Romántico Una cita nocturna en Halloween

Eran justamente las 6:00pm del 31 de octubre y un joven universitario de nombre Nick repentinamente recibió de visita en su dormitorio a su adorada y bellísima novia Madelyn.

—¡Dulce o truco, amor mío!— dijo Madelyn antes de dejarlo siquiera saludar. —Excepto que en realidad no tienes opción. Tengamos una cita de disfraces en algún lado esta noche, ¿sí?

—Oh, pero si aún no tengo un disfraz para la ocasión— se rio Nick. —Pero sin duda estaría encantado de tener una cita espeluznante contigo, cariño— añadió besando sus labios.

—Oh amor, te verías tan lindo disfrazado como vampiro— dijo ella revelando una bolsa de compras que llevaba escondida tras su espalda.

—Jejeje— él la abrazó, pegándola a su cuerpo. —Y tú te verías hermosa disfrazad como cualquier cosa, como siempre, cariño.

Ya que probablemente tendrían que vestirse pronto si el plan sería ir a cenar a alguna parte, Nick invitó a Madelyn a entrar, pero ella jaló su brazo para llevarlo a sentarse un momento con ella en el sofá.

—Dime, Mad, ¿a dónde deseas ir para pasar nuestra cita de Halloween? Pide y yo lo cumplo.

—No lo sé…— Lo pensó por un momento para luego soltar unas cuantas risas. —Realmente me es divertido que quieras salir conmigo esta noche tan importante para ti, que eres un demonio— bromeó pasando sus dedos por el cabello de su novio.

—Yo no soy un demonio, querida— frunció el ceño abrazándola por la cintura. —Pero obvio no podría pasar esta noche con nadie más— sonrio. —Además, este es nuestro primer Halloween en pareja.

Madelyn sonrio. La feliz pareja había empezado a salir en agosto de ese año y se querían muchísimo. Tenían 19 años, ambos tenían una ex-pareja de las que preferían no hablar, estudiaban en la misma universidad y les ilusionaba mucho su noviazgo a pesar de solo llevar un par de meses juntos.

—Hmm. Bueno, Nick, podríamos ir a pedir dulces o ir a ver películas de terror, no lo sé.

—Pero estamos ya algo mayores para pedir dulces— se rio y jala levemente las mejillas de Madelyn. —Y a ti no te gustan las películas de terror.

—Pues podría intentar soportarlas solo por ti, cariño— dijo ella tomando una de las manos de su novio. —¿Qué te parece? ¿Vamos?

—Eres un encanto— sonrio ampliamente mientras la rodeaba con un brazo y besando una de sus mejillas. —¿Cómo has venido a dar a mis brazos?

—¿Un encanto? ¿Un encanto por aceptar ver una película contigo o solo un encanto?

—¡Simplemente un encanto! Un ángel que vino a mí por mera bendición.

—De acuerdo, de acuerdo— Madelyn se rio complacida. —Vamos a mi casa, ahí hay un millón de películas de ese género, ya que a mi hermano también le gustan mucho.

—¡Shush!— volvió a estirar levemente sus mejillas. —¡No lo arruines mencionándolo! —se quejó como un niño pequeño y luego se rio. —Esta noche debe ser DI-VER-TI-DA— dijo poniéndose de pie. —Pero, ¿estás segura de que quieres hacer eso? ¿Qué hay de los disfraces?

—¿Me concederías una mini sesión de fotos antes de irnos? … ¿Y otra cuando lleguemos?

—Cuanto más tardemos en de hecho ver una película, mejor, ¿huh?

Madelyn infló sus mejillas y le dio un golpe en broma a Nick en el hombro. Él sólo se rio y ambos finalmente entraron a la habitación de Nick a ponerse sus disfraces (el de Madelyn también era de vampiresa). Con el fin de hacer la noche más agradable para Madelyn, Nick decidió que antes de llegar a su casa pasarían a comprar frituras, dulces, bebidas, y más tarde se encargaría de pagar lo que sea que quisiera cenar. Ella estaba muy contenta, pero creía que así sería incluso sin todo aquello: Nick era todo lo que necesitaba aquel Halloween.