Un Regalo de Amistad para Navidad

Tema en 'Literatura experimental' iniciado por Shani, 23 Diciembre 2012.

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    Shani

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    Escritora
    Título:
    Un Regalo de Amistad para Navidad
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    850
    Gail jamás pensó que su navidad número diecinueve sería de este modo. Desorganizada, descontrolada, alborotada, sin su familia y ¡Completamente emocionante!

    Los padres de Martín habían salido del país en un viaje de negocios, un negocio demasiado importante que no podía ser cancelado ni siquiera por ser navidad. El chico no había querido acompañarlos, primero porque no sabía hablar italiano, y segundo porque sabía que si iba, los días que durara su estadía en Italia estaría solo en un país desconocido y con un idioma desconocido. Así que antes de pasar la navidad solo en el viejo continente, prefirió quedarse en casa, estaría solo, pero al menos estaría en casa.

    Pero, amigo, nosotros jamás te dejaríamos pasar la navidad solo pensó Gail y recordó la cara de sorpresa de su amigo, cuando abrió la puerta y se encontró con todos ellos parados fuera de su casa. Lo cierto es que Adrián sabía que su amigo estaría solo y decidió que eso no podía ser así; entonces los llamó a todos ellos: a Amelia, Indiana, Marcos, Víctor y a ella; y todos estuvieron de acuerdo en sorprender a Martín el día de navidad ¡Y vaya que se había sorprendido!

    Una sonrisa afloró en los labios de Gail. Ella jamás olvidaría la cara de felicidad de su amigo al verlos. Todo había valido la pena se dijo, romper la tradición familiar de pasar navidad todos juntos, la cena, los regalos y los fuegos artificiales, nada de eso le había importado cuando vio a Martín sonriendo y con ese brillo pícaro en sus ojos.
    Sus padres, sus hermanos, sus abuelos y tíos, ellos se tenían mutuamente y estarían bien, estarían contentos, en cambio Martín… él no merecía estar solo en navidad, ella lo quería muchísimo, era uno de sus mejores amigos y siempre haría todo lo que estuviese a su alcance para que él fuera feliz.

    La muchacha observó a sus amigos sentados en el sofá jugando quien sabe que videojuego, ellos decían que era genial y que no podían parar de jugarlo, pero ella no tenía ni idea de eso; no era muy adepta a los videojuegos, prefería estar al aire libre… contemplando la naturaleza.
    Las chicas estaban en la cocina haciendo la cena; unas improvisadas pizzas; mientras los chicos se idiotizaban con la play.

    A las nueve la comida estuvo lista y mientras Indiana llevaba las pizzas a la mesa Amelia y ella tuvieron que llamar a los chicos tres veces y al final desconectarles la play para que fueran al comedor y se sentaran a comer.

    La cena transcurrió tranquila entre risas, anécdotas, bromas y un poco de feminismo y machismo, lo que solo llevó a más risas. Gail observó a sus amigos y amigas, cada uno tenía algo especial, y ella era la persona más afortunada del mundo por contar con ellos. Sus amigos eran una parte muy importante de su vida y la felicidad de ellos era su felicidad y a pesar de ser un grupo numeroso eran muy unidos.

    Para la hora del brindis tomaron las copas y algunas botellas y subieron a la azotea. Desde allí la ciudad se veía hermosa y calmada, aunque eso cambiaría en unos minutos.
    Los relojes dieron las doce y todos ellos chocaron sus copas.

    – ¡Feliz Navidad!– dijeron todos al mismo tiempo, seguido de una carcajada grupal.

    Los fuegos artificiales explotaron en múltiples puntos de la ciudad, y los amigos quedaron hipnotizados por el bello espectáculo. Se oían risas y gritos, amortiguados por la altura del edificio. Una cálida brisa veraniega agitaba los cabellos de las chicas y la ropa de los chicos.

    –Gracias –dijo alguien a su lado, en un susurro apenas audible.

    Gail miró a su derecha y se encontró con la mirada de su amigo, pero no solo la miraba a ella, sino a todos y la muchacha detecto un brillo especial en sus ojos.
    Sabía que Martín estaba emocionado y la feliz por lo que habían hecho, y el cariño por su amigo inundo su corazón ¿Qué haría ella sin sus amigos?

    Con una gran sonrisa le hizo una seña a Martín para que se acercara, y cuando lo hizo ella lo abrazó, lo mismo hizo con Amelia quien estaba a su izquierda, y esta a su vez abrazó a Indiana y así todos se unieron en un abrazo grupal, observando la ciudad en silencio, no hacían falta palabras para expresar lo que todos sentían en ese momento. Felicidad, felicidad absoluta por la hermosa e inolvidable navidad que marcaría su amistad para siempre.
     
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