de Inuyasha - Un desayuno cotidiano

Los personajes que aparecen en la historia son autoría de Rumiko Takahashi y dicho uso, es sin el propósito de sacar un solo peso de ello.​

Un desayuno cotidiano​

Miraba fascinada cómo Ranma engullía sin detenerse, aquéllos panecillos que ella había horneado con tanto esmero para la hora del postre. Le había costado años enteros aprender a cocinar decentemente, pero ver al artemarcialista así, atragantándose con su comida, no tenía precio.

—¡Te quedaron muy bien, Akane! En especial, estos—. Cogiendo del canasto otro par de los bollitos rellenos de chocolate.

—¡Qué bueno que te gustaron. Los hice especialmente para ti —La peliazul suspiró con el orgullo henchido. Y es que no sólo su esfuerzo por fin daba frutos, sino que él reconocía que estaba mejorando en la cocina. Esta vez, sólo había dejado inservibles cuatro moldes y quemado tres charolas de panecillos en el proceso.

—Gracias —Le sonrió, con esos toques de migajas adornándole los labios—. Creo que llevaré unos cuantos para cuando el entrenamiento con los viejos me de hambre.

Automáticamente, su mano tomó otro y de un mordisco acabó con el.

Akane, por el contrario, seguía degustando el cremoso chocolate del segundo pastelito.

La comida siguió con tranquilidad hasta que las manos de ambos se cruzaron sobre el fiambre, buscando tomar el último de los bollitos, sólo, triste y desamparado en el centro del recipiente de madera.

Los dos se miraron a los ojos.

Ella retiró la mano y espero la siguiente acción de Ranma.

En su tierna fantasía, él le diría: "Cómelo, tú y el bebé lo necesitan más" Pero las fantasías siempre son algo muy alejado de la realidad, y que sólo ocurren en los sueños, en las novelas románticas y en los fanfics de autoras frustradas por la falta de besos en la serie real.

La cara se le desencajó cuando él lo lanzó al aire y cayó en un tiro limpio, directo a su boca.
—¡Te lo comiste!—. Exclamó sin creérselo.

—Qui-quitaste la mano —El pelinegro se defendió. Eso sí, algo asustado por la reacción de la chica—. Es-eso significa que me lo dabas.

—No…y-yo, pensé que me lo ibas a dejar—. Murmuró, ya más calmada. Quizá había exagerado un poco al gritar.

—Lo siento…—De pronto, el chico cambió su sonrojo por una mirada pícara—. Además, estoy seguro de que mientras los cocinabas, te comiste una docena de ellos.

Akane se puso de colores al verse descubierta, pero se defendió. Tenía que comprobar que fueran comestibles, ¿no?

—Eso no importa, deb-debiste preguntarme si lo quería.

—Y tú debiste pedirlo.

—Es de caballeros ofrecerlo a la chica.

—Tenía hambre—. Soltó sin pena.

—Tu hijo va a nacer con cara de bollo de chocolate—. Farfullo para sus adentros. Aún así, él alcanzó a escucharla.

—¡No! —Rectificó enseguida—. "Tu" bebé va a nacer con cara de panecillo por todos los que te has comido. Pensándolo bien, le acabo de salvar. Pobre, me vivirá agradecido.

—¿Insinúas que como demasiado, Ranma?

—Sólo digo lo que veo.

—Ran-ma—. Un aura rojiza, que pasó desapercibida para él, comenzó a emanar del cuerpo de Akane.

—Si sigues así, terminaremos jugando competencias—. El muchacho cerró los ojos y se cruzó de brazos para reposar la comida; así como darle un poco más convicción a sus palabras.

—Raan-maa —La menor de los Tendo sacó una de sus viejas katanas, a saber de dónde.

—No me molesta, siempre que no me hagas morir de hamb…

—¡Ranmaaa!

En los departamentos aledaños, los vecinos corrieron a tomar sus orejeras; los más desprevenidos, apenas alcanzaron a meterse papel en los oídos o a taparse fuertemente con las manos. Ya estaban acostumbrados a la colisión que proseguía a esa peculiar voz de guerra. No podían hacer otra cosa que sentir algo de compasión por el pobre sujeto de los gritos ensordecedores.

Notas
Gracias por leer :)