Un pequeño Regalo

Un pequeño regalo


Todos hablan entre sí, algunos con tristeza y otros con alguna sonrisa, mientras, la pequeña Marta mira por la ventana desde el columpio, que se mueve ligeramente bajo un frío desolador, acompañado del macabro y oxidado chirrido del viejo columpio.
No parece importarle esta allí sola, tampoco el frío o el silencio de la mañana tan solo interrumpido por algún coche o algún que otro grito infantil... nada le importa desde que el día anterior un policía vino a dar la noticia de que su madre había muerto en un accidente de tráfico por culpa de un conductor borracho que no quiso ir en autobús.

Marta no lo comprendió al principio, tampoco cuando María, su niñera, la abrazó temblorosa diciendo que no pasaba nada y que todo iría bien entre lágrimas. María lloraba desconsolada, pero Marta no soltó ni una lágrima, tan solo bajo la mirada, y correspondió con sus pequeños brazos el triste abrazo de María. Para Marta no hubo lágrimas, no hubo gritos, no hubo preguntas, solo hubo... silencio.

Ningún niño debería de reaccionar así, y menos en un día como tal, es lo que todos decían, y Marta tampoco comprendía aquello, y tampoco es que le importara.

Los pensamientos de Marta se disipan cuando María se acerca a ella en silencio. María es muy guapa, Marta siempre lo pensaba cada vez que la veía, tenía unos ojos profundos, y una sonrisa única que te obligaba a sonreír en los momentos mas tristes. Marta para de balancearse en cuanto María se acerca a ella. María se arrodilla sobre la húmeda hierba impregnada del rocío mañanero, empapándose las medias y la falda, todo el conjunto negro que traía, pero realmente María no parece preocupada por su ropa, por primera vez, María sonríe con tristeza, Marta se da cuenta, es una sonrisa forzada y llena de pena...

-¿Por qué no vienes adentro? –pregunta María con suma tranquilidad y cariño, y sobre todo preocupación- Hace mucho frío para estar aquí y...

-Estoy bien-corta rápidamente Marta, sin tratar de ofender ni alargar la conversación-

-....-María baja la mirada triste y asiente- Como quieras cariño... tu tía está adentro, si quieres comer solo tienes que pedirlo y...

-Me apetece una sopa-dice sonriendo ligeramente Marta, sorprendiendo a María-

María mira a la pequeña, no ha llorado ni ha mostrado tristeza, ni cuando le hablaron sobre la muerte de su madre, ni durante el entierro o el velatorio, tampoco cuando le avisan de que tiene que dejar su casa e irse con su tía a Barcelona, lo aceptó todo con suma calma y entereza...

-¿Por qué lloras?- pregunta la pequeña Marta a María, cuyas lagrimas resbalan por sus rosadas mejillas desde los hinchados ojos. María se sorprende, enseguida va a secarse las lagrimas cuando la pequeña acerca su mano y limpia las lagrimas.

-Sana sana culito de rana...-canta la pequeña con una sonrisa mientras María la mira sorprendida-

Sin poder mas, María rompe a llorar abrazando a Marta, mientras, la gente de alrededor, mira y pasa en silencio.

El velatorio acaba, es tarde y la noche comienza a caer. Marta mira por la ventana mientras tararea una canción, su tía Margaret y María recogen la casa en silencio acompañadas del crepitar del fuego de la chimenea, que recuerda el falso calor del interior sobre el frío de afuera.

-¿Por qué no nieva?-pregunta Marta extrañada-

-Quizás no hace bastante frío...-responde calmadamente Margaret-

-Quizás el cielo no está lo bastante triste..-rectifica María casi en un susurro sentándose al lado de Marta, la cual la mira extrañada-

María se pone a mirar al cielo y Marta comprende que no es hora de hablar, enseguida guarda silencio.

Mas tarde, Margaret se marcha, las maletas están preparadas y la mañana siguiente Marta irá a Barcelona, María se queda en el salón frente a la chimenea mirando un álbum de fotos. Marta, sonriente, ya cambiada y con los dientes lavados baja por las escaleras y se acerca a María.

-¡Ya está!-dice con una sonrisa animada-

-¡Que guapa estás!... Mañana.. tienes un día muy largo por delante, ¿qué te parece si te vas a acostar? –pregunta María tratando de sonar agradable y sonriente mientras acaricia el pelo de la pequeña-

-¡Si claro! –dice Marta sonriente y risueña como si nada-

María no es capaz de soportarlo, y antes de que la pequeña siga su camino, la agarra suavemente de un brazo, lo cual extraña a la pequeña.

-¿Ocurre algo?

-M.. Marta.. s.. ¿sabes que mamá.. y.. ya no va a volver no..?-dice como si la estuvieran torturando-

-Si.. lo se.. –responde con calma Marta con total naturalidad-

María asiente con la cabeza y la suelta delicadamente, Marta extrañada va hacia su cuarto, María, rompe en llanto una vez mas, mientras arden las llamas de la chimenea.

Deben de ser las 2 de la mañana, Marta no está muy segura, no puede dormir bien, cansada de estar en la cama sin mas, se levanta y camina con calma por la casa, puede ver a María dormida en el sofá del salón. Suspira ligeramente y enseguida va hacia la cocina a por un vaso de leche. Sin embargo, antes de hacerlo ve una luz encendida, extrañada, va hacia el cuarto de su madre.

Marta adora ese lugar, es agradable y silencioso, siempre que está enferma va hacia allí y su madre la cuida hasta que se cura. Puede ver siempre por la ventana el jardín trasero con el viejo columpio, también la enorme colección de libros de su madre sobre Stephen King, además de su enorme escritorio, del que proviene la luz encendida.

Marta mira a su alrededor, y recuerda lo que le dicen siempre de apagar todas las luces, sin perder tiempo se acerca a la pequeña lamparita de biblioteca, pero.. antes de poder alcanzarla, ve algo que llama su atención, en el escritorio, un bonito paquete blanco con un lindo lazo rojo. La curiosidad puede a Marta, y entonces toma el paquete, con cuidad se sube a la cama de su madre y abre el paquete, en el, hay dos cosas, la primera, una videocámara con una etiqueta de “enciéndeme” y a su lado, otro paquete mas pequeño. Marta, con algo de miedo, enciende la videocámara, y nada mas hacerlo, sale su madre, sobre la misma cama en la que está ella, sonriente y animada...

-¿Bien? ¿funciona? ¿Está grabando? Si... a ver... –la cámara se mueve algunas veces hasta que ya aparece su madre bien enfocada y visualizada- ¡Marta! Soy yo, Mamá, verás, me ha salido un trabajo en Valencia y voy a estar fuera tres días, ¡pero solo por asegurarme he grabado esto!

Marta mira con sorpresa el video, mientras su madre sonríe a la cámara y saluda como su tuviera 10 años.

-¡Como no quería perderme tu 10º cumpleaños le dije a María que te diera esto el martes! ¡Mira a tu lado! ¡Tachán! ¿Lo ves? ¿A que es un regalo genial? ¡Como salgo mucho no pasamos mucho tiempo juntas, así que pensé que sería un buen regalo! ¡Cuando esté allí dentro de dos horas montaremos una fiesta, comeremos helados y jugaremos con María ¿eh? ¡Feliz cumpleaños cariño!

María va abriendo los ojos poco a poco, le duelen un poco de tanto llorar, aún siguen algo rojos, enseguida oye ruidos y se levanta de golpe algo torpemente, mira a los lados, y muy agitada sale corriendo por el pasillo hasta el cuarto de la madre de Marta, al entrar, puede ver, a la pequeña Marta, llorando a todo pulmón mientras abraza con todas sus fuerzas el un marco con la foto de su madre y ella juntas muy sonrientes.

María sonríe mientras nuevas lágrimas caen por sus mejillas aún húmedas, lentamente, se acerca a Marta y la rodea entre sus brazos mientras ella llora con fuerzas, con la imagen pausada de su madre en la videocámara, con una gran sonrisa.

Mientras, afuera, en la fría noche, comienza a nevar.