Lluvia bella, como el alma de un niño inocente que busca en los secretos de cada gota, una señal de paro. Los sueños que pensamos, que anhelamos en estos días. Recordar nuestros más grandes anhelos, o simplemente morir, aprovechar cada gota de estos días para desahogarnos, para llorar, para sufrir en paz. Bellas gotas que trae alegría o molestia, o simplemente, no trae nada. Un día de lluvia, un día sin sol, un día de tinieblas que nos abraza con su manto tan oscuro, tan precioso. La lluvia puede traer calma, como puede traer destrucción. Ver sus gotas reflejadas en el vidrio de una ventana a la cuál la vez, sentado desde una silla a la que acompaña una sabana que te da su regalo más preciado, te entrega lo único que puede ofrecerte: Calor, ese bello sentir que te abraza. Dime, ¿Estas llorando, bello cielo? Cada gota que emana de tus nubes, ¿No sientes, no respiras? Nuestra lluvia es tu llanto, nuestro sol tu alegría, nuestro aire tu respirar. Cada gota que cae, es un sentir ignorado. Siempre seré esa niña que has cuidado con tus gotas, este corazón que derrama cada una de tus lágrimas que no pudieron salir a flote, porque tú ya dejaste de llover, dejaste de llorar. Lluvia hermosa, vuelve pronto y deja que sepulte mis ojos en tus ojos. Y te prometo, bella lluvia, bella amiga, que en tus lágrimas sepultaré las mías.