Colección de Pokémon - Una aventura más [30 Días de Pokémania]

Tema en 'Fanfics Terminados Pokémon' iniciado por Accel, 12 Abril 2016.

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    Accel

    Accel Deprimente

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    Título:
    Una aventura más [30 Días de Pokémania]
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    6
     
    Palabras:
    1320
    Quería aclarar que los Pokémon que salen en el fic, son algunos de mis favoritos, de ahí lo relacionado a Pokémon Favorito.

    Día 1: Pokémon Favorito [30 Días de Pokémania]

    Una silueta golpeó el bote con brusquedad. Natsumi y yo nos alertamos, levantándonos y viendo qué había sido aquello.

    La silueta de un Pokémon se sumergió de nuevo hacia las profundidades del agua; adopté posición de alerta, con Natsumi imitándome. Pero no alcanzamos a apreciar nada más. La silueta apareció detrás de nosotros, embistiendo con mayor fuerza el bote. Éste se balanceó sobre el agua, y las paredes del bote se astillaron debido al golpe, por donde el agua comenzó su travesía bruscamente.

    Y entonces, el Pokémon saltó por los aires hasta posarse en los límites del lago, justo donde un árbol de hojas secas se encontraba. La criatura se apoyó sobre una de sus patas en una gruesa rama, listo para contraatacar de nuevo. Su mirada me veía con suma rabia, y entonces supe que se trataba de una especie entre una rana y un ninja, color azul siniestro. Sin tener tiempo para reaccionar, el Pokémon salvaje comenzó a crear un shuriken de agua que giraba bruscamente en torno a su propio eje. Al momento en que lo lanzó, dio de lleno con el bote y éste se rompió en pedazos. Ambos caímos al agua helada.

    Mi vista se nubló por completo, pero sentí la mano de Natsumi dar con la mía; sin pensarlo dos veces, comenzamos a nadar hacia las orillas del lago, pero aquel Pokémon furioso estaba ya corriendo hacia nosotros por la superficie del agua, como si aquel líquido no fuese un obstáculo para él. Llegó hacia mí embistiéndome de nuevo con un Ataque Rápido; salí disparado fuera del agua, estrellándome cerca de la cabaña donde Kazuo y sus hermanos estaban. Me reincorporé, notando cómo Natsumi llegaba a la tierra sin daño alguno.

    —Greninja —susurré confuso. El Pokémon se situó a unos metros alejados de mí y de Natsumi, saliendo sutilmente del lago.

    Natsumi tomó una pokébola, pero le impedí la acción con el brazo; esta iba a ser mi batalla.

    Saqué de mi inventario una pokébola, y la lancé al aire. Una luz materializó a un Treecko que aterrizó con la misma actitud furiosa que el Greninja.

    — ¡Usa excavar!

    Treecko comenzó a rasgar la tierra a una velocidad increíble, hasta que se introdujo en un enorme agujero. Greninja no le importó aquello, yendo hacia mí con rabia. Sin embargo, Treecko salió a centímetros de mí, en medio de otro agujero que él mismo había hecho. El Pokémon planta alzó un puño y le dio de lleno en la quijada de Greninja, que ascendió por los aires, rasgado por las ramas de varios árboles. Pero yendo en su travesía hacia arriba, Greninja pudo sujetarse de una de las ramas, y viró de vuelta hacia el suelo, con doble de velocidad con la que había ascendido. Una posición firme, con sus patas erguidas yendo hacia nosotros, dio con el Treecko justo en el cráneo; el golpe de Greninja me alertaron; Natsumi quería intervenir, y Kazuo, Kai y Kaito salieron de la cabaña para ver lo que sucedía, sin intervenir en la pelea.

    Finalmente me aparté del lugar donde Greninja podría aterrizar. Greninja tocó el suelo alzando varias hojas anaranjadas sobre el aire, asimismo con un pequeño terremoto que se pudo apreciar sobre el ambiente.

    Sin embargo, sin ordenarle nada a mi Treecko, éste fue con furia hacia el Pokémon siniestro; repentinamente, una luz verde fluorescente comenzó a emanar de la cola esmeralda de Treecko, hasta que varios haces de luz se extendieron y envolvieron al Pokémon de agua. Treecko comenzó a absorber la energía de Greninja, mientras este suplicaba por liberarse de sus látigos de luz que lo sujetaban con fuerza.

    La energía de Greninja comenzó a bajar, viendo su barra de vida que bajaba considerablemente. Sin embargo, el Pokémon enemigo pudo zafarse de su ataque, envolviendo sus dos brazos de nuevo de aquel amenazante shuriken líquido que fue hacia Treecko a una velocidad inigualable.

    El shuriken dio de lleno con un tronco, puesto que Treecko había realizado Agilidad para esquivar el ataque, situarse detrás de Greninja, y propinarle un par de patadas en la espina dorsal del Pokémon que lo mandaron a hacia arriba. Mientras el Pokémon ascendía con las patadas que mi Treecko estaba realizando.

    — ¡Es mío!

    Saqué de mi inventario una pokébola y la lancé con fuerza hacia el Pokémon salvaje; una luz escarlata envolvió al Pokémon y la pokébola empezó a temblar en medio de hojas y tierra húmeda. Los segundos pasaban, y la pokébola forcejaba sin parar, hasta que de un momento a otro, ésta se quedó quieta.

    —Bien hecho, Raiden —me felicitó Kazuo.

    — ¡Ese Greninja parecía bastante fuerte! —Kai estaba sorprendido.

    — ¡Bah, yo pude haberlo hecho mejor! —Kaito se veía molesto por la gran batalla que yo había dado.

    — Como sea —intervino Natsumi— ¿Por qué nos habrá atacado?

    Esa era la cuestión. El único que podía responder aquello era el mismo Pokémon, así que lo saqué de su pequeño refugio esférico. Treecko le dedicó una mirada gélida, pero Greninja aun estaba algo debilitado y confuso por todo lo que había pasado.

    —Hola —le saludé. No me di cuenta cuando Pikachu llegó hasta mis hombros; el roedor había permanecido apaciblemente en la cabaña junto con los tres hermanos dueños de la morada. Cuando miró con sorpresa a Greninja, éste intentó disimular valentía—. Soy Raiden; soy tu nuevo amigo.

    El Greninja asintió, aunque molesto porque ya no era el Pokémon "libre" que solía ser. Sin embargo, la cuestión era el por qué de su furia.

    El Pokémon se acercó hacia mí, realizando quejidos con su nombre, señalando uno de mis bolsillos.

    —Ya veo...—entonces, introduje una de mis manos en los bolsillos húmedos del pantalón de algodón. Cuando noté la esfera, así como la pulsera, los saqué con delicadeza.

    El Pokémon frunció el ceño y realizo un gruñido.

    —Así que esto es de tus pertenencias.

    El Pokémon negó con la cabeza y señaló hacia el lago.

    — ¿Era... era parte del lago? ¿Ustedes cuidaban de eso?

    Asintió.

    —Ya veo...

    Estuve a punto de devolver aquello hacia el lago con un lanzamiento lejano, pero Kai me detuvo del brazo.

    — ¡Un momento! —intervino con aquella actitud hiperactiva— ¡¿Qué diablos acabas de conseguir?!

    — ¿Acaso es una MegaPiedra y una Piedra Activadora? —cuestionó Kazuo con asombro.

    — ¡Por supuesto que lo es! —Kaito también llegó hasta mi posición y tomó la pulsera para examinarla de cera— ¿Dónde lo has conseguido, Raiden?

    —En el fondo del lago, pero parece que el Greninja estaba custodiando aquello. Parece que era su tesoro.

    —Bueno, haya sido o no, ahora es tuyo —Kai contraargumentó.

    Greninja, con algo de decepción, asintió; yo quería regresar aquello de vuelta al lago. Sin embargo, ahora Greninja era mi Pokémon y no podía volver al lago para cuidar de las piedras extrañas que habían perdido su brillo cuando hice contacto con ellas.

    — ¿Sabes lo difícil que es conseguir esto? —me indicó Kazuo— Eres afortunado, Raiden.

    —Como sea —dije sin interés.

    Natsumi se acercó hasta nosotros, animándome.

    —Bueno, tal parece que si Greninja quiere seguir cuidando aquellos objetos, tendrá que permanecer a tu lado, porque ahora son tuyas.

    —Es cierto; Natsumi tiene razón —me apoyó Kazuo.

    Le dediqué una mirada a Greninja, y éste asintió estado de acuerdo con los demás. Bueno... al parecer tenía entre mis dominios una MegaPiedra, aunque aun tenía dudas acerca de ella.

    — ¿Y su brillo? —le pregunté a Kazuo, que parecía saber más acerca del tema.

    —Bueno, primero tienes que equiparla en un Pokémon para que funcione —mencionó Kazuo— Y al parecer esta esfera pertenece a un Pokémon en específico.

    — ¿A quién?

    —Si no mal recuerdo, el color que posee la esfera, así como la forma de la Piedra Activadora, son características de un Charizard. Eso significa que has conseguido una Charizardita X...
     
    Última edición: 13 Abril 2016
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    Día 2: Líder de Gimnasio [30 Días de Pokémania]

    Aunque había entrenado durante toda esa tarde, el chico decidió quedarse al menos un par de días en la ciudad y entrenar concienzudamente antes de retar al Líder. No quería prolongar demasiado su estancia, había otros gimnasios que visitar y más medallas que ganar, pero él quería ir sobre seguro, por lo que el entrenamiento fue la mejor opción.

    A la mañana siguiente prosiguió, aunque llegó un punto en el que sus Pokémon dijeron basta; por su parte Raiden no tenía intención de forzarlos ni nada por el estilo, por lo que optó por detener el entrenamiento. Por un momento pensó en que podrían estar ya preparados, aunque igualmente prefirió consultarlo con ellos primero.

    — ¿Qué me dicen, chicos? ¿Están listos para enfrentar a Brock?

    Tanto Pikachu como Charmander exclamaron sus nombres con alegría y fiereza, aunque Pidgey era el que menos entusiasmado se encontraba; aun así Raiden le alentó un poco y sirvió para motivarle, por lo que al final no se lo pensó más y decidió retar el gimnasio esa misma tarde.

    Entre medias no entrenó, tan solo estuvo haciendo tiempo en el salón del Centro Pokémon o leyendo un poco la prensa diaria; en cuanto el reloj dio las seis se puso en marcha hacia el gimnasio.

    No tardó más de diez minutos en llegar dado que ya sabía dónde estaba; entró al recibidor y llamó él mismo.

    — ¿Hola? Soy Raiden de Pueblo Paleta y me gustaría tener una batalla de gimnasio.

    Nadie contestó a su llamada ni salió a recibirle, por lo que decidió adentrarse un poco en el gimnasio para ver si se encontraba con alguien. Un largo pasillo se extendía un poco más allá pasado el recibidor, lo cruzó a paso ligero, pero en cuanto llegó al otro lado se chocó de bruces con Brock.

    — ¿Buscas algo?

    Supo identificarle puesto que era idéntico al de las fotos en el panfleto; Brock no tendría más de veinte o veintiún años, era bastante joven, tenía el cabello despeinado de color castaño oscuro y su tez morena. Vestía una camiseta negra, un chaleco sin mangas de colores apagados y unos pantalones de color beige.

    —Ah, sí, siento la intrusión, me llamo Raiden, vengo de Pueblo Paleta y me gustaría tener una batalla contigo —explicó él.

    —Ah, así que eres un aspirante... Muy bien, pasa al campo, en un segundo estoy contigo —indicó Brock.

    El final del pasillo daba hasta un campo de batalla bastante grande y espacioso, a ambos lados se extendían dos graderíos y la iluminación era bastante potente.

    Estuvo esperando un momento, al poco rato vino Brock con un árbitro y el combate comenzó sin más dilación.

    — ¡Adelante, Geodude!

    — ¡Vamos, Pikachu!

    Los dos Pokémon se enfrentaron con la mirada, esperando a una orden por parte de sus entrenadores.

    — ¡Geodude, placaje!

    — ¡Esquívalo! —ordenó Raiden.

    De un salto, Pikachu pudo esquivar con rapidez el ataque, dando una vistosa voltereta en el aire.

    — ¡Ahora impactrueno!

    Pikachu soltó la energía y la descargo sobre su objetivo, pero no le ocurrió nada.

    — ¿Eh? ¿Por qué no ha funcionado? —masculló Raden extrañado.

    — ¡Ja, Ja, Ja! ¡Los ataques de tipo eléctrico no valen de nada con los de tipo tierra! ¡Geodude, lanza rocas! —indicó Brock.

    — ¡Cuidado, Pikachu!

    El Pokémon eléctrico pudo esquivar algunas rocas, pero no todas, llegando a ser rozado por unas cuantas, aunque no supusieron nada serio.

    — ¡Ataque rápido!

    Acto seguido Pikachu se lanzó contra Geodude pero tampoco hizo gran cosa el golpe.

    — ¡Sí! Es lo que tiene el tipo roca, su gran resistencia y defensa... —comentó Brock.

    — ¡Eso ya lo sabía, y vengo preparado! ¡Pikachu, látigo! —indicó entonces Raiden.

    Fue entonces cuando Pikachu se movió rápidamente, avasallando al Pokémon todo el rato latigueando su cola y bajando ampliamente sus defensas; Geodude trató de defenderse atacándole de frente con varios placajes, por su parte Pikachu trató de esquivar todos los golpes que le venía, aunque le llegaron alcanzar algunos. Tras una buena tanda de látigos, Raiden retiró a Pikachu y lo cambió.

    — ¡Adelante, Pidgey!

    — ¡Geodude, lanza rocas! —indicó Brock.

    — ¡Esquivalas!

    Con gran rapidez y aprovechando que estaba en el aire, Pidgey voló a través de las rocas, evitándolas todas.

    — ¡Ataque rápido!

    Tras eso, Pidgey se abalanzó rasgando el aire y golpeó a Geodude, el cual encajó el golpe malamente debido a sus bajas defensas.

    — ¡Desenrollar!

    — ¡Picotazo!

    Pidgey se abalanzó con su pico brillando mientras que Geodude tomaba carrerilla para embestir girando sobre sí mismo; ambos Pokémon se encontraron y se bloquearon mutuamente.

    — ¡Continua!

    Como el ataque desenrollar tenía varias fases, a cada cual más fuerte según avanzaba, Geodude se lanzó de nuevo, alcanzando ésta vez al Pokémon volador y tirándolo al suelo. Geodude cargó de nuevo dispuesto a golpearlo más veces.

    — ¡Ataque arena! —indicó Raiden.

    Reincorporándose enseguida, Pidgey rascó el suelo con sus garras y luego agitó sus alas, lanzando arena a su contrincante y cegándolo por momentos.

    — ¡Ataque rápido!

    Justo después Pidgey embistió con todas sus fuerzas volando a ras de suelo y Geodude se dejó caer, agotado.

    — ¡Geodude está fuera de combate, el ganador es Pidgey! —dictaminó el árbitro.

    — ¡Regresa Geodude! —indicó Brock, devolviéndolo a su pokébola.

    Por su parte, Raiden dejó a Pidgey en el campo, dispuesto a seguir luchando con él.

    —No ha estado nada mal... Pero aún no ha acabado ¡adelante, Onix! —indicó el Líder de Gimnasio, lanzando su última ball.

    Al punto, una enorme serpiente de roca se alzó ante él, intimidante frente al diminuto Pidgey.

    — ¡Muy bien, ataque arena! —indicó Raiden.

    Pidgey realizó el mismo procedimiento para lanzar la arena pero era tan grande que no conseguía atinar del todo bien.

    — ¡Onix, lanza rocas!

    Más rocas rodearon el alargado cuerpo de Onix y fueron directas hacia Pidgey, el cual no pudo esquivarlas y acabó siendo alcanzado por estas, cayendo al suelo seriamente dañado. Raiden optó por hacer y cambio y le llamó.

    — ¡Vuelve, Pidgey!

    En su lugar sacó a Charmander, dispuesto a seguir con su estrategia.

    — ¡Charmander, gruñido!

    — ¡Onix, chirrido!

    El enorme Pokémon soltó un inaguantable chirrido y atacó de seguido, consiguiendo dar en el blanco, aunque no le hizo gran cosa.

    — ¡Lanza rocas!

    Otra ristra de rocas se congregó en torno al enorme Pokémon y todas cayeron directas hacia Charmander; el pequeño Pokémon trató de esquivar algunas, consiguiéndolo en parte, pero al final quedó desprotegido y el resto le alcanzaron, dejándole muy dañado. Una vez más, Raiden prefirió no tentar a la suerte y lo recogió.

    — ¡Vuelve Charmander!

    Por un momento se sintió contra las cuerdas, por lo que comenzó a sopesar sus posibilidades. Brock era muy fuerte, y no solo eso, sino que había aprendido su estrategia y se la estaba bloqueando todo el rato; y dudaba que los ataques eléctricos de Pikachu pudieran hacer nada, pero era su único Pokémon más sano hasta ahora. ¿Qué podría hacer?

    — ¡Adelante Pikachu!

    — ¡Onix, excavar! —indicó Brock.

    La enorme serpiente de roca se ocultó bajo el suelo, ocultándose de la vista. Por su parte Pikachu trató de estar atento para ver por donde saldría. Entonces, sin previo aviso, el suelo bajo los pies del ratón eléctrico cedió y Onix reapareció, llevándose por delante a Pikachu.

    — ¡Oh, no, Pikachu! ¡Agárrate! —exclamó Raiden a la desesperada.

    Al oír a su entrenador, Pikachu se asió a una de las rocas que componía el gran cuerpo de Onix y no se soltó en ningún momento, manteniéndose agarrado.

    — ¡Látigo!

    Aprovechó la oportunidad para latiguear su cola y así bajar sus defensas.

    — ¡Záfate de él! —indicó Brock.

    El gran Pokémon comenzó a agitarse para hacer caer a Pikachu, el cual se agarraba como podía.

    — ¡Aguanta ahí Pikachu, sigue con látigo!

    Aun a pesar de sus continuos zarandeos, pudo seguir bajándole la defensa poco a poco; aun y con todo, Onix seguía tratando de hacer caer al pequeño Pokémon.

    — ¡Súbete a su cabeza! —habló Raiden.

    — ¿Qué tramas? —pensó Brock.

    Saltando de piedra en piedra, Pikachu llegó a su cabeza y se encamaró a su cuerno.

    — ¡En la cabeza, libérate de él! —exclamó el Líder de Gimnasio.

    Onix sacudió la cabeza frenéticamente, por un momento el Pokémon eléctrico cabeceó, pero Pikachu resistía aferrándose al cuerno de su cabeza.

    — ¡Sigue con látigo!

    — ¡Ya me he hartado! ¡Onix, excavar! —indicó Brock en un momento dado.

    Fue entonces cuando Onix se echó hacia delante y se lanzó de cabeza contra el suelo para comenzar a excavar.

    — ¡Pikachu, salta!

    El Pokémon eléctrico se soltó a tiempo y Onix no lo pudo arrastras con él; pero estaba bajo el suelo de nuevo y bajo su merced, por lo que era cuestión de tiempo golpearle de nuevo. Raiden esperó a que el suelo cediera de nuevo y cuando lo hizo, exclamó.

    — ¡Pikachu, allí!

    En cuanto Onix resurgió, Pikachu se apartó de golpe, e inmediatamente después se volvió a agarrar de él.

    — ¡Agh! ¡Onix, sacúdete! —exclamó Brock, algo alterado por esa situación.

    En plena sacudida, Onix agitó su cabeza hacia arriba con tanta fuerza e impulso que Pikachu no pudo seguir aferrándose a él y salió despedido hacia arriba, llegando casi a tocar el techo. Por un momento el tiempo pareció detenerse, y en ese breve lapso de tiempo Riden valoró la situación.

    Onix era enorme, y muy fuerte también, antes lo había estado avasallando a látigo para bajarle su gran resistencia, aunque no estaba seguro si había sido suficiente. No podía saberlo, nada se lo aseguraba. Fue entonces cuando comprendió que sólo tendría una oportunidad. Y decidió aprovechar la actual situación a su favor.

    — ¡Pikachu, ataque rápido!

    — ¡Onix, lanza rocas!

    El Pokémon eléctrico fue el primero en moverse, aprovechando que llegó a alcanzar el techo se impulsó hacia adelante apoyándose en él, y acto seguido se lanzó hacia abajo con tanta velocidad que incluso llegó a rasgar el aire. Por su parte, Onix reunió un buen montón de rocas y las lanzó hacia arriba. Raiden quiso ordenarle que las esquivara, pero por un momento desechó las palabras; confiaba en Pikachu, y estaba más que seguro de que sabría lo que tenía que hacer.

    Y sin que su entrenador dijera nada, el ratón eléctrico esquivó las rocas saltando de una en una, añadiendo un mayor impulso a su ataque a cada momento que las evitaba y apuntando directamente a la cabeza de su rocoso oponente.

    Adquirió entonces tal velocidad que ni Brock ni el propio Onix tuvieron tiempo de reaccionar. Pikachu palió el resto de metros que le separaba del enorme Pokémon y, acto seguido, embistió a Onix con todas sus fuerzas en la cabeza.

    El impacto fue tan potente que Onix cabeceó, dejando escapar un gesto aturdido y trastabillando hacia atrás; por su parte Pikachu se impulsó hacia atrás, un tanto alelado debido al golpe, pero igualmente lúcido, llegando a aterrizar sobre sus patas traseras. Onix perdió entonces fuerza y dejó de sostenerse sobre su peso, dejándose caer hacia atrás e impactando con fuerza contra el suelo, haciéndolo temblar y formando de una densa capa de humo.

    En cuanto este se posó, se pudo ver a un Onix completamente K.O. Tendido en el suelo. La cara de Brock se desencajó al verlo, abriendo por primera vez mucho los ojos.

    — ¡Onix está fuera de combate, el ganador es Pikachu! ¡La victoria es para el aspirante Raiden de pueblo Paleta! —dictaminó el árbitro.

    — ¡Sí, lo conseguimos, genial Pikachu, sabía que lo conseguirías, lo sabía! —exclamó Raiden abrazando a su Pokémon.

    Brock se quedó en el sitio impactado, observando a su Pokémon tendido en el suelo. Aun así aceptó se derrota limpiamente, recogió a su Onix y luego se ausentó un momento. Al cabo de unos pocos minutos, regresó con una bandejita consigo y se acercó a él con paso seguro.

    —Raiden, como reconocimiento de tu victoria te hago entrega de la medalla roca —le dijo, otorgándosela.

    — ¡Genial, nuestra primera medalla! —exclamó el chico, aceptándola de seguido y guardándola en su estuche.

    —Raiden, he de decirte que jamás me habían derrotado mi Onix de esa forma, nunca antes había visto una técnica tan impecable —murmuró Brock.

    —Oh, bueno, lo cierto es que no estaba muy seguro de si resultaría, la defensa de tu Onix era admirable —comentó él, con Pikachu en su hombro.

    —Ey, no te quites mérito, antes que tú vino un chico con un Squirtle y la verdad es que no tuve muchas oportunidades, pero tú has sabido controlar la situación y pensar con la cabeza. Tienes potencial, Raiden —le alabó el Líder.

    — ¿Un chico con un Squirtle? ¿Darius ha estado aquí?

    — ¿Dices Darius? Ahora que lo mencionas creo que sí se llamaba así, me derrotó muy rápidamente —comentó Brock.

    Raiden puso mala cara, sin poder evitar sentir cierto resquemor; desde que acabaron peleados Darius siempre le aventajaba en todo, incluso ahora con las medallas.

    —Era fuerte, pero tú lo eres en otro sentido, puestos a comparar luchas mejor que él; tú eres más táctico y aprovechas bien los movimientos de tus Pokémon, mientras que él se apoyaba más en su fuerza.

    —Gracias Brock.

    —De nada, yo creo que si te lo propones serás capaz de llegar muy lejos, Raiden. Sigue así.

    —Lo haré, gracias Brock.

    El Líder le acompañó hasta la salida, donde tuvieron hablando un rato más.

    —Supongo que seguirás recolectando medallas para inscribirte en el campeonato ¿ya sabes a dónde vas a ir ahora?

    —Oh, no realmente, aún no le he pensado... —murmuró Raiden.

    —En ese caso dirígete a ciudad Celeste, está al este partiendo desde aquí, allí encontrarás el siguiente gimnasio.

    —Genial, allí me dirigiré entonces.

    Tras esa conversación se despidió de él y volvió por donde había venido. El sol ya se estaba poniendo más allá de las montañas, el combate se había alargado más tiempo de lo esperado. Miró su reloj y vio que ya eran las ocho menos cuarto, por lo que optó por pasar esa noche en la ciudad y retomar su viaje mañana por la mañana. Esa noche cenó fuerte en compañía de sus Pokémon tras un intenso y reparador tratamiento, como celebración de su reciente victoria.

    Esa misma noche apenas aguantó más despierto y se dejó caer en la cama, durmiéndose de seguido. Afuera, la noche se echaba sobre ciudad Plateada.
     
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    1951
    Día 3: Ciudad/Pueblo [30 Día de Pokémania]

    El desnivel de las montañas comenzaba a ser bastante cansado. El riachuelo serpenteaba por todo el paisaje, subiendo, bajando y escondiéndose por las montañas hasta perderse de vista en un horizonte que poco a poco era iluminado por los primeros rayos del astro rey. Lo más extraño era que aquellos montes por los que caminaba no tenían ningún árbol decorando el ambiente, y si por alguna extraña razón alguno de ellos se aparecía en medio de nosotros, carecía de hojas y de vida alguna yaciendo muertos en medio de un paisaje no tan verde como imaginaba. El césped estaba en su totalidad muerto, y la tierra seca y agrietada abundaba más en contorno de las montañas, mientras los setos aun trababan de luchar contra aquel árido suelo, intentando difícilmente sobrevivir robando agua del pequeño río calmado con corrientes apacibles.

    Finalmente cuando pensé que el camino iba a ser interminable, vi una gran montaña que rebasaba un manto de nubes postradas sobre el firmamento. Una montaña alpina seca y de un color marrón que ocultaba el sol del amanecer, con varios picos amenazantes en la cima. Pero ese no era nuestro objetivo, sino que más adelante, un tanto más cerca de nuestra posición, ahí en la gran cordillera empezaba apenas, una gran saliente rocosa y mostraba una diminuta torre extraña, solitaria y vieja. La torre era más una base que cualquier otra cosa, formada por una torre vigía, un pequeño muro para protegerla y algo más que una casa donde yacían unos cuantos guardias. A pesar de que aquella insignificante edificación no estaba justo en el corazón de las cordilleras alpinas, la gran saliente que alzaba trazaba un camino serpenteante y largo por el cual debíamos subir para llegar hasta él. El camino fue peligroso, traicionero y cauteloso; tuvimos que sujetarnos a tientas del muro rocoso, puesto que la subida era estrecha y sin orilla que nos protegiese de la caída. Cuando estábamos a una altura considerable, noté que el riachuelo tenía más longitud de la que creía, escondiéndose mucho más entre las entrañas de toda la cordillera. Pronto el astro rey se hizo presente en medio de un manto de neblina mañanera, ocasionando un extraño y hermoso efecto donde los rayos se colaban y se esparcían tanto por toda esa neblina así como por toda la cordillera. No obstante, la torre a la cual nos dirigíamos seguía cubierta por la gran sombra de la montaña más alta que estaba más adelante.

    Cuando llegamos a la cima de la pequeña base, pude sentirme el hombre más alto de mundo, aunque eso no era verdad. Todo se veía muy pequeño desde mi posición, pero no quería ni imaginarme lo que se sentiría estar más allá, en la cima de la montaña alpina. No obstante, al echar un fugaz vistazo al horizonte donde las cordilleras se extendían con libertad, noté algo extraño: un gran vacío había en medio de las cordilleras, puesto que la neblina de la mañana se colaba sigilosamente por ahí. ¿Acaso lo que veía era una gran grieta? No sabría decirlo. En un principio mi mente me indicó que podía tratarse de una fisura. Era un vacío mucho más amplio y hondo del que hubiese imaginado, pero no podía saber con certeza lo que podría haber sido, puesto que tanto el sol como el manto de neblina me impedían observar con claridad el entorno.

    Un guardia apareció por la ventana de la torre vigía. Éste asomó su cabeza y notó la presencia de seis sujetos. Entonces, frente a nosotros había una puerta de madera no tan grande como habría imaginado, pero sí lo suficiente grande como para que dos personas pasaran al mismo tiempo. En medio de la puerta había una mirilla de madera, la cual se abrió al instante para que los ojos cubiertos por el yelmo de un guardia vieran más de cerca a los sujetos que estábamos frente a la torre. Éste exigió saber nuestros nombre y por qué veníamos hasta aquel sitio, a lo uno de nosotros respondió:

    —Somos entrenadores —respondió el rubio—Él es Raiden, el que yace a su derecha es Akihito, la rubia es Saori, la pelirroja es Yuna, ella es Natsumi y yo soy Arata —continuó señalándome a mi, luego al castaño, la rubia, la pelirroja, la castaña y por último se auto presento— Vinimos a Ciudad Subterránea sólo de paseo.

    —Así que vienen sólo de paseo... —el guardia estuvo dudoso por un instante, observando a cada uno de nosotros.

    En cuanto a nuestra apariencia, yo llevaba una camiseta negra de manga corta y encima un chaleco de color rojo y blanco, unos pantalones azules claros, unas zapatillas negras y rojas y una gorra roja con blanco, que tapaba casi completamente mi cabello, notándose que era de color negro y estaba un poco largo. Akihiko por su parte, tenía el cabello castaño, un poco más corto comparado con el mío, dejando al descubierto su frente, hombros y orejas. El fleco corto se levantaba sobre su cabeza. Por su parte, Arata llevaba una camisa azul, unos pantalones negros, zapatillas azules con negro y tenía una diminuta capa de cabellos amarillos, dejando ver casi por completo la tez de su cráneo. Natsumi tenía el cabello de color castaño y se encontraba suelto, y un flequillo que caía sobre su frente, vestía una camiseta roja con el cuello azul y unos short azules oscuros, llevaba guantes blancos con azul. Saori poseía el cabello de color amarillo, se había puesto unas largas coletas, tenía una camiseta blanca y una falda azul celeste, Yuna se encontraba con su cabello rojo hasta los hombros, con una camiseta roja y unos short negros.

    —Bienvenidos —nos dijo el guardia. Cerró nuevamente la abertura que había en la puerta y varios candados se oyeron detrás de ésta, intentando abrirlos para que nos permitieran el paso. Cuando la puerta se abrió, un guardia con atuendos púrpuras y grisáceos se hizo presente, acompañado de un Haunter.

    El interior de la base era más grande de lo que creía, con un patio rocoso vacío y con sus muros vigilados por un par de guardias más. Entramos al a torre vigía, y ahí dentro había unas escaleras que te descendían varios metros hasta que te perdías dentro de una oscuridad desconocida. Después de varios peldaños descendiendo, llegamos a un piso alumbrado por una débil antorcha donde se podía ver una puerta vigilada por un tipo que parecía estar adormecido. Cuando se dio cuenta de nuestra presencia, sacó de entre sus ropajes una llave que tenía colgando y abrió la puerta después de varios segundos en que la llave intentó forcejear con el candado. Los seis, acompañados por el guardia de la torre, caminamos por un pasillo oscuro, subterráneo y lleno de antorchas con una luz insignificantemente pobre. Y fue como si hubiésemos ido por otra larga travesía, ya que el comino duró varios minutos más donde mis piernas suplicaban ya que descansara. al final del oscuro pasillo de luz se apoderó de nosotros. La oscuridad del sendero subterráneo desapareció al igual que los muros decorados de humedad, antorchas y tierra. Habíamos salido a una superficie totalmente desconocida para mí.

    — ¿Acaso todo esto es Ciudad Subterránea? —pregunté al guardia, a lo que él respondió.

    —Este es Pueblo Subterráneo. Ciudad Subterránea está dentro de las cordilleras y mucho más abajo. Entraremos por la gran cueva que está al principio del muro.

    Y no dudé que aquel pueblo dividido en partes y terrenos colgante era sin duda miserable y pobre. Si alguien reinaba tanto el pueblo como en la ciudad, sabía que no lo hacía de manera justa.

    Y finalmente habíamos llegado al gran muro de la cordillera, donde frente a nosotros estaba una cueva por donde iban y venía muchas personas. El guardia paró ahí y nos indicó que si seguíamos todo el camino derecho íbamos a llegar a Ciudad subterránea; después de unos segundo desapareció entre la multitud y habíamos quedado por fin solos.

    Nos adentramos a la cueva, donde varias lámparas de aceite colgaban de la pared e iluminaba ésta vez con un brillo incesable, alejando cualquier atisbo de oscuridad por la cueva. Demasiadas personas inundaban la cueva, siguiendo el camino hacia el exterior o bien, hacia el interior de ésta. Inclusive noté que la cueva se dividía en varios caminos, hasta llegar a tener siete pasadizos frente a nosotros, pero como el guardia nos había dicho, seguimos el camino central. Docenas de caminos, puertas y callejones aparecían a nuestros costados, como si algún Diglett gigante hubiese cavado todos aquellos pasadizos.

    Y entonces una luz tenue y extraña se coló por la gran salida de la cueva. Cuando llegamos a ella, tanto yo como Natsumi paramos a ver lo majestuoso que se encontraba a frente nuestros ojos. Los demás siguieron, pero no pudieron evitar echar un vistazo a la gran ciudad frente a ellos. La gente nos empujaba para seguir su paso, pero a mí no me importaba.

    Frente a nosotros la gran Ciudad Subterránea se alzaba majestuosa y brillante. El interior de las cordilleras era sumamente grande, pero me sorprendía que no había siquiera un rastro de oscuridad en algún punto del interior. El techo ni siquiera se podía presenciar, pero todo estaba rodeado de muros de tierra iluminados por pequeñas luces que sin duda eran antorchas. La ciudad era sumamente gigante, compuesta en su mayoría por torres, casas y calles que parecían estrellas brillantes en medio de un entorno carente de luz solar. Varias columnas de rocas inmensas y más grandes de lo que había visto jamás servían de pilar para que el interior no se derrumbara, siendo el esqueleto principal de la civilización. Lo más sorprendente era que aquellos pilares de tierra no sólo servían como pilares, sino también eran torres vigías y había muchas ventanas que permitían ver que había construcción y luces iluminando salas y habitaciones dentro de ellas. Por si fuera poco, aquellos pilares eran conectados unos a otros de forma serpenteante y extraña por una docena de puentes que iban y venían de un pilar lejano a otro cercano, inundando el ambiente no sólo de la luz radiante de la gran ciudad, sino de varios puentes que por increíble que fuera, no chocaban entre sí a pesar de que había un centenar de ellos en medio del vacío.

    —Mira...

    Natsumi se impresionó más por lo que había en el centro de la ciudad. Es cierto, la ciudad era la más grande que había visto jamás, debido a que se extendía millas y millas como si fueran parte de las grandes cordilleras, pero más allá, en lo que se suponía era el corazón de la ciudad, un enorme castillo se alzaba imponente y radiante, expulsando luces de colores amarillentos que tintineaban en medio de las torres y los muros. La edificación se extendía hasta llegar a los más alto del techo; no pude ver siquiera la torre más alta del gran castillo, puesto que la oscuridad invadía más allá. solamente mi vista fue capaz de ver una débil y diminuta luz en la sombra... una luz extraña que parecía ser una estrella en medio del techo subterráneo, pensando que esa podría ser la torre más alta. El castillo no era tan extenso en lo ancho, pero sí largo en longitud, con varias torres amontonadas unas sobre las otras, cual brazos serpenteantes que se extendía y trataban de llegar a lo más alto sin éxito, y entre más alto, menos torres. Lo más impresionante de todo, es que la docena de puentes que iban de un pilar de roca a otro, no tocaban la gran edificación que rebasaba la oscuridad del lugar.
     
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    Una aventura más [30 Días de Pokémania]
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    Día 4: Rival [30 Días de Pokémania]

    El desafío era de lo más sencillo; un jurado compuesto por tres personas iría evaluando el estilo de lucha de cada entrenador durante una hora máximo, pudiendo participar en ese tiempo todo aquel que quisiera, sin límite de ningún tipo. En cuanto llegó Raiden tuvo que esperar, ya que había muchas personas en espera, las cuales iban pasando conforme las batallas se iban gastando; no lo parecía, pero una hora no daba para mucho, y el tiempo apremiaba, por lo que trató por todos los medios no quedarse muy atrás ya que no se guardaba ningún tipo de orden en ningún momento. Finalmente, tras una espera de tres cuartos de hora, Raiden consiguió llegar a uno de los extremos del campo, faltando poco menos de veinte minutos para que finalizase la hora.

    —Y esta será la última batalla del día, no se admiten más participantes —anunció uno de los jueces por megafonía.

    —Buf, por los pelos... Vale, ¿quién será mi contrincante? —se preguntó Raiden, emocionado.

    —Raiden... qué sorpresa verte por aquí... —murmuró una voz demasiado familiar.

    —Darius... —musitó el chico.

    El aludido se encontraba al otro lado del campo, con una pose chula y jugueteando con una pokébola, lanzándola hacia arriba todo el rato. Raiden se quedó a cuadros, preguntándose de donde había salido.

    — ¿Te sorprendes de verme? No debería ser extraño que alguien como yo embarque en un barco de esta categoría... —comentó entonces, colgándose la medalla.

    En ese justo momento Natsumi hizo acto de presencia en las gradas, y en cuanto vio quien era el oponente de Raiden sólo alcanzó a decir.

    —Oh, vaya...

    —Esta mañana gané mi tercera medalla, ¿cuántas llevas tú, Raiden? Espera, espera, déjame adivinar... ¿solo dos? —inquirió con aire de autosuficiencia.

    Raiden por su parte no dijo nada, sin ganas de hablar con él.

    —Bueno, quien calla, otorga así que me voy a dar por respondido, ¿qué opinas, Raiden, combatimos un poco para calentar?

    Y sin más dilación Darius sacó a Pidgeotto, al tiempo que Raiden sacó a Pikachu.

    —Anda, pero si es mi pequeño amigo... ¡Pidgeotto, ataque arena!

    El Pokémon volador voló al raso, rozando un ala en el suelo, y lanzándole un puñado de arena a Pikachu, cegándolo momentáneamente.

    — ¡Tornado!

    Inmediatamente después, un rápido tornado arrastró a Pikachu, pero este lo enfrentó con entereza aferrándose al suelo.

    — ¡Pikachu, impactrueno! —indicó Raiden.

    Pikachu se reincorporó, recargó energía en sus mofletes y la soltó, yendo directa hacia el Pokémon volador.

    — ¡Golpe aéreo!

    Antes de que la descarga pudiera alcanzarle, Pidgeotto se lanzó rasgando el aire, lo que le permitió esquivar el impactrueno y golpeándole de lleno, arrastrándolo hacia atrás.

    —Bueno, bueno, creo que esto ya está —murmuró Darius.

    —No tan de prisa... Pikachu... ¡placaje eléctrico! —exclamó Raiden.

    — ¿El qué? —farfulló atónito Darius al oírlo.

    Pikachu se repuso de golpe y se lanzó envolviéndose en electricidad, volviéndose tan rápido que Pidgeotto ni le vio llegar, embistiéndole de lleno y cayendo K.O. De un solo golpe. Por su parte, Pikachu se vio regolpeado al invertirse la carga, llegando a dar un traspié hacia atrás.

    Todos se quedaron a cuadros con el ataque, Darius el primero, recogiendo después a su Pidgeotto y aun dudando si placaje eléctrico existía de verdad.

    —Vaya, Raiden, de repente eres toda una caja de sorpresas —murmuró Darius sacando un Kadabra.

    Por su parte él sacó a su Pidgeotto, retirando a Pikachu para que descansara.

    — ¡Ataque arena!

    — ¡Paz mental! —indicó Darius.

    Aunque el Pokémon volador consiguió alcanzarle con ese ataque, Kadabra se quedó muy quieto y concentrado, aumentando sus características especiales.

    Raiden aprovechó su inmovilismo para atacar de frente.

    — ¡Ataque ala!

    — ¡Confusión!

    Antes de que Pidgeotto pudiera acercarse a él, el aura de confusión hizo efecto y le inmovilizó en el aire, dañándole inmediatamente después. sus alas dejaron de brillar y el Pokémon volador se retorció de dolor.

    — ¡No cejes, ataque rápido! —indicó Raiden justo después.

    Tratando de combatir la fuerza psíquica que la aprisionaba, Pidgeotto flexionó su cuerpo hacia delante, batió sus alas, consiguiendo estabilizarse, y se lanzó inmediatamente después; la rapidez del ataque le permitió liberarse de su agarre y le golpeó con dureza, alejándose de él justo después.

    — ¡Kadabra, psicorayo! —indicó Darius.

    Sin perderle de vista en ningún momento, un rayo de color dorado se formó en su cuchara y justo después lo lanzó sobre Pidgeotto, llegándole a interceptar en el aire dejándole muy tocado.

    — ¡Tornado!

    Pidgeotto se reincorporó y batió sus alas con fuerza, consiguió alcanzarle, pero Kadabra se mantuvo firme y evitó que le arrastrara.

    — ¡Kadabra, confusión!

    Una vez más, controló al Pokémon volador con un aura psíquica y le hizo hacer piruetas en el aire sin necesidad de volar, dañándolo por el camino y haciéndole caer al suelo, agotado.

    —Je, está claro quién va a ganar —murmuró Darius muy convencido recogiéndolo.

    En su lugar sacó a Wartortle.

    —Vaya, ha evolucionado... —murmuró Natsumi sacando su Pokédex para informarse.

    —Wartortle, el Pokémon tortuga; Wartortle suele vivir en charcas de agua dulce junto con Squirtles, a los que protege —explicó ésta.

    Sin apenas más opciones, Rojo sacó a su Charmander.

    — ¡Ja! Raiden, nunca aprenderás... ¡Rayo burbuja! —exclamó Darius.

    — ¡Esquívalo, Charmander!

    Aun a pesar de que Wartortle atacó primero, el Pokémon fuego consiguió interceptar y esquivar el ataque; como el tipo agua era su mayor debilidad, Raiden le había estado entrenando concienzudamente para mejorar su velocidad y como alternativa para enfrentar a Pokémon de ese tipo. estuvo esquivando todos los ataques de Wartortle le lanzaba, pero el cansancio hizo mella en él y un hidropulso le llegó a alcanzar. Charmander se vio encerrado en una burbuja y sometido a continuos pulsos de agua que lo lanzaron al suelo, bastante dañado.

    — ¡Raiden, te recomiendo que te rindas ahora que puedes! —le aconsejó su rival.

    — ¡Y una mierda! ¡Arriba Charmander, antes lo conseguiste y puedes conseguirlo ahora, adelante, sé que puedes! —exclamó Raiden.

    — ¡Ja, ja! Por favor, si está acabado... —murmuró Darius, pero lo que ocurrió a continuación le dejó de piedra.

    Haciendo un gran esfuerzo, Charmander reunió fuerzas y se puso de pie, con una mirada de decisión dibujada en su cara; inmediatamente después, un aura azulada lo envolvió y comenzó a brillar con fuerza.

    — ¡Está evolucionando! —exclamó Natsumi.

    En esa misma pose, su cuerpo comenzó a cambiar, haciéndose más alto y musculoso; su cola creció, sus garras también, sus patas traseras se contornearon y un pequeño cuerno le creció en la parte posterior de la cabeza. En cuanto el brillo cesó, se mostró con una forma muy distinta, lanzando un poderoso chillido. Natsumi volvió a consultar su Pokédex.

    —Charmeleon, el Pokémon llama; Charmeleon suele ser muy posesivo y ataca con facilidad. Vive en cuevas alejado de otros Charmeleon.

    — ¡Oh, sí, estupendo! ¡Charmeleon, giro fuego y rodéalo! —exclamó Raiden, más animado.

    Charmeleon se lanzó a la carrera, al tiempo que soltó una ristra de llamas que rodearon a Wartortle y lo aprisionaron en una espiral de fuego; por su parte, Charmeleon corrió a su alrededor para no perderlo de vista.

    — ¡Wartortle, apágalo con pistola agua! —indicó Darius.

    Raiden tan sólo esbozó una confidente sonrisa en cuanto oyó esa orden; en cuanto Wartortle apagó el fuego, un humo blanco y denso le envolvió.

    — ¡Ahora! —exclamó Raiden.

    Sin que Wartortle le pudiera interceptar, Charmeleon apareció de entre el humo abalanzándose con sus garras en alto, brillando con mucha más fuerza que de costumbre.

    — ¡Cuchillada! —ordenó Raiden, consultando rápidamente su Pokédex.

    Blandió entonces sus garras como si fueran sables y le asestó un par de potentes golpes que hicieron que Wartortle diera un traspié y cayera al suelo, K.O.

    — ¿¡Pero qué?! —musitó Raiden, sin creérselo.

    — ¡Guau, genial Raiden! —exclamó Natsumi desde las gradas.

    Frente a ese súbito ánimo, Darius tan solo lo ignoró, recogiendo a su Pokémon.

    — ¿Sorprendido, Darius? ¿O te ha comido la lengua el Meowth? —inquirió Raiden con chulería.

    Darius estaba encendido de furia y sorpresa, pero enseguida se recompuso y sacó a un Ryhorn.

    — ¡Ryhorn, lanza rocas!

    — ¡Esquívalas! —indicó Raiden.

    Con renovadas fuerza y velocidad, Charmeleon pudo esquivar algunas pero no todas, llegando a ser golpeado por un par de ellas y quedando un poco dañado.

    — ¡Giro fuego!

    Charmeleon lanzó la ristra de llamas contra Ryhorn, rodeándole; pero el gran Pokémon roca tan solo necesitó de un solo movimiento de su gran cuerpo para librarse de ellas como si nada, lo que dejó particularmente sorprendido al chico.

    — ¿Sorprendido, Raiden? ¡Placaje!

    Acto seguido Ryhorn embistió con una fuerza descomunal, lanzando a Charmeleon hasta el otro lado del campo.

    —Diablos, es más fuerte de lo que aparenta... Aunque puedo intentar una cosa, ¡látigo!

    Charmeleon se reincorporó de golpe y latigó su cola en dirección hacia Ryhorn, bajándole la defensa.

    — ¿Quieres jugar? ¡Chirrido! —exclamó Darius.

    Fue entonces cuando Ryhorn abrió sus descomunal bocaza y emitió un prolongado y chirriante sonido que dejó alelado a Charmeleon en cuanto lo oyó, bajándole la defensa de golpe. Fue entonces cuando Darius exclamó.

    — ¡Lanza rocas!

    Aún mareado por las potentes ondas sónicas a las que se vio sometido, Charmeleon no pudo moverse a tiempo y la mayoría de rocas impactaron sobre él, cayendo K.O.

    — ¡Y fuera! ¡Se acabó el tiempo, la hora de batallas ha finalizado! El jurado pasará a deliberar, que los participantes permanezcan atentos a los próximos avisos —indicó uno de los jueces por megafonía.

    —Vaya, otra vez empate... Pero tranquilo, Raiden, sólo dame tiempo para derrotarte la próxima vez —aseguró Darius antes de irse.

    Por su parte, Raiden tan solo recogió a Charmeleon, sin decir nada más y mirando a la pokébola con gesto apesadumbrado.

    Aun y con todo, Raiden sentía que lo podría haber hecho mucho mejor, y en esos momentos necesitaba pensar solo; se dirigió entonces a la cubierta superior y llegó a donde estaban las piscinas y el bar exterior; no había nadie allí, ya que a esa hora la mayoría de los pasajeros se habían retirado. Ni siquiera había camarero tras la barra del bar. Ya casi era de noche y las luces del barco brillaban en la oscuridad; el entrenador escogió una tumbona de las tantas libres que había y se tendió en ella, admirando el cielo estrellado. Las piscinas estaban iluminadas con focos interiores y producían una luz tenue y azulada que alumbraba las cercanías.

    —Hey... —oyó entonces una voz conocida.

    El chico levantó la cabeza y vio a Natsumi acercándose a él.

    —Ah, hola... —murmuró él.

    —Ha sido un gran combate —comentó ella, sentándose a su lado.

    —Yo no sé ni qué pensar... —corrigió el chico.

    —No en serio, ese ataque de Pikachu, placaje eléctrico, no lo había visto en mi vida. Y que Charmander evolucionase en plena batalla con que solo tú le alentases... ¡Y después, en solo dos movimientos, ganó a Wartortle! Eres un gran entrenador, Raiden —le alabó la chica.

    Él sonrió con gesto taciturno, no muy seguro de esas palabras.

    —Gracias, Natsumi, pero... A veces siento que voy a ciegas, o no sé si lo que estoy haciendo en determinados momentos es lo correcto. Saqué a Charmander porque quería que diera lo mejor de sí, pero luego lo pienso más a fondo y me doy cuenta que le estoy forzando a luchar una batallas descompensada, sin una ventaja justa —argumentó el chico, algo inseguro.

    —Oh, venga ya, sabes que eso no es verdad... Te recuerdo que ha evolucionado.

    —Ya, pero aun así...

    —Conseguiste dar la vuelta a la tortilla y le derrotaste... ¿Te parece eso hacerlo mal? —inquirió Natsumi, ceñuda.

    Antes eso el chico no dijo nada, pensando en sus cosas; Natsumi se quedó pensativa, tratando de comprender al chico, hasta que al final sacó una conclusión.

    — ¿Lo dices por Charmeleon? ¿Por su integridad?

    —Sí, claro, es obvio, o sea... El tipo fuego es débil contra el tipo agua, es algo básico.

    —Raiden, no dices más que tonterías...

    — ¿Cómo tonterías? ¿Te parece una tontería que arriesgue así sin más su bienestar? —la espetó el chico, un tanto molesto.

    —Bueno, en ese caso pregúntaselo a él.

    — ¿Eh?

    —Claro, pregúntaselo a Charmeleon a ver qué opina...

    — ¿Y esperas que me conteste así sin más? -inquirió el chico, con el ceño fruncido.

    —Estoy hablando figuradamente, pero tú sabes a lo que me refiero...

    La chica le miró con gesto firme, sin dar su brazo a torcer; aunque a regañadientes, Raiden lo sacó de su pokébola y se dirigió a él, un tanto inseguro.

    —Charmeleon, yo...

    Por un momento se quedó callado, a lo que Natsumi le animó a seguir con un gesto con la cabeza.

    —Quería disculparme contigo por haberte enfrentado así sin mas a Wartortle. es genial que ganásemos, pero...

    Antes de que pudiera continuar, el Pokémon dibujó un gesto molesto en su cara y le lanzó un débil ascuas en la cara que, aunque no le quemó ni nada parecido, sí que le dejó un tanto churruscado.

    —Asumo que eso es un no importa... —masculló el chico.

    A eso Charmeleon tan solo resopló, mirándole con gesto de reproche, pero al final esbozó una fugaz sonrisita.

    — ¿Lo ves? Charmeleon no se siente coaccionado en ningún momento, y hasta él sabe que lo haces bien. Creo que eso ya dice mucho de ti, Raiden —murmuró Natsumi.

    Por un momento Raiden no dijo nada, tan solo miró tanto a su Pokémon como a Natsumi con gesto pensativo durante unos breves momentos; finalmente dejó escapar una breve sonrisa y comentó.

    —Lo pienso demasiado ¿no?

    —Un poquito —asintió ella, divertida.

    Ambos rieron tontamente, dejándose llevar por el momento.

    —Gracias, Natsumi, por estar ahí, apoyándome... —murmuró el chico.

    —Claro que sí, siempre...

    Los dos se sonrieron mutuamente, diciéndoselo todo en un solo gesto; en ese justo momento Charmeleon comenzó a reírse arrastradamente, mirando a su entrenador con gesto obvio.

    — ¡Charmeleon! ¿Se puede saber de qué te ríes? —inquirió Raiden, con gesto azorado.

    Natsumi no dijo nada, tan solo trató de ocultar como pudo un leve sonrojo. Aunque en ese momento oyeron un leve carraspeo cerca de ellos.

    —Ejem.

    Los dos se dieron la vuelta, viendo entonces a un hombre sesentón, de pelo canoso y mirada recia; vestía con un uniforme blanco con gorra y distintivo de capitán tanto en esta como en los hombros.

    —Buenas noches, soy el Capitán del S.S. Anne; joven, me ha gustado mucho su combate hace un rato, los jueces han deliberado y creen que ha sido el mejor de todos, ha ganado usted el premio —anunció.

    — ¿De verdad? —inquirió Raiden, levantándose sin creérselo.

    —Sí, el premio es una estancia para dos personas para esta noche aquí, en el S.S. Anne, y una MO —anunció el Capitán.

    El entrenador se quedó de piedra, no se lo creía ni aunque se lo dijera el mismísimo Capitán.

    —Guau, eso es... fantástico... —balbuceó.

    —Mi más sincera enhorabuena. Aunque le agradecería que me acompañara para hacer las fotos —indicó el Capitán.

    Los dos siguieron a la mayor autoridad del magnífico barco de vuelta a la cubierta siete, donde le entregaron un diploma junto con la MO 1, la de corte, haciéndose después varias fotos con el capitán y el jurado. También le pidieron que sacase a sus Pokémon para incluirlos.

    Tras la sesión fotográfica les invitaron a cenar en el restaurante más grande de todo el barco, a lo que ellos aceptaron encantados. Tras la cena fueron después a otro salón, aún más grande que el Tritón, y se organizó un baile donde Raiden le ofreció bailar a una anonadada Natsumi.

    —Vaya, Raiden, me sorprende, no sabía que bailaras tan bien...

    —De lo que me acuerdo de clases, nada más...

    — ¿Hablas de aquellas vez en Educación Física?

    —Sí, fue la única vez que dimos pasos de baile.

    —Lo recuerdo, me estuviste pisando todo el rato.

    —Es verdad.

    El detalle casi olvidado les hizo reír con fuerza, mientras seguían el ritmo de la música; sin ninguna duda ese había sido un gran día, y a ninguno de los dos le hizo falta comentario, puesto que, de alguna forma, ya lo sabían. Mientras tanto, disfrutaron del momento, haciéndolo único. Afuera el barco brillaba en la noche con una luna llena por corona.
     
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    Día 5: Tipo Elemental [30 Días de Pokémania]

    Existen diversos tipos de Pokémon, con una categoría, un tipo elemental. Un tipo elemental es una categoría en que se clasifica a un Pokémon, éste puede tener uno o dos tipos que le de ventajas o desventajas sobre otro Pokémon. He tenido numerosos combates donde he luchado en desventaja y con ventaja, he aprendido mucho... Al inicio de mi recorrido por este maravilloso mundo Pokémon pensaba que un tipo fuego no vencería a uno de agua, o que uno eléctrico no vencería uno de tierra.

    He visto cosas, cosas de las que yo mismo no sé cómo explicarlas, pudo haber sido suerte, pero confío plenamente en mis Pokémon y en su fuerza. Así como aquella vez, el día dónde lo vencí... a mi mejor amigo... mi rival... lo recuerdo como si fuera sido ayer, un combate arduo, pero al final pude llevarme la victoria, mi Charizard contra su Blastoise, todo parecía perdido pero como mencioné antes, confío en mis pokémon y sé que ellos pueden con todo.

    En fin... tipos elementales... son sólo un obstáculo más para mí, para mi viaje, pero sé que podré superarlo, nada ni nadie detendrá a este futuro Maestro Pokémon.
     
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    Oh Arceus, no se si es que me he vuelto más vaga o simplemente no me esperaba que casi nadie fuese a hacer historias de más de 1000 palabras por ser reto diario.
    Posiblemente sólo sea lo primero.

    De momento la vagancia y el cansancio me dejaron leer los dos primeros que curiosamente pese a la extensión no siento que me den mucha cancha para comentar, posiblemente porque tengo sueño. Supongo que ambas historias están inspiradas en el lore de algún longfic que no he leído, de ahí que la falta de la falta de empatía hacia los personajes no me dejara disfrutarlo al 100% o al menos no se me quitó la sensación de que me estaba perdiendo de algo a medida que leía. Lo que si es que el transfondo de la historia de Greninja no deja de ser interesante y como capitulo dentro de una historia larga creo que funcionaria bastante bien.

    El segundo relato aunque sigue esa misma linea funciona mejor como un relato individual y resulta curiosa la estrategia empleada que fue bajar la defensa lo más posible contra pokes cuyo principal fuerte es precisamente ese, pero es que siguiendo la linea de los juegos a esas alturas del juego si no conseguiste un pokémon de hierba o al starter de agua estás medio jodido porque los pocos pokes de las rutas previos son atacantes físicos y poco efectivos contra roca, además que para el nivel tampoco hay mucha variedad de ataques, así que no queda de otra más que bajar la defensa lo más posible y rezar para que el placaje sea crítico.
     
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    Día 6: Derrota [30 Días de Pokémania]

    Pueblo Paleta destacada por ser un núcleo de población disperso, situado en un ambiente típicamente campestre con senderos de tierra, amplias zonas verdes y prados. De todos los asentamientos de la prefectura, Pueblo Paleta era el más tranquilo y encantador de todos, marcando la diferencia con el resto de ciudades y pueblos.

    —Que emoción, nuestro primer Pokémon, ¿no notas como un cosquilleo en la tripa? —murmuró Natsumi, muy emocionada y sonriendo.

    —Sí... será el desayuno, que siempre me sienta mal... —comentó Raiden entonces.

    — ¡Raiden, idiota! ¡Se supone que deberías estar emocionado! —exclamó ella dándole un pequeño golpe.

    —Je, je... Claro que sí, tonta —murmuró él.

    Lo cierto era que conocía a Natsumi desde que era pequeño, siempre había ido a la misma clase que él y siempre habían sido amigos.

    En cuanto llegaron al Laboratorio, el cual estaba situado en lo alto de una colina dominando el pueblo, todos los compañeros de su clase estaban allí esperando a que el profesor les llamara; el Profesor Oak era un eminente profesor Pokémon y el mejor dentro de su campo, toda un referencia en la investigación y uno de los más reputados y conocidos investigadores de la prefectura de Kanto. Como profesor que era, se encontraba al cargo de todos los entrenadores que partían de viaje, y era él el que se encargaba de repartir el primer Pokémon pertinente a todo aquel que quisiera viajar por la prefectura. Raiden y Natsumi trataron de avanzar un poco entre el gentío y entonces vieron a alguien esperando al lado de la mesa del profesor.

    —Hombre, Raiden, sabía que envidia ya me tenías pero venir a buscarme de ahí pasa —murmuró el chico.

    —Ah... Hola Darius —saludó Raiden escuetamente.

    Darius fue, por un tiempo, el mejor amigo de Raiden; jugaban juntos y se entendían muy bien, eran inseparables... hasta que todo eso se rompió. De la noche a la mañana se volvió frío y mezquino con él, no le respetaba y le trataba como si fuera inferior a él. Desde entonces tanto él como Raiden mantenían las distancias en todo momento, con algún que otro apunte en forma de burla o comentario mordaz por su parte, casi siempre con intenciones hirientes. Tenía el pelo de color marrón oscuro, alborotado, vestía una camiseta negra corta, unos vaqueros morado y unas zapatillas conjuntadas con la camiseta; llevaba atada a la cintura una riñonera blanca.

    — ¿Y el profesor? —preguntó Natsumi en ese momento, para aliviar tensiones.

    —El profesor no está, llevamos esperando todos al menos unos diez minutos...

    Nada más decirlo, el profesor hizo acto de aparición bajando las escaleras.

    —Lo siento, lo siento, un asunto me ha retenido... —se disculpó.

    Oak era un hombre de unos sesenta años, tenía el pelo algo canoso y de color ceniza, llevaba una camisa violeta clara, unos pantalones beige, unos zapatos negros y una bata blanca.

    — ¡Estoy harto de esperar! —se quejó Darius.

    —Bueno, bueno, ya estoy aquí, ¡que todo el mundo vaya pasando hacia mi escritorio!

    Con la ayuda de sus ayudantes se formó una cola para recibir al primer pokémon; Oak era el que lo otorgaba mientras que los asistentes se encargaban de repartir la Pokédex y las pokébolas.

    La posterior espera se alargó un poco más, envuelta en un denso e incómodo silencio. En cuanto llegó el turno de Darius, el profesor le habló.

    —Bueno, Darius, tú me dirás...

    —Squirtle —pidió el chico.

    —Je, je... Toma, mis ayudante te darán el resto —le indicó, dándole su pokébola.

    Justo después le tocó el turno a Raiden.

    —Ah, tú eras... —murmuró Oak nada más verle, haciendo memoria.

    —Raiden, señor.

    —Eso es, Raiden, ¿y bien?

    —Charmander, señor.

    —Muy bien, pues un Charmander por aquí... —murmuró Oak dándole la ball.

    — ¡Profesor, me he quedado sin Pokédex! —llamó en ese momento uno de sus ayudante, el que se encargaba de repartir las Pokédex.

    —Vaya por Dios... Bueno aquí mismo tengo una caja llena, ya que estás aquí te daré la tuya, toma —indicó el profesor dándole una Pokédex.

    Aunque como había más gente detrás de Raiden que esperaba ser atendida, el profesor optó por algo más rápido.

    — ¿Podrías hacerme un favor, Raiden? Lleva esta caja a mi ayudante.

    —Claro señor —aceptó Raiden recogiendo la caja y llevándosela al ayudante.

    Una vez que el ayudante estuvo provisto de nuevo, la siguiente en ser atendida fue Natsumi.

    —Y esta chica tan guapa es Natsumi, ¿no?

    —Sí, soy yo... —asintió ella, algo colorada por el halago.

    —¿Y bien?

    —Bulbasaur, señor.

    Una vez en su poder, fue a por su Pokédex y sus pokébolas; en cuento lo tuvieron todo, salieron afuera donde todos los demás se estaban congregando y se enseñaron los Pokémon. Raiden activó su Pokédex nueva y consultó con ella los datos de Charmander; esta habló con un tono de voz masculino bastante profundo.

    —Charmander, el Pokémon lagarto; le gusta tumbarse al sol y cuando llueve se esconde en las cuevas para proteger la llama de su cola. A veces no consigue controlar su intensidad de su fuego y se le suele escapar algún que otro fogonazo que suele asustarle.

    —Que mono... A ver Bulbasaur —murmuró Natsumi sacando la suya.

    —Bulbasaur, el Pokémon semilla; está más activo cuando el sol luce con más intensidad, por las mañanas bebe las gotas de rocío.

    Al igual que el resto de sus compañeros estuvieron hablando un rato, comparando sus Pokémon, probando todas las funciones analíticas de sus Pokédex y haciendo planes para el viaje. En cuanto todos tuvieron a su primer Pokémon el profesor también salió a la calle, para solventar dudas en el caso de que alguien tuviera alguna. Darius les miraba desde hacía un buen rato, con gesto bastante plano, como si estuviera pensando en algo muy lejos de allí; fue entonces cuando reaccionó y se acercó a Raiden con porte seguro y retador.

    —Eh, Raiden, probemos a nuestros Pokémon, ¡te desafío!

    Y sin muchos más miramientos sacó a su primer Pokémon, Squirtle; Charmander se encaró por su cuenta, sin que su entrenador le alentara a hacerlo. En cuanto los demás vieron el inminente combate, se apartaron para dejarles espacio, formando un corro a su alrededor.

    — ¿Ya está otra vez? Oh, éste chico... —murmuró Oak al ver el panorama.

    — ¡Adelante, refugio! —ordenó Darius.

    — ¡Látigo, Charmander!

    Squirtle se protegió en su concha pero Charmander le bajó la defensa con un latigazo de su cola.

    — ¡Pistola agua!

    — ¡Esquívalo!

    Charmander esquivó por los pelo el peligroso ataque agachándose a tiempo.

    — ¡Arañazo!

    El Pokémon de fuego se acercó a él rápidamente y le dio de lleno. En el corro los ánimos estaban bastante exaltados, la gran mayoría de las personas animaban a Darius, mientras que otras hacían lo propio en favor de Raiden. Por su parte Natsumi no parecía animar a ninguno de los dos, observando calmadamente el combate.

    — ¡Gruñido!

    — ¡Tú también!

    Los dos Pokémon se enfrentaron a base de refunfuños, bajándose la defensa mutuamente.

    — ¡Pistola agua!

    — ¡Esquívalo y ascuas! —indicó Raiden.

    De nuevo, Charmander evadió el ataque con rapidez impulsándose hacia adelante y soltó una ristra de fuego que le golpeó, aunque no le hizo gran cosa.

    —Oh, por favor... ¡Pistola agua!

    Esta vez el golpe fue fulminante y Charmander lo recibió de lleno, cayendo al suelo muy afectado.

    — ¡Ja! Ya sabía yo que he elegido bien... Raiden, voy a ser mejor que tú, tenlo presente...

    El combate terminó a abruptamente sin siquiera darse cuenta, Raiden cogió en brazos a Charmander, sin hacerle mucho caso. Por su parte, Darius se despidió sin dirigirse a él.

    —Me voy ya, estoy perdiendo el tiempo... Hasta la vista, adiós.

    La gente comenzó a irse, desperdigándose y disolviendo el corro, pero Raiden se quedó ahí, con Charmander en sus brazos y pensando en sus cosas.

    —Raiden, ven un momento —le llamó Oak.

    El chico se acercó hasta el borde de las escaleras, donde el profesor se encontraba.

    —Dígame, profesor.

    —Dame a Charmander, yo le curaré.

    Ambos regresaron al Laboratorio, con Charmander de vuelta en su pokébola para poder tratarlo; Oak puso la ball en una máquina especial diseñada exclusivamente para tratar y curar a Pokémon debilitados y, tras unos rápido minutos de tratamiento se la devolvió.

    —Listo, como nuevo.

    —Gracias profesor...

    Aun a pesar de todo, Oak pudo ver al chico un tanto alicaído debido a su reciente derrota, por lo que trató de animarle.

    —Raiden que hayas perdido ante Darius eso no significa nada, ya sabes cómo es él. Pero he de decirte que he visto a Charmander muy decidido y dispuesto a sabiendas que era débil contra Squirtle, creo que tienes potencial y deberías aprovecharlo.

    Por su parte Raiden meditó un poco esas palabras, agradeciéndoselo poco después.

    —Gracias, profesor, ha sido muy amable.

    —De nada... Y ahora ve, los Pokémon te esperan.

    Se despidió de él y salió afuera, donde le estaba esperando su amiga. Nada más verle salir, se dirigió a su encuentro.

    — ¿Qué te ha dicho el profesor?

    —Nada importante... ¿Qué piensas hacer ahora? —inquirió él.

    —Pues iré a la siguiente ciudad... Tú te enfrentarás a los gimnasios, ¿verdad? —comentó ella, casi afirmando.

    —Claro, no lo dudes... Pienso entrenar lo suficientemente duro como para poder ganar a ese insoportable de Darius —aseguró el chico, muy decidido.

    Natsumi le miró fijamente por unos momentos, esa mirada de determinación mezclada con coraje le gustaba mucho de él; le hacía ver como un muchacho valiente y decidido que no se achante por nada y dispuesto a superarse.

    —Yo también voy a Ciudad Verde... ¿Vamos juntos? —sugirió Raiden en ese momento.

    —Vale —murmuró ella.

    Salieron de Pueblo Paleta y se internaron en los extensos prados y campiñas que separaban al pueblo de Ciudad Verde; el día estaba completamente despejado, no había ni una sola nube en el cielo, un leve viento proveniente del este agitaba tanto las ramas de los árboles como la hierba alta de las cercanías. Una bandada de Pidgeys pasó volando por encima de sus cabezas, en dirección al norte. El día se veía más brillante que nunca, y el viaje no había hecho más que comenzar.
     
    Última edición: 23 Abril 2016
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    Kao

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    omg esta interesante
     
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