Titulo: Un nombre en el firmamento. Autor: Lionel Género: Drama | Romance. Rango: T Personaje principal: Ino Yamanka. Disclaimer: Naruto ni sus personajes me pertenecen sino a Masashi Kishimoto©, pero la historia si® Aclaratorias: La historia está narrada en tercera y primera persona, se basa en un «Universo Alterno» Advertencia: Uso de OC y OoC | Leguaje vulgar | Muerte de un personaje. Tipo: One-Shot. «Las cosas que más tememos, son porque ya nos han pasado en la vida» Robín Williams. Un trazo de lienzo pinta la escena de un rojo carmesí, las velas de las iglesias que atestiguan la hermosa unión son apagadas por la brisa brusca de un mal agüero. Maldita la suerte mía, maldito el día en que cara marcada con sangre los vio caer sellando en mi interior un fuerte sello que duraría romperse. Psicólogos, terapeutas nadie la ayudó, nada pudo sacarla de aquel shock emocional. Repentinamente recuperó la cordura, pero ¿qué paso? ¿Qué suscito ese cambio? Fue la reseña periodística que inició la búsqueda de la verdad, un reportero llamado Sai Herks desarrolló un caso que lo llevaría a saber más de su pasado futuro. ──Sai ──llamó la atención un chico de ojos grisáceos──, la editorial busca una buena noticia. Decir que el chico estaba estancado era muy poco, la editorial escolar era una que además de imprimir para dicho centro de estudio, igualmente escribía para la comunidad para costear sus gastos, si algo sabía el joven Sai; era que su estadía en aquella editorial sería acortada. El chico quien tendía a ser cerrado para sí, de piel pálida y ojos negros deseaba ser escritor, su anhelado sueño quizás sería posible en aquel sitio. En otra parte del centro de estudio, una joven de cabellera rubia y de orbes azulinos casi de matices verdes; caminaba por los senderos de dicho lugar cargando unos libros. Ella era una chica común y corriente. Solía siempre salir sola, llegar sola y nunca hablar solo cuando se le pedía. Sin embargo todos casi la tildaban de un chica emo, pero a los ojos del chico de orbes pálidos era todo un enigma. De cierto modo le gustaba ella desde que estudiaban en la primaria, aunque antes no era así. ──Siempre me pregunté que le paso ──exclamó él acomodando sus libros, sabía que ella no era así y ahora que lo pensaba jamás se preguntado hasta ese preciso momento, ¿qué le paso? Si de verdad estaba interesado en ella ¿por qué no lo averiguó? ──, soy un total idiota. Pensó el joven para sus adentros, sabía que si quería algo más con ella debía acercarse y que otra excusa que la noticia de la editorial. En ese momento decidió en su interior seguirla hasta averiguar todo, poniendo su plan a la orden salió de allí. […] La brisa acariciaba la mejilla de la lozana de cabellera rubia, se encontraba en la parada del autobús casualmente ese día estaba muy nublado y aquella brisa avenía un fuerte aguacero. ── ¡Rayos! ──exclamó inaudiblemente mientras veía el cielo──, ¿por qué este día tenía que llover? Las débiles gotas que como rocío empezaron a caer y deslizarse por las mejillas de la joven daban inicio a una pequeña ventisca de pizcas del vital líquido. Ella tenía un paragua del cual no logró abrir, se entusiasmó pero no lo hizo. Desde los arboles aledaños donde un chico la vigilaba, indagaba ¿porqué no lo hizo? De modo que salió por detrás con el suyo abierto y empezó a caminar a donde estaba ella, quien al verlo se asustó. ──Tranquila ──expresó el chico, de su boca salía un poco de vapor frio denotando en el ambiente la temperatura de este──, ¿te acompaño? ──La interrogante no inmutó a la rubia quien solo asintió para luego seguir a su lado── ¿Por qué no abriste el paragua? ──No era necesario ──contestó ella, logrando que el azabache preguntara otra vez la razón de su respuesta──, el cielo esta triste. Sus palabras eran vagas, su mirada perdida. Parecía ser casi algo automático su repuesta, eso le producía curiosidad al chico quien decidió no hablar el resto de camino. Llegaron a la casa de la joven, era una casa enorme. Trató de preguntar si vivía sola, pero el sonido de la puerta por si sola le dio contestó aquel intento. Él comprendió que había avanzado un poco y aunque sea había ganado su confianza. […] ── ¿Por qué llueve? ──la pregunta algo retóricamente provenía de esa chica──, porque esta triste el cielo.──La chica entró a su casa y paso a la cocina──. Mamá, llegué… Su voz un poco alegre se quedó pasmada, para luego bajar su cabeza y recitar unas palabras acompañadas de una lágrima. «Lo olvide» Subió a su habitación y se metió en el baño, con la ropa fuera de su cuerpo se sumergió en la bañera, inmersa en sus pensamientos más profundos. Bajó su cabeza dejando su nariz por encima del agua y se sumergió hasta que solo una burbujas de aire comprimido salieron al aire. «Un intento más» […] ── ¡No! ──gritó saliendo de su sueño, viendo que estaba en su cama y en bata, otra vez…──. Maldita sea… ──Señorita Ino ──llamó una mujer de unos treinta años de cabellera negra y ojos del mismo color, en su pelo se reflejaban algunas canas pero algo que la destacaba, era su traje de ama de casa──, es bueno ver que despierta. ──Te dije que no quiero que me salve ──bufó un poco molesta colocando su cabello por encima de su rostro. ──Lo sé, lo sé pero se lo prometí… ──Ni lo menciones… ──interrumpió la lozana──, no quiero recordar eso. ──Eso lo sé ──se sentó para luego acariciar su pelo para removerlo y dejar ver su rostro──, pero tiene una vida por delante. ── ¿Qué es la vida? La mía no tiene sentido ──susurró sollozando y dejando caer algunas lágrimas── ¡Dime! ──Eso debe averiguarlo usted ──se levantó para salir──, ya este es el décimo intento de suicidio en este mes ──pausó para salir y cerrar un poco la puerta y musitar unas palabras al viento que cerró la puerta──, encuentre la felicidad… […] Era un nuevo día, un amanecer. Los cantos de los pájaros alegraban la dulce melodía de los infantes que corrían hacía sus lugares de clases. El autobús llegaba a su parada dejando a un chico de ojos negros muy conocido por otra chica, quien caminaba como siempre hacía la preparatoria. ──Buenos días Ino ──saludó cordialmente siendo ignorado por la chica que siguió de largo──, toma esto es un regalo. El joven le obsequió a la rubia una flor, ella la miró y se preguntaba porque aquel muchacho le dio ese regalo, aquella flor precisamente; pudo haber elegido otra pero ¿qué tenía de especial un diente de león? Ella sin duda se sentía incomprendida, el lozano solo le dijo que esa flor significaba solo una cosa… «Las penurias aunque pequeñas y astilladlas en el núcleo, el viento es el único que puede llevárselas para nunca volver a verlas» Aquella connotación, aquellas palabras lograron abrir una pequeña brecha en su corazón, unas palabras así su madre se las dio cuando niña, unas palabras que la reconfortaron en aquel momento. «Los problemas que nos atañen que ni el tiempo puede borrar, solo la felicidad verdadera puede sepultar» ──La felicidad verdadera ──exclamó viendo el delicado diente de león──, ¿sabes que es eso? La interrogante de la chica sorprendió al azabache que ahora pensaba en cómo responderle, ¿sería posible que existiera? La segunda incógnita dejó al chico con algo de curiosidad, eso demostraba que había perdido la esperanza. ──La felicidad verdadera es cuando aceptamos los errores, los malos momentos y los dejamos ir… « ¿Dejarlos ir? » Para ella esa palabra era imposible, su vida estaba marcada y los recuerdos sellados. No solo eso sino sus sentimientos, el joven la tomó desprevenida la acercó a él y la beso. Por un momento ella sintió como un vacio se llenaba, pero una imagen carmesí hizo que aquel sentimiento muriese, se separó de él y lo dejó con una marca en su cachete. Ella se preguntaba que fue eso, a caso… a caso ¿pudo sentir felicidad? No creía en eso, estaba equivocada y salió corriendo hacía la preparatoria. El día transcurrió sin ningún percance, un día sin avisos de aguaceros alumbraba el resto de la tarde. Sai logró salir primero y esperar afuera a la rubia quien venía mirando hacia el cielo y al verlo no le quedó de otra que decir «Otra vez tú» al parecer ya se estaba empezando a fastidiar de él, pero no podía evitar sentirse cómoda a su lado. En tantos años sentirse así para ella le resultaba incompresible. «Un acompáñame» salió de la boca del lozano, por impulso solo lo siguió. Él lo llevó hasta donde se podía ver la ciudad desde un peñasco, eso era hermoso… En su mente aun no podía entender porque ese chico se interesó en ella y menos que nunca se hubiese dado cuenta del hecho que hubiese algo bonito. Todo, todo, absolutamente todo había sido gris para ella. Una lágrima abandonó su ojo derecho atrayendo la atención de él. «Un por qué» susurró a ella. ── ¿Por qué me ayudas? ──contrarrestó la fémina, repitiendo una y otra vez eso, gritando y ahora llorando, unas palabras inaudibles llegaron a sus oídos──, eso no es cierto, el amor solo es una vana fantasía. Es solo una maldición, mi maldición, la maldición de mi familia. Esas fueron sus últimas para él. Ella salió corriendo aunque trató de impedírselo no teniendo éxito alguno, corrió, corrió y corrió hasta que llegó al bosque, donde el chico la persiguió, donde él estuvo algunas horas tratándola de encontrar. El bosque daba a su casa así pensó que había llegado allí. Se decidió llegarse allí, a su hogar. Al llegar tocó el timbre esperando que ella saliera, pero fue una mujer quien lo recibió. Él trato de explicar su razón pero ella habló primero le preguntó si era el mismo chico que trajo a Ino, al tener su confirmación ella lo dejó pasar. ──Ino no tiene muchos amigos desde hace tiempo, cuando nos mudamos de Japón ──dijo la ama de casa mientras servía un poco de té──, y menos un chico que se preocupe por ella.—— Él estaba confundido, no sabía que estaba hablando y quería saber más. La ama de casa imaginándose sus incógnitas les explicó que ella, ella había presenciado la muerte de su madre en el altar cuando se casaba con un nuevo amor, su padrastro a ambos lo hirieron, igual que anteriormente le ocurrió a su abuela. Todo fue hace mucho tiempo, todo culpa de una maldición que recibió de una bruja que odiaba a la abuela de Ino, maldición cuya instrucciones sencillas eran que su amor sería su muerte, nadie junto a ellas vivirían por mucho tiempo… Dicha maldición pasaría generación tras generación, Ino sabía de aquello, pero su madre tenía fe, fe en que no pasará nada pero no fue así. Ella murió pero me encargó a mí de que ella viviera feliz, aunque fuese un momento. Pero ella quedó traumatizada, se cerró y nunca se ha vuelto a abrir. Y trata de quitarse siempre la vida para quitarse de encima esa maldición. ── ¿A que le tiene miedo? ──preguntó él. ──A que más gente de su familia pueda sufrir ──suspiró──, tiene miedo de enamorarse y perderlo todo. ──Pero… ──no pudo terminar de hablar, un relámpago cegó la conversación aumentando la angustia. ──Ella está perdida en el bosque, debes evitar que cometa una locura… « ¿Locura? » « Suicidio… » Salió de inmediato bajo la lluvia, la fría lluvia que ahondaba en los latidos del chico; desde hace mucho sentía algo por ella y ahora estaba más que seguro de lo que haría. […] La chica húmeda y mojada ahora veía el mismo peñasco desde hace un rato estaba con el chico, lloraba y se maldecía el no poder hacer feliz a nadie y menos ella encontrarla. El peñasco estaba allí mismo y la caía era muy alta. Un rio pasaba por allí y caudalosamente era peligro, la chica cada vez más cerca pensaba en ponerle fin a su vida. «No lo hagas» Una voz que venía del bosque se acercaba, pero no era Sai. La voz era muy conocida. «No lo hagas» Volvía a repetir, ella distinguió quien era. En un vestigio de luz envolvente un ángel de luz, una voz que la apaciguo. ──Mamá ──exclamó ella recibiendo un abrazo de ella── porqué moriste, porqué a nosotras nos pasa eso… ──su madre puso su dedo en su boca, y de ella la silenció. «Yo soy feliz, no tengas miedo» Un agarre desesperado quiso lograr, pero la luz se disipó dejando solo la chica aferrada al cuerpo del joven, un joven que ella distinguió, Sai la había encontrado. ── ¿De que tienes miedo? ──preguntó él, con lo que ella aferró más su agarre──, ¿de morir? ──No te equivocas ──dijo ella aferrándose aun más──, tengo miedo de vivir. « ¿Miedo de vivir? » ¿Cómo una persona tenía miedo a vivir sino tenía miedo a morir? Eso era ilógico, imposible, ella era un mar de llanto. Un susurro soltó «Miedo a vivir y esperar lo peor, miedo a enmaromarme y perderlo todo, miedo a concebir y no tener la oportunidad de disfrutar de mi hija, miedo a estar esperando la muerte de quien amo, miedo de mi muerte» aun lloraba incesantemente, el cuerpo frio pegado al del chico ahora arrodillado ambos, fungían un pequeño calor. ──Tienes miedo a vivir o vivir con miedo ──su pregunta sacó de contexto a la joven quien sintió en su corazón un estallido, como si hubiese estado cegada y ahora podía ver──Tú vives con miedo a perderlo todo, pero quien tiene miedo a vivir ni se esfuerza por disfrutar cada día, sabiendo que un día lo dejará… Tú tratas de que las personas no sufran lo mismo que tú, que el mundo sea mejor, eso no es miedo a vivir… ──su rostro veía al suyo muy fijamente──Vives con miedo de que todo sea caído por una maldición, eso no es vivir; es estar muerto. Aquellas palabras lógicas rompieron en su corazón y dejaron fluir un sinfín de recuerdo y anécdotas que vivió pero algo de un recuerdo, ese recuerdo que la traumatizó, algo que nunca lo vio y ahora lo notaba era la sonrisa de su madre, que aunque murió era feliz. […] Años han pasados, igual que vidas han venido y ido, hoy las campanas de la iglesia suenan las velas de esta son testigo de un nuevo enlace, una unión. La novia va vestida de un blanco virginal y de suaves lirios que adornan su vestido, su rostro irradia alegría. Va tomada de su cuidadora, el novio la espera en el altar. En su mente dibuja una sonrisa de felicidad y repite las palabras. «Está muy hermosa» ── ¿Tienes miedo hoy? ──preguntó él causando una risa en ella. ──Desde aquel día deje de sentir miedo ──dijo muy sonriente──, la felicidad lo sepultó y nada impedirá que muera feliz, si he de morir; ni maldición, ni nada… ──Me alegra… ──Además si morimos —se acercó a él—, ya tenemos un nombre escrito en el firmamento eterno... «Temerle al amor, es temerle a la vida y quien le teme a la vida ya están casi muertos» Bertrand Russell. Nota: Ah si soy nuevo, espero que les guste, chao.
Esta lindo tu oneshot, bastante triste y reflexivo... ¡Ino-chan! Fue mas un tipo de relato aproximado a la realidad accion del porqué me gusta leer este tipo de relatos. Lo que me pica de curiosidad es que in contenido asi lo terminaras trabajando en un solo capítulo.