Una extraña noche

Hola a todo el mundo, esta historia la escribí a principios del año del año pasado y sinceramente, he de admitir que es algo absurda (de modo que no intentéis buscarle la lógica). Aún así me gustaría que me aconsejaseis para poder mejorar, gracias de antemeno.

Una extraña noche



Bueno, esto es algo que me paso hace bastante tiempo, cuando aún creía que mis sueños se podían hacer realidad y cuando aún esperaba que el chico más popular de la clase se fijase en mí.

Era de noche, ni tan siquiera se que hacía en la calle a esas horas, ya que mi toque de queda era a las seis de la tarde. El caso es que vi algo que llamó mi atención.

No muy lejos de donde me encontraba, había un solitario parque, en donde vi una sombra moverse y esconderse tras unos arbustos.
Idiota de mí, en lugar de marcharme de allí a toda prisa, fui a ver de qué se trataba.
Me acerqué con sigilo al arbusto.
Gracias a la débil luz de una farola, pude ver a una mujer tumbada en el suelo, y a un hombre bastante corpulento sobre ella.
Genial, he pillado a la parejita haciendo guarrerías en el parque, pensé, comenzando a girarme.
En ese momento el hombre se giró, clavando sus diminutos ojos en mí.
Me sorprendí al comprobar que no se trataba de un hombre, si no de un niño de poco más de once años, pero que era tan sumamente enorme (Su cuerpo era igual de redondo que una canica) que de espaldas parecía un adulto.
-Perdón, no quería interrumpir-Dije, forzando una sonrisa.
-No, tranquila-Contestó él, incorporándose.
Mis ojos se movieron hacía la mujer, que no se movía.
Estaba completamente pálida, como si se tratase de un muerto.
Mis ojos se desviaron de nuevo al niño.
Todo el contorno de su boca estaba manchado de un intenso rojo, como si hubiese comido salsa de tomate y después no se hubiese limpiado la boca..
Volví a mirar a la mujer, que seguía sin moverse.
Tenía los ojos abiertos de par en par y miraba al cielo, pero sin ver nada.
Mis ojos se movieron con rapidez, buscando una vía de escape.
Mierda, está muerta, se la ha cargado, ¿Y ahora que hago?
-¿Por qué tienes miedo? No voy a hacerte nada. No eres mi tipo.
Miré al niño con incredulidad.
-¿Perdona?
-A mí me gustan las mujeres maduritas, no… bueno, no te ofendas, pero es que no me van las niñas-
Toma ya, y eso me lo dice un criajo de apenas once años, pensé con cierta furia.
El niño se colocó bien las gafas.
-Bueno ya es tarde. Será mejor que regrese.
-Eh para el carro, ¿Te crees que te vas a ir de rositas?-Pregunté con un valor que no tenía-¿Qué le has hecho?
-Bueno… ¿No es obvio?-Y sonrió, mostrando unos afilados colmillos.
Mierda, esa mancha roja no es tomate.
Y de repente una idea absurda acudió a mi cabeza.
Volví a mirar a nuestro alrededor.
-Vale, ¿Dónde está la cámara oculta?
El niño frunció ceño.
-¿De que cámara hablas?-
-Venga ya. No te hagas el sueco. Seguro que esto es uno de esos programas en donde te toman el pelo.
El niño me miró como si fuese idiota y después dijo:
-Esto no es ninguno de esos absurdos programas que veis los humanos-
Estuve a punto de reírme en su cara, de verdad, pero algo en su mirada me detuvo.
-Entonces… ¿Eres un vampiro?
Volvió a sonreír, mostrando nuevamente sus afilados colmillos.
-¡Exacto!-
Y entonces eructó con fuerza.
Contuve una mueca de desagrado, en parte por su falta de modales, y en parte por la peste a ajo que me vino a la cara.
-¿Has comido ajo?-Pregunté con incredulidad.
Aquello era absurdo. Los vampiros odian el ajo.
-Yo no-El niño se giró para mirar a la mujer que yacía en el suelo-Supongo que ella habrá comido algo con abundante ajo-
Volvió a eructar.
-Perdona-Dijo, llevándose la mano al estómago-Creo que voy a tener una digestión pesada-
Parpadeé varias veces, intentando salir de mi asombro.
¿De dónde había salido ese niño vampiro?
No se parecía en nada a cualquier cosa que hubiese leído sobre vampiros.

Punto 1. Era feo y gordo.
Por norma general los vampiros suelen ser hermosos, ¿No?
Punto 2. ¿Dónde se ha visto un vampiro miope? ¿No se supone que tienen una súper vista?
Punto 3. (Creo que lo más importante) ¿Acaso el ajo no es letal para un vampiro? Entonces, ¿Por qué ese supuesto vampiro estaba ahí plantado tan pancho diciendo únicamente que iba a tener una digestión pesada?
Ver para creer.

-Pues nada, si me disculpas-Dijo, dando por zanjada nuestra absurda conversación y pasando por mi lado dispuesto a marcharse.
Volví a mirar a la mujer.
-Espera, espera-Corrí para cortarle el paso-¿Te vas y ya está? ¿Vas a dejarla ahí? Lo que has hecho es un crimen, ¡Un crimen! ¿Lo entiendes?
¿Os lo podéis creer? Seguro que pensaréis que era un poquito retardada o algo parecido, sinceramente yo también lo creo.
¿A quién demonios se le ocurre ponerse a sermonearle a un vampiro? Ni que ellos se rigiesen por nuestras reglas.
Peor aún, no entiendo ni como fui capaz de encararme así con él. Al fin y cabo, no dejaba de ser un asesino ¿no?
Pero bueno, el caso es que por segunda vez consecutiva en aquella noche, aquél niño volvió a mirarme como si fuese idiota y de nuevo, volvió a ignorarme, pasando nuevamente por mi lado sin decir nada.
Aunque aquello era el colmo, simplemente me quedé allí, patidifusa, sin palabras.
Que alguien te mire así en un intervalo tan corto de tiempo te hace replantearte si realmente eres idiota.
El caso es que cuando me giré de nuevo (no había pasado ni un minuto) allí no había nadie, excepto el cadáver de aquella mujer y yo.
Y os preguntaréis ¿Qué hiciste?
Pues la respuesta es bien sencilla, irme de allí.
Tal vez aquél niño me hubiese mirado como a una idiota, pero sabía que si iba a la policía y explicaba lo sucedido, podían suceder dos cosas.
La primera (y la más probable) Que no se creyesen nada de lo que les dijese y se riesen en mi cara.
La segunda (remotamente probable) que si me creyesen, y entonces me estaría metiendo en camisa de once varas. De modo que me fui.
Sinceramente, me preocupaba más la bronca de mi madre, que no lo que acaba de suceder.

Pero no quiero que penséis que no me preocupaba en absoluto lo sucedido aquella noche.
Durante una semana entera, me miré todo los periódicos habidos y por haber, buscando alguna noticia sobre aquella mujer. Nunca encontré nada, ni tan siquiera oí rumores de que nadie hubiese encontrado ningún cadáver en el parque, lo que siempre me ha llevado a pensar…
¿Realmente sucedió algo aquella noche?
Quién sabe, tal vez solo fuese un sueño.
Las únicas que saben la verdad de lo sucedido aquella noche, son las estrellas que brillaban en el firmamento, nadie más.



Fin