Un cálido invierno (GruVia)

Un cálido invierno.

Por supuesto, él no se lo tomaba como algo personal. Sucedía cada año, desde que había llegado al gremio, y sabía que era perfectamente lógico. Como cada invierno, simplemente la gente se alejaba de Gray. Desde luego, era normal, ya que como mago de hielo "refrescaba" un poco el ambiente a su alrededor inconscientemente, y no era como si lo ignoraran, simplemente evitaban sentarse cerca de él o tocarlo. No era grave, cuando estaba cerca de Natsu se creaba cierto equilibrio. Claro, no quería estarlo.

Gray no recordaba claramente cómo se sentía el tener demasiado frío, pero tenía un leve recuerdo, y realmente no creía que fuese agradable, por eso, no los culpaba. No se sentía mal ni solo. Eran comprensible y él, simplemente, apenas lo notaba. Estaba habituado a ello.

Ese día, en cuanto despertó, notó que la temperatura era particularmente baja, a pesar de apenas sentirlo. No se molestó en pensar demasiado en cómo serían las próximas horas, probablemente, se dijo, todo transcurriría de forma perfectamente normal. Se abrigó sin razón (eventualmente perdería al menos el 70% de su ropa) y luego de comer algo que parecía ser carne y que había dejado un mes atrás en el refrigerador, partió al gremio con total normalidad.

La fría nieve se amontonaba en las calles, y su aliento se convertía en vapor blanco cuando abría la boca para bostezar, los alegres habitantes de Magnolia transitaban las calles con una excesiva cantidad de ropa encima, entorpeciendo sus movimientos de forma cómica y ridícula. Pronto llegó a Fairy Tail, donde lo recibieron como de costumbre. Mirajane le entregó un pastel que él había mencionado la tarde anterior, Macao y Wacaba hicieron algunos comentarios sobre algo que no escuchó, a lo cual Elfman respondió una sola y masculina palabra común en él, lo único diferente fue que nadie le saltó encima.

Nadie, porque Natsu estaba dormido unas mesas más allá y porque Juvia aún no había llegado.

Luego de saludar a Lucy y Happy, y escribir algo poco amable en la cara de Natsu, le pidió a Mira que le diera un café para acompañar su postre, y sólo se permitió dar el primer bocado cuando lo tuvo junto a él. Sonrió por la normalidad con la que transcurría el día y la calma que finalmente se presentaba en su alocada vida como mago del gremio más desastroso de Fiore. Sin embargo, al ver entrar a cierta maga de agua, y recordando que ella no era muy "calmada", frunció el ceño. Últimamente se había estado preguntando que tipo de estrategia usaría la chica para no congelarse y lograr saltarle encima a la vez, pero el hecho de que se la viera perfectamente normal y con su ropa de costumbre, lo dejó contrariado.

Tal vez aún no lo notó, se permitió pensar con una sonrisa divertida, será una buena oportunidad para estar tranquilo unos días. Con esos malignos pensamientos en su mente, saludó a la chica que ahora, con una taza de chocolate caliente entre las manos, se sentaba junto a él.

—Buenos días, Gray-sama—saludó la peliazul sonriente.

—Buenos días.

Raro. Fue la primera palabra que llegó a su mente, porque a esta altura, la mayoría ya se habría apartado un poco, y realmente Gray dudaba que su ropa normal y una simple bebida caliente fuese suficiente para amortiguar los efectos de sus poderes. Por otro lado, Juvia estaba un poco loca, quizá tuviese algún abrigo invisible mágico o algo por el estilo. Tocó distraído el brazo de la chica (protegido por su fino abrigo azul de siempre) para verificar, y notó como ésta se estremecía, tal vez por el frío, tal vez por la sorpresa.

—¿Gray-sama? ¿Se siente bien?

Gray lo pensó un momento y volvió a mirar su (delicioso) pastel, no tenía ganas de dar explicaciones.

—Perfectamente—respondió volviendo a comer.

—¿Pero por qué Gray-sa...?¡Wa!

La idea de que tuviese un gorro o capucha mágica le llamó la atención, por ello, ahora estaba tocando su cabeza, pensando, en lugar de en la sorprendida expresión de su acompañante, en lo suave y brillante que resultaba ser el cabello celeste que la caracterizaba.

Totalmente concentrado, intentando entender la resistencia hacia la baja temperatura de la joven, deslizó su mano a una de las mejilla de la chica y la estiró de forma cómica. Tal vez algún tipo de barrera. La estiró hasta estar seguro de que allí no había nada anormal. ¿Orejeras? apretó insistente una oreja de la chica, pero allí no había nada tampoco. Una bufanda, quizás... Tomó su cuello con una mano, de forma que casi parecía querer estrangularla, y chasqueó la lengua irritado al no encontrar nada tampoco ¡Tiene que haber algo! ¿guantes? pensó molesto tomando una mano de la chica, enredando sus dedos y mirando la unión como si en ella se encontrara la razón de la existencia o, mejor aún, los ingredientes de lo que fuese que había consumido esa mañana.

—¿Gray-sama? ¿Qué le está haciendo a Juvia?—Preguntó asustada, pero sin hacer ningún intento por apartar su mano.

—Intento ver si tienes...—reparó en lo que estaba haciendo, miró sorprendido el rostro interrogativo de la chica.

Peor aún, todos en el gremio lo miraban con una expresión similar, aunque la mayoría con cierto toque de diversión. Natsu, que acababa de despertar, no entendía qué demonios sucedía, o por qué estaba todo el mundo tan callado, pero antes de poder formular una pregunta, Lucy le cubrió la boca y le indicó que se callara o lamentaría las consecuencias.

—...Guantes—murmuró finalmente.

En cuanto su cerebro (ese día, al parecer, particularmente lento) fue capaz de procesar la información, se sonrojó tanto y tan rápido que no podía ser sano, soltó a velocidad flash la mano de la confundida chica, dio un gritito patético, y casi muere al caer de la silla por el brusco movimiento. Natsu reía medio adormilado.

—¿Gray-sama?—incluso Juvia, quién generalmente aprovecha este tipo de oportunidades, entendía que había algo mal en la situación.

—¿Te congelaste el cerebro, hielito?—se burló Natsu desde su asiento.

Gray supuso que podría culpar al frío (ilógico), o al pastel, o a la "cosa-carne-lo que fuera" que comió esa mañana, pero realmente nada de eso le habría ayudado a salvarse de aquella situación, y eso lo sabía. Lo que realmente no sabía, y tal vez tampoco quería saber, era qué demonios estaba haciendo. Estaba considerando seriamente huir, dejar que creciera su bigote, e irse a otro país con un nombre falso, cuando Juvia estornudó.

—Vaya, ¿estás bien? aquí tienes—Mira le tendió un pañuelo de papel.

—Gracias, Mira-san—los ojos de la maga de agua lagrimeaban un poco cuando tomó el pañuelo—al parecer Juvia está un poco resfriada.

—Debe ser por estar tan cerca del cubito de hielo—propuso Gajeel.

Gray se levantó del piso con la poca y casi nula dignidad que pudo reunir y sus ojos se dirigieron a la chica que no dejaba de estornudar una y otra vez, consciente de que todo el mundo lo miraba. Suspiró.

—De acuerdo, me alejo—así lo hizo, y nadie iba a protestar. Nadie excepto Juvia.

La chica de ojos azules, ahora cubiertos de pequeñas lágrimas debido a su alergia, lo tomo de una manga (milagrosa e inexplicablemente, Gray aún llevaba su chaleco) mientras con la otra mano sostenía el pequeño pañuelo blanco sobre su boca, y lo miró fijamente.

—No se vaya, Gray-sama, Juvia está bien.

Él lo notó, Juvia estaba temblando, y también se encontraba más pálida de lo normal. Se sintió culpable, sin querer la había tocado bastante, y sabía que el frío no era bueno para el resto de las personas. Tenía ese recuerdo de cuando era niño, temblaba, estaba pálido también, sentía que cada movimiento ardía e implicaba un gran esfuerzo. Ya lo compensaría en verano, por ahora debía alejarse. Otro estornudo de la peliazul hizo que dirigiera su mirada con más atención hacia la chica que no lo soltaba.

—Tienes...

—Oh, mira Juvia—dijo Mirajane—tienes crema en la mejilla. Tal vez por culpa de Gray—guiñó uno de sus celestes ojos con una sonrisa divertida.

Ambos se sonrojaron, pero Juvia miró el pastel que el chico no había acabado debido a los recientes acontecimientos.

—Juvia es alérgica a las bayas azules—señaló el pastel—¿esta crema es de bayas azules, cierto?

—¿Por eso estornudas tanto?—intervino Lucy, a lo que la peliazul asintió.

—Eso aún no explica por qué Gray estaba manoseando la cara de Juvia— apuntó Natsu curioso.

El aludido lanzó con gran puntería un barril hacia la cara del Dragon Slayer, para luego comenzar una breve pelea, oportunamente interrumpida por Erza Scarlet, que miró con malas intenciones al pobre mago de hielo.

—Gray, explícate—exigió.

—A-Aye... estaba... ¡comprobando la temperatura de Juvia porque se veía muy pálida!—chilló apresurado.

—Ya veo.

Todos en el gremio tuvieron el impulso de gritar que eso era ilógico, que Gray no podía medir la temperatura corporal de las personas y que aquello no precisaba que le tomara las manos o le acariciara la cabeza, pero nadie deseaba contradecir a la pelirroja.

Finalmente con Erza en paz (gracias a Mavis, Makarov, Zeref o quién sea era una ingenua) Gray se permitió volver a su asiento, aunque dudó al notar que la bella maga de agua seguía allí, ya mejor y con el pastel con crema de bayas fuera de su alcance. Juvia le sonrió, así que acabó suspirando y dirigiéndose allí. Aún tenía preguntas, y esta vez decidió que para evitar futuras humillaciones públicas, preguntaría directamente.

—¿No tienes frío?—muy directamente.

—Juvia tiene una chimenea en su habitación.

—Eh...no, hablo de ahora.

—¿Ahora?

—Sí, ahora.

—¿Cómo podría Juvia sentir frío ahora? Juvia está con Gray-sama.

El chico la miró contrariado.

—¡Pues por eso!

—Gray-sama es cálido, más que cualquier chimenea, chocolate caliente o Natsu-san.

El pelirrosa se quejó a lo lejos, más todo el mundo lo ignoró.

—¿Cómo podría ser cálido? Soy un mago de hielo.

—El hielo de Gray-sama es cálido—sonrió—. Amable y cálido. Juvia lo ama.

Gray no supo en ese momento si ella se refería al hielo, a su magia o a él, sin embargo, visto de cualquier forma, era vergonzoso. Desvió la mirada murmurando un "como sea" y trató de concentrarse en algo que no fuesen sus amigos que lo miraban ni Juvia y su hermosa sonrisa.

—Además, Juvia se acostumbró a la temperatura de Gray-sama—declaró orgullosa—Será útil cuando compartan una cama matrimonial.

—¡¿Por qué siempre sales con eso?!

Internamente, estaba feliz de que así fuera.

Fin.


Insane pidió un GruVia, y por supuesto, yo se lo doy, mil gracias por leer tantas de mis historias y comentar en ellas, me hiciste gritar de felicidad como la idiota que soy realmente espero que este pequeño fic te guste, y honestamente, no lo odies, el pobre hace lo que puede (?) aunque esté raro, es lo mejor que puedo hacer por ahora XD si quieres algo más, por favor no dudes en pedirlo.
Y a todos, gracias por leer.