Un par de historias cortas

Tema en 'Relatos' iniciado por Ayinai, 23 Noviembre 2009.

  1.  
    Ayinai

    Ayinai Guest

    Título:
    Un par de historias cortas
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1296
    Un par de historias cortas

    Lo primero que he escrito xD las hice en mis ratos de aburrimiento, basandome en los juegos de Monster Hunter. Sin embargo, no hay que tener ningun conocimiento del juego para poder leer las historias. Ya me criticareis y me direis en que debo mejorar, que supongo que mucho xD podria haberme currado mas los titulos, pero la perreria... fuuu~

    Primero el punto de vista de un cazador de dragones...

    Muerte en la montaña

    Eran las 3 de la madrugada. El pelo de Kirin de mi traje se removía, agitándose, con el aire de la montaña que me estaba pelando la piel. Pero no me importaba. Me encontraba sentada, sola, en la cima de la montaña, esperando a que llegara mi presa. Estaba nerviosa, sí, al fin y al cabo él era un dragón anciano. Sin embargo, estaba tan cerca... tan cerca de poder recuperar la fama que perdí en la aldea.

    Un rugido y un aleteo me sacó de mis vacíos pensamientos. Ahí estaba. Descendía con aire solemne, con las escamas brillantes a la luz de la luna, señal de que había mudado hace poco la piel. Aterrizó a veinte metros de mí, percatándose de mi presencia. Y entonces la mirada de un Kushala Daora, más fría que el aire de la montaña, me atravesó.

    Empezó a rugir, y un manto de aire le envolvió. Pero no me preocupaba: había traído conmigo bombas de luz sabiendo que ocurriría esto. Sin embargo, antes de que pudiera hacer nada, se me echó encima. Sentí cómo la presión del viento me tiraba violentamente hacia atrás, y cómo extendía su cuello para alcanzarme con sus dientes. Todavía no ha llegado mi hora, dragoncito, todavía no.

    Desenfundé mis duales tan rápido como pude, parando su mandíbula, y provocando un chasquido metálico. Aterricé como pude, ilesa, y eché mano al bolsillo, sacando una bomba de luz. Vi cómo el Kushala volvía a embestir contra mí, pero esta vez le tiré la bomba de luz, girándome para no cegarme.

    Escuché el golpe sordo del Kushala que caía al suelo. "Ésta es la mía, mi oportunidad de matarlo..." fue lo único que pude pensar. Atacando yo con mis duales, él con sus garras y colmillos, pronto se convirtió la batalla en un baile sangriento. Las chispas metálicas iluminaban irregularmente la montaña, y lo único que se escuchaba eran mis gritos y los rugidos del Kushala. ¿Lo único...?

    No me dio tiempo a reaccionar ante lo que se avecinaba. Una enorme avalancha empezó a descender desde el pico, rápidamente, mientras el Kushala se abalanzaba hacia mí...

    Al día siguiente, la gente del lugar subió a la montaña para buscar la causa de la avalancha que había estropeado sus cosechas, pero lo único que encontraron fue el cadáver de un Kushala anciano, y a una chica atravesada por una garra y desangrada que no pensaba que esta fuera su última aventura.




    ______________________________________________________________________




    Y ahora, el punto de vista de una presa:

    Las lágrimas de Rathian

    Cazar y subsistencia. Eso es en lo único que alcanzaba a pensar mi mente, en poder tener lo suficiente como para que mis hijos y yo pudieramos sobrevivir, o al menos hasta que ellos pudieran valerse por sí mismos. Me encontraba en el pico más alto de las colinas, viendo correr a unos cuantos genpreys, a los que ya les había echado el ojo. Fue cuando escuché lo que parecía ser un instrumento musical a la lejanía, y captó toda mi atención.

    Descendí rápidamente del pico, como solía hacer. El sonido provenía de las zonas más boscosas, seguramente cerca de la charca. Bajé altura y aterricé a una distancia precavida de donde venía el sonido, pero casi estaba segura de que ya habían notado mi presencia. Sin embargo...

    Mi****. Mi**** y más mi****. Mi cuerpo estaba paralizado. Notaba cómo una descarga eléctrica me subía por las patas y no me dejaban moverme. Intenté agitarme y rugir, cuando pude ver a cuatro humanos acercándose a mí, con las armas desenfundadas. Y parecían ser los que habían dado caza a mi compañero semanas atrás.

    Me liberé de la trampa antes de que ellos alcanzaran el lugar en el que estaba, y mientras intentaba coger altura escuché cómo hablaban en su extraño idioma. Uno de ellos tiró algo redondo y... Caí al suelo. Quedé totalmente cegada y no podía ver. Intenté levantarme, pero pronto pude notar cómo se me echaban encima los filos de sus armas. Ellos gritaban de forma salvaje, mientras yo intentaba alcanzarlos con la cola. Quizás fuera por mi falta de alimento, pero sabía que si seguíamos así no duraría mucho. Tan pronto como pude recobrar la vista rugí y cargué contra ellos. A uno de ellos lo alcancé con la cabeza y no lo dejé escapar, lo agarré con la mandíbula, apreté los colmillos y agité la cabeza. Al suelo solo cayó algo desmembrado con una extraña cobertura metálica, cubierta de sangre.

    Los otros tres compañeros pronto empezaron a gritar. Se abalanzaron contra mí, y yo intenté echar a volar y escapar, sin ningún resultado. Una de mis alas había resultado dañada y no podía alzar el vuelo con falicidad, y esto les dio la ventaja de poder alcanzarme. Intenté coger al segundo con las fauces, pero prontó un dolor aterrador se apoderó de la parte trasera de mi cola: la habían cortado. Salí corriendo a grandes zancadas, rugiendo de dolor, y sabiendo que iba a morir pronto. "Mis crías". Fue lo único a lo que alcancé a pensar en ese momento. Me lenvanté del suelo y, cojeando, intenté llegar a un lugar más despejado para intentar volar. Ellos seguían persiguiéndome, pero alcé el vuelo a tiempo, sabiendo que mi ala no aguantaría un viaje demasiado largo.

    Creía que ya les había dado esquinazo. Fui al pico más alto y entré a mi pequeño nido, saludando a mis crías hambrientas. Si yo moría, ellas morirían, y eso no era algo que yo pudiera evitar: estaba malherida, quizás de muerte, y quizás también tenía un ala rota. En ese estado, no podía hacer mucho. Me tendí en el suelo, descansaría un rato antes de intentar comer algo.

    Me desperté bruscamente, con un sonido sordo y un dolor desgarrador en un costado. Los humanos habían entrado sin que me diera cuenta y me pusieron una bomba, desmembrándome el ala derecha. Empecé a rugir con violencia, me giré sobre sí misma y vi cómo uno de los tres humanos se acercaba al nido. "Ellos, no". Esquivé a los otros dos y salí corriendo tras éste. Pareció que no se daba cuenta de que mi objetivo era él, porque no reaccionó. Giré sobre mis talones y le clavé las espinas de mi ala izquierda en el cuello, separándoselo del cuello. No llegué a ver la cabeza caer al suelo cuando noté que me habían atestado mi golpe final. "Bien, pero me he llevado a dos de ellos. Por lo menos he vengado la muerte de mi compañero con dos de sus miserables vidas", siendo éstos los últimos pensamientos que tuve antes de que se me nublara la vista por última vez.
     
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