
    -Hermoso, quiero un desayuno.
    -¿Qué quieres desayunar?
    -Pues una frutita tú sabes, y te dejo lamber sabes qué.
    -Amiguito dame las gracias.
    Cuando estaba bajando sentí un presión en el estomago. No le hice caso y seguí, después sentí como si alguien me estuviera agarrando las piernas. Estaba perdiendo fuerza. Después seguí bajando y el dolor subía. Estaba en mis hombros y de un momento a otro se fue a mi cabeza. Sentí como si me hubieran puesto choques eléctricos y sentí como me abalanzaba hacia el piso. Cuando caí a un escalón y sentía que iba cayendo de los escalones.
    Hasta que sentí un golpe duro en mi cabeza. Todo se puso negro.











    Sara.
    Consecuencias.



    6 meses y una semana de embarazo.

    Ese mismo día me levante, porque mi celular sonaba. Uno de esos tonos de llamada que siempre es tan molesto.
    -¿Bueno?
    -¿Sara? Soy Javier hermano de Max.
    Javier, hace mucho que no hablaba con. Mucho antes de que termináramos Max y yo. El se fue de la ciudad a estudiar a otra parte, en realidad nunca supe a donde se fue. Pero ¿Por qué me estará hablando?
    -Mm, si ¿Qué pasa?
    -Solo te quería avisar que Max, está en el hospital por una caída que tuvo.
    Max. Sentí como mi estomago se hizo un nudo y mi corazón casi se salía de mi pecho.
    -¿Pero cómo? ¿Alguien lo empujo?
    Solo escucha una pequeña risa burlona de Javier.
    -No, se supone que se desmayo. No he platicado con el doctor todavía.
    -Mira Javier…
    -Yo se que tuvieron muchos problemas, pero una visita tuya no le caería nada mal.
    -No lo sé. Veré que puedo hacer. Pero por lo pronto no creo que pueda, a si que gracias por avisarme. Estamos en contacto.
    Y colgué. Realmente Max se lo merece. Pero ahora tengo prioridad por mi hijo y tengo que ir a las conferencias del gobierno que son las que realmente me interesan.







    Bahiana.
    Un día lleno de sorpresas.


    7 meses y cinco días de embarazo.


    Cuando llegue a la estación nos recibieron a mí y a dos muchachas más. Las tres teníamos algo en común, estabas embarazadas. Cuando llegamos a las conferencias, deje en un cuarto mi maleta, porque estaría ahí más de dos días. Y llevaba lo esencial para existir. Bueno, varias veces en el camión sentí como el bebe me daba patadas. No quiero saber el sexo del bebé, pero necesito saberlo. Simplemente por pura curiosidad. Vi miles de personas en el evento y era momento de apagar mi celular y deje fluir la energía que tengo en esta nueva ciudad. Por lo menos por un día.


    Todo el día duraron las conferencias, pero yo me fui temprano, vi a unos artistas que nunca había visto y que dieron temas sobre el embarazo prematuro, hasta sexualidad. Parece que muchos apoyan esta causa y para cuando yo ya tenga a mi hijo o hija yo también apoyare esta causa. Por que se realmente que significa, el trabajo, el dolor, el rechazo de tu familia o de tus amigos, cuando te ven joven y ven que tu vientre esta “hinchado” yo veo todo eso y no se lo desearía a nadie. Pero dicen que la alegría más grande del mundo es cuando están teniendo a un hijo. Bueno, eso todavía no se pero pues esperemos que sea así.
    -¿Señor, en donde están los dormitorios?
    -¿Tu eres de fuera?
    ¿Yo soy de fuera? El señor se ve realmente confundido como yo.
    -No le entendió.
    -Que si tu eres de fuere de la ciudad.
    -Ha, si.
    -Ok. Vete derecho, te topas con una pared y ala derecha caminas tres oficinas mas y ahí está la puerta de los dormitorios ahí está el señor encargado.
    -Gracias.
    Realmente estoy emocionada, nunca había asistido a nada así. Sigo el camino como me dijo el señor y de lejos veo a un muchacho que es el coordinador de dormitorios. Se ve guapo y joven pero quien se fijara en una chica embarazada. Nadie.
    -He, ¿Disculpa?
    -¿En qué te puedo ayudar?
    Su voz era suave y su cara era hermosa. Su cabello era castaño güero y tenia ojos verdes.
    -¿Tu eres el coordinador de los dormitorios?
    -Claro, ¿Y tú eres?
    -Bahiana.
    -Déjame ver.
    Saco una lista de su bolsillo, mientras yo veía como pasaban las hojas.
    -MM., No. No apareces en la lista.
    -¿Qué? En el seguro me pagaron el viaje y me dijeron que me iba quedar en estos dormitorios.
    -Pues, que podemos hacer.
    -Checa, ahí debo estar.
    -Mira, la única forma de que te deje entrar y ocupar una cama, es que compartas la cama conmigo. Bueno, que por esta hora que todavía nos queda libre tengas sexo conmigo.
    Me empezó a agarrar el brazo y acariciar mi cabello.
    En eso sentí unas manos que agarraban mi cadera y me volteaban. Y sentía unas manos tocándome el pantalón. Cuando volteo y veo un pasa-montañas…
    -Basta, por favor.
    -¿Qué no te gusta? Ven vamos a divertirnos un rato.
    Cada vez me jalaba más fuerte del brazo y yo quería zafarme irme de ese momento que me traía recuerdos.
    -No quiero, ya suéltame.
    -No te gusta. Y ¿Qué es esa cosa que traes en tu vientre?
    El se empezó a tocar el pené, cuando me agarro una teta. No podía soltarme y me tenía contra él. Con una mano me estaba tapando la boca.
    -Ándale no va a pasar nada.
    -¡Que me sueltes!
    -Vamos a dentro.
    -¡No!
    Y en eso sentí como me jalaba. Cuando de pronto vi como una mano le pegaba a la cara del muchacho.
    El cayó y me soltó y yo me fui contra la pared.
    -¡Y si ella te dice que no! Es ¡No!
    -¡Las denunciare!
    -¡Denúncianos!
    Yo estaba en shock, pues no creía que iba a ver un alma buena que me salvara.
    -Vámonos.
    Me fui con ella. No sabía quién era, pero ella me había salvado de una violación.
    -¿Estás bien? ¿Te golpeo?
    -No, no. Estoy bien, gracias.
    -¡Si te hubiera golpeado juro que lo hubiera dado una patada en sus huevos!
    -Ja ja, muchas gracias por lo que acabas de hacer.
    -De nada. Hay algo que nos une. Que las dos estamos embarazadas, jajaja.
    En ese momento supe que sería una gran amiga.
    -¿Y cómo te llamas? – le pregunté.
    -Yo me llamo Sara.










    Sara.
    Comienzo.


    6 meses y una semana de embarazo.


    Bahiana era la chica más dulce que había conocido. Ese mismo día le ofrecí estancia en mi casa y al principio no quería aceptar, pero casi la obligue porque no tenía a donde estar. Toda la noche hablamos sobre nuestras vidas. Nunca me contesto como quedo embarazada. Pero en el desayuno le preguntare.

    -Bahiana, ¿Te puedo hacer una pregunta?
    -Claro.
    -¿Cómo quedaste embarazada?
    Su cara lo dijo todo.
    -Mira es que no me gusta…
    -Yo sé que no te gusta tocar ese tema, pero realmente me da curiosidad.- le dije.
    -Okey. Mira te lo diré. Fui violada.
    Cuando me dijo eso sentí que mi corazón y el de mi bebe se desgarraban. No entendía como había gente así y salte de mi silla y la abrace. Sus lágrimas rodaban por toda su cara.
    -¿Quién fue el desgraciado que te hizo eso?
    Iba a pronunciar una palabra cuando de repente sonó su celular.
    -¿Qué? Pero ¿Cómo paso?
    Su cara mostraba una preocupación extrema.
    -Okey voy para allá.
    Me abrazo más fuerte.
    -¿Qué paso bahiana?
    -Gracias por todo, me tengo que ir.
    -¿Qué paso?
    -Mi hermano, es mi hermano.
    Y simplemente subió las escaleras a mi cuarto por sus cosas y salió por la puerta.
















    Josh.
    ¿Último momento?



    La noche anterior.


    Mi celular tenía mensajes llenos de Isa, pues había pasado un rato en mi casa con Andrés. El siempre me seguía el rollo y cuando quería una “ayudadita” el me la daba y yo se la daba a él. Vi mi celular y vi solamente un mensaje de Isa.
    Hey, tenemos fiesta. Te mando la dirección. Espero que vallas, llevare condones!!!”.
    Bueno, parece que tengo una gran fiesta hoy. Cuando me estaba bañando, escuche que abrieron la puerta. Cheque y era Andrés. Entro conmigo a la regadera y empezamos a darnos amor. Lo tenía en mis manos. Podía hacer lo que quisiera con Andrés.

    Al llegar a la fiesta todo era un descontrol. Parece que va a ser a ser una gran noche.
    -Hola amor. –me dijo Isa, recibiéndome con un gran beso y agarrándome mi entrepierna.
    -Hola bebe.
    ¿Dónde estaba Andrés? Se había ido. No sé donde se habrá metido. Ha de estar cogiendo con una tipa.
    -¿Trajiste las pastillas? – me pregunto George
    -Claro men, pero traje pocas porque son las únicas que tenia.
    -Este bien ya con eso la hacemos.
    Isa me agarro de la mano y nos metimos a la casa, donde realmente estaba la fiesta. Cuando entramos vi de todo. Parejas de gay, lesbianas, bisexuales, tríos. Se rumoraba que en el segundo piso había una orgia. Tal vez pasaría por ahí en un rato. La música estaba alta y las luces empezaron a aparecer. Con un Monster en una mano y en la otra una botella de vodka, así empezó mi noche. Cada canción marcaba un paso en mí. Cuando menos pensé Isa estaba vomitando y yo tirado en el piso. El césped estaba cálido y mojado, estaba perfecto para acostarse. Cuando Isa se sube arriba de mí, siento como una de sus manos desabrochan mi pantalón.
    -No lo hagas Isa.
    -¿Por qué no? , es lo que te gusta ¿Qué no?
    Sentí como su mano cálida agarro todo mi miembro. Se sentía bien, era la primera vez que lo haría con ella. Si ella lo quiere hacer, ¿Por qué no?
    -Está bien, quieres tener sexo. Pues tendrás sexo.
    La agarra del pelo con suavidad y la puse contra el piso y me quede arriba de ella. Nos empezamos a besar como animales. El sexo nos hablaba y nos invitaba a hacerlo. Después empecé a acariciarles los pezones y cada vez se ponían más duros, parecía como si a ella le gustaba. Ella me agarraba de la espalda como abrazándome pero fuertemente. Sus dos manos estaban dentro de mi pantalón y cuando menos pensé mi pantalón ya no estaba conmigo, solo estaba usando unos bóxers y ella solamente un sostén. Mis manos fueron bajando poco a poco hasta llegar a su sexo y empezar a jugar con él. Ella hacia ruidos que me excitaban cada vez más.
    -¿Traes los condones?
    -Si, están en mi bolsa.
    Traía diez condones de sabores y tres de colores extravagantes. Me quite el bóxer y ella me puso el condón con la boca.
    -¿Lista?
    Sentí como su mano rodeo mi pene haciéndolo meter por su sexo. La sensación era tan placentera. Me sentía liberal. Me gustaba como me encajaba las uñas en mi espalda. Como me besaba y me excitaba sus gritos y cuando me pedía más.
    En ese momento a punto de terminar, veo algo en el arbusto. No me importa, después de un rato de estar haciendo el amor me vine con el condón. Y escucho un ruido y cuando volteo es Andrés. Solo alcance a leer en sus labios “Te odio”.
    -Andrés espera.
    -No te vayas Josh.
    -El me necesita.
    -Yo te necesito, no me dejes aquí. Sigue, me gusta lo que me estás haciendo. Vamos Josh.
    -No puedo.
    Me levante de ella y mientras me ponía mi pantalón rápido ella me gritaba “Te vas a arrepentir estúpido, ojala te mueres porque…” no termine de escuchar porque Salí corriendo.
    Salí de la vecindad donde estaba la fiesta. ¿Dónde podía estar Andrés? Allá va.
    -¡Andrés! Espera.
    -No quiero saber nada de ti Josh.
    -Hey, ¡espera! Tú y yo somos amigos con derecho, es todo.
    -Qué bueno que aclaras eso.
    -Andrés por favor, espera.
    -Estoy harto de que solo me uses de tu diversión. ¿Qué crees que no tengo sentimiento? Pues te digo algo, ¡Si tengo! Y esta es la última vez que me veas.
    -Andrés espera, eres como un hermano para mí y eso quiero que entiendas.
    El dio la vuelta y me dio un abrazo y me beso. Sentí como sus labios húmedos se unían con los míos.
    -Adiós Josh.
    -Andrés por favor espera.
    Y lo último que escuche fue un claxon. Y lo último que vi fueron unas luces y a Andrés corriendo hacia mí. Después negro.



    Bahiana.
    La verdad está al descubierto.



    7 meses y siete días de embarazo.


    –¿¡Que paso!? – llegue gritando al hospital.
    – Tu hermano se ha puesto muy mal. – mi mamá cada vez se le notaban mas las lagrimas que salían.
    Mi hermano se ha puesto muy enfermo. Es algo que realmente me duele, sea lo que sea, el se tiene que aliviar. Se tiene que poner bien.
    –¿Señora? – era el doctor. ¿Qué habrá pasado? El agarro del brazo a mi mamá. Ellos se van por el pasillo. Mi mamá se estaba desvaneciendo en el aire. El doctor la agarro por la espalda y la dejo en una silla. Me fui corriendo a abrazarla.
    –¿Mamá? ¿Qué dijo el doctor? – las palabras apenas salían de mi boca, puesto que mi garganta estaba cerrada.
    –No aguanto mija.
    En este momento, ¿Dónde estaba papá? Cuando ella me dijo eso, sentí que mi cuerpo se elevaba y caía cada vez más abajo. Mi hermano ha muerto y yo no me había despedido de él. Las lágrimas salían de mis ojos sin mi permiso, no lo puedo creer. El tenía tanta vida como yo. Mi vientre comenzaba a doler, era como si el bebé supiera que pasó algo malo. No sé, pero mi angustia era demasiado. Quiero explotar, mi vida no está funcionando más.

    Ninguna de las dos hablo en el carro de regreso a casa. Mi mamá se sentía mal y yo simplemente no sabía qué hacer. Josh, Josh, Josh pasaba por mi mente. Las imágenes de cuando éramos chicos y nos columpiábamos en los columpios donde una vez me caí y él me ayudo a levantarme y cuando llegamos a la casa el me curo. El estaba muerto. Bueno tan siquiera había alguien en el cielo cuidándome. Mientras no paraba de llorar, llegamos al porche de la casa y ahí estaba el.
    –¿Por qué no fuiste al hospital? Digo, ¿Por qué no estabas ahí? Con él. – dije gritando al mismo tiempo que me iba bajando del carro.
    –Estaba guardando las maletas mías y de tu mamá. ¿Qué paso con el mocoso aquel? – dijo con un tono de soberbia.
    -¡Ese mocoso esta muerto! Y tú no estabas ahí. ¡Muerto! – dijo gritando y corriendo hacia él.
    Cuando llegue a él, lo golpee con una cachetada, tras otra.
    –¿Por qué me pegas? ¿Por qué no estaba con él? ¡Tu tampoco! Te recuerdo que tú estabas haya en esas pendejadas de conferencias.
    Entonces empezó a subir mi culpa. Recordé lo que pase y realmente yo me quería morir, pues si no hubiera ido tal vez, nada de esto hubiera pasado.
    –¡Cállate! No tienes derecho de decir nada.
    Y le pegue otra cachetada. El grito y me agarro del brazo demasiado fuerte mientras me llevaba para adentro.
    –¡Irrespetuosa! No me vuelvas a tocar. –mientras me pegaba con su mano en la cara.
    –¡Cuidado con el bebe! –grito mi mamá.
    El me tiro contra la pared y con una silla me detuve la caída al suelo.
    –¡Ese bebe no vale ni una mierda! Igual que esta pendeja.- me grito y estaba con un dedo señalándome.
    –Está bien. ¡Pero fui a las conferencias, ¿Te digo por qué? Porque este bebe que está aquí en mi vientre, es tuyo!
    Cuando grite esa verdad que me estaba guardando, la expresión de todos nosotros cambio. Mi mamá grito un alarido tan grande que sentías su dolor.
    –¿Es eso cierto? ¿Me engañaste? ¿Ese es tu hijo? – cada una de sus preguntas me dolió hasta el fondo de mi alma. Pero aunque fue una violación, este bebé no tiene la culpa de nada de lo que me hicieron.
    –Querida, déjame explicártelo…
    Mi mamá fue a la cocina y lo golpeo con un sartén. El enojo de los dos era realmente visible. Mi mamá gritaba maldiciones y papá las contestaba. Bueno es tiempo que le diga padrastro. Nunca fue mi verdadero papá. Nunca lo conocí y si lo hubiera conocido no hubiera pasado nada de esto.
    –¡Eres una mentirosa! Solo mientes, es lo que sabes hacer. –grito la persona que se hace llamar mi padrastro.
    –¡Mamá, tienes que creerme! Realmente él fue él quien me violo. Todo esto es su culpa.
    Cuando volteo a ver a mi mamá, tiene una cara de confusión.
    –Ya no se en que creer.
    ¿Qué? ¿Cómo una madre puede dudar de su propia hija? Sentí el brazo de mi padrastro como me agarraba del hombro. No sé que me iba a hacer. Mientras subíamos las escaleras, recordaba todo lo que me había pasado últimamente. La muerte de Josh fue la gota que derrocho el vaso.
    –Déjame.
    Mientras estaba forcejeando, el me estaba tocando de nuevo. Mi mente se lleno de un temor terrible.
    –¡Que me suelte!
    Cuando me solté de él, sentí como mi tobillo se doblaba. Mientras caía por las escaleras sentía como un pedazo de mi se despedazaba.





    Bahiana.
    Muerte.




    Cuando desperté en el hospital sentía un vacio interior, mi vientre me dolía mucho. Tenía como una cortina enfrente de mí. Estaba en mi busto, así que no podía ver más allá. Casi nunca había estado en un hospital y no me ha gustado. Pero, qué raro. Me siento demasiado extraña, siento triste, como que algo me falta. Enseguida de mi hay como un control remoto, le aplastare el botón rojo para venga la enfermera. Le tengo que preguntar por qué me tienen así.
    Rápidamente llego la enfermera y detrás de ella mi mamá. Tenía un golpe en la cara y yo realmente no recuerdo nada. Recuerdo solamente cuando caí por las escaleras, después simplemente no recuerdo nada de lo acontecido.
    –Enfermera, ¿Qué me pasó? ¿Por qué estoy así?
    La enfermera volteo a ver a mi mamá y ella le susurro “Yo me encargo.” Y después vi a la enfermera salir de la habitación. Me sentía algo aturdida por lo que estaba pasando.
    –¿Hija estas bien?
    –Pues sí, me duele un poco el vientre. ¿Le pasó algo malo al bebé?
    Mamá miro para todos lados como esperando que llegara un doctor para que me llevara a examinar y ella se salvara de darme una respuesta. Pero aun así me estoy preocupando por mi hijo.
    –¡Te hice una pregunta!
    –Al momento de caer por las escaleras, golpeaste muy fuertemente…
    –“Golpeaste muy fuertemente”. ¿Crees que yo tengo la culpa?
    Ella hizo un gesto de enfado y por lo mismo no me contestó.
    –¡Mira tu bebé está muy grave en la incubadora! Eso es lo que realmente pasó.
    Cuando me dijo eso sentí como realmente mi corazón se salía de mi cuerpo. Y la cortina que no me dejaba ver con un manotazo la tire al piso.
    –¡Llévame a ver a mi bebé!
    –¡Hay cuidado niña! Tú no te puedes levantar.
    Cuando me pare vi que mi vientre se había ido. Pasaba mis manos por mi cuerpo y había algo diferente. Mi bebé no estaba conmigo. En eso cuando abro la puerta escucho en el alto parlante “A la enfermera Rodríguez y al doctor Sánchez, se les necesita en la área de cuidados intensivos en las incubadoras”.
    –Ellos son los que te atendieron.
    ¡Maldición! Algo está pasando con mi niño, algo realmente malo. Mientras iba corriendo por el hospital una enfermera venia persiguiéndome, pero a mí solo me importaba mi hijo. Llegue al pasillo de cuidados intensivos y era el único niño en la incubadora. Los doctores estaban ahí y mis lágrimas salían por mis ojos como si hubiera abierto una llave. La enfermera me agarro por los brazos y solo pensé en preguntarle algo.
    –¿El es mi hijo?– le pregunté a la enfermera mientras caía en una depresión y en un llanto incontrolable.
    –Si, y ellos harán todo lo que estén en sus manos. Pero ahora necesito que me acompañes.
    –No, me quiero quedar aquí. Quiero estar aquí con mi bebé.
    La enfermera trajo una silla de ruedas y el suero. Ellos respetaron mi decisión pues estaba en un hospital privado. Vi a mi bebé abierto de brazos como si los quisiera abrazar. Pero no había movimiento. El doctor le estaba dictando algo a la enfermera. Ellos iban saliendo de la habitación.
    –¡Doctor! Soy la madre del bebé. ¿Cómo esta?
    –Lo siento mucho señora, realmente hicimos lo que se pudo. Lo sentimos mucho.
    El doctor me abrazó y se dio la vuelta.
    –¡Doctor! ¡No! ¡No han hecho lo posible! ¡Yo sé que no! Mi bebé está ahí adentro esperándolos. Ayúdenlo.
    El doctor solamente me dio la mano y una palmadita en la espalda. No puede estar muerto. Un niño que lleve conmigo casi ocho meses y me hizo sentir la más feliz aunque la vida no me lo permitía.
    –¡Doctor! ¡Vuelva por favor! ¡Doctor!
    Una enfermera salió de la habitación.
    –Lo siento mucho señora.
    –¡No! ¡Hagan algo! ¡Nooooo!
    Y la enfermera me dio un abrazo y me consolaba, pero la muerte de un hijo es demasiado que no puedes controlar. Es un dolor intenso que sube, como un hoyo negro que traga todo lo que puede del espacio. Y en eso sentí un pequeño piquete en el brazo, volteé y la enfermera iba sacando una jeringa.
    –Esto te tranquilizara. Todo estará bien.













    Capítulo final de la historia de Bahiana.
    Y lo que le siguió después.



    3 semanas después.

    Cuando íbamos en el carro, mi mamá se estaba diciendo que había arreglado mi cuarto para vivir más cómodamente y olvidar “lo del bebé”, siempre le he dicho que la muerte de mi hijo nunca se podrá olvidar. Cada vez que me acuerdo de la felicidad que sentía cuando pasaba mis manos por mi vientre, cuando pensaba que mi bebé llegaría a ser doctor o tal vez policía. Todo eso me pone triste. Las tres semanas que estuve en el hospital mi amigo Benet (el que se iba a hacer cargo de mi hijo) me hablaba y me visitaba cuando su trabajo lo dejaba. Mi mamá solo estaba conmigo los lunes, miércoles y domingos, no se ha donde se iba si la casa se quedaba sola. Pero bueno, el entierro de mi bebé fue muy doloroso, pues ver a alguien que te ilusionaba, que te hacia salir adelante, verlo bajando en una caja blanca como la nieve y saber que ahí es donde se va quedar es algo terrorífico y punzante. Es algo que se quedara marcado por toda mi vida, realmente. Una violación de la cual no salió nada de bien, algo malo termina con algo malo. Cuando me baje del carro te sentí el vientre y otra vez los recuerdos llegaron a mi cabeza. Las visitas con la psicóloga serian todos los días de la semana, bueno excepciones viernes, sábados y domingos.
    –¡Ven corre hija!– me grito mi mamá, como si fuera a ver el regalo más grande de todos. Realmente me asustó, pero de una forma rara me alegró. Me agarro de la mano y corrimos juntas a mi cuarto nuevo.
    Cuando entre a mi casa, sentí el olor a nuevo. Como que todo lo malo ya había pasado. Todo realmente parece mejorar. Entramos a mi cuarto y de verdad era un gran cambio. Simplemente con el hecho de estar todo arreglado, mi ropa guardada y no tirada en el piso.
    –Abre el closet.
    La puerta del closet era de espejo, algo nuevo también. Cuando lo abrí, había ropa nueva. Ya no estaban mis blusas ni mis pantalones de embarazó. Mi cuarto era otro volteo por todos lados y ya no es el mismo. Estoy segura que habrá un cambio de vida. Cuando me miro en el espejo veo que ya no tengo el vientre grande. Todo está cambiando. En eso cuando me aviento a mi cama se escucha una voz abriendo la puerta de la entrada “Ya llegue mis amores, traje comida”.
    ¿Es la voz de…? ¡Maldición. Me paré de la cama y fui directo a la sala.
    –¿Cómo seguiste Bahiana? – me contesto mi padrastro como si nada nunca hubiera pasado.
    –¿¡Que haces aquí imbécil?! – salí de mi cuarto gritándole. Y me acerque a él como si le fuera a dar un abrazo y con una patada que le di en los huevos cayó al suelo.
    –¡Mamá! ¡MAMÁ! ¿Qué hace esta mierda aquí?
    Cuando mi mamá salió de la cocina, corrió a ayudarlo. A él. No puede ser, simplemente no quería ver nada de eso. Que ella lo ayudara. Y Salí corriendo a mi cuarto. Cuando llegue le iba a poner seguro a la puerta, pero me di cuenta no tenia.
    –¿Por qué le pegaste? ¿Quién te da el derecho?– me preguntaba mi mamá cada vez mas indignada.
    –¿Qué? ¡Mamá! ¡El me violo! ¡EL! ¡Si él me violo y aparte mato a mi hijo!
    Mi mamá se acerco a darme una cachetada y mi padrastro intervino.
    –Déjala, tiene razón. Bahiana me siento muy apenado.
    –¡Con una pinche disculpa no se me olvida el hecho que me violaste! Deja tu eso, por tu culpa perdí a mi hijo.
    Se me acerco a darme un abrazo y cuando me iba a abrazar le di un puñetazo con todas mis fuerzas.
    –¡No te permito que le pegues! ¡El te regalo este cuarto! ¡De él es el dinero!
    Cuando supe eso, empecé a tirar mi cama, todo los muebles los tire al piso, la televisión de 42 pulgadas la tire al suelo y el espejo que me adornaba mi closet lo quebré con una patada. Abrí el closet y agarre unos jeans y dos blusas las eche a mi mochila y salí de mi cuarto.
    –¿A dónde vas? – me grito mi mamá.
    El coraje pasó por todas mis venas. Pero me controle.
    –¡El es tu padre! ¡Todo esto es una pendejada! ¡Una falta de respeto! – grito mi mamá.
    No pude contener mi coraje y di la vuelta y le di una cachetada que la tiro al suelo.
    –El no es mi papá. Y tú eres una puta. ¡Y tú! Qué bueno que están los dos aquí. Solo les diré algo, tal vez hayan hecho de mi vida un infierno y mi hermano esta muerto y me echen la culpa a mí. Está bien. Ojala y les guste vivir tras las rejas. Los veo en la corte.
    Salí por la puerta de entrada y mientras iba caminando solo escuchaba unos gritos de mi mamá. Mientras a mí me esperaba un destino grande y feliz con Benet. Yo se que será feliz, pues ya es hora que la vida me dé su gran maniobra de felicidad. No me olvido de mi bebé, pues por él es lo que hice, hago y hare. Siempre te recordare y yo se que tú me estas cuidando desde el cielo. Por lo que a mi cuenta, simplemente seguiré mi camino y viviré feliz, hasta que sea hora de encontrarme con las dos personas que realmente quiero y me ayudaron a superarme cada maldito día en este infierno. Mi bebé y Josh.













    Sara.
    Bello momento.


    8 meses de embarazo.

    Estaba acomodando unas cosas de mi cuarto cuando derrenpente avientan una piedra a mi ventana. Cuando veo por la cortina no es nadie. Decido bajar y salgo al patio. En eso una bella brisa me abrazó por completo y sentí que era papá saludándome.
    –Hola papá.
    Cuando me empezaron los recuerdos, sentí algo mojado que bajaba por mis piernas. Mi mente se alertó pues se me “rompió la fuente” y en ese mismo instante que trato de correr siento otro viento que revuelve mi cabello y toca mi frente. Es mi papá diciéndome que él estará ahí para mí.
    –¡Tía rápido!
    –¿Qué paso hija? ¡Oh Dios! ¡Tenemos que ir al hospital ya!
    Mi bebé ya va a nacer y estará junto a mí en poco tiempo. Es el mejor regalo que me pudieron haber dado. ¡Oh Dios! Está empezando a doler.







    Sara.
    Nacimiento.



    –¡Tu puedes! ¡Vamos hija!– me gritaba mi tía con todas sus fuerzas.
    Mientras íbamos en la ambulancia, sentía como algo dentro de mí se desplazaba. También como yo me abría en dos. Las contracciones eran muy dolorosas, la paramédica me decía que ya estaba en labor de parto y en cuanto llegara al hospital ya tendría al bebé en mis manos. Ojala no doliera tanto pero dicen que este es el mejor momento de tu vida. Bueno para una mujer. Cuando llegamos al hospital todos me atendieron muy rápido y mi tía pasó conmigo a la sala de parto.
    –Okey, cuando yo te diga vas a empezar a pujar, ¿De acuerdo?
    –De acuerdo doctora.
    Me empezó a sobar mi vientre mientras examinaba mi vagina. Me dijo que ya tenía 10 centímetros de dilatación y con eso el bebé ya podría salir. Pero me daba mucho miedo y dolor que este bebé salga de mi cuerpo.
    –Okey, es hora de pujar. Puja.
    Cuando empezó a pujar el dolor en mi vientre y mi útero era de lo más horrible que puede sentir un ser humano.
    –¡Vamos no está funcionando, puja otra vez!
    Puje tres veces pero ya no podía más. Volteo a ver a mi tía y ella se había desmayado. Nunca tuvo ni esposo ni hijos.
    –¡Sáqueme a este bebé fuera ya!
    Mientras gritaba sentía como un pedazo de mi se abría cada vez mas y como algo salía de mi. Puje una y otra vez hasta que sentí como algo salió de mi propio cuerpo. En eso escucho un llanto fuerte. ¡Oh por Dios! El que está llorando es mi hijo. Me siento feliz y deshecha. Tenía miedo pues me dijeron que los ocho meses eran muy peligrosos para el bebé y para mí. Pero el aquí esta. Estaba viendo como los doctores tomaban huella y le hacían unos exámenes.
    Una enfermera se acerco a mí con el bebé en los brazos.
    –¡Oh por Dios es tan precioso! ¡Como se parece a ti! – dijo la enfermera.
    El bebé estaba sonriendo. Mi vida por lo visto no era un completo caos. Mi bebé estaba suavecito y olía raro, pero aun así sentía un amor eterno por él. Como si yo y el estuviéramos destinados para la vida eterna. Era hombre y en los recuerdos vienen a mi mente. No simplemente malos. La mayoría de esos recuerdos son buenos. Veo a mi bebé y recuerdo la dulce cara de papá cuando murió. Los ojos se me ponen llorosos no de tristeza, si no de alegría al tener en mis manos a mi bebé.
    –¿Cómo le pondrá a su hijo? –me preguntó una enfermera con la voz tierna.
    –Le llamare Ernesto, como su abuelo.
    Y desde ese momento supe que el va a estar conectado con mi papá por siempre. Sentía como mi papá estaba ahí llorando de la felicidad al ver a su primer nieto. Sentía como me decía te amo.












    Sara.
    Una noticia que cambiara las cosas.



    4 meses después del nacimiento de Ernesto.


    Escuche el llorido de mi bebé entre la oscuridad. Era tiempo de su leche, ya tenía hambre. Aunque nunca me había gustado levantarme para darle de comer a Ernesto, cada vez que lo hacía me emocionaba como si fuera la primera vez. Ese amor que sentía en mis venas por él, es mágico. Nunca había sentido algo así. Este día iré al hospital, pues Max sigue internado. La única familia que tiene es a su hermano Javier y a mí. Javier vive aquí y como es el único familiar, la compañía de seguros lo traslado para el hospital aquí en California. No sé qué es lo que le pasa, pues no he ido al hospital hasta hoy. Hace dos semanas había recibido otra llamada de Javier para que fuera a ver a Max al hospital. Y yo le volví a dejar claro que ya no quería saber nada de él. Pero según lo que me comento Javier, el está muy grave y por lo visto tiene posibilidades de morir. Y Javier me dijo que Max quería hablar conmigo sobre algo.


    Mientras iba en el carro, mi único pensamiento era Ernesto. ¿Mi tía le habrá dado de comer? ¿Estará cuidándolo bien? Y muchas más preguntas rodaban por mi mente. Ella me había prestado su carro para ir al hospital. Cuando llegue pregunte a la recepcionista donde estaba él. Me dijo que estaba en cuidados intensivos. ¿Cuidados intensivos? Qué extraño. Me dijo que estaba en el cuarto 2B. Mientras iba por el pasillo escuche un grito que decía mi nombre. Era Javier.
    –¡Sara! Estas aquí.
    –¿Qué otra alternativa tengo? – le conteste con indiferencia. Lo cierto es que siempre me había parecido guapo Javier. De hecho antes salía con él y Max me robo el corazón. Parece que tomé una decisión acertada. Porque aunque he sufrido mucho, tengo un bebé que no cambiaría por nada.
    –No puedes entrar. Pero hay un teléfono en el vidrio. Es como si estuviera en prisión.
    Cuando me dijo eso, se sacudió mi mundo. De todos formas el significaba algo para mí sea bueno o malo.
    –¿Qué tiene? ¿Por qué lo tienen así?
    Javier simplemente se me volvió contra mí y salió. En la pared de la habitación había un gran vidrio. Max estaba acostado y a mí se me salió una lágrima. Estaba tan pálido que me asustaba. Me le quede mirando fijamente pues no podía creer lo que estaba viendo. Sus labios estaban tan rasgados. Casi no tiene cabello, parece un completo zombi. De repente el me estaba mirando. Y con una sonrisa me alegro tan solo un poco. Agarro el teléfono que estaba junto a él y el teléfono que estaba en la pared empezó a vibrar.
    –Hola Sara– me dijo en forma de saludo. Su voz era un poco áspera y se escuchaba nervioso.
    –Hola Max. ¿Qué te paso?
    Sonrió.
    –Como está nuestro bebé. ¿Está sano?
    Cada vez me daba miedo. Pobre Max. Cuanto estará sufriendo.
    –Muy bien. ¿Qué te pasa a ti? ¿Por qué te hospitalizaron?
    Una lágrima rodó por su mejilla arrugada. Parecía como si hubieran pasado 50 años después de la última vez que lo vi.
    –Te lo diré de una vez por todas. Me detectaron leucemia avanzada. Moriré Sara, me quedan pocos días y…– empezó a toser demasiado fuerte. Yo solamente quería ir a abrazarlo y decirle que todo esta bien. – y quería saber cómo estaba mi bebé, y también como seguías tu.
    Cuando Max me dijo lo del cáncer, yo no sabía qué hacer. Max. ¿Cómo sucedió? No lo entiendo.
    –Quiero que sepas que…
    Mi celular sonaba, no era momento de contestar.
    –Permíteme Max.
    Cuando lo saque de mi bolsa vi que era una llamada de mi tía. ¿Qué habrá pasado?
    – ¿Bueno?
    – ¿Usted es Sara?
    Qué extraño, por que se escucha una voz masculina. ¿Quién tendrá el celular de mi tía?
    –Si, ¿Qué pasa?
    –Mire, la señora Aurora ha tenido un infarto y una vecina vio cuando caía. Ella estaba regando las plantas de su casa.
    Mi bebé. ¿Cómo estará mi bebé? ¿Quién tendrá a mi bebé?
    – ¿Qué? ¿Cómo pasó?
    –Le daremos más explicaciones en el hospital.
    – ¿Y el bebé que ella estaba cuidando está bien?
    –No había ningún bebé.
    Colgué el teléfono. Mi preocupación se fue hasta los cielos. ¿Dónde estaba mi bebé? Tenía que ir primero a la casa de mi tía a buscarlo. No pudo haber desaparecido.
    –Me tengo que ir Max. Mi tía se puso mal.
    No le pude decir lo del bebé por que se pondría peor. Simplemente salí corriendo y en el momento que voltee solo vi su cara pegada al vidrio con una lágrima asomándose por sus ojos.






    Sara.
    Momentos y situaciones que marcan la vida.


    3 meses después.

    Escuché tocar el timbre de la casa de mi tía. Ella estaba en rehabilitación aquí en su casa y una enfermera la cuida en las mañanas y yo en la noche. Tuvo un paro que afectó su cerebro y no puede pronunciar ni una sola palabra ni sonidos, tampoco puede caminar. Parece como si no fuera ella misma, pero mi tía se encargó de mí y ahora a mí me toca encargarme de ella.
    –¡Ernesto! Deja a tu tía descansar.
    Mi bebé solamente se rio y hizo un puchero. Cuando fue el accidente de mi tía, la vecina que había llamado a la ambulancia se llevo a Ernesto a su casa. Me decía que no dejó de llorar. Los veinte minutos sin saber nada él, fueron los más horribles de mi existencia. Ni el parto había sentido tanto sufrimiento y preocupación.
    Sentía como mi vida sería así de complicada. Por lo menos por un tiempo, no he sabido de Max, ni de Javier. Cuando vi a Javier en el hospital, sentí como un revoloteo en mi estomago, eran como mariposas. Cuando recién andaba con Max eso era realmente lo que sentía. Me preocupaba Max, pero creo que se lo merece, por todas las cosas que ha hecho, realmente no se merece nada de oportunidad. Tampoco he recibido ninguna llamada de Bahiana. ¿Qué habrá pasado con su hermano? Su vida me marcó, sentí como si hubiéramos sido amigas desde siempre cuando toda la noche platicamos. Mientras estaba haciendo la comida escuche un ruido sordo. Como que alguien se había caído. Mi tía.
    Salí corriendo de la cocina y vi a mi tía tirada en el suelo y con la mano señalando algo. Ernesto no estaba. Mientras estaba levantando a mi tía le pregunte “¿Tía ha visto a Ernesto?” ella simplemente trataba de hablar, pero no podía. Buscó en su cama un cuaderno y escribió “Ernesto estaba en el garaje, la puerta la dejaste abierta.” Ernesto, que tonta dejé la puerta abierta del garaje.
    Cuando entre al garaje lo único que llamó mi atención era el olor a cloro que estaba penetrante. Cuando volteo y prendo la luz veo a mi pequeño Ernesto tirado en el piso con el bote de cloro enseguida. ¡Oh Dios! No puede estar pasando. Lo tome por la cintura y salí corriendo. Lo acosté en el sillón y llame a la ambulancia para no dejar a mi tía sola y decidí ir yo al hospital. “tía iré al hospital se puso grave Ernesto” Salí corriendo sin verla solamente grite. Cuando iba al hospital veía que mi bebé no respiraba.
    Cuando llegue al hospital estaban dos doctores a fuera con una vaso en la mano.
    –¡Ayúdenme! Mi hijo no respira.
    Los doctores tiraron lo que traían que parecía que era café y sacaron a mi hijo del carro y lo subieron a una camilla, dos enfermeras ya estaba ahí. Cuando íbamos corriendo en el hospital me tope con Javier.
    –Hasta aquí puede pasar señora. – me dijo una enfermera.
    –¿Qué pasó? – me pregunto Javier.
    Lo único que hice lo abrase y deje que me consolará hasta que no podía más. Las horas de espera eran largas. No sé qué están haciendo con mi bebé. Le marque a la señora que vive al lado de la casa de mi tía para que se ocupara de ella. Javier siempre estuvo ahí para mí y los momentos que se ausento fue para ir a ver a Max. Yo no lo quería ver, me sentía muy culpable por dejar que le pasara esto a mi bebé. Estando Javier abrazándome llegó el doctor.
    –¿Señora Sara?
    –¡Si! ¡Doctor, dígame que le pasó a mi hijo! ¿Esta bien?








    Sara.
    El final de una historia, es el final de una vida.



    Mientras sentía el frio de las paredes, también sentía lo fría que era mi vida. Las lágrimas salían de mis ojos sin parar y mi corazón lloraba de la tristeza que estaba escuchando. Mientras me resbala por la pared, pues mis rodillas no aguantaban el peso de mis errores. El doctor me decía que habían hecho todo lo posible por salvar a mi hijo. Ernesto esta haya con mi papá. Los dos me estaban cuidando. No podía levantarme ni quería escuchar ya nada. La felicidad se había ido. Javier se hecho al suelo y me abrazó. Sin decir nada sentía como él me demostraba que estaba ahí para mí. El dolor era grande, sentía como mi estomago formaba nudos y mis odios se tornaban sordos al recordar escuchar los ruidos de mi bebé. Su forma de decirme que estaba incomodo con algo, cuando lloraba y solo lo abrazaba para decirle que ahí estaba yo. En mis manos sentía su piel al momento de tocarle la cabeza, sus manos. Sentía en mis brazos como me aruñaba cuando lo bañaba. Todos esos recuerdos llegaron a mi cerebro. Los pedazos que quedaban de mi corazón que se habían destrozado cada vez extrañaban más a Ernesto. ¿Por qué Dios me pone otro desafío?
    El cuerpo nos lo iban a dar después de hacerle la autopsia. Solo es de regla, aunque ya sepan de que murió. Javier me lleva a la casa de mi tía por ropa del bebé. Yo quería que ya lo enterraran. No quería verlo acostado sin poder despertar. Mi tía seguía con la vecina, no le diré nada. No quiero que se preocupe. Cuando abrí el closet del bebé vi que él era todo lo que pedía en mi vida. El era mi fuerza y ya no estaba. Sentía como el vacio de mi vida. Javier le dijo a Max sobre la muerte de Ernesto y me ha estado marcando pero simplemente no quiero contestar. No quiero saber que yo tuve la culpa por descuidarlo. No quiero hacerme responsable de eso.
    –Espérame aquí Javier. Iré al baño.
    –Okey. Esperaré afuera del baño.
    Cuando iba camino al baño, mi cerebro formo figuras de Ernesto alrededor de la casa. Cuando gateaba en el piso e iba a la cocina. Cuando gritaba. En mi mente escuchaba los gritos y los lloridos. Pero también, escuchaba cuando reía y gritaba de emoción. Cuando escuchaba sus risas era como que me digiera que estaba bien. Pero yo quería ir con él. Cuando entre al baño busque las navajas para rasurar. Tenía que estar con él. Ernesto me necesitaba. Me asegure que la puerta del baño estuviera cerrada para que Javier no entrara. Cuando deslice poco a poco la navaja sobre mi muñeca, sentía como si estuviera flotando. La volví a deslizar por mi muñeca y una línea roja empezó a brotar. Ardía pero quería estar con Ernesto. Cuando a la tercera vez que deslice la navaja sentí un gran dolor y vi que mi mano estaba llena de sangre. Simplemente me senté en el escusado esperar. Cuando volteo a la puerta, veo a papá. “No lo hagas” me dijo. Y se iba acercando cada vez más. “Aquí te necesitan, tu tía. Tu mamá. Max. Javier.” Sentía como las lágrimas se desbordaban cada vez más. Escuchaba gritos pero me sentía muy débil. La vista se puso borrosa y solo veo cuando Javier tumba la puerta y viene corriendo sobre mí.
    –Todo estará bien Sara. Te amo.
    Y sentí como sus labios se juntaron con los míos. Después todo negro.













    Capítulo final.
    La vida siempre continúa. Nunca hace paradas.


    20 años después.

    Bahiana.
    Bahiana después de haberse ido de su casa fue con Benet para que se escapara con ella. El se negó.
    Bahiana se fue de ciudad y hoy vive con su esposo y tiene dos hijos. Su esposo es dueño de unas empresas de comercio.
    Su padrastro fue encarcelado 2 semanas después, por homicidio y violación. El murió al cumplir 3 años en la prisión.
    Su Madre fue encerrada en un centro psiquiátrico, debido a los traumas que ha vivido. Bahiana la visita dos veces al mes. Su mamá dice que ve a Josh en las noches.
    Bahiana tiene un hijo de 16 años y otro de 8. Vive feliz, pero siempre recuerda a su hermoso bebé. Y una vez a la semana va al cementerio a dejarle flores.

    Sara.
    Sara después de haber sufrido la muerte de su hijo, tuvo que entrar a dos años de terapia. Seguidos esos dos años se caso con Javier que siempre la apoyo. Ahora ella tiene tres hijos. Dos hombres y una mujer.
    Su marido es médico especializado en oncología pediátrica y es dueño de cuatro hospitales oncológicos.
    Sara, después de haber tomado todo lo que pasó en su vida, hizo realidad un centro de apoyo a personas con VIH, embarazos prematuros, apoyo mental, niños en la calle y personas que sufrieron violación. Hasta ahora tiene dos centros llamados Bahiana luz de la vida.
    Planea abrir otro especializado con cáncer en nombre de Max.
    Max murió 5 meses después de la muerte de Ernesto. Se dice que murió solo.
    Su tía murió al año y medio. No se saben la causa de su muerte.
    Sara vive en California con Javier. Los dos siguen enamorados y Sara nunca ha olvidado la muerte de Ernesto. Tiene una gran familia y antes en su vida le toco vivir una felicidad no correspondiente.


    FIN.
     
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